miércoles, 11 de mayo de 2016

El libro de las mutaciones

EL LIBRO DE LAS MUTACIONES. Recensión de “Por qué dejé de ser de izquierdas”, de Ciudadela Libros, S.L. Madrid, 2008.  

            Uno de los fenómenos más interesantes y fascinantes en lo que se refiere al análisis de la vida política es el fenómeno de las mutaciones políticas psicológicas dadas en M2. Ocurre que individuos que durante tiempo tuvieron una determinada convicción política o ideología política, mediante las vivencias y experiencias habidas sufren determinados cambios o mutaciones. Se produce una conversión o una caída de caballo en el camino de Damasco. El individuo tras experimentar la conversión es otro hombre. La vida anterior es locura y necedad, el resultado de la irreflexión, es una consecuencia de los pecados de juventud, de la inmadurez, del engaño, de la falsa conciencia. Hablando de España es sorprendente el número de conversiones y de defecciones políticas habidas entre 1975 y 2005 por poner unas fechas convencionales.

            En el caso español podemos constatar cómo una buena cantidad de liberales proceden de la izquierda socialista, socialdemócrata o comunista y ahora son liberales, conservadores y de orden. Nadie está libre del cambio si uno tiene sentido común y pasa del error al acierto, de las tinieblas a la luz, de la indecencia a la decencia. Es el caso de las mutaciones de izquierda a derecha. Quien de joven no es comunista, es que no tiene corazón. Quien de viejo es comunista es que ya no tiene cabeza, decía Willy Brandt, canciller socialdemócrata de la República Federal de Alemania de 1969 a 1974 y que en tiempos antiguos había sido militante del KPD.

            El que estas líneas escribe ha experimentado en sus propias carnes  también la mutación desde  una posición progresista-comunista a una posición ideológicamente liberal, conservadora y de orden, de ahí el interés que ha suscitado en él la lectura de este buen libro titulado “Por qué dejé de ser de izquierdas” de Javier Somalo y Mario Noya, con prólogo del periodista liberal D. Javier Rubio y epílogo del protestante y heresiarca español además de prolífico e incansable publicista de libros César Vidal.

            El libro aborda las mutaciones ideológicas de señalados contertulios radiofónicos o televisivos españoles que actualmente son liberales, conservadores y de orden que, partiendo inicialmente del paradigma ideológico progresista han desembocado en el paradigma ideológico liberal. Se trata de los siguientes individuos: Federico Jiménez Losantos, Amando de Miguel, Pío Moa, Carlos Semprún Maura, Horacio Vázquez Rial, Juan Carlos Girauta, José María Marco, Cristina Losada, José García Domínguez y Pedro de Tena.

            Don Federico Jiménez Losantos (1951-) fue el que primero llegó al autoesclarecimiento ideológico. Se dio cuenta de que el comunismo era una estafa, de que el progresismo era una mentira y de que los progresistas eran, son y serán necesariamente una panta de malandrines y de vividores. Comenzó Jiménez Losantos siendo rojo, filocomunista, compañero de viaje del PCE. En 1977 con la legalización del PCE, abandona el Partido y se hace liberal. Un viaje a China le descubre las maravillas del comunismo, digo del estalinismo, célebre doctrina comunista que consiste en que tiene que haber un dictador bueno o un tirano razonable que establezca una dictadura soberana y constituyente revolucionaria que dure tanto tiempo como sea necesario para llegar al comunismo y destruir los restos de la vieja sociedad. En esta tiranía buena se cuenta con un Partido y un grupo de sabios militantes dialécticos notablemente preparados. Son el proletariado. Al final, todo el mundo es bueno y todo tiene un final feliz. Lo único que puede ocurrir son ciertamente accidentes contingentes individuales, pero son insignificancias en el noble sendero del comunismo y de la dictadura del proletariado. Jiménez Losantos visitó en 1976 un campo de reeducación en China y se dio cuenta de que ser anticomunista es una noble virtud. Si ya entonces Jiménez Losantos ya era anticomunista, a partir del viaje a China regresó siendo un anticomunista militante. He ahí la sabiduría de Jiménez Losantos. Librarse de tanta ideología en el sentido adjetivo del término en cuanto deformación de la conciencia tiene que resultar ciertamente difícil y más aún en los años setenta del siglo XX en medio de tanta borrachera democrático-progresista.

