Η ατιμ ια φιλοσοφια δι α ταυτα προσπεπτωκεν, οτι ουκ κατ αξιαν αυτης απτονται ου γαρ νοθους εδει απτεσθαι, αλλα γνησιους “El descrédito se ha abatido sobre
la filosofía (…) porque no se la cultiva dignamente; pues no deben cultivarla
los bastardos, sino los bien nacidos.” Platón, Republica, Libro VII.
Decía
Kant en “La contienda de las facultades” que: “Cualquier Universidad ha de
contar, pues, con un Departamento semejante, es decir, con una Facultad de
Filosofía. Con respecto a las tres Facultades superiores ésta sirve para controlarlas,
prestándoles un gran servicio con ello, puesto que todo depende de la verdad
(condición priemra y esencial del saber en general); sin embargo, la utilidad
que las Facultades superiores prometen al gobierno con tal motivo sólo tiene un
valor de segundo orden.” [1] Esto significa que una
universidad para ser universidad, para merecer tal nombre, debe contar con una
Facultad de Filosofía.
En
“Sobre la filosofía universitaria”[2], una
de las obras que componen “Parerga und
Paralipomena”, la última obra grande de Schopenhauer, se ataca con ferocidad la
filosofía universitaria.
Los
filósofos universitarios viven de la filosofía, no para la filosofía. Tienen
familia, mujer e hijos y deben ganar dinero para su familia. La filosofía es
para ellos algo secundario, “pues su auténtico celo estriba en adquirir con
honor unos honrados ingresos para ellos mismos, incluso para la mujer y los
niños, y disfrutar asimismo de cierta consideración ante la gente.”[3] El
profesor universitario de filosofía se conviente en un hombre asalariado. Los
profesorees universitarios se convierten pues en “negociantes de cátedras,
contratados por fines políticos, que han de vivir con la mujer y los niños de
la filosofía, y cuyo lema es por tanto: “primum vivere, deinde philosophare.”[4] Se
trata de la vieja lucha entre los que
viven para un asunto y los que viven de un asunto.
Además,
si el profesor de filosofía es funcionario del Estado, tendrá que servir al
Estado. En fin, no podrán enseñar
doctrinas contrarias al Estado ni a la religión nacional. Por ello, la devoción
exigida a los funcionarios sustituirá a
la erudición que tengan. Hay que buscar la verdad, no luchar por una plaza de
profesor universitario.”He buscado la verdad y no una plaza de profesor: en
ello radica la razón última entre yo y los denominados filósofos postkantianos.
Con el tiempo, se reconocerá esto cada vez más.”[5]
Entonces en la universidad los profesores de filosofía no buscan la verdad,
practican la sofística. No se hace verdadera filosofía.
Como
bien dice Gustavo Bueno en 1999[6] y
Schopenhauer subraya especialmente en “Sobre la filosofía universitaria”, hay
que decir que “En primer lugar encontramos que, en todos los tiempos, muy pocos
filósofos han sido profesores de filosofía y que relativamente menos profesores
de filosofía han sido filósofos; por ello se podría decir que, así como los
cuerpos idioeléctricos no son conductores de la electricidad, tampoco los
filósofos son profesores de filosofía.”[7] Además, para la verdad según Schopenhauer es
indispensable la atmósfera de la libertad. Para ser filósofo hay que tener una
extraña naturaleza, una inclinación anormal al saber puro y desinteresado. Así,
“la primera condición para las creaciones reales y auténticas en la filosofía,
así como en la poesía y en las bellas artes, es una inclinación completamente
anormal que presupone, contra la regla de la naturaleza humana y en el lugar de
la aspiración subjetiva al provecho de la propia persona, una aspiración
plenamente objetiva, dirigida a una creación extraña a la persona y,
precisamente por ello, muy acertadamente denominada excéntrica, aspiración que
ha veces ha sido ridiculizada también como algo quijotesco”.[8] Según
