Ahora que sabemos que el comunismo y el
nazismo fueron dos aberraciones paralela y que conocemos cómo las gasta la
Anti-España cuando está en el poder, podemos hacernos una idea del significado
de la Segunda República, de la Guerra Civil Española y del antifranquismo.
El antifranquismo no es más que
resentimiento. Lleno de rabia, odio e impotencia, sólo supo inventar mentiras.
Franco es odiado porque venció. La legitimidad del franquismo es la victoria.
“Su victoria militar está en el origen de todo ello, y las diatribas contra él
transmiten la impresión de que esa victoria constituye un crimen gigantesco,
inexpiable, contra el pueblo español, contra la libertad, la paz y el progreso,
contra la historia.”[2]
¿Saben por qué es tan odiado Franco?
Porque venció. Es cierto ese sintagma “invicto caudillo”. Fue invicto. Perdió
la batalla de la propaganda simplemente. Los rojos, los progres, las izquierdas
son muy hábiles en la cuestión de la propaganda. Los historiadores progres se
han impuesto en los últimos 30 años hasta que Pío Moa se ha atrevido a revisar
sus errores y mentiras. Tarea emprendida por otros como L. Suárez, Ricardo de
la Cierva y César Vidal entre otros. Confiemos en que la verdad resplandezca
finalmente. La historiografía en España se ha convertido en un campo de batalla
ideológico más que en una ciencia positiva. La historiografía progresista
denigra a Franco pero no tiene pruebas para ello. “Por lo común, hoy la actitud
académica prevalerte hacia el viejo Caudillo oscila entre la tradicional
aversión, muy reavivada en los últimos años, y la consideración del personaje
como un dictador de segundo orden, cruel, vulgar y mediocre. A mi juicio, lo
último no puede sostenerse. La profundidad del odio que le ha sido tributado,
merecido o no, indica algo muy distinto de la mediocridad, y lo mismo el hecho
de que a lo largo de cuarenta años derrotara, militar y políticamente a todos
sus enemigos, nada desdeñables muchos de ellos, sorteando peligros realmente
letales.”[3]
Hay que decir que Franco siempre se
mantuvo en la legalidad y que sólo cuando el Gobierno de la República consintió
el asesinato del jefe de la oposición, Calvo Sotelo, llegó a la conclusión de
que el proceso revolucionario era imparable y de que había que sublevarse
contra la República, que por cierto, comenzaba a desaparecer como Estado de
derecho. Entonces, Franco y la derecha se desprendieron de todas sus
inhibiciones. “Finalmente, los
acontecimientos se precipitaron el 12 de julio cuando, so pretexto del
asesinato por las derechas de un oficial de policía instructor de milicias
izquierdistas, el portavoz derechista Calvo Sotelo fue secuestrado y asesinado
por un grupo de guardias de asalto y milicianos socialistas capitaneados por un
guardia civil también instructor de milicias. Tanto el autor directo del
asesinato como el jefe de la expedición pertenecían al círculo de hombres de
mano del socialista Prieto. Otra expedición semejante no lograba hacer lo mismo
con Gil-Robles, al no hallarlo en casa. La descomposición del Estado había
llegado a su extremo: la policía operaba como una organización terrorista más,
en conjunción con las milicias revolucionarias.”[4]
A pesar de fracasar el golpe del 18 de
julio, Franco no se amilanó y “Franco proclamó desde el primer momento, en
contraste con sus anteriores vacilaciones, una “fe ciega en la victoria”,
actuando desde el primer momento como jefe, aunque no lo fuera en absoluto.”[5]
El territorio dominado por el Frente
Popular cayó en el caos. La legalidad republicana desapareció por completo. Era
la guerra entre la contrarrevolución y la revolución. La superioridad militar
del Frente Popular era evidente y sin embargo, no pudo reaccionar con eficacia
por el caos: “Sorprende a primera vista la ineficacia del Frente Popular, dueño
no sólo del mar sino también del aire, para impedir tanto el puente aéreo como
un temerario transporte de tropas y pertrechos por agua de Ceuta a Algeciras.