            No hay que desdeñar por supuesto las lecturas de Jiménez Losantos. Tampoco, por supuesto la existencia de enemigos de España entre los progres y separatistas que ya entonces mostraban la escoria política que constituían. El problema nacional también le ha preocupado seriamente a Jiménez Losantos. Don Federico Jiménez Losantos es un español ejemplar que se lleva batiendo el cobre por España y por la libertad desde los años setenta del siglo XX. Dos temas fueron los que inclinaron a Jiménez Losantos a sus actuales posiciones políticas: 1. La libertad…..Liberalismo. 2. España……patriotismo, conservadurismo y orden. Patria y orden. Patria y libertad. El rechazo al comunismo, al socialismo socialdemócrata y por lo tanto al pensamiento Alicia por un lado y la defensa de la Patria, de España y de su indestructible unidad. Cuando Jiménez Losantos asiste como pardillo al primer Congreso de Cultura Catalana, ocurre que uno de CC.OO. un sindicato sucesor del Sindicato Vertical Franquista tiene la lindeza de pedir perdón por hablar en español. –señalemos de paso que en el libro se utiliza constantemente la expresión lingüística mal formada “castellano”, complejos autonómicos que son residuos ideológicos en Libertad Digital y en los liberales. Como si el español fuera una lengua de paletos, regional como el vascuence, valenciano o catalán o gallego.- Como se ve, los cambios a veces no llegan a ser todo lo profundos que sería deseable que fueran.

            Es que si eres un español normal, de bien, patriota, sensato y decente, no puedes arrepentirte ni avergonzarte ni de ser español ni de hablar en español ni tienes que pedir perdón por no saber hablar un idioma regional, rural o familiar. Es más, debiera él pedirte perdón por no haber superado esos residuos del Antiguo Régimen. El acto supremo de patriotismo español bien podría ser el de olvidar tales lenguas regionales. Sería un paso gigantesco en el fortalecimiento de la sociedad española. ¿Queremos modernizar España? Entonces abandonad los idiomas regionales y dejadlos para los filólogos profesionales. Un idioma que lo hablen menos de 50 millones de individuos no vale ni un duro.

            Jiménez Losantos se dio cuenta de los peligros que entrañaba el separatismo. Se dio cuenta igualmente de la corrupción de los estalinistas y de los revisionistas socialdemócratas, esto es, de los progres, sucesores naturales de la derecha socialista en España a decir de Gustavo Bueno. La izquierda comunista, la izquierda progresista y los separatistas establecieron un pacto de acero para repartirse España y para desmenuzarla llegado el caso con tal de sacar provecho de ello. Los comunistas como tontos útiles del PSOE, como monaguillos, los separatistas como ladronzuelos regionales y los del PSOE como pandilla de delincuentes que utilizaban la política de manera instrumental, para saquear el Estado a nivel regional, local y nacional, aunque esto último les diera y les sigue dando alergia.  Se dio cuenta de que éstos eran los enemigos de España y también de la libertad. España y Libertad serían sus dos motivos recurrentes en su producción periodística.

            Por esto los progres socialfascistas y/o separatistas le comenzaron a llamar “fascista” a Jiménez Losantos, vaya panda de analfabetos impresentables éstos que no saben qué es el fascismo. Su antifascismo les llevó a promover, provocar, realizar y aplaudir y comprender y justificar el atentado sufrido por Federico Jiménez Losantos en 1981. Los terroristas que lo hicieron militan ahora en ERC, un partido socialfascista masónico republicano independentista catalán.

            Amando de Miguel (1937-) fue uno de los primeros sociólogos que hubo en España. Fue ayudante de Fraga en la Universidad. Comprobó el carácter de Fraga en sus propias carnes cuando afirmó que el posfranquismo ya había llegado. Era el año 1968. Fraga le dijo que le prohibía seguir escribiendo. Amando de Miguel le contestó: “Perdone, don Manuel, pero lo único que me puede prohibir es publicar; escribir no. Seguiré escribiendo. Fraga le conminó furioso tras esto a abandonar el despacho.

            Amando de Miguel fue antifranquista. Estuvo en la cárcel y después fue evolucionando hasta convertirse en un sociólogo conservador, liberal y de orden.

            Amando de Miguel llegó a ser partidario, simpatizante del PSOE. Las corruptelas y la demagogia del PSOE le hicieron finalmente bascular hacia el PP. No sólo eso, sino que además, ingresó en las filas del PP.

