El presente escrito trata de
investigar y exponer el contenido y los fundamentos filosóficos del pensamiento
político de Platón y de Aristóteles, quiero decir que describiré la forma y contenido
de la filosofía política de los cronológica e históricamente dos primeros
filósofos académicos de Occidente y ello
tanto por la relevancia de su pensamiento tomado en sí mismo como por la influencia posterior que ambos autores
han ejercido sobre la teorización política occidental. Es cierto que los
tiempos turbulentos y de crisis política son fecundos para la reflexión
intelectual. Platón y Aristóteles son dos ejemplos señeros de tal afirmación.[1]
Por lo demás, filosofía política y filosofía académica vienen a ser lo mismo en
cuanto a la finalidad del filosofar. Quiero decir que toda filosofía si es
verdadera filosofía debe ser filosofía política. La razón práctica tiene
primacía sobre la razón teórica y ello desde Platón. Hay que constatar una observación
muy simple a este respecto, a saber que suelen coincidir los autores de una
historia de la filosofía política con los autores de una historia de la
filosofía. Por si esto fuera poco, añadamos que la filosofía y la política
guardan una estrecha analogía entre sí amén de una profunda relación entre
ellas. La filosofía o es saber político o no es verdadera filosofía y la
política tiene que tener alguna relación con las Ideas de la Filosofía o si no,
es mero practicismo político y sin ningún horizonte serio. La política de
Estado tendente a conservar y mantener la eutaxia es política filosófica en
última instancia, pues en ella se ventila el alcance y validez y relación entre
ciertas Ideas filosóficas.
1. La Filosofía política de Platón (-427- -347).
Según Platón, “es muy difícil conducir rectamente los
asuntos políticos” y “todas las ciudades sin excepción están mal gobernadas en
la actualidad”.[2] La
filosofía política [3]
platónica es una reflexión crítica sobre su presente -que él considera
corrompido- y sobre el Estado justo -la
solución que él proyecta y presenta como alternativa- ideal. La filosofía
política de Platón es el objetivo último de su actividad teórica. Los dos
diálogos más extensos de Platón son “República” y “Leyes” y su objeto es lo político.
El objetivo de sus diálogos filosófico-políticos es constituir una
ciencia política para unir así el saber con el poder. Sólo así la política es
política verdadera amén de verdadera política. Sólo así además, a decir de
Platón es la Filosofía verdadera filosofía así como filosofía verdadera. Éste
es el sueño platónico: que la política sea ciencia y que su ejercicio se
reserve a unos científicos políticos en los que el saber, la virtud, el poder y
la felicidad estén unidos estrechamente y de forma indisoluble. Platón estaba
firmemente persuadido de que conseguir la eutaxia política de la sociedad
política es un saber científico o al menos debe llegar a serlo. Quien sabe
distinguir entre el bien y el mal sabe cuál es la razón de Estado. Si no ocurre
así, el político es un sofista, un demagogo, un mal político. Sólo el filósofo,
teniendo en cuenta la concepción platónica de la filosofía, será el dirigente
político adecuado: “No cesarán los males de la humanidad hasta que la clase de
los que son recta y verdaderamente filósofos tenga acceso al poder político, o
bien los que gobiernan en los Estados lleguen, por algún favor divino, a ser
auténticos filósofos.”[4]
Por cierto, que es menester señalar aquí que Platón puede ser considerado con
propiedad como el fundador de la filosofía académica occidental. Podemos decir
en términos filosófico políticos materialistas que la reflexión política de
Platón se situaría o bien en la derecha negra o bien en la izquierda roja,
caracterizadas por el predominio de la perspectiva moral sobre la perspectiva
ética.[5]
Hay tres diálogos de Platón en los que se abordan específicamente
problemas filosófico-políticos: “República”, “Político” y “Leyes” que fue el
último que escribió y que quedó inconcluso
2. La filosofía política de Aristóteles (-384- -322).
La filosofía política de
Aristóteles se podría denominar conservadora y liberal y sobre todo,
profundamente realista. Aristóteles no podrá admitir la diferencia platónica
entre lo ideal o verdadero y lo empírico o lo aparente y falso. No hay un mundo separado de Ideas aparte de
lo empírico y fenoménico. Lo fenoménico es real. Los regímenes políticos
realmente existentes no son apariencias como para Platón lo eran. Son lo que
hay y con ellos hay que contar a la hora de estudiar lo político. No hay formas
eidéticas separadas y autosuficientes. Tampoco hay regímenes políticos ideales.
La utopía carece de sentido. Decía Samuel Taylor Coleridge que todos los
hombres eran o platónicos o aristotélicos. No sé si esta aserción será verdadera,
pero sí me parece correcta la afirmación realizada en su día por A. N.
Whitehead de que la historia de la filosofía occidental es un conjunto de
anotaciones y observaciones hechas a la obra platónica. En el caso de
Aristóteles, su platonismo se evidencia constantemente y además, su punto de
partida no es otro que Platón y sus insuficiencias. La filosofía política de
Aristóteles parte de la crítica a la utopía platónica por eso mismo, por ser
utópica e irrealizable. Para Aristóteles no se trata tanto de buscar cuál es el
Estado perfecto sino de perfeccionar los ya realmente existentes en su género
respectivo. Se trata de procurar la mayor eutaxia[6]
posible al Estado. La filosofía política de Aristóteles se encuentra presente
en un conjunto de libros que ha pasado a la historia de la filosofía con el
título de "Política". La reflexión filosófico-política aristotélica
se mueve en las coordenadas de la derecha amarilla y de la izquierda blanca.
Sería pues un discurso liberal o socialdemócrata, reformista y posibilista.
2.1. La "Política".
Al
igual que todas las realidades tienden a algún fin que es su perfección, su
telos, El Estado también tiene su fin, su telos. El modo de pensar teleológico
es el procedimiento empleado por Aristóteles hasta la saciedad en su filosofía
y por tanto también en su filosofía política. Lo que justifica pues, la
existencia de lo político, del Estado es su fin, su teleología. "Así que
todas las comunidades pretenden como fin algún bien; pero sobre todo pretende
el bien superior la que es superior y comprende a las demás. Esta es la que
llamamos ciudad y comunidad cívica."[7]
El
Estado existe según Aristóteles por naturaleza: "La ciudad es la
comunidad, procedente de varias aldeas, perfecta, ya que posee, para decirlo de
una vez, la conclusión de la autosuficiencia total, y que tiene su origen en la
urgencia del vivir, pero subsiste para el vivir bien. Así que toda ciudad
existe por naturaleza, del mismo modo que las comunidades originarias. Ella es
la finalidad de aquéllas, y la naturaleza es finalidad. Lo que cada ser es,
después de cumplirse el desarrollo, eso decimos que es su naturaleza, así de un
hombre, de un caballo o de una casa. Además, la causa final y la perfección es
lo mejor. Y la autosuficiencia es la perfección, y óptima."[8]
Además, el hombre es un animal político, no sólo social. "Por lo tanto,
está claro que la ciudad es una de las cosas naturales y que el hombre es, por
naturaleza, un animal político. Y el enemigo de la sociedad política es, por
naturaleza, y no por casualidad, o bien un ser inferior o más que un
hombre."[9] En el
hombre hay palabra (logos), no sólo voz (phoné). Con la voz los animales
chillan y comunican así su dolor o su placer. En cambio, la palabra sirve para
comunicar lo conveniente y lo dañino además de lo justo e injusto. El hombre
puede discutir acerca del bien y del mal y de lo que es justo e injusto. De aquí según Aristóteles surge el Estado.
Lo
político se caracteriza por ser un tipo de totalización atributiva. Por eso en
este tipo de totalidad, el todo es anterior a la parte. El Estado no sólo es
una suma de individuos como afirmará posteriormente el liberalismo, sino que
además, es anterior lógicamente al individuo. El Estado es condición de
posibilidad para la existencia del individuo. No pueden existir los individuos
en sí y para sí: "Es decir, que, por naturaleza, la ciudad es anterior a
la casa y a cada uno de nosotros. Ya que el conjunto es necesariamente anterior
a la parte. Pues si se destruye el conjunto ya no habrá ni pie ni mano, a no ser
con nombre equívoco, como se puede llamar mano a una de piedra.[…] Así está
claro que la ciudad es por naturaleza y es anterior a cada uno. Porque si cada
individuo, por separado, no es autosuficiente, se encontrará, como las demás
partes, en función a su conjunto. Y el que no puede vivir en sociedad, o no
necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino como
una bestia o un dios."[10]
La justicia es el orden (taxia) de la comunidad política. Sólo puede haber
justicia en el Estado. Fuera de él sólo hay barbarie y conducta etológica, no
política. De esto ya se dio cuenta Aristóteles.