La causa de esa ineficacia radica en el desorden creado por la revolución y por
las zancadillas y rivalidades entre las izquierdas, que impedían un mando único
y articulado.”[6]
Llega 1939 y Franco exige a los
republicanos la rendición incondicional: “Franco no admitió otra salida que la
rendición incondicional, y sólo prometió clemencia a quienes no hubieran
participado en el terror izquierdista, y algunos atenuantes en la justicia.”[7] Al
final, los republicanos prefirieron entregarse a Franco antes que entregarse a
Stalin. Se produjo un golpe de Estado en Madrid contra Negrín, pero
“Sorprendentemente, los comunistas no movilizaron sus fuerzas, y las que
reaccionaron parecían haberlo hecho espontáneamente, sin órdenes.”[8] Esto
es ciertamente sorprendente, pero no hay explicación de ello.
Según afirma Pío Moa, “Si analizamos la
conducción de Franco durante la fase larga de la guerra, llegamos fácilmente a
la conclusión de que fue, en líneas
generales, excelente.”[9] Algún
autor ha afirmado que Franco era un incompetente desde un punto de vista
militar, pero un incompetente, un mediocre venció a los rojos. ¡Qué patético¡
“Pero en definitiva, son los resultados los que cuentan, y su ejército, casi
siempre inferior en número, resultó más móvil, adaptable y capaz de rehacerse
con rapidez, sin necesidad de aplicar a la tropa las medidas disciplinarias
realmente terroristas de sus adversarios”.[10]
Franco ganó la guerra y esto no se lo
perdonaron jamás las izquierdas. De hecho aún no se lo perdonan. Viven del odio
y del resentimiento. Las izquierdas tercera, cuarta y quinta han caído en el
nihilismo pasivo. Gustavo Bueno[11]
afirma que, conscientes las izquierdas tercera, cuarta y quinta de la inanidad
de sus proyectos políticos actuales, “rencorosas por lo que ellas perciben como
frustración personal, buscan el modo de mantener su distancia y su separación
con la derecha, y como no la encuentran en el presente recurren a la “memoria
histórica”.[12] Al final, lo único que
cuenta es denigrar al general Franco para mantener una diferencia ficticia.
Aparece así un antifranquismo tardío, póstumo y sobrevenido. Todo sea para
impedir que el PP retorne al poder.
Tras la Victoria, que es la legitimidad
de Franco, quiero decir que su legitimidad era su victoria, aparece la idea de
una democracia orgánica. “La idea de una democracia orgánica superadora de la
atomización social achacada al liberalismo mediante los cauces “naturales” de
la familia, etc., tenía raíces tanto en el pensamiento ultraconservador como en
el izquierdista.”[13]
Hubo muchos muertos en la guerra en el
frente de batalla. Hubo muchos muertos ejecutados, fusilados, con juicio y sin
él. Ahora los progres se dedican a realizar ejercicios excavatorios,
exhumatorios de muertos del Frente Popular. Los tribunales franquistas después
de 1939 pronunciaron 50.000 penas de muerte, cumpliéndose en torno a la mitad
de ellas. “En esas condiciones es seguro que en muchos casos fueron ejecutados
inocentes y perdonados individuos mezclados en crímenes. ¿Cuál fue la
proporción? No lo sabemos, y quizá resulte imposible averiguarlo. Pero no puede
admitirse la pretensión, puesta hoy en boga por una historiografía mendaz, de
incluir por igual, bajo el rótulo de víctimas, a inocentes y a asesinos
brutales.”[14]
La represión fue durísima, pero no
tanto como afirman los historiadores progresistas. “Represión, pues, durísima,
pero ajena a los bulos hechos correr en buen número de artículos de prensa y
presuntos libros de historia, como el de que todos los soldados del ejército
izquierdista pasaron por consejos de guerra, o los resumidos en frases de este
jaez: “Las declaraciones de franco y sus generales nunca disimularon su propósito
de exterminio”, “Los enemigos sólo gozaban de un destino seguro: el exilio o la
muerte”, “Franco convirtió Madrid en un gran presidio”, etc. Ni de lejos
existió exterminio. La inmensa mayoría de los soldados movilizados por el
Frente Popular (1,5 millones de hombres), de quienes lo votaron en 1936 (4,6
millones ) o vivieron en su zona (14 millones) ni fueron fusilados ni se
exiliaron.”[15]
Los jefes del Frente Popular tuvieron
tiempo de exiliarse cómodamente y de saquear el patrimonio nacional y los bienes
de los particulares. Fueron, ciertamente, muy previsores: “Sin embargo, no
sería justo achacar a los líderes del Frente Popular una imprevisión
generalizada. En algunos aspectos mostraron, por el contrario, notable
perspicacia para adelantarse a los acontecimientos.”[16]
Al final, los dirigentes del Frente
Popular eran unos vulgares ladronzuelos y saqueadores. De Negrín a Filesa hay una larga evolución y continuidad del
delito del PSOE. Si hay una tradición del PSOE bien clara, esa tradición es precisamente
la de la corrupción. Joyas, obras de arte, libros antiguos, metales preciosos.
Se rompieron las cajas de seguridad de los bancos. Se robó a los particulares.
Desvalijaron los montes de piedad. También saquearon el patrimonio histórico
español. Saquearon el Museo Arqueológico, robando monedas visigodas y monedas
antiguas de oro y plata. Había que atender a los jefes en el exilio. Negrín
fletó un yate cargado de joyas y de riquezas y tesoros y lo envió a México y
Prieto se apoderó de él con la ayuda de Lázaro Cárdenas, corrupto presidente de
México. Entre ambos se lo repartieron. Prieto posteriormente a 1939 se dio
cuenta de sus errores políticos pero nunca devolvió el dinero robado. Igual el
PSOE nunca ha devuelto el producto de sus latrocinios efectuados entre 1982 y
1996. Es una continuidad histórica evidente.
Franco venció y su régimen se
consolidó. En 1975 la renta per cápita española se aproximaba a la media de
Europa. A partir de 1960 se había producido un formidable desarrollo de las
fuerzas productivas capitalistas. España había seguido una vía prusiana hacia
la modernización capitalista. Apartar a las izquierdas de tercera, cuarta y
quinta generación había sido necesario para vivir en paz y para que no hubiera
trabas para el desarrollo de la sociedad española. España se convirtió en un
país capitalista avanzado. “Uno de los mayores orgullos de Franco y uno de los
argumentos principales a su favor fue el auge económico de aquellos años. Con
su sistema político el país disfrutaba del período de paz interior y exterior
más prolongado en dos siglos y de una prosperidad nunca vista.”[17]
Comenzaron en los años 60 los problemas
con la Iglesia. La alianza entre el Régimen y la Iglesia se quebró. El Concilio
Vaticano II introdujo el progresismo en la Iglesia. Franco había salvado a la
Iglesia del exterminio. Habían sido eliminados 8000 sacerdotes y religiosos y
13 obispos. Ahora los clérigos se dedicaban a coquetear con el marxismo, con
las izquierdas, con los separatistas y con ETA. La Iglesia se preparaba para el
final del franquismo. Había que congraciarse con la oposición antifranquista.
El franquismo duró 37 años o 36 años
aproximadamente. Esta paz prolongada ha sido fundamental para el desarrollo de
la economía española. Nuestro régimen de 1978 es sucesor del franquismo. Ha
nacido de las entrañas mismas del franquismo. Los restos de las izquierdas
definidas, caídas en el nihilismo pasivo bien podrían ser llamadas las
izquierdas bogavantes, por el reducido tamaño del encéfalo del que parecen
estar dotadas.
Una pregunta que cabe hacerse es por
qué duró tanto el franquismo. Si según la oposición antifranquista, España
entera odiaba al dictador, ¿Por qué duró tanto tiempo la dictadura? “Ante todo,
debe admitirse que una importante masa de españoles encontraba en el régimen de
Franco muchos rasgos positivos”[18] La
República quedó en el pensamiento de la mayoría del pueblo español como algo
nefasto, con desorden, violencia y arbitrariedad.
Respecto al régimen nuevo nacido en
1978, ha nacido de Franco, no de la República. “En síntesis, cabría definir así
la situación: la democracia actual procede del franquismo y no de la República.
Esto no es un mal, sino un gran bien, porque significa el desarrollo sin
ruptura del más largo período de paz y estabilidad que haya gozado España en
dos siglos”.[19]
Franco derrotó a la revolución. He ahí
a su mérito. Es el mayor estadista español del siglo XX. Sólo Cánovas se le
puede comparar. Franco merece “recibir la gratitud y el reconocimiento de la
mayoía de los españoles.”[20]
En fin, es éste un buen libro de Pío
Moa que contribuye a la tarea de poner a Franco sobre sus pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario