La
inferioridad moral de la sofística.
Ignacio Sánchez-Cuenca, “La
superioridad moral de la izquierda” Colección Contextos. Lengua de trapo y
CTXT, 2ª edición. Prólogo de Íñigo Errejón. Febrero de 2019. Editorial Lengua
de Trapo, Madrid. 114 páginas.
Íñigo Errejón afirma que
Podemos nació como un partido transversal, ni de derechas ni de izquierdas,
pero la realidad que hemos venido percibiendo es que pronto Podemos se decantó
hacia la izquierda populista leninista, hacia la izquierda terrestre, o sea,
antisistema, antiespaña. Esa es la realidad en la que devino Podemos.
Al reagruparse y resituarse
Podemos en la izquierda, no hace más que organizarse en una variedad de la
sofística: heredera de la vieja Sofística griega. Vean la sofística que utiliza
Podemos: “históricamente las posiciones que la izquierda reivindica serían
todas aquellas que, en términos actuales, identifican la democracia con el
poder de los cualquiera –Rancière: “la democracia no es ningún régimen de
gobierno, sino la manifestación, siempre disruptiva y conflictiva, del
principio igualitario”-.[1] Esto no es más que
palabrería sin sentido. Esto sólo tiene un significado psicológico-motivacional
y sentimental. La democracia está ligada al mercado capitalista pletórico de
bienes y a la propiedad privada y por lo tanto, es incapaz de acabar con la
desigualdad económica y social y tiene pues que conformarse con la igualdad
ante la ley. Si no definimos a qué igualdad nos referimos, qué parámetros la
gobiernan, estamos haciendo demagogia.
“La izquierda, en todo caso,
es una metáfora para agrupar a los partidarios de un orden más justo; es decir,
un vehículo para un fin”.[2] Todo así muy indefinido
para engañar al vulgo ignaro, con imágenes y metáforas de significado
indefinido. ¿Gran vehículo?-Mahayana ¿Pequeño vehículo?-Hinayana. ¿Por qué
habría de ser la izquierda la justicia? ¿Porque lo dicen acaso los demagogos
que nos dicen lo que debemos pensar y cómo debemos pensar?
¿Por qué la desigualdad económica y social es un mal? Eso de
que todo el mundo cobre igual y tenga igual patrimonio, belleza, inteligencia,
estatura y salud es utópico por imposible. La única igualdad posible y viable
es la igualdad legal. Y eso no tiene por qué ser injusto. Es real y es justo.
El Estado no tiene por qué ser Robin Hood, quitarles sus cosas a unos para
dárselas a otros que tengan menos. Tampoco el vivir sin trabajar y cobrar por
no se sabe muy bien qué razón es justo. Esto es pura demagogia, sofistería. Ni
es superior éticamente, ni moralmente ni políticamente ni es justo, por
supuesto. La izquierda, desde estas autorrepresentaciones emic aparece así como
sofística, una heredera de la sofistica griega, luego clerical medieval, luego
de la pedagogía. La izquierda es la gran sofística actual. Desde luego, menos
culta y hábil que la sofística de un Protágoras, Gorgias, Antifonte, etc.
Según Gustavo Bueno, el mito de la izquierda
consistía en que no había una única izquierda y en que izquierda se dice de
muchas maneras, que no había un formato univocista para hablar y definir la
izquierda. Por lo tanto, el abstraer las diferencias evidentes e inevitables y
establecer el concepto abstracto de izquierda ya sería suficiente para
descalificar el libro por mitológico y confusionario, amén de sofístico.
En el fondo, hablar de la
superioridad moral de la izquierda es apelar a la fe del carbonero. Este
sintagma está proferido desde la fe del carbonero. Se afirma en este libro que
las ideas de izquierda son moralmente superiores y lo dice sin el menor
empacho. Para empezar habría que distinguir entre ética y moral siguiendo a
Gustavo Bueno.
