EL MATERIALISMO FILOSOFICO DE
GUSTAVO BUENO.
El materialismo filosófico es
una filosofía que lleva ya una trayectoria de más de cuatro lustros y tiene la
ventaja de que está escrita y pensada enteramente en español y que su autor
está todavía vivo. En resumen, es una filosofía reciente y muy original, pues
repiensa todos los temas clásicos de la ontología y la gnoseología.
1. La función de la filosofía.
La diferencia entre Ideas y categorías.
La filosofía es un saber de segundo grado. Esto significa
que presupone la existencia previa de otros saberes ya dados. La filosofía es
como la lechuza de Minerva: sólo levanta el vuelo al atardecer. La filosofía no
pretende conocer la realidad. Es esa una tarea específica de las ciencias. Sin
embargo, no por ello es la filosofía un saber vacuo, huero, adjetivo, muy al
contrario, la filosofía es un saber sustantivo. Su objeto lo constituyen las
Ideas. La Idea es antes una categoría que desborda su ámbito de aplicación y
cobra un significado trascendental, trasciende y rebasa su ámbito categorial
inicial. Las Ideas desbordan los ámbitos científicos, categoriales y los
recorren y atraviesan como hilos de una urdimbre. El tema de la filosofía es la
relación entre las Ideas y categorías. La categoría es un concepto científico,
que define el ámbito de esa ciencia y su campo de objetos.
Precisamente uno de los postulados o presupuestos
teóricos del materialismo filosófico es la afirmación de la conexión objetiva
de las ideas por encima e independientemente de la voluntad y de la conciencia
de los filósofos. Hay un orden eidético sistemático, arquitectónico de las
ideas. Este orden no equivale a un cosmos, a una armonía aproblemática,
monista. Monismo equivale a la postulación de un orden de la realidad
omnicomprensivo, a la hipostatización de la idea de orden, de unidad. El
monismo, como ya vio Platón en el Sofista 251-253, es dogmático y paraliza el
discurso racional. Si todo está unido con todo, no podemos conocer nada. Nada
se puede decir. Tampoco el extremo contrario, el nihilismo o atomismo es
deseable. Tal tesis afirma que todo está separado de todo. También esta vía es
intransitable para la filosofía. Platón nos dice que lo correcto es sostener la
symploké de los géneros de la realidad. La realidad está en symploké: ni todo
está unido con todo ni todo está separado de todo, sino como están entre sí las
letras de un idioma, hay conexiones y desconexiones. La función de la filosofía
es explorar la symploké de las ideas. La razón filosófica es una razón que se
mueve entre dos aguas: entre el monismo y el nihilismo. En este sentido, Bueno
obra como Kant: ni dogmatismo ni escepticismo.
Otro postulado de Bueno es la identificación entre
filosofía y materialismo. La razón filosófica es solidaria del materialismo.
Toda filosofía es materialista. Todo lo que la filosofía académica clásica
tiene de recuperable y asumible es materialismo. Conviene realizar una enérgica
reinterpretación de la historia de la filosofía desde la perspectiva del
materialismo filosófico.
La filosofía es un saber crítico, racional. También las
ciencias son racionales y críticas, pero su racionalidad crítica desfallece a
la hora de pensar sus propios fundamentos y su significado. En cuestiones
trascendentales, muchos científicos caen en el misticismo cuando no en una
"filosofía espontánea de los científicos" que casi siempre suele ser
el positivismo. La filosofía es necesaria como saber de segundo grado para,
como decía Platón, remontarse a las hipótesis y superarlas hacia un saber anhipotético,
las Ideas trascendentales que atraviesan los diversos campos categoriales
enlazándolos entre sí. El problema de la verdad no es un problema científico,
categorial, sino filosófico, trascendental.
La filosofía es una praxis que reflexiona sobre las
prácticas humanas y tiene una doble dimensión teórica y práctica que son
inseparables e ineludibles.
Siendo el objeto de la filosofía las Ideas y su relación
con las categorías, la filosofía se configura como "taller de las
Ideas" y se presupone una conexión estructural, symplokéctica de tales
Ideas y por lo tanto, la posibilidad de construir una geometría de las Ideas
mediante el doble y circular movimiento de regressus de los fenómenos hacia las
Ideas y progressus de las Ideas a las configuraciones fenoménicas, categoriales.
