miércoles, 11 de mayo de 2016

El socialismo, el materialismo y el liberalismo

El presente escrito es para dilucidar en qué medida el materialismo filosófico es más compatible con el liberalismo que con el socialismo.

         El socialismo real es el nombre que recibieron los regímenes políticos, económicos y sociales establecidos en algunos países del Este de Europa (URSS y países satélites) entre 1917 y 1991. Bien es cierto que todavía quedan algunas de estas aberraciones políticas en el mundo de modo residual: Vietnam, Corea del Norte, Cuba y China. En dos de estos países, Vietnam y China, se ha introducido un capitalismo liberal, con lo cual, el socialismo es una especie de praxis política y económica pronta a extinguirse. En Cuba, todo depende de la biología y de las constantes vitales de un individuo llamado Fidel Castro. El régimen aberrante de Corea del Norte puede que dure algunos años más.

         La fragilidad de tales regímenes se demostró en los años 1989-1991. Se derrumbaron con suma facilidad y con un gran consenso social en torno a la necesidad de su desaparición. Desaparecieron sin pena ni gloria. Tras el fracaso de la economía socialista planificada, centralizada dirigida por una burocracia estatal –hecho ya previsto por Von Mises en 1921 por cierto- podemos decir al modo de Nietzsche: “El socialismo ha muerto”. Ahora sólo nos queda dar cuenta de tal hecho y extraer las consecuencias de tal acontecimiento, de vivir a fondo y jubilosamente la muerte del socialismo. Hay que evitar que el socialismo resucite de entre sus cenizas y que se encarne en una nueva generación de la izquierda o bajo otras denominaciones. Las izquierdas socialista y comunista han sido nefastas. El progresismo es la denominación común degenerada, la última fase de la putrefacción de los restos del naufragio de tales izquierdas. Su efecto en Europa Occidental ha sido y está resultando ser fatal y nefasto para las democracias liberales europeas, no digamos en el caso español, en el cual ha cobrado la forma de pensamiento Alicia. En el caso español es en donde se pueden observar de manera privilegiada la conversión de la izquierda socialista y de la izquierda comunista en nihilismo pasivo. A fin de cuentas, después de 1917, el país europeo en el que se produjo otra revolución que la seguía en importancia a la Revolución Bolchevique, fue España en 1934 y 1936. En algo tenemos que destacar entonces en el tema de la degradación política. La caída de la URSS ha afectado mucho a España. Aquí, entre nosotros, en España la degradación ética, política y moral de las izquierdas es algo que las ha conducido al nihilismo pasivo absoluto. Sólo tienen como contenido de su praxis política el odio, el resentimiento contra lo noble e importante, la impotencia y el rencor. A propósito de este nihilismo, como bien dice Pío Moa, el analfabetismo funcional es la característica principal de las izquierdas no liberales en España. De ahí la virulencia y la peligrosidad del pensamiento Alicia en España.

         El capitalismo ha superado con éxito su enfermedad infantil –el comunismo-. El mercado pletórico de bienes está pletórico de fuerzas y goza de una indecente salud. Sin embargo, algunos siguen convencidos de que el capitalismo es malo, de que la propiedad privada es mala, de que el mercado pletórico de bienes es malo y de que la democracia burguesa es mala y quieren acabar con todo esto y ya están planteando de forma embrionaria la formación de una presunta “séptima generación de la izquierda”. Dan por supuesto que existe una entidad llamada “derecha” y de una entidad llamada “izquierda” que se enfrentan incesantemente hasta el final de los tiempos. No sabemos en qué consiste el contenido de esta presunta séptima generación. Ahora que teníamos el liberalismo conservador y de orden, que es plenamente compatible con el materialismo filosófico y encima es verdadero y describe perfectaemente la situación política y económica presente y desde el presente, van y quieren reanudar la revolución pendiente. Un fantasma recorre el materialismo, la séptima generación de la izquierda. Esta nonnata e inexistente presunta séptima generación de la izquierda está patrocinada por algunos seguidores del materialismo filosófico. Esta inexistente séptima generación pretende, a decir de sus patrocinadores, destruir el sistema social capitalista sin aportar nada nuevo, mejor dicho, sin decir en qué consiste su programa político. Se nos habla de un “socialismo iberoamericano” sin especificar en qué consiste tal socialismo. Hay que evitar que el socialismo renazca o resucite bajo otros ropajes. El ideal socialista no tiene ya ninguna vigencia histórica ni ningún sentido. Si hay algo que tiene que florecer en Iberoamérica es el capitalismo liberal de mercado pletórico de bienes. No necesitamos ni populismo ni   demagogia al estilo de López Obrador, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Correa, Ollanta Humala, Evo Morales y Kirzner.

         Hay que superar la vieja idea de que la desigualdad económica, social, intelectual sea mala per se. El ideal socialista está organizado en torno a la errónea y mítica idea por confusionaria, de que todo el mundo debe ser igual económica y socialmente. Frente al mal social, el socialismo opta por el comunitarismo, la unidad social sin fisuras y el control económico y burocratico por parte del Estado de la economía nacional, produciéndose intervenciones gubernamentales arbitrarias en el mercado pletórico de bienes y en la economía nacional para redistribuir la renta o para maximizar las utilidades mínimas con el criterio maximin a decir de John Rawls. Aunque lo que Rawls defiende es el Estado del Bienestar Rawls es esencialemnte un pensador liberal y el socialismo iría siempre más allá de lo que propugna Rawls. El Estado de Bienestar es un artefacto creado por los liberales para adaptar el capitalismo a las necesidades del pueblo.Este Estado del Bienestar es perfectamente compatible con los objetivos de la sociedad burguesa y además necesita de la sociedad burguesa para ser viable económicamente. El socialismo en cambio busca una sociedad homogénea y uniforme incompatible con el pluralismo, metodología básica del materialismo filosófico. El socialismo pretende acabar con el mercado pletórico de bienes, con la propiedad privada, con el capitalismo y por ello, necesariamente debe intentar acabar con las libertades individuales o recortarlas y cercenarlas al servicio de su supremo ideal de igualdad. El socialismo además olvida algo obvio: que los hombres responden a incentivos económicos.