Luego viene la distinción
sofística entre ideas y personas. “No quiero decir con esto que las personas de
izquierdas sean moralmente superiores a las personas de derechas”[3] Y a Continuación formula
la siguiente aseveración: “Una cosa es la superioridad de ciertas ideas y otra
bien distinta las personas que las adoptan”.[4] Pero yo me temo que las
ideas determinan el carácter de las personas y sus acciones y las ideas de
izquierdas, particularmente las ideas comunistas han determinado verdaderas
aberraciones: mentiras, muertes, robos, delitos….El comunismo es la mayor
estafa del siglo XX por lo que prometió y por lo que ofreció.
Y por lo tanto, “las ideas
de izquierdas son superiores a las de derechas”[5] la cosa sigue ahí: “voy a
defender que el comunismo no es sino la proyección política, llevada al límite
de la intuición moral que late en el imperativo categórico kantiano. El
comunismo puede entenderse, efectivamente, como el reino político de los fines.”[6] Atacar el mercado es
locura y necedad. Atacar la propiedad privada es locura y necedad. Destruir una
sociedad con los costes económicos, materiales y humanos para edificar otra
desde los cimientos y confiar la realización de los fines a las generaciones
futuras como ideología aureolar que pide su realización en un futuro indefinido
es una estafa y por lo tanto lo que indica es precisamente su carácter
sofístico y su carácter inmoral…tanto desde el punto de vista ético como desde
un punto de vista moral.
La izquierda quiere
construir el hombre nuevo, el perfeccionamiento moral. La izquierda encubre con
palabrería sus fines políticos. Muchas veces es pura demagogia irresponsable lo
que los izquierdistas te ofrecen y a veces es pura delincuencia que utiliza la
política de manera instrumental.
La política para el
izquierdista es un proyecto de trascendencia de ir más allá del presente. Otro
mundo es posible afirman y parpadean de felicidad. Al final, sacrificios y la
apelación a la felicidad de las generaciones futuras. La política derechista se
sitúa en la inmanencia. Yo a eso lo llamo realismo político porque la derecha
ama y acepta la realidad y no pretende destruir las instituciones sociales de
la sociedad burguesa porque las considera correctas y razonables. Utopismo
frente a realismo diría yo. ¿Cómo va a ser moralmente superior el engaño, la
fantasía, la sofística al presente, a la realidad, la objetividad?
En el fondo, la izquierda
apela al sentimiento. Una política basada en sentimientos es una política que
lleva al caos. Del ansia de justicia tan extremo se llega a la más absoluta
esclavitud.
Sin embargo Sánchez-Cuenca
no tiene ningún inconveniente en afirmar que “Las personas de izquierdas tienen
una mayor sensibilidad hacia las injusticias que las personas de derechas y por
eso desarrollan un sentimiento de superioridad moral”.[7] Pero, ¿No habíamos dicho
antes que una cosa son las ideas y otra cosa son las personas? Entonces, ¿Cómo
se puede afirmar la superioridad moral de la izquierda a la vista de su
carácter sofístico y de su desfachatez intelectual derivada de su carácter
sofístico? Además Sánchez-Cuenca afirma que el tipo de ideología que uno adopte
depende del tipo de hombre que uno sea, vamos, que es una cuestión moral. Claro
que no aclara si es un asunto ético de normas distributivas para toda la
humanidad para todo individuo humano o normas atributivas para el grupo
nacional al que uno pertenezca.
Sigue sin demostrarse esa
presunta superioridad moral de la izquierda.. “El mayor idealismo moral de la
izquierda explica la recurrencia de sus conflictos internos, de sus rupturas y
escisiones”.[8]
¿No será eso acaso algo originado por el fanatismo de las izquierdas? Por lo
demás, Sánchez-Cuenca incurre constantemente en el mito de la izquierda. No hay
una izquierda. Hay muchas e incompatibles entre sí. Todo esto es rabulismo y
sofistería.