            Don Pío Moa (1948-) pasó de ser un marxista revolucionario radical y terrorista a ser un conservador tranquilo. Su evolución fue más radical. Fue miembro-militante-socio del GRAPO, (Grupo Revolucionario Armado Primero de Octubre) aunque debemos señalar que no cometió ningún delito de sangre. El estudio pormenorizado del marxismo así como de su crítica de la economía política le convencieron de las insuficiencias del materialismo histórico y le decidieron a romper con el marxismo.

            El abandono del marxismo le llevó a Pío Moa a romper también con el socialismo, la socialdemocracia, las izquierdas de todo pelaje, en suma. Entonces Pío Moa se dedica a estudiar la historia española del siglo XX y a desmontar la “versión heredada” socialprogresista-bolchevique de la II República, de la Guerra Civil Española y del franquismo. La versión oficial sostenía que la II República fue benéfica, democrática y salvífica para España y el pueblo español y que vinieron unos hombres muy malos de derechas que establecieron una cruel dictadura a cuyo frente se encontraba un hombre malo y mediocre llamado Francisco Franco. Esta dictadura era de unos fachas o fascistas o cosa similar y fue nefasta para España. Pío Moa ya se había dado cuenta de las falacias de los comunistas, anarquistas, socialistas y progresistas y de su actitud dogmática y antidemocrática, así que entonces llegaba la hora de poner también en tela de juicio su versión heredada de la historia de España, resultado de la interiorización de la Leyenda Negra Antiespañola. La reacción de los progresistas fue la habitual en estos casos: el insulto, la mentira, la difamación, la denigración y el silenciamiento de Pío Moa así como la petición de que fuera encarcelado. Reacciones típicas del socialfascismo. Ni querían debatir ni discutir ni nada por el estilo. Se trataba de silenciar a Pío Moa. Tácticas propias de la Komintern.

            La izquierda a decir de Pío Moa sólo tiene un remedio: Hacerse española y democrática. Tiene que abandonar la antiespaña. Tiene que hacerse patriótica y aceptar la democracia y reconocer que han sido traidores a España y antidemócratas. Eso es algo harto difícil.

            Carlos Semprún Maura es el más viejo de todos. Nació en 1926. Este hombre fue comunista, estalinista. Creció en parís a partir de 1939 y allí conoció a los progres franceses, comunistas, estalinistas y gente muy divertida. Fue la Bohemia la que lo sedujo y provocó su ingreso en tal mundo. En 1956 pudo comprobar cómo la URSS conquistó Hungría y aplastó la insurrección húngara y se dio cuenta entonces de que el estalinismo no era tan bueno como se decía. Fue Carlos Semprún Maura un militante estalinista hasta la médula, como su hermano, Jorge Semprún Maura. Lo más interesante, se dio cuenta de que en la España franquista había más libertad y se vivía mejor que en los países socialistas del Este de Europa, lo cual era rigurosamente cierto. Ya lo había dicho Winston Churchill unos años antes. Se dio cuenta de que luchaba contra la dictadura franquista para implantar una dictadura más atroz  y peor que ella aún. Entonces abandonó el PCE en 1957. Comenzó entonces una carrera de desilusiones izquierdistas-comunistas. Se alistó en el FLP. Carlos Semprún era ya anticomunista pero marxista. Se hizo trotskista, pero se dio cuenta a continuación de que el trotskismo también era totalitario, fueron los propios trotskistas los que le alejaron del trotskismo, otra forma de delirio comunista. De pronto, en una conversación personal con Ernest Mandel (1923-1995) en un café de París. Carlos Semprún le dijo a Mandel “Pues yo estoy en la barricada de enfrente”. Se había producido la conversión, la caída del caballo en el camino de Damasco. Se había dado cuenta de que la democracia capitalista era lo mejor y de que el comunismo era una verdadera desgracia. Desde entonces se hizo liberal, no se considera de derechas, pero está con la derecha liberal, capitalista y en su lucha por las libertades públicas. Es un hombre de orden.

            Horacio Vázquez-Rial era un comunista o izquierdista revolucionario argentino que llegó nada menos que a ser trotskista y luego se liberó de los trotskistas y se hizo un hombre cabal en política. Fue revolucionario terrorista y luego se hizo bueno y de orden, como todos los personajes de este libro. Todas las historias individuales tienen un final feliz. Los pecados y necedades de la juventud acaban en la sensatez.

            Horacio Vázquez-Rial se hizo incluso del Partido Comunista, un partido estalinista, pero esto no le pareció suficiente y se hizo trotskista. Horacio militó en el ERP-Combatiente, vamos que se hizo terrorista. Según parece, Horacio no llegó a mancharse las manos de sangre. Tomó parte sin embargo en un par de raptos.

