1. En primer lugar y para
empezar, su propósito manifiesto es el
de definir la idea y el concepto de un nuevo liberalismo menos
individualista y más intervencionista. Este nuevo liberalismo conecta en el
fondo con la ideología reformista y revisionista de la socialdemocracia.
Tenemos que señalar que Ortega nunca fue marxista ni socialista. Siempre fue
liberal. Buscó una alianza entre liberales de nuevo cuño y los socialistas para
impulsar la modernización de España, su europeización. Hoy el liberalismo y la
llamada tercera vía o síntesis entre la socialdemocracia y el liberalismo
planteada teóricamente por Anthony Giddens son las dos únicas alternativas
existentes. Es lo que se llama “centrismo”. La actualidad de Ortega es evidente
cuando plantea un liberalismo socialista. “¿Qué afirmación de un nuevo derecho
original destaca sobre la parca historia contemporánea? La idea socialista.
Luego no es posible hoy otro liberalismo que el liberalismo socialista.”[2] Del socialismo marxista hoy
no queda más que el recuerdo y los manuales para su exposición arqueológica
sistemática. Una socialdemocracia no marxista y con elementos del liberalismo
es la solución que se impone hoy históricamente por la fuerza de las circunstancias.
Ortega y Gasset confía en sus primeros escritos e intervenciones políticas en
que el PSOE con un socialismo español, nacional y reformista contribuya
decisivamente a la construcción nacional española en un sentido modernizador y
racionalizador y cómo no, europeizador de España. Cuando el Sr. José Luis
Rodríguez Zapatero lanza al aire la propuesta de un socialismo libertario, ¿No
está acaso recorriendo la senda ya abierta por
Ortega y Gasset? De este modo, estimo que hay que considerar que tras la
derrota del fascismo, la inviabilidad del socialismo real y el fracaso de la
socialdemocracia intervensionista keynesiana constructora del Estado social o
Estado del Bienestar edificado tras 1945,
la alternativa ya diseñada por Ortega y Gasset a principios del siglo XX
resulta tener una asombrosa actualidad y vigencia. Como muy acertadamente
subraya Antonio Elorza, con respecto a la conferencia pronunciada ante
militantes del PSOE el 24 de mayo de 1912, “lo que pretende Ortega es inculcar
en los oyentes la conveniencia de un socialismo no revolucionario, sino
constructivo, cuyo legado desborda a la clase obrera, y por su inmensa figura
entraña una aportación para toda la vida alemana…-Se trata pues de considerar
a- “la socialdemocracia como agente de construcción nacional por encima de la
solidaridad de clase.”[3]
2. En segundo lugar, hay que
subrayar la distinción orteguiana procedente de Nietzsche entre la élite y la
masa. Según Ortega “aun cuando sólo hay política donde intervienen las grandes
masas sociales, que sólo para ellas, con ellas y por ellas existe toda
política, comienza dirigiéndose primero a aquellas minorías que gozan en la
actual organización de la sociedad del privilegio de ser más cultas, más
reflexivas, más responsables, y a éstas pide su colaboración para
inmediatamente transmitir su entusiasmo, sus pensamientos, su solicitud, su
coraje, sobre esas pobres grandes muchedumbres dolientes”[4]. Porque precisamente “la
masa-pueblo es por definición la que no tiene opiniones políticas originales,
la que necesita de los pocos, de los elegidos, de las aristocracias morales
para que concreten y orienten su volición hacia un ideal social determinado.”[5] La élitie debe gobernar
sobre la masa, aunque siendo realistas a decir de Ortega, la élite rectora debe
ejercer una suerte de pedagogía social sobre la masa apolítica. “¿Cómo sería
posible lograr esto sin la existencia de una minoría entusiasta que opere sobre
ellas con tenacidad, con energía, con eficacia?
