Para empezar, debemos subrayar el
carácter escolástico que tiene la filosofía de Kant. Ernst Bloch lo afirmó ya
hace muchos años. La crítica kantiana no se dirige tanto contra la Escolástica,
cuanto contra el dogmatismo de la filosofía moderna.«Bei Kant ist sie zum Unterschied von der Baconschen und Descarteschen
nicht mehr gegen die Scholastik gerichtet, sondern gegen den bürgerlichen
Rationalismus, die bürgerliche dogmatische Metaphysik».[1] El más grande de los filósofos dogmáticos a
decir de Kant es el escolástico Christian Wolff no uno de los filósofos
empiristas o racionalistas. En España, José Luis Villacañas Berlanga[2]
y Luis Martínez de Velasco han sostenido la tesis del materialismo de Kant. Por
lo demás, no es la primera vez que se afirma que Kant es materialista o su
filosofía tiene rasgos materialistas. Heinrich Heine afirmó que «der Oberherr der Welt schwimmt unbewiesen in
seinem Blute» (Heine, V, 604)[3] Kant es el ultimo escolástico en la filosofía clásica.
Toda su terminología empleada es escolástica.
Kant traza las coordenadas dentro de las cuales aún hoy nos movemos al
considerar la oposición entre idealismo y materialismo así como entre filosofía
y ciencia . En fin, nos movemos todavía en las coordenadas filosóficas
establecidas por Kant, en la filosofía contemporánea, que comienza con Kant.
1. Materialismo en sentido ontológico
general de Kant.
El materialismo ontológico general
se centra en el análisis de la Idea general de materia (M). Materialismo ontológico general significa la
crítica al mundanismo, al cosmismo. Kant es materialista ontológico general.
Kant, para empezar es un realista empírico o un idealista trascendental como él
mismo afirma, puesto que ambas posiciones son equivalentes a decir del propio
Kant. Si hemos de creer a Luis Martínez de Velasco, Kant sería el fundador del
materialismo contemporáneo. Por lo demás, J.L. Villacañas Berlanga declara que
en Kant materia y realidad se identifican «podemos decir que la materia es
aquello que puede reconocerse empíricamente diferenciado (cf. B 34); en el
terreno de la intuición empírica, es lo que determina que apreciemos existencia
y realidad».[4] Kant sería el fundador del materialismo
contemporáneo porque su crítica no iría tanto destinada a destruir la
metafísica o la ontología qua tale, sino a triturar la ontoteología
espiritualista, idealista. Ahí “metafísica” se identificaría con el
espiritualismo y el idealismo. La Ontología[5]
se considera en la obra kantiana, una vez reducida críticamente, como algo
viable teóricamente: «Ontología es esta ciencia que, formando parte de la
Metafísica, constituye un sistema de todos los conceptos del entendimiento y de
sus principios, pero únicamente en la medida en que se refieren a objetos que
pueden darse por los sentidos y, por consiguiente, en tanto que están justificados
por la experiencia.»[6]
Por una parte, la materia como
fenómeno es el contenido de la sensación. Pero es que en Kant conocimiento es
conocimiento empírico. La materia es lo objetivo, pero es que es lo real. Aquí
coincide Kant con Lenin al identificar la materia con lo objetivo. La
existencia objetiva de lo empírico posibilita así el desarrollo de la filosofía
kantiana. La cosa en sí es un concepto límite. No es un objeto de la
experiencia. Es un puro objeto del pensamiento, un noúmeno. Kant nunca quiso
ser confundido con Berkeley, con el idealismo material, porque siempre
reconoció como realmente existente el mundo material empírico. Kant no es
ningún agnóstico. Esto le sitúa más bien en el campo del materialismo más bien
que en el del idealismo. La materia desde una consideración ontológico general
es “substantia phaenomenon” (Crítica de la razón pura A 277, B 333). «De todos modos, lo absolutamente interior de
la materia tampoco es, desde el punto de vista del entendimiento, más que una
quimera. En efecto, la materia nunca es objeto del entendimiento puro. El
objeto trascendental que pueda motivar el fenómeno que llamamos materia es un
simple algo del que no comprenderíamos lo que es ni siquiera en el caso de que
alguien pudiera decírnoslo».[7]
La materia no forma parte de las categorías como concepto categorial
científico, sino que más bien sería una Idea regulativa o un concepto límite,
entendida así como noúmeno o cosa en sí de alguna manera.
