El utilitarismo moral había sostenido que el Estado
debía elegir la política económica y social que maximice la utilidad total de
la suma de todos los miembros que componen la sociedad.
Para maximizar la utilidad total el Estado no trata de
conseguir la igualdad económica total en la sociedad. Se trata únicamente de
mejorar la distribución de las rentas. Esto es debido a que los individuos
responden a los incentivos económicos.
Según John Rawls, el Estado debe elegir la política
económica y social que se considere justa tal y como la evaluaría un evaluador
imparcial oculto tras un velo de ignorancia.
El evaluador imparcial elegiría una sociedad en la
cual en el caso de estar en la peor situación social, se tuviera el máximo bienestar
posible. Al formular la política pública socil debemos aspirar a mejorar el
bienestar de la persona que se encuentra en la peor situación dentro de la
sociedad. Esto significa que en vez de maximizar la suma total de utilidades
individuales de toda la sociedad como haría un utilitarista, Rawls maximizaría
las utilidades mínimas. La regla empleada por John Rawls se llama criterio
maximin. El criterio maximin es el criterio según el cual el Estado debe
aspirar a maximizar el bienestar de la persona peor situada de la sociedad.
No se busca el igualitarismo económico y social de
ningún modo. Si el Estado igualara totalmente las rentas, los individuos no
tendrían ningún incentivo económico para trabajar mucho. La productividad
disminuiría notablemente y la renta total de la sociedad descendería
considerablemente. Esto haría que el bienestar de los más pobres empeorara.
Según John Rawls, si el reparto de la propiedad es satisfactorio, entonces no
es necesario repartir más bienestar. El principio de diferencia se justifica
con el óptimo de Pareto. Si una situación es óptima, cualquier cambio es
perjudicial y es peor necesariamente. Sería peor para los pobres la igualdad
social y económica que una cierta desigualdad que tanto les favorece. El
criterio liberal del maximin permite que haya disparidades de renta, ya que
estas disparidades de renta pueden mejorar los incentivos y aumentar así la
capacidad de la sociedad para ayudar a los pobres. La filosofía de Rawls exige
más distribución de la renta que el utilitarismo.
Según el capitalismo libertario o anarcocapitalismo,
el Estado no debe quitar nada a nadie para dárselo a otros con el fin de lograr
una determinada distribución de la renta.
El Estado debe ser mínimo para castigar los delitos y
velar por el cumplimiento de los acuerdos voluntarios entre los individuos,
pero no redistribuir la renta. Esto es lo que piensa Robert Nozick. Si el
proceso que determina la distribución de la renta es justo, también lo será la
distribución resultante, independientemente de lo desigual que sea el
resultado.
Es más importante la igualdad de oportunidades que la
igualdad de renta. El Estado debe velar por el respeto de los derechos
individuales para garantizar a todo el mundo las mismas oportunidades de
utilizar su talento y de tener éxito. Una vez establecidas estas reglas del
juego, el Estado no tiene razón alguna para alterar la distribución resultante
de la renta. Además, ¿Por qué razón tendría que ser malo, indeseable o injusto
que hubiera desigualdad económica.?
Según Ronald Dworkin hay que establecer una igualdad
liberal de todos los individuos de la sociedad. Recurre a una subasta.
Imaginemos que todos participan en una subasta en la que figuran todos los
recursos disponibles de la sociedad. Todos los individuos comienzan con un
poder de compra idéntico. Si la subasta sale bien, todos serán felices y ya
está, pues nadie codiciará los bienes ajenos. No habría pues envidia entre
ellos por los bienes ajenos y eso es la justicia. El test de la envidia nos
permite medir si hay justicia o no. La distribución de los bienes es justa si
nadie siente envidia por nadie. En esto consiste la igualdad liberal.
Los recursos de los individuos son iguales en los
costes de oportunidad de esos recursos. Para que la subasta no suscite la envidia,
nadie tiene que estar deficiente mental o físico. Hay que pagar antes de la
subasta un seguro para atender a los desfavorecidos y compensar las
desigualdades o desventajas naturales. Entonces el procedimiento y el resultado
serían justos porque no habría envidia.
Philippe Van Parijs es el filósofo del que nos vamos a
ocupar preferentemente aquí en el presente escrito que sometemos a la
consideración del lector. Van Parijs es el autor de la propuesta de crear y de
conceder una asignación económica universal garantizada a cualquier ciudadano
por el mero hecho de existir, trabaje o no trabaje, cualquiera que sea su
status matrimonial y cualesquiera que sean las rentas que ya previamente
percibe. Es un salario universal garantizado o mejor, una renta básica.
