Recensión
sobre Philipp Mainländer “Filosofía de la redención”.
En
2014 apareció la primera traducción al español y su primera publicación en
español de la obra del filósofo alemán Philipp Mainländer (1841-1876) Filosofía
de la redención, Philosophie der Erlösung.
429 páginas, Ediciones Xorki, 2014, Madrid. Traducido por Manuel Pérez
Cornejo.
Mainländer
es un pensador pesimista más como Schopenhauer, Eduard von Hartmann, etc. El
indiscutible mentor intelectual de Mainländer fue sin lugar a dudas, Schopenhauer,
el fundador del pesimismo filosófico. En este libro expone toda su filosofía. A
continuación se suicidó como buen pesimista. Era el año 1876.
La filosofía ha de ocuparse del mundo. “La verdadera
filosofía debe ser puramente inmanente, es decir, tanto su tema como su límite
ha de ser el mundo.”[1] Y además “La verdadera
filosofía, además debe ser idealista”.[2] Sigue pues los pasos de
Schopenhauer. El mundo es la representación del sujeto cognoscente pues.
“Partir del sujeto, por tanto, es el comienzo del único camino seguro para
alcanzar la verdad.”[3] No tiene sentido
preguntarse qué aspecto tendría el mundo si no lo conociéramos o no lo
pudiéramos conocer.
Entonces, Mainländer plantea
tres tesis sobre el conocimiento:
1)
Que el sujeto cognoscente produce el mundo
completamente por sus propios medios.
2)
Que el sujeto percibe el mundo tal como él
es;
3)
Que el mundo es producto, en parte del
sujeto, y en parte de un fundamento fenoménico independiente del sujeto.
Entonces,
ser es ser conocido por parte del sujeto cognoscente de acuerdo con las
categorías, sólo la causalidad y el espacio y el tiempo, tal y como sostenía
Schopenhauer.
Esto
puede ser considerado como un idealismo subjetivo. “Partir del sujeto, por
tanto, es el comienzo del único camino seguro para alcanzar la verdad”[4] La experiencia procede de
los sentidos y de la autoconciencia. El comienzo del conocimiento es la
experiencia. Las impresiones de los sentidos se constituyen en representaciones
elaboradas por nuestro cerebro. “La totalidad de tales impresiones es el mundo
como representación (die Welt als Vorstellung).”[5]
El
entendimiento busca la causa de la alteración en el órgano sensorial y ésta es
la función de la causalidad. Es la única categoría kantiana que Schopenhauer
admitía en su filosofía del conocimiento y Mainländer sigue aquí a
Schopenhauer. La ley de causalidad es a priori. Esta función es innata al
entendimiento a decir de Mainländer. Es la función apriorística del
entendimiento. El sujeto cognoscitivo existe con independencia de las cosas en
sí.
“De
la misma manera que la ley de la causalidad se encuentra en nosotros, y
ciertamente antes de toda experiencia, es igualmente cierta, por otro lado, la
existencia independiente del sujeto de las cosas en sí, cuya actividad pone en
funcionamiento al entendimiento.”[6]
Otra
categoría o forma previa a toda experiencia es el espacio. Fuera del sujeto que
intuye, no hay ni un espacio infinito, ni espacialidades finitas. Espacio y
tiempo no pueden ser en absoluto formas a priori y de hecho no lo son pero
tampoco son formas inherentes a las cosas en sí. El espacio como forma del
entendimiento es el punto. “el espacio como forma del entendimiento hay que
pensarlo únicamente bajo la imagen de un punto”.[7]
Esto
es importante tenerlo en cuenta:
“El
espacio infinito y el tiempo infinito no son, originalmente, ni esencialmente
unas intuiciones puras de la sensibilidad que todo lo abarcan, sino los
productos de una síntesis del entendimiento, que se prolonga hasta el infinito
(…) El tiempo infinito y el espacio infinito, como tales, no son formas de la
sensibilidad, sino enlaces de algo múltiple, que, como todos los enlaces, son
obra del entendimiento……no hay ningún espacio como intuición pura a priori.” PE,
Vol I. Apéndice, PP. 367-392. Nota 2. [8]
La
materia es la segunda forma del entendimiento para percibir la causa. “La
materia ha de definirse como el punto en el que se unifican las impresiones
transmitidas de los sentidos que son las actividades de las cosas en sí
intuidas, especialmente elaboradas.”[9] El objeto no es otra cosa
que la cosa en sí filtrada por las formas del sujeto. La materia es la
objetividad pues. “Sin la materia, no hay objeto alguno, y sin objetos no cabe
hablar de mundo exterior.”[10]
Sin
la materia pues, no hay objeto, no hay experiencia. Además de la materia
Mainländer afirma que hay que añadir a la materia la fuerza. La fuerza puede no
ser materia y estar libre de materia. Si la fuerza es objeto de la percepción
de un sujeto, entonces es materia.
