viernes, 5 de octubre de 2018

La idea de ente


Formación y sentido de la idea de ente.

Duns Escoto sostiene que el objeto de la metafísica es el ens, el ente en cuanto ente. Sólo conociendo el ente en cuanto tal podemos conocer el objeto de la metafísica y el de la teología. El objeto de la teología es el ente infinito

Cuando aprehendemos cualquier realidad tenemos la certeza de que éste es un ente, aunque lo aprehendido sea dudoso; luego ente es un concepto distinto del que disponemos siempre. El ente es el último concepto ya que no es determinado por nada. Y por ser simple, es ente.

En la abstracción metafísica se abstrae de toda materia individual, sensible e inteligible, el ente en cuanto ente. No se trata de una abstracción total que ofrezca un concepto pobre e indeterminado, difuso, cuasi vacío; sino de una abstracción formal que nos procura la esencia del objeto que ha sido sometido a la abstracción. Además la abstracción metafísica abstrae de la singularidad material pero no de la existencia.

La problemática metafísica nace con Aristóteles. Aristóteles se pregunta por el ente en cuanto ente. La filosofía primera  es una consideración general del ente en común, en general. Este ente en común es un concepto universalísimo elaborado por el entendimiento llevando a su más alto grado la abstracción precisiva de todas las diferencias y diversificaciones de los entes existentes, desnudándolos de toda particularidad.

Considera así el entendimiento la única propiedad que aparece en todos los entes y que es la nota común y analógica del ser (el hecho de la pluralidad de los entes explica la pluralidad de categorías). Pero si prescindimos de todas sus diferencias y consideramos aquello en lo que fundamentalmente se asemejan, la pura formalidad de que son, haremos filosofía primera, ciencia del ente en cuanto ente y también y por lo tanto, ciencia de la substancia, puesto que las significaciones del ser la presuponen en primer lugar.

El concepto de ente es aplicable a todos los entes en cuanto que son entes. Es aplicable de manera analógica, no equívoca, porque todas las acepciones del concepto de ente guardan relación con un principio: la substancia. Todos los entes son o substancias o afecciones de las susbstancias. El sentido originario de ente corresponde a la substancia primera, es decir, al ente individual y real. El ente es para Aristóteles la realidad substancial.

La substancia no es un concepto predicable de nadie, ni un accidente, ni se predica de un sujeto ni está en él; deberá ser el sujeto mismo, éste hombre que se llama Sócrates. La substancia primera es el ente propiamente dicho, no es algo de otro ni algo en otro; es el objeto último de toda predicación y el fundamento de todos los accidentes.

La substancia individual está constituida por el acto. La substancia suprema es pues acto puro, por lo tanto la substancia es acto. La substancia es pues la forma. Como el ente es igual a la substancia individual, por ello es igual a la forma y a la esencia.

Según Santo Tomás de Aquino el ente propiamente dicho debe localizarse en la substancia. La ciencia del ser en cuanto ser es la ciencia de la substancia y de sus propiedades, sus principios y sus causas. La forma además hace a la substancia capaz de existir. Todo ente es lo que es en función de su forma y la forma es acto, el acto último en el orden de la substancialidad. Sin la forma no hay por lo tanto substancia, sin substancia nada que pueda existir, esto es, nada con existencia posible. Dice Santo Tomás de Aquino que ens est quod primum intellectus concipit  De veritate, q. 1 a 1c. y añadió que illud quod primo cadit sub apprehensione est ens S. Theol, II-1º q. XCIV a2..

Santo Tomás de Aquino desemboca más allá del plano aristotélico del acto sustancial. En el plano existencial  es en donde se dará un considerable avance en la consideración del ente. El existir, el actus essendi será un acto del ente.

La forma es el acto último que hace a la substancia capaz de existir. Pero hay que reconocer un nuevo acto (el ese) que pone a la substancia misma en la existencia. La forma hace a la substancia capaz de existir, pero hace falta el esse para existir.

Esta estructura de substancia y esse se compone de tres elementos: materia, forma y ese. De cara a la materia, la forma da el ser; de cara al esse lo recibe. Las substancias corpóreas constan de los tres elementos; las inteligencias finitas de las dos últimas; en Dios desaparece toda estructura porque es el ser necesario y es simple.

Si en Aristóteles las cosas se llaman entes en función de la substancia, en Santo Tomás de Aquino hasta la substancia se denomina ente por el esse.

