domingo, 29 de noviembre de 2020

Donoso Cortés

1. ¿Quién fue Juan Donoso Cortés? Juan Donoso Cortés, primer marqués de Valdegamas (Valle de la Serena, Badajoz, 6 de mayo de 1809 - París, Francia, 3 de mayo de 1853), fue un filósofo, parlamentario, político y diplomático español, funcionario de la monarquía española bajo el régimen liberal. Fue evolucionando hacía una ideología conservadora y autoritaria, perteneciendo al entorno político del moderantismo, hasta que a partir de 1847-1849 elabora la teoría de la dictadura autoritaria contrarrevolucionaria frente a la revolución. Estudió Derecho en las universidades de Salamanca y Sevilla. El 20 de enero de 1830, en Cáceres, contrajo matrimonio con Teresa García Carrasco y Gómez Benítez, procedente de una las más acaudaladas familias extremeñas y hermana del futuro primer conde de Santa Olalla. El 24 de octubre de ese mismo año nació su única hija, María Josefa, que falleció a los dos años de edad. En 1832 se instaló en Madrid, donde publicó Memoria sobre la monarquía, de línea liberal-conservadora, y donde dio comienzo su actividad como periodista político, influido por el liberalismo doctrinario de Royer-Collard y otras figuras de la Restauración Francesa. Recibió también fuerte influencia del filósofo italiano Giambattista Vico, introduciendo su estudio en lengua española. En 1833 ingresó en la secretaría de Estado e inició su carrera política. El 3 de junio de 1835 falleció su esposa Teresa. Fue secretario del gabinete y de la presidencia del Consejo en 1836, con el gobierno de Mendizábal. En 1837 fue elegido diputado por Cádiz y en 1840 marchó a Francia, poco antes de que fuese depuesta la regente María Cristina. Donoso se convirtió en hombre de confianza y agente de María Cristina y no volvió a instalarse en España hasta la caída de Espartero, en 1843, como diputado por Badajoz, por el Partido Moderado Apoyó a los isabelinos en la Primera Guerra Carlista y participó en la reforma constitucional de Narváez en 1845. Contactó en Francia con movimientos católicos y eso determinó su evolución hacia una actitud más ligada a la defensa del régimen tradicional. De hecho, es famoso por este vuelco hacia la tradición, a partir de 1848, en que llevó a la imprenta su famoso Discurso sobre la Dictadura que contiene su teoría de la "dictadura del sable", una apología del gobierno fuerte como efecto del caos que él veía en la revolución de la modernidad. En 1851 salió a la luz su famosa obra Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, su salto a la filosofía política. Tras su muerte, el ultramontano francés Louis Veuillot publicó su semblanza en L'Univers, que fue traducida parcialmente al español por el diario carlista La Esperanza. En el primer tomo de las Obras de Juan Donoso Cortés, publicado en 1854, se incluyó una noticia biográfica completa escrita por Gabino Tejado. Fue elegido diputado el 22 de septiembre de 1837 por Cádiz que después repetiría el 18 de enero de 1840. En 1843 saldría elegido esta vez por la circunscripción de Badajoz aprovechando la caída de Espartero siendo dado de alta el 18 de octubre. Desde ese momento volvería a ocupar ese escaño en 4 legislaturas más consecutivas hasta el 5 de noviembre de 1851. Junto con Jaime Balmes representa una referencia para el desarrollo de la ideología conservadora en España y también del pensamiento tradicionalista, influyendo tanto en Marcelino Menéndez y Pelayo, como en Juan Vázquez de Mella o José Antonio Primo de Rivera. Fue nombrado marqués de Valdegamas y embajador en París, donde murió. Sus restos reposan en un mausoleo conjunto con Goya, Moratín y Meléndez Valdés, obra de Ricardo Bellver, en el Cementerio de San Isidro de Madrid. 2. Doctrina. Miguel de Unamuno, que había leído a Donoso Cortés desde pequeño, no lo tenía en gran estima a causa de su estilo hinchado, su falta de originalidad y su pesimismo: El Ensayo sobre el liberalismo de Donoso, me producía en algunos pasajes escalofríos en el espíritu. La marcha oratoria de su discurso, la pompa hojarascosa de su estilo, lo extremoso y en el fondo lúgubre –si fueran originales– de aquellas doctrinas que espantaban el sueño de mis ojos. Aquellos reflejos del pensamiento paradójico de De Maistre, su maestro, lo de la razón humana ama del absurdo, aquellas frases bajo las que representa el pecado original, aquella pintura del linaje humano que en un barco zozobrante desciende por el tormentoso río de los tiempos, invocando y execrando, maldiciendo y bendiciendo aquellas exposiciones del satanismo inocente y pueril del buen Proudhon, todo ello, ¡qué efecto no haría en una mente que empezaba a abrir su cáliz a la luz de la verdad! Donoso Cortés fue una cumbre del pensamiento político de su época a decir de Carl Schmitt. Aun hoy su argumentación sigue siendo una de las más rigurosas y potentes en el pensamiento conservador frente a la idea de la democracia. Los demócratas liberales, los progresistas, no han conseguido todavía aún objetar y rebatir eficazmente las objeciones de Donoso Cortés a la idea democrática. El diagnóstico que Donoso Cortés efectúa sobre la modernidad es que ésta ha fracasado. Los ideales de la ilustración han mostrado histórica y empíricamente su fracaso y su inviabilidad. Frente a la razón discutidora parlamentaria liberal Donoso Cortés plantea la decisión, la dictadura decisionista y esta decisión política es previa a la legitimación política. La decisión es previa a la legitimación. Lo político descansa en el poder político en algo que es anterior a la ley. La originalidad de la teoría de la dictadura de Donoso Cortés va ligada a su actualidad. Donoso Cortés es el pensador político español del siglo XIX que ha ejercido una mayor influencia internacional. Donoso es más original, vigoroso y profundo que Ortega y Gasset y con un impacto político más práctico y dramático y su actualidad es por ello más evidente y recurrente. Hay que tener en cuenta la excepcionalidad política de la dictadura. Esto va a ser tematizado por Carl Schmitt en “La dictadura” Esta excepcionalidad política de la dictadura nos lleva al decisionismo político. Donoso Cortés percibió el advenimiento del totalitarismo y del nihilismo. La teoría de la dictadura o contrarrevolución es moderna, burguesa, no restauradora del Antiguo Régimen, por eso no puede decirse que Donoso Cortés sea carlista. Donoso Cortés pasó de ser un liberal conservador doctrinario y de orden que defendía el Estado liberal parlamentario frente al carlismo reaccionario y frente al progresismo radical, a ser un decisionista conservador católico. Según Schmitt Donoso Cortés abandona la argumentación legitimista y ya no formula una filosofía política de la restauración, sino una teoría de la dictadura. Es esto lo que realmente nos interesa y es lo más original. Frente a la clase discutidora, la burguesía y su parlamentarismo, su gobierno por discusión, sin decisión, Donoso plantea la necesidad de una dictadura conservadora, católica para hacer frente al socialismo, al nihilismo, a la revolución. Las leyes se han hecho para la sociedad y no la sociedad para las leyes, por lo tanto el decisionismo pasa a ser el fundamento del poder político entonces. Hay que optar, decidir, elegir entre la dictadura del sable y la del puñal, entre catolicismo y revolución como veremos más adelante. 3. El decisionismo. El fundamento del derecho es una decisión soberana previa a la existencia del derecho en un vacío normativo. Tal planteamiento teórico viene de Th. Hobbes (1588-1679). Más tarde Carl Schmitt se inspiró en Hobbes y en Donoso para proclamar que el soberano es quien decide sobre el estado de excepción distinguiendo entre amigo y enemigo y que eso es la esencia de lo político. “Las leyes se han hecho para las sociedades y no las sociedades para las leyes” Hay algo previo a las leyes: la sociedad. Las leyes no proceden de las leyes sino en última instancia del poder político, que emana de la sociedad política. Hay que decidir. Gobernar es decidir. Donoso piensa lo político desde la excepcionalidad que se ha instalado en Europa desde 1848. “Se trata de escoger entre la dictadura de la insurrección y la dictadura del Gobierno; puesto en este caso, yo escojo la dictadura del Gobierno, como menos pesada y menos afrentosa. Se trata de escoger entre la dictadura que viene de abajo y la dictadura que viene de arriba: yo escojo la que viene de arriba, porque viene de regiones más limpias y serenas; se trata de escoger, por último, entre la dictadura del puñal y la dictadura del sable: yo escojo la dictadura del sable, porque es más noble.” 4. La dictadura. La dictadura pues, es necesaria. Es la respuesta excepcional a una situación excepcional. “Cuando la legalidad basta para salvar la sociedad, la legalidad; cuando no basta, la dictadura.” La dictadura se justifica por lo provechosa que puede llegar a resultar, por razones pragmáticas: “Digo, señores, que la dictadura en ciertas circunstancias, en circunstancias dadas, en circunstancias como las presentes, es un gobierno legítimo; es un gobierno bueno, es un gobierno provechoso, como cualquier otro gobierno; es un gobierno racional, que puede defenderse en la teoría, como puede defenderse en la práctica.” Una vez que se piensa lo político desde el estado de excepción lógicamente se desemboca en una teoría de la dictadura. La dictadura es el legítimo gobierno para salvar la sociedad burguesa de la revolución. La revolución y la contrarrevolución van unidas y o triunfa la una o triunfa la otra. Hay que elegir pues entre ambas. 5. La teología política. Todas las cuestiones políticas derivan de cuestiones teológicas. El pensamiento político de Donoso Cortés es así una teología política. El análisis político es un análisis de la política y de las ideologías políticas desde la teología católica. La dictadura es en lo político lo que el milagro en la teología. “La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas.” Toda solución política pasa pues por la teología católica. Con el Discurso sobre la dictadura Donoso Cortés se convierte en un teólogo político. “Detrás de toda cuestión política significativa hay siempre una cuestión teológica” La monarquía absoluta se corresponde con el teísmo, la constitucional con el deísmo y la república con el ateísmo. Si el Rey ha muerto, Dios ha muerto o a la inversa. El desencantamiento del mundo, la secularización, ha acabado con el orden político y ha abierto las puertas a la dictadura revolucionaria más monstruosa que jamás se haya conocido. Frente a esto Donoso Cortés ofrece una dictadura católica, conservadora y de orden para hacer frente a la revolución y al socialismo, no para retornar al antiguo régimen que Donoso considera superado y periclitado. Donoso se opone a devolver los bienes confiscados a la Iglesia Católica por la desamortización. La única solución política a los males de la época es la recatolización de la sociedad 6. Catolicismo, liberalismo y socialismo. Tres alternativas políticas fundamentales distingue Donoso Cortés en su época: catolicismo, liberalismo y socialismo. El catolicismo constituye un sistema completo de civilización y de orden. Toda cuestión política se resuelve en último término en catolicismo o muerte. El catolicismo ha salvado al mundo con su intolerancia de caer en el caos. El catolicismo defiende la civilización y el orden social. El catolicismo opta por el orden. El catolicismo reconcilia la autoridad y la libertad. Eso es lo que pretende Donoso Cortés: establecer una teoría política que concilie la libertad y la autoridad frente a la revolución, que en el fondo es la muerte de Dios El liberalismo ignora la teología e ignora por ello la profunda conexión entre cuestiones teológicas, políticas y sociales. Veamos entonces la interpretación donosiana de las escuelas racionalistas. Entre estas escuelas Donoso distingue dos: las liberales y las socialistas. Las primeras, afirma Donoso, justifican el gobierno parlamentario sustentadas en la creencia de que la verdad política y el buen orden es asequible por medio de la discusión; ello abriría el paso para la irrupción de los socialistas que, llevando hasta las últimas consecuencias las premisas modernas, conducen al caos, la tiranía y, en definitiva, representan para Donoso la personificación de Satán. Veremos así que la escuela liberal, deteniéndose a mitad de camino entre las afirmaciones soberanas católicas y las negaciones absolutas (encarnadas en el socialismo), no es sino la piedra de toque que le permitirá a Donoso enfrentarse con lo que considera un enemigo verdadero. La escuela liberal, dirá Donoso, desprecia la teología no porque no sea teológica, sino porque no sabe que lo es, esto es, no entiende el estrecho vínculo que existe entre las cuestiones teológicas y las cuestiones políticas y sociales. Concibe un Dios creador pero no soberano al que hay que rendirle culto pero no obediencia. No ubicando el mal en la sociedad (cosa que hará el socialismo) ni en el hombre (pecaminoso del catolicismo) el liberalismo lo coloca en el gobierno y en las instituciones. Esto no quiere decir que la libertad humana o el libre albedrío sea algo malo en sí. Muy por el contrario, Donoso cree que la libertad humana es el único límite que Dios se puso a su omnipotencia y que si bien por ella puede apartarse del Bien y generar el Mal, confiere al ser humano una dignidad sólo comparable con la de los ángeles, dirá Donoso. Reconoce el liberalismo el origen divino de la soberanía pero afirma la soberanía actual de la razón y se encuentra, por tanto, entre dos verdaderas teologías: la del socialismo, que afirma el poder constituyente actual del pueblo, y la del catolicismo, que afirma la soberanía de Dios por medio de sus representantes legítimos. Para el liberalismo el mal adviene cuando el gobierno pasa de las manos de los parlamentarios al pueblo o a los reyes. La escuela liberal tiene por costumbre “afirmar lo que niega y negar lo que afirma”; propaga la corrupción buscando el equilibrio a través de la discusión como medio de llegar a la verdad, sin darse cuenta de que la discusión liberal produce discordia y lleva a las sociedades que están bajo su imperio a morir gangrenadas debido a la división que genera y a la ruptura del consenso social. Donoso encuentra que el principio liberal de la libertad de discusión, fundamento de las constituciones modernas, parte de un razonamiento erróneo, a saber: el principio liberal de la discusión sostiene la falibilidad de los gobiernos (cosa que Donoso reconoce como verdadera) y la infalibilidad de la discusión como medio de llegar a la verdad. Es este segundo razonamiento el que le parece falso a Donoso: si todos los que dialogan tienen una razón sana –si la inteligencia del hombre es perfecta– pueden llegar a la verdad y a la certidumbre por sí solos, convirtiendo a la discusión en un absurdo, y si la inteligencia del hombre no es perfecta (esto es, si el hombre ha caído, cosa que a Donoso le parece también verdadera) no es posible que la verdad surja del intercambio de opiniones, ya que los hombres nunca podrán ponerse de acuerdo en nada, ni escapar a la incertidumbre por mucho que discutan. Donoso considera que la lógica del orden comporta la aceptación sin discusión de las verdades del catolicismo debido al efecto de orden que producen. Contra cualquier acusación que se le pudiera hacer a Donoso de irracionalista, él cree que lo irracional es pretender fundar un orden en algo tan variable como las opiniones de los hombres, ya que ante la temporalidad que impone lo político no para los liberales el gobierno parlamentario, el único legítimo, es el gobierno de las clases medias y los filósofos; afirman el mal cuando las instituciones políticas pasan de las manos de éstos al pueblo o a los reyes. “La escuela liberal tiene por oficio proclamar las existencias que anula, y anular las existencias que proclama. Ninguno de sus principios deja de ir acompañado del contraprincipio que le destruye. Así, por ejemplo, proclama la monarquía, y luego la responsabilidad ministerial, y, por consiguiente, la omnipotencia del ministro responsable, contradictoria con la monarquía. (...) Proclama la soberana intervención en los asuntos del Estado de las asambleas políticas, y luego el derecho de los colegios electorales para fallar en última instancia, el cual es contradictorio de la intervención soberana de las asambleas políticas. (...) Proclama el derecho de insurrección de las muchedumbres, lo cual es proclamar su soberana omnipotencia, y luego da la ley del censo electoral, lo cual es condenar al ostracismo a las muchedumbres soberanas. Y con todos esos principios y contraprincipios, se propone una sola cosa: alcanzar a fuerza de artificio y de industria un equilibrio que nunca alcanza porque es contradictorio de la naturaleza de la sociedad y de la naturaleza del hombre. Sólo para una fuerza no ha buscado la escuela liberal su correspondiente equilibrio: la fuerza corruptora”. El liberalismo es relativista, no cree en la verdad y por lo tanto, elude la decisión y todo lo fía a la discusión. La burguesía es así la discutidora que se pierde en la discusión permanente, hoy diríamos, en el diálogo. La teoría de la soberanía constituyente del pueblo la considera Donoso una teoría atea y tiene dos vertientes o versiones, la democrática y la liberal. “La teoría de la soberanía constituyente del pueblo es una teoría atea que no está en la escuela liberal sino como el ateísmo está en el deísmo en calidad de consecuencia lejana, aunque inevitable.” La escuela liberal es la más estéril intelectual y políticamente precisamente por ser indocta y por ser individualista, egoísta. Además, al perderse en la discusión permanente ni afirma ni niega, en el más puro agnosticismo moral y político. Donoso Cortés afirma que la discusión perpetua contradice a la naturaleza humana. El liberalismo es la indecisión política. El error del liberalismo es el dar la máxima importancia a lo político. Además las discusiones pueden ser falibles. De la incapacidad para designar los errores se deriva la libertad de discusión. La verdad no puede resultar de la discusión. Por ello, el liberalismo abre las puertas al socialismo, a la revolución. El socialismo en cambio es decidido. Es pues una teología satánica por ser absolutamente opuesto al catolicismo. La teoría socialista es una teoría de charlatanes. Tanto el catolicismo como el socialismo afirman dos cosas: el mal y la redención. La diferencia radica en que el primero afirma el mal del hombre y la redención por Dios y el segundo el mal de la sociedad y la redención por el hombre. Con las afirmaciones católicas no se hace otra cosa que afirmar que el hombre es hombre y realiza obras humanas; que Dios es Dios y acomete empresas divinas. El socialismo no ve sino en el hombre un Dios y en la sociedad las obras propias del hombre. Ahora bien, si el mal está en la sociedad, los socialistas se encuentran ante el escollo de demostrar de qué manera surgió. Si no surgió de Dios (ya que no existe) y no surgió del hombre (ya que es el encargado de redimirla y, por lo tanto, es perfecto y sólo obra el bien) al punto todo el sistema cae en la contradicción de explicar el origen del mal sin poder hallar para ello ninguna causa. Los socialistas son, en presencia de los católicos, dirá Donoso, niños que parecen hombres. “Negar el Dios trino para afirmar otro Dios; negar la humanidad bajo un aspecto para venir a afirmarla desde otro punto de vista; negar la sociedad con ciertas formas para venir a afirmarla después con formas diferentes; negar al hombre de cierta manera, para después venir a afirmarle de una manera o diferente o contraria, todo esto es entrar por la senda de tímidas, contradictorias y cobardes transacciones. El socialismo presente es todavía un semicatolicismo, y nada más” Es por ello por lo que el socialismo, es hijo del error. El liberalismo se encuentra en una situación intermedia entre las afirmaciones católicas y las negaciones socialistas; impotente para darle un impulso a la civilización no puede hacer nada frente a la irrupción del socialismo, que sí tiene una visión teológica (o mejor dicho antiteológica) de los problemas. Los socialistas, al negar a Dios su existencia, son más consecuentes que los liberales; no obstante, terminan ubicando al hombre en el lugar de Dios y de esta forma preparan el terreno para los males más terribles. El socialismo, sostiene el marqués, no es fuerte. El parlamento se convierte en un problema cuando se encuentra al interior de la metafísica moderna, o sea, cuando es concebido por los liberales como un poder y no como un límite. Cabe aquí la aclaración que, para Donoso, ninguna potestad se sostiene si no tiene un fundamento absoluto. El socialismo es una teología satánica, pero en cuanto tal, si bien aventaja al liberalismo sucumbe ante la teología católica (Divina). Tanto el catolicismo como el socialismo afirman dos cosas: el mal y la redención. La diferencia radica en que el primero afirma el mal del hombre y la redención por Dios y el segundo el mal de la sociedad y la redención por el hombre. Con las afirmaciones católicas no se hace otra cosa que afirmar que el hombre es hombre y realiza obras humanas; que Dios es Dios y acomete empresas divinas. El socialismo no ve sino en el hombre un Dios y en la sociedad las obras propias del hombre. Ahora bien, si el mal está en la sociedad, los socialistas se encuentran ante el escollo de demostrar de qué manera surgió. Si no surgió de Dios (ya que no existe) y no surgió del hombre (ya que es el encargado de redimirla y, por lo tanto, es perfecto y sólo obra el bien) al punto todo el sistema cae en la contradicción de explicar el origen del mal sin poder hallar para ello ninguna causa. Los socialistas son, en presencia de los católicos, dirá Donoso, niños que parecen hombres. “Negar el Dios trino para afirmar otro Dios; negar la humanidad bajo un aspecto para venir a afirmarla desde otro punto de vista; negar la sociedad con ciertas formas para venir a afirmarla después con formas diferentes; negar al hombre de cierta manera, para después venir a afirmarle de una manera o diferente o contraria. Si bien el catolicismo es superior al socialismo, Donoso cree, que a la larga, el socialismo va a triunfar en la historia y va a implantar el imperio anticristiano en el mundo del que sólo se saldrá mediante la intervención directa de Dios. En la historia el socialismo puede vencer a los poderes temporales del catolicismo, pero con la intervención directa de Dios, el que triunfará definitivamente será el catolicismo. Ante la crisis revolucionaria del 48 generada por el socialismo y el anarquismo y por la impotencia del liberalismo para refrenarla, Donoso apelará a una dictadura que, anclada en los principios católicos, pueda detener, al menos temporalmente, la irrupción del mal en el mundo. Vimos por un lado cuál es el diagnóstico que Donoso realiza de la situación europea de mediados del siglo pasado. Por otro lado vimos de qué manera, para Donoso, el liberalismo es incapaz de hacer frente a la crisis revolucionaria, y cómo su pretensión de resolver los conflictos políticos por medio de la discusión y el sistema legal vigente sólo favorece la destrucción del orden a manos de los socialistas y los anarquistas. . Caído el principio de legitimidad tradicional y desterrada la libertad de Europa, Donoso apelará a la dictadura como única forma posible de restaurar la relación entre libertad y autoridad. Dice Donoso en su discurso sobre la dictadura que “la cuestión no está entre la libertad y la dictadura; si estuviera entre la libertad y la dictadura yo votaría por la libertad, como todos los que nos sentamos aquí” la cuestión, entonces, no está entre la libertad y la dictadura, sino entre una dictadura que conduce necesariamente al despotismo (la dictadura de la insurrección que bajo la pretensión de liberar al hombre lo conduce a la servidumbre más abyecta) y una dictadura que, anclada en los principios católicos, provoque una reacción religiosa y restaure el equilibrio entre libertad y autoridad; “la dictadura será, simplemente, una respuesta racional a la secularización total de la soberanía, para evitar el despotismo que surge cuando los hombres pretenden instaurar en la tierra lo que es propio del cielo. En situaciones de normalidad el dictador es absurdo; ante la catástrofe, es imprescindible. Su legitimidad reposa, en la función que lo define, la cual a su vez supone una cosmovisión, que (...) en su producción más tardía es católica, pero de un catolicismo que responde mejor que cualquier otro cuerpo ideológico a las exigencias de la racionalidad gubernativa como equilibrio”. Ante la situación de una crisis que no puede ser resuelta dentro del marco de la legalidad, Donoso apelará a un principio de legitimidad más alto, la teología política católica, que será el sustento de un gobierno que pueda evitar, al menos por un tiempo, el avance de la lógica moderna hacia la absolutización de la razón humana. La temporalidad de lo político exige una decisión perentoria que no se quede en las medias tintas liberales y que frene el círculo vicioso entre tiranía y revolución que conduce al despotismo y al caos. Ante el peligro de la tiranía y el peligro de la revolución (como dos principios de desorden), Donoso encuentra en los principios católicos el último refugio frente a la revolución 7. La pena de muerte. La abolición de la pena de muerte es un error para Donoso Cortés. La pena de muerte es la expiación de ciertos pecados humanos individuales. La universalidad de la institución penal de la pena de muerte atestigua su necesidad e importancia, así como conveniencia “el pecado humano por excelencia, puede ser y es, sin embargo, expiatoria de ciertos pecados individuales, de donde se sigue no sólo la legitimidad, sino también la necesidad y conveniencia de la pena de muerte. La universalidad de su institución atestigua la universalidad de la creencia del género humano en la eficacia purificante de la sangre derramada de cierto modo y en su virtud expiatoria cuando de ese modo se derrama. Sine sanguine non fit remissio…En dondequiera que la pena de muerte ha sido abolida, la sociedad ha destilado sangre por todos sus poros.” Si se suprime la pena de muerte para los delitos políticos se acabará suprimiendo la pena de muerte para los delitos comunes. Pero si no hay pena de muerte, entonces no hay pena. Si no hay pena de muerte, todo está permitido. “si tales efectos ha producido la supresión de la pena de muerte en los delitos políticos, ¿hasta dónde llegarían sus estragos si la supresión se extendiera a los delitos comunes? Ahora bien: si hay para mí una cosa evidente, es que la supresión de la una lleva consigo la supresión de la otra en un tiempo más o menos lejano, así como me parece cosa puesta fuera de toda duda que, suprimida la pena de muerte en ambos conceptos, procede la supresión de toda penalidad humana”. Esto sería un agnosticismo moral que consiste en la legalización del delito al considerar sin importancia la comisión de delitos. “es claro que todo sistema de penalidad viene al suelo, porque la falibilidad en las cosas políticas supone la falibilidad en todas las cosas morales, y la falibilidad en las unas y en las otras lleva consigo la incompetencia radical del Estado para calificar ninguna acción humana de delito” Felipe Giménez Pérez, Pioz, 29 de diciembre de 2020. .

jueves, 12 de noviembre de 2020

Septedécima oda a Franco

Fuiste militar, gran político, estaista sin par. Hombre superior providencial, Salvador de la Patria. Padre de la Patria. Artífice de la España burguesa, capitalista, desarrollada, buen gestor, buen administrador. Los progres malbarataron de forma infame. la herencia de tí recibida. Ninguno de ellos a tu suela llega. Idiotas, delincuentes, estafadores, sofistas de medio pelo amén de analfabetos, ágrafos e iletrados. Lo peor que el franquismo tuvo fue el antifranquismo y el posfranquismo.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Sexdécima Oda a Franco

Franco, Franco, Franco. Caudillo invicto de España. Hombre superior providencial. Vencedor de hombres inferiores. Venciste al comunismo, al separatismo, al progresismo. Redentor del pueblo. Salvador de la Patria, Padre de la Patria. ¿Qué son frente a tí los progresistas? Una nada, nadería, bobería, tropelía, locura, delito y necedad, infamia, calumnia y falsedad, embeleco y estupidez. Resentidos como están, como lo estuvieron y estarán. Eres de permanente actualidad. Como no son nada, te necesitan. Parte del vulgo cree estas necedades. Cree en el mito de la izquierda. Creen que el franquismo fue malo. Desentierran huesos. Paleoantropología política. Los huesos como la sangre no significan nada. No significan ni verdad ni justicia ni razón. Memoria histórica progresista. Es como demencia senil de la izquierda. Debilidad mental contemporánea. El franquismo, verdadera Edad de Oro. Del franquismo nació el Régimen de 1978. Franco, eres superior. Aunque mucho cretino analfabeto lo niegue. Arriba España. Sexdécima Oda a Franco.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Gobernar el mundo