La materia es el caos bruto y amorfo
de las impresiones, la pluralidad absoluta, la multiplicidad considerada con
independencia de las formas a priori de la sensibilidad. Tiene que haber
forzosamente una materia dada en la sensación y en el concepto. La materia es
lo real porque Kant mismo afirma por ejemplo: «Toda percepción externa demuestra algo real en el espacio, o más
exactamente, es lo real mismo, por lo que, en este sentido, el realismo
empírico está fuera de toda duda.»[8] Sin
embargo «Lo único que de la materia conocemos son puras relaciones; lo que
llamamos determinaciones internas de ésta sólo es interior desde un punto de
vista comparativo. Hay, sin embargo, algunas de esas relaciones que son
independientes y permanentes, que sirven de medio a través del cual se nos da
un objeto determinado».[9]
Es así pensada la materia ontológico general por Kant como la condición de
posibilidad del fenómeno, del objeto.
Por otro lado, la Idea de materia
ontológico general consiste en la pluralidad infinita de partes extra partes y
en la codeterminación tal y como señala Gustavo Bueno. A este concepto de
materia ontológico general se aproxima la materia entendida como fenómeno, pero
por esto mismo el concepto de materia ontológico general se halla próximo a la
noción de noúmeno de Kant por ser éste un Grenzbegriff, un concepto límite. El
noúmeno kantiano serviría para evitar el idealismo.
Sin embargo, Lenin, conocedor de
Schopenhauer interpretó el noúmeno como algo irracional tal y como precisamente
aparece en Schopenhauer y pensó que lo racional era justamente lo contrario: el cosmismo, el mundanismo. Identifica a mi
juicio Lenin erróneamente el empirismo con el materialismo: «Cuando Kant admite que a nuestras
representaciones corresponde algo existente fuera de nosotros, una cierta cosa
en sí, Kant es materialista. Cuando declara a esa cosa en sí incognoscible,
trascendente, ultraterrenal, Kant habla como idealista. Reconociendo como único
origen de nuestros conocimientos la experiencia, las sensaciones, Kant orienta
su filosofía por la línea del sensualismo y, a través del sensualismo, bajo
ciertas condiciones, por la línea del materialismo. Reconociendo la aprioridad
del tiempo, del espacio, de la causalidad, etc., orienta Kant su filosofía
hacia el idealismo (…). Los materialistas han reprochado a Kant (…) la falta de
una diferencia de principio entre dicha cosa en sí y el fenómeno».[10]
Según Gustavo Bueno, M está muy próximo al noúmeno
kantiano: «Por ello, el concepto de Ser, o “Materia” de la Ontología general,
está más cerca de la tradición neoplatónica (del Uno como ανόνιμος, ΰπερόν, de
Plotino), e incluso del noúmeno kantiano, cuando eliminamos las recaídas
mundanizadoras del propio Kant, en la Crítica de la razón práctica.»[11]
Por eso Gustavo Bueno afirma, con todo que
«Sin embargo, la “cosa en sí” de Kant, el noúmeno, mantiene siempre una
estrecha correspondencia con el concepto de “Materia general” (M), y no sólo
con el concepto de Dios, cuyos principales componentes son esencialmente
mundanos.»[12]
Por lo demás, no resulta
descabellado interpretar el concepto de materia en Kant como una Idea
regulativa de la razón y de la ciencia. La materia es un principio regulativo
porque: «da jede Bestimmung der Materia… ihre Ursache haben muss und daher
immer noch abgeleitet ist, so schickt sich die Materia doch nicht zur Idee eines
notwendigen Wesens;…so folgt: dass die Materie und überhaupt, was zur Welt
gehörig ist, zu der Idee eines notwendigen Urwesens als eines blossen Prinzips
der grössten empirischen Einheit nicht schicklich sei, sondern dass es
ausserhalb der Welt gesetzt werden müsse.»[13]
Aún más, cabe la posibilidad, tal y
como lo interpreta Bloch, de considerar la cosa en sí kantiana como la materia
prima o materia ontológico-general: «Weiter noch, was von [14]aussen
sich aufdrängt und nicht gemacht werden kann, wird hier anders Staff genannt. Gerade als nicht kategorial
erzeugt, nämlich als Ding an sich; dieser Begriff durchzieht, in den verschiedensten
Bedeutungen, Kants Werk».
En el “Opus Postumum” el concepto de éter es equivalente
al concepto de materia ontológico-general. Este éter es el correlato objetivo
necesario de la unidad sintética de la apercepción. Para fundar la unidad de la
experiencia posible hace falta el concepto de materia. Para que éste sea un
concepto filosófico, ha de ser a priori. Este éter de Kant juega el mismo papel
que la materia ontológico-general de Gustavo Bueno con respecto a la materia
ontológico-general. En Kant hablaríamos con respecto a los cuerpos. Hay que decir que Kant distingue entre
materia en general (M) y cuerpos (M1). El éter es un concepto universal, pero
no puede ser considerado como un concepto distributivo porque su objeto es
singular. Esta materia ontológico general de Kant, el éter no es algo dado
empíricamente, ni tampoco constitutivo de la experiencia posible. Por ello se basa
en una Idea de la razón. Su importancia radica en que permite pensar en la
experiencia como un sistema único.