2. La ontología general.
El principal "descubrimiento" de Bueno, si es
que mediante tal término ha de ser designado es tal vez la distinción y
delimitación, en el seno mismo de la ontología, entre ontología general y
ontología especial. Gustavo Bueno lo que hace en tal respecto no es sino
retomar una vieja distinción escolástica, en concreto, de la filosofía de
Christian Wolff (1679-1754) quien distinguía entre Metaphysica generalis y
Metaphysica specialis, comprendiendo la primera el ser en general y la segunda
la psychologia rationalis, la cosmologia rationalis y la theologia rationalis.
Tal esquema metafísico fue triturado por la crítica kantiana de la metafísica
que realizó en la Dialéctica Trascendental de la razón pura en su obra "Crítica
de la Razón Pura".
La distribución trimembre de la ontología especial tiene
una importante función de superación del dualismo hegeliano y marxista entre
espíritu y naturaleza.
La ontología especial se ocupa de la materia
ontológico-general (M). Bueno rehúye de formular un sistema de filosofía
dogmático y metafísico al margen de la ciencia. En tal caso, el concepto de
materia ontológico-general no podrá ser un concepto genérico abstracto que se
distribuiría homogénea y uniformemente en sus géneros subalternos. La función
de (M) es esencialmente crítica. La materia ontológico general es un concepto
negativo, regresivo al que arriba la razón crítica filosófica trascendental.
Ejerce una función crítica, reguladora, prohibiéndonos caer en la metafísica.
En cuanto concepto positivo, la materia es pluralidad radical de partes extra
partes y progresa hacia los tres géneros de materialidad (M1, M2, M3)
constituyentes empírico-trascendentales del Mundo (Mi) ámbito de la ontología
especial. La materia ontológico-general se obtiene regresivamente por análisis
recurrente de las configuraciones fenoménicas mundanas, las cuales suministran
el material del que se nutre la crítica filosófica.
Además, la materia ontológico-general (M) no es nada
diferente del proceso histórico-crítico-filosófico de constitución de la
conciencia filosófica, que surge del mundo y de la inconmensurabilidad
dialéctica de sus partes integrantes. La conciencia filosófica o Ego
trascendental (E) no es nada diferente de la materia (M).
Se podría decir, comparándolo con Hegel, que E, la
conciencia es la materia en cuanto sujeto de sí misma. M sería el objeto. Es el
movimiento de la materia haciéndose simultáneamente objeto y sujeto de sí
misma. La materia es sujeto y objeto, pero tales no son sino uno y lo mismo. La
materia es a la vez conciencia filosófica, el movimiento histórico y las
condiciones materiales que hacen posible el filosofar sobre la materia y el
objeto mismo de ese análisis regresivo, esto es, la materia en cuanto objeto
del filosofar de la conciencia filosófica.
La materia no equivale al mundo. El mundo está incluido
en la materia ontológico-general pero no ocurre a la inversa. La materia
ontológico-general no está incluida en el mundo, lo rebasa
negativo-críticamente. La idea de materia desempeña el mismo papel que en Kant
desempeñaba el noúmeno. Es una idea reguladora crítica que nos impide caer en
el monismo, la contrafigura del materialismo. El materialismo se opone al
monismo. El monismo no es otra cosa que la hipostatización de la idea de
unidad, la cual es solidaria de la unidad del alma o espíritu. El monismo o
cosmismo, la afirmación del orden, del cosmos, de la finitud del mundo y de su
equivalencia al ser es solidario de la idea de espíritu. El monismo es
espiritualismo e idealismo. El idealismo es dogmático, el materialismo es
crítico. El materialismo es filosófico, el idealismo es metafísico. El
espiritualismo no es otra cosa que la hipostatización del estado gaseoso de los
cuerpos. También se opone el materialismo filosófico al materialismo vulgar
corporeísta o naturalismo. También este materialismo es metafísico y no es otra
cosa que la reducción de lo real al estado sólido de los cuerpos.