Schopenhauer
afirmaba que el mundo es mi representación. Mainländer afirma que “el sujeto es
un factor principal en la constitución del mundo exterior, aunque él no falsee
la actividad de una cosa en sí, sino que solamente reproduce precisamente
aquello que actúa sobre él.”[11]
El
entendimiento sirve para descubrir la causa de los cambios y para incluir el
objeto en sus dos formas: espacio y materia. Pero con esto no basta para la
constitución del objeto. El entendimiento no puede proporcionar objetos
completamente terminados. “Para que esto suceda debemos pasar del entendimiento
a otra facultad cognoscitiva: la razón “[12]
A
diferencia de lo que ocurría en Kant, la función de la razón es la síntesis “o
el enlace como actividad”.[13] La razón tiene una forma:
el presente. “Pero, en general, la función del espíritu es acompañar la
actividad de todas las facultades con conciencia y unir sus conocimientos en el
punto de la autoconciencia”. [14]
El
entendimiento no puede enlazar, su función es ir desde el efecto a la causa. La
razón es la que efectúa la síntesis.
Según
Schopenhauer, espacio y tiempo eran las formas a priori de la intuición y sólo
había una categoría del entendimiento: la causalidad. Según Mainländer,
espacio, causalidad y materia son las categorías del entendimiento y “el tiempo
es un enlace de la razón y no, como suele suponerse, una forma a priori de la
facultad cognoscitiva.”[15] “el tiempo es la medida
subjetiva del movimiento”[16]
El
ámbito de la intuición no agota todo el mundo de la experiencia. También
tenemos la representación de objetos no captados intuitivamente, por ejemplo,
la representación del universo.
La
substancia es igual que el tiempo, un enlace a posteriori de la razón, basado
en una forma a priori.[17]
Frente
a la unidad de la sustancia, como enlace ideal, se encuentra en el ámbito real
el universo, la unidad colectiva de fuerzas, que es totalmente independiente de
aquella.[18]
El
entendimiento sólo busca la causa y la razón transmite una más. La
representación no es ni sensual, ni intelectual, ni raciona, sino espiritual.
Es obra del espíritu, es decir, del conjunto de las facultades cognoscitivas.[19]
“todas
las impresiones de los sentidos conducen a objetos, que constituyen en su
conjunto el mundo objetivo.”[20]
La
cosa en sí es la fuerza. El mundo es el conjunto de las cosas en sí y es por
tal razón un conjunto de fuerzas puras que para el sujeto son objetos. El
objeto es el fenómeno derivado de la cosa en sí.[21]
Para
Mainländer todas las series causales siempre desembocan en una unidad
trascendente que se encuentra completamente cerrada para nuestro conocimiento,
y es una X equivalente a la nada. Por eso el mundo ha surgido de la nada. Es el
ser originario, Ursein. Además, la serie causal no puede ser infinita. La
unidad simple escapa por completo a nuestro conocimiento.
Philipp
Mainländer sostiene la finitud del universo. No se trata de un dominio
inmanente cerrado finito que, sin embargo, estaría rodeado por todos los lados
de algo trascendente infinito, sino de un único ámbito inmanente aún existente
que ha de ser finito, puesto que el ámbito de lo trascendente de hecho ya no
existe.[22]
Una
totalidad de esferas finitas debe ser necesariamente finita. Un argumento
bastante potente. No puede haber una totalidad infinita, un cosmos infinito. Si
es totalidad no es infinito y si es infinito no es una totalidad.
Por
lo demás, Mainländer rechaza la infinita divisibilidad de la fuerza y el átomo.
El
tiempo es un enlace ideal a posteriori, que surge en base a la forma apriórica
del presente y no es nada sin el fundamento de la sucesión real. En conclusión,
1)
El movimiento real ha tenido un comienzo.
