miércoles, 8 de diciembre de 2021
El principio antrópico
El principio antrópico.
1. Introducción.
El principio antrópico pertenece al conjunto de cuestiones metafísicas antrópicas que tienen que ver a mi entender con la teleología y con el diseño inteligente, esto es, con la demostración de la existencia de Dios por parte de Santo Tomás de Aquino en la quinta vía. El principio antrópico significa o alude al puesto que el hombre ocupa en el cosmos, en el universo. Intenta responder a la pregunta ¿Para qué estamos aquí? O ¿Por qué estamos aquí?. La pregunta a la que trata de responder el principio antrópico es la cuestión de si el hombre ocupa en el universo un lugar singular o es, más bien, un ser como otro cualquiera y sin ninguna trascendencia para la física astronómica en las teorías cosmológicas que se formulen. Por el mero hecho de existir, tenemos forzosamente que haber nacido en la Tierra. Esto es un ejemplo de razonamiento antrópico: usar nuestra propia existencia para deducir algo sobre la región del universo en donde nos encontramos. Los hombres sólo pueden habitar regiones del universo que permitan la presencia de observadores. A esto se lo conoce como principio antrópico. El principio antrópico en el fondo trata de dotar de sentido al universo desde una perspectiva humana. El principio antrópico parte de la reflexión sobre lo delicadas que son las condiciones necesarias para que haya vida en el universo, y de la admiración que brota ante el hecho de que la vida no habría podido aparecer si alguna de las constantes de la naturaleza tuviera un valor ligeramente distinto. Por lo demás, como decía Kant, no tiene sentido pensar un objeto al margen del sujeto cognoscente que lo constituye trascendental e idealmente o en el caso de Gustavo Bueno, del sujeto que lo fabrica material y operatoria y constructivamente ¿Qué aspecto tendría el universo si nadie lo conociera, sin un sujeto cognoscente, independientemente de su ser conocido por nosotros? Pregunta carente de sentido. “Desde que se empezó a entender que hay propiedades del universo necesarias para la vida, ha habido un interés creciente por lo que ha llegado a conocerse como el “principio antrópico”.
Hay que tener claro de entrada que ninguna ciencia natural considera relevante a la especie humana. Ni hay necesidad de Dios ni hay necesidad del hombre para estudiar científicamente al universo desde la física.
El principio copernicano, que al contrario que el principio antrópico sostiene lo contrario del principio antrópico, fue formulado en 1948 por Hermann Bondi. Sostiene este principio que nuestra posición de observadores del universo no es privilegiada ni distinta de otras posiciones.
El principio antifinalista sostiene que toda interpretación finalista de los fenómenos naturales no es válida y va en contra de la objetividad de la ciencia natural.
El principio antrópico es en cambio un principio metafísico, finalista y antropocéntrico. Afirma tal principio que las condiciones físicas de la Tierra han sido tales que han hecho posible la evolución de las especies y el surgimiento de la especie humana. Stephen Hawking afirmaba que el principio antrópico consistía en afirmar que vemos el universo en la forma que es porque nosotros existimos.
Nos podemos plantear la siguiente pregunta: ¿Por qué es tan grande el universo? La respuesta desde el principio antrópico podría ser así: porque si fuera significativamente más pequeño no estaríamos aquí para observarlo.
¿Por qué tiene el espacio tres dimensiones? ¿Por qué es nuestro universo apto para la vida? ¿Por qué estas leyes de la física y no otras?
Con el surgimiento de la teoría de cuerdas empezaron a ganar peso estas preguntas. Algunos físicos empezaron a plantearse si los valores de las constantes físicas, como la carga del electrón, tenían alguna razón de ser. Paul Davies y Martin Rees apuntaron a que parecía que el universo estuviese diseñado para la vida: como si alguien hubiera estado jugando con las constantes, probando distintas combinaciones hasta encontrar una que fuera compatible con nuestra aparición. Cambios minúsculos en estas constantes daban lugar a consecuencias catastróficas para nuestra existencia: vivimos en uno de los pocos universos que la permiten. A esta coincidencia se la suele llamar ajuste fino de las constantes. El multiverso permite al principio antrópico dar una explicación adecuada. A pesar de que es posible aplicar el principio antrópico sin asumir una multiplicidad de universos, este pierde gran parte de su utilidad. El principio antrópico y las teorías con múltiples universos son dos caras de una misma moneda.
Fue Brandon Carter quien en 1973 utilizó por vez primera el término “principio antrópico” y en su artículo de 1974 distinguió él mismo entre el principio antrópico débil y el principio antrópico fuerte. Brandon Carter es quien plantea todo el problema de una sola vez y lo tematiza. La posición del observador es necesariamente especial al menos en cuanto que ciertas condiciones son necesarias para su existencia. El principio antrópico tal y como lo formula Carter reza así: “Lo que podemos esperar observar tiene que estar limitado por las condiciones necesarias para nuestra presencia como observadores”
Brandon Carter afirma que tiene que haber una explicación para la sorprendente debilidad de la constante de interacción gravitatoria. Si la constante fuese de un orden de magnitud mayor, la mayoría de las estrellas serían gigantes azules, un tipo de estrella de gran poder de irradiación y, consecuentemente, de corta vida”
Si por el contrario, la constante gravitacional fuese de un orden de magnitud menor, sólo habría enanas rojas, estrellas de larga vida y de débil radiación. Ahora bien, parece ser que la aparición de la vida requiere estrellas capaces de calentar durante suficiente tiempo una región del espacio donde un planeta pueda tener una órbita estable; pero ni las gigantes azules ni las enanas rojas pueden satisfacer estas condiciones. Así pues, parece que el valor de la constante de interacción gravitatoria no es azaroso, puesto que si fuese muy distinto no estaríamos aquí para verlo.
En el problema de la constante cosmológica nos encontramos en otro caso de ajuste fino de las constantes. La constante cosmológica es un término que Einstein introdujo en sus ecuaciones para asegurarse de que dieran lugar a un universo estático: puede imaginarse como una energía que se esparce por todo el cosmos, causando un efecto repulsivo que neutraliza la atracción gravitatoria. Cuando más tarde se descubrió que nuestro universo está en expansión, Einstein llamó a su constante “el mayor error de su vida”. Sin embargo, la constante cosmológica regresó con fuerza con el descubrimiento de que el cosmos no sólo se expande, sino que se acelera: la expansión se da cada vez más rápido.
La constante cosmológica era capaz de dar cuenta de la expansión acelerada del universo, pero introducía otro problema: los cálculos de su valor estaban muy lejos del resultado experimental. Se suele decir que se trata de la mayor discrepancia de la historia entre teoría y experimento. Hasta la fecha, nadie ha sido capaz de calcular el valor de la constante cosmológica usando argumentos puramente físicos: el número que se obtiene experimentalmente es muy próximo a cero, pero no nulo. En cambio, los cálculos suelen arrojar valores o bien enormes o bien son cero.
El valor actual de la constante cosmológica es compatible con la vida. Dada la falta de explicación física para el fenómeno, algunos físicos empezaron a plantearse si nuestra existencia podía tener algo que ver con lo observado.