La función de la ontología general materialista es
esencialmente crítica, regulativa, impidiendo la recaída en el idealismo y en
el nihilismo. La filosofía nada entre dos aguas: el nihilismo o escepticismo y
la metafísica o idealismo.
El concepto de materia es negativo: negación del mundo,
regressus crítico-negativo, idea regulativa, noúmeno, concepto límite. Y es
positivo: radical pluralidad infinita de partes extra partes y codeterminación.
3 La ontología especial
materialista.
La ontología especial materialista trata del mundo. Es
ésta una ontología trimembre. El Mundo (Mi) consta de tres Géneros de
Materialidad. Esquemáticamente podemos analizar los tres géneros de
materialidad de la siguiente manera:
M1. Primer género de
Materialidad. Abarca los cuerpos exteriores. Son los objetos físicos. Se divide
en dos: la experiencia actual y la virtual o posible.
M2. Segundo Género de
Materialidad. Abarca los objetos de la experiencia interna, del fuero interno,
tanto del individuo como de la colectividad: fenómenos psíquicos, dolores,
pensamientos subjetivos, sensaciones cenestésicas. Son objetos internos. Es la
dimensión interna de la ontología.
M3. Tercer Género de
Materialidad. Son los objetos ideales. No son ni internos ni externos. Son
atópicos y acrónicos. Son los pensamientos objetivos, contenidos eidéticos o
Ideas.
La symploké define las relaciones entre los géneros de
materialidad de la ontología especial. Significa ello que hay semejanzas y
desemejanzas, conexiones y desconexiones, paralelismos e inconmensurabilidades
entre los géneros de materialidad. Los géneros de materialidad son inconmensurables
entre sí y son reductibles entre sí. Diríamos utilizando terminología de Frege,
que tienen distintos sentidos e idéntica referencia. No son sustancias que sean
diferentes y estén separadas o colocadas unas junto a otras como realidades diferentes.
Son dimensiones del mundo. La relación entre la materia y sus géneros es
idéntica a la relación en Spinoza entre la Substancia y sus atributos. Toda la
substancia es extensión. Toda la substancia es pensamiento. Ningún pensamiento
limita con ningún cuerpo. Lo mismo ocurre en Bueno con los géneros de
materialidad.
4. La gnoseología del cierre
categorial.
Gustavo Bueno elabora la teoría del cierre categorial a
principios de los setenta. Es esta una teoría de la ciencia materialista,
operacionalista, constructivista y circularista. La teoría del cierre
categorial se presenta simultáneamente como una teoría de teorías de la ciencia
y como una teoría de la ciencia. Es una teoría gnoseológica, quiero decir con
ello que es una teoría que sustituye la relación sujeto-objeto, que es
epistemológica, por una relación materia-forma. La gnoseología mueve sus
consideraciones en las coordenadas delimitadas por los conceptos conjugados de
materia y forma.
4.1. La teoría del cierre
categorial como teoría de teorías.
Inicialmente se configura como una teoría de teorías. Se
trata simplemente de encuadrar a las alternativas teóricas en el propio sistema
de alternativas o en las propias coordenadas teóricas. La potencia de una
teoría de la ciencia se mide en la potencia de su análisis gnoseológico y en la
capacidad de reducción de sus alternativas o rivales en un sistema completo y
definido por las propias coordenadas teóricas. Eso es precisamente lo que trata
de hacer la teoría del cierre categorial en cuanto teoría de teorías.
La forma canónica del problema gnoseológico de la teoríap
clásica o método hipotético-deductivo es la relación entre la teoría y la
experiencia. Desempeñando la teoría el papel de forma y la experiencia el papel
de materia. Así las cosas, caben cuatro familias gnoseológicas básicas de
teorías de la ciencia según la relación conjugada que mantengan estos dos
conceptos: materia y forma entre sí. Son: descripcionismo, teoricismo,
adecuacionismo y circularismo.
A) Descripcionismo. Reducción de la forma a la materia.
La ciencia se considera como descripción de la experiencia. La teoría
prácticamente no existe. Es colección de datos. Es el positivismo y el
neopositivismo.
