viernes, 6 de mayo de 2016

El materialismo de Kant

Me propongo en este escrito dilucidar la cuestión acerca de en qué medida Kant es materialista. Todos sabemos sobradamente que Kant es el inventor del idealismo trascendental y que por tanto siempre se encontrarán pruebas sobradas de que Kant es idealista, pero eso no debe hacernos olvidar que hay materialismo en Kant y mucho. Así pues, confrontaré la filosofía de Kant con el materialismo filosófico de Gustavo Bueno con el fin de descubrir lo utilizable y lo valioso que queda en Kant a día de hoy, en el segundo centenario del fallecimiento del filósofo prusiano de Königsberg. Se trata de averiguar en qué medida los materiales filosóficos kantianos se dejan ordenar según las coordenadas ontológicas del materialismo filosófico. Esto se deriva de la afirmación dialéctica de Bueno expresada en la fórmula “Pensar es pensar contra alguien”. El materialismo filosófico debe tener en cuenta a Kant como alternativa teórica y como fuente de algunos contenidos materialistas. Si la conciencia filosófica es constitutivamente materialista, la historia de la filosofía es la historia del materialismo resultado de una enérgica reinterpretación de la filosofía clásica.

            Para empezar, debemos subrayar el carácter escolástico que tiene la filosofía de Kant. Ernst Bloch lo afirmó ya hace muchos años. La crítica kantiana no se dirige tanto contra la Escolástica, cuanto contra el dogmatismo de la filosofía moderna.«Bei Kant ist sie zum Unterschied von der Baconschen und Descarteschen nicht mehr gegen die Scholastik gerichtet, sondern gegen den bürgerlichen Rationalismus, die bürgerliche dogmatische Metaphysik».[1]  El más grande de los filósofos dogmáticos a decir de Kant es el escolástico Christian Wolff no uno de los filósofos empiristas o racionalistas. En España, José Luis Villacañas Berlanga[2] y Luis Martínez de Velasco han sostenido la tesis del materialismo de Kant. Por lo demás, no es la primera vez que se afirma que Kant es materialista o su filosofía tiene rasgos materialistas. Heinrich Heine afirmó que «der Oberherr der Welt schwimmt unbewiesen in seinem Blute» (Heine, V, 604)[3] Kant es el ultimo escolástico en la filosofía clásica. Toda su terminología empleada es escolástica.  Kant traza las coordenadas dentro de las cuales aún hoy nos movemos al considerar la oposición entre idealismo y materialismo así como entre filosofía y ciencia . En fin, nos movemos todavía en las coordenadas filosóficas establecidas por Kant, en la filosofía contemporánea, que comienza con Kant.

 

1. Materialismo en sentido ontológico general de Kant.

           

            El materialismo ontológico general se centra en el análisis de la Idea general de materia (M).  Materialismo ontológico general significa la crítica al mundanismo, al cosmismo. Kant es materialista ontológico general. Kant, para empezar es un realista empírico o un idealista trascendental como él mismo afirma, puesto que ambas posiciones son equivalentes a decir del propio Kant. Si hemos de creer a Luis Martínez de Velasco, Kant sería el fundador del materialismo contemporáneo. Por lo demás, J.L. Villacañas Berlanga declara que en Kant materia y realidad se identifican «podemos decir que la materia es aquello que puede reconocerse empíricamente diferenciado (cf. B 34); en el terreno de la intuición empírica, es lo que determina que apreciemos existencia y realidad».[4]  Kant sería el fundador del materialismo contemporáneo porque su crítica no iría tanto destinada a destruir la metafísica o la ontología qua tale, sino a triturar la ontoteología espiritualista, idealista. Ahí “metafísica” se identificaría con el espiritualismo y el idealismo. La Ontología[5] se considera en la obra kantiana, una vez reducida críticamente, como algo viable teóricamente: «Ontología es esta ciencia que, formando parte de la Metafísica, constituye un sistema de todos los conceptos del entendimiento y de sus principios, pero únicamente en la medida en que se refieren a objetos que pueden darse por los sentidos y, por consiguiente, en tanto que están justificados por la experiencia.»[6]

            Por una parte, la materia como fenómeno es el contenido de la sensación. Pero es que en Kant conocimiento es conocimiento empírico. La materia es lo objetivo, pero es que es lo real. Aquí coincide Kant con Lenin al identificar la materia con lo objetivo. La existencia objetiva de lo empírico posibilita así el desarrollo de la filosofía kantiana. La cosa en sí es un concepto límite. No es un objeto de la experiencia. Es un puro objeto del pensamiento, un noúmeno. Kant nunca quiso ser confundido con Berkeley, con el idealismo material, porque siempre reconoció como realmente existente el mundo material empírico. Kant no es ningún agnóstico. Esto le sitúa más bien en el campo del materialismo más bien que en el del idealismo. La materia desde una consideración ontológico general es “substantia phaenomenon” (Crítica de la razón pura A 277, B 333).  «De todos modos, lo absolutamente interior de la materia tampoco es, desde el punto de vista del entendimiento, más que una quimera. En efecto, la materia nunca es objeto del entendimiento puro. El objeto trascendental que pueda motivar el fenómeno que llamamos materia es un simple algo del que no comprenderíamos lo que es ni siquiera en el caso de que alguien pudiera decírnoslo».[7] La materia no forma parte de las categorías como concepto categorial científico, sino que más bien sería una Idea regulativa o un concepto límite, entendida así como noúmeno o cosa en sí de alguna manera.