Por
debajo del Estado está el hogar, la casa. En la casa hay elementos heterogéneos
y relaciones heterogéneas. El núcleo de la casa es el varón libre adulto, el
paterfamilias. Éste tiene relación con el esclavo, con la esposa y con el hijo.
Son tres relaciones distintas. Además, está la función económica (oikós, casa,
nomikós, legal, ley) La economía es la ciencia o el saber necesario para regir
el hogar según sus necesidades.
El
esclavo es un elemento animado necesario para el hogar. El esclavo es una
posesión animada que depende de su señor: el amo, el varón libre adulto, jefe
del hogar, cabeza de familia. La esclavitud pues, es una necesidad tanto lógica
como ontológica de la casa. A falta de máquinas, bueno es el esclavo. Además,
es bueno que el esclavo sea esclavo. Lo pide su propia naturaleza. "El que
siendo hombre no se pertenece por naturaleza a sí mismo, sino que es un hombre
de otro, ése es, por naturaleza, esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo
hombre, es una posesión, y una posesión como instrumento activo y
distinto."[11] Para
Aristóteles algunos han nacido para obedecer y otros para mandar, por tanto, si
uno es esclavo por naturaleza y legalmente también es esclavo, ello es
correcto. Lo peor sería que alguien fuera esclavo legal y no lo fuera por
physis. De todos modos, Aristóteles a lo que más teme es a la esclavitud
política. Esa sería lo peor que podría ocurrir. La política es el gobierno de
hombres libres e iguales sobre hombres
libres e iguales[12]. La
esclavitud es el mando de un amo libre sobre hombres inferiores y esclavos.
Aristóteles establece una antinomia irresoluble entre política y servidumbre.[13]
Si hay servidumbre es
de orden natural o legal, no política. Además, en la
mayor parte de los casos quien es esclavo es porque se lo merece de acuerdo con
su propia naturaleza. "Aquellos cuyo trabajo consiste en el uso de su
cuerpo, y esto es lo mejor de ellos, éstos son por naturaleza, esclavos, para
los que es mejor estar sometidos al poder de otro, como en los anteriores
ejemplos."[14] El
esclavo es un animal doméstico con suficiente raciocinio como para entender las
órdenes y ejecutarlas. Es un instrumentum vocale. El esclavo es pues, cuestión de economía, de
administración, de ganadería. No constituye un tema político la esclavitud.
Queda fuera de las reflexiones políticas o éticas o morales. No tiene el eslavo
la más mínima capacidad política. No tiene prudencia, ni individual, ni familiar,
ni política. El esclavo es una prolongación animada del amo. "Y el esclavo
es una parte del amo, como si fuera una parte animada y separada de su cuerpo.
Por eso entre el esclavo y el señor, que por naturaleza son dignos de su
condición, existe un cierto interés común y una amistad recíproca."[15]
Distingue
Aristóteles a continuación entre economía y crematística. Lo propio de la
economía es el uso de los bienes y lo propio de la crematística es la
adquisición de los bienes. Sin embargo, Aristóteles formula la necesidad de
distinguir un arte adquisitivo al servicio de la economía que se puede llamar
crematística doméstica o economía simplemente para la cual hay un límite en la
riqueza. Hay una crematística natural pues. "Pero existe otro tipo de arte
adquisitivo, a lo que se suele llamar generalmente, y es apropiado llamarlo
así, crematística, por el cual parece que no existe límite alguno a la riqueza
ni a la propiedad."[16]
Esta crematística no es natural. En lo que sigue, Aristóteles desarrolla una
análisis económico pionero en la historia de la filosofía occidental y
distingue antes que Marx entre el valor de uso y el valor de cambio de los
objetos producidos por el hombre. Distingue Aristóteles varios tipos de cambio.
1º M x M Trueque entre dos mercancías. Esto es natural. Se busca satisfacer
necesidades de la familia. 2º M x D ó D x M. Es la compraventa. Aquí aparece el
dinero. Aquí no hay límites al uso del dinero. El fin es el dinero: D x M x D´
; D´> D. Como dice acertadamente Aristóteles, "todos los hombres de
negocios aumentan sin límites su capital."[17]
Esto es antinatural. Habría pues, una crematística necesaria, la del hogar, que
sería natural, pues busca satisfacer las necesidades del hogar, que son
forzosamente limitadas, y una crematística comercial, no natural y que busca el
incremento indefinido de la riqueza. Dentro de la crematística comercial
podríamos distinguir otro tipo de cambio que es más aborrecible aún si cabe: la
usura: 3º D x D´; D´> D. Dinero por dinero. Este es el negocio más antinatural.
"Y con la mejor razón es aborrecida la usura, ya que la ganancia, en ella,
procede del mismo dinero, y no para aquello por lo que se inventó el
dinero."[18] Aún
falta otra forma de intercambio: el trabajo asalariado: 4º D x T ó T x D. Así
hay cuatro: 1. Hogar, natural. 2. Comercial, no natural, 3. Usura, antinatural,
4. Trabajo asalariado, antinatural también, pues si alguien tiene por
naturaleza que trabajar, lo debe hacer como esclavo, gratis y si uno es hombre
libre, no debe trabajar. Así de claro lo deja Aristóteles.
Siguiendo
con el análisis de los elementos y relaciones del hogar, Aristóteles aborda el
tema de la relación matrimonial. También el varón libre adulto, el cabeza de
familia, el paterfamilias rige a la mujer. Sobre el esclavo el amo manda como
sobre una cosa. Sobre la mujer la rige políticamente y sobre el hijo
monárquicamente. Respecto a la mujer, "En efecto, el macho es por
naturaleza más apto para la dirección que la hembra, siempre que no se
establezca una situación antinatural"[19]
Hay una justificación ontológica o antropológica para justificar el predominio
del cabeza de familia libre y adulto: "Porque el esclavo carece
completamente de facultad deliberativa; la mujer la tiene, pero falta de
seguridad; y el niño la tiene, pero imperfecta."[20]
De igual manera ocurre a decir de Aristóteles con las virtudes morales o
éticas: "que todos han de participar de ellas, pero no del mismo modo,
sino sólo en la medida que conviene a la función de cada uno."[21]
Por lo tanto, y anticipándose al análisis que realizará Nietzsche sobre lo
bueno y lo malo en el sentido de que no son unívocos y que se predican por lo
menos en dos sentidos, Aristóteles va a concluir "que no es lo mismo la
prudencia propia del hombre que la de la mujer, ni la valentía ni la justicia,
como creía Sócrates. Sino que hay una valentía propia del gobernante y otra del
subordinado, y del mismo modo sucede también con las demás virtudes."[22]
Aristóteles
es un firme defensor de la propiedad privada y de la existencia de una cierta
esfera particular de vida privada de los ciudadanos frente al Estado. El Estado
supone una cierta sociabilidad natural y una cierta comunidad (política) entre
los ciudadanos. Esto no significa que todo haya de ser en común como
preconizaba el maestro de Aristóteles, Platón, con su socialismo o comunismo
filosófico aristocrático frente al liberalismo o conservadurismo oligárquico o
burgués preconizaco por Aristóteles como se verá más adelante. El comunismo de
Platón sufre un duro ataque por parte de Aristóteles. Un exceso de unidad como
el buscado y querido por Platón es contraproducente, destruye el Estado. El
Estado puede ser compatible con diferencias internas entre individuos, familias
y grupos sociales y ello no es grave según Aristóteles, es que tiene forzosamente
que ser así por physis. Aristóteles tiene muy claro que "Una ciudad no se
compone de iguales."[23]
Con lo cual podemos afirmar a decir de Aristóteles que "aquellos elementos
con los que ha de constituirse una ciudad se diferencian de modo
específico."[24]
Ocurre que el autogobierno de los ciudadanos es imposible no digamos el de la
humanidad después de todo lo visto más arriba. Por ello, los ciudadanos se
turnan en el ejercicio del poder político. Esto hace que no siempre sean los
mismos los que mandan, aunque a juicio de Aristóteles "es evidente que
sería mejor que mandaran siempre los mismos, a ser posible."[25]
Si todos los ciudadanos son iguales, todos deben participar por igual en el
poder. Está claro para Aristóteles pues, que no hay que buscar la unidad como
algo prioritario en el Estado. Las diferencias están bien si existen y no hay
que pretender anularlas como pretendía Platón. Así, pues, "queda claro que
la ciudad no es por naturaleza tan unitaria como afirman algunos, y que lo que
postulan como el mayor bien de las ciudades las destruye."[26]
El
comunismo platónico tiene el inconveniente en que lo que es de todos no es de
nadie y nadie se preocupa entonces de lo público. "Además de éstos, la
propuesta presenta otro defecto. Lo que es común a muchos obtiene un mínimo de
cuidado. Pues todos se preocupan de sus cosas propias, y menos de lo común, o
tan sólo en lo que les atañe."[27]
El comunismo de mujeres e hijos es además inviable. Si se desinteresan los
ciudadanos por los bienes de todos que no son de nadie, igual ocurrirá con los
hijos.