“En España, la gente de
derechas tiende a aborrecer el cine español, a aficionarse a los toros, a
asistir a misa y probablemente prefiera visitar el Museo del Prado antes que el
Reina Sofía.” [9]
En efecto las diferencias ideológicas se extienden más allá del ámbito
político. Se olvida el autor de que hay gente que se declara de izquierdas que
ama los toros y que va al Museo del Prado. Sobre el cine español, si es un cine
sectario, panfletario y progre, es lógico que sea aborrecido por mucha gente
que es de derechas.
“La izquierda, por tanto, se
caracteriza por una mayor empatía hacia los desfavorecidos y los oprimidos”[10] Pero las políticas de
izquierdas no resuelven nada e incluso empeoran la situación de los individuos
con menos ingresos. La izquierda sube los impuestos y eso retrae las
inversiones de capital con el consiguiente aumento del paro. La izquierda
favorece la inmigración masiva de lumpemproletariado internacional que degrada
la vida social, presiona a la baja los salarios y degrada los servicios
sociales: educación, sanidad, subvenciones amén de los problemas de
delincuencia y orden público. La derecha favorece el despliegue de las fuerzas
productivas y ello contribuye a disminuir el paro y a mejorar la vida de las
clases medias al disminuir los impuestos. La derecha está instalada en la
realidad de la sociedad burguesa y es más, ha adoptado las políticas
socialdemócratas del Estado del Bienestar. La socialdemocracia, la izquierda
más realista y compatible con la democracia y la sociedad burguesas ha
desaparecido muerta de éxito por la asunción de los conservadores de sus ideas
y políticas. La izquierda es perjudicial para los humildes. Ser de izquierdas
es un lujo que sólo se lo pueden permitir los ricos. El pobre lo que quiere es
que le dejen en paz y trabajar y ganar dinero.
Además, ¿Cómo puede hablarse
de superioridad moral de las izquierdas cuando no les preocupa el mantenimiento
de la unidad nacional en el caso español? ¿Proletarios de España desuníos?
Estar a favor de la secesión catalana o vasca es estar a favor de la
destrucción de España y eso a quien más perjudica es a los humildes, sobre todo
a los españoles hispanohablantes que viven en esos territorios sometidos a la
dictadura separatista y que están discriminados absurdamente por razón de
lengua y de origen y de convicciones políticas. Ahí la inferioridad moral de la
izquierda se manifiesta claramente. La izquierda prefiere destruir el Estado para
así al menos como premio de consolación reinar sobre los escombros de España.
Esa es la inferioridad moral, la vileza de las izquierdas con su demagogia y su
actitud antinacional. Este autor apoya la secesión catalana y utiliza el
lenguaje políticamente correcto y afectado de los progres: “Cuando el Govern de
Carles Puigdemont pasó de las palabras a los hechos, la derecha se escandalizó
ante la amenaza al orden constituido y apoyó sin ambages el uso de la fuerza
para evitar que el referéndum del 1-O tuviera lugar.”[11] Se dice Gobierno y
Carlos…Estamos en España, no en un reino catalán imaginario y quimérico al que
los izquierdistas y todos los progres conceden todos sus derechas al dar por
supuesto que un idioma minoritario deba usarse al menos con algunas palabras
para adular a los separatistas. La desfachatez intelectual es sostener que
España puede fragmentarse por un supuesto derecho de autodeterminación
establecido por los separatistas y sus cómplices de izquierdas.
La ideología es mi pastor,
nada me falta, exclama el izquierdista y eso le ahorra pensar, leer y estudiar
y argumentar. Está iluminado con la fe del carbonero. Por eso los izquierdistas
son fanáticos y establecen una suspensión teleológica de la ética convirtiendo
la enemistad política en enemistad personal. Son como los luteranos: la fe sola
les basta y les salva. Sola fides…Las obras no son necesarias. Es así como se
manifiesta esta fe política fanática y maniquea. Como consideran que la
sociedad burguesa no sirve y que sus instituciones, lenguaje, instituciones,
moral, ética son superestructuras, pues no tienen inconveniente en utilizar los
fines que sean convenientes para la revolución y para destruir el orden social
con los costes humanos y materiales consiguientes, considerando que la historia
los perdonará y que el bienestar de las generaciones futuras lo justifica y
redime todo.