En “La renta básica” de Philippe Van Parijs y de
Yannick Vanderborght, 142 páginas,
Editorial Paidós, Barcelona, 2006., con un prólogo de Daniel Raventós, se
propone la renta básica como una eficaz medida de lucha contra la pobreza.
Daniel Raventós por su parte define la renta básica, citando a los autores del
libro, “como “un ingreso conferido por una comunidad política a todos sus
miembros, sobre una base individual, sin control de recursos ni exigencia de
contrapartida.”[1] Aclaremos de paso que
Daniel Raventós, por cierto, trabaja en la Universidad de Barcelona y es
presidente de la Red Renta Básica; www.redrentabasica.org.
Así pues esto es un movimiento mundial en pro de la implantación de la renta
básica como una medida eficaz para luchar contra la pobreza.
Philippe Van Parijs escribió en 1995 la justificación más ambiciosa de la
renta básica, “Real Freedom for All”, traducida al español poco después como
“Libertad real para todos” (Paidós, Barcelona, 1996, 273 páginas). Philippe Van
Parijs además fue uno de los fundadores de una asociación internacional, la
Basic Income European Network (a partir del año 2004 se llama Basic Income
Earth Network [BIEN], que desde su creación en 1986 desarrolla una intensa
actividad para promocionar la propuesta de una renta básica universal
garantizada. Van Parijs ha sido miembro activo de su ejecutiva hasta 2004.
Según afirman Van Parijs y Vanderborght, “Es
imposible, en efecto, concebir, a día de hoy, el porvenir de la protección
social en Europa como en el resto del mundo, sin tomar en consideración la propuesta de la renta básica, es decir, la
idea de asignar a todos los ciudadanos, sin condición alguna, un ingreso de
base al que se pueda acumular cualquier otro tipo de ingreso.”[2]
La renta básica, se atribuye a todos,
ricos y pobres (sin control de recursos); sobre una base individual y sin
ninguna exigencia de contrapartida. La ausencia de control de los recursos nos
lleva a la posibilidad de combinar la renta básica con otras rentas sin
supresión ni reducción de la primera.
Ya podemos entonces definir la renta
básica de la que estamos hablando: “Por renta básica” entendemos aquí un
ingreso conferido por una comunidad política a todos sus miembros, sobre una
base individual, sin control de recursos ni exigencia de contrapartida.”[3]
Importante es determinar su importe. A este respecto se afirma que “Nada en la
definición de la renta básica implica que su importe deba ser suficiente para
cubrir las necesidades fundamentales de cada cual, ni tampoco que deba
limitarse a ello.”[4] Está claro que el importe
de la renta básica dependerá de los recursos financieros con los que cuente el
Estado. Sobre el importe, parece que hay que abandonar la discusión. “Dado que
de lo que se trata ahora es de evaluar la pertinencia de una propuesta de renta
básica, conviene, en cualquier caso, no encallarse en la cuestión de la
determinación de su importe.”[5] Tan
espinoso asunto queda así arrinconado.
Está claro que esta renta básica sólo
es para los ciudadanos. Esto significa que habrá individuos excluidos de su
percepción, los metecos. También hay que dejar claro que todo miembro adulto de
la sociedad será perceptor neto del ingreso básico.
Según Van Parijs y Vanderborght, la
renta básica significa que hay un derecho igual para todos a un patrimonio
común. Es la transición hacial el socialismo o comunismo dentro del
capitalismo. Es una vía capitalista hacia el socialismo. Pero además, “En el
mundo contemporáneo, la renta básica ha sido defendida, por encima de todo,
como un instrumento eficaz de lucha contra la pobreza o, con mayor precisión,
como un instrumento de lucha conjunta contra la pobreza y el paro.”[6] Este
mecanismo es más eficaz que los demás para luchar contra la pobreza. “la renta
básica aparece, pues, como un dispositivo que permite con mayor seguridad que
los programas convencionales de rentas mínimas, ya un menor coste
administrativo, dar cobertura a todas las personas pobres.”[7]
En primer lugar, la renta básica
permite luchar contra la pobreza. Además permite reducir la exclusión social.
Produce una redistribución de la renta. La renta básica supone una
transferencia neta de los más ricos hacia los más pobres. Esta transferencia
será tanto mayor cuanto más elevado sea el importe de la renta básica. Por lo
demás, Van Parijs y Vanderborght afirman que la renta básica no supone un coste
exorbitante para las arcas del Estado. Entonces, “la renta básica, bien mirado,
constituye la forma de lucha contra la pobreza menos costosa, es decir, aquella
a la que debe asociarse el impacto negativo más débil sobre el producto
nacional bruto, hasta el punto de presentar el impacto positivo más elevado.”[8]
En segundo lugar, sirve para combatir
el paro. Permite luchar contra la exclusión social.
En tercer lugar, la renta básica sirve
para mejorar la remuneración de los trabajadores peor pagados.
En cuarto lugar, “En tanto que
estrategia contra el paro, la renta básica puede también concebirse, en tercer
lugar, como una técnica flexible para promover el reparto del tiempo de
trabajo.”[9]
Además, la renta básica beneficia a las
mujeres en lo que respecta a su nivel de renta y en términos de libertad de
elegir.
Desde un punto de vista económico de
los gastos administrativos, la renta básica resunta más barata que los otros
programas condicionales de lucha contra la pobreza y la exclusión social. Así
pues, es más barato establecer la renta básica que establecer un subsidio
controlado y condicional, por los costes administrativos que serían menos en el
caso de la renta básica, puesto que el individuo no tiene que justificar nada y
no se le va a exigir nada.
La teoría de la justicia de Van Parijs
se denomina “libertad real para todos”. Esta teoría de la justicia pretende
aportar una justificación liberal-igualitaria de la renta básica que sea capaz
de dar respuesta a estas importantes objeciones.
“Si se debe maximizar la libertad real
de quienes tengan menor libertad real, entonces se debe situar el ingreso
básico en el nivel más alto que sea sostenible, restringido a la protección de
la libertad formal de cada uno.”[10] Esta
teoría social o ideología liberal se autodenomina “liberal auténtica”. “aquello
que un auténtico liberal debe admitir es la libertad formal respetuosa de la
estructura institucional que produzca el mayor ingreso básico.”[11]
El ingreso básico debe ser pues para un
liberal auténtico el más alto posible: “el liberalismo auténtico exige que el
ingreso mínimo garantizado no tenga componente de ingreso básico en una
sociedad que no es rica, que tenga algún componente de ingreso básico en una
sociedad que es rica pero no opulenta, y que sea exclusivamente ingreso básico
en una sociedad opulenta.”[12] La
justicia se concibe como libertad real para todos y esta libertad real para
todos exige según Van Parijs el establecimiento de la renta básica suministrada
a todos los individuos adultos y ciudadanos de la sociedad política.
A mí se me ocurre que tal vez no
hubiera suficientes recursos financieros de los Estados capitalistas de
Bienestar con mercado pletórico de biens para establecer la renta básica
universal. Por otro lado, la existencia de tal renta básica, aumentaría la
capacidad de compra, con lo que se generaría una inflación muy aguda, con los
consiguientes efectos perniciosos de la inflación sobre las rentas y sobre las
economías nacionales. Además, se me ocurre que si la renta básica es muy
elevada, puede provocar que determinados trabajos mal pagados sean abandonados
por los trabajadores y puede provocar entonces la escasez de mano de obra para
cubrir tales puestos de trabajo que obviamente es necesario que sean ejercidos
por alguien para que el sistema económico capitalista funcione adecuadamente.
Digamos que con la renta básica algunos o muchos tal vez no querrían trabajar y
determinados puestos de trabajo no tendrían mano de obra para cubrirse. Esto
tendría su efecto económico negativo sobre los servicios prestados a la
sociedad. Las repercusiones serían duras en muchos sectores económicos.
Se me ocurre que la renta básica es una
propuesta muy agradable para todo el mundo trabajador porque añade ingresos
adicionales y permite tal vez a muchos vivir mucho tiempo sin trabajar. Aumenta
la presión fiscal, provoca una inflación indeseable y deja vacantes y sin
cubrir muchos puestos de trabajo que tal vez tendrán entonces que ser cubiertos
por extranjeros, que por serlo precisamente, no cobrarán la renta básica. Es
agradable siempre cobrar más. El problema es si resulta viable tal propuesta,
que se me antoja propia de un espíritu ocioso que no ha calculado las
repercusiones que tendría su implantación en los Estados del Bienestar, que
atraviesan por una crisis fiscal que los puede llevar a la quiebra algún día.
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