Cristina Cifuentes era y es una mujer sin importancia y su falta una falta sin importancia. La corrupta universidad le dio un título académico falso de un máster que parece ser que no realizó. Ella ha sido declarada culpable por el vulgo, los periodistas y el Régimen de 1978 a través de su corrupta clase política. Como no quería dimitir, ha sido forzada a dimitir por un video en el que parece ser que sustraía unas cremas hidratantes. Algo vacuo y sin importancia, pero claro: Se había decidido expulsarla de su carrera política. No hay nada como las cloacas policiales del Gobierno para hacer informes y vídeos para deshacerse de los adversarios políticos incluso los del propio partido. Fouché inventó esto pero ahora hay más medios técnicos para realizar estas operaciones en el seno de una clase política cuyos miembros mayoritariamente tienen pecados privados, vicios privados pero no virtudes públicas por lo demás.
Cristina Cifuentes fue utilizada para descabezar a Esperanza Aguirre y desmontar el PP madrileño. Luego ya no era útil y se ha prescindido de ella. No siento ninguna lástima o piedad por ella. Entre otras cosas legisló la ley del marica y de las perversiones sexuales afines para imponer la ideología de género en las aulas, colegios e institutos tendrían y tendrán que soportar el adoctrinamiento LGTB obligatoriamente y quien no comulgue con esas ruedas de molino de mierda será sancionado, castigado. De hecho ha habido ya sanciones para personas y profesores que no comulgaban con esa ideología basura y que lo dijeron públicamente. Fueron castigadas por estos enemigos de la libertad crecidos al amparo del Régimen de 1978. Así que ningún lamento emitiré por la suerte de Cristina Cifuentes. El castigador castigado. Venganza poética.
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