martes, 12 de abril de 2016

Cinismo

Podemos decir que el verdadero fundador del cinismo fue Diógenes. Antístenes fue simplemente un precursor. Antístenes ya iba muy descuidado en el vestir desde luego. No le importaba de Sócrates más que la virtud, la autosuficiencia.
Antístenes daba clases como sofista y cobraba y lo hacía en el gimnasio Kynosarges (sepulcro del perro). Se burlaba de la democracia ateniense. Le proponía que nombraran caballos a los burros por votación democrática. El sabio no busca la popularidad, sino que más bien obra al contrario. La impopularidad es un bien. Todas las cosas del mundo pertenecen al sabio. El sabio está por encima de la ley. Antístenes se dejaba crecer la barba, usaba alforja, un sencillo manto de estameña, doblado y bastón. Los cínicos a partir de Diógenes vivían como mendigos, al aire libre, realizando en público las labores de Ceres y de Afrodita. Se autodenominaban Perros, kynikoi, cínicos.
El ideal del sabio ya a partir de Diógenes es la autosuficiencia. Su ideal es la vida natural y sin Estado, sin instituciones, sin familia, con amor libre y comunismo de mujeres y de hijos y sin el cuidado por lo tanto de la educación de los hijos. Todas las instituciones sociales fueron objeto de su crítica.
Lo único que conservamos de ellos son sus chistes y anécdotas. Inventan la literatura burlesca y un nuevo género literario, la diatriba.
Para los jóvenes prudencia, para los viejos, consuelo, para los pobres riqueza y para los ricos ornato. La felicidad radicaba en la autarquía, en la autosuficiencia del sabio.

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