            La materia es el caos bruto y amorfo de las impresiones, la pluralidad absoluta, la multiplicidad considerada con independencia de las formas a priori de la sensibilidad. Tiene que haber forzosamente una materia dada en la sensación y en el concepto. La materia es lo real porque Kant mismo afirma por ejemplo: «Toda percepción externa demuestra algo real en el espacio, o más exactamente, es lo real mismo, por lo que, en este sentido, el realismo empírico está fuera de toda duda.»[8] Sin embargo «Lo único que de la materia conocemos son puras relaciones; lo que llamamos determinaciones internas de ésta sólo es interior desde un punto de vista comparativo. Hay, sin embargo, algunas de esas relaciones que son independientes y permanentes, que sirven de medio a través del cual se nos da un objeto determinado».[9] Es así pensada la materia ontológico general por Kant como la condición de posibilidad del fenómeno, del objeto.

            Por otro lado, la Idea de materia ontológico general consiste en la pluralidad infinita de partes extra partes y en la codeterminación tal y como señala Gustavo Bueno. A este concepto de materia ontológico general se aproxima la materia entendida como fenómeno, pero por esto mismo el concepto de materia ontológico general se halla próximo a la noción de noúmeno de Kant por ser éste un Grenzbegriff, un concepto límite. El noúmeno kantiano serviría para evitar el idealismo.

            Sin embargo, Lenin, conocedor de Schopenhauer interpretó el noúmeno como algo irracional tal y como precisamente aparece en Schopenhauer y pensó que lo racional era justamente lo contrario:  el cosmismo, el mundanismo. Identifica a mi juicio Lenin erróneamente el empirismo con el materialismo: «Cuando Kant admite que a nuestras representaciones corresponde algo existente fuera de nosotros, una cierta cosa en sí, Kant es materialista. Cuando declara a esa cosa en sí incognoscible, trascendente, ultraterrenal, Kant habla como idealista. Reconociendo como único origen de nuestros conocimientos la experiencia, las sensaciones, Kant orienta su filosofía por la línea del sensualismo y, a través del sensualismo, bajo ciertas condiciones, por la línea del materialismo. Reconociendo la aprioridad del tiempo, del espacio, de la causalidad, etc., orienta Kant su filosofía hacia el idealismo (…). Los materialistas han reprochado a Kant (…) la falta de una diferencia de principio entre dicha cosa en sí y el fenómeno».[10]

            Según Gustavo Bueno, M está muy próximo al noúmeno kantiano: «Por ello, el concepto de Ser, o “Materia” de la Ontología general, está más cerca de la tradición neoplatónica (del Uno como ανόνιμος, ΰπερόν, de Plotino), e incluso del noúmeno kantiano, cuando eliminamos las recaídas mundanizadoras del propio Kant, en la Crítica de la razón práctica.»[11] Por eso Gustavo Bueno afirma, con todo que  «Sin embargo, la “cosa en sí” de Kant, el noúmeno, mantiene siempre una estrecha correspondencia con el concepto de “Materia general” (M), y no sólo con el concepto de Dios, cuyos principales componentes son esencialmente mundanos.»[12]

            Por lo demás, no resulta descabellado interpretar el concepto de materia en Kant como una Idea regulativa de la razón y de la ciencia. La materia es un principio regulativo porque: «da jede Bestimmung der Materia… ihre Ursache haben muss und daher immer noch abgeleitet ist, so schickt sich die Materia doch nicht zur Idee eines notwendigen Wesens;…so folgt: dass die Materie und überhaupt, was zur Welt gehörig ist, zu der Idee eines notwendigen Urwesens als eines blossen Prinzips der grössten empirischen Einheit nicht schicklich sei, sondern dass es ausserhalb der Welt gesetzt werden müsse.»[13]

            Aún más, cabe la posibilidad, tal y como lo interpreta Bloch, de considerar la cosa en sí kantiana como la materia prima o materia ontológico-general: «Weiter noch, was von [14]aussen sich aufdrängt und nicht gemacht werden kann, wird hier anders Staff genannt. Gerade als nicht kategorial erzeugt, nämlich als Ding an sich; dieser Begriff durchzieht, in den verschiedensten Bedeutungen, Kants Werk».