Otro argumento antrópico de Carter consiste en recurrir al valor de la constante de interacción asociada a la fuerza fuerte o nuclear. Esta fuerza apenas basta para mantener los protones y neutrones en los núcleos. Sólo con que fuera un poco más débil, el hidrógeno sería el único elemento existente, lo que probablemente explicaría también la presencia de la vida.
Unos años antes que Carter, ya Dicke había postulado un punto de vista antrópico. Según Dicke, la edad del universo ofrece un valor tan elevado porque, si su valor fuera mucho más pequeño, no estaríamos aquí para observarlo. Otro tanto puede decirse para rechazar la posibilidad de una edad significativamente mayor. ¿Por qué es tan grande el universo? Porque si fuese significativamente más pequeño (=más joven) no estaríamos aquí para verlo. El principio antrópico afirma que sólo un universo compatible con la vida da lugar a observadores como nosotros. Así pues, el universo tiene que ser compatible con la vida o no estaríamos aquí para verlo.
Collins y Hawking conocieron una versión inédita anterior y del artículo de Dicke de 1961. Publicaron un artículo al respecto en 1973.
Como bien dice Gustavo Bueno, el principio antrópico considera al hombre como figura implicada en el arjé o en el telos del universo concebido como un proceso evolutivo monista. Sin embargo, pudiera haber otras versiones con sentido pero sin Dios en un multiverso de infinitos universos paralelos como sugieren Everett o Hawking, Guth o Barrow. Entonces podría prescindirse del aspecto más teleológico y concluir en un sentido al estilo del eterno retorno de lo idéntico de los estoicos y de Nietzsche con repeticiones infinitas.
Es una filosofía ésta, la del principio antrópico, que ha sido sugerida por Dicke y Carter. En esta aproximación se postula que no hay un universo, sino todo un conjunto infinito en acto de universos con todas las condiciones iniciales posibles. Es la tesis del conjunto de múltiples universos propuesta por Carter.
Leibniz (1646-1716) estableció su teoría de los mundos posibles. Hay infinitos mundos posibles pero Dios elige el mejor de los mundos posibles, que es el único que existe. Esto lo hace Dios como resultado de un cálculo con infinitas variables. Los mundos no sólo han de ser posibles, sino que tienen que ser composibles en su arquitectura interna. Prosiguiendo con el principio antrópico y las cuestiones y datos con él relacionados, una de las características más llamativas del universo es su isotropía o uniformidad a gran escala, a escala intergaláctica. ¿Por qué es isótropo el universo?
Hawking y Collins plantean en 1973 un número de universos muy grande con todas las combinaciones posibles. Sobre esto la filosofía clásica ya había pensado antaño. Según Leibniz el entendimiento divino es el país de los posibles y estos posibles agotan todas las combinaciones de las esencias. Hawking habla de selección natural de universos. La respuesta a la pregunta de por qué es isótropo el universo es sencillamente que porque estamos aquí. Leibniz: vivimos en el mejor de los mundos posibles porque éste es el único que existe y este es el único que existe porque es el mejor de los mundos posibles. “El hecho de que hemos observado que el universo es isótropo es, por tanto, sólo una consecuencia de nuestra propia existencia” Con esto obtenemos ya un esquema general adecuado del funcionamiento d la explicación antrópica. La respuesta a la pregunta de por qué es isótropo el universo es sencillamente que porque estamos aquí.
Indudablemente el descubrimiento cosmológico más importante de los últimos treinta años ha sido la detección de la radiación de fondo de microondas. El rasgo más notable de esta radiación es que parece ser casi completamente isótropa. Hay un posible momento dipolo de anisotropía con amplitud de alrededor de 0,1%; y si esto se confirmase probablemente se debería al movimiento del Sol alrededor de la Galaxia y al de la Galaxia alrededor del supercúmulo local, más que a algún tipo de inhomogeneidad o anisotropía a gran escala en el universo, afectarían a la radiación y la harían aparecer anisótropa para nosotros”
Lawrence y Szamosi, 1974 afirman que la existencia de vida y conciencia humanas requiere que el principio de exclusión de W. Pauli (principio de los indiscernibles de Leibniz) actúe durante tiempos cosmológicos.
“Podemos ahora restringir más las fluctuaciones de rigor usando un argumento antropocéntrico similar a los usados en el pasado por Dicke (1961) y Carter en obra inédita. La existencia de vida y conciencia humanas requiere que el principio de exclusión de Pauli actúe durante tiempos cosmológicos. El núcleo de los diversos elementos de los que nosotros estamos construidos tiene que haber existido al menos durante la edad del sistema solar, y la estructura de estos núcleos depende del principio de Pauli, que se basa en la indistinguibilidad de protones y electrones. Si las masas de estos nucleones difirieran por una cantidad detectable, las partículas ya no serían indistinguibles y el principio de Pauli se vendría abajo”
Hawking y Collins buscan una razón suficiente para responder a la cuestión de por qué el universo es isótropo y recurren a una argumentación antrópica, que como puede advertirse es una tautología.
“Esto es cierto, pero no es un modo de salir de la dificultad con el que estemos muy felices. Por tanto, tenemos que afrontar la embarazosa cuestión de ¿por qué es isótropo el universo? La respuesta más atractiva parecería venir de la idea de Dicke-Carter de que hay un número de universos muy grande, con todas las combinaciones posibles de datos iniciales y de valores de constantes fundamentales. En los universos con menor velocidad que la de escape, las perturbaciones de densidad pequeñas no tendrán tiempo de desarrollarse en forma de galaxias y estrellas antes de que el universo recolapse. En los universos con una velocidad mayor que la de escape, las pequeñas perturbaciones de densidad tendrían todavía más que la velocidad de escape y de este modo no formarían sistemas ligados. Es sólo en los universos que tienen muy aproximadamente la velocidad de escape donde cabría esperar que se desarrollaran galaxias y hemos descubierto que tales universos se aproximarían en general a la isotropía. Dado que parecería que la existencia de galaxias es una condición necesaria para el desarrollo de vida inteligente, la respuesta a la cuestión de ¿Por qué el universo es isótropo? Es porque estamos aquí.”
Entonces el hecho de que hemos observado que el universo es isótropo es, por tanto, sólo una consecuencia de nuestra propia existencia.
Por su parte, B.J. Carr y M. J. Rees (1979) afirman que hay unas constantes en el universo sobre las que conviene llamar la atención. 1ª La constante de estructura fina electromagnética, la constante de estructura fina observacional y la razón de las masas de un electrón a un protón. Hay algunas conexiones o interconexiones entre las mismas en las estructuras menores que el átomo.
“La estructura del mundo físico se manifiesta en muchas escalas diferentes, que se extienden desde el universo, en la escala más grande, bajan a través de las galaxias, estrellas y planetas, hasta las criaturas vivas, células y átomos…cada nivel de estructura requiere para su descripción y explicación una rama diferente de la teoría física, de modo que no siempre se aprecia cuán íntimamente están relacionados. Aquí mostraremos que la mayoría de las escalas naturales están determinadas (hasta un orden de magnitud) sólo por unas pocas constantes físicas”.