Para nosotros, por tanto, es
lo primero fomentar la organización de una minoría encargada de la educación
política de las masas.”[6]
Es el tópico de las élites
selectas. Ya Platón sostuvo que el poder debía pertenecer a las élites. Ortega
comparte las ideas de Mosca, Pareto, Weber. Se trata de dos rasgos básicos. En
primer lugar, todos ellos tienen una actitud desencantada frente a la evolución
que muestran las sociedades modernas industrializadas y las mismas
instituciones de la democracia liberal. En segundo lugar, defienden el elitismo
en la toma de decisiones colectivas. Se parte de la inevitabilidad de la
existencia de una élite dirigente en cualquier organización política, incluidas
las democracias liberales.También Lenin, Mussolini, José Antonio Primo de
Rivera, Ledesma Ramos, Hitler,
Schumpeter , Von Hayek nos proponen la ventaja notable que supone el
gobierno o poder de las élites. La democracia liberal elitista u oligárquica es
un sistema de gobierno caracterizado por una conveniente competencia entre
élites con el fin de obtener una élite dirigente. Schumpeter concibe la
democracia como un sistema para cambiar el gobierno a través de elecciones
periódicas, es decir, como un sistema de selección de élites. No muy lejos de estas posiciones está Ortega
cuando habla de democracia y de liberalismo. Según Ortega y Gasset si no hay
jerarquía y distancia entre la élite y la masa, no hay siquiera sociedad. El
liberalismo es esencialmente elitista y de ahí transitó Ortega por el tema de
las élites hacia el fascismo. Hoy cuando los progresistas se llenan la boca de
la palabra “democracia” o pretenden aplicar a todos los nombres el adjetivo
“democrático” por sus virtudes presuntamente salvíficas, conviene recordar que
la medicina, la ciencia, la enseñanza nada tienen de democráticas. El adjetivo
“democrático”, como nos recordaba Hannah Arendt sólo tiene sentido político. La
crítica pues orteguiana a la hiperdemocracia sigue conservando su actualidad
ante la ideología de la democracia. Por lo demás, curiosamente el máximo
filósofo español que escribe y piensa en español en España en la segunda mitad
del siglo XX, Gustavo Bueno coincide en este asunto con el máximo filósofo
español que escribe y piensa una filosofía en español en España en la primera
mitad del siglo XX, Ortega y Gasset, pues Bueno, según afirma en la propuesta
VII de sus conocidas “Diez propuestas para el próximo milenio” requiere la
formación de una élite que ejerza una suerte de gobierno indirecto sobre el
pueblo y la sociedad españoles mediante su saber y su influencia: Dice Bueno
“Política orientada a conseguir, como mínimo, un uno por ciento de lectores de
libros escritos en español, sobre temática científica o filosófica.”
3. En tercer lugar, hay que
señalar que la distinción entre la España oficial y la España vital o real creo
que sigue siendo notablemente actual. Hay pues “dos Españas que viven juntas y
que son perfectamente extrañas: una España oficial que se obstina en prolongar
los gestos de una edad fenecida, y otra España aspirante, germinal, una España
vital, tal vez muy fuerte, pero vital, sincera, honrada, la cual, estorbada por
la otra, no acierta a entrar de lleno en la historia.”[7]
4. En cuarto lugar Ortega
afirma que la nación española está por constituir y reforzar para que el Estado
nacional exista. “Lo malo es que no es el Estado español quien está enfermo por
externos errores de política sólo; que quien está enferma, casi moribunda, es
la raza, la sustancia nacional, y que por tanto, la política no es la solución
suficiente del problema nacional porque es éste un problema histórico.”[8] Aquí distingue Ortega a
continuación entre Estado y sociedad civil: “El Estado español y la sociedad
española no pueden valernos igualmente lo mismo, porque es posible que entren