            En el “Opus Postumum” el concepto de éter es equivalente al concepto de materia ontológico-general. Este éter es el correlato objetivo necesario de la unidad sintética de la apercepción. Para fundar la unidad de la experiencia posible hace falta el concepto de materia. Para que éste sea un concepto filosófico, ha de ser a priori. Este éter de Kant juega el mismo papel que la materia ontológico-general de Gustavo Bueno con respecto a la materia ontológico-general. En Kant hablaríamos con respecto a los cuerpos.  Hay que decir que Kant distingue entre materia en general (M) y cuerpos (M1). El éter es un concepto universal, pero no puede ser considerado como un concepto distributivo porque su objeto es singular. Esta materia ontológico general de Kant, el éter no es algo dado empíricamente, ni tampoco constitutivo de la experiencia posible. Por ello se basa en una Idea de la razón. Su importancia radica en que permite pensar en la experiencia como un sistema único.

 

2. Materialismo ontológico especial kantiano.

 

            «“Materialismo”, en el sentido ontológico-especial, es una expresión que hacemos aquí equivalente a la doctrina de los Tres Géneros de Materialidad (M1, M2, M3)»…«Llamamos “Materialismo ontológico-especial” –o, para abreviar, “materialismo cósmico” (en cuanto contradistinto del “materialismo ontológico general» –o, para abreviar, “materialismo ontológico”)- a la doctrina que defiende que el “Mundo” es ontológicamente tridimensional, es decir, a la doctrina que sostiene que los contenidos del “Mundo” son de tres clases diferentes (inconmensurables), a saber: los tres géneros de materialidad.»[15] Como se verá a continuación: Kant sostiene que el Mundo es trimembre ontológicamente. Distingue perfectamente Kant las tres materialidades M1, M2 y M3.

            La filosofía entendida como ontología se organiza de forma claramente trimembre en la sistematización de Wolf, el más grande de los filósofos dogmáticos a decir de Kant. La “Metaphysica Specialis” se constituye sobre las Ideas de Mundo, Alma y Dios: Cosmología, Psicología Racional y Teología Natural. En la Dialéctica Trascendental de la Crítica de la razón pura Kant va a triturar tal ontología metafísica e idealista pero sin romper con el esquema trimembre ontológico dibujado por Wolff que como se ha afirmado, queda reconocido claramente por Kant y más aun, es admitido por Kant como referencia ontológica.

 

3. Materialismo primogenérico kantiano.

            El Primer Género de Materialidad comprende todas las entidades exteriores a nuestra conciencia, externas. «En el Primer género de Materialidad se disponen en conjunto todas las realidades exteriores a nuestra conciencia o si se prefiere, odas las cosas que se aparecen en la exterioridad de nuestro mundo, sin que eso signifique afirmar que se agoten en esa exterioridad.»[16] Los cuerpos pertenecen a M1 entre otros tipos de realidades físicas.

            Kant, en su obra Metaphysische Anfangsgründe der Naturwissenschaft (1786) concede al concepto de materia un sentido primogenérico (M1). La materia, como concepto físico tiene diversos predicados relacionados entre sí. La propiedad fundamental e la materia es el movimiento. La base para el entendimiento del Primer Género de Materialidad M1 es la física clásica de Newton. “materia” entendida como masa y movimiento son los dos conceptos empíricos básicos para entender la materia física. Aquí la materia es cuerpo, res extensa. Aquí M1 se piensa como la materia dada en la percepción externa. En los “Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza” de 1786 pretende Kant elaborar una ontología de M1, una suerte de ontología real de la naturaleza corpórea. Esta ontología es una aplicación de la “Crítica de la razón pura” al género de los objetos del sentido externo (M1). Es la materia del Primer Género de Materialidad.

            El Primer Género de Materialidad tiene el privilegio de que a partir de él es como se forma el concepto de materia. Como los hombres somos cuerpos y como todo el poder humano a decir del canciller Bacon estriba meramente en juntar y separar cuerpos, corresponde a M1 el privilegio de ser el género de materialidad a partir del cual se constituye el concepto de materia. Dice por lo demás Kant: «Es algo muy notable que la sola categoría no pueda hacernos comprender la posibilidad de ninguna cosa, y que siempre tengamos necesidad de una intuición para descubrir la realidad objetiva del concepto puro del entendimiento».[17]  Además, como la materia corpórea consta de partes extra partes, bien podría derivarse de ella el concepto ontológico general de materia. «(pues las cosas corporales nunca son más que relaciones, al menos en el sentido de partes unas fuera de otras)».[18]Resulta que es necesario tener percepciones externas de cuerpos para tener experiencia de la realidad misma, para saber que hay realidad, que existen cosas: «Pero es todavía más notable que para comprender la posibilidad de las cosas por las categorías, y por consiguiente, para probar la realidad objetiva de estas últimas, tengamos siempre necesidad no sólo de intuiciones, sino también de intuiciones externas».[19] Los conceptos puros del entendimiento tienen realidad gracias a los cuerpos, gracias a la intuición externa. La ontología general sólo tiene sentido cuando hay una ontología especial de M1. La ontología de los cuerpos es imprescindible para la construcción de la ontología general. El concepto de materia procede de la experiencia fenomenológica de los cuerpos y de que a fin de cuentas somos sujetos corpóreos nosotros mismos.