En
general, Aristóteles está a favor de la propiedad privada, pues "En
general, la convivencia y la puesta en común de todas las cosas humanas es
difícil, y sobre todo en este terreno."[28]
Propuesta de Aristóteles: el término medio entre la propiedad común y la
propiedad privada. "Pues es preciso que en cierto modo la propiedad sea
común, aunque sea en general privada."[29]
Así, concluye Aristóteles: "Por lo tanto, es claro que es mejor que los
bienes sean privados, pero que para su utilización se hagan comunes."[30]
Es que el hombre es egoísta y eso no es
malo tal y como afirmaba Platón. Seamos realistas: no es malo ser egoísta, sino
más egoísta de lo normal, de lo debido. Como siempre en Aristóteles, lo bueno
es el término medio entre el defecto y el exceso. "Pues no en vano cada
uno se tiene amor a sí mismo, sino que esto es algo natural. Se censura el
egoísmo justamente; pero éste no consiste en amarse a sí mismo, sino en amarse
más de lo que se debe, y de igual modo pasa con el amor al dinero, ya que
todos, en definitiva, amamos cada una de estas cosas."[31]
Palabras éstas que hubiera podido muy bien pronunciar cualquier liberal o
cualquier utilitarista inglés, vgr. Bentham. Además, argumento sutil de
Aristóteles, ¿Cómo puedes ser generoso con alguien si no tienes nada que
ofrecerle a ese alguien? "Por otra parte, el hacer favores y socorrer a
los amigos, huéspedes y camaradas, es lo más agradable, y esto sólo se realiza
gracias a la propiedad privada."[32]
Pues, como subraya Aristóteles, insistiendo en ello de nuevo, "Nadie
podría demostrar que es generoso ni realizar ninguna acción generosa, ya que la
práctica de la generosidad se basa en el uso de los bienes propios."[33]
La sociedad humana es plural, diversa, heterogénea, con elementos diferenciados
específicamente. Una excesiva unidad destruye la sociedad y el Estado. El
realismo aristotélico se muestra a las claras con la mayor intensidad en una
frase que todos podemos pronunciar ahora, en nuestros días: "Casi todo
está ya inventado,"[34]
Además, con sólo la educación no basta para transformar la sociedad. Eso es
idealismo utópico a decir de Aristóteles, quien piensa que harían falta cambios
sociales y legales y además la filosofía para enderezar una sociedad. Es
absurda según Aristóteles la igualdad entre hombres y mujeres. "Es absurdo
aducir la comparación con los animales, en cuanto a que las mujeres deben
ocuparse de los mismos asuntos que los hombres, porque entre ellos no hay que
administrar la casa."[35]
Además, El Estado platónico no hace feliz a la sociedad, pues la felicidad es
una propiedad individual, distributiva, no atributiva, no global. Hablamos de
felicidad de una sociedad cuando todos sus miembros son felices. Aristóteles
rompe así con el mito del llamado "interés general". No hay interés
general si no hay intereses privados. No hay felicidad general si no hay
felicidad individual de todos los individuos. El ataque a las formas platónicas
no puede ser más feroz e implacable. Las abstracciones vacías no son más que
palabras. Aquí Aristóteles se nos muestra un agudo nominalista o un agudo
empirista individualista.[36]
Spinoza será en el futuro otro gran debelador de los conceptos universales
abstractos como encubridores de falsedades, tal y como ya lo fue Ockham. Sólo
existe lo concreto para Aristóteles, por ello, para él conceptos como
"bien común", "interés general", "felicidad del Estado
o en general" son conceptos oscuros, ideológicos, pura retórica vacía.
Aquí Aristóteles está a punto de decir que los conceptos generales abstractos son
un auténtico asylum ignorantiae.
El
régimen político no es otra cosa que una determinada organización de los
habitantes de la ciudad o del Estado. Hay que definir entonces qué y quién es
el ciudadano: "El ciudadano sin más por ningún otro rasgo se define mejor
que por su participación en la justicia y en el gobierno."
[37] Si cambia el régimen
político o la constitución de un Estado, cambia automáticamente el ciudadano.
Cada régimen fabrica sus propios ciudadanos. Es ciudadano el que pueda
participar en las instituciones políticas del Estado. "Así que quién es el
ciudadano, de lo anterior resulta claro: aquel a quien le está permitido
compartir el poder deliberativo y judicial que es ciudadano de esa ciudad, y
ciudad, en una palabra, el conjunto de tales personas capacitado para una vida autosuficiente."[38]
En la práctica ciudadano es aquel que es hijo de ciudadano y de ciudadana. La
ciudad si por algo se define es por su constitución política. Si la
constitución política, sus leyes cambian, entonces, la ciudad cambia también.
Cada régimen exige de los ciudadanos una virtud política o cívica diferente.
Aristóteles
distingue entre virtudes políticas y virtudes éticas. Se puede ser un buen
hombre sin ser un buen ciudadano. No tienen por qué coincidir ambos conceptos.
No se trata de que los ciudadanos sean hombres buenos, sino de que sean buenos
ciudadanos. La virtud de los ciudadanos no es igual en todos, pues son
diferentes entre ellos.
El
buen ciudadano debe saber mandar y obedecer. El buen ciudadano y el buen hombre
no deben ser esclavos. Tampoco deben desempeñar trabajos serviles o mecánicos,
esto es, manuales, pues esto los envilecería y degradaría, "pues de lo
contrario sucede que ya no es uno señor y otro siervo."[39]
Para poder mandar hay que saber obedecer. "Esa es precisamente la virtud
del ciudadano: conocer el mando de los hombres libres en uno y otro
sentido."[40] La
prudencia o sensatez es la única virtud necesaria propia del que manda. Las
demás deben ser comunes a gobernados y gobernantes. Se ve así la asimetría de
la política: distinción entre los gobernantes y los gobernados. Siempre habrá
tal distancia entre ambos polos. Siguiendo al Platón de las "Leyes",
que eximía a los ciudadanos de trabajar, Aristóteles afirma sin ningún empacho
lo siguiente: "Pero la ciudad mejor no hará ciudadano al obrero, y, en el
supuesto de que también éste sea ciudadano, la virtud que antes dijimos propia
del ciudadano no se atribuirá a cualquiera, ni al libre solamente, sino a
aquellos que estén exentos de los trabajos necesarios."[41]
De todos modos, como existen distintos regímenes políticos, según de qué
régimen político se trate así los jornaleros o trabajadores serán ciudadanos o
no. En algún régimen político el obrero o jornalero será ciudadano. En otro
será imposible, como en la aristocracia, "donde los títulos se otorgan por
virtud y dignidad; pues no es posible que se cuide de lo de la virtud quien
lleva una vida de obrero o jornalero."[42]
En la oligarquía, en la cual la participación política es censitaria, el obrero
o artesano podría ser ciudadano, no así el jornalero por cuestiones de renta o
nivel de ingresos per cápita.