Schopenhauer trabajar por un salario es incompatible con la búsqueda de la
verdad. La filosofía ha de ser buscada por sí misma y no por el provecho
económico que de ella pueda sacarse. “Que la filosofía no es apropiada para
ganarse el pan, ya lo puso de relieve Platón en sus descripciones de los
sofistas, a las que contrapuso la de Sócrates; del modo más gracioso, con una
comicidad insuperable, describió la actividad y el éxito de aquella gente al
comienzo del Protágoras. El ganar dinero con la filosofía constituyó entre los
antiguos la señal que distinguía a los sofistas de los filósofos. La relación
de los sofistas con los filósofos resulta, por consiguiente, completamente
análoga a la que se da entre las muchachas que se han entregado por amor y las
rameras pagadas.”[9]
La
filosofía universitaria está al servicio del Estado. Si se busca una filosofía
objetiva, que sea una verdadera filosofía, ha de buscarla fuera de la
universidad. “Incluso me inclino cada vez más a la opinión de que resultaría
saludable para la filosofía si dejara de ser un oficio y nunca más apareciera
en la vida civil representada por los profesores.”[10]
El
filósofo universitario es un incapaz para la filosofía. Es penoso ver a alguien
incapacitado para filosofar, intentar sin embargo filosofar. “Pues es penoso
oír cantar a los roncos o ver danzar a los paralíticos, pero es insoportable
escuchar a las mentes limitadas que filosofen.”[11]
La universidad se atribuye en cuestiones de
filosofía la última palabra. “Estos señores, en vista de que ya viven de la
filosofía, se tornan entonces tan atrevidos que se denominan filósofos y
también se figuran por ello que les corresponde la última palabra y la decisión
final en los asuntos de la filosofía: incluso se vuelven tan osados que al
final convocan congresos de filósofos (una “contradictio in adjecto”, pues los
filósofos raramente están en el mundo en número dual y, casi nunca, en número
plural) y acuden después en tropel para deliberar sobre el bien de la
filosofía.”[12]
Schopenhauer
no cree en la filosofía profesional, la filosofía como oficio, la filosofía
universitaria. Por tanto, “mantengo como deseable que toda instrucción de ésta
en la universidad se limite rigurosamente a las exposiciones de la lógica, en
cuanto ciencia completa y cabalmente demostrable, y de una historia de la
filosofía completamente sucinta, (succincte), impartida y cursada en un
semestre, desde Tales hasta Kant, con lo que, a consecuencia de su brevedad y
carácter sinóptico, permitiría el menor margen de libertad posible a las
opiniones propias de los señores profesores y desempeñaría únicamente el papel
de hilo conductor para los futuros estudios.”[13]
2. Gustavo Bueno.
La
filosofía universitaria lo que hace según Gustavo Bueno no es otra cosa que realizar un análisis doxográfico o
filológico-histórico de la filosofía
clásica o contemporánea. En la universidad no se hace filosofía entendida como
análisis del presente desde el presente. “Consideradas así las cosas podríamos
concluir que las Universidades, y sus secciones de filosofía en particular, no
son, por paradójico que esto resulte, los recintos en los cuales pueda decirse
que vive la filosofía crítica del presente,” [14]
En
la universidad, sobre todo, en la española, no se enseña siquiera filosofía
metafísica. La filosofía universitaria es una muestra sobresaliente de
gnosticismo filosófico, de la existencia de la filosofía con implantación
gnóstica.
Es
que la filosofía universitaria no se ocupa del presente desde el presente.
Acaso por eso Gustavo Bueno no vería mal el cierre de las facultades de
filosofía existentes en España, al igual que Manuel Sacristán (1925-1985)
propugnó ya en 1968 una solución similar aunque por otras razones diferentes a
las de Gustavo Bueno.