Según Santo Tomás de Aquino hay distinción entre esencia y existencia pero la existencia no tiene exterioridad con respecto al ser A o ser B. No hay una esencia a la que se le añade un existir, sino que la esencia es esencia sólo por el esse.

Para Duns Escoto el ente en cuanto ente es sólo ente y nada más, ens. El ente puramente ente, el ens commune es el existente, el sujeto indeterminado de la existencia, toda esencia queda excluida. El sentido del ente es la exclusión del no ser.

El concepto del ente está obtenido y tiene un ser objetivo que, en el orden lógico es sujeto de todos los predicados, y en el ontológico fundamento de toda la realidad. Está absolutamente determinado, es lo primero inteligible, es lo más común. Por él y en él debemos conocer todo lo demás. El ens es lo más genérico.

El ens commune es el objeto del entendimiento humano mismo. Es el objeto de la metafísica. La naturaleza es algo indiferente a la singularidad y a la universalidad. El ens es lo más indiferente a la predicabilidad. El ens por ser indiferente es unívoco. Ens siempre significa lo mismo.

Toda determinación del ser, lo que hace al determinarlo es dividirlo; pepro aún así, esas determinaciones que se añaden como desde fuera al ser,  no pueden ser sino modos del ser mismo; en tal caso, esas determinaciones constituyen una división inherente al ser mismo, no extrínseca.

Cada sujeto está constituido como lo que es por una pluralidad de formalitates; cada constituyente esencial de una cosa  es una formalitas. Entre las diversas formalitates hay una distinción que no es real, ni tampoco lógica, sino precisamente una distinción formal.

La universalidad pertenece a la forma por cuanto es objeto del entendimiento, esto es: la universalidad pertenece propiamente no a la forma, sino a la species. La individualidad se explica no por la materia, como pretendían los que seguían a Aristóteles, porque la materia es indeterminación y la individualidad es la determinación última, la determinación que determina a ser esta cosa es la última actualitas rerum, a la que Duns Escoto llama haecceitas.

Francisco Suárez es ajeno a la noción tomista de acto puro, a la composición real de acto y potencia como fundamento de una diversidad radical entre los entes. Suárez piensa captar por una experiencia inmediata de orden psicológico, el concepto formal y objetivo de un ente indeterminado que no puede someterse, en razón de su simplicidad a la analogía de proporción, pero que tampoco es unívoco, ya que se concilia con la existencia efectiva de las diferencias (como las de substancia y accidente), de las que hace meramente abstracción, confundiendo su multiplicidad y no representando sino aquello en lo que coinciden y son de alguna manera semejantes.

Suárez admite que esta noción abstracta contiene la de ser uno en sí mismo, diversificado en sus inferiores ontológicamente, pero rechaza trasladar a lo concreto lo que no vale más que para el pensamiento e introducir en las cosas mismas distinciones formales. Para él las categorías aristotélicas conciernen a la sola esencia, es decir, a lo que permite conocer y definir al ente independientemente de su ser, pero considera la esencia como real por el mero hecho de no ser contradictoria. Lo posible, lo real, es lo no contradictorio. Mientras que para Santo Tomás de Aquino el término primero es el acto mismo de ser, del que todas las cosas  participan y que no participa de nada  (Quodlibet de anima, quaestio 6), que incluye, pues e incluso trasciende las esencias, de modo que los entes, virtuales o actuales, no son nada sino por su proporción con el esse, Suárez parece remitirnos a una noción abstracta del ens que contendría a la vez lo posible y lo real. Aunque rechaza la sustancialización de los posibles puros, niega que la esencia sea realmente separable de la existencia y la reciba como un agregado exterior.

Distingue la acepción de ente como nombre y como participio. Suárez localiza el ente en el ámbito de la esencia real o quididad. La esencia real se concibe como lo que no siendo contradictorio, ni fingido, ni quimérico, consiste únicamente en su aptitud para existir. Suárez no sólo es lo que es, sino que también es la condición o condiciones que hacen posible e inteligible todo ser. La doctrina del ente ha desembocado en un formalismo.

En Wolff el formalismo ontológico aparece muy claramente El ente es definido como todo aquello a lo que no repugna la existencia. (Philosophia prima sive ontologia, parágrafo 134. Definirá el ente a partir de la posibilidad o de la ausencia de contradicción. La posibilidad es, por su parte, principio de la esencia y ésta principio de la existencia.

La esencia da razón de todo lo que se da en un ente (atributos y modos). La existencia es un complemento de la posibilidad simple, complemento que no puede carecer de razón suficiente.

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