en conflicto, y cuando entren en conflicto es menester que estemos preparados
para servir a la sociedad frente a ese Estado, que es sólo como el caparazón
jurídico, como el formalismo externo de su vida.”[9] Efectivamente, en el año
2001 está por ver si España seguirá existiendo en el futuro con su integridad
territorial. El problema de la construcción nacional española sigue estando aún
presente hoy. También la estructura estatal necesita ser reforzada. La
Constitución de 1978 desnacionaliza España y debilita al Estado. Esta tarea de
construcción nacional de España se la encomienda Ortega al liberalismo. “Esta
labor de construir una nación sobre las ruinas de otra se halla encomendada al
liberalismo.”[10]
5. En quinto lugar, hay que
señalar la influencia temprana que sobre Ortega ejerció Joaquín Costa. Así,
Ortega, con Costa afirmará que el Régimen de la Restauración de 1876 es un
régimen corrupto y Canovas es el maestro de corrupción del sistema político
oligárquico y caciquil coronado. “Pero Canovas, señores, no era una criatura
inocente; yo respeto sinceramente su enorme talento, tal vez el más grande de
su siglo en España para cuestiones ideológicas, si hubiera podido dedicar a
ellas su vida; mas por encima de ser un gran erudito, y un gran orador; y un
gran pensador, fue Canovas, señores, un gran corruptor; como diríamos ahora, un
profesor de corrupción.”[11] A mi juicio, parecidas
consideraciones cabría hacer acerca del Régimen de la Restauración/Instauración
de 1978. Antes las elecciones estaban falseadas. Ahora no están falseadas pero
las élites políticas actuales se comportan exactamente igual que las élites
políticas de hace un siglo: El consenso es la gran virtud oligárquica hoy como
ayer. En cuanto al maestre corruptor, creo que hay unos cuantos en la España de
hoy y muchos y aventajados discípulos. Sin embargo, Ortega y Gasset no es
costista, discrepa de Joaquín Costa en que ni siquiera España es una “arquía”.
Si por lo menos fuese una oligarquía, sería algo, pero es que no es nada. Es
una sociedad desvertebrada y sin élites dirigentes.
6. En sexto lugar,
recogiendo una influencia de Hegel, Ortega sostendrá que una cosa es la ética y
otra la moral. De alguna manera ejercita Ortega y Gasset tal distinción
formulada correctamente por Gustavo Bueno. “Yo siento profunda aversión hacia
toda guerra, simplemente por lo que tiene de guerra. Pero no voy a repetir en
este asunto la postura ineficaz, soi-disant teórica, que censuraba en los
republicanos cuanto a la forma de gobierno. Aspiraciones escatológicas,
proyectos para un futuro ideal humano son las normas que han de orientar nuestras
afirmaciones de política; pero no pueden nunca confundirse con éstas. Un ideal
ético no es un ideal político….Que no haya guerras de ninguna clase es un tema
santo de propaganda social, de humana religión, de cultura, pero no una
posición política con sentido. En política sólo cabe oponerse a esta guerra, a
aquella guerra, y, consecuentemente, oponerse por las razones concretas que en
cada caso se den, no por la razón abstracta que existe y que yo íntegramente
reconozco y defiendo contra toda guerra.”[12] Estas observaciones
debieran aprenderlas los pacifistas utopistas y los progres partidarios de esa
ñoñería transversal llamada “Educación para la paz” que pretenden entontecer a
la juventud española en los institutos fomentando al mismo tiempo la barbarie y
confiando todos los problemas a la acción benéfica y salvadora de la educación
que todo lo puede, hasta enseñar la virtud. Además, como muy bien dice Ortega y
Gasset, “Sin vida nacional no hay vida individual”.[13]
7. En séptimo lugar hay que
decir que acierta plenamente Ortega y Gasset al vincular la cuestión social con
el problema nacional. el internacionalismo proletario ya lo vio Ortega como un
sinsentido. No hay más que política nacional.