Un
"Régimen político es una organización de la ciudad, de sus magistraturas y
especialmente de la que tiene autoridad sobre todas. Pues en todas partes es
soberano el sector dominante de la ciudad y sector gobernante es el
régimen."[43]
Cuando un régimen político busca y procura el bien común es un régimen recto y
cuando procura sólo satisfacer los intereses del grupo dominante, entonces es
un régimen erróneo: "Es evidente, desde luego, que todos los regímenes que
miran por el bien común son rectos, desde el punto de vista de lo absolutamente
justo, y que cuantos atienden sólo a lo particular de los gobernantes son
erróneos y todos ellos desviaciones de los regímenes rectos; pues son
despóticos y la ciudad es comunidad de hombres libres."[44]
Los regímenes despóticos no tratan a los ciudadanos como a hombres libres, sino
como esclavos y eso es intolerable. Aristóteles da el primer paso en la
formulación de la teoría o tesis del imperio de la ley y no como algo
defectuoso como diría Platón para sustituir o suplir al saber sino como única
fuente de legitimidad y de autoridad compatible con la dignidad y libertad del
ciudadano.
Los
regímenes políticos rectos son tres: Monarquía, Aristocracia y República. Las
desviaciones respectivas de estos tres regímenes políticos rectos son: Tiranía,
Oligarquía y Democracia. Esto es insuficiente para Aristóteles. Bien pudiera
ocurrir que los ricos fueran mayoría o que los pobres fueran minoría pero muy
fuertes. Entonces la estructura de estos regímenes cambiaría profundamente y
las definiciones habría que corregirlas a la vista de estos hechos. Así, por
ejemplo, declara Aristóteles que la diferencia entre Oligarquía y Democracia no
estriba en el número de gobernantes, sino en la riqueza y la pobreza.
"pero en lo que se diferencian la democracia y la oligarquía entre sí es
la pobreza y la riqueza;"[45]
Aristóteles se interesa por las transiciones entre oligarquía y democracia: en
dónde termina la una y empieza la otra. Todo depende de la definición de
justicia: "Por ejemplo, parece que igualdad es lo justo, y lo es, pero no
para todos, sino para los iguales; y lo desigual parece que es justo, y
ciertamente lo es, pero no para todos, sino para los desiguales."[46]
La justicia depende para Aristóteles para quién sea, pues los hombres no son
iguales y los ciudadanos tampoco. El Estado busca la vida buena en orden a una
vida perfecta y autosuficiente. Aquí surge la amistad política como virtud
fundamental del ciudadano. Es bueno que los ciudadanos sean amigos entre sí.
"Fin de la ciudad es, por tanto, el bien vivir, y todo eso está orientado
a ese fin. La ciudad es la asociación de familias y aldeas para una vida
perfecta y autosuficiente. Y ésta es, como decimos, la vida feliz y
bella."[47] Más
adelante en "Política" VII, 8, 1328 a afirmará que la polis es
"una comunidad de iguales que aspira a la mejor vida posible".
El
gobierno de la mayoría es mejor que el de unos pocos. Esta afirmación dice
Aristóteles que es cierta. "Pues los muchos, cada uno de los cuales es en
sí un hombre mediocre, pueden sin embargo, al reunirse, ser mejores que
aquellos, no individualmente, sino en conjunto;"[48]
El fin
de la actividad política es la justicia, el bien, lo justo. Si hubiera un
hombre superior, sabio, justo, noble en un Estado, lo justo, lo razonable sería
entregarle el poder. Esto sería la monarquía. A esta conclusión había llegado
Platón en el "Político". Como no existe el sabio, no se le puede dar
a un solo hombre todo el poder. La ley por su universalidad aparece como el
único resorte de racionalidad y alejado de las pasiones. "Y es mejor
aquello a lo que no se asocia lo pasional que aquello a que le es algo
connatural. Efectivamente, en la ley esto no se encuentra, mientras que toda
alma humana lo tiene necesariamente."[49]
Afirma Aristóteles que "la ley es la razón desprovista de pasión"[50]
Es mejor obedecer a la ley que a un hombre. Igual que la virtud era término
medio entre el exceso y el defecto, así igualmente ocurre con la virtud. Sin
embargo, no basta la ley, puesto que la ley puede ser injusta o justa.[51]
Por eso defiende Aristóteles la elaboración democrática de la ley.[52]
La
explicación que encuentra Aristóteles para justificar la existencia de diversos
regímenes políticos no es otra sino que el Estado es un compuesto de partes
diferentes. El Estado es una totalidad atributiva. "Pues bien, la
explicación de que haya varios regímenes es que hay varias partes en toda
ciudad."[53]
Siendo realista, Aristóteles sólo se va a ocupar de los dos regímenes políticos
realmente existentes más abundantes y ello a despecho de su clasificación de
los regímenes políticos en rectos y desviados. Sólo hay dos regímenes
políticos: democracia y oligarquía. "Pero sobre todo parece que hay dos, e
igual que en el caso de los vientos se habla de los vientos del Norte y del
Sur, en tanto que los demás son desviaciones de éstos, así también entre los
sistemas hay dos, democracia y oligarquía; pues la aristocracia se considera
una especie de la oligarquía, ya que es una oligarquía en cierto modo, y la
llamada república una especie de democracia,"[54]
Democracia es el gobierno de los hombres libres y oligarquía es el gobierno de
los ricos. "Por tanto, más bien hay que decir que una democracia existe
cuando los más libres ejercen la autoridad, y una oligarquía cuando los ricos,
si además aquéllos son muchos y éstos pocos, ya que libres hay muchos pero
ricos pocos."[55]
Sin embargo, en la democracia, han de gobernar los libres pero pobres y en la
oligarquía los ricos y más nobles, que son pocos: "tendremos democracia
cuando los libres y pobres, siendo muchos, tengan el control del poder, y
oligarquía cuando los ricos y más nobles, siendo pocos."[56]
Anticipándose al materialismo histórico y siguiendo indicaciones aparecidas en
la "República" de Platón, afirma Aristóteles que en todo Estado hay
dos clases principales: la de los ricos y la de los pobres que están en
permanente lucha. La forma de gobierno depende de la estructura social y del
reparto de la riqueza y de la propiedad. Por eso, Aristóteles considera sólo de
hecho, dos sistemas: la democracia y la oligarquía. Dicho esto, Aristóteles
establece las clases de democracia, pues Aristóteles considera que no existe un
tipo único de democracia ni un tipo único de oligarquía. Aristóteles va a hacer
depender la estructura política de la estructura social. Se va esbozando aquí la distinción entre
Estado y Sociedad Civil que Hegel, profundo admirador de Aristóteles
desarrollará ampliamente en sus "Líneas fundamentales de la Filosofía del
Derecho". Las clases de democracia según Aristóteles son las siguientes:
La
Primera es la que se funda en la igualdad. "Pues bien, la primera
democracia es la que se funda sobre todo en la igualdad; e igualdad según la ley
de dicha democracia consiste en no sobresalir más los pobres que los ricos, ni
tener la autoridad unos u otros, sino ser iguales ambos. Pues si la libertad se
encuentra principalmente en la democracia como piensan algunos y también la
igualdad, esto se puede lograr en especial, si en especial todos participan por
igual en el gobierno. Y puesto que el pueblo es mayoría, y prevalece la opinión
de la mayoría, necesariamente ésta es una democracia."[57]
Es el gobierno de "todo el pueblo".
La
Segunda consiste en "que se establezcan las magistraturas a partir de las
rentas, siendo éstas pequeñas; y debe existir la posibilidad para el que
adquiera riqueza de intervenir en el gobierno y para quien la pierda de no
intervenir."[58]
La
Tercera "consiste en que participan todos los ciudadanos que no tienen que
dar cuentas, pero gobierna la ley."[59]
La
Cuarta "forma de democracia consiste en dar acceso a las magistraturas a
todo el mundo con la única condición de ser ciudadano, pero que gobierne la
ley;"[60]
La
Quinta "forma de democracia es en lo demás idéntica, pero ejerce la
autoridad la masa y no la ley. Esto ocurre cuando lo que prevalece son los
decretos y no la ley; y se da esa situación por culpa de los demagogos."[61]
Esta última forma de democracia es la democracia tiránica o demagógica no
sujeta a leyes. Aristóteles explica esta forma aberrante de Estado de la
siguiente manera: "En efecto, en las ciudades que se gobiernan
democráticamente, según la ley, no tiene lugar el demagogo, sino que los
mejores ciudadanos ocupan la presidencia; pero donde las leyes no son
soberanas, allí aparecen los demagogos, pues el pueblo se erige en dirigente
único, uno solo formado de muchos, ya que muchos ejercen el poder, no
individualmente, sino colectivamente."[62]
Cuando el pueblo tiene el poder absoluto, sin ley, sin orden, ello es una
tiranía democrática en la que se desprecia a los mejores y en la que los
demagogos halagan al pueblo y fomentan la injusticia con decretos arbitrarios y
el desprecio de la legalidad: "Pues bien, dicho pueblo, igual que si se
tratara de un monarca, pretende reinar solo, sin regirse por la ley, y se hace
despótico, de forma que los aduladores son honrados. Tal democracia se
corresponde con la tiranía entre las monarquías y por eso sus características
son idénticas: ambos tratan despóticamente a los mejores, los decretos son como
allí los edictos y el demagogo y el adulador son los mismos y se corresponden.
