Está
claro que las transiciones democráticas constituyen cambios cualitativos
acompañados de cambios cuantitativos dentro de los Estados o de las sociedades
políticas de las que se trate en cada caso considerado.
Sin
embargo, debemos aclarar que todo régimen político tiene que contar con la
obediencia pasiva o activa del pueblo, de la multitud. Por lo tanto, diremos
que todo régimen político es democrático en el sentido de que es aprobado de
manera tácita y explícita por la multitud como condición esencial de su
existencia y de su subsistencia o eutaxia política. El mando no podría
ejercerse si fuera el soberano desobedecido. La obediencia política es
enteramente voluntaria. Esto significa entonces que todo proceso de cambio
político es democrático. Por lo tanto, está justificado hablar de transiciones
democráticas aplicando el sintagma citado a todo tipo de procesos políticos de
cambio de un Estado o sociedad política que se considere. Entonces aquí se
trata de transiciones en el seno de un
Estado de un régimen a otro.
Revoluciones, mutaciones constitucionales, reformas, evoluciones,
constituyen formas de transiciones democráticas y no solamente los cambios que
conducen a lo que los politólogos denominan democracias, ya se trate de la
democracia ateniense o de las democracias burguesas de mercado pletórico de
bienes.
La
transición democrática del Imperio Romano que tuvo lugar a partir del año 193
con Septimio Severo afectó a las tres capas del cuerpo político: la capa basal,
la capa conjuntiva y la capa cortical y fue un cambio cualitativo y
cuantitativo. Se pasó de un Imperio Romano a otro Imperio Romano con nuevas
características y propiedades políticas, económicas y militares. Tal transición
democrática fue entonces un cambio accidental. Quiero decir que el Imperio
Romano duró otros 200 años más pero tuvo que sufrir cambios y transformaciones
necesarios para adaptarse a los nuevos hechos políticos de su presente como
consecuencia de la crisis de 193. En lo que sigue presentamos los hechos constitutivos
de la crisis del año 193 y de la transición democrática imperial romana y los
resultados y consecuencias derivados de la crisis y la respuesta de Septimio
Severo. Stricto sensu no es una transición democrática la crisis del 193 y sus
consecuencias a medio y largo plazo, ciertamente, en cambio, lato sensu sí que
lo es. Sabemos que en toda sociedad política hay vectores de poder descendentes
y vectores de poder ascendentes. El reinado de Septimio Severo es un reinado
decisivo en la historia del Imperio Romano por todo lo que vamos a informar más
adelante.
1.La
crisis del año 193.
El 31 de diciembre del 192 es asesinado mediante
estrangulación el emperador Cómodo por parte de un atleta. Es el final de una
época. Comienza para el imperio romano una crisis de cuatro años. Esta vez se
trata de guerras interprovinciales. Tenemos que señalar que Italia y el
Mediterráneo ya no eran entonces el centro del comercio europeo. Es el final de
una época de esplendor del Imperio Romano. El eje del Imperio se desplaza al
Rin y al Danubio. Los principales protagonistas de los golpes de Estado del 193
fueron Pescenio Níger en Siria, Septimio Severo en Panonia y Clodio Albino en
Britania.
Muerto
Cómodo sus asesinos disponen del Imperio. Escogen al prefecto de Roma, Publio
Helvio Pertinax. Pertinax se esforzó en restablecer y mantener la disciplina
del ejército y reorganizar la hacienda dilapidada bajo Cómodo. Su reinado
transcurre desde el 1-I-193 hasta el 28-III-193. Nació el 1 de agosto de 126.
Tenía pues 66 años. Fue asesinado por los pretorianos.
1.1.
La
subasta del imperio.
La
conjura que acabó con la vida de Pertinax fue tramada por Q. Emilio Leto.
