La economía marxista está
equivocada. Las crisis del capitalismo no tienen lugar. No hay hundimiento del
capitalismo. Hay que aceptar el capitalismo como factor de progreso material,
científico, técnico, social. La economía de mercado es necesaria. La propiedad
privada debe seguir existiendo. En estas condiciones, sólo el mito
revolucionario, una creencia que moviliza a las masas, puede conducir al socialismo revolucionario.
Se acepta entonces la economía política burguesa yse rechaza simultáneamente la
democracia burguesa.
El fascismo es pues una variante
del marxismo. Ha sido una fuerza rupturista, capaz de destruir el orden
establecido. Francia es la cuna del fascismo.
En modo alguno cabe identificar
el fascismo con el nazismo. La piedra de toque del nazismo alemán es el
determinismo biológico racista y antisemita. La guerra y el exterminio de los
judíos es más importante que el anticomunismo.
El fascismo nace como
consecuencia de una revisión del marxismo. La ideología fascista es el producto
de una síntesis del nacionalismo orgánico y de la revisión antimaterialista del
marxismo. Se forma una cultura política comunitaria, antiindividualista y
antirracionalista.
El fascismo ni es reaccionario,
ni contrarrevolucionario. Es una revolución que quiere aprovechar lo mejor del
capitalismo, del desarrollo de la tecnología moderna y del progreso industrial.
La revolución fascista se
asienta sobre una economía de mercado. Hay que decir a este respecto que las
incoherencias y contradicciones que esmaltan el pensamiento fascista no son
menos numerosas ni más profundas que las que entreveran, desde hace cien años
el pensamiento liberal o socialista.
Según Georges Sorel, el marxismo hay que verlo como una máquina de
guerra contra la democracia burguesa. Sorel no quiere acabar con la propiedad
privada, porque en su opinión, la propiedad privada es intocable y porque no
cree ni en la igualdad ni en la justicia social, valores que para él no son más
que lloriqueos de anarquistas roussonianos o de socialistas jauresianos de alma
enteca.
El capitalismo no lleva en su
interior los gérmenes de su propia destrucción. Sorel lleva a cabo un
revisionismo revolucionario que llevará al fascismo
Primer elemento o fundamento.
Aceptación del capitalismo
Segundo elemento, los mitos
sociales. La violencia es la fuente de la grandeza y de la moralidad, es una
barrera a la decadencia occidental hacia la ruin degeneración. Otro mito es el
de la huelga general. Tiene un valor de fuerza motriz.
La violencia proletaria es un
mito para mantener la movilización proletaria. El motor de la acción
revolucionaria es el mito.
El tercer fundamento del
revisionismo de Sorel es la destrucción de la democracia liberal.
Con el tiempo, el proletariado
deja de ser el sujeto revolucionario y pasa a ser sustituido por la Nación como
sujeto revolucionario. El ámbito de solidaridad social pasa a ser la Nación. La
revolución será nacional. No proletaria. Es un patriotismo revolucionario. La
guerra demuestra la enorme capacidad de sacrificio del individuo, la
superficialidad de la idea de internacionalismo y la facilidad de movilización
de todas las capas de la sociedad al servicio de la colectividad.
La síntesis del nacionalismo y
del sindicalismo revolucionario italianos se construye sobre las mismas
premisas que en Francia: por un lado, el repudio de la democracia, del
marxismo, del liberalismo, de los valores burgueses, de la herencia del siglo
XVIII, del internacionalismo y del pacifismo y por otro lado del culto del
heroísmo, del vitalismo y de la violencia.
La clave de bóveda del
revisionismo soreliano es el rechazo del racionalismo.
Los sindicalistas
revolucionarios llegan a la conclusión de que el proletariado no es
revolucionario. Es tradeunionista, revisionista, socialdemócrata, reformista.
El sindicalismo revolucionario escoge la Nación como motor de la revolución. Se
abandona pues la idea de la huelga general.
La dialéctica de Estados es
superior a la lucha de clases. El fascismo va a orientar por la guerra el motor
de la Historia. Aparece el mito de la violencia, de la guerra revolucionaria.
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