Gobernar el mundo. Gobernar el mundo, Historia de una idea desde 1815. Mark Mazower, Primera edición: mayo de 2018, Editorial Barlin Libros, Valencia, 2018. 570 páginas. En la disciplina política denominada “relaciones internacionales” sabido es que podemos distinguir dos paradigmas: el paradigma realista que concibe las relaciones internacionales como política de poder y el paradigma pacifista que sostiene la importancia de la colaboración interestatal y del derecho internacional. Mark Mazower investiga históricamente los intentos de crear una gobernación o gobernanza mundial internacional, supranacional que instaure una legalidad internacional y que contribuya a la paz y a un mundo más seguro desde 1815. En 1815 las potencias europeas se pusieron de acuerdo en enterrar la Revolución y sus efectos. “No hay más que un único asunto importante en Europa”, declaraba Metternich, “y es la revolución”. En aquel tiempo dominaba Europa el concierto internacional de Viena y de la Santa Alianza. Había que impedir la revolución. Cualquier Estado que fuera revolucionario y que fuera en contra del Antiguo Régimen sería considerado una amenaza para el orden internacional europeo. Gran Bretaña se oponía a que la Santa Alianza fuera una policía política internacional. Sólo si los intereses vitales de Gran Bretaña se hallaban en peligro, ésta intervendría. Ya adelanto que pretender conseguir un universo político es harto imposible y una falta de realismo. Como bien dijo Carl Schmitt, más que de un universo político procede hablar de un pluriverso político. Los Estados se hallan sumidos en una perpetua lucha de todos contra todos por el poder. La guerra es la desembocadura lógica de las relaciones internacionales. Los Estados se encuentran en estado de naturaleza. Bien es cierto que el capitalismo y la ideología liberal aspiran a la paz y a la extensión del mercado. El pacifismo y el anarquismo son dos derivadas de la ideología liberal. A medida que el mercado capitalista se expande por el mundo, afloran ideologías pacifistas, armonistas, federalistas que buscan establecer un Estado mundial o una federación de Estados republicanos pacíficos que resuelvan sus diferencias recurriendo al arbitraje y al derecho internacional. Al final todas las organizaciones internacionales, pacifistas, etc no han podido evitar el hecho del imperialismo, el colonialismo y la lucha entre las grandes potencias. Al margen de los Estados nacionales quedan las organizaciones no gubernamentales dependientes del Gobierno. La idea de un gobierno del mundo queda en entredicho constantemente. Eso sí, hay hegemonía imperial que actualmente se sirve de organismos internacionales para dictar su política conforme a sus intereses. En el siglo XIX el liberalismo aspira al pacifismo a través del libre comercio de mercancías. El principal ideólogo de esta doctrina fue Cobden. La liberalización del comercio traería la prosperidad económica, la colaboración internacional y la paz entre los Estados. “Según mi opinión, el principio del libre comercio actuará sobre el mundo moral como el principio de gravedad en el universo: acercará a los hombres, superará las oposiciones raciales, religiosas y lingüísticas, y nos unirá mediante los lazos de la paz perpetua” El liberalismo también desembocó en el nacionalismo, el principio de las nacionalidades, a cada nación un Estado y en el principio de autodeterminación. “Lo que necesitamos”, escribía Mazzini, “es (…) que todos los pueblos europeos se unan para remar en una misma dirección. (…) El día en que, en cada uno de los países donde opera nuestro movimiento, nos pongamos en pie al unísono, ese día venceremos. Para entonces, la intervención extranjera (de los déspotas) será ya imposible”. Frente al internacionalismo de las naciones y los pueblos apareció el internacionalismo proletario de Marx y Engels. Había que sustituir la lucha interestatal o internacional en lucha de clases interna, en guerra civil. Frente a estas dos ideas utópicas siempre estuvo presente la idea de imperio, el realismo político. Lord Acton defiende en 1862 la idea de imperio protector, un imperio generador a decir de Gustavo Bueno, claro, pero que tratándose del imperio anglosajón tiene que resultar ser un imperio depredador como es el imperialismo británico históricamente. En 1851 se celebró en Londres el Congreso pacifista universal y se buscó elaborar un código de derecho internacional. Someter la política internacional al derecho. Al igual que lo político no puede ser anegado en el derecho mucho más ocurre con las relaciones internacionales. Estas ideas utópicas como todo el mundo se podrá imaginar, fracasaron. Sólo si hay una gran potencia imperial dispuesta a obedecer voluntariamente y a imponerlas a las demás potencias, tiene sentido el hablar de un derecho internacional. Los Estados son las unidades políticas, los sujetos políticos por eso de la soberanía, del poder político, de su fuerza. Lo demás es música celestial. Sin embargo, el internacionalismo, la idea de una ley internacional por encima de la soberanía de los Estados prevaleció en las conciencias subjetivas de los pacifistas. Estas ilusiones perviven hoy de manera poderosa conviviendo con la política de poder de las grandes potencias, guiadas por el realismo político. Como la idea de un gobierno mundial en un solo Estado es ilusoria, sin negar que según Gustavo Bueno nos hallamos en la etapa posestatal en el curso de la sociedad política, tenemos que decir que la proliferación de organizaciones internacionales, del derecho internacional y de asociaciones internacionales no han sustituido el imperio de las grandes potencias. Los únicos que se someten a las autoridades internacionales son los países débiles, pequeños. La biocenosis global sigue plenamente vigente. El internacionalismo idealista, es eso, idealismo, superchería, locura y necedad. Como decía Von Moltke, “la paz perpetua es una ilusión, y ni siquiera una ilusión bella. La guerra forma parte del divino orden del mundo.” Es la desembocadura lógica de las relaciones internacionales. Eso sí, las grandes potencias han obrado organizaciones internacionales mediante para cumplir sus propósitos, ortogramas imperiales e intereses nacionales. Todas estas ideas pacifistas harto idealistas parten del supuesto del régimen representativo parlamentario en el cual, en la sede del poder legislativo, desinteresadamente, bajo el dominio de la razón y de la argumentación racionales ante el público, sin ocultación, puede hallarse el bien común mediante la discusión y sin recurrir a la fuerza, coacción o presión, por la pura lógica racional y pensando en el interés general. Lo que ya es una ilusión en el terreno político parlamentario intranacionalmente se piensa que puede ser válido igualmente en el terreno de la política internacional. Secreciones políticas del régimen representativo burgués. Lo cierto es que como viene a reconocer Mazower el florecimiento de las organizaciones internacionales no estatales, sino supraestatales no ha impedido que sigan las relaciones internacionales por la fuerza y por el poder. Tampoco ha impedido que las grandes potencias no se dejen gobernar por tribunales internacionales u organizaciones supranacionales. El principio de la soberanía absoluta e incondicionada sigue estando vigente guste o no guste a los ideólogos progresistas. Al concierto europeo de 1815, a la Santa Alianza le sucedieron otros conciertos diplomáticos pero paulatinamente además se fue abriendo paso la ideología internacionalista parlamentaria supranacional que creía en el derecho internacional y en la sustitución de la política de poder y de estado de naturaleza por el derecho internacional, el diálogo y el arbitraje pacífico de las disputas mediante la proliferación de organizaciones no gubernamentales y de organizaciones internacionales así como de convenciones de desarme, etc. Así llegamos a lo que Gustavo Bueno denomina la etapa posestatal del desarrollo o curso de las sociedades políticas. El primer gran paso en esta dirección lo constituyó la fundación de la Sociedad de Naciones. “Las alternativas internacionalistas a la diplomacia tradicional privilegiaban la transparencia al secretismo, y la participación a la exclusión. Los internacionalistas creían en la cooperación entre naciones dirigida por el progreso científico y comercial, al tiempo que consideraban la diplomacia basada en alianzas y el minitarismo irracionales y retrógrados.” Woodrow Wilson ha pasado a la historia como un héroe político, humanitario, benévolo y salvador de la humanidad. Era el Dios de la paz, como recientemente ha sido considerado Barak Obama al otorgársele sin ningún fundamento el Premio Nobel de la Paz. “Para sus partidarios su figura encarnaba una América preocupada por el mundo y su cuidado, que se negaba a mirar tan sólo de puertas adentro: su muerte prematura, poco después de fracasar en su intento por conseguir el respaldo del Senado para la Sociedad, fue interpretado como una suerte de martirio moderno. Medio siglo después de su muerte en 1924, se convertiría en un –ismo. George W. Bush, Dick Cheney y Donald Rumsfeld contribuyeron también al culto a Wilson: tras la invasión de Irak en 2003, muchos críticos, preocupados profundamente por una América que daba la espalda a las instituciones multilaterales, volvieron la vista hacia él, buscando en su ejemplo inspiración para un nuevo siglo.” Este pacifismo es liberal, anglosajón y protestante calvinista ante todo. “Wilson, hijo de un pastor presbiteriano, pensaba más en los bíblicos términos de pactos que de contratos, y deseaba construir algo que creciera de manera orgánica a lo largo del tiempo hasta satisfacer las universales aspiraciones de la humanidad, no los intereses de unos cuantos poderosos que podían salirse con la suya de todos modos.” Con el discurso dirigido por Wilson al Congreso a comienzos de abril de 1917, en el que anunciaba el endurecimiento de las relaciones con Alemania y exhortaba a los EE.UU. a entrar en guerra, decía Wilson que “Lo que estaba en juego, afirmaba Wilson, era “la defensa de los principios de paz y justicia en la vida del mundo contra el poder egoísta y autocrático, así como implantar entre los pueblos realmente libres y autónomos el consenso de propósitos y actuaciones que garantizaría en adelante el cumplimiento de dichos principios” El problema de autocracias tales como la monarquía prusiana estribaba en que sus gobernantes hacían caso omiso a los deseos de sus pueblos; de hecho, Wilson declaraba abiertamente que los EE.UU. no tenían conflicto alguno con “el pueblo alemán”. El imperialismo liberal se hacía pacifista, internacionalista y entraba en guerra, pero no contra el pueblo alemán, olvidando que el pueblo es indisociable del gobierno y de la patria y que todos los pueblos tienen el gobierno que se merecen. Esto confirma que el internacionalismo es una nueva manera de configurar el imperialismo y la lucha entre Estados. Antiguamente se pensaba que el derecho de guerra era algo esencialmente perteneciente al Estado y a su soberanía, se ha ido imponiendo la idea de que la guerra es algo que hay que evitar a toda costa y que es intrínsecamente perversa. Ahora ya no se habla de guerra, sino de misión de paz, claro que el objetivo de la guerra es conseguir una paz. Hoy en día, debido al fundamentalismo democrático, se justifica la guerra para defender o expandir la democracia, los derechos humanos y la ideología democrática. Una guerra tal sería considerada justa y legítima. Otras motivaciones políticas serían consideradas como monstruosas o como criminales. Las organizaciones internacionales tales como la Sociedad de Naciones y la ONU nacieron precisamente para pacificar el mundo y poner en manos de la comunidad internacional una serie de instrumentos políticos, jurídicos y diplomáticos para evitar las guerras futuras. En el siglo XX después de 1920 se han originado muchas guerras sin embargo. La fuerza de la ONU, como antes ocurría con la Sociedad de Naciones, no es más que un conjunto de los Estados que la componen. En sus decisiones pueden intervenir las grandes potencias para vetar aquellas resoluciones que no les resultan favorables a ellos o a sus aliados. Actualmente se sostiene que la democracia es la forma final de la historia política, la forma más elevada y definitiva para vivir en paz, en libertad y en solidaridad. Ser demócrata se convierte en las democracias fundamentalistas en ser honrado, no ser demócrata se hace equivalente a ser un hombre no plenamente desarrollado. Un Estado no democrático carece de legitimidad. San Agustín pensaba que los hombres que no eran cristianos no tenían dignidad humana ni derechos humanos. Tampoco los Estados paganos tenían derechos, no eran legítimos enemigos políticos. Vivían en la barbarie y en el salvajismo, por lo tanto, podían ser destruidos. También en el siglo XIX muchos pensadores anglosajones pensaban que el derecho internacional y humanitario no les era aplicable a los pueblos inferiores o razas inferiores situados en niveles inferiores de desarrollo en comparación con las naciones blancas europeas. La ONU, esto es, las democracias fundamentalistas que la pueblan trata de extender por el mundo continuamente el sistema democrático. Los EE.UU. se han convertido en los principales adalides de tal cruzada democrática poblada de misiones de paz. Gustavo Bueno ya supo ver en su momento que esta cruzada fundamentalista democrática derivaba del mercado pletórico de bienes del capitalismo actual. La fundación de la Sociedad de Naciones supuso un gran intento de establecer un gobierno mundial que resolviera pacíficamente los conflictos mediante el arbitraje y el derecho internacional. Sin embargo, los EE.UU. no se integraron en tal organización y por lo demás, la dialéctica política entre los Estados siguió su curso. Por lo demás, Lenin calificó la Sociedad de Naciones como cueva de ladrones imperialistas capitalistas. Así frente a la Sociedad de Naciones parlamentaria y liberal se sitúa la Tercera Internacional Comunista, la Komintern marxista, internacionalista proletaria dirigida desde Moscú por el Partido Bolchevique. De todos modos, la URSS fue admitida en la Sociedad de Naciones en septiembre de 1934. Stalin, de manera realista no se hacía muchas ilusiones sobre la Sociedad de Naciones. Tampoco se hacía ilusiones con la Komintern. “Stalin, por su parte,, se hacía pocas ilusiones respecto a esta, y la idea de seguridad colectiva no le inspiraba por su parte, confianza alguna, ya que no albergaba auténticas esperanzas de alcanzar un entendimiento más estrecho con ninguna potencia capitalista. No obstante, aún se hacía menos ilusiones con respecto a la Komintern.” En una entrevista con H.G. Wells que se hizo célebre se puso de manifiesto la gran calidad como estadista realista de Stalin y la gran ingenuidad positivista ingenua e idealista de H.G. Wells. Stalin estaba con los pies en la Tierra: “Este, mostrándose respetuoso hacia Roosevelt, dejaba claro que, a su juicio, el New Deal americano no lograría, en sus aspiraciones de salvar el capitalismo, sustraerse a sus propias contradicciones. La idea de Wells según la cual ingenieros y científicos podrían llegar a ser los configuradores de un nuevo orden mundial no le convencía. Los ingenieros hacían lo que se les indicaba, sentenciaba Stalin: los científicos, por su parte, eran tan capaces de hacer el bien como de infligir un daño inmenso.” Carl Schmitt afirma que con la transformación del ius publicum europaeum la guerra se volvió total y el enemigo se convirtió en criminal. La distinción espacial interior/exterior se disolvió y toda la tierra se transformó en un espacio para el enfrentamiento la crítica a la ideología universalista que judicializa la política internacional en nombre de la moral y el derecho. “El auténtico poder consiste, como expresara el teórico del derecho Carl Schmitt, en la capacidad de dictar las normas y de decidir cuándo y a quién deben ser aplicadas” Frente a Carl Schmitt está el pacifismo jurídico internacionalista, uno de cuyos más insignes representantes y teóricos fue Hans Kelsen. Kelsen afirma en esta misma línea de pensamiento que Kant que “No puede caber duda de que la solución ideal del problema de la organización mundial como el problema de la paz mundial es la creación de un Estado Federal Mundial compuesto de todos o del mayor número de naciones posible.” La fundación de la ONU supuso un paso más adelante en un cierto gobierno mundial por parte de las grandes potencias a través de la ONU. La ONU busca debilitar la soberanía y la autonomía de los Estados nacionales y disolver tales Estados en organizaciones internacionales que se inmiscuyen en sus asuntos internos: derechos humanos, agricultura, ganadería, pesca, economía, ideología de género, cambio climático, salud, etc vaciando así los órganos nacionales de contenido. Esto no afecta, claro está a las grandes potencias, muy celosas de mantener su independencia y de actuar si fuere necesario, de manera unilateral para satisfacer sus intereses nacionales. El libro aporta muchos datos, muchas anécdotas, pero aporta muy pocas opiniones y doctrinas discrepantes frente al internacionalismo pacifista fundamentalista democrático suministrando así la idea de que el autor acepta acríticamente el punto de vista del pacifismo internacionalista democrático que se lleva como moda política actual, dando por supuesto como bueno el devenir actual de las relaciones internacionales.. Los pobres necesitamos tener patria, Estado, nación que nos proteja de los abusos y atropellos de las transnacionales y de otros Estados y de los abusos internos por supuesto.

