sábado, 16 de noviembre de 2024
Ego trascendental 2. Basilisco 40
El Ego Trascendental. Basilisco 40, 2009.
Hay una profunda afinidad entre la idea de mapamundi y la Idea de Ego Trascendental. El mito del mapamundi nos sirve para aproximarnos a la Idea de Ego Trascendental y por lo tanto a su determinación, a sus límites. Además, ocurre que precisamente resulta imposible hablar del Ego Trascendental sin involucrar la idea de un mapamundi.
El Mundo (Mi), desde el materialismo filosófico, desconoce por completo el Ego trascendental. El Ego trascendental no es la conciencia o autoconciencia del Mundo. Como mucho es la conciencia demiúrgica del mapa del Mundo implicada en el materialismo filosófico, que toma como campo al Universo, y sólo en función de Mi a la materia ontológico general M. Este sistema filosófico denominado materialismo filosófico es el resultado del sujeto histórico que lo traza y que por ello mismo desempeña el papel de demiurgo del mapa filosófico.
Siempre el materialismo filosófico trata de evitar el cosmismo. El universo en el que nos movemos es un universo antrópico, en todo caso desde el principio antrópico débil considerado. E es la conciencia de un sistema del mundo que es antrópico. Desde la perspectiva del materialismo filosófico el ego trascendental no es la conciencia del demiurgo divino del universo, sino la conciencia del demiurgo del mapamundi de la realidad. Es la conciencia filosófica frente a otras conciencias parciales del Mundo.
Si el Ego Trascendental E es idéntico a Mi en cuanto contradistinto de M lo será en la medida en que E pueda ser reinterpretado como un contenido del Mundo (En la intersección de M1, M2 y M3, y en su oposición a M.
M se define en función de E. E= Mi. Momento positivo, afirmativo.
{E= (M1∪M2 ∪M3)=Mi} ∧{¬E=(¬M1 ∪¬M2 ∪¬M3)=¬Mi}
La idea de Materia ontológico general (M) se dibuja desde la idea de un Ego Trascendental que envuelva al Universo (Mi). La materia M es pura negatividad desde la perspectiva del ordo cognoscendi. Pero M no se reduce al horizonte del ordo cognoscendi, el Ego; implica dialécticamente ordo essendi yba posibilidad plural infinita que prefiere antes la denominación de Materia ontológico general que la denominación de Ser por su carácter idealista y metafísico.
El Ego es la mediación entre la Ontología especial (el universo finito) y la Ontología general (realidades que rebasan el universo, no agotado por la perspectiva antrópica).
El primum cognitum del materialismo filosófico no es el Ego E ni la Materia M. El punto de partida del materialismo es el Universo, el mundus adspectabilis. Las ideas cardinales del materialismo filosófico pueden reducirse a tres (E, Mi, M). Ninguna de estas tres ideas constituye un primum cognitum primero absoluto, porque todas son primeras con respecto a las demás.
Dentro de la ontología especial el Ego significa categorialmente. Es el Ego categorial (E, Mi). Las acepciones del Ego más orientadas hacia la Ontología general son las acepciones del Ego trascendental (E, M).
El Ego E del sistema del materialismo filosófico asume su papel de Ego trascendental porque ese Ego se define en función de Mi (Universo) y, por tanto (puesto que Mi como universo totalizado finito presupone necesariamente a E como sujeto operatorio de la operación totalización), en función de M (Materia ontológico general). La Materia M es el reverso de un universo finito pero ilimitado,
Si definimos a E en función de M (como totalidad de M1, M2, M3), tenemos que aceptar que Mi, aun trascendiendo a E, está dado morfológicamente en relación a él. El universo es antrópico sin caer en el idealismo por eso.
(E⊂Mi)⋀(Mi⊂E) Relaciones entre E y Mi
Esto es así E=Mi. E es la materia M como sujeto. Sin embargo Mi y E nos e agotan en su igualdad recíproca. Ahí está M, la materia ontológico general que desborda a Mi. El Ego trascendental implica la naturaleza antrópica del Universo porque el materialismo filosófico parte del Universo. Se entiende, claro está que es un universo contemplado desde el principio antrópico débil.
Gustavo Bueno sostiene la tesis de la naturaleza antrópica del universo en la medida en que este universo sea considerado como el campo propio de investigación del materialismo filosófico. El universo está dado a esacla del cuerpo humano (del sujeto operatorio moldeado por la cultura a la que pertenece). Esto no es idealismo porque el sujeto corpóreo operante está él mismo conformado en este universo.
Además la idea misma de una escala antrópica que el materialismo opone al idealismo –asunción por parte de Gustavo Bueno del principio antrópico débil- sólo puede establecerse desde la idea de una materia ontológica general M que permita eliminar la concepción del Universo absoluto, sin por ello caer en el nihilismo. Un universo antrópico es una idea que implica la ontología general, mientras que el antropomorfismo es una idea crítica dada en el marco del Universo antrópico, cuando en él nos atenemos a las relaciones diaméricas entre partes del mismo.
Mi cubre la totalidad del Universo finito visible, la conclusión que se impone es esta: que el universo visible (Mi) no agota la integridad de los elementos o contenidos dados en él. O, lo que es lo mismo, que los elementos o contenidos del Universo no se agotan en su condición de tales elementos o contenidos del Mundo. Ellos constan, además, de contenidos que desbordan el Mundo, los cuales no son representables por clases, dado que hemos supuesto que Mi contiene todas las clases conceptualizables. Esta es la razón para llamar a tales contenidos del mundo Mi en sus momentos desbordantes de este Mundo Mi, contenidos de una Materia ontológico general (M) que ya no hay que concebir como pura negatividad ontológica (puesto que su negatividad es puramente gnoseológica).