            La materia corpórea se puede determinar a priori como objeto de la percepción externa: «Si debo explicar el concepto de materia, no por un predicado que le corresponda como objeto, sino solamente por su relación con la facultad cognoscitiva…, entonces la materia es un objeto del sentido externo, y esta sería la simple explicación metafísica de la misma».[20] La materia corpórea debe ser posible de acuerdo con las categorías: «Bajo las cuatro clases de los conceptos puros del entendimiento, cantidad, cualidad, relación y modalidad, deben poder entrar también todas las determinaciones del concepto de materia en general, o sea, todo lo que pueda pensarse de ella a priori, representarse en la construcción matemática o darse en la experiencia como objeto determinado».[21] En los cuatro capítulos de los “Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza” se expone la  doctrina de la materia primogenérica (M1) según los cuatro títulos de las categorías 1) Foronomía: movimiento como magnitud. 2) Dinámica: fuerza motriz como cualidad de la materia. 3) Mecánica: materia con miras a las relaciones en el movimiento. 4) Fenomenología: modos del movimiento referidos a las clases de representación.

            Los cuerpos o la extensión son los fenómenos espaciotemporales de la percepción externa. La naturaleza es la totalidad de los fenómenos (M1 y M2) y comprende pues «dos partes principales de acuerdo con la diferencia capital de nuestros sentidos: la una contiene los objetos del sentido externo y la otra el objeto del sentido interno; en consecuencia, es posible una doble doctrina de la naturaleza: la doctrina de los cuerpos y la doctrina del alma; la primera considera la naturaleza extensa y la segunda, la naturaleza pensante.»[22] Además, Kant distingue ya dos géneros de objetos de los sentidos: externo (M1) e interno (M2). De acuerdo con lo afirmado más arriba respecto a la identificación del contenido de las percepciones con la materia en sentido general, podemos concluir que Kant distingue aquí entre dos géneros de materialidad. La filosofia de la naturaleza, sin embargo, concluye Kant es una auténtica metafísica de la naturaleza o, en términos del materialismo filosófico, es una ontología primogenérica. La razón aportada por Kant es que la psicología no puede ser ni será una ciencia. Por eso la filosofía de la naturaleza es ontología de los cuerpos. En los “Principios”, la base de la ontología primogenérica es el movimiento y su variación.

            Pero Kant no sólo define a la materia primogenérica como cuerpo en movimiento en el espacio. También postula la existencia tanto de fuerzas atractivas como de fuerzas repulsivas. En su “Opus Postumum” Kant admite el éter, el continuum de la materia corpórea y el concepto de fuerza. En Kant se produce la superación del mecanicismo. El concepto de relación va a prevalecer, como ocurría en Leibniz, sobre el de substancia.

            Está clara la influencia de Newton en la concepción kantiana de M1. Más profundamente quizás influyó Euler sobre Kant. Por eso Kant negó el vacío y afirmó como Newton-Euler la existencia de un éter sutil y elástico para explicar la luz y los fenómenos gravitatorios. En su “Opus Postumum” Kant considera el éter como un principio unificador de todas las fuerzas motrices de la materia (O.p., XXII, 267), anticipando así la física de campo y la teoría unificada de las fuerzas de la materia. El éter pasa a ser la base de la unidad material de la experiencia.

            En su “Opus Postumum”, Kant mejora y abandona las posiciones sostenidas en sus “Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza”. En su legajo IV, folio 2, del Opus Postumum (septiembre/octubre de 1798 declara Kant: «Las fuerzas motrices de la materia, y con éstas también las de los cuerpos, pueden contener principios físico-dinámicos, según lo formal de las leyes del movimiento de las mismas, en cuanto cambio de sus posiciones en el espacio (foronómicamente), o también según su energía como causas eficientes de este cambio (es decir, según su contenido: cognoscibles en la experiencia)». Las fuerzas motrices de esta forma presentan un doble aspecto material-formal según el modo cognoscitivo de acceso a ellas. El contenido de las fuerzas motrices se muestra en las variaciones de movimiento e intensidad, estudiadas por la Dinámica. Sólo hay fuerzas y relaciones como objeto de nuestro conocimiento, no cosas: «Conocemos la sustancia en el espacio sólo mediante fuerzas actuantes en él…y que constituyen el concepto de la sustancia, a la cual denominamos materia».[23]

            Lo cierto es que Kant recurre a la Diádica de Leibniz. Las fuerzas motrices y las propiedades de la materia surgen de combinaciones binarias, en las que el segundo miembro no se encuentra al mismo nivel sino que explica y posibilita el primero. Las cualidades de este segundo miembro corresponden a una materia trascendental, no empírica, a priori. Esta materia trascendental no tiene otra función que la de posibilitar la experiencia. Es la condición de posibilidad de la experiencia. Desde M1 se regresa así a M en Kant, pudiéndose así afirmar que M1 es el analogado fundamental de la materia.