            Ante el riesgo de ser detenido o secuestrado o eliminado en Argentina, Horacio Vázquez-Rial se exilió y se refugió en la España franquista el 1 de noviembre de 1974. Se exiliaron de un país que era formalmente una democracia burguesa, la Argentina, pero muy inseguro y en el que se estaba practicando el terror político en gran escala y de allí dio en exiliarse  en un país que era una dictadura, la España sometida al franquismo.

            Retomó los contactos con las izquierdas comunistas, socialistas, progresistas españolas. Él seguía siendo trotskista. Votó al PCE en 1982. Nunca fue del PSOE ni sintió nunca especial simpatía por tal partido. Gracias a su experiencia argentina, se dio cuenta de que el PSOE es el peronismo español. El parecido del PSOE con el peronismo argentino era sorprendente.

            Paulatinamente se da cuenta de lo terrible que es el comunismo, la dictadura de Cuba, el antisionismo o antisemitismo de los progresistas españoles. Se da cuenta de que el antiamericanismo es decadente y enfermizo. Estar a favor de los EE.UU. y de Israel es estar a favor de la civilización y en contra de la barbarie.

            1989. Cae el muro de Berlín y su distanciamiento con los progresistas sigue acentuándose. Finalmente comienza a ver con buenos ojos al PP, a Aznar. Eso es algo que ya le coloca definitivamente al otro lado de la trinchera. En 2000 Horacio había ya virado resueltamente a estribor. Luego lo que ha ocurrido es que Horacio Vázquez-Rial se ha hecho liberal, conservador y de orden. He ahí el destino de los progresistas decentes. A fuer de decentes los progresistas se hacen liberales. El progresismo ha matado al progresismo.

            Federico Jiménez Losantos dice que si no se ha sido comunista, si no se ha conocido por dentro a la bestia, al ogro filantrópico, entonces es imposible ser liberal y yo añadiría que es imposible distanciarse críticamente de tales locuras ideológicas y ser un hombre cabal en filosofía y en política, como Crates con Metrocles.

            Juan Carlos Girauta nació en 1961. Hace poco que  cambió de doctrina política. Este hombre coqueteó con la izquierda socialista catalanista. Se hizo del PSC-PSOE. La corrupción del PSOE le hace abandonar semejante partido en 1986. El siguiente paso es hacerse anti-PSOE, antisocialista militante, que es lo que ha llegado a ser Juan Carlos Girauta. Pero fue la lectura atenta la que le proporciona una nueva ideología política: el liberalismo.

            José María Marco nace hacia mediados de los años cincuenta en el seno de una familia de izquierdas. Obtiene una plaza de profesor de francés en un instituto en 1982 y coquetea con el PSOE. Ellos no se fían de él. Frecuenta la sección de enseñanza de la UGT. Su distanciamiento del PSOE y de la UGT tiene lugar durante la década de los ochenta. La corrupción socialista de los años noventa le inclina de manera irreversible hacia el liberalismo. Poco a poco los progresistas le abandonan y le van cerrando todas las puertas. Ha dejado de ser uno de los suyos. Así llega a comprender finalmente que ha sido objeto de una monumental estafa política e ideológica. Son cosas de la juventud y de la ingenuidad de tal etapa de la vida.

            Cristina Losada es una mujer lúcida que ha estado en los partidos revolucionarios socialistas, comunistas, bolcheviques y que ahora es una señora liberal, conservadora y de orden y escribe en Libertad Digital. Las falsedades de la versión oficial y heredada de la Guerra Civil la mantenían aún ligada al progresismo. Fue leer a Pío Moa y tuvo lugar como por ensalmo la disolución de tan precario vínculo. La aventura ideológica de Cristina Losada comenzó en 1971 y terminó en 2001 en Manhattan.

            Cristina Losada llegó a ser militante de la LCR. Fue así una mujer trotskista. Cristina Losada trabajó en el diario franquista “Pueblo”. Fue en este diario donde por vez primera se dio cuenta de que el discurso político revolucionario no tenía nada que ver con la realidad. Le costó sin embargo mucho tiempo aceptarlo. Con la transición desde el franquismo al Régimen de 1978, Cristina Losada se da cuenta de que la gente no quiere la dictadura del proletariado, ni la revolución, ni el socialismo. El mundo de Cristina Losada se viene abajo con la transición política. Ella reconoce que apostatar del marxismo no resulta a la postre una tarea fácil. Esto ha durado muchos años. Fue la idea de la guerra civil española la que provocó la mutación ideológica definitiva de Cristina Losada. La lectura de los libros de Pío Moa ha resultado ser una bendición para muchos que nos hemos terminado de quitar la mugre progresista. Así Cristina Losada cambió de posición política. El atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 fue el otro factor de cambio ideológico.