Unos y otros adquieren mucho poder en ambos regímenes respectivamente, los
aduladores entre los tiranos y los demagogos entre los pueblos de esa índole.
Ellos son los responsables de que prevalezcan los decretos y no las leyes,
llevándolo todo ante el pueblo, pues se engrandecen porque el pueblo controla
todos los asuntos y ellos la opinión del pueblo, ya que el pueblo les obedece.
Además, los que acusan a los magistrados dicen que el pueblo debe juzgar, y
éste acepta encantado la invitación, de forma que todas las magistraturas
acaban por desaparecer.
Y sin
duda sería razonable la crítica de quien dijera que tal democracia no es un
sistema político. Pues donde no gobiernan las leyes, no hay sistema; ya que es
preciso que la ley gobierne todo [en líneas generales], aunque los aspectos
concretos, los magistrados, y que se considere régimen a éste. En consecuencia,
si la democracia es uno de los sistemas políticos, está claro que tal
situación, en la que todo se rige con decretos, ni siquiera es propiamente una
democracia; pues ningún decreto puede tener un valor universal. Así pues, las
formas de la democracia queden establecidas de esta forma."[63]
A
continuación, Aristóteles estudia las formas de oligarquía. La Primera forma de
oligarquía "consiste en que las magistraturas dependen de rentas tan altas
que no tienen acceso a ellas los pobres, siendo mayoría, y que es posible a
quien las tiene acceder al gobierno;"[64]
La
Segunda forma de oligarquía se daría "cuando las magistraturas dependen de
elevadas rentas y ellos mismos eligen a los que faltan;"[65]
La
Tercera forma de oligarquía "es cuando un hijo sucede a su padre;"[66]
La
Cuarta forma de oligarquía se da "cuando ocurre lo que ahora se dijo y
gobierna, no la ley, sino los magistrados. También se corresponde ésta entre
las oligarquías con la tiranía entre las monarquías y con la última forma de
democracia a la que nos referimos entre las democracias; a dicha oligarquía la
llaman dinastía."[67]
La
forma concreta de la monarquía depende de la estructura económica concreta.
Aristóteles
se anticipa notablemente a Juan Bodino (1530-1596) cuando distingue entre forma
de Estado y forma de Gobierno aunque sea ello de forma tímida y en esbozo en lo
que sigue: "pero no debe olvidarse que en muchas partes se ha llegado a
situaciones tales que el régimen legal no es democrático, pero por su hábito y
por su orientación se gobierna democráticamente, e igualmente a la inversa, en
otras, el gobierno legal es más democrático, pero por su orientación y por sus
hábitos es más bien oligárquico."[68]
Aristóteles
nos propone su régimen mixto. Es la república. "Sus características
resultan más claras, una vez que se ha precisado sobre la oligarquía y la
democracia; ya que es la república, sencillamente, una mezcla de oligarquía y
democracia."[69]
El buen gobierno según Aristóteles consta de buenas leyes que son obedecidas
voluntariamente porque se considera que son legítimas: "buen gobierno
debemos pensar que es, de un lado, obedecer a las leyes existentes, y de otro,
que sean buenas las leyes de quienes perseveran en ellas (pues también se puede
obedecer a leyes que sean malas). Y esta obediencia es posible de dos formas: o
a las mejores de las que tienen a su alcance o a las mejores en términos
absolutos."[70]
Según Aristóteles "tres son los elementos que se disputan la igualdad del
sistema político: libertad, dinero y virtud (el cuarto que se llama nobleza, va
unido a esos dos, pues nobleza consiste en antigua riqueza y virtud)"[71]
Aquí parece Aristóteles distinguir entre República= Ricos + Pobres o bien
Dinero + Libertad y Aristocracia= Dinero + Libertad + Virtud.
La
república es el régimen político más adecuado según Aristóteles. Es la mezcla
de democracia y oligarquía: "la clave de que estén bien mezcladas
democracia y oligarquía la tenemos cuando se puede calificar al mismo sistema
de democracia y oligarquía."[72]
Aristóteles
se pregunta cuál es el mejor régimen empíricamente real y posible. "¿Cuál
es el mejor régimen y cuál el mejor tipo de vida para la mayoría de las
ciudades y para la mayoría de los hombres si, respecto a virtud, no reúnen la
superior a la normal, ni, a educación, la que precisa una naturaleza y unos
medios afortunados y ni, a sistema de gobierno, el que se ajuste al ideal, sino
un modo de vida que está al alcance de casi todos y un sistema de gobierno con
el que pueden contar casi todas las ciudades?" [73]Es
la República o politeia. En la república se combinan los dos principios de
calidad y cantidad. La calidad viene de la riqueza, libertad, nobleza y de la
educación. Es el factor oligárquico. La cantidad es la capacidad política
derivada del número y de la superioridad numérica. Es el factor democrático[74].
Esto garantiza una opinión pública razonable y no corrompida ni manipulable.
Esto se concreta en su teoría de la clase media como factor de estabilidad
política, de eutaxia política, esto es, de duración en el tiempo del régimen
político. Si en la "Ética a Nicómaco" se había definido la virtud
como término medio, entonces también podría ser en política el término medio la
virtud política, el régimen político, esto es, la politeia. "Si en la
Ética se ha explicado satisfactoriamente que la vida feliz es la que de acuerdo
con la virtud ofrece menos impedimentos, y el término medio es la virtud, la
intermedia será necesariamente la vida mejor, por estar al alcance de cada cual
el término medio; y estos mismos criterios tienen que aplicarse también a la
virtud y maldad de la ciudad y del régimen político, ya que el régimen político
es en cierto modo la vida de la ciudad."[75]
El
análisis sociológico de Aristóteles distingue tres clases sociales en el
Estado: "En todas las ciudades hay tres elementos propios de la ciudad:
los muy ricos, los muy pobres, y tercero, los intermedios entre éstos"[76]
La clase media es la mejor de todas las clases. Lo moderado es lo mejor y lo
intermedio. La república, el mejor régimen político descansa sobre la existencia
de la clase media. Hay tres razones para preferir la clase media: 1ª. En el
término medio está la virtud. 2ª. Argumento político: "La ciudad pretende
estar integrada por personas lo más iguales y semejantes posibles, y esta
situación se da, sobre todo, en la clase media; por tanto, esta ciudad será
necesariamente la mejor gobernada, [la que] consta de aquellos elementos de los
que decimos que por naturaleza depende la composición de la ciudad; y
sobreviven en las ciudades, sobre todo, estos ciudadanos; pues ni ambicionan lo
ajeno, como los pobres, ni otros ambicionan su situación, como los pobres la de
los ricos; y al no ser objeto de conspiraciones ni conspirar ellos, viven
libres de peligro."[77]
3ª Otro argumento político consecuencia del anterior: la eutaxia política. Las
revoluciones son menos probables allí donde existe una amplia y numerosa clase
media. G.W.F. Hegel (1770-1831) sostendrá en
sus “Principios de la Filosofía del Derecho” (1821) tesis parecidas que,
evidentemente, están inspiradas en Aristóteles.[78]
Aristóteles
va a ser el primer filósofo político de la historia de la filosofía política
occidental en distinguir los tres poderes del Estado o funciones del Estado:
legislativa, ejecutiva y judicial.[79]
De aquí sacará su teoría de los tres poderes del Estado y de su división
Montesquieu. Cada uno de estos poderes o funciones del poder político puede
estar constituido democráticamente u oligárquicamente según el procedimiento
que se emplee para nombrar a los miembros de los órganos pertinentes: el sorteo
es democrático y la elección o votación es oligárquica.
Todos
los regímenes políticos necesitan tener una cierta justicia. Un régimen
político absolutamente injusto no puede durar mucho. Aunque la eutaxia y la
justicia no son lo mismo, lo cierto es que sin justicia no hay eutaxia. Si el
Estado es gobierno de iguales y libres sobre iguales y libres, entonces, la
inestabilidad política es siempre un problema de la opinión o representación
que los ciudadanos se forjan sobre la igualdad. "Por consiguiente, todos
los sistemas encierran un cierto grado de justicia, pero, en términos
absolutos, están equivocados; y por esa razón, cuando los ciudadanos no
intervienen en el régimen de acuerdo con la idea que cada cual pueda tener, se
rebelan."[80]
Según Aristóteles, "De dos clases es la igualdad; pues existe la igualdad
aritmética y la basada en el mérito."[81]
El problema de la eutaxia se plantea de la siguiente forma en la política de
los Estados. Cuanto más oligárquico sea un régimen oligárquico, más tiránico lo
experimentarán los ciudadanos. Cuanto más democrático sea un régimen
democrático, más tiránico será. La cuestión práctica que se plantea Aristóteles
aquí es la siguiente: ¿Qué hacer para favorecer la eutaxia política del Estado?
Para empezar, la democracia es más estable que la oligarquía: "De todos
modos, más segura y estable es la democracia que la oligarquía; pues en las
oligarquías se dan dos formas de revuelta -la de los propios oligarcas entre sí
y la de éstos con el pueblo- y en las democracias sólo la del pueblo contra la
oligarquía, mientras que la revuelta de éste contra sí mismo -al menos algo
digno de mención- no se produce entre el pueblo. Además, la república de la
clase media se parece más a la democracia que a la oligarquía; y precisamente ése
es el más seguro de tales sistemas."[82]
Cuanto más acentúa su principio constitutivo formal una forma de gobierno,
tanto más problemática e inestable se vuelve ésta.
A
continuación, Aristóteles examina las causas de las sediciones internas, pues
lo peor que le puede ocurrir a un Estado es su autodestrucción por sus propios
ciudadanos, la guerra civil. "Pues bien, la causa de su disposición
favorable al cambio en general hay que ponerla en relación principalmente con
la que de pasada ya hemos mencionado: los que aspiran a la igualdad, se rebelan
si creen tener menos, siendo iguales, que los que tienen más; y los que aspiran
a la desigualdad y la superioridad, si sospechan que, siendo desiguales, no
tienen más, sino igual o menos (y a esto puede ser que unas veces aspiren
justamente, pero otras puede ser que injustamente); así pues, si son
inferiores, se rebelan para ser iguales y, si son iguales, para ser superiores.
Queda dicho, por tanto, con qué estado de ánimo se lanzan a la
revolución."[83]
Estos son los motivos declarados, los que los antropólogos denominaríamos,
motivaciones o razones emic. Los motivos etic vienen a renglón seguido
mencionados por el propio Aristóteles: "Aquello por lo que se rebelan, es
el afán de lucro, el honor y lo contrario de esto. Pues para evitar la deshonra
y el castigo, bien en interés propio o en el de los amigos, promueven alborotos
en las ciudades."[84]
Lucro, descuido, nimiedades, falta de homogeneidad, crecimiento desmesurado,
intrigas, desprecio, engreimiento, miedo, afán de dominio, honor. He aquí las
motivaciones psicológicas que mueven a los individuos a incitar y provocar
sediciones internas en los Estados con grave riesgo de destruir la eutaxia
política. La cuestión política desde la perspectiva del régimen político es ¿Qué
ha de hacer el régimen para conseguir la eutaxia política? Esto vale para todos
los regímenes políticos. Los cambios se pueden hacer por la violencia o con el
engaño o con ambas armas. "En resumen, pues, los principios y causas de
las sublevaciones y de los cambios que afectan a todos los regímenes son de
esta forma. Los agitadores políticos actúan unas veces con la violencia y otras
con el engaño: con la violencia, forzando al cambio inmediatamente, desde el
principio, o más tarde; y en cuanto al engaño, también es doble. Pues a veces,
embaucando a los ciudadanos, primero les hacen cambiar el régimen de buen grado
y luego les someten por la fuerza en contra de su voluntad;[85]
En las
democracias, las revoluciones se producen a causa de los demagogos. Provocan la
reacción de los ricos. "Pues bien, las democracias principalmente cambian
debido a la falta de escrúpulos de los demagogos; en efecto, en privado,
delatando a los dueños de las fortunas, favorecen su unión (pues el miedo común
pone de acuerdo hasta a los más enemigos) y en público, arrastrando a la
masa."[86]
Siempre la demagogia siembra el odio de clase y ello puede acarrear una
revolución. "Pues unas veces, por agradar al pueblo, perjudicando a los
principales, favorecen su unión, repartiendo sus fortunas o sus ingresos
mediante los impuestos, y otras levantando calumnias para poder confiscar las
propiedades de los ricos."[87]
De la demagogia ha surgido la tiranía según Aristóteles.
En las
oligarquías, las revoluciones se producen por el perjuicio que los oligarcas
ocasionan a la masa. "Las oligarquías cambian en especial de dos formas
muy claras: una, si perjudican a la masa; pues todo el mundo en potencia es un
caudillo, máxime cuando ocurre que el dirigente sale de la propia
oligarquía;"[88]
Otras veces el cambio o sedición surge en las oligarquías por las propias
disensiones internas entre los ricos: "También el comienzo de la revuelta
por otras causas, tiene diferencias: así algunas veces, por los propios ricos,
pero por los que se encuentran en los cargos, surge la sedición, cuando son
demasiado pocos los que gozan de autoridad;"[89]
También ocurre la tendencia hacia la demagogia entre los oligarcas "De
otra parte, se agitan las oligarquías también debido a los propios oligarcas,
cuando por rivalidad se dedican éstos a la demagogia. Y la demagogia es doble:
la que se practica entre los oligarcas mismos -pues un demagogo puede aparecer
aunque sean muy pocos, […]- o cuando los oligarcas tratan de captarse a la
masa,"[90] Si
hay acuerdo o consenso interno entre los oligarcas, la oligarquía resulta muy
difícil de destruir: "Pero una oligarquía donde reina un común acuerdo, no
es fácil de destruir desde dentro;"[91]
También
afirma Aristóteles que la falta de justicia atenta contra la eutaxia política.
Es necesario en el caso de la república una buena eucrasis (buena mezcla) entre
oligarquía y democracia como condición para lograr un correcto equilibrio y una
buena estabilidad política y que sea duradera: "Se descomponen
principalmente las repúblicas y las democracias por la violación de la justicia
en el propio seno del régimen. Y el punto de partida es que no están bien
fundidas en la república, democracia y oligarquía, ni en la aristocracia, éstas
y la virtud; pero sobre todo las dos -por las dos me refiero a democracia y
oligarquía-, ya que las repúblicas y la mayoría de las que llamamos
aristocracias, tratan de fundir estos sistemas de gobierno."[92]
Cuando la mezcla política tiende hacia la oligarquía, el régimen mixto se llama
aristocracia. Cuando la mezcla política tiende hacia la democracia, el régimen
mixto se llama república. Las repúblicas son más estables que las
aristocracias, puesto que crean un mayor consenso social con la igualdad que
las oligarquías, fundadas en una desigualdad originaria. "Así pues, se diferencian
las aristocracias de aquellas a las que damos el nombre de repúblicas en esto y
por esto de ellas son unas menos y otras más duraderas; pues a los sistemas que
se inclinan más hacia la oligarquía los llaman aristocracias y a los que hacia
la masa, repúblicas, y, por tanto, ésas son más seguras que las otras; ya que
más fuerte es lo numeroso y todo el mundo está más contento con la igualdad,
mientras que los que viven en la abundancia, si el régimen les otorga la
supremacía, aspiran al engreimiento y la ambición."[93]
Los regímenes políticos deben hacer verdaderos equilibrios de habilidad y
astucia para contentar a todos y así yugular las posibilidades de sedición
interna. Acerca de estas maniobras maquiavélicas para conseguir la eutaxia
política trata pormenorizadamente Aristóteles en el Libro V de la
"Política".