La política de construcción de la Nación Española es prioritaria con
respecto al internacionalismo proletario. Va a sostener efectivamente unos años
después que la “Política es tener una
idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una nación.”[14] Se es ciudadano español,
francés, inglés, no ciudadano mundial cosmopolita. “Para nosotros existe el
problema nacional; más aún: no acertamos a separar la cuestión obrera de la
nacional.”[15] Ortega y Gasset pues,
estimaba que previamente a toda acción política internacional es menester
contar con política nacional. La construcción de la nación española es previa
al internacionalismo. Antes que un internacionalismo viene un nacionalismo
maduro y acabado. Ramiro Ledesma Ramos, discípulo aventajado de Ortega
profundizará en este tema en su conocido “Discurso a las juventudes de España”,
1935: “El internacionalismo marxista declaró a “lo nacional” fuera de toda
emoción revolucionaria, quedando así privado de una de las grandes palancas
subversivas, bien pronto recogida en Europa y adoptada como lema de salvación
por grandes multitudes. La idea de Patria y la defensa de la Patria son, en
efecto, rotulaciones evidentes de la reacción política y muchas veces, la mayor
parte de las veces que se las invoca por los sectores regresivos, se hace en
rigor escudando en ellas sus privilegios económicos. Pero todo esto no
indicaría sino la bondad del acero de ese escudo, la eficacia de la idea
nacional como plaza fuerte, lo que debía producir en los revolucionarios, más
que su afán de negar la Patria, y de incluso desconocer su existencia, el afán
contrario de conquistarla para la revolución.”[16]. Ve al PSOE como un partido
que “opera como si su aspiración al internacionalismo le relevara por completo
de preocupaciones nacionales.”[17] Los partidos socialistas
han de hacer políticas nacionales puesto que además no pueden tener políticas
internacionales. “El día que los obreros españoles abandonaran las palabras
abstractas y reconocieran que padecen, no sólo como proletarios, sino como
españoles, harían del partido socialista el partido más fuerte de España. De
paso harían España. Esto sería la nacionalización del socialismo; quiero decir,
el socialismo concreto frente a un socialismo abstracto…cada cual ha de echar a
andar sobre el pie y desde el sitio en que le coja. Lo internacional no excluye
lo nacional, lo incluye.” [18] Debe haber un socialismo
nacional, un socialismo español. No hay clase universal proletaria. La lucha
entre Estados nacionales es más importante y más intensa que la lucha de clases
interna de cada país. Todo proyecto político lo es desde una determinada nación
o Estado-nación. No existe un socialismo internacional o mundial. El socialismo
o es nacional o no es nada. Propugna pues Ortega un socialismo nacionalista
Además, Ortega y Gasset no acepta la lucha de clases. Ya se ve pues la verdad
de las afirmaciones de Ortega. No hay clase universal y la lucha entre Estados
es la constituyente de la dialéctica histórica como sostiene acertadamente en
nuestros días y entre nosotros D. Gustavo Bueno Martínez. Por lo demás, formula
Ortega una evidente verdad con respecto a la llamada mundialización
capitalista: “Las naciones son los últimos y más fuertes productos que impiden
la unificación del capital”.[19]
8. En octavo lugar, la
europeización significa varias cosas: democratización, modernización política,
construcción de un capitalismo nacional, de la nación española y crear ciencia.
La nación española sin la ciencia no es nada. La extensión de la instrucción
pública es el paso necesario para construir un Estado nacional democrático liberal
o socialista siempre que no sea marxista. En “Nuevas glosas”, comentando la
segunda conferencia de Unamuno en el Círculo socialista de Bilbao afirma
Unamuno y Ortega y Gasset está plenamente de acuerdo con él que “por acaso
admirable el estado moral de España obliga al socialismo…a erigirise en
defensor de la cultura.”[20] Esta Idea de la Cultura
tiene un origen alemán en Fichte. Su influencia en Unamuno y Ortega es
evidente. De todos modos, aquí la cultura se refiere a la cultura subjetiva, al
ser y hacerse culto, sabio, versado en todo tipo de conocimientos. Ortega cita
a continuación una declaración de Unamuno sobre la felicidad y la educación.
Hoy diríamos que la educación permisiva, hedonista progresista diseñada por el
PSOE y defendida a muerte por lo que se autodenomina en España “izquierda” está
siendo criticada por Unamuno a principios del siglo XX: “Hay que librarse de la
falacia de poner el fin del hombre en la felicidad terrena. La palabra
felicidad es una de las más ambiguas y de las más funestas, y una de aquellas
de que más abusan conservadores y reaccionarios. Hay quien ve la felicidad en
la ignorancia, y cuando se oye decir que hay que educar más bien que instruir,
entiéndase que quien así habla lo hace ordinariamente más por odio o miedo a la
instrucción que no por amor a la educación. Ni hay más modo de educar que
instruyendo. Un buen manual de física, de química, de biología, de anatomía
comparada, de historia de las religiones es tan educativo moralmente, como el
catecismo. Hay que santificar el nombre de la ciencia, esto es, de la verdad.”[21]
En conclusión, Ortega y
Gasset desea impulsar la construcción nacional de España como Estado
democrático y liberal, incluso socialista, aunque no marxista, en la medida en
que por aquella época concibe al socialismo como muy capaz de realizar las
reformas sociales necesarias para cohesionar la sociedad española y difundir la
cultura, la ciencia. Esto se tiene que llevar a cabo desde la constitución de
una élite político-intelectual que ejerza una suerte de gobierno indirecto, una
pedagogía social sobre la masa a fin de que ésta se politice y derribe el
régimen oligárquico-caciquil de la Restauración. La posición política de Ortega
se puede llamar también socialismo nacional y liberal no marxista y europeización,
pero esto sólo significa importar la ciencia y las instituciones políticas
liberales que son imprescindibles para que España abandone su secular retraso y
fracaso histórico. Pero que nadie se equivoque, a pesar del gran número de
veces que Ortega y Gasset cita el término “Europa”, ello sin embargo no
significa que fuera un estúpido europeísta papanatas que quisiera la
desaparición de España en Europa. Ni Ortega y Gasset puede ser catalogado de
casticista, esto es un pensador que sostuviera la pervivencia de las esencias
eternas de España y la pervivencia de nuestra individualidad étnica, ni tampoco
puede ser considerado Ortega y Gasset como antes se ha dicho, un europeísta que
propugnara la fusión de nuestro pueblo y por tanto su disolución en Europa.
Ortega siempre insistió en la asimilación de la ciencia y de los valores
occidentales europeos y de sus instituciones políticas y su experiencia
histórica en la medida en que pudiera ser utilizable, pero conservando siempre
la peculiaridad de nuestro destino histórico. “Seremos españoles cuando
segreguemos al vibrar de nuestros nervios celtibéricos sustancias humanas de
significado universal mecánica, economía, democracia y emociones
trascendentes”.[22] Por todo ello sostengo la
actualidad de muchos planteamientos político-ideológicos de Ortega y Gasset
expuestos en los años 1908-1914 en la coyuntura histórica actual, en el año
2001, primer año del siglo XXI y ello si se considera cuál es el panorama
ideológico actual: No hay fascismo, no hay comunismo. La socialdemocracia se
retira y sólo quedan el liberalismo y la llamada Tercera Vía como alternativas
político-ideológicas realmente existentes.
Felipe Giménez Pérez.
[1] Cuando hablo de “actualidad” quiero decir que
el discurso político actual, de nuestro presente guarda serias similitudes con
el discurso político de Ortega al que me voy a referir.
[4] Ortega y Gasset, “Vieja y nueva política”, 1914, en “José
Ortega y Gasset, Textos sobre el 98, Escritos políticos (1908-1914) Biblioteca nueva, Madrid, 1998,
p. 35.
[16] Ramiro Ledesma Ramos, “Discurso a las
juventudes de España”, Ediciones FE, Madrid,
1939, pp. 238-239.
[21] Ortega y Gasset, “Textos sobre el 98”
Escritos políticos (1908-1914) Biblioteca Nueva, Madrid, p. 221.
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