La
filosofía debe mantenerse en el Bachillerato, no en la Universidad. La
filosofía académica no debe confundirse con la filosofía universitaria. “La
filosofía universitaria, que en modo alguno debe confundirse con la filosofía
académica, tiende, por estructura, a ser una filosofía “de profesores para
profesores”. Y ello debido a que el público que acude a sus aulas es, en su
inmensa mayoría, un público formado por futuros profesores que, aun cuando no
vayan a dedicarse a la Universidad, sin embargo está formándose en un ambiente
en el cual las exposiciones, los análisis, los debates, las publicaciones, se
mantienen en el círculo de los profesores de filosofía que conviven con otros
profesores de filosofía. Es obvio que esta situación es la que hace posible el
cultivo, cada vez más refinado, de un saber de especialistas, que es, o tiene
que ser, eminentemente doxográfico-filológico, precisamente para que el
“ensimismamiento” pueda mantenerse y alimentarse con las realizaciones propias
(que, de otro modo, desde luego, no se producirían).”[15] Como
dice Bueno, “la estructura de la Universidad impide realmente la filosofía,
precisamente porque no hay una doctrina”.[16] Por
ello es por lo que a Gustavo Bueno no le importaría que se cerraran las
Facultades de Filosofía y que empezara una nueva era de la Historia de la
Filosofía en la que los filósofos no fueran profesores universitarios de
filosofía. ¿Quién formaría a los profesores de filosofía de instituto?
Respuesta: Academias para formar opositores y la lectura del temario de
oposición por parte de los opositores. Ahí están los libros y las obras de la
filosofía clásica a disposición del público. Sí es viable la desaparición de la
Facultad de Filosofía y la conservación de la filosofía en el bachillerato.
También hay otras asignaturas en bachillerato que no tienen su correspondiente
facultad y sin embargo existen y funcionan. Por lo demás, las discusiones filosóficas
realmente importantes tienen lugar en las tertulias radiofónicas, televisivas o
periodísticas en internet o en papel, esto es, al margen de las Facultades de
Filosofía. Los verdaderos filósofos son los periodistas hoy en día.
En
la Facultad de Filosofía no se enseña filosofía ni se filosofa, a decir tanto
de Schopenhauer como de Gustavo Bueno. Según Schopenhauer porque es
incompatible la funcionarización de la filosofía con la filosofía y según
Gustavo Bueno porque en la Universidad se hace filología o doxografía en vez de
cultivar la filosofía. Puede haber funcionarios filósofos de bachillerato, pero
no debiera haberlos de una Facultad de Filosofía. Pero es que además se puede
filosofar al margen de las instituciones académicas perfectamente, como históricamente
ha sucedido ya en el pasado. La liquidación de la asignatura de filosofía en el
bachillerato supondría a la larga la liquidación de los estudios de filosofía
en las facultades de filosofía, esto es, la clausura de las facultades de
filosofía.
Felipe Giménez Pérez, Leganés, 21
de febrero de 2007.
[1] Kant,
“La contienda de las facultades” Versión castellana de Roberto Rodríguez
Aramayo, CSIC, Editorial Debate, Madrid, 1992. págs. 10-11, Werke, VII, 28.
[2] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universitaria” Traducción, introducción y apéndices de
Francisco Jesús Hernández y Dobón. Valencia, 1989. 158 páginas.
[3] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universitaria”, op. cit. pág. 49.
[4] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universitaria”, op. cit. pág. 57.
[5] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universitaria”, op. cit. pág. 50.
[6] Gustavo Bueno, Juan
Bautista Fuentes Ortega, “La filosofía hoy”, El Catoblepas 2:16, 2002. pág 17.
[7] Arthur Schopenhauer, “Sobre la filosofía
universitaria”, op. cit. pág. 60.
[8] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universitaria”, op, cit. pág 61.
[9] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universtiaria”, op. cit. págs. 63-64.
[10] Arthur Schopenhauer, “Sobre la filosofía
universitaria”, op. cit. pág. 67.
[11] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universitaria”. Op. cit. pág. 69.
[12] Arthur Schopenhauer,
“Sobre la filosofía universitaria”, Op. cit. págs. 93-94.
[13] Arthur Schopenhauer, “Sobre la filosofía
universitaria”, op. cit. pág. 109.
[14] Gustavo Bueno, “¿Qué es
la filosofía?” Pentalfa, 2ª edición ampliada, Oviedo, 1995, pág. 63.
[15] Gustavo Bueno, “El
sentido de la vida”, Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1996, pág 10.
[16] Gustavo Bueno, “La
filosofía hoy”, El Catoblepas 2:16, 2002, Página 30.
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