sábado, 5 de septiembre de 2020

La cuarta teoría política

La cuarta teoría política. “La cuarta teoría política”, Alejandro Duguin, Ediciones nueva república. Barcelona, 2013. 253 páginas. Duguin, filósofo, político, ideólogo, lanza un formidable ataque contra el liberalismo, la ideología triunfante de nuestros días, solidaria con el avance del capitalismo y del mercado pletórico de bienes. El ataque contra el capitalismo y el liberalismo es para Duguin el ataque a la modernidad, por ello ataca también al marxismo. Vamos a seleccionar lo que tiene mayor interés práctico y político de este libro y lo vamos a presentar con algunos comentarios críticos para ilustrar a los lectores que pretendan acercarse a este interesante intento de unir filosofía política, ideología política y propuestas concretas programáticas políticas. Mi recensión presente no será en modo alguno exhaustiva, sino selectiva y se va a fijar precisamente en los aspectos fundamentales que delinean las tendencias fundamentales de la Cuarta Teoría Política de Alejandro Duguin. El fascismo intentó ser una tercera vía entre liberalismo y marxismo o comunismo y fracasó con y a causa de una estrepitosa derrota militar en 1945. Duguin podemos atrevernos a decirlo así, propone una cuarta teoría política que en el fondo es un fascismo no racista, relativista cultural y moral y político basado en el Dasein, que no es otro que la comunidad política, un nuevo comunitarismo antimoderno, antiprogresista. El sujeto de la cuarta teoría política es el Dasein. Es una política existencial pues la que propone Alejandro Duguin. “El individuo, la clase y el Estado son conceptos quiméricos de un ser perdido, abandonado por la existencia.” El Dasein es el pueblo, Volk. El Dasein es el Volksgeist, es völkisch, término este último explotado hasta la saciedad por el nacionalsocialismo alemán curiosamente. “Por eso el Dasein se despierta a través de un pueblo. Dasein existiert völkisch.” . Duguin pues maneja el mito de la cultura como fundamente de la cuarta teoría política. Nada nuevo pues bajo el sol. La lucha contra el liberalismo, la globalización, el mercado libre pletórico de bienes se hace desde cada una de las culturas existentes. Es pues un Kulturkampf, una lucha por la cultura, por la cultura de la que se trate en cada caso, claro está. Hay muchas culturas realmente existentes y todas valen lo mismo. No hay una mejor que las otras. Si se sostuviera que una vale más que las demás o que tienen diversos grados de verdad estaríamos hablando al modo de ver de Duguin de racismo, seríamos racistas por abandonar el relativismo cultural que sostiene Duguin en su cuarta teoría política. Eso viene de la multiplicidad fenomenológica de los Dasein, porque el Dasein se expresa a través del Volk, es völkisch, popular. La dialéctica de Estados responde a la dialéctica de culturas distintas. Cada Estado debería abarcar pues el territorio por el que está asentada una cultura. Alejandro Duguin pues, aspira a un mundo multipolar y multicultural. Se abandona y rechaza pues la hegemonía de los EE.UU. y del liberalismo imperante actualmente, así como el globalismo o globalización. Frente a la liquidación de la política, el fin de las ideologías por parte del liberalismo, la cuarta teoría política busca restaurar la política como decía Carl Schmitt, poner la política de nuevo como el centro de las actividades humanas y sociales, entronizar la decisión. La política es la distinción entre amigo y enemigo a decir de Carl Schmitt. La cuarta teoría política es la restauración del fascismo sin el racismo y con el añadido del nacionalbolchevismo y del eurasianismo. El siglo XX ciertamente fue el siglo de las ideologías. Distingue Duguin tres principales: 1. Liberalismo de derechas y de izquierdas, 2. Comunismo, con socialdemocracia incluida. 3. Fascismo, incluye, nazismo, franquismo, peronismo, etc. La Cuarta Teoría Política es una doctrina política, una ideología que se busca, aún no se ha formulado de manera cerrada y sistemática. Vamos a ver en lo sucesivo esbozos, fragmentos, elementos, todavía no hay un sistema ideológico de cuarta teoría política como persigue Duguin. De todos modos, las ideologías son construcciones lingüísticas y teóricas blandas que no llegan a articular una filosofía entendida como filosofía académica y sistemática. La ideología es un discurso que incluye una concepción del mundo y un conjunto de planes o prolepsis u ortogramas políticos acerca de los intereses del grupo social al que dice representar la ideología o el lugar en el mundo de tal grupo social. La Cuarta Teoría Política es reactiva. Es una reacción contra el liberalismo, el progresismo y el globalismo capitalistas. Se niega aquí el fin de la historia. Así como la ideología de los derechos humanos. Lo llaman la gobernanza del mundo por corporaciones transnacionales que pretenden gobernar el mundo sin una plataforma política territorial y estatal. Si es que esto es posible, claro está. Según Alejandro Duguin el liberalismo pretende disolver las ideologías y por lo tanto la política y por lo tanto la decisión soberana que distingue entre amigo y enemigo. La Cuarta Teoría Política es una cruzada contra la Modernidad y contra la Posmodernidad. Por eso se sitúa también contra el progresismo, ideología decadente occidental de nuestros días. “No es una coincidencia que los héroes de la posmodernidad sean monstruos, aberraciones, travestis y degenerados” Se niega la muerte de Dios, se ignora. Ha vuelto la teología política pues. El hombre puede vivir sin Dios o también con Dios y negarse a reconocer la muerte de Dios. Se vuelve a la religión, pero no sólo a las religiones terciarias, sino que también tiene lugar un reflujo de las religiosidades primarias y secundarias. Retorna el paganismo, la numinosidad animal primaria y la secundaria. El ateísmo no es pues obligatorio, tampoco el monoteísmo de las religiones terciarias lo es. El paganismo es también una fuente de inspiración numinosa religiosa para la Cuarta Teoría Política. La Cuarta Teoría Política rechaza la Idea de Progreso. Lo antiguo es fuente de legitimidad por ser antiguo precisamente. Cuanto más antiguo, mejor. La alternativa al liberalismo triunfante tiene que ser el conservadurismo pero no puede ser el conservadurismo liberal, tiene que ser conservadurismo en una versión no liberal. Afirma Alejandro Duguin que la cuarta teoría política ni es fascismo, ni comunismo ni liberalismo. “La sola idea de poner fin al fascismo, al comunismo y al liberalismo es una cosa muy estimulante.” El progresismo es racista en su estructura, afirma Duguin. Si se afirma que el presente es mejor que el pasado y que la garantía del futuro será aún mejor, eso implica discriminar contra el pasado y contra el presente, así como humillar e insultar a todos los antepasados. Desembocamos así en un relativismo cultural. “Las sociedades pueden ser comparadas, pero no podemos afirmar que una sea objetivamente mejor que las otras. Tal juicio es siempre subjetivo y cualquier intento de transformar una evaluación subjetiva al status de teoría es racismo.” Ninguna sociedad es mejor o superior que otra. No hay universalismo, hay pluriversalismo. El nacionalsocialismo sin racismo es inofensivo. Hay que tener una actitud positiva hacia el ethnos. Se trata de los derechos de los pueblos. “El ethnos es el mayor valor de la Cuarta Teoría Política como fenómeno cultural; como una comunidad de lengua, de religión, de la vida cotidiana y compartimento de los recursos y objetivos;” ¿No es esto acaso el romanticismo nacionalista alemán? ¿No es esto acaso el Volk del nacionalsocialismo? El comunitarismo actual también va por aquí y el derecho de los pueblos lleva al principio de las nacionalidades: una nación un Estado y al principio de la autodeterminación de las nacionalidades: una nación tiene derecho a separarse. El ethnos es el sujeto histórico. No estamos pues, muy lejos del fascismo ni del nacionalsocialismo. La Cuarta Teoría Política rechaza el materialismo histórico del marxismo, la clase, la lucha de clases, la dictadura del proletariado, el determinismo económico. Sin esto el marxismo se hace inofensivo y útil para criticar al liberalismo. Se acepta el socialismo, Se acepta el marxismo sociológico mitológico. Es un mito útil para el pueblo. El marxismo quedaría así como un mito con valor emocional y motivacional solamente. Se aproxima así Duguin a Alano de Benoist, sobre todo a su libro “Vista a la derecha” donde interpreta autores de izquierda y derecha desde la autodenominada Nueva Derecha. El liberalismo es el principal adversario ideológico de la Cuarta Teoría Política. Para el liberalismo el individuo es el sujeto político. El liberalismo recurre a un individualismo metodológico para interpretar los hechos sociales. El individualismo no nos sirve. Sólo nos sirve su idea de libertad, o sólo la libertad negativa, sino también la libertad positiva. “La Cuarta Teoría Política debe ser la teoría de la libertad absoluta, pero no como en el marxismo, en el que coincide con la necesidad absoluta.” Entonces, “la libertad puede ser de cualquier tipo, libre de cualquier correlación o de la falta de ella, hacia cualquier dirección y cualquier objetivo. La libertad es eñ valor más grande de la Cuarta Teoría Política, pues coincide con su centro y su núcleo dinámico, enérgico.” Se trata de una libertad humana y no una libertad entendida de forma individualista. Es la libertad del Dasein, la libertad de cada círculo cultural a imponer su propia cultura en su propio reino, esto es, en su propio territorio o área de influencia. La Cuarta Teoría Política es una teoría de la liberación al romper con el individualismo. El que tiene que ser libre es el Dasein. Hay que impedir la existencia inauténtica del Dasein. Se confía en el sentido del Ser y confía el destino al Ser. “Quizá sea más importante dejar algunas cosas sin decir, descubiertas en las expectativas e insinuaciones, en alegaciones y premoniciones. La Cuarta Teoría Política debe ser completamente abierta.” Se trata pues de vivir peligrosamente. La Cuarta Teoría Política deja muchos temas abiertos y no es precisa y completa. Es pues una ideología, más que una filosofía política o una teoría de la ciencia política. La Cuarta Teoría Política rechaza el progreso, la modernidad y la posmodernidad y sostiene el sujeto de la historia entendido como Dasein. Además sostiene la reversibilidad del tiempo. Esto se llama eterno retorno aunque Duguin no lo afirme. El Nuevo Orden Mundial tal y como Duguin lo concibe es un mundo multipolar con diversas potencias y diversos espacios a lo Carlos Schmitt, diversas regiones de tamaño y escala regional o continental. Son los diversos grandes espacios integrados por países con valores religiosos y culturas comunes. La Cuarta Teoría Política es un conservadurismo. Hay un conservadurismo tradicionalista como el sostenido por Guénon, Evola, Burckhardt, Ziegler. Tienen una postura radical pero no la del siglo XVIII o del siglo XIX. Definen la sociedad tradicional como un ideal atemporal y el mundo contemporáneo como resultado de la degeneración. Es el paradigma conservador en su forma pura. Otra forma de conservadurismo es el fundamentalismo islámico. Duguin lo ecualiza con el fundamentalismo protestante. Todo es uno y lo mismo. No entra a analizar los contenidos ideológicos de tales fundamentalismos puesto que es relativista cultural. Todos los fundamentalismos religiosos son bien valorados por Duguin. Como son antimodernos, son buenos. Esto lleva al absurdo y a la barbarie. No hay valores universales ni hay un logos universal, objetivo y válido. En cambio los liberalconservadores o conservadores liberales son valorados negativamente por Duguin puesto que su objetivo es demoler el liberalismo y la ideología liberal. Hay otros conservadores, los de la Revolución Conservadora de los años 1920-1930 en Alemania Niekisch, Jünger, Heidegger, Moeller van den Bruck, Spengler, Sombart, etc. Estos son valorados positivamente por Alejandro Duguin. La revolución que propone Duguin es una revolución conservadora. Como los revolucionarios conservadores citados, Duguin tiene el mismo diagnóstico que ellos: existe un mundo degradado objetivamente. Hay otro conservadurismo, el de izquierda o socialconservadurismo, también llamado nacionalbolchevismo. Hay que distinguir a Georges Sorel y por el nacionalbolchevismo a Niekisch, Strasser. Duguin es un eslavófilo. Quiere esto decir que su doctrina política está pensada para Rusia, para su ethnos ruso, eslavo y ortodoxo. Se llama su cuarta teoría política eurasianismo. Inspirándose en el Dasein de Heidegger se podrán elaborar otros proyectos políticos para los diversos círculos culturales en la política de los grandes espacios, pero a cada ethnos su propio proyecto político conservador, tradicional, etc no liberal. La doctrina de Duguin es el eurasianismo. No hay universalidad del logos occidental. Rusia tiene su propio logos. Eurasianismo es una episteme que agrupa a las diversas doctrinas conservadoras aplicadas y válidas para Rusia, solamente para la civilización rusa. Además del eurasianismo está el neoeurasianismo. Aparece en Rusia en los años 1980. Complementa al eurasianismo con adaptaciones a la segunda mitad del siglo XX y al siglo XXI. “El neo-eurasianismo se fundamenta en el análisis filosófico de las tesis acerca de la modernidad y de la posmodernidad. El desprendimiento en relación a la cultura occidental permite una mayor distancia de ella, gracias a la cual es posible abarcar con la mirada toda la modernidad y decir a todo un fundamental no”, La Cuarta Teoría Política entonces tiene variantes secundarias como son el nacionalbolchevismo y el eurasianismo. El socialismo sin su modernidad, materialismo y ateísmo y sin el racismo de la tercera vía. Llamamos al resultado Cuarta Teoría Política. “Así llegamos al nacional-bolchevismo, que representa un socialismo sin materialismo, ateísmo, progresismo y modernismo, así como las teorías de la Tercera Vía modificadas.” Tenemos que unir a todos contra el globalismo, globalización y liberalismo. “De modo que necesitamos unir a la Derecha, a la Izquierda y a las religiones tradicionales del mundo en una lucha común contra el enemigo común. Justicia social, soberanía nacional y valores tradicionales son los tres ejes principales de la Cuarta Teoría Política. No es fácil poner juntos a aliados tan variados, pero debemos intentarlo si queremos derrotar al enemigo.”

domingo, 21 de junio de 2020

Recuerdos

Puedo decir orgulloso que he estado enseñando en los institutos materialismo filosófico desde 1988 hasta 2016. Mucho antes que los demás. Punto. Luego se apuntaron otros muy tardíamente. También puedo decir que muchas de mis desventuras habidas en el sistema educativo progresista por mi parte se las debo a mi coherencia y a mi empeño en ejercitar la libertad de cátedra que los progresistas de derecha y de izquierda han cercenado siempre. Nunca han reconocido tal derecho. Sólo les preocupaba el vulgo ignaro, la sociedad idiota de las familias y la corrupta burocracia educativa.

sábado, 13 de junio de 2020

Democracia sin libertad

Cada vez queda más claro que la democracia sin libertad, sin garantías, con censura, es una puta mierda y no vale la pena apostar por ella. Gustavo Bueno finalmente declaraba que por lo menos en la democracia el gobernante no puede ostentar el poder político indefinidamente. Las elecciones periódicas son un freno a la arbitrariedad.
Pues esto es un magro consuelo. La democracia no garantiza la libertad ni la propiedad, ni las garantías judiciales y por supuesto tampoco garantiza la igualdad ante la ley. Esto lo afirmo desde España. El Régimen de 1978 es un régimen democrático parlamentario de partidos en el cual no hay libertad, hay censura, persecución por ideas y creencias y una curiosa unanimidad ideológica digna de los países del socialismo real del Este de Europa a los que por aquel entonces se les reprochaba su falta de pluralismo ideológico e informativo. Ahora voluntariamente, por mecanismos económicos y democráticos hemos abocado al mismo resultado que antaño criticábamos.
En resumidas cuentas si la democracia es esto, la verdad es que no vale la pena porque ni hay libertad ni pluralismo y encima no hay garantías judiciales ni libertad de expresión. Censura en las redes sociales consentida por el Estado democrático y dictadura implacable del progresismo y de sus gilipolleces anejas. La democracia sin libertades carece de legitimidad.

jueves, 4 de junio de 2020

La mala suerte de Gustavo Bueno Martínez

Gustavo Bueno tuvo mala suerte. Nunca se le tributó un homenaje en condiciones correspondientes a sus múltiples méritos teóricos y filosóficos y a su importancia en la historia de la filosofía. Fue un marginado, un solitario con creciente aislamiento con respecto a las instituciones universitarias o académicas y editoriales. Aún hoy estamos ayunos de una edición crítica, rigurosa de sus obras completas. Rábade, Millán Puelles, Ortega, Aranguren, Julián Marías, etc., cuentan con ediciones de sus obras completas en buena presentación editorial pero a Gustavo Bueno le ha caído en suerte que sus herederos no han querido, por la razón que sea, hacer lo mismo con Bueno. Gustavo Bueno está muerto y bien muerto y enterrado y a día de hoy ha caído en el olvido. Sus libros son imposibles de encontrar y no se reeditan. Sus artículos se encuentran en peor situación. No se ha compuesto un volumen con todos sus artículos. La Fundación Gustavo Bueno nada hace al respecto. Gustavo Bueno ha tenido la desgracia de ir siendo progresivamente arrinconado y olvidado. Una mala suerte editorial y una Fundación Gustavo Bueno que no cumple con su propósito fundacional. Gustavo Bueno está muerto, enterrado y olvidado. Esperemos que otras personas e instituciones hagan lo que es debido en un futuro tal vez lejano y que ahora tanta falta hace.

sábado, 30 de mayo de 2020

Situación revolucionaria

Nos hallamos a día de hoy en una situación revolucionaria en España. El Gobierno camina hacia la consolidación de su poder merced a la excepcionalidad de los estados de alarma y hacia el deterioro político e institucional. Está claro que no estamos en una situación normal. Por eso la oposición está haciendo el idiota y está alejada de la realidad y por lo tanto no obra de acuerdo a lo que exige una situación revolucionaria: salvar al Estado tomando conciencia de la gravedad de la situación. Todas las instituciones del Estado están podridas excepto la Jefatura del Estado y los aparatos represivos y las fuerzas armadas. De ahí los ataques continuos que sufren la Guardia Civil y el Rey. Se busca un cambio de régimen político pero no por vía regular, sino por vía irregular, excepcional, por la vía de los hechos consumados. Es un golpe de Estado revolucionario del PSOE-Podemos apoyados por la antiespaña de ETA, Bildu, ERC, etc. Sólo hay dos modos de frenar la deriva revolucionaria acompañada de la bancarrota del Estado y del actual estado de penuria económica del pueblo: la externa: OTAN y UE  y la interna: golpe de Estado por parte de las fuerzas armadas. O bien la revolución progresista-bolivarianista populista o bien la contrarrevolución constitucional. Están provocando continuamente y tensando cada vez más la cuerda. Huida hacia adelante del Gobierno sin moderar los gastos y sin tomar medidas acertadas para salvar al Régimen y al Estado y para garantizar la eutaxia política. Clientelismo nacional inviable económicamente con el subsidio mínimo vital, paro de 8 millones, déficit disparado y reducción drástica del P.I.B. nacional así como de los ingresos fiscales. Pablo Iglesias sabe que sólo puede prosperar en situaciones de excepcionalidad y por ello intenta aprovechar la situación que no se volverá a dar seguramente en muchos años. Se trata de elegir entre el golpe de Estado revolucionario que se está dando ya o el golpe de Estado cotrarrevolucionario  en favor del orden, de la disciplina, del buen sentido. La oposición es impotente y no comprende la situación de excepcionalidad en la que estamos y la catástrofe que se atisba en el horizonte.

lunes, 18 de mayo de 2020

Hay razón para rebelarse

Hay razón para rebelarse, para la desobediencia civil, para la insurrección cuando el pueblo es gobernado por idiotas, incompetentes, inútiles y delincuentes. Este es el caso de España con un gobierno hecho para negociar con los separatistas y concederles todo lo que estos pidieran. Les llegó el coronavirus y no hicieron nada. Bueno, sí, mentir, robar y prohibir. Su gestión ha sido desastrosa. Además ha habido un recorte de libertades públicas necesarias para mantener en el poder al Gobierno, no para combatir la epidemia. La protesta ha surgido espontáneamente y el Gobierno trata de minimizar sus efectos con sus periodistas sicarios, malandrines y espadachines a sueldo para convencer al vulgo de lo maravilloso que son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Han traído la muerte, el hambre, paro, miseria y arbitrariedad a España. Quieren darle de comer ideología basura progresista al vulgo a ver si lo engañan de nuevo. Habrá estallido social. La situación es crítica, límite. La desobediencia es legítima para derribar gobiernos ilegítimos.

domingo, 17 de mayo de 2020

La muerte de Julio Anguita

Julio Anguita (1941-2020) ha muerto. Era muy bueno, muy honrado pero con ideas absolutamente erróneas que en última instancia eran perjudiciales para el pueblo y para el buen sentido. Entró en el PCE en 1972. Fue alcalde de Córdoba en 1979, diputado autonómico andaluz, diputado nacional, secretario general del PCE y coordinador general de IU. Marxista convencido, luchó contra el PSOE y su corrupción, valga la redundancia. Programa, programa y programa era su doctrina. Que se cumplieran la Constitución y los derechos humanos, solemnes majaderías para cualquier marxista. Gustavo Bueno lo llamaba el Doctor Firme, impasible el ademán. También decía que el PSOE estaba en una orilla y él en otra. Tuvo tres infartos, el tercero lo mató.  Firmó el pacto de Estella con la ETA indicando así su débil patriotismo español siempre dispuesto a ser sacrificado por otras bastardas razones. Se retiró de la vida política en 2000 y en 2002. Como privatus fue maestro y luego gran pensionario de España y apoyó a Podemos como el último recurso de la izquierda: maricones, chochogenéricas, transexuales, lumpemproletariado internacional, ocupas, animalistas, meteorologistas y otras miserables existencias. Un hombre que odia al capital, la empresa privada, la propiedad privada y el mercado libre es un hombre carente de buen sentido. Firmó el pacto de Estella con la ETA, así que perdió el oremus o, más bien, siguió siendo un comunista y por lo tanto, perjudicial para España, esto es, para el pueblo porque uno no entiende en qué puede beneficiar al pueblo el descuartizamiento de España que su partido o coalición perseguía por aquel entonces y todavía ahora. Ahora vaga por el Averno. Era antes comunista que español. Fue enterrado con la bandera comunista. Su Patria no era España sino el comunismo. En su entierro se mostró una vez más el amoralismo de la izquierda: se saltaron cientos de izquierdistas el confinamiento obligatorio, obligatorio para todo el mundo salvo para los militantes de izquierdas. Es la superioridad moral de la izquierda.

viernes, 15 de mayo de 2020

Gustavo Bueno e izquierda y derecha

Gustavo Bueno fue de izquierdas muchos años. No es que lo diga yo, sino que él se declaró marxista, admirador de la URSS, cuatro siglas, cuatro mentiras. y él mismo se declaró de izquierdas. Bien es verdad que criticó al marxismo y quiso ponerlo del revés. Atacó la ridícula metafísica del Diamat soviético y fue compañero de viaje del PCE. Progresivamente se fue distanciando de toda esta pandilla de sofistas y a partir de 1991 tuvo que dejar de admirar a la URSS y certificó su fracaso y derrumbamiento y se hizo cargo de las consecuencias. Fue virando pues hacia la derecha. Nunca militó en ningún partido ni ligó su filosofía a ninguna ideología política. Se enemistó con las izquierdas y pagó por ello las consecuencias. Con su conferencia sobre España en 1998 manifestó su patriotismo insobornable y eso le alejaba de las izquierdas, claro. Llegó a alegrarse de las victorias del PP y a desear su victoria electoral. Criticó al sofista Zapatero y al trilero Pedro Sánchez así como al sofista Pablo Iglesias, a la izquierda cínica, a la izquierda puta. Tarde pero bien rectificó sus errores ideológicos. Descubrió que la izquierda no valía ni un duro como manifestó en su obra posterior a 2000 y frente a Carrillo en la TVE con Sánchez Dragó de presentador. Todos nos equivocamos. Gustavo Bueno dijo una vez que el marxismo no podía morir y se equivocó, la caída del socialismo real equivalía a una verdadera refutación del marxismo. El marxismo murió y ahora es un viejo perro muerto. Sic transit gloria mundi. Gustavo Bueno rectificó pero tarde. Son cosas que pasan.

jueves, 14 de mayo de 2020

El chochogenericismo

Chochogenericismo


Ideología progresista basura de nuestra época. Sostiene que la historia es la historia de la lucha de géneros entre un género llamado el chocho y otro género llamado el pito. Entre lo femenino y lo masculino. Lo femenino es el Bien, Ormuz y lo masculino es el Mal, Ahrimán. Todo varón es un explotador, abusador, maltratador, violador. Las mujeres debieran pues ser tortilleras y deberían matar a sus hijos varones. Hacen falta leyes discriminadoras de los varones y una absoluta arbitrariedad legal para establecer la dictadura de las mujeres, del chocho de género pues. Las chochogenéricas reciben ayudas de los partidos izquierdistas vía gubernamental en generosas subvenciones. Confunden el sexo con el género gramatical. Inventan un lenguaje ridículo politiqués que ellas llaman inclusivo, cuando debiera llamarse lenguaje del cretinismo y analfabetismo. El lenguaje no es sexista ni de derechas ni de izquierdas. Es un elemento trascendental de la praxis. Ya Stalin corrigió y previno de tales extravíos. También se las puede denominar como putas de género, puesto que comercian no con su cuerpo sino con su condición femenina a la que ellas llaman género. Todo lo ven desde su prisma de género, al igual que los marxistas lo veían todo desde un punto de vista de clase. Una resurrección pues del realismo de los universales. Una degeneración inspirada en la sofística marxista. Hay dos clases en lucha, hay dos géneros en lucha. Todas las mujeres son una clase y todos los varones son otra clase. Así es como piensan estos desgraciados y estas desgraciadas. Una ideología sofística basura de nuestra época a la que hay que combatir por el daño que causa al entendimiento y a la salud mental.
Diccionario franquista de filosofía.

miércoles, 13 de mayo de 2020

El agujero de la Montero

Agujero de la Montero


Se trata de Irene Montero, célebre analfabeta, indocumentada y sofista progresista de Podemos. Habiendo terminado la carrera de psicología y sin oficio ni beneficio, trabajó de cajera en un supermercado. Luego ingresó en Podemos y al ser una hembra placentera sedujo con sus malas artes al macho alfa Pablo Iglesias Turrión, quien cayó prendado de ella y de su portentosa técnica de coaching y la nombró diputada, jefa del grupo parlamentario de Podemos y finalmente ministra de igualdad. Ello provocó que Pablo Iglesias se comprara un chalet de 3000 metros cuadrados en Galapagar. Tuvo tres hijos con él. Como ministra de chocho de género se destacó por su demagogia y sus ataques a las garantías judiciales para los varones y para dar vía libre a una ley de sospechosos.
Diccionario franquista de filosofía.

Miguel Foucault

Foucault, Miguel


Célebre maricón francés que se dedicaba a la sofística, a dar clase y a la sodomía. Se puso triste, contrajo el VIH y consciente y deliberadamente se dedicó a contagiar su nefando mal. Era progresista y creía que el Poder estaba por todas las partes. Cosas que se le ocurrieron a este pobre infeliz.
Diccionario franquista de filosofía.

lunes, 11 de mayo de 2020

Newton y la ciencia del Barroco

Newton y la ciencia barroca.es New Roman","serif"; font-size: 14pt; line-height: 107%;">         Galileo fundó la física moderna y estuvo a un trecho corto de reducir completamente la física a la matemática. Hizo posible que sus seguidores tomaran la geometrización del mundo real como evidente. Cavalieri se desprendió de la gravedad como propiedad física innata, y decía que, como otras fuerzas, se debía a acción externa. Evangelista Torricelli (1608-1647) consideró la gravedad como una dimensión de los cuerpos semejante a sus propiedades geométricas. Giordano Bruno (1548-1600) continuando las discusiones escolásticas sobre la pluralidad de mundos y la infinitud del espacio, se dio cuenta de que Copérnico, al hacer plausible el tomar cualquier punto como el centro del universo, había abolido las direcciones absolutas. Había popularizado la idea de que el espacio era efectivamente infinito y, por tanto, sin direcciones naturales favorecidas. El filósofo y matemático francés Pierre Gassendi (1592-1655), cuyos predecesores del siglo XVI, contrariamente nos, habían tendido algunas veces a identificar la cantidad continua de la Geometría con la extensión física, identificó el espacio del mundo real con el espacio infinito, abstracto y homogéneo de la geometría de Euclides. Había aprendido de Demócrito y de Epicuro a concebir el espacio como vacío, y de Kepler a considerar la gravedad como una fuerza externa. Concluyó, por tanto en su De motu impresso a motore translato, publicado en 1642, que, puesto que un cuerpo que se movía por sí mismo en el vacío no sería afectado por la gravedad, y puesto que ese espacio era indiferente causalmente a los cuerpos que contenía –contrariamente al espacio de Aristóteles y a sus vestigios en Galileo-, el cuerpo continuaría siempre en línea recta. Gassendi publicó así, por primera vez, la afirmación explícita de que el movimiento que un cuerpo tendía a conservar indefinidamente era rectilíneo y que un cambio en velocidad o dirección requería la operación de una causa externa. También él fue el primero en eliminar conscientemente la noción de ímpetus como causa del movimiento. Así, con la completa geometrización de la Física, el principio del movimiento inercial se hizo evidente en sí.

         A Gassendi se le anticipó en la expresión de este principio, aunque no en la publicación, René Descartes (1596-1650) en su libro Le Monde, empezado antes de 1633. Descartes basó todo su principio en la hipótesis metafísica del poder de Dios para conservar el movimiento. Resumió sus ideas mecánicas contenidas en Le Monde en los Principia philosophiae (1644). Llevando al límite lo que Galileo había sido incapaz de hacer, la idea de que lo matemático era el único aspecto objetivo de la naturaleza, decía que la materia debe ser entendida meramente como extensión. Dios, cuando creó el universo de extensión infinita, le dio también movimiento. Todas las ciencias eran reducidas así a la medida y a la matemática; y todos los cambios, al movimiento local. El movimiento, al ser algo real, no podía aumentar ni disminuir en su cantidad total, sino que únicamente podía ser transferido de un cuerpo a otro. El universo continuaba, por tanto, funcionando como una máquina, y cada cuerpo permanecía en un estado de movimiento rectilíneo, la forma geométrica  más sencilla en la que Dios lo había puesto en marcha, a menos que fuera afectado por una fuerza externa. Únicamente el vacío era indiferente a los cuerpos que contenía, puesto que Descartes aceptaba el principio aristotélico de que la extensión, como otros atributos, podía existir solamente por inherencia a alguna substancia; afirmaba que el espacio no podía ser un vacío, lo que era una nada, sino que debía ser un plenum. En el mundo real, por tanto, sólo era posible una tendencia a una velocidad rectilínea continua. Para Descartes, el mundo real era meramente geometría realizada; concibió el movimiento simplemente como una translación geométrica; el tiempo era una dimensión geométrica, como el espacio. Sin embargo, Descartes fracasó completamente en comprender cómo medir la cantidad de movimiento y fracasó así en captar el concepto esencial de la conservación del movimiento. El movimiento que seguía siempre la línea recta era el desplazamiento instantáneo, concebido desde el punto de vista puramente cinemático, sin ninguna propiedad no geométrica de inercia.

         Esta teoría dejaba a Descartes frente al problema del movimiento curvilíneo de los planetas. No podía aceptar una teoría de la atracción gravitatoria. Ideó entonces su teoría de los torbellinos.

         La teoría de los torbellinos muestra, empíricamente, el aspecto más débil de Descartes y Newton iba a demostrar en los Principia mathematica philosophiae naturalis (1687) que, de hecho, no llevaría a las leyes de Kepler del movimiento planetario y que era, por tanto, refutada por la observación.

         A pesar de todo, las ideas de Descartes ejercieron la mayor influencia individual a lo largo del siglo XVII: ello fue porque tomó la dirección opuesta a Galileo de investigar, más allá de descripciones matemáticas hasta el interior de las causas físicas y la naturaleza de las cosas y de construir audazmente un sistema científico completo que abarcase desde la psicología y la fisiología hasta la física y la astronomía pasando por la química. El pensamiento de Descartes afirmaba que todos los fenómenos naturales podían ser reducidos, en último término, si se analizaban suficientemente, a un solo tipo de cambio, el movimiento local.

         Christian Huygens (1629-1695) debió su despertar científico a Descartes y nunca desertó completamente de su punto de vista; y en la concepción de la energía cinética que se encuentra oscuramente en la concepción de Leibniz de la vis viva y que fue enteramente desarrollada por la física del siglo XIX, Descartes podría pretender haber originado una contribución sustancial a la dinámica. Por lo que concierne al principio de inercia, no fue Descartes, sino Galileo, quien suministró el concepto de movimiento sobre el que Huygens, Newton y otros iban a edificar la mecánica clásica del siglo XVII. Las investigaciones de dinámica de estos matemáticos, aunque llevaron al enunciado de un cierto número de principios independientes cuya conexión recíproca no fue en ese momento siempre claramente entendida, como la ley de la caída de los cuerpos, los conceptos de inercia, de fuerza, de masa, el paralelogramo de fuerzas y la equivalencia del trabajo y la energía, implicaron realmente un único descubrimiento fundamental. Este era el principio, establecido experimentalmente, de que el comportamiento de los cuerpos, unos respecto de otros, se realizaba de forma que las aceleraciones estaban determinadas, la razón de las aceleraciones opuestas que producían era constante y dependía únicamente de una característica de los cuerpos mismos, que fue llamada masa. Era un hecho que podía ser conocido únicamente por la observación el que dos cuerpos geométricamente equivalentes se moverían diferentemente cuando eran colocados en relaciones idénticas con otros mismos cuerpos. Donde Galileo se había detenido ante el mundo real y Descartes, geometrizando desde principios abstractos, ocultó esta propiedad física en los torbellinos, Newton realizó una reducción matemática exacta de la masa a partir de los datos de la experiencia. Las masas relativas de dos cuerpos eran medidas por la razón de sus aceleraciones opuestas. La fuerza podía ser entonces definida como lo que turbaba el estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme de un cuerpo; y la fuerza entre dos cuerpos, por ejemplo, la de gravedad, era el producto de cada masa multiplicada por su aceleración respectiva. El movimiento inercial era un límite ideal, el estado de movimiento de un cuerpo que no era afectado por otro. El problema que había sido tan embrollado para los que cuestionaron por primera vez la ley aristotélica del movimiento, encontró su solución en la distinción entre masa, propiedad del cuerpo que proporciona resistencia intrínseca, y peso, motivado por la fuerza externa de la gravedad que actúa sobre el cuerpo. Las diferencias de peso podían ser consideradas como equilibradas exactamente por diferencias proporcionales de masa. Y la misma masa tenía pesos distintos según su distancia al centro de la Tierra. Cuando estos conceptos fueron generalizados por Newton, los viejos problemas de la aceleración de los cuerpos que caen libremente y el del movimiento continuo de los proyectiles fueron finalmente resueltos; y cuando los mismos principios fueron llevados una vez más al firmamento en la teoría de la gravitación universal, se realizó la aspiración de Buridán; y los movimientos de los cielos que Kepler había descrito correctamente, fueron unidos a los fenómenos  terrestres en un único sistema mecánico. Esto no sólo produjo la destrucción definitiva del mundo finito ordenado jerárquicamente de naturalezas irreductiblemente distinta, que había formado el cosmos aristotélico; fue una vasta iluminación de la mente. Los principios, establecidos por vez 0priemra efectivamente por Galileo, sobre los que se edificaba la nueva mecánica parecían definitivamente justificados por sus éxitos.

Francis Bacon.

         Bacon tenía una idea utilitaria de la ciencia.  Según él, en el pasado había sido la ciencia estática. Las artes mecánicas habían sido despreciadas. La observación científica había sido despreciada. Gracias a la observación podía conseguirse el conocimiento exacto de la naturaleza y sólo esto conducía al poder. El poder y la ciencia son sinónimos: saber es poder. El conocimiento que debía buscar el científico era el de la forma o esencia causal, cuya actividad producía los efectos observados. El conocimiento de la forma proporcionaba el dominio sobre ella y sus propiedades; y de este modo la tarea positiva del nuevo método de Bacon consistía en mostrar cómo adquirir conocimiento de la forma.

         Bacon fue uno de los primeros autores modernos en proponer la reducción completa de todos los fenómenos de la naturaleza a materia y movimiento. La forma es una cierta disposición mecánica; la inducción eliminaba lo sensible y lo cualitativamente existente, dejando la fina estructura geométrica y el movimiento.

Descartes.

         Fue Descartes el primero en proclamar no sólo que la filosofía mecanicista era la explicación universal de todos los fenómenos físicos, sino también en intentar realizar las explicaciones en detalle. Descartes tiene una concepción puramente unificadora del universo como un todo integrado, explicable por los principios mecánicos universales aplicables igualmente a los organismos y a la materia inerte, a las partículas microscópicas y a los cuerpos celestes.

         La base de la filosofía de la naturaleza de Descartes era su división de la realidad creada en dos esencias mutuamente excluyentes y exhaustivas conjuntamente o naturalezas simples, la extensión y el pensamiento, y su concepción del método que estaba orientado para darle cierto conocimiento de esta realidad.

         El método de Descartes consistía en un doble procedimiento de análisis y de síntesis, resolutivo-compositivo. Reducir los problemas complejos a problemas simples, darles una solución cuantitativa de modo que la solución compleja pudiera ser reconstruida teóricamente y explicada por deducción a partir de los elementos descubiertos y de las leyes que los producían.

         Todo el proceso de investigación de Descartes mediante conjeturas presuponía el mecanicismo como base de la explicación en cuanto distinta de la predicción o resumen de los hechos, la explicación debía ser siempre el último fin de la investigación científica, porque era la que conectaba los fenómenos concretos de la experiencia con las naturalezas simples que constituían en última instancia el mundo y proporcionaban la última explicación así del mundo. El último objetivo del método cartesiano, tanto en ciencia como en filosofía consistía, en último análisis, en hacer patente mediante largas cadenas de deducciones la conexión entre la última realidad ontológica, en cuanto descubierta en las naturalezas simples y los muchos casos concretos de la experiencia.

         Descartes afirma la identidad de la materia y la extensión. Las cualidades secundarias son, pues, subjetivas; sólo la extensión y el movimiento tienen una existencia objetiva; y todas las propiedades que observamos en la materia se deben a la diversificación de la materia original, por influjo del movimiento, en partículas de diferentes tamaños, formas y movimientos y a su subsiguiente agregación en cuerpos de varias clases. Descartes estaba tan ansioso de hacer desaparecer las formas substanciales y todas las cualidades innatas reales, propiedades ocultas, que incluso excluyó las ideas de que los cuerpos estuvieran dotados naturalmente de peso. Fue por suponer que la gravedad era una cualidad innata y por no intentar explicársela por lo que Descartes criticó a Galileo y a Mersenne. Su propio intento de explicar la gravedad residía en la matiere subtile o éter que actuaba mecánicamente en este plenum de materia identificada con la extensión. En este plenum, toda acción se realizaba por contacto; excluía la posibilidad de un vacío, y era la base de su teoría de los torbellinos; y le permitía excluir la fuerza oculta de la atracción a distancia.

         La identificación absoluta por des partes de la materia con la extensión, orientada a la exclusión sin contemplaciones de cualquier propiedad innata de los cuerpos produciría dificultades para explicar la gravitación y para determinar lo que se conservaba en la perduración del movimiento. La exclusión de los principios activos produjo la eliminación de la causalidad secundaria. Esto desembocó en el ocasionalismo de Malebranche.

Robert Boyle.

         El único científico de la época que se consideró a sí mismo como un baconiano completo fue Boyle (1627-1691). Boyle tuvo una gran influencia sobre Newton y el siglo XVIII al manejar el empirismo de Bacon, su poco gusto por los sistemas y su insistencia en la primacía de los experimentos sobre la teoría. Desarrolló una filosofía corpuscular, ni atomista ni cartesiana, sino desarrollada según las líneas sugeridas por Bacón. Quería explicar todas las propiedades manifiestas de los cuerpos por dos principios, el de la materia y el del movimiento, por el tamaño, la forma y el movimiento de las partículas, según las indicaciones suministradas por experimentos amplios.

         La gran categoría científica de Boyle se manifestó plenamente en The Sceptical Chemist, su obra más importante, publicada en 1661. En ella se da la primera definición moderna de elemento, se enuncia el concepto de análisis químico y se describen algunos métodos prácticos para la separación de los elementos.

         Boyle enunció la ley de Boyle. La primera ley de los gases, comúnmente conocida como ley de Boyle y Mariotte, se enuncia así: “Toda masa de gas, a temperatura constante, ocupa un volumen inversamente proporcional a la presión que se ejerce sobre ella”. Asimismo se puede expresar asço “A una temperatura dada, el producto de la presión por el volumen es constante (PV=K).”

         Esta ley es válida solamente para un gas ideal lejos del punto de licuefacción y sometido a una presión no muy elevada; por consiguiente, en el caso de un gas real es necesario introducir correcciones que lo conduzcan al comportamiento de gas ideal.

 

Hobbes.

Thomas Hobbes (1588-1679) critica a Descartes su dualismo. Según Hobbes toda actividad y cambio es movimiento. Ahora bien, el pensamiento es en todas sus formas actividad, por eso el pensamiento es una clase de movimiento. Se puede decir, pienso luego soy, pero, por ello mismo, soy un cuerpo. La mente no es otra cosa que un nombre para designar la suma de las actividades individuales del pensamiento; así no es sino una serie de movimientos del organismo animal. Por ello, la geometría es la ciencia del simple movimiento. Hobbes considera a la mecánica geométrica como el indispensable requisito para todas las investigaciones científicas o filosóficas. Todo movimiento corresponde a un cuerpo. El hombre tiene que ser adecuadamente explicado en los mismos términos que han tenido éxito para tratar la res extensa.

Hobbes distingue entre el espacio y la extensión geométrica. El espacio, para Hobbes, es un fantasma, “el fantasma de una cosa que existe simplemente fuera de la mente; es decir, el fantasma en el cual no consideramos ningún otro accidente, salvo que aparece fuera de nosotros”. La extensión, por el contrario, es una característica esencial del cuerpo, como nos enseña el estudio geométrico del movimiento. Hay siempre fuera de nosotros cuerpos extensos en movimientos, los cuales movimientos producen los fantasmas interiores (imágenes), incluyendo aquella “exterioridad” de los fantasmas que constituye el espacio. El tiempo es igualmente un fantasma, “del antes y del después en movimiento”. “Sólo el presente existe en la naturaleza; las cosas pasadas sólo existen en la memoria, y las cosas futuras no tienen existencia, porque el futuro no es más que una ficción de la mente que aplica la secuela de las acciones pasadas a las acciones presentes”. (Leviathan, Book I, Chapitre, 3). En la naturaleza hay movimiento, pero no tiempo; el tiempo es un fantasma del antes y del después de la memoria y de la anticipación. La mente es un movimiento orgánico y el sentido es una apariencia de lo exterior que se sitúa realmente dentro de los órganos.

         Hobbes insiste firmemente en interpretar siempre a la causalidad en función de los movimientos particulares de los cuerpos particulares. Las fuerzas grandes y ocultas que eran para Galileo las causas primeras o últimas de los efectos desaparecen en Hobbes, que había seguido a Descartes al negar la existencia del vacío en la naturaleza “No puede haber causa del movimiento, salvo en un cuerpo continuo y en movimiento”. Todo lo que existe es cuerpo; todo lo que acaece es un movimiento. La propiedad magnética no es sino el movimiento de un cuerpo.

Huygens.

         Huygens (1629-1695) ya joven, publicó dos trabajos de matemátics, uno sobre las cuadraturas de las secciones cónicas y otro sobre las envolventes y evolutas de las curvas. Además, Huygens construyó el más potente telescopio de su tiempo, descubrió un satélite de Saturno y más tarde, el anillo de este planeta. Sobre el camino trazado por Galileo se dedicó a la construcción de relojes de péndulo. Huygens también se ocupó del problema de los cuerpos rígidos, del péndulo compuesto. Introdujo el concepto de momento de inercia, enunció el teorema de las fuerzas vivas y estudió la variación de la aceleración de gravedad. Son muy importantes sus investigaciones y sus estudios en el campo de la óptica, y sobre todo la formulación de la teoría ondulatoria de la luz y enunció el principio de Huygens, por el que más tarde se explicó el fenómeno de la difracción de las ondas.  Ello lo hizo en su traité de la lumiere (1690) su teoría ondulatoria de la luz no se aceptó hasta Fresnel. En su Dióptrica (póstuma) las leyes de la óptica (propagación, reflexión, refracción) se exponen basándose en la teoría ondulatoria de la luz.

         Entre sus investigaciones se deben citar la fórmula de Huygens relativa a las lentes y la construcción de Huygens para trazar la dirección del rayo ordinario y extraordinario de la doble refracción.

Newton.

         Newton consigue la realización plena de la revolución científica copernicana, que había comenzado en 1543 con el De revolutionibus orbium coelestium.  Newton en los Principia mathematica philosophiae naturalis de 1687 consigue efectuar la síntesis de Copérnico, Kepler y Galileo.

         Newton estaba firmemente confiado en el principio de que las leyes generales deben ser confirmadas por los fenómenos. Su nueva teoría de la luz y el color muy pronto se vio envuelta en una polémica. Newton distinguía entre las hipótesis y las proposiciones particulares que describen fenómenos, proposiciones generales o conclusiones obtenidas por inducción y principios primitivos –axiomas confirmados experimentalmente o leyes- Esta distinción no fue apreciada por los críticos que siempre tenían por hipótesis las conclusiones presentadas como definitivas o que alegaban que sus teorías dependían de hipótesis, es decir, que requerían suposiciones lógicamente posibles que podrían ser sustituidas por alternativas incompatibles. Newton instaba a la verdadera crítica que consideraba más intolerable, proponiendo respuestas provisionales a problemas aún indecidibles sugeridos por sus descubrimientos. Pensaba que había una diferencia perfectamente obvia entre lo que enunciaba como conclusiones firmes establecidas por medio de elementos de juicio empíricos y lo que conjeturaba acerca de verdades más fundamentales que, a medida que las posibilidades lógicas se restringían, era probable que quedasen invalidadas tras el paso de los avances teóricos.

         Newton se vio obligado a estudiar el método científico por las controversias que suscitaron sus teorías del color y de la gravitación. Ambas eran consideradas por los críticos cartesianos, especialmente por Huygens y Leibniz como meramente descriptivas y predictivas, pero no explicativas. Newton señaló en primer lugar que su investigación de las leyes de los fenómenos era independiente de cualquier investigación de las causas o de procesos mecánicos que las producían; en segundo lugar, que solamente después de establecidas experimentalmente las leyes de los fenómenos como datos que debían ser explicados podía comenzar la investigación de la explicación con expectativas de éxito; y en tercer lugar, que ninguna ley  establecida experimentalmente podía refutarse porque fuera contradicha por una hipótesis acerca de las causas de los fenómenos.