“Los principios de la
izquierda se distinguen por una mayor sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno
o, lo que es equivalente, por unos niveles de empatía más altos.”[12]
La izquierda ha sido
terrorista en 1793, 1871, 1917, 1936, etc. Es que esa falsedad no se sostiene
en absoluto. Al revés…En nombre de la justicia absoluta se ha desembocado en el
terror absoluto. Las afirmaciones de Sánchez-Cuenca son sofísticas, falsas,
falaces. No se sostienen en los hechos sino en la autorrepresentación de la
izquierda como el bien absoluto. Tal vez como la utopía está tan lejos de las
limitaciones de los hombres por imposible, las recaídas de los hombres en la
inmanencia resultan monstruosas. Necesitan un fulcro en la realidad para
sostenerse y compensar lo disparatado de sus fantasías, bien el terror político
o bien los bienes inmobiliarios o mobiliarios. La corrupción de las izquierdas
es algo mucho más escandaloso que la de las derechas. La estafa de las
izquierdas es mucho mayor y más profunda y maligna. Ni las ideas de izquierdas
son superiores intelectualmente, ni moralmente y sus resultados son mucho más
inmorales aún. Al no tener pie en la realidad aparece el absurdo y tienen lugar
decisiones irracionales que no tienen en cuenta las más elementales verdades de
la ciencia política. El sufrimiento de clases enteras y de generaciones enteras
es el resultado de la presunta superioridad moral de la izquierda o izquierdas
mejor dicho. El voluntarismo no puede cambiar el mundo per se. Eso es infantil
y fanático.
Idealismo, voluntarismo,
sofística, cinismo, fanatismo son las características de las izquierdas, con la
excepción de la socialdemocracia y del liberalismo, que se han vuelto conservadores.
Sánchez-Cuenca por lo demás parece ignorar el fenómeno de la ecualización entre
la izquierda y la derecha posterior a 1945 en las democracias plutocráticas de
mercado libre pletórico de bienes, por lo cual, izquierda sería un partido o
partidos dispuestos a liquidar la sociedad burguesa y el consenso
socialdemócrata presente en España y en Europa. En España se trataría de
Podemos, cuya meta es la revolución y que sigue a pies juntillas la táctica leninista.
“La sociedad comunista
sería, desde este punto de vista, la realización más acabada y perfecta de
nuestro sentido de justicia.”[13] La igualdad real es
imposible y no es deseable. La única igualdad posible, real y deseable es la
igualdad ante la ley y vivir todos bajo el imperio de la ley pero con propiedad
privada y mercad libre. La propiedad privada es algo antropológicamente
trascendental. La carrera abierta a los talentos es deseable y desemboca en la
desigualdad real pero ello no es opresión ni injusticia alguna. Cada uno de
nosotros se hace a sí mismo, se elige a sí mismo. Somos los padres de nuestras
obras y somos los hijos de nuestras obras.
No hay pues ninguna razón
para que la izquierda o izquierdas crean en la superioridad moral de sus
ideologías, planes, programas o proyectos.
Sánchez-Cuenca, de paso
afirma que el comunismo es un proyecto universalista, mientras que el fascismo
es una ideología particularista, pero hay que recordad que la humanidad no
existe, sólo existen los hombres agrupados en Estados, en unidades políticas, en
naciones. El egoísmo sagrado, nacional es un imperativo de una sana política
realista y eutáxica buena y conveniente para el pueblo. Los recursos son
escasos, ergo tiene que haber economía y la generosidad tiene que ser
severamente restringida.
Entonces, una buena política
es realista, conservadora, patriótica, de derechas y una mala política es la
sofística izquierdista con razonamientos falaces y promesas imposibles y
catastróficas. La izquierda padece de hemiplejía de la virtud porque con sus
políticas perjudica al pueblo y sobre todo a los más desfavorecidos.
Felipe Giménez Pérez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario