El filósofo no tiene miedo a la muerte. Aprende con
facilidad. Está dotado de buena memoria. Es valiente.
Los filósofos más razonables son inútiles para la
plebe. El filósofo no debe ir suplicando al vulgo que le permitan gobernarlos
por su bien. De todos modos lo más terrible que sobreviene a la filosofía es el
desprestigio que tiene debido a la conducta y calidad teórica de los que dicen
que se ocupan de la filosofía. El desprestigio de la filosofía proviene de
aquellos que dicen dedicarse a ella. Frente al filósofo está el filodoxo, el
amante de las opiniones o filotheamón, el amante de los espectáculos, vamos, el
sofista, que no hace otra cosa que enseñar lo que la multitud prefiere , las
convicciones del vulgo y a eso los sofistas lo llaman ciencia. La multitud no
es filósofa.