B) Teoricismo. Reducción de la materia a la forma. La
ciencia es teoría que no necesita ser confirmada o verificada en la
experiencia. Es el falsacionismo de Popper: el contacto de la teoría con la
experiencia es negativo. Sólo se produce por el modus tollendo tollens. La
experiencia no confirma nada. Con Lakatos, ni siquiera existe contacto negativo
con la experiencia. Los hechos no pueden conseguir prohibir ningùn estado de
cosas. Las teorías son indecidibles entre sí fundándose en la experiencia. Nada
decide la experiencia con respecto a la validez de un programa de investigación
científica. Th. Kuhn: Los científicos que sostienen diversos paradigmas viven
en mundos diferentes. Los paradigmas son inconmensurables.
C) Adecuacionismo. Ambas, teoría y experiencia marchan en
paralelo. Sosteniéndose un isomorfismo entre ambas y una relación de adecuación
entre la teoría y la experiencia. Se sostiene una teoría de la verdad como
correspondencia. Aristóteles ya inició esta tendencia. Otros ejemplos actuales
son Mario Bunge, Stegmüller, Sneed, Ulises Moulines, etc.
D) Circularismo. Se pasa alternativamente de la teoría a
la experiencia y a la inversa. La teoría se relaciona consigo misma a través de
la experiencia y a la inversa. La relación entre teoría y experiencia es
diamérica. Hay una mediación mutua entre ambas. Un ejemplo es el circularismo
de P.K. Feyerabend (1924-1994). El circularismo de Feyerabend lleva al
escepticismo y al nihilismo.
La pregunta clave en este respecto es si es posible un
circularismo dialéctico constructivista que supere la aporía o razonamiento
apagógico de Aristóteles criticando a la posibilidad misma del circularismo.
Aristóteles mismo recorrió la senda circularista pero la rechazó.
"Diríamos por tanto, que Aristóteles conoció el camino circularista, pero
lo conoció como inviable en virtud de sus presupuestos adecuacionistas"Tiene
que haber principios puesto que hay demostraciones. Con tal afirmación se rompe
la posibilidad del circularismo. La respuesta de Bueno es afirmar la conexión
diamérica de teoría y experiencia en los materiales mismos de la experiencia estética,
tecnológica, constructiva y operativa. La racionalidad científica se halla en
el momento constructivo, operacional con los cuerpos materiales, estéticos.
4.2. La teoría del cierre
categorial como análisis gnoseológico de la ciencia.
Esta teoría afirma que la ciencia es un campo cerrado
definido por una categoría o concepto que define su campo o ámbito de
operaciones constructivas. Tales operaciones cierran categorialmente el campo y
lo convierten en un sistema cerrado en el cual los términos a que dan lugar las
operaciones permanecen enclasados en la categoría de referencia.
Se trata de considerar a la materia como interna al
proceso mismo de la construcción científica (que ya no podrá ser visto como un
proceso meramente proposicional). De esta manera el circularismo dejará de ser
un círculo vicioso por la incorporación de la materia a la forma de forma que
la racionalidad científica resida en la concatenación material de los
contenidos estéticos mismos. La necesidad viene dada en la misma recurrencia.
Si la concepción del adecuacionismo aristotélico quedaba bien representada por
la imagen del discurso, la concepción circularista de la ciencia viene
representada por la imagen de un torbellino, del vórtice que se forma en un mar
a partir de sus mismas moléculas y cuya forma se configura en virtud del mismo
movimiento del remolino. Abundando en estas imágenes: cada remolino (cada
unidad científica) aparecerá en puntos distintos del mar representativo de los
fenómenos. Algunos vórtices se mantendrán en mutuo aislamiento, otros
intersectarán, dando lugar a un torbellino más amplio. En nigún caso tiene
sentido aquí hablar de una ciencia única, unitaria.
Las ciencias proceden de las tecnologías. Las ciencias no
son un conjunto de proposiciones. El circularismo induce una toma de partido
ontológico a favor del materialismo. La necesidad de las conexiones que postula
es objetiva, pero no puede mantenerse más allá o independientemente de los
fenómenos, cuya existencia se nos muestra como contingente.
El saber científico es un saber categorial. La ciencia
procede por análisis, reducción y trituraciòn de un determinado sector, campo o
categoría de la realidad. Las ciencias son sectoriales.
