El Partido Popular aumentó su número de votos de 2008 en unos cuantos centenares de miles, pero el PSOE perdió 4.300.000 votos y se derrumbó. No hizo falta hacer nada. Rajoy era impasible, inmutable. Era el Buddha. No decía nada. Había llegado ya a la afasia a través de la suspensión del juicio o epojé. Así no podía equivocarse. Había perdido el habla. Tan mal estaba la situación de la Patria, la situación nacional que el PSOE estaba sentenciado a perder las elecciones del 20 de noviembre de 2011. Así ocurrió finalmente. La corrupción era peligrosa para la eutaxia nacional, para la salud y el bienestar del pueblo. La estupidez progresista tenía un límite. Uno puede ser imbécil, creerse las majaderías de seres tan deformes como Zapatero, pero el estómago es algo primordial. Hedoné tes gastrós, base fundamental del placer, Epicuro dixit. Efectivamente, por muy imbécil que sea uno creyendo en la ideología progresista, si estás en el paro, en la miseria, pierdes tu vivienda, no encuentras trabajo, pierdes ingresos y renta....llega un momento en el que el realismo se impone y en el que abandonas a toda esa pandilla de malandrines que utilizan la política de modo instrumental llamada PSOE, agencia de colocación de los listos progresistas, de los señoritos ricos progres de izquierdas, cueva del pensamiento Alicia. El PSOE fue abandonado por parte de sus partidarios y ocurrió lo que se preveía. Vae victis.
Ahora el PP tiene que abordar la seria tarea de la reconstrucción nacional. Tiene que desfacer entuertos y embelecos. Tiene que devolver a España su dignidad perdida y vilipendiada por esos malnacidos llamados progresistas. Será difícil, desagradable, impopular tal vez. Tendrá que enfrentarse a toda la mugre antiespaña. Es un imperativo necesario para que España renazca. Rajoy no ha dicho nada para no atraerse las iras de los propagandistas progresistas, de los ideólogos y publicistas panfletarios antiespaña. Ahora tiene que poner las cartas boca arriba sobre la mesa y dar un fuerte puñetazo agresivo sobre ella para imponer sus criterios. Debe gobernar al pueblo por su bien.
El pueblo tiene que estar contento. Siempre tiene que ser así. Un gobierno siempre tiene que tener la sintonía con las necesidades del pueblo. Tiene que vencer, pero también convencer. Un gobierno impopular tiene siempre sus días contados. El pueblo necesita un gobierno que cuente con sus simpatías y que mejore su bienestar. La Patria tiene que ser salvada, la patria tiene que ser conservada y engrandecida. El patriotismo es la virtud básica de un político y debe ser el motor de su actuación política que tiene que tender primariamente a la eutaxia política del Estado, de la sociedad política: conservación, defensa y engrandecimiento. Buen gobierno, buena dirección que se manifiesta exteriormente en la duración del Régimen político y de la sociedad política.
Esperemos que las cosas vayan a partir de ahora por el buen camino, por la buena senda y que los progresistas no vuelvan en muchos años a tener en sus manos la gobernación del Estado. España se merece un gobierno liberal, conservador y de orden.