Hace ya muchos años que se consiguió la emancipación de las mujeres en los países capitalistas plutocráticos occidentales democráticos del bienestar. ¿Por qué existe entonces aún el feminismo? Puede ser por inercia o por intereses personales particulares de algunas mujeres interesadas en agitar el espantajo de la sociedad patriarcal para conseguir así un medio de subsistencia. Hoy el feminismo entendido como un movimiento social parcial, particular, sectorial emancipatorio y liberador no tiene ningún sentido. Su pervivencia responde a: 1.)Intereses de los partidos políticos para conseguir votos en las elecciones y para legitimarse o para indicar que aún tienen alguna idea positiva por la que actuar. 2)Intereses particulares de algunos colectivos de mujeres interesadas en vivir de alguna manera gracias a la agitación y a la demagogia.
Lo cierto es que un partido feminista no conseguiría el suficiente número de votos para conseguir representación política municipal, regional o parlamentaria. Es un movimiento hoy en día parasitario que vive manipulando la antropología, la historia, la realidad. Vive de la mentira y de la estafa. Es otra forma de sofística enquistada en la sociedad y lo que ocurre es que es más que evidente que debido a la demagogia incurre en el cretinismo. Atacan la gramática porque nada pueden lograr ya....Hablan de la brecha salarial, del oscuro, falso y estúpido concepto de violencia de género, ignava ratio, pereza intelectual que tiene que ser compartida por todo el mundo aunque nadie sepa muy bien explicar eso ni fundamentarlo. Ni las mujeres son una clase social ni hay clase obrera ni los varones son una clase social. Hay mujeres de todos los pelajes ideológicos y con intereses muy dispares. Por lo tanto, no hay violencia de género. Hay violencia doméstica. Igual que el marxismo erró al creer que había una clase obrera, el feminismo yerra al sostener que hay una clase social femenina enfrentada en bloque a una clase social masculina. En suma, el feminismo es una ideología de nuestra época, una forma de cretinismo político que conviene combatir.