Dentro de cada categoría cada ciencia llega a discriminar
ciertos elementos, términos o configuraciones que se hallan a la escala
adecuada y cuyo contenido o materialidad está suficientemente establecido pro
experiencias técnicas anteriores que han roturado ese campo. Estos términos
reciben una estructuración lógica mediante una combinatoria exhaustiva que
destaca las relaciones que existen entre ellos, reconstruyendo así, o
sintetizando la realidad que sirvió de punto de partida, e incluso sometiéndola
a una transformación sistemática mediante las operaciones pertinentes de una
comunidad de sujetos que, institucional y profesionalmente se dedican al
cultivo de dicho campo. Pero, aunque realizadas por sujetos, esas operaciones
constituyen un sistema cerrado, cuya característica fundamental es producir
nuevos términos que permanecen enclaustrados en la categoría de referencia.
Términos, relaciones y operaciones constituyen la
sintaxis interna de toda ciencia, una sintaxis
que puede aislarse formalmente, pero que no agota cabalmente el proceso de
construcción científica. La exigencia de una sintaxis interna excluye ya
ciertas representaciones empiristas que reducen la ciencia a una colección de
datos verdaderos.
Toda ciencia, además requiere referentes materiales
fisicalistas específicos, categoriales (semántica).
La dimensión pragmática de la ciencia es la ciencia como
actividad social, instituticional, organizativa.
Las ciencias operan con categorías. El cierre categorial
denota el momento histórico en que se constituye completamente una teoría
científica al cerrarse el sistema de categorías que utiliza, cierre que expresa
también el sistema de operaciones que, en cuanto actividad humana, han dado
origen a la ciencia en cuestión.
Esta concepción gnoseológica hace residir la racionalidad
(la justificación) en el contexto mismo práctico y material del descubrimiento
al entender la racionalidad como la organización que cobran los materiales
mismos estéticos de la experiencia operatoria, parte de los cuales materiales
precisamente serían ahora estos materiales, no menos estéticos y no menos
susceptibles de ser operados corpóreamente, que son los símbolos del lenguaje.
(materiales estéticos: corpóreos, perceptuales).
Para esta teoría circularista, materialista,
operacionalista y constructivista, la materia es algo que está presente en el
interior mismo del proceso formal cosntructivo (la forma lógica es la
interconexión de las partes materiales. Teoría formalista materialista. La
lógica y la matemática no son la forma de las ciencias, el órganon. Son ellas
mismas ciencias particulares al lado de las demás. Ellas tienen materia y forma
también.) La teoría del cierre categorial hace depender la forma de una ciencia
y su verdad de los nexos (o identidades sintéticas) que resultan del
entrelazamiento interno de las partes u objetos materiales producidos por la
actividad humana.
Para Bueno, las ciencias no se separan de las técnicas
radicalmente. Surgen de su desarrollo y de la necesidad que van imponiendo
éstas de delimitar campos. Los campos y no unos supuestos objetos, definirían a
las ciencias, las cuales, a su vez, no vendrían constituidas por todos
unitarios, sino que se conformarían mediante la agrupación más o menos
circunstancial, de teorías diversas.
Cada ciencia particular acota un campo de objetos
materiales, dados fisicalistamente a escala tecnológica. La actividad del
científico no consiste sólo en la composición de teorías, sino también en la
manipulación de hechos y realidades, pues no es posible construir teorías al
margen de la producción de realidades materiales. Así los condicionamientos
genéticos están materialmente implicados en el propio concepto de ciencia de
modo interno.
Las ciencias establecen relaciones entre los términos de
su campo y efectúan operaciones, que reconducen internamente de forma necesaria
y no gratuita, a otros términos del mismo, en virtud de la naturaleza material
misma de cada campo, que impone restricciones a la multiplicidad de términos y
combinaciones posibles. Äsí pues, la unidad de una ciencia es la unidad que va
estableciéndose en el mismo proceso operatorio, cuando el sistema de
operaciones es cerrado...El cierre categorial viene referido al sistema de
operaciones, no a cada operación por separado.