            Otro personaje importante de esta semblanza de ilustres hombres de España que han venido de las izquierdas al liberalismo es José García Domínguez, nacido en 1961. Entró y salió del comunismo y del socialismo. Conoció el fracaso y el poder. Fue su pasión poro la economía política la que le acercó al liberalismo por el camino de la lógica. La corrupción, los desengaños y su desconfianza vital fueron haciendo el resto. Había en 1975 muchos partidos marxistas leninistas y José García Domínguez entró precisamente en contacto con lo más cafre, con el PCE. M-l cuyo referente era albania Él se metió precisamente en ese grupo. Después pasa a ser militante del PCE, esto es, del PSUC. Finalmente se afilia al PSOE-PSC en 1981. Lo abandona en 1990-1991, con casi treinta años. José García Domínguez se queda en paro. Antes era un liberado. Ahora no es nada ni nadie. Ha perdido el tiempo en el PSOE-PSC.  Lo pasó fatal económicamente. Tuvo que hacerse profesor de instituto para sobrevivir. Finalmente entra en el equipo liberal de Libertad Digital y ahí sigue.

            Pedro de Tena era un niño bueno y religioso y se hizo militante antifranquista y luego finalmente liberal. Nació en Jerez de la Frontera en 1951. Hacia 1989 comenzó a distanciarse de las izquierdas y del marxismo y del anarquismo. En El Mundo comenzó en el periodismo de investigación destapando el caso Juan Guerra. Esto le mostró la catadura moral del PSOE. Finalmente llegó a trabajar en Libertad Digital.

            Estas semblanzas de periodistas y escritores que partiendo de posiciones socialprogresistas o socialcomunistas o revolucionarias o como se las quiera denominar, llegan a ser sensatos, cabales en un sentido liberal, conservador, tienen mucho de aleccionador. Esto nos ilustra acerca de la locura y de la necedad de tales posiciones ideológicas. Desde luego, lo peor del franquismo fue el antifranquismo. La vacuidad de tales ideologías izquierdistas ha quedado de manifiesto ahora con la borrachera progresista de pensamiento Alicia que venimos soportando ya tantos años en España. Al final, lo más importante es el patriotismo. Sin la Patria no somos nadie ni nada. Sin la plataforma política nacional, los individuos se convierten en individuos flotantes progresistas.

            De todos modos, estos liberales, desgraciadamente no han terminado de romper en todos los respectos con el progresismo al que tanto aborrecen. Todavía siguen creyendo en el dogma de la democracia. Son fundamentalistas democráticos y sienten alergia por la eutanasia procesal para asesinos. Les da miedo matar a un asesino convicto y confeso de crímenes horrendos. Todavía no han llegado a la noble verdad de que la pena de muerte es buena para la sociedad y para  el Estado. Además, tal pena no es pena, puesto que como dijo Epicuro, la muerte es anestésica. Como dice además Gustavo Bueno, la pena de muerte no puede ser pena, porque el sujeto de la pena desaparece. Estas consideraciones filosóficas aún no las pueden pensar en libertad y sin prejuicios todos estos hombres liberales. También creen que la intervención estatal o gubernamental es mala per se. Eso es otro error grave, típico del liberalismo. Creen que hay derechos humanos previos al Estado y a la propia sociedad. Se olvidan de que el Estado tiene todos los derechos en sus manos y puede hacer lo que necesite para garantizar su propia eutaxia política  y de que no hay derechos sin el Estado y que todo Estado es en cuanto Estado, un Estado de derecho. Esta gente liberal necesita ahora abandonar el liberalismo y hacerse realistas políticos o materialistas políticos. Tienen que leer a Hobbes, Aristóteles, Hegel, Gustavo Bueno, Carl Schmitt y a Julien Freund y culminarán así su evolución ideológica. Todavía conservan rasgos y restos de progresismo en sus ideologías políticas. Deben dar un paso adelante y hacerse sensatos y hombres cabales en filosofía y en política.

Leganés, 9 de marzo de 2009.

           

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