         Javier Pérez Jara ha defendido la incompatibilidad del materialismo filosófico con la derecha. Si por derecha entendemos la defensa del Antiguo Régimen y la alianza entre el Trono y el Altar, entonces la afirmación de Javier Pérez Jara es razonable y todo individuo perspicaz estará de acuerdo con él en ello. Sin embargo, si por derecha entiende el liberalismo, el neoliberalismo, conservadurismo liberal, etc, entonces ahí yerra. Bien sé que ha habido personas que han defendido la solidaridad entre socialdemocracia y materialismo filosófico así como entre comunismo y materialismo filosófico. Sin embargo, ¿Cómo apoyar proyectos políticos fracasados desde una filosofía materialista y por tanto, realista? En otra ocasión he defendido la compatibilidad y la solidaridad entre liberalismo y materialismo filosófico por razones de puro realismo político.

         El materialismo filosófico es compatible con el liberalismo por la simple razón de que el materialismo filosófico es una reflexión filosófica sobre el presente y desde el presente. Como el presente está presidido por el liberalismo y como el socialismo ha mostrado a todos su fracaso estrepitoso, está claro que el materialismo se tiene que reconciliar con el liberalismo si es que alguna vez ha estado reñido con él. El materialismo filosófico no puede ni debe ser solidario con un proyecto político erróneo y fracasado. Sólo puede ser solidario con los proyectos políticos realmente viables y existentes. Por eso el materialismo filosófico es liberal.

         Pero es que además, las libertades públicas preconizadas por el liberalismo político son importantes para el materialismo filosófico. Florece mejor en una sociedad capitalista abierta de mercado libre pletórico de bienes que en una sociedad socialista y sin libertades públicas. Aunque el materialismo filosófico nació durante el franquismo, sin embargo, se detectan muchos vínculos genéticos entre el franquismo y el régimen de 1978. Siempre es más abierta una dictadura conservadora que una dictadura del proletariado. Si con una ideología empíricamente real es incompatible el materialismo filosófico es con la socialdemocracia del PSOE-IU-PCE. Éstos son adversarios y enemigos de la Filosofía académica y en los últimos años han desembocado en el nihilismo pasivo absoluto que se expresa en que son la Antiespaña. Su odio, resentimiento, rencor, rabia, etc., son incompatibles con la filosofía materialista. Este nihilismo puede ser perfectamente el fermento de un nuevo fascismo irracionalista en el siglo XXI, al igual que el socialismo, el ala extrema del socialismo en Francia y luego en Italia fueron a principios del siglo XX el fermento y origen del fascismo partiendo del odio a la sociedad burguesa y a la modernidad y al racionalismo ilustrado.

         Además, la fundamentación ontológica y gnoseológica que el materialismo filosófico aporta al liberalismo le hace ser a éste menos dogmático, más dialéctico, más eficaz a la hora de analizar las contradicciones reales. El individualismo metodológico queda arrumbado así como las tentaciones psicologistas o subjetivistas. Entonces el liberalismo queda rescatado del idealismo y se convierte en una ideología laica, ilustrada, racionalista y realista. No se niega la necesidad de tener al pueblo contento con el Estado del Bienestar siempre que haya recursos financieros para afrontar tales satisfacciones subjetivas del vulgo. No se niega la necesidad de un Estado fuerte y poderoso para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo. Se afirma la necesidad de proteger, garantizar, fomentar, cuidar el mercado libre pletórico de bienes para impulsar el desenvolvimiento de la sociedad burguesa. Hay que proteger la propiedad privada sin considerarla sin embargo un derecho absoluto como tampoco hay derechos absolutos en absoluto. Nadie niega aquí las disfunciones del mercado, que han de ser corregidas por tal razón de forma oportuna y todo ello al servicio de la eutaxia política del Estado.

         El materialismo filosófico sobre todo está a favor del mantenimiento de la unidad de España y de la constitución de un bloque continental iberoamericano estrechamente conectado con el fomento y conservación de la lengua española. Pero esta unidad continental con la que soñó ya Víctor Raúl Haya de la Torre será liberal, conservadora y de orden y no socialista. Por lo demás, el propio Gustavo Bueno no ha tenido el menor empacho en declarar que el capitalismo es socialista por su racionalismo ínsito en sus fuerzas dominantes.

         El materialismo filosófico, desde un punto de vista político e ideológico es incompatible con el socialismo por inviable y es compatible con el orden capitalista, con la propiedad privada, el orden y la disciplina porque tales conceptos los exige la realidad objetiva empíricamente e independientemente de nuestros caprichos subjetivos. Es incompatible con el pensamiento Alicia, úlima floración del socialismo y por supuesto es incompatible con el fascismo irracionalista que del socialismo se deriva y también con el posible fascismo que brotará seguramente del nihilismo progresista que ha provocado la putrefacción de las izquierdas socialista y comunista.

 

Felipe Giménez Pérez.

1 comentario:

  1. Cuál es la respuesta que puede dar el M.F a la realidad denunciada por Andrei Fursov (Historiador) y Mikhail Khazin (economista), de que el propio C. esta en pleno proceso de demolición en parte provocada por sus propias élites y en parte por su inviabilidad debida a la imposibilidad de continuar expansionandose en un mundo finito ?

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