martes, 5 de abril de 2016

¿Para qué sirven los consejos escolares?


 

         La LODE, ley social-progresista del PSOE organizaba en aquel año de 1984 en los Institutos de Enseñanza Media una especie de Consejos Revolucionarios del Pueblo. Los socialistas desconfiaban del saber y preferían el criterio del vulgo y de los alumnos a la hora de confiar el control de la enseñanza. Tengo que decir en este punto  que nuestra época se caracteriza por entre otros rasgos, el desprecio al saber objetivo, a la excelencia y por el amor a las opiniones subjetivas, no importando de dónde vengan ni quién las profiera, independientemente de su grado de veracidad, consistencia y objetividad.

         Los Consejos Escolares contienen a profesores, alumnos y padres concebidos todos ellos como integrantes de una idílica y armónica comunidad escolar de intereses. Sin embargo, me permito discrepar de tal afirmación. Los intereses de padres y de alumnos son pasajeros, particulares: se trata de terminar, aprobar y marcharse. Así, son jueces y parte en todo el asunto de la enseñanza y buscan entonces satisfacer sus particulares fines e intereses y todo ello aunque los disfracen de presuntos fines superiores. Los socialistas concibieron los consejos escolares como una forma de ir difundiendo su basura pedagógica krausista entre la masa. También querían desarticular la oposición de los institutos a sus atropellos y desmanes mediante el conocido expediente de divide et impera. Fue y ha resultado ser este invento, este juguete, un excelente medio de formación de opinión progresista entre la masa. El progresismo ha calado en la sociedad española a través de los consejos escolares. Además, el ser miembro de un consejo escolar da una sensación de poder tal a las masas que inopinadamente se ponen a jugar con el juguetito a ser tiranos sin tener que ser responsables de sus actos ante nadie, pues no están bajo el control del MECU tales sujetos presuntamente racionales. Con el juguetito que les ha concedido su gracioso amo de la finca dan rienda suelta a sus prejuicios ideológicos y claro está, el precio que hay que pagar por ello es la demagogia progresista, resultado natural de semejantes desatinos: No se puede contrariar ni a los papás ni a los alumnos, meros instrumentos de los papás, que son quienes les pagan y manipulan para lograr sus propios fines: poder social, influencia, vanidad, engreimiento, caciquismo, aprobados generales, cargos municipales, clientelismo sindical, etc. Lo peor es que las corruptas burocracias sindicales coparon desde su creación los consejos escolares para ejercer su poder e influencia al servicio del PSOE. Hace falta ser un ocioso como D. José Antonio Romero Merino, pensionado en el Consejo Escolar del IES “Butarque” de Leganés (Madrid) desde 1993 hasta 1999, un verdadero parásito social, para preocuparse tanto, obsesivamente, de lo que ocurre en un instituto, hasta el punto de que tales sujetos son un verdadero peligro para la enseñanza y tal institución, los consejos escolares son un maravilloso instrumento de control político, ideológico y pedagógico del profesorado, llegando incluso, en ocasiones a arrogarse funciones de inspección educativa y de la dirección de renovación pedagógica con la complicidad activa o pasiva de la Administración y de profesores, jefes de estudios y directores de institutos. Estas criaturas bastardas son un verdadero peligro para la libertad. Quiero decir con esto que se creen que son los amos de la finca escolar y que algunos institutos progres han caído en la demagogia complaciente con los padres y con los alumnos, animándolos a protestar, denunciar y presentar problemas sistemáticamente, sabedores padres y alumnos de que a ellos no se les van a exigir responsabilidades y que permanecerán impunes.