Trescientos pretorianos se dirigieron al palacio imperial, donde encontraron el
apoyo del personal de servicio. Los pretorianos y el personal de servicio le
odiaban por su austeridad rayana en la tacañería. –Pertinax significa tacaño-
mientras que era querido por el pueblo, que se indignó al conocer la noticia de
su muerte. Pertinax había intentado aplacar a los amotinados. Al asesinato
contribuyó probablemente la noticia, que circuló por Roma, de que se iniciaba
una reforma de todo el personal nombrado por Cómodo.
Según
Dión Casio, en el asesinato del emperador participaron los dos aspirantes a
sucederle en el poder imperial: Didio Juliano, representante de la tendencia
filocomodiana, y Flavio Sulpiciano, su suegro, partidario de la continuidad de
la política comenzada por Pertinax. A continuación el Imperio Romano se puso en
subasta. Los dos candidatos prometieron dinero a la guardia pretoriana. Didio
Juliano prometió 250.000 sextercios; después entregó 30.000 a cada soldado,
mientras que Flavio Sulpiciano sólo ofreció 20.000. Como confirma Herodiano,
“fue la primera vez que se corrompieron las costumbres de los soldados, que se
habituaron a un insaciable y torpe deseo de riqueza, y perdieron todo respeto a
la autoridad imperial” y la subasta la ganó M. Didio Juliano, de 60 años y
reinó hasta el 1 de junio de 193, muriendo también asesinado. Así el mismo día
del asesinato de Pertinax, los pretorianos proclamaron emperador a Didio
Juliano. De esta manera en el año 193 se
abrió la veda del Imperio: en un año, cinco hombres ostentaron el título de
augusto (el oficial del emperador romano): Pertinax, Didio Juliano, Septimio
Severo, Pescenio Niger y Clodio Albino. Hicieron falta cuatro años de guerra
civil para que emergiera vencedor Septimio Severo, que haría de Roma un Estado
más militarizado y más orientalizado., en el que el poder imperial se hizo más
absoluto aún.
Didio
Juliano fue asesinado tras gobernar el Imperio dos meses y cinco días. Reinó
del 28 de marzo al 1 de junio de 193.
1.2.
La
guerra civil interprovincial.
Después
del asesinato de Pertinax, las legiones de Panonia Inferior proclamaron
emperador al legado protector L. Septimio Severo el 9 de abril en Carnuntum. Se
sumaron al pronunciamiento 15 legiones en total, de Mesia, Norico, Retia, Dacia
y Germania. Las legiones de Siria aclamaron emperador, a su vez en Antioquía, a
su legado Pescenio Níger. Éste tenía a sus órdenes tres legiones e,
inmediatamente recibió la adhesión de las tropas de Palestina, Capadocia,
Arabia y Egipto; es decir, de seis legiones. Níger dominaba Oriente. El legado
de Britania, D. Clodio Albino, africano como Septimio Severo –era originario de
Hadrumentum- , se le unió a Septimio Severo. Severo le dio el título de César,
que lo designaba como sucesor virtual. Con tales apoyos, el emperador de
Carnuntum se dirigió a toda prisa hacia Italia y Roma. Comenzaba la guerra
civil entre pretendientes al imperio de
cuatro años. Las guerras entre pretendientes (193-febrero del 197) se
desarrollaron en tres tiempos: primero contra Didio Juliano; luego, con Clodio
Albino como César, contra Pescenio Níger; y, finalmente, contra Clodio Albino.
Septimio
Severo entró en Roma el 9 de junio de 193. Fue su felicissima expeditio Urbica.
Desarmó a los pretorianos y los despidió. Su ejército provincial sería su guardia
personal. Se quedó en Roma un mes. En julio salió de Roma para Oriente decidido
a poner fin a la sedición de Pescenio Níger. Severo le infligió a Pescenio
Níger dos derrotas seguidas: en Cízico, frente a Emiliano, que fue vencido y
muerto. Y en Cos-Nicea, hacia mitad de enero de 194, frente a Níger, que hubo
de abandonar Bitinia y retirarse a Antioquía. En la primavera de 194 obtuvo una
nueva victoria en Isos. Pescenio Níger huyó hacia el Éufrates en busca de asilo
entre los partos. Al final de una corta campaña, Nïger fue muerto en noviembre
de 194. Su cabeza fue enviada a los asediados de Bizancio y, luego, a Roma. En
quince meses Septimio Severo había restaurado la unidad del Imperio.