2)
El movimiento real carece de fin.[23]
A
todo esto Mainländer lo denomina el auténtico idealismo crítico o
trascendental. Aquí sigue a Schopenhauer considerando toda esta filosofía como
un idealismo trascendental, “que es el que les deja a las cosas en sí su
realidad empírica y efectiva, y no se basa en meras palabras, es decir, les
concede extensión y movimiento, independientemente del sujeto del espacio y del
tiempo. Su centro de gravedad radica en la objetivación material de la fuerza,
y desde este punto de vista es trascendental, pues esta palabra designa la
dependencia del objeto del sujeto.”[24]
Es
idealismo crítico porque no le permite a la razón utilizar mal la causalidad
para producir series infinitas; separar el tiempo del desarrollo real, tener al
espacio matemático y a la sustancia por algo más que meras cosas del
pensamiento y atribuir infinitud a este espacio real y a esta sustancia real
una permanencia absoluta.
Además
nos prohíbe a nuestra razón perversa sostener que hay series causales infinitas
y atribuirles ser, afirmar que el universo sea infinito y afirmar que las
fuerzas químicas sean divisibles hasta el infinito o que sean un agregado de
átomos, que el desarrollo del mundo carezca de comienzo; que todas las fuerzas
sean indestructibles.[25][26]
Las
cosas en sí son para el sujeto objetos sustanciales, e, independientemente del
sujeto son fuerzas que se mueven con una determinada esfera de actividad.
La
esencia de la fuerza ha de captarse en la autoconciencia, que es la segunda
fuente de la experiencia.[27]
Siguiendo
a Schopenhauer la fuerza que se revela en nuestro interior es la voluntad de
vivir. Es el conatus de Spinoza. Queremos la existencia y por eso existimos. La
voluntad de vivir es el nucleo más esencia e íntimo de nuestro ser.[28]
La
voluntad de vivir individual y real es el fundamento de la física. La voluntad
de vivir es un movimiento unitario e indiviso. Entonces es lo inorgánico. Si en
cambio la voluntad tiene un movimiento resultante es un organismo.
La
ética de Mainländer es eudemónica. Se trata de buscar la felicidad.[29] Se trata de investigar la
felicidad.
“En
el mundo no hay otra cosa que la voluntad individual, que tiene una tendencia
fundamental: vivir y mantenerse en la existencia. Esta tendencia se presenta en
el hombre como egoísmo, que constituye la cubierta de su carácter, es decir, el
modo y manera en que quiere vivir y mantenerse en la existencia.”[30]
El
hombre no sólo quiere subsistir, persistir en el ser, perseverar en el ser,
sino además, quiere la felicidad.
La
voluntad no es nunca libre y todo lo que existe en el mundo, sucede con
necesidad.[31]
Entonces el hombre nunca es libre aunque pueda obrar en contra de su carácter y
tenga movimientos diferentes a los de los animales.
Siguiendo
a Hobbes y a Spinoza el hombre en el estado de naturaleza no comete injusticia
alguna. La lucha por la existencia es la que determina la vida humana. De esta
lucha sale vencedor el más fuerte o el más astuto. El hombre no tiene derechos
humanos. Simplemente existe y busca mantenerse en la existencia.
Todas
las acciones humanas son egoístas e interesadas frente a Kant. Todos los
hombres actúan por interés y por alguna motivación.
La
función del Estado es dar a los ciudadanos más de lo que toma de ellos. Les
garantiza así un beneficio.[32] Este beneficio supera al
sacrificio que los hombres realizan. El contrato social constitutivo del Estado
tiene dos leyes originarias: 1) Nadie debe robar y 2) Nadie debe matar.
Respecto
a la religión, surge del miedo de los hombres a un poder supramundano
inconcebible que puede manifestarse en la naturaleza de forma temible,
aniquiladora y devastadora, y así se figuraron los hombres a los dioses.
La
religión cristiana es la más perfecta y la mejor de todas. Exige a los hombres
la obediencia al Estado y a Dios, no matar, no robar, amar al prójimo, incluso
al enemigo. Es una religión que reprime el egoísmo humano.
Una
acción moral es una acción que coincide con las leyes del Estado y los mandatos
de la religión. La acción moral no puede ser nunca desinteresada. Ya sabemos
que todas las acciones humanas son egoístas.
Una
acción moral tiene valor si se corresponde con las leyes del Estado o con los
mandatos de la religión. Esto es, si es legal.
En
segundo lugar, si se ejecuta de buen grado, es decir, si suscita en el que
actúa el estado de una profunda satisfacción y de una pura felicidad.
El
Estado da más a sus ciudadanos de lo que toma de ellos. El Estado es beneficioso
pues para sus ciudadanos. Por eso existe el Estado, por utilidad, por
beneficio. Hay dos leyes originarias: 1.
Nadie debe robar. 2 Nadie debe matar. En esto consiste el contrato social
originario. Surgió el poder público. La ley exigía el castigo. Unicamente
cumpliendo el castigo se mantiene vigente la ley.
Es
evidente que el bienestar del hombre es superior en el Estado que en el estado
de naturaleza.
Las
acciones morales descansan pues como ya se ha dicho antes en la motivación
egoísta. Además hay un principio abstracto que funda la acción moral: No hacer
mal a nadie y antes bien, ayuda a quien puedas. Esto procede de Schopenhauer.
La
acción moral vale, es válida, si se adecua a las leyes del Estado y a los
mandatos de la religión. Esto significa que debe ser legal.
En
segundo lugar se tiene que ejecutar de buen grado. Tiene que provocar en quien
la ejecuta una profunda satisfacción y una pura felicidad.
“La
Política trata del movimiento de toda la humanidad. Este movimiento resulta de
los esfuerzos de todos los individuos, y, considerado desde un punto de vista
inferior, es, como hemos declarado en la Ética, aunque sin demostrarlo, el
movimiento hacia el Estado ideal, mientras que, concebido desde un punto de
vista superior, aparece como el movimiento desde la vida a la muerte absoluta,
puesto que la detención en el Estado ideal no es posible.”[33]
El
Estado es la forma general de la civilización. La principal ley de la
civilización es la ley del sufrimiento que causa el debilitamiento de la
voluntad y el fortalecimiento del espíritu. De aquí brotan las distintas leyes
históricas.
Para
un pesimista como Mainländer que habiendo terminado de escribir toda su
doctrina filosófica, que estamos comentando aquí, se suicidó “El conocimiento
de que la vida carece de valor supone el apogeo de toda sabiduría. La carencia
de valor de la vida es la verdad más simple; pero, al mismo tiempo, la más
difícil de conocer, porque se presenta oculta por incontables velos. Estamos,
por así decirlo, sobre ella ¿cómo podríamos encontrarla?”[34]
Todo
el desarrollo histórico de la humanidad camina hacia el bienestar y hacia la
búsqueda de la felicidad. El socialismo, al concederle bienestar material al
pueblo permitirá a las masas darse cuenta de que la vida no vale nada. “En el
Estado ideal, la humanidad realizará el “gran sacrificio”, como dicen los
hindúes, es decir, morir.”[35] En el Estado ideal toda
la humanidad será ciudadana. Lo principal será la ciudadanía. El ciudadano será
un hombre absolutamente libre. Será el hombre completamente emancipado. Ahora
el hombre busca la muerte, la nada, el nirvana, la muerte absoluta. Así pues la
civilización es el movimiento de toda la humanidad y va desde la vida a la
muerte absoluta. Sigue la humanidad una ley única: la ley del dolor, cuya consecuencia
es el debilitamiento de la voluntad. Se va del ser al no ser, de la vida a la
muerte. Toda la humanidad está consagrada a la aniquilación.
Si
pasamos a la metafísica podemos decir que en el mundo todo es voluntad de
morir, que se presenta en el reino orgánico de forma velada como voluntad de
vivir.[36] En el fondo el filósofo
inmanente ve en todo el universo sólo el más profundo anhelo de absoluta
aniquilación. La redención a la que aspira Mainländer es simplemente la nada,
la aniquilación. Finalmente aparece la religión, que tiene mucho en común con la
filosofía.
La
correcta relación entre el individuo y el mundo es la esencia de la religión y
de la filosofía, el verdadero Grial[37]
Lo
que separa a las religiones y a los sistemas filosóficos particulares unos de
otros es tan sólo el tipo de relación en que pusieron al individuo con el resto
del mundo.[38]
Cristo
y Buda establecieron por igual el camino hacia la redención, esto es, la nada.
El hombre, el santo lo que quiere es la nada, el no ser. Vivir es dolor. Lo
mejor es morir, aniquilarse o suicidarse. Afirma Mainländer que ni Cristo ni
Buda prohibieron el suicidio.[39]
Mainländer
afirma que su filosofía de la redención fundamenta por vez primera
científicamente el ateísmo.
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[3] Ibídem.
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[30] Página
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[31] Página
201.
[32] Página
204.
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[34] Página
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[35] Página
325.
[36] Página
347.
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