            Finalmente, Kant concede una importancia extraordinaria a la antinomia de la razón pura en la dialéctica trascendental. Esto indica que M1 en Kant es determinante en la cuestión acerca de la polémica idealismo/materialismo. Ese es el privilegio de M1 en la ontología kantiana. Merced a la discusión sobre la naturaleza de M1 se dilucida el sentido de la ontología especial, del Mundo (Mi) esto es, acerca de la oposición entre idealismo y materialismo.

            Kant habla de las tesis como de las posiciones idealistas, metafísicas, dogmáticas. Las tesis son el resumen del dogmatismo. Las antítesis son los postulados metodológicos de la ciencia, el materialismo. Kant las llama empiristas. El idealismo crítico o trascendental exige la toma de postura favorable a las tesis empiristas. Eso es el materialismo. La verdad del materialismo es apagógica y pragmática. Se demuestra su verdad de modo indirecto, por refutación de sus tesis opuestas y por las consecuencias prácticas que se derivan tanto del idealismo  como del materialismo, puesto que para Kant, la razón práctica tiene la primacía sobre la razón teórica. El ateísmo por ejemplo, es más importante y decisivo por sus consecuencias prácticas éticas, morales, jurídica y políticas que por sus implicaciones teóricas. Las tesis son irracionalistas. Las antítesis racionalistas.

            Kant afirma reiteradamente que existe un interés práctico que es el que ayuda a decidirnos entre las tesis y sus antítesis. El idealismo implica el espiritualismo, que ofrece, en primer lugar,  una concepción del mundo de la cual «un hombre bienintencionado, cuando comprende su auténtica conveniencia, participa de todo corazón (woran jeder Wohlgesinnter wenn er sich auf seinen wahren Vorteil versteht, herzlich Teil nimmt)»[24] Las tesis son «piedras angulares de la moral y la religión (Grundsteine der Moral und Religión»)[25]; en segundo lugar, hay un interés metafísico, especulativo, merced al cual se puede concebir «completamente a priori la serie completa de las condiciones (die ganze Kette der Bedingungen)».[26] Esto es, el cosmismo. Finalmente, en tercer lugar, la metafísica, el espiritualismo, el idealismo tiene «la ventaja de la popularidad».[27] Y ello en la medida en que «el entendimiento común no halla la menor dificultad en la idea de un origen incondicionado de toda síntesis (der gemeine Verstand findet in den Ideen des unbedingtes Anfangs aller síntesis nicht die mindeste Schwierigkeit)».[28]

            Frente al idealismo, el materialismo (las antítesis) implica la impiedad. En principio, afirma Kant «por lo que se refiere al empirismo en relación a las ideas cosmológicas, no se encuentra aquí ningún interés práctico en función de los principios de la razón pura como se hallan en la religión y la moral (findet sich kein solches praktisches Interesse, als Moral und Religión bei sich führen)».[29] El materialismo es más compatible con la ciencia que el idealismo, pues «mediante éste, el entendimiento se halla siempre en su terreno propio (auf seinem eigentümlichen Boden), es decir, en el ámbito de la pura experiencia posible, cuyas leyes puede investigar y mediante las cuales se puede desarrollar hasta el infinito con sus nociones seguras y comprensibles (und vermittelst derselben er seine sichere und fassliche Erkenntnis ohne Ende erweitern kann)».[30]

            El idealismo, la metafísica es el error. Un idealista, a decir de Kant «Puede, desde luego, especular sin límite, ya que divaga solamente mediante ideas puras (weil er unter lauter Ideen herumwandelt) sobre las cuales es tanto más locuaz cuanto más ignorante, en vez de hacer lo que debería: callarse cuando se trata de la investigación sobre la naturaleza y confesar su ignorancia (über der Nachforschung der Natur ganz verstummen und seine Unwissenheit gestehen) Los únicos fundamentos de su actitud son la comodidad y la vanidad (Gemächlichkeit und Eitelkeit)».[31] Kant señala por lo demás que el grave error del idealista es sacrificar la verdad científica, el interés teórico de la razón en aras de sus espurios intereses metafísicos espiritualistas. Subraya Kant que el espiritualista «cree comprender y saber lo que sus temores y esperanzas le empujan a aceptar o creer (er bildet sich ein, das einzusehen und zu wissen, was anzunehmen, oder zu glauben, ihn seine Besorgnisse oder Hoffnungen antreiben)».[32]

 

4. Materialismo segundogenérico kantiano.

            Los contenidos de M2 son las entidades que caen en el ámbito del tiempo presente. El segundo género de materialidad acoge a todos los procesos reales internos. Eso no significa que haya que sostener la existencia del espíritu, esto es, entender la subjetividad como sustancia. Las vivencias internas no hay que interpretarlas de forma espiritualista. Kant entiende esto en su crítica del idealismo subjetivo. Precisamente Kant entiende a la noción de subjetividad como una ilusión trascendental.