Severo
quiso restaurar la autoridad de Roma en Oriente y dispuso así lo que su
propaganda llamaría la prima felicissima expeditio Parthica del 194-195. Una
vez dueño del Oriente, Septimio Severo optó por desembarazarse de su aliado,
Clodio Albino, que había sido nombrado Cesar por Septimio Severo. El 15 de
diciembre de 195 lo declaró enemigo público (hostis publicus) y se dirigió
contra él. Clodio Albino fue proclamado Augusto por las legiones de Britania, a
lo que replicó Severo designando el 6 de abril del 196 a su hijo mayor como
César: la decisión tenía importancia, pues fundaba una nueva dinastía.
Entretanto, Albino pasó a la Galia y
sublevó a las provincias, instaló su cuartel general en Lugdunum, Lyon y logró
la adhesión del legado de Hispania Citerior. Tras una estancia de Septimio
Severo en Roma en la segunda mitad del 196, Severo lanzó un gran ejército de
200.000 hombres contra Albino. Lanzó a sus legiones hacia Lyon por el valle del
Saona. Un primer encuentro en Tournus, le resultó favorable. Y el 19 de febrero
del 197, tras una sangrienta batalla en las cercanías de Lyon, Albino, vencido,
se suicidó.
Hubo
una represión muy dura. Lyon fue incendiada, la familia de Albino muerta, sus
partidarios ejecutados, y sus bienes, confiscados; 64 senadores fueron
entregados a la justicia y 29 condenados a muerte. Las relaciones con el Senado
quedarían marcadas por la desconfianza e, incluso, la hostilidad recíproca…Pero
Septimio Severo era, ahora el único dueño del mundo romano.
Esta
larga crisis o transición política de cuatro años tendría consecuencias
importantes en el reinado de los Severos y en la historia ulterior de Roma. El
ejército era la fuerza determinante en la elección del emperador y en la vida
del Imperio. De ahí la frase que se le atribuye a Septimio Severo en el lecho
de muerte dirigiéndose a sus hijos: “Permaneced unidos, dadles dinero a los
soldados y menospreciad a todos los demás.”
Por otra parte, de cara a la Urbs, a su
aristocracia y su administración, provincias y provinciales sabían que sus
fuerzas podían imponerse. La presencia en el trono de Augusto de un auténtico
provincial, apoyado por el ejército y las nuevas capas sociales, inauguraba una
nueva fase de la historia de Roma.
2.
Septimio
Severo o el desquite de Aníbal.
Septimio
Severo fue el primer emperador auténticamente provincial, de África, de origen
púnico. Trajano y sus sucesores, procedentes de la élite colonial occidental,
no eran sólo descendientes de colonos italianos, sino que, además, estaban
totalmente asimilados a la sociedad metropolitana y habían nacido y se habían
educado en Roma. Septimio Severo fue un producto de África y de una ciudad
africana, Leptis Magna, donde el asentamiento de italianos había sido
insólitamente escaso. Fue el primer emperador nacido y educado lejos de Roma e
Italia, en Tripolitania. Se entiende entonces que fuera un gran admirador de
Aníbal y que mandara restaurar su tumba en Bitinia.
2.1.
La
política interior. La administración central.
El
Imperio romano era un Estado muy centralizado en el que el emperador tomaba
todas las decisiones importantes, ayudado y asesorado por hombres salidos de
las dos principales clases sociales romanas, el ordo senatorius y el ordo
equester, aunque Septimio Severo se apoyó más en el segundo que en el primero:
como ejemplo de ello está el dato de que bajo el imperio de Septimio Severo se
crearon cincuenta puestos de procuradores que fueron ocupados por los miembros
del orden ecuestre. Senadores y caballeros ocupaban los puestos para los que
eran designados o elegidos. El orden ecuestre comenzó a ser crecientemente
preponderante dentro de la clase política del Imperio. El más honorable de los
cargos romanos era el de cónsul. Desde -27 los cónsules, a razón de dos
titulares por años ya no se elegían por parte de los comicios centuriados
(comitia centuriata) sino que eran directamente designados por el emperador. El
cargo de cónsul era meramente honorífico. El papel de prefecto de pretorio en
cambio, fue adquiriendo cada vez más relevancia jurídica.
Bajo Septimio Severo creció la
burocratización del Estado, ya que se aumentaron en gran número las oficinas
imperiales (scrinae) y los empleados que en ellas trabajaban (scrinarii),
(muchos de ellos ecuestres). En este sentido en 197 hizo pasar el servicio
postal de manos de particulares, que lo tenían arrendado, a las del fisco.
En
cuanto al papel del órgano que desde el siglo II había sido la principal
institución consultiva del emperador, el Consejo Imperial (Consilium
Principis), su papel se vio reforzado. Unas décadas después tuvo lugar la
decadencia de este organismo porque el emperador cada vez era menos un prínceps
(primer ciudadano de Roma) para ir siendo cada vez más un dominus (señor). Se
llegó a concentrar a todos los poderes en las manos del emperador. Desde
Septimio Severo se tiende a que la autoridad central sea la poseedora de todo
el poder político, siendo al mismo tiempo el encargado de resolver todos los
problemas.
El
Senado perdió mucha de su importancia al verse privado de la jurisdicción
criminal. En vez de los senatusconsulta funcionaron las orationes principis in
senatu habitae, seguidas de aclamaciones. El emperador dictaba leyes con gran
discrecionalidad y Septimio Severo dictó unas cuatrocientas leyes o decretos
promulgados bajo su mandato, muchas de ellas de temática social, haciendo
referencia a los derechos de la mujer, a los hijos de los condenados, a los
esclavos, a la posesión de tierras provinciales, etc. Septimio Severo abolió
los tribunales criminales permanentes, quaestiones perpetuae, asignándolos a
cada uno su competencia, su procedimiento y los pretores que los habían de
presidir y los transfirió al praefectus urbi, que ejercía su autoridad judicial
en Roma y en un radio de cien millas en torno a ella y al praefectus praetorio
en el resto de Italia y las provincias. Las magistraturas fueron minimizadas:
los cónsules y los pretores, que perdieron sus poderes judiciales, fueron
ensombrecidos ante el creciente poder de los prefectos imperiales, los
cuestores quedaron encargados de la celebración de los juegos.
Podemos
considerar que el principado se convierte con Septimio Severo en monarquía
militar que sustituye al sistema tradicional del principado. Esto desemboca y
se manifiesta en tres modos diferentes que hemos señalado más arriba: el
rebajamiento del Senado, el refuerzo del funcionariado y la preponderancia del
ejército. Es un incremento considerable del poder del emperador.
El
gobierno de Septimio Severo supuso un punto de inflexión en la historia de
Roma. El nuevo estilo de gobierno aparece sobre todo en la insistencia en
proclamar el carácter hereditario del poder imperial. Aparece así
institucionalmente la familia imperial. Cada príncipe o princesa tenía su
propia domus con un número de empleados y eslcavos. El Augustus además ya no se
sienta en una silla, sino en un trono.
El
emperador es el jefe de los ejércitos y de las provincias imperiales –lo que no
le impedía intervenir en las provincias senatoriales- , titular del imperium y
de la potestas, del derecho a promulgar edictos (ius edicendi), a enviar
rescriptos (rescripta) y órdenes (mandata) a los gobernadores provinciales,
juez supremo cuyas decisiones se imponían de hecho, incluso a los demás jueces
y jurisconsultos, que se inspiraban en ellas para sus decreta y sumo pontífice,
el emperador atesora un poder formidable.
Con
Septimio Severo se concretó más aún el poder del emperador. La función sacra
del poder imperial se acrecienta considerablemente con Septimio Severo. Se le
comienza a denominar dominus y dominus noster. Además, la naturaleza sacra del
poder imperial no sólo se vincula a la figura del emperador, sino también a
toda la familia imperial. Así pues, tiene lugar una orientación del régimen
político imperial en un sentido absolutista y dinástico.