         Newton, desde su posición epistemológica, llevó claridad a todo el tema del método y la lógica científica, y estableció una línea de acción que era a la vez crítica y fructífera para tratar la relación entre los datos y las leyes de los fenómenos, por una parte, y las hipótesis sobre las causas por otra. Gracias a esa estrategia mostró cómo las  hipótesis mecánicas podían ser una guía provechosa en la investigación sin convertirse en engañosas. Newton, lejos de excluir de la competencia de la ciencia el descubrimiento de los procesos reales de la naturaleza que  provocaban las leyes de los fenómenos, tomó éstas tan en serio como el objetivo último de la investigación científica, que insistió en que la investigación de las causas debía ser llevada tan rigurosamente como la de las mismas leyes.

         Newton eligió probablemente el título de Principia mathematica con el fin de dar directamente fuerza a su polémica contra los Principia philosophiae de Descartes. Newton, pues, daba la vuelta al reproche de Descartes a Galileo por no dar explicaciones y lo hizo por medio de los propios métodos de Galileo en la ciencia, que él llevó a su culminación.

         Newton no consideraba las leyes científicas como meros artificios. Estaban inscritas en los fenómenos, aunque no  aunque no estuvieran abiertas para la inspección directa y tuvieran que ser descubiertas por análisis apropiados experimentales y matemáticos.

         Newton buscaba la unión de la teoría explicativa y de las leyes predictivas en un único sistema teórico.

Hypotheses non fingo.

         Newton rechaza las hipótesis filosóficas o ficciones filosóficas. Rechaza la pura especulación, especialmente la teoría de los torbellinos de Descartes, que designa una construcción imaginativa formulada al margen de los datos observacionales y sostenida en contra de elementos de juicio experimentales contrarios. Los críticos incapaces de distinguir entre una explicación lógicamente posible y una ley confirmada experimentalmente irritaban a Newton al confundir sus conclusiones “deducidas de los fenómenos” con las hipótesis sugeridas para suministrar explicaciones de un nivel superior. Los críticos que aplicaban su imaginación a ingeniar alternativas no sólo a sus hipótesis, sino también a las conclusiones establecidas tan firmemente como puedan estarlo en la ciencia empírica, dejaban totalmente de lado la cuestión de la observación y experimentación.

         Cualquiera que intente reconciliar el principio newtoniano de exclusión de hipótesis con su práctica consistente en incluirlas, es muy posible que considere que la fuente de la aparente discrepancia ha de ser buscada en la ambigüedad de la palara hipótesis. Evidentemente, Newton no tenía ninguna objeción metodológica que hacer a la hipótesis del movimiento de la Tierra, hipótesis por la cual la Royal  Society recibió sus Principia como una vindicación de dicho movimiento. Además, Newton aludía al sistema copernicano llamándolo la hipótesis copernicana.

         La demostración matemática de la ley del inverso del cuadrado dpara la atracción no obligaba por sí misma a aceptar una teoría del movimiento planetario que dejaba sin resolver problemas acerca de la naturaleza de la gravedad. En el sistema, la fuerza gravitatoria aparecía como una propiedad misteriosa de la materia cuyos efectos eran demostrados, aunque su causa y vías de operación quedaban sin explicar. Como lamentaba Leibniz, la gravedad era una cualidad oculta.

         Newton se hallaba así sin poder explicar mecánicamente la gravedad e insistía en que la gravedad no era una cualidad oculta.

 

 

Concepción del universo.

         El mundo material está compuesto de partículas duras e indestructibles, provistas de las mismas características que suelen denominarse cualidades primarias, con la excepción de que su descubrimiento y la definición exacta de una nueva cualidad de los cuerpos que tiene exactitud matemática, la vis inertiae aparece incorporada a la lista. Todos los cambios que se producen en la naturaleza tienen que considerarse como separaciones,  asociaciones y movimientos de estos átomos permanentes. A partir de Newton el espíritu moderno concibe esencialmente la naturaleza como un reino de masas, que bajo la influencia de fuerzas definidas y seguras se mueven de acuerdo con las leyes matemáticas del tiempo y del espacio.

         Para Galileo como para Huygens, el gran contemporáneo de Newton, la masa era equivalente al peso. Y Descartes, que concebía el movimiento como un concepto matemático en general, no consideró seriamente la posibilidad de reducir todas las clases de movimientos a fórmulas exactas. El hecho fundamental de la naturaleza física que tornó inadecuada la mecánica cartesiana fue el hecho de que dos cuerpos geométricamente equivalentes puedan moverse de manera diferente cuando están colocados en relaciones idénticas con otros cuerpos iguales. Descartes, naturalmente, conocía este hecho pero en lugar de tratar de reducirlo matemáticamente prefirió ocultarlo bajo la especulación de la teoría de los torbellinos.

         Newton se percató de este hecho, y en el caso de las diferencias más notables de movimientos de esta clase, los fenómenos de la gravedad, logró reducirlos matemáticamente. Además, promocionó las definiciones de todos los conceptos fundamentales necesarios para la completa reducción del movimiento a leyes matemáticas. En Newton el descubrimiento estaba en íntima relación con la famosa primera ley del movimiento que Galileo había descubierto ya y que Descartes y Hobbes expresaron de una manera bastante satisfactoria. Todo cuerpo tiende a conservar su estado de reposo o de movimiento uniforme y rectilíneo, pero esta tendencia varía de grado. Newton vio que esta variación era susceptible de una exacta formulación cuantitativa. Aplicando la misma fuerza (aquí están supuestas la segunda y tercera ley del movimiento) los diferentes cuerpos abandonan de manera diferente su estado de reposo o de movimiento uniforme, esto es, reciben distintas aceleraciones. En cuanto estas diferencias son, y pueden ser, solamente diferencias de aceleración, cabe compararlas exactamente en términos matemáticos. Así podemos considerar que todos los cuerpos tienen una vis inertiae o inercia, que constituye una exacta característica matemática en la medida en que puede medirse por la aceleración que una fuerza exterior dada imprime a los cuerpos. Cuando hablamos de los cuerpos como masas damos a entender que, aparte de sus características geométricas, poseen esta cualidad mecánica de la vis inertiae. Resulta claro de lo que precede que la fuerza y la masa son términos totalmente correlativos, pero una vez que se descubrió la masa se hizo más fácil definir la fuerza en términos de la masa que  está en términos de aquella, y esto en la medida en que la fuerza es invisible mientras la masa tipo es un objeto físico que podemos percibir y utilizar. Lo mismo cabe decir de los conceptos de densidad y de presión que al ser definidos por la masa y el volumen pasan a ocupar un importante lugar en la mecánica.

         El descubrimiento de que la misma masa tiene diferente peso a diferentes distancias del centro de la Tierra junto a la elaboración matemática de las leyes de Kepler sobre el movimiento, condujo gradualmente a través de la obra de Borelli, Huygens, Wren, Halley y Hooke, a la magnífica formulación de Newton de la ley de la gravedad, que unía la astronomía y la mecánica en una sola ciencia matemática de la materia en movimiento. El punto de partida de los movimientos uniformes y rectilíneos de las masas celestes puede expresarse en la misma ecuación que la de la caída de los cuerpos terrestres a la Tierra. Todo cuerpo en el sistema de nuestro mundo tiende a otro cuerpo en proporción directa al producto de sus masas y en proporción inversa al cuadrado de sus distancias entre los dos centros. En efecto, con los conceptos de masa, fuerza y aceleración tal como los formuló Newton, y sobre todo con su cálculo como instrumento para tratar con eficacia y rapidez los problemas concernientes al movimiento, es difícil concebir un cambio en el movimiento que no se reduzca matemáticamente en sus términos. Pero, naturalmente, sólo las aceleraciones producidas por fuerzas regulares y constantes merecen que el investigador dedique su tiempo y energía al intento de operar la reducción.

         Newton concebía los cuerpos físicos simplemente como masas, esto es que no poseían nada más que cualidades geométricos y vis inertiae.

Espacio y tiempo.

Teoría del éter de Boyle.

         Boyle, antes que Newton, considera la idea predominante acerca de la existencia de un medio etéreo que penetra el espacio. En la época de Boyle se había recurrido con frecuencia a un fluido etéreo para el desempeño de dos distintas funciones del mundo material. Una era la comunicación del movimiento por el choque continuo, que llegó a ser de importancia capital en el sistema mecánico que Descartes había bosquejado y que ofrecía una explicación de todos aquellos experimentos que hablaban en contra de la existencia de un vacío en la naturaleza. Esta concepción, según la cual el movimiento proviene siempre del choque de los cuerpos materiales, estaba tan de acuerdo con los postulados y métodos de la nueva ciencia, que era apenas posible para un pensador de importancia esquivar la convicción de que algo semejante debía ser verdadero. Esto explica la energía con que los filósofos de todos los grupos atacaron la idea de que pudiese haber una cosa como la acción a distancia.

         Boyle aborda el problema del éter con espíritu científico, suponiendo en él dos clases de materia, una homogénea y apropiada para realizar la primera función, la gravitación. La otra que tiene potencias tales como para explicar los fenómenos de la segunda función: el magnetismo. Esta distinción entre los tipos de materia etérea, se encuentra en Newton en 1679 en una carta que escribió a Boyle.

         Había que aclarar si los fenómenos de la gravedad se explican mecánicamente, o si son por naturaleza esencialmente magnéticos o eléctricos. Descartes era partidario de una concepción mecánica. Al suponer que el medio etéreo que todo lo penetra se precipita en torbellinos de distintas formas, juzgó posible explicar los fenómenos de la gravedad de modo enteramente mecánico, esto es, sin atribuir ni a la materia etérea ni a los otros cuerpos ninguna cualidad que no se deduzca de la extensión. El simple hecho de que el éter asuma y mantenga la forma del torbellino, implica que posee cualidades que no se derivan de la extensión; pero la importancia del nombre y de los descubrimientos de Descartes defendió a esta concepción, considerada muy seductora sobre todo por quienes veían en la mecánica matemática la posible clave para todos los secretos de la naturaleza. Boyle convenía en este punto con Descartes.

Dice Newton sobre el espacio y el tiempo:

         “Hasta ahora he establecido las definiciones de las palabras menos conocidas y he explicado el sentido en que hay que entenderlas en el pasaje que sigue. Yo no defino el tiempo, el espacio, el lugar y el movimiento como si fuesen conocidos por todos. Señalo solamente que el vulgo no concibe estas cantidades sino en relación con los objetos sensibles. De aquí brotan algunos prejuicios y, para eliminarlos, conviene distinguir los absolutos y los relativos, los verdaderos y los aparentes, los matemáticos y los comunes.” (Principia, I, 6, y ss.)-

         Después de esta polémica introducción contra los relativistas de su época, Newton pasa a definir estas distinciones:

         “I. El tiempo absoluto, verdadero y matemático fluye por sí mismo, por su propia naturaleza, siempre igual y sin relación a algo exterior que se llama con otro nombre duración. El tiempo relativo, aparente y común es una medida sensible y externa de la duración (exacta o inexacta) que se hace por medio del movimiento, y que se usa de ordinario en lugar del tiempo verdadero: como una hora, un día, un mes, un año.

         II. El espacio absoluto, sin relación a algo exterior, permanece por su propia naturaleza siempre igual e inmóvil. El espacio relativo es una dimensión móvil o medida de los espacios absolutos que nuestros sentidos determinan por su posición respecto de los cuerpos, y que vulgarmente se toma por espacio inmóvil. Así la dimensión de un espacio subterráneo, aéreo o celeste está determinada por su posición respecto de la Tierra. El espacio absoluto y el relativo son iguales en valor y magnitud, pero siempre son numéricamente iguales. Pues si la Tierra se mueve, por ejemplo, un espacio de nuestro aire, que en relación a la Tierra es siempre el mismo, llegará un momento en que sea una parte del espacio absoluto por el que pasa el aire; en otro momento será otra parte del mismo y así, entendido absolutamente, cambiará constantemente.

         III. El lugar es la parte del espacio que ocupa un cuerpo, y es en relación al espacio, absoluto o relativo.

         IV. El movimiento absoluto es la traslación de un cuerpo de un lugar a otro; y movimiento relativo la traslación de un lugar relativo a otro. Así en un barco a vela, el lugar relativo de un cuerpo es la parte del barco que el cuerpo ocupa, o la parte de su cavidad que el cuerpo ocupa, por la cual se mueve junto con el barco. Reposo relativo es la persistencia del cuerpo en la misma parte o cavidad del barco. Pero el reposo real, absoluto, es la persistencia del cuerpo en la misma parte de ese espacio inmóvil en el cual se mueve junto con el barco. Reposo relativo es la persistencia del cuerpo en la misma parte o cavidad del barco. Pero el reposo real, absoluto, es la persistencia del cuerpo en la misma parte de ese espacio inmóvil en el cual se mueve el barco mismo, su cavidad y todo lo que contiene. Por esto, si la Tierra está realmente en reposo, el cuerpo que está con reposo relativo en el barco se moverá real y absolutamente con la misma velocidad que el barco tiene en la Tierra. Pero si la Tierra también se mueve, el movimiento verdadero y absoluto del cuerpo provendrá en parte del movimiento relativo del barco sobre la Tierra.  Y si el cuerpo se mueve también en el barco con movimiento relativo, su verdadero movimiento provendrá, en parte, del movimiento verdadero de la Tierra en el espacio inmóvil, y, en parte, de los movimientos relativos tanto del barco en la Tierra como del cuerpo en el barco; y de estos movimiento relativos provendrá el movimiento relativo del cuerpo en la Tierra…..

         En astronomía el tiempo absoluto se distingue del relativo por la ecuación o rectificación del tiempo vulgar. Pues los días naturales son en verdad desiguales, aunque de ordinario se los considera iguales y se los emplea para medir el tiempo; los astrónomos corrigen esta desigualdad deduciéndolos con exactitud de los movimientos celestes. Puede que no haya un movimiento igual con el cual se mida exactamente el tiempo. Todos los movimientos pueden ser acelerados o retardados, pero el desarrollo verdadero o igual del tiempo absoluto no depende de ningún cambio. La duración o persistencia de la existencia de las cosas sigue siendo igual, sean rápidos o lentos los movimientos, o no haya movimiento. Y por tanto hay que distinguirlos de los que son sólo sus cualidades sensibles; y en base a las cuales las deducimos por medio de la ecuación astronómica. La necesidad de dicha ecuación para determinar los tiempos de un fenómeno se revela tanto por los experimentos con el reloj de péndulo como por los eclipses de los satélites de Júpiter.

         Así como el orden de las partes del tiempo es inmutable, también lo es el orden de las partes del espacio. Si suponemos que hay partes que se salen de su lugar, se saldrán (si se me permite la expresión) de sí mismas. Pues los tiempos y los espacios son, por así decirlo, tanto los lugares de sí mismos como de las otras cosas.  Todas las cosas están colocadas en el tiempo según el orden de la sucesión; y en el espacio según el orden de la posición. Son por su esencia o naturaleza lugares, y es absurdo que puedan moverse los lugares primarios de las cosas. Estos son, por ende, los espacios absolutos y las traslaciones a partir de estos lugares, los únicos movimientos absolutos.  Pero como por los sentidos no podemos ver ni distinguir una de otra las partes del espacio, usamos en su lugar sus medidas sensibles. Pues definimos todos los lugares por las posiciones y distancias de las cosas con respecto a un cuerpo cualquiera considerado inmóvil; y luego con relación a tales lugares calculamos todos los movimientos, considerando que los cuerpos se trasladan de algunos de estos lugares a otros. Y así en lugar de lugares y movimientos absolutos utilizamos lugares y movimientos relativos y esto sin ningún inconveniente para nuestras tareas corrientes. Pero en las disquisiciones filosóficas tenemos que abstraer de nuestros sentidos y considerar las cosas mismas, distintas de lo que son sólo sus medidas sensibles. Pues puede que no hay ningún cuerpo realmente en reposo al cual pueden referirse los lugares y movimientos de los otros.”

         El espacio y el tiempo son considerados de ordinario completamente relativos, esto es, como distancias entre los objetos o sucesos sensibles. En realidad a tales espacios y tiempos relativos se añade el espacio y el tiempo absolutos, verdaderos y matemáticos. Estas son entidades infinitas, homogéneas y continuas, completamente independientes de cualquier objeto o movimiento sensible, por medio de los cuales tratamos de medirlos. El tiempo fluye de manera igual de eternidad a eternidad, el espacio existe de una vez para siempre en la inmovilidad infinita. El movimiento absoluto es la traslación de un cuerpo de una parte a otra del espacio; el movimiento relativo, el cambio de su distancia con respecto a cualquier otro cuerpo sensible; reposo absoluto, la persistencia de un cuerpo en la misma parte del espacio absoluto; reposo relativo, la persistencia en la misma distancia con relación a cualquier otro cuerpo. El movimiento absoluto se calcula, en un cuerpo cualquiera, añadiendo matemáticamente sus movimientos relativos en la Tierra al movimiento de la Tierra en el espacio absoluto. Podemos determinar aproximadamente el tiempo absoluto igualando o corrigiendo nuestro tiempo vulgar por medio de un estudio más exacto de los movimientos celestes. Puede ocurrir, sin embargo, que no hallemos en ninguna parte un movimiento auténticamente igual por medio del cual pueda medirse exactamente el tiempo. Todos los movimientos, incluso los que a la mejor observación parecen muy uniformes, son en realidad  o acelerados o retrasados, al paso que el progreso verdadero o igual del tiempo absoluto no está sujeto a ningún cambio. De igual modo, el espacio es por su esencia o naturaleza inmóvil, esto es, el orden de sus partes es invariable. Si cambiaran se moverían fuera de sí mismas. Es absurdo pues, considerar como móviles los lugares primarios de las cosas o las partes del espacio absoluto. Pero las partes del espacio absoluto no son visibles ni se las puede distinguir con los sentidos. De aquí que para medir o definir las distancias tengamos que considerar inmóvil algún cuerpo, y luego estimar los movimientos y medir las distancias de los otros cuerpos en relación con él. Así en lugar del espacio y del movimiento absolutos usamos el espacio y el movimiento relativo, que es bastante adecuado para la práctica, pero considerando el asunto desde un punto de vista filosófico, hay que convenir que no puede haber en el espacio absoluto un cuerpo que esté realmente en reposo, pues es posible que esté en movimiento el punto de referencia que hemos adoptado. DE aquí que con la observación y el experimento no hagamos sino aproximarnos a estas dos entidades absolutas, verdaderas y matemáticas; son en esencia inaccesibles para nosotros.

         Podemos conocer el movimiento absoluto por alguna de sus propiedades y el movimiento absoluto implica el espacio y al tiempo absolutos. Dice Newton en Principia I, 9 y ss.:

         “Pero podemos distinguir uno de otro, el reposo y el movimiento, absoluto y relativo, por sus propiedades, causas y efectos. Es una propiedad del reposo que los cuerpos realmente en reposo (esto es, en el espacio absoluto) se hallen en reposo en relación uno con otro.

         Es una propiedad del movimiento que las partes que conservan las posiciones que se han dado a sus todos, participan de los movimientos de esos todos. Pues todas las partes de los cuerpos que giran tratan de apartarse del eje del movimiento; y el impulso de los cuerpos que se mueven adelante proviene de los impulsos unidos de todas las partes. Sin embargo, si se mueven los cuerpos circundantes, los que están dentro de él en reposo relativo, participarán de su movimiento. Según esta explicación, el movimiento verdadero y absoluto de un cuerpo no puede determinarse por su traslación con relación a los que sólo están aparentemente en reposo; pues los cuerpos exteriores no sólo deben estar en reposo aparente, sino estar realmente en reposo…

         Una propiedad muy semejante a la anterior es que si un lugar se mueve, lo que hay en su interior se mueve con él. Por eso los movimientos completos y absolutos no pueden determinarse más que por los lugares inmóviles. Por esta razón he referido primero estos movimientos absolutos a los lugares móviles. Ahora bien, no hay otros lugares inmóviles más que aquellos que, de infinito a infinito, conservan las mismas posiciones uno respecto de otro; y según esta explicación deben permanecer siempre inmóviles y constituyen así lo que llamo espacio inmóvil.”

         Una propiedad del movimiento es que las partes, que conservan las posiciones dadas de un sistema, participen de cualquier movimiento o reposo que es verdadero del sistema; por eso el movimiento absoluto de una parte o del resto del sistema no puede determinarse por las relaciones que guardan entre sí, sino únicamente por su referencia a un espacio inmóvil. Pero el espacio inmóvil es completamente inaccesible para la observación o el experimento. Nuestro problema subsiste: ¿Cómo podemos decir si un cuerpo dado está en reposo o se mueve en él? Newton dice en Principia I, 10 y ss.:

 “Las causas, con las cuales distinguimos los movimientos verdaderos de los relativos, son las fuerzas que se imprimen a los cuerpos para generar el movimiento. El verdadero movimiento no es generado ni alterado sino por alguna fuerza que se imprime al cuerpo que se mueve; el movimiento relativo puede ser engendrado o alterado sin ninguna fuerza que se imprima al cuerpo. Pues es suficiente para imprimir alguna fuerza en otros cuerpos, con la cual el primero se compara, que al ceder aquéllos, cambie de relación en que consiste el reposo o movimiento relativo de ese otro cuerpo. Por otra parte, el movimiento verdadero experimenta siempre algún cambio por la fuerza impresa al cuerpo que se mueve. Pero estas fuerzas no imprimen necesariamente un cambio en el movimiento relativo. Pues si las mismas fuerzas se imprimen asimismo en los otros cuerpos, con los cuales se hace la comparación, a fin de que se conserve la posición relativa, se conservará entonces la condición en que consiste el movimiento relativo. Y, no obstante, puede cambiar cualquier movimiento relativo mientras el verdadero experimenta algún cambio. Según estas explicaciones, el movimiento verdadero no consiste de ningún modo en dichas relaciones.

          Los efectos que distinguen el movimiento absoluto del relativo son las fuerzas que apartan del eje del movimiento circular. Pues no hay tales fuerzas en un movimiento circular puramente relativo, pero en un movimiento circular verdadero y absoluto, son mayores o menores, según la cantidad de movimientos. Si una vasija que pende de una cuerda larga gira con tanta frecuencia que la cuerda se retuerce mucho, y se la llena luego con agua, manteniéndola en reposo, y después por la acción súbita de otra fuerza da vueltas en sentido contrario, la cuerda se destuerce y la vasija sigue por algún tiempo moviéndose con este movimiento; la superficie del agua será al principio llana, como antes de que la vasija empezara a moverse, pero ésta, comunicando gradualmente su movimiento al agua, hará que empiece a girar sensiblemente y se aparte poco a poco del medio y suba por las paredes de la vasija formando una figura cóncava –como lo he comprobado-; cuanto más rápido sea el movimiento tanto más alto subirá el agua, hasta que al final, dando vueltas al mismo tiempo que la vasija adquirirá  en ella un reposo relativo. El ascenso del agua muestra su tendencia a apartarse del eje de su movimiento; y el verdadero y absoluto movimiento circular del agua, que es aquí contrario al relativo, se muestra y puede medirse por esa tendencia. Al principio, cuando era mayor el movimiento relativo del agua en la vasija, no mostraba tendencia alguna a apartarse del eje; no tendía a adquirir la forma de la circunferencia ni a elevarse por las paredes de la vasija, sino que conservaba plana su superficie, y por eso no había comenzado aún su verdadero movimiento circular. Pero después que el movimiento relativo del agua hubo decrecido, su ascenso por las paredes de la vasija mostraba su tendencia a separarse del eje; y esta tendencia mostró que el movimiento real y circular del agua aumentaba constantemente, hasta adquirir el máximo cuando el agua llegaba al reposo relativo en la vasija…

         Es, en efecto, muy difícil descubrir y distinguir, de hecho, de los aparentes los movimientos verdaderos de los cuerpos particulares, pues las partes de ese espacio inmóvil en las cuales se realizan los movimientos no caen de ningún modo bajo la observación de nuestros sentidos. Pero la cosa no es del todo desesperada, pues hay argumentos que nos orientan en parte por los movimientos aparentes, que constituyen las diferencias de los verdaderos movimientos; y en parte por las fuerzas, que son las causas y los efectos de los verdaderos movimientos. Por ejemplo, si dos globos que se mantienen a cierta distancia por medio de una cuerda que los une giraran alrededor de su centro común de gravedad, podríamos descubrir, por la tensión de la cuerda, el esfuerzo de los globos para desviarse del eje de su movimiento y calcular de allí la cantidad de sus movimientos circulares… Y así podríamos encontrar la cantidad y la determinación de este movimiento circular, incluso en un vacío inmenso donde no hubiese nada exterior o sensible con que los globos pudiesen compararse. Pero si en ese espacio se colocaran extraños cuerpos que guardaran siempre entre sí una posición dada, tal como las estrellas fijas en nuestras regiones, no podríamos determinar por la traslación relativa de los globos entre estos cuerpos, si el movimiento pertenece a los globos o a los cuerpos. Pero si observamos la cuerda y encontramos que su tensión es la tensión que necesitan los movimientos de los globos, podemos concluir que el movimiento pertenece a los globos, y que los cuerpos están en reposo. Finalmente, por la traslación de los globos entre los cuerpos encontraremos la determinación de sus movimientos.”

         El movimiento relativo se produce, en el caso de un cuerpo cualquiera, sin que se le aplique fuerza alguna, pues los otros cuerpos con los cuales se compara tienen el impulso a cambiar sus relaciones con él. El movimiento verdadero no puede producirse sin la aplicación de la fuerza y viceversa, dondequiera que se aplique la fuerza, debe producirse el movimiento absoluto. De aquí concluimos que dondequiera la fuerza es operativa, existe allí el movimiento absoluto.

         Es difícil advertir alguna fuerza en esta parte del argumento. Pues sólo por los cambios del movimiento podemos descubrir la presencia de la fuerza. En efecto, para la mayor parte de los científicos modernos la fuerza no tiene sentido más allá de la causa desconocida de las aceleraciones-masas.  Podemos inferir del efecto la causa, pero no de la causa el efecto.  La fuerza es el efecto de un movimiento.

         Pero Newton pisa terreno firme cuando pasa de la fuerza como causa del movimiento a la fuerza como su efecto. Además, Newton sostiene, aunque este pensamiento no está totalmente desarrollado, que donde hay movimientos relativos o aparentes debe haber por lo menos tanto movimiento absoluto como la diferencia de los movimientos relativos. La doctrina del movimiento absoluto no se opone a la concepción del movimiento relativo; afirma simplemente que los cuerpos cambian sus relaciones espaciales de tales y tales modos exactos, y que nuestro sistema de referencia no es arbitrario.

Teoría del éter.

          En la época de Boyle se asignaban al medio etéreo dos funciones distintas: propagaba el movimiento a través de las distintas distancias, y poseía cualidades que daban cuenta de fenómenos extramecánicos como la electricidad, el magnetismo y la cohesión. Para Newton en su primera obra es inconcebible la acción a distancia. Sobre todo, sus escritos ópticos lo llevaron a pensar que tal medio era necesario para explicar la propagación de la luz. En medio de todas sus discrepancias, Newton convenía con Hooke al punto de admitir que el éter existía y que era un medio susceptible de vibraciones. Habiéndose apropiado de esa idea, que era corriente en su época, y encontrándola bien fundada, fácil le resultó a Newton extender su uso a los fenómenos que suponían la acción a distancia, tal como la gravedad, el magnetismo, la atracción eléctrica, etc., y que los otros explicaban del mismo modo.

         Newton rechazó la concepción cartesiana del éter como un fluido denso y compacto que, con su movimiento de torbellino, haría girar a los planetas alrededor de su órbita, y desarrolló partiendo de las premisas de Boyle una especulación más original. En su argumentación en contra de esta concepción del éter, Newton presupone la refutación que aparece en los Principia de toda la teoría del torbellino sobre el movimiento planetario. Es evidente que si ese fluido denso mantuviera en reposo y no se moviera en rotaciones vortiginosas, su resistencia haría imposible los movimientos celestes, regulares y continuos. En un principio, Newton distinguió entre el cuerpo principal del éter flemático y los distintos espíritus etéreos difundidos en él que procuraban la explicación para los fenómenos que suponen otros principios no mecánicos. Más tarde, Newton postuló un medio uniforme que tenía distintos grados de densidad. Para Newton el mundo sin éter se debilitaría y perdería su movimiento si no fuera porque los principios activos del éter acumulan constantemente el movimiento en varias formas.

         Así el éter, tal como lo concibe finalmente Newton es un  medio que tiene esencialmente la misma naturaleza que el aire, y sólo se distingue de él porque es más raro. Sus partículas son muy pequeñas y se presentan en mayor cantidad cuanto más distantes están de los poros interiores de los cuerpos sólidos. Son elásticas, es decir, tienen el poder de rechazarse mutuamente, pues tratan siempre de apartarse unas de otras, y este conato es la causa de los fenómenos de la gravedad. Se atribuyen a las potencias activas del éter otros fenómenos como los mencionados, y a veces se habla de ellos como si provinieran asimismo de las operaciones de estas fuerzas repulsivas. Pero es evidente que no se pueden omitir las potencias activas hasta donde desmejora la máquina universal y el éter tiene la responsabilidad de infundir constantemente vigor y movimiento al cosmos por medio del ejercicio de estos principios activos.

Apéndice sobre metodología.

         En los Principia mathematica, Newton formula cuatro reglas del razonamiento que merecen la pena ser transcritas aquí:

         “Regla I.

         No hemos de admitir más causas de las cosas naturales que aquéllas que son verdaderas y suficientes para explicar sus apariencias.

         A este fin dicen los filósofos que la naturaleza no hace nada en vano y cuanto más en vano es algo, para menos sirve, pues la naturaleza se complace con la simplicidad y no gusta de la pompa de causas superfluas.

         Regla II.

         Por tanto, a los mismos efectos naturales hemos de asignarles en la medida de lo posible, las mismas causas.

         Regla III.

         Las cualidades de los cuerpos que no admiten ni aumento ni disminución de grados y que vemos que pertenecen a todos los cuerpos que caen bajo el alcance de nuestros experimentos, han de ser tenidas por cualidades universales de todos los cuerpos cualesquiera que sean.

         Regla IV.

         En filosofía experimental hemos de considerar que las proposiciones inferidas de los fenómenos por inducción general son exacta o muy aproximadamente verdaderas, a pesar de cualesquiera hipótesis contrarias que imaginarse puedan, hasta el momento en que tengan lugar otros fenómenos en función de los cuales se puedan hacer más precisas o sujetas a excepciones.

         Hemos de seguir esta regla, pues el argumento de la inducción no ha de ser abandonado por hipótesis.”