            Kant en la “Crítica de la razón pura” emprende la crítica del yo, del alma, del espiritualismo. Como muy bien señala Gustavo Bueno, “Es preciso, pues, no confundir el reconocimiento de la peculiaridad de los contenidos de M2 con el espiritualismo.”[33] Precisamente Kant, ya en 1764 afirmaba lo siguiente: «Admito que sería excelente poder demostrar que el alma no es material (dass die Seele nicht Materia sei), sólo que para concluir tal cosa os haría falta demostrar que no posee una naturaleza material. Y en este sentido ha de entenderse no sólo que el alma es inmaterial, sino también que no es ninguna sustancia simple concebible como un elemento que participa de la materia, lo cual, a su vez exige una prueba muy especial: se ha de probar que esta esencia pensante (dieses denkende Wesen) no se encuentra, como elemento corpóreo, en el espacio ni puede constituir algo expansivo o poseedor de masa (ein Ausgedehntes und einem Klumpen ausmachen könne) de lo cual, ciertamente, no se ha dado ni una sola prueba.»[34] En 1766 afirma Kant: «Se puede desde luego aceptar la posibilidad de una esencia inmaterial sin miedo a caer en contradicción, sólo que sin ninguna esperanza de poder probar dicha posibilidad mediante fundamentos puramente racionales (wiewohl auch ohne Hoffnung, diese Möglichkeit durch Vernunftgründe beweisen zu können)»[35] En 1781 declara: «Incluso admitiendo la simplicidad de naturaleza del alma humana, no queda ésta suficientemente diferenciada respecto del sustrato de la materia si la consideramos –como efectivamente hemos de hacer- como un simple fenómeno (wenn man sie (wie man soll) bloss als Erscheinung betrachtet).»[36]

            Pero esto no significa que Kant niegue la existencia de los contenidos M2. Los contenidos M2 en Kant están sometidos al tiempo. Es la forma del sentido interno, de nuestra autopercepción o introspección y de percibir nuestros estados de conciencia internos. Es la condición inmediata de nuestro fuero interno. Las intuiciones tanto las temporales como las espacio-temporales son individuales, subjetivas. «Kant adivirtió la significación individual del espacio-tiempo cuando, en su terminología, habló de intuiciones, oponiéndolas a conceptos».[37] Decía Kant unos años antes de escribir la Crítica de la razón pura que «El tiempo es la forma de la consciencia, es decir, la condición bajo la cual cobramos consciencia de las cosas»[38] El tiempo es la condición formal de todos los fenómenos psíquicos (M2) o internos. Precisamente, Kant designa la subjetividad psicológica (M2) con la palabra Gemüt (ánimo, mente) para dejar claro que reconoce los fenómenos subjetivos, internos, pero no los considera como alma (Seele) o como espíritu (Geist).

            Según Luis Martínez de Velasco, Kant elimina la condición personal de Dios, la subjetividad divina. Así queda Dios excluido de la  moral. Esto posibilita la libertad del sujeto humano. Dios no es persona. Esto es afirmar que la personalidad sólo corresponde a los sujetos humanos corpóreos. Esto nos ayuda a comprender el tratamiento que realiza Kant de M2. Como afirma J.L. Villacañas, ciertamente, Kant habla de Dios y muchas veces con entusiasmo. Habla de forma edificante de Dios, pero afirma también que es meramente una idea fruto del pensamiento de los hombres.

            La tesis que afirma que el yo o alma es una sustancia es una ilusión. La tesis que afirma que es una sustancia simple también es una ilusión, lo mismo ocurre con la tesis que afirma que es una sustancia y que permanece numéricamente idéntica a lo largo del tiempo y finalmente la tesis que afirma que guarda relación con objetos posibles en el espacio y en particular con su propio cuerpo. Aceptar el concepto metafísico de alma «establecería una hipótesis no sólo indemostrable –como la mayoría de las hipótesis físicas- sino sobre todo completamente arbitraria y caprichosa (sondern auch ganz willkürlich und blindlings»).[39]

            La psicología no puede ser una ciencia, sino simplemente una descripción empírica de fenómenos psíquicos, una fenomenología, puesto que «ni siquiera nos es dado observar nuestro propio psiquismo con otra intuición que la de nuestro sentido interno. En efecto, es en el psiquismo donde reside el secreto acerca del origen de nuestra sensibilidad.»[40] No podemos autoobservarnos por introspección y creer por ello que nos conocemos tal y como somos independientemente de que nos observemos, si es que tal concepto tiene algún sentido. Sólo nos conocemos como fenómenos merced al sentido interno. «El sentido interno por medio del cual el psiquismo se intuye a sí mismo o a su estado interno no suministra intuición alguna del alma misma como objeto».[41] En  una nota de la Crítica de la razón pura, B 37 alude Kant a la estética como disciplina filosófica distinguiéndola en su uso trascendental (M3) de su uso psicológico (M2).

 

5. Materialismo terciogenérico kantiano.

           

            Los contenidos de M3 son invariablemente relaciones objetivas. «Diríamos que M3 sólo contiene relaciones entre términos que no pertenecen únicamente a M3, sino a la vez a M1 y M2.»[42] M3 comprende objetos que ni son externo ni son internos. Son los objetos ideales, abstractos. Kant conoce este tipo de objetos y relaciones y los distingue de M1 y M2.

            Para empezar, Kant mantiene siempre las distancias respecto al empirismo y su descripción psicologista del acto de conocer en la fundamentación del conocimiento. Kant va a establecer una lógica trascendental del conocimiento. En la siguiente definición de la lógica se percibe el distanciamiento kantiano del psicologismo que reduciría la lógica a M2: «La lógica es una ciencia racional por lo que atañe no sólo a su simple forma, sino también a su materia; una ciencia a priori de las leyes necesarias del pensamiento, pero no con respecto a un objeto concreto, sino a todo objeto como tal, es decir, una ciencia del entendimiento en cuanto que entendimiento correcto, y de la utilización de la razón en general, pero no subjetivamente, esto es, en base a principios empíricos –psicológicos-, o sea, cómo piensa el entendimiento, sino objetivamente, por principios a priori, es decir, cómo debe pensar.»[43] Kant se sitúa claramente en el terreno de M3. Adopta un planteamiento terciogenérico  en la crítica del conocimiento. Los contenidos psicológicos, subjetivos (los sentimientos de placer y displacer y la voluntad, por ejemplo) no constituyen conocimiento alguno[44]. Acaba así Kant sosteniendo la existencia de un ámbito ontológico que ni es físico (M1) ni psicológico (M2). Es el ámbito o terreno de lo trascendental.  Dice Kant: «Considerado en sí mismo el pensamiento no es más que la función lógica (das Denken, für sich genommen, ist bloss die logische Funktion)».[45]La lógica se constituye en Kant como ciencia de las leyes necesarias del pensamiento según principios que prescriben a éste cómo debe desplegarse. Se trata de lo trascendental, que no es ni físico (M1) ni psicológico (M2). Se trata de la ciencia, de la verdad científica (M3). La ciencia es un conocimiento universal y necesario.  Dice Kant: «Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de objetos, sean éstos los que fueren, sino de nuestro modo de conocimiento de objetos en general en cuanto que éste ha de ser posible a priori.»[46] La verdad forma parte de M3. Kant distingue entre verdad trascendental y verdad empírica. «En la totalidad de toda experiencia posible se encuentran todos nuestros conocimientos (in dem Ganze aller möglichen Erfahrung liegen alle unsere Erkenntnisse) y en la propia relación entre ambos se halla la verdad trascendental, que precede a toda verdad empírica y la hace posible (die vor aller empirischen Wahrheit vorhergeht, und sie möglich macht)»[47]. En el fondo, la verdad trascendental es la serie sistemática de exigencias de unidad y de totalidad que preside la ciencia. La verdad trascendental es la objetividad científica.

            También el Ego Trascendental forma parte de M3 en Kant. El sujeto trascendental es la unidad de la ciencia. Este sujeto trascendental (M3) no es el sujeto empírico (M2). Lo trascendental es la universalidad y necesidad, esencias eidéticas, ideales que no son empíricas ni externamente (M1) ni internamente (M2). La verdad trascendental es la adecuación entre el sujeto (M2) y el objeto (M1) mediados por los contenidos universales, los conceptos, las categorías, lo trascendental, la lógica (M3). «M3 no debe ser pensado como un “espacio subjetivo” (interior a mi cráneo o ligado al lenguaje…), ni como un espacio real (un cielo platónico), sino más bien como un agregado denotativo de las relaciones de “distancia” entre las partes de M2 a través de M1, y de las partes de M1 a través de M2. Es como si las partes de M1 y de M2, vinculadas entre sí por mediaciones mutuas, compusieran “figuras” que no serán ni M1 ni M2. Estas figuras (que ya no son “reales”, porque desaparecen al desaparecer alguno de las términos que las soportan) constituyen la “estructura misma del mundo.»[48] Algo parecido diríamos que ocurre en Kant. Además,  hay que dejar claro que el fenómeno no es una apariencia: es la realidad. El mundo empírico es real. «Toda percepción externa demuestra algo real en el espacio, o más exactamente, es lo real mismo (oder ist vielmehr das Wirkliche selbst), por lo que, en este sentido, el realismo empírico está fuera de toda duda (und in so fern ist also der empirische Realismus ausser Zweifel)».[49] Por eso «el idealista trascendental es un realista empírico y reconoce en la materia, como fenómenos, una realidad que, lejos de poder ser deducida, es percibida de una manera inmediata (also ist der transzendentale Idealist ein empirischer Realist und gesteht der Materia, als Erscheinung, eine Wirklichkeit zu, die nicht geschlossen werden darf, sondern unmittelbar wahrgenommen wird)».[50] Así pues, la trituración de la metafísica teológica, de las ilusiones de la teología racional, del ideal trascendental  en lo referente a la teología racional como discurso metafísico no impide a Kant sostener y delimitar perfectamente la existencia de M3, de lo trascendental, algo que no es M2 ni M1.