Esta materialidad M es envolvente de un Mi, que a su vez constituye algo así como una fase suya, implica por tanto la totalidad de Mi no sólo en el proceso de reunión de sus géneros, sino también la delimitación de la clase complementaria ¬Mi respecto de la clase finita Mi. Esta operación sólo puede entenderse atribuyéndola a un sujeto operatorio que se corresponde con E. El Ego trascendental E interviene en la totalización finita de Mi, en cuanto requiere el complemento infinito (negativo ) de esta totalidad M.
E resulta ser un eslabón imprescindible tanto para la constitución de la idea de Mi, como para la constitución de la idea de M. Es la mediación necesaria entre M y Mi.
La materia M, la materialidad es multiplicidad radical de partes extra partes y codeterminación, pero en sentido estricto o fuerte es la discontinuidad entre las partes o elementos de una pluralidad o multiplicidad dada.
Mi se nos manifiesta como el Universo en tanto se nos manifiesta a escala de M1, M2 y M3, es decir, a una escala antrópica. Lo que significa que los contenidos de Mi no agotan el Universo. Si Mi no queda agotado por M1, M2, M3, ello quiere decir que los géneros de materialidad actúan como filtros a través de los cuales la realidad se nos manifiesta como Universo visible. Y como M2 es coextensivo con la escala zoológica, esto quiere decir que Mi es la realidad en cuanto dada a escala zootrópica, y más en concreto, antrópica.
El mundus adspectabilis es una realidad que no es absoluta como aparecería para el realismo ingenuo o en actitud natural ni una realidad resultante de la proyección efectuada por nuestro propio cerebro. Es una realidad seleccionada o filtrada a escala zoológica o antrópica, con la notable distorsión que representa M2 al figurar como un componente más de Mi, aunque de hecho sólo afecte (hoy por hoy) a una mínima parte terrestre de Mi.
Esto significa que el Universo visible y tangible no procede de M2 ni de M1, ni por lo tanto de M3, sino de otros componentes de la realidad, ya se den en Mi ya se den al margen de él. Por eso hablamos de M. Las preguntas cosmológicas sobre el origen del Universo son capciosas porque suponen que el espacio y el tiempo es de algún modo anterior y exterior a la materia misma del mundo real.
Pero cuando asociamos necesariamente el espacio a M1 y el tiempo a M2, es decir, a los contenidos efectivos de nuestro universo (Mi), la respuesta a las preguntas sobre el origen del universo o sobre qué había antes de su origen y qué hay fuera del Universo finito aunque ilimitado, es evidente que deben ser contestadas diciendo que Nada, nada categorizable.
M2 procede de M1, pero no por ello permanece en su seno, sino que lo desborda. Lo que nos obliga a recurrir a la anamorfosis y por lo tanto a M como fuente de donde brota M1 y luego a su través M2.
El Ego trascendental no es un primum cognitum, ni tampoco es un ego subjetivo o un conjunto particular de egos. Pero tampoco es un summum ontológico Su función es la totalización de M1, M2, M3 en M y a su través la función de eslabón entre Mi y M. Entre Mi y M hay una función o conexión circular efectuada por E.
La función de totalización de los tres géneros de materialidad que constituye la idea de Mi, universo visible, como campo de la filosofía, supone la realización de la operación lógica de construcción de su complemento lógico, de la clase negativa o complementaria ¬Mi, operación que nos conduce a la idea extensional de lo que no es Mi; por tanto, a una idea que no tiene por qué interpretarse como la clase vacía , sino como una denominación de una realidad indefinida o infinita que tampoco excluye enteramente, desde una perspectiva intensional, a la integridad de los contenidos intensionales de Mi.
No cabe totalizar Mi al margen de E, como si Mi fuese una totalidad finita dada por sí misma como la Naturaleza de Aristóteles. ¬Mi=M La totalización ha de tener en cuenta esta igualdad. Mi se nos manifiesta como la parte de M filtrándose a través de E, en la medida en que este E, en cuanto sujeto operatorio lógico mantiene la condición de sujeto corpóreo, porque sólo los sujetos corpóreos pueden interaccionar.
Los géneros de materialidad no son componentes del Universo dados en proporción equivalente: M2 alcanza en Mi una proporción desmesurada porque sólo afecta a una capa muy fina de la biosfera terrestre en comparación con las inmensas regiones galácticas contenidas en M1. No es un privilegio concedido arbitrariamente a M2. Es una cuestión de perspectiva. M2 es el género de materialidad que está más próximo al sujeto operatorio que organiza el Universo como Mi. Esto es la estructura antrópica del Universo.
E añade a los géneros de materialidad no sólo su totalización en Mi, sino también a través de M, la conexión antrópica de Mi con M. Por ello la tesis materialista de la estructura antrópica del Universo Mi no cae en el antropocentrismo ni en la metafísica del principio antrópico fuerte. El hombre es un cuerpo entre otros cuerpos. El hombre es la unidad de medida de todos los cuerpos.
E es, en cuanto actúa a través de un sujeto operatorio, la conciencia filosófica, que reúne en la unidad del Mundo (Mi) a los tres géneros de materialidad de los que se compone el Universo. Esta totalización está en enfrentamiento con M, con lo que no es Mi, como idea negativa en el terreno gnoseológico. Pero M es una materialidad ontológica positiva y no meramente abstracta como era la materia prima de Aristóteles. M es una materialidad trascendental, una materialidad ontológico general.
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