Según
Aristóteles, "Tres condiciones deben tener los que van a desempeñar los
cargos de más responsabilidad: primero, amor hacia el régimen establecido;
luego, la mayor competencia en los asuntos de su cargo; y en tercer lugar,
virtud y justicia, en cada régimen la adecuada a ese régimen (pues si no es
idéntico lo justo en todos los regímenes, necesariamente hay distintos tipos de
justicia)."[94] La
Justicia es una virtud política, no ética como entendía confusamente Platón,
aunque finalmente, Platón, considera en la "República" y en las
"Leyes" que la justicia es una virtud política, no tanto individual,
sino social. En Aristóteles la justicia depende del régimen de que se trate. Es
virtud política, no privada o individual. Utilizando terminología de Gustavo
Bueno[95]
podríamos decir que la justicia es una virtud moral o política, no ética.
Cada
régimen político deberá controlar la educación y ponerla al servicio
precisamente de su perduración como tal régimen político. Se trata para los
niños de "recibir una educación acorde con los sistemas políticos."[96]
Igual que en Platón, la educación forma parte de los resortes del poder
político para alcanzar su estabilidad política. "Y consiste el recibir una
educación acorde con el sistema no en esto, en hacer aquello de lo que gustan
los oligarcas o los partidarios de la democracia, sino aquello con lo que
puedan unos gobernar oligárquicamente y otros democráticamente."[97]
El planteamiento de la filosofía política de Aristóteles consistente en buscar
los remedios para aumentar la eutaxia política de los regímenes diversos
incluye también la tiranía. También la tiranía se puede salvar adoptando las
tácticas políticas convenientes. Son famosas pues, las páginas de la "Política",
Libro V, donde Aristóteles describe los procedimientos que debe usar el tirano
para permanecer en el poder: "Son las medidas hace tiempo señaladas para
la salvación, en lo posible de la tiranía, impedir a los que sobresalen y
eliminar a los sensatos, no permitir ni banquetes comunitarios ni asociaciones,
ni educación, ni ninguna otra cosa similar; sino evitar todo aquello de donde
suelen brotar estas dos cualidades: resolución y confianza; prohibir además la
existencia de escuelas y de otros círculos culturales y facilitar cuanto esté
orientado a que todos se desconozcan lo más posible unos a otros (pues el
conocimiento engendra en mayor grado la mutua confianza); también, que los
habitantes de la ciudad estén siempre a la vista y charlen en sus puertas (pues
así pueden ocultar con menos facilidad a qué se dedican y se acostumbrarán a
pensar poco, siendo siempre sumisos);"[98]
Coincide con Platón Aristóteles en que el tirano utiliza la guerra para
mantenerse en el poder al tener al pueblo ocupado con la amenaza exterior.
"Es además promotor de guerras el tirano, con el fin de que sus súbditos
estén ocupados y vivan en la necesidad de un dirigente."[99] Hay algo que tienen de inquietantemente en
común tiranías y democracias: la adulación, la demagogia. Al pueblo le gusta
ser monarca y "Por ello el adulador es apreciado en ambos regímenes: en
las democracias, el demagogo (ya que el
demagogo es un adulador del pueblo) y entre los tiranos los que les rodean
rastreramente, en lo cual precisamente consiste la adulación. Y también por
esto es amiga de malvados la tiranía, pues gustan de ser adulados, y eso no lo
haría nadie con sentimientos de nobleza; sino que los nobles, o son amigos o no
adulan. En cambio, apropiados son los viles para las vilezas;"[100]
Según Aristóteles, la tiranía descansa en tres supuestos: 1. Que no piensen
mucho los súbditos. 2. Divide et impera. 3. Miedo a actuar en contra de ella.
"la tiranía se basa en tres supuestos: uno, que los súbditos piensen poco
(pues contra nadie puede conspirar el pusilánime); en segundo lugar, que
desconfíen unos de otros (pues no desaparece la tiranía sin que antes se tengan
confianza algunos; por eso también luchan contra los discretos, creyéndolos
perjudiciales para su gobierno; no sólo porque no se resignan a ser gobernados
despóticamente, sino también porque inspiran confianza para ellos mismos y para
los demás); y en tercer lugar, la imposibilidad de actuar (pues nadie se lanza
a lo imposible, de tal forma que una tiranía no cae si falta la fuerza)."[101]
Así el tirano busca que haya desconfianza mutua entre sus súbditos, que no
adquieran poder y que piensen poco. Además, el tirano debe saber disimular,
promover una imagen positiva de él ante la masa. Se trata de aparentar, tal y
como recomendará Maquiavelo en "Il Principe" en 1513. Maquiavelo es
un fiel discípulo pues de Aristóteles.
Los
regímenes políticos que menos duran son la oligarquía y la tiranía.
"Realmente, de todos los regímenes son los menos duraderos la oligarquía y
la tiranía."[102]
Las tiranías suelen ser de corta duración. Su eutaxia pues, es pobre, mala.
La
esencia de la democracia es la libertad. Aquí coincide Aristóteles con el
Platón de la "República", libro VIII. A esta libertad democrática se
suma la igualdad. Democracia es libertad e igualdad a decir pues de
Aristóteles: "Fundamento básico del sistema democrático es la libertad
(pues esto suelen decir, como si sólo en ese sistema se gozara de libertad, ya
que a esto aseguran que tiende toda democracia), y un rasgo de libertad es el
ser gobernado y gobernar alternativamente. En efecto, la justicia democrática
consiste en tener lo mismo numéricamente y no según el mérito; y siendo esto lo
justo, el vulgo necesariamente es el dueño y en lo que está de acuerdo la
mayoría, eso es la meta y eso es lo justo; ya que según ellos cada ciudadano
debe ser igual."[103]
Por esta razón en la democracia los pobres tienen el poder y mayor que los
ricos, por una cuestión de número. También ocurre igual que decía Platón en la
"República", que cada cual puede vivir como quiera. "Un rasgo
también es el vivir como se quiera; pues afirman que esto es obra de la
libertad,"[104]
La democracia es el reino de la mediocridad, lo rústico, lo vulgar, lo pobre,
la falta de buen gusto, el gusto por lo plebeyo. "Y puesto que una
oligarquía se define por el rango, la riqueza y la educación, lo específico de
la democracia parece que es lo contrario de esto: la falta de abolengo, la
pobreza y la rusticidad."[105]
Aristóteles además se da cuenta de que la justicia es algo que sólo interesa a
los débiles. Los poderosos no se preocupan lo más mínimo de ella. Aquí anticipa
Aristóteles las reflexiones posteriores de Nietzsche cuando diferencia éste
entre moral de los esclavos: democrática, igualitaria y moral de los señores,
aristocrática y desigualitaria. Ya antes Calicles en el "Gorgias" de
Platón había hecho afirmaciones similares. "efectivamente, siempre buscan
la igualdad y la justicia los más débiles, pero los poderosos no se preocupan
en absoluto de ello.[106]
De las
cinco clases de democracia arriba citadas, la mejor para Aristóteles es la
primera en orden, aunque en el capítulo 4 del libro VI de la
"Política", sólo distingue cuatro. En esta primera forma,
"Efectivamente, el vulgo aspira más al lucro que al prestigio."[107]
Las restantes formas de democracia son peores, "ya que su forma de vida es
banal y ninguna obra va acompañada de virtud,"[108]
Lo más
importante para Aristóteles es la duración de los regímenes políticos. Esta es
la eutaxia política. Se trata según Aristóteles de "pensar que no es
democrático ni oligárquico aquello que hará a la ciudad lo más democrática u
oligárquica posible, sino lo que la hará por más tiempo."[109]
Respecto
a las oligarquías, la oligarquía más perfecta y estable es la más perfecta a la
república. Las democracias sin embargo, son más estables que las oligarquías. A
las democracias les salva el número de sus partidarios. La oligarquía carece de
esto y debe salvarse por una buena organización (eutaxia). "Pues bien: a
las democracias, generalmente, las salva su densa población (ya que este factor
suple la falta de justicia según el mérito); pero la oligarquía, por el
contrario, es evidente que debe encontrar su defensa en la eutaxia."[110]
En los
pequeños Estados el número de cargos públicos será pequeño y en los grandes,
mayor. De todos modos, ha de haber un número básico de cargos públicos para
lograr la eutaxia. "En efecto, sin las magistraturas imprescindibles no
puede existir una ciudad, y sin las que atienden a la eutaxia y al orden no
puede ser habitada adecuadamente."[111]
En los
libros III, VII y VIII de la "Política" Aristóteles estudia el Estado
ideal. En el libro VII afirma que la ciudad tendrá una cantidad razonable de
habitantes. "Está claro, por tanto, que éste es el rasgo que mejor
caracteriza a una ciudad: la mayor cantidad de población que permitiendo una
autosuficiencia de vida, sea fácil de controlar."[112]
La población debe ser pues, adecuada tanto en cantidad como en calidad. El
territorio del Estado debe tener salida al mar. "La situación de la
ciudad, si tiene que ajustarse a nuestra idea, debe estar bien orientada hacia
el mar y hacia el interior"[113]
y ello en contra de la opinión manifestada por Platón en las "Leyes"
como ya se vio anteriormente. Los ciudadanos no pueden trabajar con las manos.
Ello les privaría de virtud. Así pues, "los ciudadanos no deben llevar una
forma de vida propia de obreros ni de comerciantes (pues esa forma de vida es
innoble y contraria a la virtud); ni tampoco ser campesinos los que vayan a
habitarla (pues se necesita tiempo libre para el nacimiento de la virtud y para
las actividades políticas)."[114]
La Política es asunto de una clase ociosa de ciudadanos tal y como la configuró
ya Platón, como hemos visto anteriormente, en las "Leyes". El
ciudadano es productor no de mercancías sino de virtud. Los que trabajan son
periecos, metecos o esclavos. Los ciudadanos primero serán soldados, luego
políticos y después sacerdotes. En este sistema ideal de Estado, la propiedad
es privada pero sus frutos se disfrutan en común en una buena parte. La guerra
debe hacerse de forma justa y no se deben esclavizar pueblos cuya naturaleza es
ser libres y que han nacido para mandar: "La práctica de la guerra no debe
hacerse por esto, para convertir en esclavos a pueblos que no son dignos de
ello, sino primero para evitar ellos mismos ser esclavos de otros, luego para
buscar la hegemonía con el fin de beneficiar a los gobernados, pero no para
dominarlos a todos, y tercero, para gobernar despóticamente a los que merezcan
ser esclavos."[115]
Estudia
finalmente Aristóteles el tema de la educación en el libro VIII de la
"Política". Nuevamente insiste en lo embrutecedor del trabajo físico
para el hombre y el ciudadano. "Una vez que se han distinguido los
trabajos dignos de hombres libres y los serviles, está claro que conviene participar
de todos los útiles que no embrutezcan al que los practica. Hay que considerar
embrutecedor todo trabajo, oficio y aprendizaje que deje incapacitado el
cuerpo, el alma o la inteligencia de los hombres libres para dedicarse a las
prácticas y ejercicio de la virtud. Por eso llamamos viles a todo ese tipo de
oficios que deforman el cuerpo y a las ocupaciones asalariadas, porque privan
de ocio a la inteligencia y la degradan."[116]
Se trata de educar para el ocio, para la reflexión, para la filosofía, para la
ciudadanía y la virtud política. Es que el ocio es la base de la felicidad, el
fin del hombre y del Estado. Por lo demás, la "Política" de
Aristóteles concluye afirmando que en cuanto a la educación. "Está claro
que hay que fijar en la educación estos tres márgenes de atención: el término
medio, lo posible y lo conveniente."[117]
[1] “Los tiempos de disturbios incitan a la
meditación. La crisis de la ciudad griega nos ha legado la “República” de
Platón y la “Política” de Aristóteles.”
Raymond Aron, “Paz y guerra entre las
naciones”, vol. 1. Alianza Universidad, Madrid, 1985, p. 25. Por eso durante el
Imperio Romano la reflexión filosófico-política estuvo ausente o por lo menos
no brilló a tanta altura.
[3] Podríamos considerar que toda la filosofía
platónica no es más que un discurso que gira en torno a los problemas éticos y
políticos que siempre preocuparon a Platón. La teoría de las Ideas, la
Dialéctica, su Idea de la Filosofía no son más que elementos o momentos
constitutivos esenciales de su Estado ideal o "politeía".
[5] Víd. Gustavo Bueno, "La ética desde la
izquierda" "El Basilisco" n´º 17 segunda época, , páginas 3-36,
1994. En donde se distingue entre Derecha negra y Derecha amarilla por el
predominio en la primera de la moral y de la ética en la segunda. La primera
sería la Derecha tradicional, reaccionaria, conservadora, fascista,
colectivista, mientras que la segunda sería la derecha liberal, el liberalismo.
Asimismo, la izquierda se divide también entre la Izquierda Blanca y la
Izquierda Roja. En la primera predominaría la perspectiva ética y en la segunda
la perspectiva moral. La primera sería la socialdemocracia y la segunda el
comunismo o socialismo marxista. Así, aquí queremos sostener la hipótesis
hermenéutica o filosófica consistente en afirmar que Platón en su filosofía
adopta la posición de la derecha negra y de la izquierda roja. De ahí el odio
que le profesan todos los liberales como Popper. Aristóteles, en cambio se
movería en el "centro", en la derecha amarilla, liberalismo y en el ámbito
de la izquierda blanca, socialdemocracia.
[6] Eutaxia viene del griego eutakteo, guardar
orden o disciplina, ser obediente, disciplinado o moderado. Eutáktos significa bien ordenado, obediente,
disciplinado; moderado. Eutaxia es pues, buen orden, disciplina, moderación.
Eutaxia es un término griego utilizado por Aristóteles en "Política",
Libro VI, capítulo VI, 1321 a. El filósofo español Gustavo Bueno, en su "Primer ensayo sobre las categorías
de las "ciencias políticas", Logroño, 1991 afirma que el núcleo de la
sociedad política es el ejercicio del poder que se orienta objetivamente a la
eutaxia de una sociedad divergente según la diversidad de sus capas. Siguiendo
a Aristóteles afirma que la praxis política debe orientarse a la consecución de
la eutaxia política. Siguiendo a Aristóteles, Bueno sostendrá que la duración
es el criterio objetivo más neutro posible del grado de eutaxia de una sociedad
política. Esto es un ejemplo de la actualidad del pensamiento político de
Aristóteles. Además podríamos citar el surgimiento del neoaristotelismo ético y
político en la escena filosófica contemporánea internacional de lengua
anglosajona sobre todo.
[7] Aristóteles, "Política", Libro I,
Cap. 1, 1252 a. Traducción de Carlos García Gual y Aurelio Pérez Jiménez,
Alianza Editorial, 1991. Madrid.
[10] Aristóteles, "Política", Libro I,
Cap. 2, 1253 a. Nietzsche concluía tal frase añadiendo irónicamente al
filósofo.
[78] Hegel, § 297 Filosofía
del Derecho, Traducción de Juan Luis
Vermal, Edhasa, Barcelona, 1999. “Los
miembros del gobierno y los funcionarios del Estado constituyen la parte
principal de la clase media, a la que pertenece la inteligencia culta y la
conciencia jurídica de la masa de un pueblo”. Agregado: “En la clase media, a
la cual pertenecen los funcionarios, reside la conciencia del Estado y la
cultura más destacada. Por eso, en cuanto a honestidad e inteligencia, ella es
el pilar fundamental del Estado. El Estado en el que no hay clase media no ha
alcanzado por lo tanto todavía un estadio elevado. Esto ocurre en Rusia, por
ejemplo, donde hay una masa de siervos y otra que gobierna.”.
[95] Víd. "Bueno, Iglesias, Hidalgo,
"Symploké" Júcar, Madrid, 1989 y "¿Qué es esa cosa llamada
ética?" de Alberto Hidalgo, Madrid, 1994, Cives. Esta distinción entre
ética y moral es fundamental en el materialismo moral formalista o trascendental.
La ética es un conjunto de normas distributivas que afectan a todos y a cada
uno de los individuos humanos, corpóreos en cuanto tales individuos formalmente
considerados sin distinciones de sexo, raza, religión, ideología, nación, etc.
La ética considera a los individuos humanos insertos en clases distributivas.
Correspondería la ética a los derechos del hombre en cuanto tal. La moral, en
cambio, es un conjunto de normas que consideran al sujeto individual humano en
cuanto integrado o integrante de grupos,
bandas, Estados, pueblos, partidos, naciones. Correspondería pues, la moral a
los derechos del ciudadano. La moral considera al sujeto humano individual como
formando parte de clases atributivas.
[114] Aristóteles, "Política", Libro VII,
Cap. 9. 1328b-1329 a. Víd. También "Política", Libro III, Cap. 5.
1278 a. Arriba citado antes.
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