Otras relaciones diversas entre constantes macro y microatómicas dependen también en sus valores de construcciones antrópicas.
Tales consideraciones no proporcionan una explicación física real, pero pueden indicar por qué encontramos que estas razones fundamentales tienen sus valores observados.
Tenemos por ejemplo el valor de S (la razón del número de fotones con respecto al número de bariones del universo)- Este valor es susceptible de determinación parcial mediante el principio antrópico. Otra coincidencia sería la conexión entre la constante de la estructura fina electromagnética y la desestructura fina gravitacional. Hawking por su parte declara que el hecho notable que hay que tener en cuenta es que los valores de las cantidades de partículas en la naturaleza y de las fuerzas parecen haber sido ajustadas sutilmente para hacer posible el desarrollo de la vida. Por ejemplo, si la carga eléctrica del electrón hubiese sido solamente ligeramente diferente, las estrellas o habrían sido incapaces de quemar hidrógeno y helio, o, por el contrario, no habrían explotado.
Otra coincidencia que tiene un interés antrópico es la nucleosíntesis descubierta por Fred Hoyle.
Si la reacción 3He→C no actuara resonantemente, entonces la cantidad de carbono producida sería despreciable. La evidente presencia de carbono y de sus compuestos llevó a Hoyle a predecir que las reacciones 3He→C, 2He→Be y Be+He→C tendrían que ser resonantes. Poco tiempo d3espués esta predicción fue confirmada experimentalmente, hallándose un valor energético de resonancias muy próximo al predicho por Hoyle. Pero lo más curioso fue la coincidencia que se daba allí porque el nivel de resonancia del C12 calculado estaba justamente un poco por encima del nivel del Be8 + el He4 de modo que la energía térmica del interior de una estrella permitía que ocurriera un proceso de resonancia.
Por otra parte, si se añadiera otro núcleo de He4 al C12 se obtendría O16. Si esta reacción fuera resonante, entonces todo el carbono se transformaría rápidamente en oxígeno. Sin embargo y, por una coincidencia, el nivel de energía del núcleo de O16 está justamente un poco por debajo del nivel de energía total de C12+ He4. Dado que las energías del interior de una estrella son positivas, no es posible en ningún caso alcanzar el nivel de resonancia del oxígeno.
Carr y Rees han influido notablemente en Barrow y en Tipler. Por lo demás F. J. Dyson afirma: “No sería sorprendente si resultara que el origen y destino de la energía del universo no puedan ser entendidos por completo aisladamente del fenómeno de la vida y de la conciencia”.
Steven Weinberg hace uso del principio antrópico para justificar el que la constante cosmológica debería tener un valor pequeño pero no nulo. La idea de Weinberg era que nuestra propia existencia condiciona el universo que observamos.
Fue Brandon Carter quien como hemos afirmado antes, distinguió ya en 1973 entre el principio antrópico débil y el principio antrópico fuerte.
El Principio Antrópico Débil PAD afirma que nuestra ubicación en el universo es necesariamente privilegiada hasta el punto de que es compatible con nuestra existencia como observadores.
El Principio Antrópico Fuerte PAF afirma que el universo (y por lo tanto, los parámetros fundamentales de los que depende) tiene que ser de tal modo que admita la creación de observadores dentro de él en algún estadio.
Ambos principios son tautológicos como se ve. Además llegamos así a una proposición metafísica, no científica, a la que no hay forma de verificar. La mayor parte de las objeciones hechas al principio antrópico se refieren sobre todo al principio antrópico fuerte popularizado por Frank Tipler y por el matemático John D. Barrow. En El principio antrópico cosmológico. Con ese libro se produjo la especulación metafísica en torno al principio antrópico. Se afirma en el libro que las leyes del universo tienen que ser tales que permitan la vida. O sea, que la vida es la causa de las leyes del universo y no al revés. Aparecía la causa final y por lo tanto la quinta vía de Santo Tomás de Aquino.
Tipler y Barrow sugieren precisamente que tiene que existir al menos un universo que dé lugar a la vida inteligente. Ellos además acuñan dos nuevas formulaciones para los principios antrópicos débil y fuerte, que llevaban al extremo las ideas de Carter. PAD: Los valores observados de las cantidades físicas y cosmológicas no son igualmente probables, sino que están restringidos por el requisito de que exista vida, que pueda evolucionar, basada en el carbono, así como por el requisito de que el universo sea lo suficientemente viejo para haberlo hecho. Este principio antrópico es más cercano al principio antrópico fuerte de Carter. El principio antrópico fuerte de Tipler y de Barrow dice lo siguiente: El universo debe tener las propiedades que le permitan desarrollar vida en algún punto de su evolución.
Además, la cosa no queda ahí. Se discuten tres interpretaciones del principio antrópico fuerte.
1. Hay un universo posible diseñado con el objeto de generar y mantener observadores.
2. Se necesita un conjunto de otros universos para que exista el nuestro.
3. Los observadores son necesarios para que el universo exista.
El principio antrópico débil es una puntualización trivial al principio copernicano.
La justificación del Principio Antrópico Débil parece trivial: si nuestra situación espaciotemporal no fuese compatible con nuestra existencia como observadores, no estaríamos aquí para observarla.
Según Carter, el Principio antrópico débil sería una forma particular del teorema de Bayes. Este teorema distingue entre probabilidades a priori y a posteriori de una hipótesis dada antes y después de que sea tomado en cuenta un aspecto de evidencia relevante.
El principio antrópico débil está definido como un efecto de bioselección por Carter, no es más que una aplicación del teorema de Bayes, puesto que nos enseña a tener en cuenta al evaluar un determinado tipo de sucesos o teorías cosmológicas, que su probabilidad relativa está condicionada por la evidencia de que existe una forma de vida inteligente basada en el carbono.
Según S. Hawking El principio antrópico débil dice que en un universo que es grande o infinito en el espacio y/o en el tiempo, las condiciones necesarias para el desarrollo de una vida inteligente se darán solamente en ciertas regiones que están limitadas en el tiempo y en el espacio. Los seres inteligentes de estas regiones no deben por lo tanto sorprenderse si observan que su localización en el universo satisface las condiciones necesarias para su existencia.
En cambio el principio antrópico fuerte está ligado con la noción de mundos posibles o conjunto de universos. Se llega así a la afirmación de que hay una pluralidad infinita de universos diferentes separados que cubren todas las combinaciones posibles.
Sólo pueden albergar la vida aquellos universos cuyas características obedecen al principio antrópico.
Nos encontramos entonces en uno de estos últimos universos y no tenemos por qué interrogarnos sobre la probabilidad de realización de la clase a la que pertenece nuestro universo, puesto que no tenemos elección: en efecto no podríamos encontrarnos en otra parte. Esta afirmación guarda semejanzas asombrosas y sorprendentes con las ideas del filósofo alemán Leibniz. Según Leibniz, en el momento de la creación, Dios contempló todos los mundos posibles y eligió el mejor de ellos. Esto significaba el principio de lo mejor asociado al principio de razón suficiente.
El universo según Leibniz es el conjunto de todas las fuerzas que existen y actúan a causa de su fuerza o principio interno. Esto es la doctrina de los mundos posibles de Leibniz.
