miércoles, 11 de mayo de 2016

El fascismo

El fascismo, antes de ser un fenómeno político, fue más bien un fenómeno cultural europeo inscrito en la historia de la cultura europea. El fascismo resulta de una revisión antimaterialista del marxismo llevada a cabo en Francia a principios del siglo XX entre otros autores por Georges Sorel (1847-1922).

                La economía marxista está equivocada. Las crisis del capitalismo no tienen lugar. No hay hundimiento del capitalismo. Hay que aceptar el capitalismo como factor de progreso material, científico, técnico, social. La economía de mercado es necesaria. La propiedad privada debe seguir existiendo. En estas condiciones, sólo el mito revolucionario, una creencia que moviliza a las masas,  puede conducir al socialismo revolucionario. Se acepta entonces la economía política burguesa yse rechaza simultáneamente la democracia burguesa.

                El fascismo es pues una variante del marxismo. Ha sido una fuerza rupturista, capaz de destruir el orden establecido. Francia es la cuna del fascismo.

                En modo alguno cabe identificar el fascismo con el nazismo. La piedra de toque del nazismo alemán es el determinismo biológico racista y antisemita. La guerra y el exterminio de los judíos es más importante que el anticomunismo.

                El fascismo nace como consecuencia de una revisión del marxismo. La ideología fascista es el producto de una síntesis del nacionalismo orgánico y de la revisión antimaterialista del marxismo. Se forma una cultura política comunitaria, antiindividualista y antirracionalista.

                El fascismo ni es reaccionario, ni contrarrevolucionario. Es una revolución que quiere aprovechar lo mejor del capitalismo, del desarrollo de la tecnología moderna y del progreso industrial.

                La revolución fascista se asienta sobre una economía de mercado. Hay que decir a este respecto que las incoherencias y contradicciones que esmaltan el pensamiento fascista no son menos numerosas ni más profundas que las que entreveran, desde hace cien años el pensamiento liberal o socialista.

                Según Georges Sorel,  el marxismo hay que verlo como una máquina de guerra contra la democracia burguesa. Sorel no quiere acabar con la propiedad privada, porque en su opinión, la propiedad privada es intocable y porque no cree ni en la igualdad ni en la justicia social, valores que para él no son más que lloriqueos de anarquistas roussonianos o de socialistas jauresianos de alma enteca.

                El capitalismo no lleva en su interior los gérmenes de su propia destrucción. Sorel lleva a cabo un revisionismo revolucionario que llevará al fascismo

                Primer elemento o fundamento. Aceptación del capitalismo

                Segundo elemento, los mitos sociales. La violencia es la fuente de la grandeza y de la moralidad, es una barrera a la decadencia occidental hacia la ruin degeneración. Otro mito es el de la huelga general. Tiene un valor de fuerza motriz.

                La violencia proletaria es un mito para mantener la movilización proletaria. El motor de la acción revolucionaria es el mito.

                El tercer fundamento del revisionismo de Sorel es la destrucción de la democracia liberal.

                Con el tiempo, el proletariado deja de ser el sujeto revolucionario y pasa a ser sustituido por la Nación como sujeto revolucionario. El ámbito de solidaridad social pasa a ser la Nación. La revolución será nacional. No proletaria. Es un patriotismo revolucionario. La guerra demuestra la enorme capacidad de sacrificio del individuo, la superficialidad de la idea de internacionalismo y la facilidad de movilización de todas las capas de la sociedad al servicio de la colectividad.

                La síntesis del nacionalismo y del sindicalismo revolucionario italianos se construye sobre las mismas premisas que en Francia: por un lado, el repudio de la democracia, del marxismo, del liberalismo, de los valores burgueses, de la herencia del siglo XVIII, del internacionalismo y del pacifismo y por otro lado del culto del heroísmo, del vitalismo y de la violencia.

                La clave de bóveda del revisionismo soreliano es el rechazo del racionalismo.

                Los sindicalistas revolucionarios llegan a la conclusión de que el proletariado no es revolucionario. Es tradeunionista, revisionista, socialdemócrata, reformista. El sindicalismo revolucionario escoge la Nación como motor de la revolución. Se abandona pues la idea de la huelga general.

                La dialéctica de Estados es superior a la lucha de clases. El fascismo va a orientar por la guerra el motor de la Historia. Aparece el mito de la violencia, de la guerra revolucionaria.

 

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