2. Materialismo ontológico especial
kantiano.
«“Materialismo”, en el sentido
ontológico-especial, es una expresión que hacemos aquí equivalente a la
doctrina de los Tres Géneros de Materialidad (M1, M2, M3)»…«Llamamos
“Materialismo ontológico-especial” –o, para abreviar, “materialismo cósmico”
(en cuanto contradistinto del “materialismo ontológico general» –o, para
abreviar, “materialismo ontológico”)- a la doctrina que defiende que el “Mundo”
es ontológicamente tridimensional, es decir, a la doctrina que sostiene que los
contenidos del “Mundo” son de tres clases diferentes (inconmensurables), a
saber: los tres géneros de materialidad.»[15]
Como se verá a continuación: Kant sostiene que el Mundo es trimembre
ontológicamente. Distingue perfectamente Kant las tres materialidades M1, M2 y
M3.
La filosofía entendida como
ontología se organiza de forma claramente trimembre en la sistematización de
Wolf, el más grande de los filósofos dogmáticos a decir de Kant. La
“Metaphysica Specialis” se constituye sobre las Ideas de Mundo, Alma y Dios:
Cosmología, Psicología Racional y Teología Natural. En la Dialéctica
Trascendental de la Crítica de la razón pura Kant va a triturar tal ontología
metafísica e idealista pero sin romper con el esquema trimembre ontológico
dibujado por Wolff que como se ha afirmado, queda reconocido claramente por
Kant y más aun, es admitido por Kant como referencia ontológica.
3. Materialismo primogenérico kantiano.
El Primer Género de Materialidad
comprende todas las entidades exteriores a nuestra conciencia, externas. «En el
Primer género de Materialidad se disponen en conjunto todas las realidades
exteriores a nuestra conciencia o si se prefiere, odas las cosas que se
aparecen en la exterioridad de nuestro mundo, sin que eso signifique afirmar
que se agoten en esa exterioridad.»[16]
Los cuerpos pertenecen a M1 entre otros tipos de realidades físicas.
Kant, en su obra Metaphysische Anfangsgründe der
Naturwissenschaft (1786) concede al concepto de materia un sentido
primogenérico (M1). La materia, como concepto físico tiene diversos predicados
relacionados entre sí. La propiedad fundamental e la materia es el movimiento.
La base para el entendimiento del Primer Género de Materialidad M1 es la física
clásica de Newton. “materia” entendida como masa y movimiento son los dos
conceptos empíricos básicos para entender la materia física. Aquí la materia es
cuerpo, res extensa. Aquí M1 se piensa como la materia dada en la percepción
externa. En los “Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza” de 1786
pretende Kant elaborar una ontología de M1, una suerte de ontología real de la
naturaleza corpórea. Esta ontología es una aplicación de la “Crítica de la
razón pura” al género de los objetos del sentido externo (M1). Es la materia
del Primer Género de Materialidad.
El Primer Género de Materialidad
tiene el privilegio de que a partir de él es como se forma el concepto de
materia. Como los hombres somos cuerpos y como todo el poder humano a decir del
canciller Bacon estriba meramente en juntar y separar cuerpos, corresponde a M1
el privilegio de ser el género de materialidad a partir del cual se constituye
el concepto de materia. Dice por lo demás Kant: «Es algo muy notable que la
sola categoría no pueda hacernos comprender la posibilidad de ninguna cosa, y
que siempre tengamos necesidad de una intuición para descubrir la realidad
objetiva del concepto puro del entendimiento».[17]
Además, como la materia corpórea consta
de partes extra partes, bien podría derivarse de ella el concepto ontológico
general de materia. «(pues las cosas corporales nunca son más que relaciones,
al menos en el sentido de partes unas fuera de otras)».[18]Resulta
que es necesario tener percepciones externas de cuerpos para tener experiencia
de la realidad misma, para saber que hay realidad, que existen cosas: «Pero es
todavía más notable que para comprender la posibilidad de las cosas por las
categorías, y por consiguiente, para probar la realidad objetiva de estas
últimas, tengamos siempre necesidad no sólo de intuiciones, sino también de
intuiciones externas».[19]
Los conceptos puros del entendimiento tienen realidad gracias a los cuerpos,
gracias a la intuición externa. La ontología general sólo tiene sentido cuando
hay una ontología especial de M1. La ontología de los cuerpos es imprescindible
para la construcción de la ontología general. El concepto de materia procede de
la experiencia fenomenológica de los cuerpos y de que a fin de cuentas somos
sujetos corpóreos nosotros mismos.
La materia corpórea se puede
determinar a priori como objeto de la percepción externa: «Si debo explicar el
concepto de materia, no por un predicado que le corresponda como objeto, sino
solamente por su relación con la facultad cognoscitiva…, entonces la materia es
un objeto del sentido externo, y esta sería la simple explicación metafísica de
la misma».[20] La
materia corpórea debe ser posible de acuerdo con las categorías: «Bajo las
cuatro clases de los conceptos puros del entendimiento, cantidad, cualidad,
relación y modalidad, deben poder entrar también todas las determinaciones del
concepto de materia en general, o sea, todo lo que pueda pensarse de ella a
priori, representarse en la construcción matemática o darse en la experiencia
como objeto determinado».[21]
En los cuatro capítulos de los “Principios metafísicos de la ciencia de la
naturaleza” se expone la doctrina de la
materia primogenérica (M1) según los cuatro títulos de las categorías 1) Foronomía:
movimiento como magnitud. 2) Dinámica: fuerza motriz como cualidad de la
materia. 3) Mecánica: materia con miras a las relaciones en el movimiento. 4)
Fenomenología: modos del movimiento referidos a las clases de representación.
Los cuerpos o la extensión son los
fenómenos espaciotemporales de la percepción externa. La naturaleza es la
totalidad de los fenómenos (M1 y M2) y comprende pues «dos partes principales
de acuerdo con la diferencia capital de nuestros sentidos: la una contiene los
objetos del sentido externo y la otra el objeto del sentido interno; en
consecuencia, es posible una doble doctrina de la naturaleza: la doctrina de
los cuerpos y la doctrina del alma; la primera considera la naturaleza extensa
y la segunda, la naturaleza pensante.»[22]
Además, Kant distingue ya dos géneros de objetos de los sentidos: externo (M1)
e interno (M2). De acuerdo con lo afirmado más arriba respecto a la
identificación del contenido de las percepciones con la materia en sentido
general, podemos concluir que Kant distingue aquí entre dos géneros de
materialidad. La filosofia de la naturaleza, sin embargo, concluye Kant es una
auténtica metafísica de la naturaleza o, en términos del materialismo
filosófico, es una ontología primogenérica. La razón aportada por Kant es que
la psicología no puede ser ni será una ciencia. Por eso la filosofía de la
naturaleza es ontología de los cuerpos. En los “Principios”, la base de la
ontología primogenérica es el movimiento y su variación.
Pero Kant no sólo define a la
materia primogenérica como cuerpo en movimiento en el espacio. También postula
la existencia tanto de fuerzas atractivas como de fuerzas repulsivas. En su
“Opus Postumum” Kant admite el éter, el continuum de la materia corpórea y el
concepto de fuerza. En Kant se produce la superación del mecanicismo. El
concepto de relación va a prevalecer, como ocurría en Leibniz, sobre el de
substancia.
Está clara la influencia de Newton
en la concepción kantiana de M1. Más profundamente quizás influyó Euler sobre
Kant. Por eso Kant negó el vacío y afirmó como Newton-Euler la existencia de un
éter sutil y elástico para explicar la luz y los fenómenos gravitatorios. En su
“Opus Postumum” Kant considera el éter como un principio unificador de todas
las fuerzas motrices de la materia (O.p., XXII, 267), anticipando así la física
de campo y la teoría unificada de las fuerzas de la materia. El éter pasa a ser
la base de la unidad material de la experiencia.
En su “Opus Postumum”, Kant mejora y
abandona las posiciones sostenidas en sus “Principios metafísicos de la ciencia
de la naturaleza”. En su legajo IV, folio 2, del Opus Postumum (septiembre/octubre
de 1798 declara Kant: «Las fuerzas motrices de la materia, y con éstas también
las de los cuerpos, pueden contener principios físico-dinámicos, según lo
formal de las leyes del movimiento de las mismas, en cuanto cambio de sus
posiciones en el espacio (foronómicamente), o también según su energía como
causas eficientes de este cambio (es decir, según su contenido: cognoscibles en
la experiencia)». Las fuerzas motrices de esta forma presentan un doble aspecto
material-formal según el modo cognoscitivo de acceso a ellas. El contenido de
las fuerzas motrices se muestra en las variaciones de movimiento e intensidad,
estudiadas por la Dinámica. Sólo hay fuerzas y relaciones como objeto de nuestro
conocimiento, no cosas: «Conocemos la sustancia en el espacio sólo mediante
fuerzas actuantes en él…y que constituyen el concepto de la sustancia, a la
cual denominamos materia».[23]
Lo cierto es que Kant recurre a la
Diádica de Leibniz. Las fuerzas motrices y las propiedades de la materia surgen
de combinaciones binarias, en las que el segundo miembro no se encuentra al
mismo nivel sino que explica y posibilita el primero. Las cualidades de este
segundo miembro corresponden a una materia trascendental, no empírica, a
priori. Esta materia trascendental no tiene otra función que la de posibilitar
la experiencia. Es la condición de posibilidad de la experiencia. Desde M1 se
regresa así a M en Kant, pudiéndose así afirmar que M1 es el analogado
fundamental de la materia.
Finalmente, Kant concede una
importancia extraordinaria a la antinomia de la razón pura en la dialéctica
trascendental. Esto indica que M1 en Kant es determinante en la cuestión acerca
de la polémica idealismo/materialismo. Ese es el privilegio de M1 en la
ontología kantiana. Merced a la discusión sobre la naturaleza de M1 se dilucida
el sentido de la ontología especial, del Mundo (Mi) esto es, acerca de la
oposición entre idealismo y materialismo.
Kant habla de las tesis como de las
posiciones idealistas, metafísicas, dogmáticas. Las tesis son el resumen del
dogmatismo. Las antítesis son los postulados metodológicos de la ciencia, el
materialismo. Kant las llama empiristas. El idealismo crítico o trascendental
exige la toma de postura favorable a las tesis empiristas. Eso es el
materialismo. La verdad del materialismo es apagógica y pragmática. Se
demuestra su verdad de modo indirecto, por refutación de sus tesis opuestas y
por las consecuencias prácticas que se derivan tanto del idealismo como del materialismo, puesto que para Kant,
la razón práctica tiene la primacía sobre la razón teórica. El ateísmo por
ejemplo, es más importante y decisivo por sus consecuencias prácticas éticas,
morales, jurídica y políticas que por sus implicaciones teóricas. Las tesis son
irracionalistas. Las antítesis racionalistas.
Kant afirma reiteradamente que
existe un interés práctico que es el que ayuda a decidirnos entre las tesis y
sus antítesis. El idealismo implica el espiritualismo, que ofrece, en primer
lugar, una concepción del mundo de la
cual «un hombre bienintencionado, cuando comprende su auténtica conveniencia,
participa de todo corazón (woran jeder Wohlgesinnter wenn er sich auf seinen
wahren Vorteil versteht, herzlich Teil nimmt)»[24]
Las tesis son «piedras angulares de la moral y la religión (Grundsteine der
Moral und Religión»)[25];
en segundo lugar, hay un interés metafísico, especulativo, merced al cual se
puede concebir «completamente a priori la serie completa de las condiciones (die
ganze Kette der Bedingungen)».[26]
Esto es, el cosmismo. Finalmente, en tercer lugar, la metafísica, el espiritualismo,
el idealismo tiene «la ventaja de la popularidad».[27]
Y ello en la medida en que «el entendimiento común no halla la menor dificultad
en la idea de un origen incondicionado de toda síntesis (der gemeine Verstand
findet in den Ideen des unbedingtes Anfangs aller síntesis nicht die mindeste
Schwierigkeit)».[28]
Frente al idealismo, el materialismo
(las antítesis) implica la impiedad. En principio, afirma Kant «por lo que se
refiere al empirismo en relación a las ideas cosmológicas, no se encuentra aquí
ningún interés práctico en función de los principios de la razón pura como se
hallan en la religión y la moral (findet sich kein solches praktisches
Interesse, als Moral und Religión bei sich führen)».[29]
El materialismo es más compatible con la ciencia que el idealismo, pues «mediante
éste, el entendimiento se halla siempre en su terreno propio (auf seinem
eigentümlichen Boden), es decir, en el ámbito de la pura experiencia posible,
cuyas leyes puede investigar y mediante las cuales se puede desarrollar hasta
el infinito con sus nociones seguras y comprensibles (und vermittelst derselben
er seine sichere und fassliche Erkenntnis ohne Ende erweitern kann)».[30]
El idealismo, la metafísica es el
error. Un idealista, a decir de Kant «Puede, desde luego, especular sin límite,
ya que divaga solamente mediante ideas puras (weil er unter lauter Ideen
herumwandelt) sobre las cuales es tanto más locuaz cuanto más ignorante, en vez
de hacer lo que debería: callarse cuando se trata de la investigación sobre la
naturaleza y confesar su ignorancia (über der Nachforschung der Natur ganz
verstummen und seine Unwissenheit gestehen) Los únicos fundamentos de su
actitud son la comodidad y la vanidad (Gemächlichkeit und Eitelkeit)».[31]
Kant señala por lo demás que el grave error del idealista es sacrificar la
verdad científica, el interés teórico de la razón en aras de sus espurios
intereses metafísicos espiritualistas. Subraya Kant que el espiritualista «cree
comprender y saber lo que sus temores y esperanzas le empujan a aceptar o creer
(er bildet sich ein, das einzusehen und zu wissen, was anzunehmen, oder zu
glauben, ihn seine Besorgnisse oder Hoffnungen antreiben)».[32]
4. Materialismo segundogenérico
kantiano.
Los contenidos de M2 son las
entidades que caen en el ámbito del tiempo presente. El segundo género de
materialidad acoge a todos los procesos reales internos. Eso no significa que
haya que sostener la existencia del espíritu, esto es, entender la subjetividad
como sustancia. Las vivencias internas no hay que interpretarlas de forma
espiritualista. Kant entiende esto en su crítica del idealismo subjetivo.
Precisamente Kant entiende a la noción de subjetividad como una ilusión
trascendental.
Kant en la “Crítica de la razón
pura” emprende la crítica del yo, del alma, del espiritualismo. Como muy bien
señala Gustavo Bueno, “Es preciso, pues, no confundir el reconocimiento de la
peculiaridad de los contenidos de M2 con el espiritualismo.”[33]
Precisamente Kant, ya en 1764 afirmaba lo siguiente: «Admito que sería
excelente poder demostrar que el alma no es material (dass die Seele nicht
Materia sei), sólo que para concluir tal cosa os haría falta demostrar que no
posee una naturaleza material. Y en este sentido ha de entenderse no sólo que
el alma es inmaterial, sino también que no es ninguna sustancia simple
concebible como un elemento que participa de la materia, lo cual, a su vez
exige una prueba muy especial: se ha de probar que esta esencia pensante
(dieses denkende Wesen) no se encuentra, como elemento corpóreo, en el espacio
ni puede constituir algo expansivo o poseedor de masa (ein Ausgedehntes und
einem Klumpen ausmachen könne) de lo cual, ciertamente, no se ha dado ni una
sola prueba.»[34] En 1766
afirma Kant: «Se puede desde luego aceptar la posibilidad de una esencia
inmaterial sin miedo a caer en contradicción, sólo que sin ninguna esperanza de
poder probar dicha posibilidad mediante fundamentos puramente racionales
(wiewohl auch ohne Hoffnung, diese Möglichkeit durch Vernunftgründe beweisen zu
können)»[35] En 1781
declara: «Incluso admitiendo la simplicidad de naturaleza del alma humana, no
queda ésta suficientemente diferenciada respecto del sustrato de la materia si
la consideramos –como efectivamente hemos de hacer- como un simple fenómeno
(wenn man sie (wie man soll) bloss als Erscheinung betrachtet).»[36]
Pero esto no significa que Kant
niegue la existencia de los contenidos M2. Los contenidos M2 en Kant están
sometidos al tiempo. Es la forma del sentido interno, de nuestra autopercepción
o introspección y de percibir nuestros estados de conciencia internos. Es la
condición inmediata de nuestro fuero interno. Las intuiciones tanto las temporales
como las espacio-temporales son individuales, subjetivas. «Kant adivirtió la
significación individual del espacio-tiempo cuando, en su terminología, habló
de intuiciones, oponiéndolas a conceptos».[37]
Decía Kant unos años antes de escribir la Crítica de la razón pura que «El
tiempo es la forma de la consciencia, es decir, la condición bajo la cual
cobramos consciencia de las cosas»[38]
El tiempo es la condición formal de todos los fenómenos psíquicos (M2) o
internos. Precisamente, Kant designa la subjetividad psicológica (M2) con la
palabra Gemüt (ánimo, mente) para dejar claro que reconoce los fenómenos
subjetivos, internos, pero no los considera como alma (Seele) o como espíritu
(Geist).
Según Luis Martínez de Velasco, Kant
elimina la condición personal de Dios, la subjetividad divina. Así queda Dios
excluido de la moral. Esto posibilita la
libertad del sujeto humano. Dios no es persona. Esto es afirmar que la
personalidad sólo corresponde a los sujetos humanos corpóreos. Esto nos ayuda a
comprender el tratamiento que realiza Kant de M2. Como afirma J.L. Villacañas,
ciertamente, Kant habla de Dios y muchas veces con entusiasmo. Habla de forma
edificante de Dios, pero afirma también que es meramente una idea fruto del
pensamiento de los hombres.
La tesis que afirma que el yo o alma
es una sustancia es una ilusión. La tesis que afirma que es una sustancia
simple también es una ilusión, lo mismo ocurre con la tesis que afirma que es
una sustancia y que permanece numéricamente idéntica a lo largo del tiempo y
finalmente la tesis que afirma que guarda relación con objetos posibles en el
espacio y en particular con su propio cuerpo. Aceptar el concepto metafísico de
alma «establecería una hipótesis no sólo indemostrable –como la mayoría de las
hipótesis físicas- sino sobre todo completamente arbitraria y caprichosa
(sondern auch ganz willkürlich und blindlings»).[39]
La psicología no puede ser una
ciencia, sino simplemente una descripción empírica de fenómenos psíquicos, una
fenomenología, puesto que «ni siquiera nos es dado observar nuestro propio
psiquismo con otra intuición que la de nuestro sentido interno. En efecto, es
en el psiquismo donde reside el secreto acerca del origen de nuestra
sensibilidad.»[40] No
podemos autoobservarnos por introspección y creer por ello que nos conocemos
tal y como somos independientemente de que nos observemos, si es que tal
concepto tiene algún sentido. Sólo nos conocemos como fenómenos merced al
sentido interno. «El sentido interno por medio del cual el psiquismo se intuye
a sí mismo o a su estado interno no suministra intuición alguna del alma misma
como objeto».[41] En una nota de la Crítica de la razón pura, B 37
alude Kant a la estética como disciplina filosófica distinguiéndola en su uso
trascendental (M3) de su uso psicológico (M2).
5. Materialismo terciogenérico kantiano.
Los contenidos de M3 son invariablemente
relaciones objetivas. «Diríamos que M3 sólo contiene relaciones entre términos
que no pertenecen únicamente a M3, sino a la vez a M1 y M2.»[42]
M3 comprende objetos que ni son externo ni son internos. Son los objetos
ideales, abstractos. Kant conoce este tipo de objetos y relaciones y los
distingue de M1 y M2.
Para empezar, Kant mantiene siempre
las distancias respecto al empirismo y su descripción psicologista del acto de
conocer en la fundamentación del conocimiento. Kant va a establecer una lógica
trascendental del conocimiento. En la siguiente definición de la lógica se
percibe el distanciamiento kantiano del psicologismo que reduciría la lógica a
M2: «La lógica es una ciencia racional por lo que atañe no sólo a su simple
forma, sino también a su materia; una ciencia a priori de las leyes necesarias
del pensamiento, pero no con respecto a un objeto concreto, sino a todo objeto
como tal, es decir, una ciencia del entendimiento en cuanto que entendimiento
correcto, y de la utilización de la razón en general, pero no subjetivamente,
esto es, en base a principios empíricos –psicológicos-, o sea, cómo piensa el
entendimiento, sino objetivamente, por principios a priori, es decir, cómo debe
pensar.»[43] Kant se
sitúa claramente en el terreno de M3. Adopta un planteamiento terciogenérico en la crítica del conocimiento. Los contenidos
psicológicos, subjetivos (los sentimientos de placer y displacer y la voluntad,
por ejemplo) no constituyen conocimiento alguno[44].
Acaba así Kant sosteniendo la existencia de un ámbito ontológico que ni es
físico (M1) ni psicológico (M2). Es el ámbito o terreno de lo trascendental. Dice Kant: «Considerado en sí mismo el
pensamiento no es más que la función lógica (das Denken, für sich genommen, ist
bloss die logische Funktion)».[45]La
lógica se constituye en Kant como ciencia de las leyes necesarias del
pensamiento según principios que prescriben a éste cómo debe desplegarse. Se
trata de lo trascendental, que no es ni físico (M1) ni psicológico (M2). Se
trata de la ciencia, de la verdad científica (M3). La ciencia es un
conocimiento universal y necesario. Dice
Kant: «Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de
objetos, sean éstos los que fueren, sino de nuestro modo de conocimiento de
objetos en general en cuanto que éste ha de ser posible a priori.»[46]
La verdad forma parte de M3. Kant distingue entre verdad trascendental y verdad
empírica. «En la totalidad de toda experiencia posible se encuentran todos
nuestros conocimientos (in dem Ganze aller möglichen Erfahrung liegen alle
unsere Erkenntnisse) y en la propia relación entre ambos se halla la verdad
trascendental, que precede a toda verdad empírica y la hace posible (die vor
aller empirischen Wahrheit vorhergeht, und sie möglich macht)»[47].