 

Felipe Giménez Pérez.

           



[1]  Ernst Bloch, Neuzeitliche Philosophie II: Deutscher Idealismus. Die Philosophie des 19. Jahrhunderts, Leipziger Vorlesungen zur Geschichte der Philosophie, Suhrkamp, Frankfurt am Main,  1985, pág. .28.
[2] José Luis Villacañas Berlanga, Racionalidad crítica, editorial Tecnos, Madrid, 1987, 326 páginas, página 16, afirma respecto al ateísmo kantiano y con respecto al tema de la religión en Kant: «Quien desee conocer de buena fe cómo se desarrolla la filosofía de Kant en este terreno que lea algunos párrafos del Opus Postumum, donde se niega todo sentido a la pregunta por la existencia de Dios y se reduce éste a fruto del pensamiento humano, o que pregunte por lo que pensaba Schelling a este respecto en una obra de juventud, escrita con la voluntad de captar el auténtico sentido del pensar kantiano sobre el tópico. El mundo de Kant no es un mundo religioso, ni en él la religión da ningún por qué, que al fin y al cabo es de lo que se trata.».
[3]  Heinrich Heine, Sämtliche Schriften in 12 Bänden, München, 1976.
 
[4] J.L. Villacañas Berlanga Racionalidad Crítica,  Editorial Tecnos, Madrid, 1987, pág. 109.
[5]  Aquí seguimos a Gustavo Bueno en la utilización del término “Ontología” “Ontología reúne a todos aquellos tratados sobre Ideas que tienen como referencia al Mundo, en cuanto constituido por la symploké de los tres géneros de materialidad (M1, M2 M3) –symploké que nos remite a la Materia en general (M) como espacio de la Ontología General” Bueno, Ensayos Materialistas, Taurus, Madrid, 1972, nota 18, pág. 47.
[6] Kant, Fortschritte, XX, p. 259.
[7] Kant, Crítica de la razón pura,  A 277, B 333.
[8]  Kant, Kritik der reinen Vernunft, A 375.
[9] Kant, Crítica de la razón pura, A 285, B 341.
[10]  Lenin, Materialismo y Empiriocriticismo, Editorial Estudio, Buenos Aires, 1970, pág. 211.
[11]  Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, Ed. Taurus, Madrid, 1972, pág. 55.
[12]  Gustavo Bueno,  Ensayos Materialistas, op. cit. pág. 55.
[13]  Kant, Werke, III, S. 420 f.
[14]  Bloch, Das Materialismusproblem, seine Geschichte und Substanz Suhrkamp taschenbuch, Frankfurt am Main, 1985, pág. 206.
[15] Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, Editorial Taurus, Madrid, 1972, pág. 147.
[16] Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, Editorial Taurus, Madrid, 1972. págs. 292-293.
[17]  Kant, Crítica de la razón pura, B 288.
[18]  Kant, Crítica de la razón pura A 283, B 339.
[19] Kant,  Crítica de la razón pura, B 291.
[20] Kant, Principios metafísicos de la ciencia  de la naturaleza,  (Foronomía, observación 2).
[21] Kant, Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza, prefacio,  traducción de Carlos Másmela. Alianza Editorial, Madrid, 1989, pág. 36.
[22] Kant, Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza, prefacio, pág. 28. op. cit.
[23] Kant, Crítica de la Razón Pura, B 321/A 265.
[24] Kant, Crítica de la razón pura, A 466.
[25] Ibid.
[26] Kant, Crítica de la razón pura, op. cit. A 467.
[27] Kant, Crítica de la razón pura, op. cit. A 467.
[28] Kant, Ibid.
[29] Kant, Ibid.
[30] Kant, Crítica de la razón pura, A 468.
[31] Kant, Crítica de la razón pura, A 473.
[32] Kant, Crítica de la razón pura, A 473.
[33] Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, op. cit. pág. 297.
[34] Kant, Untersuchung ubre die Deutlichkeit, A 90
[35] Kant, Träume eines Geistersehers, A 16.
[36] Kant, Crítica de la razón pura, A 359.
[37] Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, op. cit. pág. 323.
[38] Kant, Refl. 5317.
[39] Kant, Crítica de la razón pura, A 771-772.
[40] Kant, Crítica de la razón pura, A 278, B 334.
[41] Kant, Crítica de la razón pura, A 22-23, B 37.
[42] Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, op. cit. pág. 323.
[43] Kant, Logik, A 9-10.
[44] Kant, Crítica de la razón pura, B 66.
[45] Kant, Crítica de la razón pura, B 428.
[46] Kant, Crítica de la razón pura, A. 11-12, B 25.
[47] Kant, Crítica de la razón pura, A 146.
[48] Gustavo Bueno Ensayos Materialistas, op. cit. nota 116, pág. 323.
[49] Kant, Crítica de la razón pura,  A 375.
[50] Kant, Crítica de la razón pura, A 371.

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