Interesante artículo de Jesús Cacho.
Buen movimiento táctico de
Rajoy, propiciado por el provocador discurso de Iglesias, que coloca toda la
presión sobre el tejado de un Sánchez situado ahora entre la espada y la pared.
A ver cómo lidia el mozo socialista el morlaco que tiene sobre la arena. Tal
podría ser el resumen de lo ocurrido en la aparatosa jornada del viernes. La
sorpresa saltó cuando, con el personal camino del fin de semana, la mayoría se
mostraba convencida de que Mariano Rajoy se sometería en el Parlamento a la
carnicería de una sesión de investidura que todo el mundo sabía fallida. Se
dijo aquí el jueves que el gallego había preguntado a la Abogacía del Estado si
podía ahorrarse ese cáliz de hiel, porque a él le gustaría presentarse ante el
Rey y decirle que “paso”, que no voy a poder formar Gobierno y que, por tanto,
corra el escalafón, llame el Señor al siguiente en la lista, el bendito
Pedrito. Pero en la tarde de ese mismo jueves, el propio Mariano nos sacó de
dudas reafirmando su voluntad de someterse al martirio, arrinconando así todos
los rumores. El propio Pedro Sánchez, tan evidente siempre, tan obvio, se había
encargado de recordárselo: “El señor Rajoy no solo tiene el derecho de
presentarse, sino incluso diría que el deber…”
Pablo Iglesias vino a decir
que va a partir el bacalao en el eventual pacto de izquierda
De modo que cuando, en torno a
las 8,30 de la tarde de otra noche de niebla en Madrid, saltó la liebre de que
el presidente en funciones había declinado la oferta real para intentar formar
Gobierno, en la sede del PSOE sintieron el pánico que acompaña a un violento
terremoto. Un shock total. El lenguaraz, el sobrao, el Lenine de la izquierda
española antisistema, Pablo Iglesias, se lo había servido en bandeja. En la
rueda de prensa –gran puesta en escena en el Congreso, con todo el sóviet de
Petrogrado detrás, incluso con el general Julio Rodríguez, buen amigo de Sanz
Roldán, director del CNI-, que siguió a su viaje a La Zarzuela, el aludido se
pidió por las buenas una vicepresidencia del Gobierno, además de varios
ministerios, entre ellos el de Economía y Hacienda, que es donde está el
business, la caja de caudales, los dineros para “hacer política” que decía
Zapatero. “Pero, oiga ¿esto lo ha hablado usted con Sánchez?”, le preguntó
alguien desde los escaños de la prensa. “No”, fue la contundente respuesta del
aludido, ¿para qué?, venía a decir, yo soy la clave del arco del proyecto
Sánchez y el que va a partir el bacalao en ese eventual pacto de izquierda del
que depende su supervivencia. Tan soberbio, tan crecido, Iglesias no necesitaba
consultar con Sánchez.
Y en Moncloa, no precisamente
unos águilas haciendo política, vieron la ocasión pintiparada y la agarraron al
vuelo: Rajoy se hacía a un lado, dispuesto a dejar que Sánchez lidie con
Iglesias y sus socios en un debate de investidura que, ahora sí, promete ser
apasionante. Sánchez contra las cuerdas, debilitado por sus ganas de tocar
poder a cualquier precio, además de su propia incontinencia, y por la trampa
que Iglesias y su bravuconería le han tendido frente a los barones del PSOE y
los viejos patriarcas del partido, encabezados por Felipe González. La
respuesta en caliente de Pérez Rubalcaba es el mejor termómetro para medir la
temperatura del cabreo socialista con el de Podemos y, por extensión, con el propio
Sánchez: “Es la primera vez que oigo en mi vida ofrecer un acuerdo de gobierno
insultando gravemente al partido con el que quieres acordar” (…) “Para llegar a
un acuerdo con un partido, lo primero que hay que hacer es respetar a sus
dirigentes, a sus militantes y, por supuesto, a sus votantes”. Más claro, agua.
La excusa que Rajoy necesitaba
para eludir la investidura. Maravilloso también lo de
Martínez-Maillo, número tres del PP, quien a primera hora de la tarde del
viernes aseguraba orondo que Rajoy iba a pronunciar tal discurso en su sesión
de investidura, tan brillante, tan cargado de propuestas sociales, que PSOE y
Ciudadanos, rendidos a sus pies, no iban a tener más remedio que votarle, pero
que unas horas después, apenas las 9 de la noche, se declaraba encantado con la
espantada de Mariano calificándola de “magnífica”, lo cual demuestra que el
hombre no se había enterado de la misa la media y que la decisión de renunciar
la adoptó el propio Mariano con su ayuda de cámara, Pedro Arriola, el Doctor Bacterio,
como le apodan en Génova, el hombre que más trienios acumula en el PP. El caso
es que el gallego, que estos días se aburría contando ovejitas (“Tengo la
agenda muy libre”, había confesado al falso Puigdemont que el jueves le tomó el
pelo llamándole a Moncloa), en una situación de bloqueo casi total, de pronto
ha roto el cerco con una patada a seguir que le permite ganar tiempo, poniendo
la pelota en el tejado de Sánchez. La excusa que Rajoy necesitaba para eludir
la investidura se la ha ofrecido gratis nuestro Vladímir Ilich Uliánov con
coleta. ¿Milagro, pinza, casualidad, o no tanto?
Por el Madrid de los enterados
corrían ayer como la pólvora mil y una historias a cual más novelescas,
poniendo el énfasis en algunas curiosas circunstancias que han rodeado el
nacimiento de Podemos y su explosión como partido genuinamente mediático, como
producto televisivo crecido al calor del invernadero de laSexta, la cadena de
televisión del grupo Atresmedia, propiedad, en la parte española, de los
herederos de José Manuel Lara (Planeta) y sus siempre excelentes relaciones con
la Moncloa, ello a través de la especial conexión que mantienen Mauricio
Casals, presidente de La Razón, y la vicepresidente Sáenz de Santamaría, la
mujer de la que orgánicamente depende el CNI. En la noche del miércoles, Antena
3, precisamente Antena 3, soltó una bomba informativa según la cual la portavoz
de CUP en el parlamento de Cataluña, Anna Gabriel, la chica del flequillo a
machete, una alto cargo de Podemos en Castilla-La Mancha, María José Aguilar, y
el suegro del número uno de ETA David Pla, un tal Ignacio Gil de San Vicente,
volaron a Caracas en diciembre de 2014 en el avión de las fuerzas aéreas
venezolanas utilizado por Nicolás Maduro para sus desplazamientos, invitados
por Maduro, naturalmente, para asistir a algo relacionado con el “proceso de
paz” en Euskadi. Un torpedo en plena línea de flotación de Podemos, que
definitivamente queda retratado, política y económicamente, como apéndice de la
dictadura bolivariana de Venezuela. Lectura ad hoc del episodio: ¿Con esta
gente quiere usted formar Gobierno, señor Sánchez?
La primera parte de la
operación "pacto a tres bandas PP-PSE-C's"constaría de la voladura
controlada de PodemosLa pregunta es obligada: ¿Cómo es que este viaje, con video
del embarque en Barajas incluido, se hace público precisamente ahora y no en
plena campaña electoral, cuando podía haber beneficiado grandemente al PSOE de
Sánchez? Cui prodest? El propio Albert Rivera, líder de Ciudadanos, se ha hecho
eco de la sospecha al preguntarse “por qué se hace público justo ahora, cuando
no interesan ciertos pactos” para la formación de Gobierno. La primera parte de
la operación “pacto a tres bandas PP-PSOE-C’s” constaría de la voladura
controlada de Podemos, producto de esa apasionante filtración. De la segunda se
habría ocupado personalmente Iglesias, con su provocadora comparecencia ante la
prensa del viernes, después de ser recibido por Felipe VI en la Zarzuela,
ofendiendo al PSOE y poniendo en situación imposible a un Sánchez que ahora
trata desesperadamente de retrasar la fecha de un Comité Federal donde
seguramente los barones le saltarían a la yugular. Demasiadas casualidades.
Primero dinamitan Podemos y luego le vuelan la sesera a Sánchez. ¿Y si Pablo
Iglesias fuera simplemente un agente del CNI?
“Mariano siempre flota”. En cuyo caso, más de un
contribuyente tendría por fin un motivo para pensar que, tras años ocupados en
tapar los escándalos de Juan Carlos I, el dinero que le cuesta mantener los
servicios de inteligencia está bien empleado. Tras lo ocurrido, el horizonte de
la semana que empieza no puede ser más interesante. La maniobra de Rajoy,
política a la italiana tan rara en España, le permite ganar tiempo y tal vez
jugárselo todo a la carta de unas nuevas elecciones. “Mariano siempre flota”,
que dice su ministro amigo, aunque podría ser que esta vez el corcho llevara
lastre en las alas. La retirada del viernes puede ser el preludio del adiós
definitivo. En el frente socialista, todo apunta a que Sánchez va a intentar
ahora un acuerdo de Gobierno con Ciudadanos que colocaría al PP en la tesitura
de tener que sacrificar los intereses de partido, incluso los personales, en
aras del bien del país. El artículo de hoy de Felipón en El País dará algunas
claves. No sería mala solución, en tanto en cuanto la presencia de C’s aunaría
las reformas constitucionales necesarias con el sentido común imprescindible
para no poner en peligro las cuentas públicas y el crecimiento. El pacto entre
Pedrito y Pablete se ha puesto francamente difícil. ¡Parece que el CNI ha hecho
bingo!
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