En el fondo, la verdad trascendental es la serie sistemática de exigencias de
unidad y de totalidad que preside la ciencia. La verdad trascendental es la
objetividad científica.
También el Ego Trascendental forma
parte de M3 en Kant. El sujeto trascendental es la unidad de la ciencia. Este
sujeto trascendental (M3) no es el sujeto empírico (M2). Lo trascendental es la
universalidad y necesidad, esencias eidéticas, ideales que no son empíricas ni
externamente (M1) ni internamente (M2). La verdad trascendental es la
adecuación entre el sujeto (M2) y el objeto (M1) mediados por los contenidos
universales, los conceptos, las categorías, lo trascendental, la lógica (M3). «M3
no debe ser pensado como un “espacio subjetivo” (interior a mi cráneo o ligado
al lenguaje…), ni como un espacio real (un cielo platónico), sino más bien como
un agregado denotativo de las relaciones de “distancia” entre las partes de M2
a través de M1, y de las partes de M1 a través de M2. Es como si las partes de
M1 y de M2, vinculadas entre sí por mediaciones mutuas, compusieran “figuras”
que no serán ni M1 ni M2. Estas figuras (que ya no son “reales”, porque
desaparecen al desaparecer alguno de las términos que las soportan) constituyen
la “estructura misma del mundo.»[48]
Algo parecido diríamos que ocurre en Kant. Además, hay que dejar claro que el fenómeno no es una
apariencia: es la realidad. El mundo empírico es real. «Toda percepción externa
demuestra algo real en el espacio, o más exactamente, es lo real mismo (oder
ist vielmehr das Wirkliche selbst), por lo que, en este sentido, el realismo
empírico está fuera de toda duda (und in so fern ist also der empirische
Realismus ausser Zweifel)».[49]
Por eso «el idealista trascendental es un realista empírico y reconoce en la
materia, como fenómenos, una realidad que, lejos de poder ser deducida, es
percibida de una manera inmediata (also ist der transzendentale Idealist ein
empirischer Realist und gesteht der Materia, als Erscheinung, eine Wirklichkeit
zu, die nicht geschlossen werden darf, sondern unmittelbar wahrgenommen wird)».[50]
Así pues, la trituración de la metafísica teológica, de las ilusiones de la
teología racional, del ideal trascendental
en lo referente a la teología racional como discurso metafísico no
impide a Kant sostener y delimitar perfectamente la existencia de M3, de lo
trascendental, algo que no es M2 ni M1.
Felipe
Giménez Pérez.
[1] Ernst
Bloch, Neuzeitliche Philosophie II: Deutscher Idealismus. Die Philosophie des 19.
Jahrhunderts, Leipziger
Vorlesungen zur Geschichte der Philosophie, Suhrkamp, Frankfurt
am Main ,
1985, pág. .28.
[2] José Luis Villacañas
Berlanga, Racionalidad crítica, editorial Tecnos, Madrid, 1987, 326 páginas,
página 16, afirma respecto al ateísmo kantiano y con respecto al tema de la
religión en Kant: «Quien desee conocer de buena fe cómo se desarrolla la
filosofía de Kant en este terreno que lea algunos párrafos del Opus Postumum, donde se niega todo
sentido a la pregunta por la existencia de Dios y se reduce éste a fruto del
pensamiento humano, o que pregunte por lo que pensaba Schelling a este respecto
en una obra de juventud, escrita con la voluntad de captar el auténtico sentido
del pensar kantiano sobre el tópico. El mundo de Kant no es un mundo religioso,
ni en él la religión da ningún por qué, que al fin y al cabo es de lo que se
trata.».
[5] Aquí seguimos a Gustavo Bueno en la utilización
del término “Ontología” “Ontología reúne a todos aquellos tratados sobre Ideas
que tienen como referencia al Mundo, en cuanto constituido por la symploké de
los tres géneros de materialidad (M1, M2 M3) –symploké que nos remite a la
Materia en general (M) como espacio de la Ontología General” Bueno, Ensayos
Materialistas, Taurus, Madrid, 1972, nota 18, pág. 47.
[14] Bloch, Das
Materialismusproblem, seine Geschichte und Substanz Suhrkamp taschenbuch,
Frankfurt am Main, 1985, pág. 206.
[21] Kant, Principios
metafísicos de la ciencia de la naturaleza, prefacio, traducción de Carlos Másmela. Alianza
Editorial, Madrid, 1989, pág. 36.
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