Stephen Hawking dice que nuestro universo es lógicamente posible desde el punto de vista de las esencias, pero altamente improbable desde el punto de vista de las existencias. Es un mundo extraordinariamente raro, inusual o improbable.
Lo que afirma el principio antrópico fuerte es trivial: a saber, que el universo –este universo- tiene que ser un universo tal que conduzca a la aparición de observadores porque si no, no estaríamos aquí para observarlo.
El PAD sólo alude a nuestra ubicación en el universo, en este universo que observamos.
El PAF alude al universo mismo. Afirma que hay infinitos universos posibles pero que sólo existe este. Ha tenido lugar una selección natural, darwiniana de universos. De esa selección natural ha resultado nuestro universo. No haría falta entonces un Dios creador que creara de entre una infinidad de universos posibles el mejor de los posibles.
Según afirma S. Hawking, el principio antrópico fuerte establece que “o hay muchos universos diferentes, o muchas regiones diferentes de un único universo, cada uno/a con su propia configuración inicial y, tal vez, con su propio conjunto de leyes de la ciencia. En la mayoría de estos universos, las condiciones no serían apropiadas para el desarrollo de organismos complicados; solamente en los pocos universos que son como el nuestro se desarrollarían seres inteligentes que se harían la siguiente pregunta: ¿Por qué es el universo como lo vemos? La respuesta, entonces es simple: si hubiese sido diferente, ¡nosotros no estaríamos aquí!”
Hawking afirma que las constantes de la naturaleza pueden tomarse o bien como prueba de un propósito divino en la creación y en la elección de las leyes de la ciencia, o bien como sostén del principio antrópico fuerte.
Hawking es un crítico de la mayor parte de estas especulaciones antrópicas metafísicas. Formula dos principales objeciones. 1ª Contra la propuesta de considerar la existencia de infinitos universos, Hawking apela al principio de economía según el cual hay que eliminarlos de la teoría. Por lo demás, si hay varias regiones en un solo universo, las leyes de la ciencia tienen que ser las mismas en cada región, porque de otro modo un no podría moverse con continuidad de una región a otra. En este caso las únicas diferencias entre las regiones estarían en sus configuraciones iniciales y, por lo tanto, el principio antrópico fuerte se reduciría al principio antrópico débil.
2ª La segunda objeción de Hawking afirma que el PAF va contra la historia de la ciencia por su carácter metafísico y teleológico.
El PAD señala la posición antropocéntrica privilegiada del observador humano en el único universo realmente existente.
En cambio, para el PAF este es el universo posible que realmente existe porque estamos nosotros precisamente en él. Puede haber infinitos universos, pero sólo existe éste, el único realmente existente porque si no, no podríamos hablar de él. Leibniz diría que vivimos en el mejor de los mundos posibles porque este es el único mundo posible realmente existente. Este mundo real es el mejor de todos los mundos posibles porque es el único que existe.
El PAF exige una teoría de los mundos posibles. La diferencia con Leibniz es que los partidarios del PAF hablan de que todos los infinitos universos posibles son reales, esto es, existen.
La justificación de la multiplicidad de universos reales radica en la afirmación de que un conjunto de otros diferentes universos es necesario para la existencia de nuestro mundo. Llegamos así al principio antrópico final: El procesamiento inteligente de información tiene que llegar a existir en el universo y, una vez que llegue a existir, nunca perecerá. En un número infinito de universos, basta con que exista una leve posibilidad o probabilidad de que tenga lugar algo, para que ese algo se repita infinitas veces. Los universos paralelos aparecen dentro del contexto del principio antrópico. Pueden existir múltiples universos entre los cuales sólo algunos serán aptos para la presencia del hombre, uno de los cuales será el nuestro.
Según la teoría de H. Everett, cada resultado de una medición lleva asociado un universo distinto. En 1957 Hugh Everett especuló con la teoría de la existencia de infinitos universos, donde copias del nuestro con leves variaciones siguen sus propias vidas o trayectorias. La teoría de los muchos mundos de Hugh Everett se basa en que ciertas observaciones en mecánica cuántica no pueden predecirse del todo, en cambio, hay una amplia gama de posibles observaciones con una diferente probabilidad: cada una de las posibles observaciones corresponde a otro universo. La matemática cuántica tiene unas ecuaciones algebraicas que admiten varias soluciones como ocurre con las ecuaciones de segundo grado. Cuyas soluciones son varias y sólo una concuerda con la realidad del problema correspondiente. Imaginemos que para determinar el número de objetos que se encuentran en un recipiente cerrado se plantea la ecuación x2+5x+6=0 cuyas soluciones son X=2 y x=3. Mientras no se abra el recipiente estaremos en la duda de si serán 2 o 3 los objetos, o, siguiendo el lenguaje de la mecánica cuántica, la situación es un estado de superposición 50% 2 objetos, 50% 3 objetos (1) Diremos que al abrir y comprobar que son digamos 3 los objetos, hemos hecho la reducción de la expresión 1. Según Everett, consecuente en esto con la mecánica cuántica, al comprobarse que son 3 los objetos, al producirse la reducción de una expresión como (1) ocurre en ese instante una dicotomía de universos. Uno de ellos es el universo en el que ha ocurrido la comprobación de 3 objetos y en el otro ha tenido lugar la comprobación 2.
En la mecánica cuántica, siguiendo la interpretación de Copenhague, en el micromundo, la ecuación que hay que considerar es la de Schrödinger HΨ=EΨ, donde Ψ es la función de onda, la cual define el estado cuántico del que se trate, la cual tiene múltiples soluciones o posibilidades para Ψ, por lo cual con cada reducción o determinación de la misma, se producirá una dicotomía de universos paralelos en la concepción de Everett. Puede ser múltiple el surgimiento de universos, pues múltiple puede ser el resultado. Ninguno de los universos producidos en la reducción descrita tendrá conocimiento del otro. No obstante, si uno de ellos tuviera noticias del otro, de que ha habido tal dicotomía y que en ese universo la solución para la función de Ψ ha sido digamos a, del estado de superposición de a y b en el otro universo, será b. No obstante, en esto último consiste la llamada paradoja EPR. A pesar de la imposibilidad de velocidades superiores a la velocidad de la luz.
Esta es la teoría seminal, precursora de la teoría posterior del multiverso o de los mundos paralelos. Al observar o decidir o medir nos bifurcamos hacia otro universo donde habita un doble nuestro y así hasta el infinito. Cada vez que se explora una nueva posibilidad física, el universo se divide. Para cada alternativa posible se crea un universo propio. Hoy se tiende a pensar que en una extensión infinita del espacio-tiempo nos encontraríamos con infinitos egos como el mío si pudiéramos recorrer el espacio-tiempo absolutamente. Estos dobles variarán por detalles insignificantes o más bien, también otros variarán casi infinitamente.
Según John A. Wheeler todo universo sólo puede ser posible si produce vida, conciencia y observación. Los observadores son necesarios para que exista el universo. Así, se formula el PAP, Principio Antrópico Participatorio. El PAP es altamente especulativo y metafísico. Wheeler se pregunta si no serán los observadores unos seres necesarios para la existencia del universo.