Es
innegable que, aunque sin llegar a los niveles de los años posteriores, el
reinado de Septimio Severo constituyó un cualitativo avance en el proceso de
militarización del Imperio Romano, acentuándose la importancia del Ejército y
de lo militar en todos los aspectos de la vida del mundo romano. La consecución
de muchas reivindicaciones por parte de los soldados hizo pensar a las tropas
que tenían derecho a todo lo que se les antojara, lo cual provocó cada vez más
actos de indisciplina.
El
reinado de Septimio Severo fue también una gran época para los equites, los
miembros del orden ecuestre. El número e importancia de los equites (los
caballeros) se multiplicó en el Ejército al alcanzar tal rango muchos oficiales
que antes no lo hubieran ostentado. Los equites llegaron a mandar legiones, lo
que antes les estaba por lo general vedado y a ostentar el gobierno de
provincias con guarnición legionaria, como la de Mesopotamia, algo antes reservado
a los miembros del orden senatorial y hasta uno de ellos (Macrino, 217) llegó a
ser emperador.
En
resumen y para finalizar: fue la época de Septimio Severo una transición y
cambio cuantitativo y cualitativo para todo el Imperio Romano tanto para su
Ejército como para los aparatos del Estado y para la sociedad civil. En lo que
se refiere al Ejército, la transición dio lugar a la Anarquía militar
(235-284), un nuevo imperio con estructuras e instituciones notablemente
modificadas y renovadas.
2.2.
El
creciente intervencionismo del Estado y la política social.
Septimio
Severo incrementa notablemente la intervención del Estado en el área económica
y social. En el terreno agrícola fue más bien conservador, manteniéndose en
general la tónica de los Antoninos.
En el artesanado
y en el comercio es en donde el intervencionismo fue más intenso. Se favorece
la creación de las asociaciones profesionales (collegia) en detrimento del
ejercicio libre. Hubo intrusismo del Estado en la organización de las
asociaciones mercantiles y artesanas. Desde Septimio Severo las asociaciones
profesionales (corpora o collegia) debieron contar con el reconocimiento
oficial para poder existir.
Por lo
demás, Septimio Severo empezó una nueva política social. Desde luego que no
puso fin, ni mucho menos, al sistema en vigor desde Adriano, como poco, que,
vinculando privilegio legal y estatuto social, favorecía los intereses de las
clases superiores de la sociedad romana, hasta el punto de que para un mismo
delito criminal se preveían penas distintas contra quienes eran llamados
honestiores que contra los demás, llamados humiliores. Hay que decir a este
respecto que la concepción antigua de la equidad no era la nuestra.
No
obstante se tomaron medidas favorables a las clases inferiores, entre las que
se reclutaba el ejército. Es la época de esplendor del derecho romano. Bajo el
influjo de los grandes juristas, Papiniano, Ulpiano y Paulo, el derecho romano
evolucionó. De Ulpiano procede un nuevo principio, según el cual, en materia de
derecho natural, todos los hombres son iguales. Acaso apoyándose en el derecho
natural decidiera Septimio Severo las primeras sanciones oficiales contra el
aborto provocado, práctica antigua, pero intensificada en los siglos I y II.
Manifiestamente el Imperio se había embarcado en una nueva política social. El
acceso al poder de los soldados de las legiones, como nueva capa social, es su
mejor ilustración. La política de Septimio Severo, favorable a las gentes del
común más que a las clases superiores y a los notables municipales, para con
quienes fue, a veces, incluso hostil, resultó muy innovadora a ese respecto.
Todo esto culminó con la Constitutio Antoniniana de Caracalla, del 212 por la que se concedía la ciudadanía
romana a todos los habitantes libres del imperio romano, con lo que se
confirmaba su carácter de imperio generador.
Felipe
Giménez Pérez, febrero de 2016. Pioz.