Hay una realimentación constante entre la gnoseología
general y la gnoseología especial. La definición de la idea gnoseológica de
ciencia debe hacerse partiendo del análisis de las ciencias particulares tal
como han quedado cristalizadas en instituciones culturales, procediendo de unas
a otras por recurrencia.
La gnoseología general se divide en analítica y
sintética. La primera toma como hilo conductor al lenguaje, en tanto que
representa, pero no agota la estructura lógica y objetiva de las ciencias.
Distinguimos tres ejes lingüísticos, sobre los que se distribuyen las partes
formales de las diversas ciencias, de acuerdo con las siguientes subdivisiones
que son: sintaxis, semántica y pragmática.
El eje sintáctico queda distribuido en tres secciones:
términos, relaciones y operaciones. El eje semántico se divide en tres
secciones: fisicalista, fenomenológica y ontológica. El eje pragmático en la
sección autológica, dialógica y normativa.
La gnoseología sintética recurre a las ciencia formales
como metro o patrón aplicable por recurrencia a otras ciencias. Se niega el
formalismo porque el privilegio de la forma no se debe a ningùn significado
oculto o platónico, sino a la sencillez tipográfica de los signos que
constituyen la materia de tales ciencias. El acoplamiento entre descripción y
teoría es en estas ciencias más interno que en ninguna otra. En rigor, no vale
la distinción entre ciencias formales (supuestamente tautológicas) y empíricas
(de hechos), porque toda ciencia es material.
Los contextos determinantes y determinados juegan un
papel decisivo, tanto para la demarcación de la ciencia respecto a otros
procesos operatorios constructivos no científicos (artísticos, tecnológicos)
como, sobre todo, ppara la determinación de los principios de las ciencias como
métodos internos de su cierre categorial.
El contexto determinado define un campo operatorio
abstracto cuya estructura analítica filtra o segrega aquellos términos,
relaciones y operaciones con las cuales resulta posible reconstruir
esencialmente las figuras características de partida. Toda ciencia se nos
presenta como campos empíricos organizados sintéticamente en formaciones y
figuras características. Esto es el contexto determinante. El contexto
determinado es el que resulta del análisis regresivo de esas figuras sintéticas
en sus constituyentes.
El quid diferencial reside en que cuando se toma la
estructura analítica del contexto determinado como punto de arranque,
convirtiéndolo así en determinante, la cosa no funciona y las figuras básicas
aparecen como gratuitas, porque a partir del campo abstracto en que
necesariamente se resuelven no se llega a reconstruirlas sin ciertas claves que
reconduzcan la construcción. Las claves son estrictamente gnoseológicas, a
saber: los principios de identidad que están presentes objetivamente en las
figuras sintéticas de partida.
¿Cómo distinguir las ciencias naturales de las
culturales? Mediante la oposición entre cierres flotantes y cierres fijos. Pero
la diferencia entre ambos grupos de disciplinas se dibuja mejor en términos de
las metodologías respectivas que en la práctica se llevan a cabo dentro de cada
grupo. El criterio epistemológico que distingue las ciencias de la naturaleza
de las ciencias de la cultura es correcto, porque en las primeras las
operaciones del sujeto gnoseológico deben ser eliminadas, mientras que en las
segundas, tal eliminación resulta a la postre meramente intencional. Las
ciencias culturales se caracterizan por lo que llamamos el dialelo
antropológico. Con todo, el criterio gnoseológico de más fina textura viene
dado por el hecho de que en todas las ciencias humanas aparecen dos tipos de
metodologías que tratan de reducirse una a la otra, pero nunca lo consiguen. Y
ello porque su campo se alimenta en gran parte de esa distinción entre
metodologías Alfa-operatorias y Beta-operatorias.
Las metodologías Beta-operatorias son todos aquellos
procedimientos por medio de los cuales se elabora científicamente un campo a la
misma escala de los componentes formales del sujeto gnoseológico que los
utiliza y metodologías Alfa-operatorias son aquellas en las que las operaciones
y demás componentes del sujeto gnoseológico han desaparecido factorizados en
componentes objetivos. Las ciencias naturales usan casi exclusivamente
metodologías Alfa-operatorias, mientras que las llamadas ciencias culturales
están siempre fracturadas internamente entre los partidarios de una u otra
metodología.
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