George Ellis sostiene en 1979 que un universo inhomogéneo y caótico contendría una multiplicidad infinita de universos en miniatura, miniuniversos. El universo que observamos sería uno de ellos. Formuló así el principio antrópico cristiano según el cual Dios creó el universo para que existieran seres inteligentes, responsables y libres que fueran capaces de amar, y así hacer partícipes de sus cualidades más excelsas a algunas criaturas.
La doctrina de Barrow-Tipler aboca a la tesis del diseño inteligente. El principio antrópico se relaciona entonces con la tesis del diseño inteligente, con la causa final que dirige la creación del universo y su evolución.
El Principio Antrópico Fuerte afirma que existe un universo posible diseñado con el fin de generar y sustentar observadores. Esta sería la versión teleológica.
Para que un universo contenga vida inteligente con observadores humanos es necesario que inicialmente haya un conjunto de otros universos diferentes al nuestro.
El Principio Antrópico Final sostiene que el procesamiento de información tiene que llegar a existir en el universo y, una vez que llegue a existir, nunca perecerá. El Principio Antrópico Final es un Principio Antrópico finalista, teleológico. Hay sentido en el universo, o al menos en algún universo, puesto que la evolución de algún universo está abocada a la aparición de la vida humana, de la vida inteligente para que el universo pueda ser observado, al menos algún universo podrá ser observado y podrá aparecer así una teoría del universo, que en un multiverso bien podría abocar a una cantidad infinita de teorías del universo al haber una pluralidad infinita de observadores inteligentes en diversos universos y en diversos mundos. En un tiempo infinito, con elementos en un número finito, puede producirse perfectamente el eterno retorno de lo idéntico que sostenían Heráclito, los estoicos y Nietzsche.
Según John D. Barrow en “El libro de los universos”, hace ya “tiempo que los cosmólogos han percibido la existencia de vínculo sorprendentemente estrecho entre las propiedades del universo a gran escala y la existencia de vida en él.” Barrow afirma que el principio antrópico no es una teoría científica cuya verdad o falsedad pueda probarse. Es “únicamente un principio metodológico que impide sacar conclusiones erróneas a partir de las pruebas. Reconoce que hay propiedades del universo que son necesarias para la evolución y persistencia de la vida en él, de modo que no es posible observar que sean distintas de lo que son.”
Es necesario tener en cuenta el principio antrópico, utilizarlo: “El singular comportamiento de los universos inflacionarios eternos y caóticos indica por qué es esencial tener en cuenta la selección antrópica.”
El principio antrópico obliga a considerar los universos posibles: “no nos queda más remedio que reconocer que los distintos “universos” generados por la inflación eterna podrían mostrar también físicas muy distintas.”
El principio antrópico manejado por Barrow nos obliga a limitar nuestra atención a los universos en los que pueda surgir vida inteligente y observadores conscientes. El principio antrópico es una consecuencia de la existencia de los hombres.
2. El principio antrópico cosmológico (1986).
En “The anthropic cosmological principle” (1986) John D. Barrow y Frank J. Tipler dan un tratamiento exhaustivo del principio antrópico, sus clases, su historia y de todas las cuestiones filosóficas y categoriales con él relacionadas. Vamos a señalar algunos de los contenidos más importantes que figuran en este libro en relación con lo que buscamos establecer, a saber: una historia del principio antrópico y algunas doctrinas de los autores del libro y de otros autores mencionados en relación con el principio antrópico.
El principio antrópico está relacionado con la 5º vía de Santo Tomás de Aquino, esto es, con el argumento físico-teleológico de Kant tal y como es expuesto en la Crítica de la razón pura y finalmente, con la contemporánea doctrina del diseño inteligente. Es el más comprensivo, exhaustivo análisis del principio antrópico y en su relación con la 5º vía de Santo Tomás. Sin embargo, el principio antrópico desde la perspectiva que aparece en el libro de Barrow y Tipler, más bien podría considerarse desde la perspectiva opuesta, a saber, se trataría de completa el trabajo empezado por la evolución darwiniana de desmantelamiento del argumento teleológico, mostrando que la apariencia de diseño e las cantidades físicas y químicas del universo es justamente eso: una apariencia debida al factor de autoselección impuesto en nuestras observaciones por nuestra propia existencia. Si Barrow y Tipler están en lo cierto, entonces el amplio argumento de Tennant prueba no de forma más efectiva que el estrecho argumento teleológico de sus predecesores.
En el prólogo John A. Wheeler afirma que no es posible concebir un universo sin vida. No tiene sentido hablar sobre un universo a menos que alguien esté allí para hablar de ello. No sólo el hombre está adaptado al universo, sino que además el universo está adaptado al hombre. Las leyes de la física parecen haber sido diseñadas para permitir la aparición de observadores inteligentes.
Wheeler se planteaba que si la realidad está supeditada a unas medidas, es posible que la realidad fundamental sea la información sobre esas medidas. Tipler y Barrow llevan la idea de Wheeler más allá y afirman que es posible que el universo simplemente no exista si no es observado. Así, el Principio Antrópico Participativo nos llevaría al esse est percipi aut percipere de George Berkeley. Si el universo no es observado, entonces no existe. El universo nos necesita para existir. Sin observadores, no hay universo.
Según el principio antrópico la vida está en el centro de la maquinaria entera del diseño del mundo.
El principio antrópico es una mera tautología. El universo tiene que admitir vida en algún lugar, en algún punto de su historia porque nosotros estamos aquí.
Según Brandon Carter el principio copernicano debe ser moderado por el principio antrópico a efectos de que nuestra localización e el universo es necesariamente privilegiada. La existencia de vida excluye otros universos. Ciertas propiedades son prerrequisitos para que haya observadores que observan el universo. El universo, la ciencia, están hechos a la escala del cuerpo humano.
El principio de autoselección, dice Tipler y Barrow, es la versión más básica del principio antrópico. Se está hablando aquí del principio antrópico débil.
El principio antrópico en todas sus manifestaciones, pero particularmente en su versión débil es muy análogo a los argumentos de autorreferencia en matemáticas y en ciencia computacional.
El principio antrópico muestra que la estructura observada del universo está restringida por el hecho de que nosotros estamos observando esta estructura: por el hecho de que por sí decir, el universo está observándose a sí mismo a través de nosotros.
“El Santo Grial de la física moderna es explicar por qué estas constantes numéricas –cantidades como la ratio de las masas de protones y electrones por ejemplo- tienen los particulares valores que ellos tienen”
El principio antrópico es una norma regulativa de nuestro conocimiento en el sentido de que nos advierte de los posibles errores que cometeríamos si no tuviésemos en cuenta el sesgo producido por nuestra propia existencia.
¿Tendrá acaso el principio antrópico una doble faz, lo histórico por un lado, -evolución del universo- y lo ahistórico –leyes físicas y químicas-?
Posteriormente, en “Teorías del todo”, Crítica, Barcelona, 1994, John D. Barrow añade algunas afirmaciones a sus tesis de 1986. Por ejemplo, en la página 14 declara que nuestro conocimiento del universo está influido por ocho ingredientes esenciales:
1. Las leyes de la naturaleza.
2. Las condiciones iniciales.
3. La identidad de las fuerzas y de las partículas.
4. Las constantes de la naturaleza.
5. Las simetrías rotas.
6. Los principios organizadores.
7. Los sesgos de selección.
8. Las categorías del pensamiento.
El principio antrópico débil es “el reconocimiento de que nuestra propia existencia requiere que se satisfagan ciertas condiciones necesarias respecto a la estructura pasada y presente del universo visible.
Nuestras observaciones no deben ser tomadas como si hubieran sido extraídas de algún conjunto ilimitado de posibilidades, sino de un subconjunto ilimitado de posibilidades, sino de un subconjunto restringido por las condiciones necesarias para que observadores basados en el carbono como nosotros mismos puedan aparecer y evolucionar antes de que las estrellas mueran. Los cosmólogos ven el principio antrópico débil como una restricción al célebre dicho de Copérnico según el cual el hombre no ocupa un lugar especial en el universo. Pues aunque tengamos razón en no admitir el prejuicio de que nuestro lugar en el universo es especial en todos los sentidos, no deberíamos concluir de ello que nuestro lugar no pueda ser especial en algún sentido”
Si negamos el principio antrópico débil incurrimos en consecuencias erróneas. “Una de las características más importantes del principio antrópico débil es que su negación conduce a conclusiones erróneas acerca de la estructura del universo”.
El objeto y el sujeto cognoscente son inseparables: “La estructura a gran escala del universo está vinculada, en contra de lo esperado, a esas condiciones necesarias para la existencia de observadores vivos en su seno. Cuando los cosmólogos se enfrentan a alguna propiedad extraordinaria del universo, deben moderar su sorpresa preguntándose quién estaría aquí para verse sorprendido si el universo fuera significativamente diferente. Este tipo de consideración antrópica débil no es una conjetura o una teoría falsable.”
Y aquí precisamente entra el tema de la pluralidad o infinidad de mundos posibles o reales relacionados con el principio antrópico: “Si existe algún elemento intrínsecamente aleatorio en la composición del universo, el papel de los sesgos resultará crucial en nuestro programa dirigido al entendimiento del mundo físico. Si tiene una única estructura posible y necesaria, por existir sólo un universo posible, lógicamente consistente, el efecto de nuestra selección antrópica débil apenas nos deja concluir algo más que nuestra buena fortuna por haber permitido el universo que la vida evolucionase en su seno…Existen aspectos del universo que podrían haber sido de otra forma y, de hecho, puede que sean efectivamente de otra forma en partes diferentes del cosmos.”
El principio antrópico débil afirma que los valores observados de todas las cantidades físicas y cosmológicas no son igualmente probables, sino que ellos toman sus valores de manera restringida por la exigencia de que haya lugares en los que la vida basada en el carbono pueda evolucionar y por el requisito de que el universo sea lo suficientemente viejo como para que ya haya tenido lugar eso.
Barrow y Tipler distinguen cuatro principios antrópicos: el principio antrópico débil, el principio antrópico fuerte, el principio antrópico participatorio de Wheeler y el principio antrópico final de Barrow y Tipler.
Es esencial tener en cuenta las limitaciones de un aparato de medición cuando uno interpreta sus observaciones.
Nuestra existencia como observadores no explica el aspecto del universo. Collins y Hawking en 1973 decían al contestar a la pregunta de por qué el universo es isotrópico que la isotropía del universo es una consecuencia de nuestra existencia. Ello lleva al desprestigio al principio antrópico.
El principio antrópico más bien sostiene que debemos observar que el universo posee ciertas características (no que el universo deba poseer ciertas características) y la filosofía antrópica sostiene que las características básicas del universo fueron traídas precisamente por nuestras observaciones.
Si hubiera características en el universo incompatibles con nuestra existencia, nosotros ya no estaríamos aquí para observarlas.
En su libro de 2013, “Las constantes de la naturaleza” Crítica, Barcelona, 2013, John D. Barrow considera al principio antrópico como un principio metodológico. “Es simplemente un principio metodológico que si se ignora o se pasa por alto, nos llevará a extraer conclusiones incorrectas”.
Ya hemos visto cómo John Wheeler propone al principio antrópico participativo.
Finalmente, Frank Tipler y John Barrow proponen el principio antrópico final: “Es sólo una hipótesis que debería poderse demostrar verdadera o falsa utilizando las leyes de la física y el estado observado del universo. Se denomina principio (o conjetura) antrópico final, y propone que una vez que la vida emerge en el universo, no desaparecerá”. El procesamiento inteligente de información debe venir a la existencia en el universo y una vez que haya aparecido, no podrá desaparecer.
Volviendo a “El principio antrópico cosmológico”, los autores afirman refiriéndose al Principio Antrópico Débil que desde él se introduce necesariamente la idea de un conjunto de universos posibles.
El principio antrópico fuerte afirma que el universo tiene que tener tales propiedades que permitan el surgimiento de la vida en alguna etapa de su desarrollo. De aquí se llega al argumento teleológico o del diseño inteligente. 1ª tesis: (A) Hay un universo posible diseñado con la finalidad de generar y sostener observadores. El principio antrópico participativo es una segunda posible interpretación del principio antrópico fuerte.
(B) Los observadores son necesarios para traer a la existencia al universo.
Otra posibilidad de interpretar el principio antrópico fuerte sería la siguiente: (C) Un conjunto de diferentes universos es necesario para la existencia de nuestro universo.
El principio antrópico final y el principio antrópico fuerte son muy especulativos, por el contrario, el principio antrópico débil es precisamente uno de los mejor establecidos principios de la ciencia, ya que es esencial tomar en cuenta las limitaciones de los aparatos de medición cuando interpretamos las observaciones de uno de ellos.
El principio antrópico fuerte y el principio antrópico final sugieren de alguna manera que la mente está ligada esencialmente al cosmos. Por ello están ligados de alguna manera a los argumentos teleológicos.
El origen del principio débil lo debemos a la relación entre las constantes del universo con las condiciones para que surja la vida.
“La moderna forma del principio antrópico débil surgió de los intentos de relacionar la existencia de aspectos invariables de la estructura del Universo con aquellas condiciones necesarias para generar observadores”
El interés en las coincidencias cosmológicas envolviendo los grandes números de Eddington y Dirac junto con la posibilidad de variaciones temporales en las constantes fundamentales catalizó el desarrollo de una nueva perspectiva cosmológica. Un punto de vista que condujo a los cosmólogos directamente a la forma moderna del principio antrópico.
En 1957 Dicke estableció la conexión entre los factores biológicos y las coincidencias en los grandes números. Dicke y Whitrow nos suministraron los primeros ejemplos de un principio antrópico débil, a saber, que ciertos fenómenos destacables de la estructura del universo eran necesarios para nuestra propia existencia.
A partir de ahí hizo su aparición el argumento del diseño inteligente, esto es, que el universo debe dar lugar al surgimiento de la vida o que está diseñado para que tenga lugar en él. Carter denominó a este principio antrópico como principio antrópico fuerte para subrayar la idea de que el universo debe ser cognoscible y admita la creación de observadores dentro de él en alguna etapa. Este enfoque puede se empleado para “retrodecir” (retrodict) ciertos fenómenos de un universo cognoscible.
Wheeler ha especulado acerca de que el universo puede ser cíclico infinitamente, alternándose la expansión y la contracción. En los infinitos ciclos sucesivos pueden darse muchos universos con vida, con observadores. El problema es que esto no es verificable.
Una más atractiva posibilidad que no emplea nociones especulativas en lo que respecta a los universos cíclicos es la sugerida por Ellis. Si el universo es infinito en el espacio y en el tiempo, entonces nuestro conjunto ya existe. Un acontecimiento debe estar ocurriendo simultáneamente en un infinito número de lugares en el universo.
Finalmente, la teoría de los multiversos de Everett, derivada de la mecánica cuántica es un intento de superar el número de profundas paradojas inherentes a la interpretación de la mecánica cuántica y a la teoría de la medida. La mecánica cuántica requiere la existencia de un superespacio de mundos alcanzando el rango de todas las posibles observaciones.
3, Gustavo Bueno y el principio antrópico.
Gustavo Bueno desde la perspectiva del materialismo filosófico, en el ámbito epistemológico referente a la teoría del conocimiento distingue entre el idealismo (los fenómenos como proyecciones de formas del sujeto hacia el locus apparens de los objetos) y el realismo (los fenómenos como reflejos en mi cerebro de objetos).
El mundo objetivo se nos presenta como una suerte de espectro de absorción practicado por nuestra subjetividad al intervenir en una realidad envolvente. La morfología del mundo de la ciencia tiene que estar dada en segmentos suyos esenciales, a escala del cuerpo humano y este es el fundamento más profundo en el que podría asentarse el llamado principio antrópico. El objeto real es el mismo objeto conocido.
Según afirma G. Bueno en su doctrina del cierre categorial, “las categorías científicas ofrecen las bases más seguras para la posibilidad misma de la vida del hombre en el mundo (siempre que esta vida se suponga ya dada).” Nunca hay que olvidar que la ciencia es el resultado del conjunto de operaciones realizadas por los sujetos operatorios humanos y que por ello mismo el mundo, la realidad se mide a escala humana, las manipulaciones humanas son a escala del hombre lógicamente.
Por lo demás, las relaciones existentes entre los términos de un campo gnoseológico de objetos materiales y que constituyen las identidades sintéticas de las ciencias tienen lugar siempre a escala de las operaciones quirúrgicas. Esto significa que tales operaciones y tales relaciones no son independientes del propio sujeto operatorio que las ejecuta. “Esto es tanto como reconocer que las leyes de la naturaleza (que son conjuntos de esas relaciones) no son leyendas metafísicas o absolutas, sino leyes de la naturaleza “centrada en torno al hombre”, es decir, leyes del mundo del hombre.” Si el mundo hubiera sido diferente, los hombres habrían formulado otras leyes físicas.
4. Demócrito y los infinitos mundos.
Demócrito con su doctrina filosófica del universo, de los infinitos universos supone un gran paso hacia un materialismo complejo, pluralista y acosmista.
El atomismo de Demócrito postuló la existencia de infinitos mundos. Si hay un número infinito de átomos en un vacío infinito, tiene que haber un infinito número de mundos que se están formando y destruyendo continua y eternamente. “Hay infinitos mundos, que son engendrados y perecederos”. Diógenes Laercio (IX).
“Dice Demócrito que existen infinitos mundos. Algunos de los cuales no solo son semejantes entre sí, sino que no hay ninguna diferencia entre ellos”. Cicerón.
La tesis de los infinitos universos sostenida por Demócrito es una de las más curiosas del atomismo griego. Es una verdadera anomalía filosófica en el mundo antiguo, caracterizado por su monismo y por su cosmismo.
En la doctrina atomista está ausente la teleología en un espacio vacío infinito y con un número infinito de átomos y con infinita variedad de átomos. La consecuencia es clara: Un infinito número de mundos.
“Los mundos son infinitos, y diferentes en tamaño. En algunos no hay sol ni luna, en otros son más grandes que en el nuestro y en otros más numerosos. Los intervalos entre los mundos son desiguales, y en unas partes hay más y en otras menos: unos están creciendo, otros en su plenitud, otros decayendo; y en unas partes nacen y en otras perecen. Se destruyen al chocar unos con otros. Hay algunos mundos desprovistos de animales y de plantas y de toda humedad”.
La doctrina atomista establece que los mundos están sujetos a la generación y a la corrupción. Claro, también puede pensarse en un multiverso, un universo infinito…Infinitud y unidad parecen incompatibles. Un cosmos infinito es una expresión contradictoria.
“Demócrito supone que el universo es infinito porque no ha sido creado por un ser cualquiera, afirmando además que es inmutable y expone de un modo racional como está constituido. Las causas de los fenómenos actuales no han tenido principio, porque las cosas presentes y futuras están absolutamente predeterminadas desde la eternidad”.
No hay cosmos, porque no hay orden ni sentido del universo en el caso de que se interprete a Demócrito en el sentido de un universo único, pero infinito, como un multiverso ni de ninguno de los universos infinitos en número existentes. Como no hay causa final, no hay ni unicidad ni eternidad del cosmos. En un vacío infinito hay innumerables o infinitos mundos y tales mundos son distintos entre sí. Hay una infinita variedad de mundos y de universos.
5. Giordano Bruno (1548-1600).
El universo es infinito y existen infinitos mundos en su seno. No hay un mundo, sino más bien muchos. Desemboca así Bruno en un acosmismo. Los infinitos mundos se mueven todos sin excepción. Además, los infinitos mundos del universo están habitados y en ellos existen seres vivos e inteligentes. Hay que presumir que se trata también de hombres. Todos los infinitos mundos existentes son similares al nuestro. En “Del infinito universo y de los mundos” Diálogo V se afirma respecto al espacio infinito, que “En él existen infinitos mundos semejantes a este y no diferentes de éste en su género”. Y antes, en el diálogo III, “Existen pues, innumerables soles; existen infinitas tierras que giran igualmente en torno a dichos soles del mismo modo que vemos a estos siete (planetas) girar en torno a este sol que está cerca de nosotros”.
6. Gottfried Leibniz (1646-1716).
Según Leibniz, este mundo que existe es uno de los infinitos mundos posibles. Esta posibilidad pertenece al orden de las esencias, más no al de las existencias. Según Barrow, “Aunque el universo inflacionario no crea “todos” los mundos posibles –en el sentido metafísico de crear todas las variaciones imaginables de todos los aspectos de un universo-, sí es capaz de explorar todas las variaciones autocoherentes de la física permitidas por la teoría de cuerdas. Al parecer, el número de ellas es el colosal 10 elevado a 500 que vimos antes.”
Barrow sin embargo añade que “En el momento en que uno se toma en serio que todos (o casi todos) los posibles universos pueden existir (o existen), una resbaladiza pendiente se abre”. Es la pendiente que conduce a la metafísica del eterno retorno de lo idéntico y de la infinita repetición. “En un universo de tamaño y extensión material infinitos, cualquier cosa que tenga una posibilidad distinta de cero de ocurrir en algún lugar ocurrirá con una frecuencia infinita. Actualmente, debe haber un número infinito de copias idénticas de nosotros haciendo exactamente lo que estamos haciendo ahora.” La filosofía de Leibniz es cosmista porque vivimos en el mejor de los mundos posibles, en el único universo existente, mientras que los demás posibles no existen, pertenecen al orden de las esencias, no de las existencias. Es que la cosmología actual merced al PAF es acosmista porque afirma la coexistencia de infinitos universos. Pero esta infinitud como hemos visto tiene consecuencias que nos aproximan a la teoría del eterno retorno. Cualquier cosa que tenga una probabilidad finita de ocurrir habrá ocurrido una infinidad de veces en el pasado.
Un sistema de esencias composibles entre sí, sin contradicciones es un mundo posible. El principio de no contradicción domina la esfera de los mundos posibles, de las esencias y de los composibles.
No todos los mundos posibles son composibles. Las esencias tienen que ser compatibles entre sí….El mundo ha de ser viable. Dios calcula según el principio de lo mejor y por el principio de razón suficiente. Cum Deus calculat, fit mundus.
Dios ha creado el mejor de los mundos posibles. La finalidad aflora aquí. La preocupación por la teodicea es la que se advierte tras la teoría leibniziana de los mundos posibles. Si Deus est, unde malum? He aquí la cuestión decisiva que determina la tarea de la teodicea.
Los posibles son infinitos, pero no todos ellos llegan a la existencia. Sólo aquellos que sean composibles entre sí y responden a la totalidad de condiciones necesarias para poder existir llegan a la existencia. Hay una selección divina. Decir que el mundo que hay es el mejor es una redundancia porque si este mundo es el único que hay ello es porque es el mejor; y es el mejor, justa y precisamente porque lo hay.
En virtud de la necesidad moral el mundo actual es el mejor de los mundos posibles.
Hay una infinidad de mundos posibles y distintos con los que Dios habría podido llenar el espacio y el tiempo. Pero hay uno sólo real, que se distingue de todos y es precisamente el elegido por Dios como mejor entre todos los mundos posibles.
Hay que concebir los mundos posibles como una colección infinita de mundos en los cuales cada substancia se halla completamente ajustada a las substancias del mundo correspondiente. Actualmente se habla de los universos burbuja, doctrina de Alan Guth llamada del universo inflacionario que afirma que otros universos podrían surgir de lo que se conoce como inflación eterna. Nuestro universo ha terminado de expandirse y otros en cambio siguen haciéndolo. En lugares muy extraños surgirían universos con otras leyes físicas aisladas. Un multiverso (o metauniverso) es el conjunto hipotético de múltiples universos posibles (incluyendo nuestro universo) que en conjunto constituyen toda la realidad. Los deferentes universos dentro de un multiverso son a veces llamados universos paralelos. Se habla así de universos paralelos, que están ligados a la teoría de las supercuerdas. También se habla de universos-branas, son éstos universos paralelos apenas fuera del alcance del nuestro en dimensiones extras al espacio tridimensional cotidiano. Los universos-branas podrían flotar dentro de nuestro mismo espacio-tiempo en dimensiones superiores. Los universos hijos hacen alusión a lo siguiente: es posible que todos los posibles resultados dentro de una situación ocurran en sus propios universos separados. En cada universo existe una copia de ti mismo presenciando uno de los resultados pensando que tu realidad es la única realidad.
Según algunos matemáticos de Oxford, las matemáticas demuestran que los universos paralelos existen realmente. Esta noticia nos indica la importancia de estas teorías de los multiversos generadas desde 1957 pero sobre todo desde hace treinta años aproximadamente, Neoteo, nt 27-IX2007, Matemáticos de la universidad de Oxford demuestran matemáticamente que el concepto de estructura de árbol de nuestro universo es real. Los universos alternativos son matemáticamente posibles. El Dr. David Deutsch afirma que la estructura del universo contiene infinitas bifurcaciones creadas al dividirse en versiones paralelas de sí mismo, que puedan explicar la naturaleza probabilística de los resultados cuánticos. La línea del espacio-tiempo del universo tendría así una estructura arborescente infinita.
Entonces, podemos concluir que el principio antrópico se dice de al menos cuatro maneras: 1. Principio antrópico débil. 2. Principio antrópico fuerte. 3. Principio antrópico participatorio y 4. Principio antrópico final. Sólo desde la ciencia y desde una filosofía rigurosa podría únicamente el Principio Antrópico Débil ser aceptable sin incurrir en la mala metafísica grosera y zafia de los que sostienen el PAF con sus delirios incontrolados y que desde luego el Materialismo Filosófico también sostiene una suerte de principio antrópico débil al afirmar que la ciencia y nuestro mundo están hechos desde la perspectiva humana y a escala del cuerpo humano y de las operaciones quirúrgicas realizadas por los sujetos corpóreos humanos operatorios. desde el Principio Antrópico Débil podría ser aceptable sin incurrir en la mala metafísica grosera y zafia de los que sostienen el PAF con sus delirios incontrolados y desde luego el Materialismo Filosófico también sostiene una suerte de principio antrópico al afirmar que la ciencia y nuestro mundo está hecho desde la perspectiva humana y a escala del cuerpo humano y de las operaciones realizadas por los sujetos corpóreos humanos operatorios puesto que a fin de cuentas, la ciencia es un conjunto de operaciones materiales, quirúrgicas humanas. Los hombres sólo pueden dividir y unir cuerpos.
El materialismo filosófico ha triturado diversos mitos de la metafísica tradicional además de nuevos mitos que se han ido incorporando a la filosofía popular. Por ejemplo, el mito de la cultura, el mito de la naturaleza, el mito del espíritu, el mito de la historia, el mito de la izquierda, de la derecha, de la clase obrera, del cosmos. Reparemos en que las tres Ideas de la Metafísica tradicional tematizadas por Christian Wolff, Dios, Alma y Mundo, fueron trituradas desde el siglo XVII. Gustavo Bueno Martínez hizo una trituración más exhaustiva de tales ideas. El cosmos es también una Idea metafísica, o un mito. El Universo o cosmos no pueden ser conocidos por la ciencia. La ciencia según la teoría del cierre categorial no es un conocimiento, es un conjunto de operaciones materiales sobre un campo de objetos. No hay ningún cosmos, ningún universo, y mucho menos un multiversos o una pluralidad de universos. La cosmología no es la ciencia del cosmos porque no hay una ciencia de todo ni de la totalidad de lo real. Las ciencias siempre son parciales. No hay cosmos como totalidad, como un todo que pueda estudiarse científicamente. El todo siempre está limitado a escala antrópica. El conjunto de todos los conjuntos no es un conjunto. La clase universal de todas las clases no es una clase ella misma.
El materialismo filosófico pues, niega la idea de universo como objeto único. En esto consiste el materialismo, en el acosmismo. La ciencia pues no puede conocer el cosmos. No hay tal cosmos. Sólo hay ciencias particulares. El mundo comprende no la realidad total sino sólo las cosas que nos son accesibles, el mundus adspectabilis
Felipe Giménez Pérez.
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