Uno de los tópicos que últimamente no son tratados con frecuencia en
la filosofía de nuestro tiempo (si es que así merece ser llamada, lo que yo
dudo) es el tema del ateísmo. El ateísmo, su tema, su cuestión siguen siendo
línea demarcadora entre unos y otros en filosofía y política y ello por
mucho que algunos ideólogos interesados se empeñen en desterrar tales temas
al baúl de los recuerdos del siglo XIX. El irenismo es el peor enemigo de la
filosofía. La filosofía no tiene nada que ver con el consenso, sino más bien
con la guerra, con la polémica. De modo que con este artículo pretendo ser
polémico y mi posición será contraria al agnosticismo y al teísmo.
Aclararé de entrada que no son lo mismo ateísmo que impiedad. El
ateo niega práctica y teóricamente a Dios o a los dioses. Es un término
relativo. Se es ateo respecto de algún Dios o dioses. La impiedad en cambio
es la negación teórica y práctica de la religión. El caso de Aristóteles es
a este respecto paradigmático para entender mis afirmaciones. Aristóteles
sostiene que hay un Dios (El acto puro) pero niega práctica y teóricamente
la religión (el acto puro ni oye, ni ve, ni sabe nada de nada, salvo de sí
mismo, por lo que las oraciones y plegarias no sirven para nada y con ello,
la religión es trascendentalmente imposible en Aristóteles). Así,
Aristóteles sería teísta pero impío.
Después de Spinoza, Kant, Marx, Feuerbach, Nietzsche, Sartre, Freud,
G. Bueno, la teología escupe sangre por la boca. La religión ha recibido ya
los suficientes palos como para que se mire con desconfianza al que la
practica y respeta así como para no considerar seriamente al que aún cree en
Dios.
Las pruebas de la existencia de Dios de la filosofía clásica se han
mostrado como falaces. La Ontología no necesita a Dios. La Cosmología
tampoco necesita a Dios, la Psicología rechaza el concepto de alma. La
Teología es una pseudociencia ideológica al servicio de intereses
eclesiásticos que nada racional puede ofrecernos. La Ciencia prescinde de
Dios. La ética no necesita de Dios para autofundamentarse desde Spinoza y
Kant. Entonces ¿Para qué sirve Dios hoy día aún? ¿Para dar sentimientos de
tranquilidad y de esperanza y paz espiritual? Muchos fármacos consiguen
producir esos efectos en el sistema nervioso central sin tanto aparato
místico. La función de Dios hoy, así como la de la religión es perpetuar la
opresión, favorecer la comodidad y la tranquilidad al precio de la
estupidez. La religión consuela al pueblo y da seguridad, esperanza, al
precio de la necedad y de la neurosis obsesiva. Es el perpetuamiento
voluntario de la culpable minoría de edad de la que habló Kant en "¿Qué es
ilustración?" (1784) Aún queda mucho para que la gente se percate de que ya
está cortada desde hace mucho tiempo el último ancla de toda esperanza y de
que como muy bien señaló Nietzsche en el siglo pasado, Dios ha muerto y lo
hemos matado nosotros para asumir con entera libertad nuestro destino y para
dar un sentido autónomo a nuestras vidas en un horizonte emancipatorio y
racionalista.
Por ello, no tiene sentido un partido religioso de izquierdas???.
¿Qué tiene que ver el materialismo histórico con el Espíritu Santo? Sólo un
partido de izquierda roja, ateo, ilustrado, racionalista, impío es para mí
una garantía de claridad y coherencia de principios. Los creyentes que
quieran que colaboren pero que sepan que no estamos dispuestos a sacrificar
nuestros principios para darles gusto a ellos.
Izquierda es igual a socialismo más racionalismo y el racionalismo y
la religión mal avenidos están. La fe es irracional, arbitraria y ya carece
de todo fundamento. Para alguien que quiera liberar al hombre de sus temores
y angustias y esperanzas, la religión ha de estar lejos, fuera de su
proyecto emancipador. Por eso es por lo que no es ninguna tontería hoy aún
delimitar filosóficamente entre ateos y teístas.
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