Duns
Escoto sostiene que el objeto de la metafísica es el ens, el ente en cuanto
ente. Sólo conociendo el ente en cuanto tal podemos conocer el objeto de la
metafísica y el de la teología. El objeto de la teología es el ente infinito
Cuando
aprehendemos cualquier realidad tenemos la certeza de que éste es un ente,
aunque lo aprehendido sea dudoso; luego ente es un concepto distinto del que
disponemos siempre. El ente es el último concepto ya que no es determinado por
nada. Y por ser simple, es ente.
En la
abstracción metafísica se abstrae de toda materia individual, sensible e
inteligible, el ente en cuanto ente. No se trata de una abstracción total que
ofrezca un concepto pobre e indeterminado, difuso, cuasi vacío; sino de una
abstracción formal que nos procura la esencia del objeto que ha sido sometido a
la abstracción. Además la abstracción metafísica abstrae de la singularidad
material pero no de la existencia.
La
problemática metafísica nace con Aristóteles. Aristóteles se pregunta por el
ente en cuanto ente. La filosofía primera
es una consideración general del ente en común, en general. Este ente en
común es un concepto universalísimo elaborado por el entendimiento llevando a
su más alto grado la abstracción precisiva de todas las diferencias y
diversificaciones de los entes existentes, desnudándolos de toda
particularidad.
Considera
así el entendimiento la única propiedad que aparece en todos los entes y que es
la nota común y analógica del ser (el hecho de la pluralidad de los entes
explica la pluralidad de categorías). Pero si prescindimos de todas sus
diferencias y consideramos aquello en lo que fundamentalmente se asemejan, la
pura formalidad de que son, haremos filosofía primera, ciencia del ente en
cuanto ente y también y por lo tanto, ciencia de la substancia, puesto que las
significaciones del ser la presuponen en primer lugar.
El
concepto de ente es aplicable a todos los entes en cuanto que son entes. Es
aplicable de manera analógica, no equívoca, porque todas las acepciones del
concepto de ente guardan relación con un principio: la substancia. Todos los
entes son o substancias o afecciones de las susbstancias. El sentido originario
de ente corresponde a la substancia primera, es decir, al ente individual y
real. El ente es para Aristóteles la realidad substancial.
La
substancia no es un concepto predicable de nadie, ni un accidente, ni se
predica de un sujeto ni está en él; deberá ser el sujeto mismo, éste hombre que
se llama Sócrates. La substancia primera es el ente propiamente dicho, no es
algo de otro ni algo en otro; es el objeto último de toda predicación y el
fundamento de todos los accidentes.
La
substancia individual está constituida por el acto. La substancia suprema es
pues acto puro, por lo tanto la substancia es acto. La substancia es pues la
forma. Como el ente es igual a la substancia individual, por ello es igual a la
forma y a la esencia.
Según
Santo Tomás de Aquino el ente propiamente dicho debe localizarse en la
substancia. La ciencia del ser en cuanto ser es la ciencia de la substancia y
de sus propiedades, sus principios y sus causas. La forma además hace a la
substancia capaz de existir. Todo ente es lo que es en función de su forma y la
forma es acto, el acto último en el orden de la substancialidad. Sin la forma
no hay por lo tanto substancia, sin substancia nada que pueda existir, esto es,
nada con existencia posible. Dice Santo Tomás de Aquino que ens est quod primum
intellectus concipit De veritate, q. 1 a
1c. y añadió que illud quod primo cadit sub apprehensione est ens S. Theol,
II-1º q. XCIV a2..
Santo
Tomás de Aquino desemboca más allá del plano aristotélico del acto sustancial.
En el plano existencial es en donde se
dará un considerable avance en la consideración del ente. El existir, el actus
essendi será un acto del ente.
La
forma es el acto último que hace a la substancia capaz de existir. Pero hay que
reconocer un nuevo acto (el ese) que pone a la substancia misma en la
existencia. La forma hace a la substancia capaz de existir, pero hace falta el esse
para existir.
Esta
estructura de substancia y esse se compone de tres elementos: materia, forma y ese.
De cara a la materia, la forma da el ser; de cara al esse lo recibe. Las
substancias corpóreas constan de los tres elementos; las inteligencias finitas
de las dos últimas; en Dios desaparece toda estructura porque es el ser
necesario y es simple.
Si en
Aristóteles las cosas se llaman entes en función de la substancia, en Santo
Tomás de Aquino hasta la substancia se denomina ente por el esse.
Según Santo
Tomás de Aquino hay distinción entre esencia y existencia pero la existencia no
tiene exterioridad con respecto al ser A o ser B. No hay una esencia a la que
se le añade un existir, sino que la esencia es esencia sólo por el esse.
Para
Duns Escoto el ente en cuanto ente es sólo ente y nada más, ens. El ente
puramente ente, el ens commune es el existente, el sujeto indeterminado de la
existencia, toda esencia queda excluida. El sentido del ente es la exclusión
del no ser.
El
concepto del ente está obtenido y tiene un ser objetivo que, en el orden lógico
es sujeto de todos los predicados, y en el ontológico fundamento de toda la
realidad. Está absolutamente determinado, es lo primero inteligible, es lo más
común. Por él y en él debemos conocer todo lo demás. El ens es lo más genérico.
El ens
commune es el objeto del entendimiento humano mismo. Es el objeto de la
metafísica. La naturaleza es algo indiferente a la singularidad y a la
universalidad. El ens es lo más indiferente a la predicabilidad. El ens por ser
indiferente es unívoco. Ens siempre significa lo mismo.
Toda
determinación del ser, lo que hace al determinarlo es dividirlo; pepro aún así,
esas determinaciones que se añaden como desde fuera al ser, no pueden ser sino modos del ser mismo; en
tal caso, esas determinaciones constituyen una división inherente al ser mismo,
no extrínseca.
Cada
sujeto está constituido como lo que es por una pluralidad de formalitates; cada
constituyente esencial de una cosa es
una formalitas. Entre las diversas formalitates hay una distinción que no es
real, ni tampoco lógica, sino precisamente una distinción formal.
La
universalidad pertenece a la forma por cuanto es objeto del entendimiento, esto
es: la universalidad pertenece propiamente no a la forma, sino a la species. La
individualidad se explica no por la materia, como pretendían los que seguían a
Aristóteles, porque la materia es indeterminación y la individualidad es la
determinación última, la determinación que determina a ser esta cosa es la
última actualitas rerum, a la que Duns Escoto llama haecceitas.
Francisco
Suárez es ajeno a la noción tomista de acto puro, a la composición real de acto
y potencia como fundamento de una diversidad radical entre los entes. Suárez
piensa captar por una experiencia inmediata de orden psicológico, el concepto
formal y objetivo de un ente indeterminado que no puede someterse, en razón de
su simplicidad a la analogía de proporción, pero que tampoco es unívoco, ya que
se concilia con la existencia efectiva de las diferencias (como las de
substancia y accidente), de las que hace meramente abstracción, confundiendo su
multiplicidad y no representando sino aquello en lo que coinciden y son de
alguna manera semejantes.
Suárez
admite que esta noción abstracta contiene la de ser uno en sí mismo,
diversificado en sus inferiores ontológicamente, pero rechaza trasladar a lo
concreto lo que no vale más que para el pensamiento e introducir en las cosas
mismas distinciones formales. Para él las categorías aristotélicas conciernen a
la sola esencia, es decir, a lo que permite conocer y definir al ente
independientemente de su ser, pero considera la esencia como real por el mero
hecho de no ser contradictoria. Lo posible, lo real, es lo no contradictorio.
Mientras que para Santo Tomás de Aquino el término primero es el acto mismo de
ser, del que todas las cosas participan
y que no participa de nada (Quodlibet de
anima, quaestio 6), que incluye, pues e incluso trasciende las esencias, de
modo que los entes, virtuales o actuales, no son nada sino por su proporción
con el esse, Suárez parece remitirnos a una noción abstracta del ens que
contendría a la vez lo posible y lo real. Aunque rechaza la sustancialización
de los posibles puros, niega que la esencia sea realmente separable de la
existencia y la reciba como un agregado exterior.
Distingue
la acepción de ente como nombre y como participio. Suárez localiza el ente en
el ámbito de la esencia real o quididad. La esencia real se concibe como lo que
no siendo contradictorio, ni fingido, ni quimérico, consiste únicamente en su
aptitud para existir. Suárez no sólo es lo que es, sino que también es la
condición o condiciones que hacen posible e inteligible todo ser. La doctrina
del ente ha desembocado en un formalismo.
En
Wolff el formalismo ontológico aparece muy claramente El ente es definido como
todo aquello a lo que no repugna la existencia. (Philosophia prima sive ontologia,
parágrafo 134. Definirá el ente a partir de la posibilidad o de la ausencia de
contradicción. La posibilidad es, por su parte, principio de la esencia y ésta
principio de la existencia.
La
esencia da razón de todo lo que se da en un ente (atributos y modos). La
existencia es un complemento de la posibilidad simple, complemento que no puede
carecer de razón suficiente.