         La función pública es el compromiso de por vida del funcionario con el servicio público, por el interés general. Su relación laboral no es mercantil. El funcionario es quien ejerce dentro del Estado la autoridad principal y quien mejor expresa la misión del Estado. Servidor y dueño del Estado, en él se realiza lo universal. En primer lugar, porque es imparcial y desinteresado. Los ciudadanos comprenden que la competencia y la imparcialidad de los funcionarios realizan la unidad de la sociedad en la comunidad organizada. En segundo lugar porque el funcionario representa el interés general garantizado por el sistema racional, objetivo, imparcial, meritocrático de acceso a la función pública, las oposiciones según méritos intelectuales sobradamente demostrados. Por tales razones el verdadero poder en el instituto debería recaer en el claustro de profesores. Los padres deberían estar a unas cuantas leguas de los institutos. Efectivamente, el bien público es incompatible con la demagogia y con las intromisiones ilegítimas en el trabajo de los profesionales. Enseñar algo a alguien, educar a alguien en algo nada tiene que ver con la democracia. Democracia es un procedimiento político de designación de gobernantes por sufragio universal y por regla de la mayoría. Es abusivo utilizar el adjetivo “democrático” aplicándolo y extrapolándolo a otras esferas que nada tienen que ver con la esfera política. La enseñanza, la educación es un proceso unidireccional, asimétrico, qué se le va a hacer. Utilizar aquí, en la educación, el adjetivo “democrático”, no deja de ser algo ideológico y carente de sentido, algo vacío que no se sabe muy bien qué significa.

         LODE, LOGSE y LOPEGCE son los tres grandes pilares de la corrupción socialista en materia de enseñanza. El bachillerato gracias a sujetos tales como Rubalcaba, Maravall, Marchesi y otros advenedizos está en ruinas. Las APAS, supliendo a la Inspección colaboran con la degradación de la enseñanza. ¿Qué les importa a los padres el estado de la física cuántica? ¿Se preocupan de la historiografía disponible en el Instituto acerca del Antiguo Régimen?¿Se preocupan acaso de si el profesor de griego explica bien a Píndaro? NO, sólo del número de suspensos y de si los profesores hacen exactamente lo mismo unos que otros y de si aprueban los alumnos la selectividad en ciertas asignaturas o no. También a veces disfrazan persecuciones ideológico-políticas de denuncias pedagógicas. Se pretende silenciar la libertad de cátedra y la de expresión utilizando los servicios de la Inspección educativa e intrigar constantemente para envenenar el clima de convivencia de los centros escolares. Los cálculos del número de suspensos y aprobados, etc., no son más que vulgares cálculos de tendero pequeño burgués decadente y adocenado. Cálculos de quien desprecia la excelencia, la lucha, el esfuerzo y prefieren la mediocridad general del aprobado “democrático” para dar gusto al vulgo hablándole en necio. El suspenso ha quedado en los últimos años desterrado de facto de las calificaciones. Es malo suspender a los ignorantes. Entonces ¿Qué pintan las APAS en todo esto? Su función es luchar por el aprobado de sus hijos y los Consejos Escolares les sirven para darse ínfulas de vanidad e importancia. Es una forma de hacer política de campanario de ser líderes de tres al cuarto en algunos municipios donde reina el clientelismo progresista más descarado. También puede ser tal actividad de intriga política y moral una forma de entretener el tiempo, tan tediosa es la sociedad. Los institutos funcionarían mejor sin tales intromisiones injustificadas pensadas como correctas desde la óptica del progresismo barato del PSOE y sus satélites morales. Claro, que el PSOE tenía por aquellos años vocación de permanencia eterna en el poder, como el PRI mexicano. Los votos cantan. Tú me votas y yo te apruebo. ¿No es esto una forma de corrupción, aunque sea tolerada, consentida y admitida socialmente? ¡Qué tiempos éstos cuando hay que defender la verdad y la honradez con largas y potentes argumentaciones! ¡Qué tiempos cuando hay que defender y demostrar lo evidente! En conclusión, los consejos escolares no sirven para nada bueno, no aportan nada nuevo, empobrecen la enseñanza y estorban un funcionamiento más ágil de los institutos aparte de fomentar la demagogia y las intromisiones gratuitas de algunos indocumentados e impresentables en las nobles tareas de la difusión del conocimiento objetivo.

 

Felipe Giménez , Leganés, 28 de enero de 2000.

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