miércoles, 23 de marzo de 2016

El materialismo filosófico de Gustavo Bueno y la teoría de las categorías.



El materialismo filosófico es una filosofía que lleva ya una trayectoria de más de cinco  lustros y tiene la ventaja de que está escrita y pensada enteramente en español y que su autor está todavía vivo. En resumen, es una filosofía reciente y muy original, pues repiensa todos los temas clásicos de la ontología y la gnoseología.
1. La función de la filosofía. La diferencia entre Ideas y categorías.
            La filosofía es un saber de segundo grado. Esto significa que presupone la existencia previa de otros saberes ya dados. La filosofía es como la lechuza de Minerva: sólo levanta el vuelo al atardecer. La filosofía no pretende conocer la realidad. Es esa una tarea específica de las ciencias. Sin embargo, no por ello es la filosofía un saber vacuo, huero, adjetivo, muy al contrario, la filosofía es un saber sustantivo. Su objeto lo constituyen las Ideas. La Idea es antes una categoría que desborda su ámbito de aplicación y cobra un significado trascendental, trasciende y rebasa su ámbito categorial inicial. Las Ideas desbordan los ámbitos científicos, categoriales y los recorren y atraviesan como hilos de una urdimbre. El tema de la filosofía es la relación entre las Ideas y categorías. La categoría es un concepto científico, que define el ámbito de esa ciencia y su campo de objetos.
            Precisamente uno de los postulados o presupuestos teóricos del materialismo filosófico es la afirmación de la conexión objetiva de las ideas por encima e independientemente de la voluntad y de la conciencia de los filósofos. Hay un orden eidético sistemático, arquitectónico de las ideas. Este orden no equivale a un cosmos, a una armonía aproblemática, monista. Monismo equivale a la postulación de un orden de la realidad omnicomprensivo, a la hipostatización de la idea de orden, de unidad. El monismo, como ya vio Platón en el Sofista 251-253, es dogmático y paraliza el discurso racional. Si todo está unido con todo, no podemos conocer nada. Nada se puede decir. Tampoco el extremo contrario, el nihilismo o atomismo es deseable. Tal tesis afirma que todo está separado de todo. También esta vía es intransitable para la filosofía. Platón nos dice que lo correcto es sostener la symploké de los géneros de la realidad. La realidad está en symploké: ni todo está unido con todo ni todo está separado de todo, sino como están entre sí las letras de un idioma, hay conexiones y desconexiones. La función de la filosofía es explorar la symploké de las ideas. La razón filosófica es una razón que se mueve entre dos aguas: entre el monismo y el nihilismo. En este sentido, Bueno obra como Kant: ni dogmatismo ni escepticismo.
            Otro postulado de Bueno es la identificación entre filosofía y materialismo. La razón filosófica es solidaria del materialismo. Toda filosofía es materialista. Todo lo que la filosofía académica clásica tiene de recuperable y asumible es materialismo. Conviene realizar una enérgica reinterpretación de la historia de la filosofía desde la perspectiva del materialismo filosófico.
            La filosofía es un saber crítico, racional. También las ciencias son racionales y críticas, pero su racionalidad crítica desfallece a la hora de pensar sus propios fundamentos y su significado. En cuestiones trascendentales, muchos científicos caen en el misticismo cuando no en una "filosofía espontánea de los científicos" que casi siempre suele ser el positivismo. La filosofía es necesaria como saber de segundo grado para, como decía Platón, remontarse a las hipótesis y superarlas hacia un saber anhipotético, las Ideas trascendentales que atraviesan los diversos campos categoriales enlazándolos entre sí. El problema de la verdad no es un problema científico, categorial, sino filosófico, trascendental.
            La filosofía es una praxis que reflexiona sobre las prácticas humanas y tiene una doble dimensión teórica y práctica que son inseparables e ineludibles.
            Siendo el objeto de la filosofía las Ideas y su relación con las categorías, la filosofía se configura como "taller de las Ideas" y se presupone una conexión estructural, symplokéctica de tales Ideas y por lo tanto, la posibilidad de construir una geometría de las Ideas mediante el doble y circular movimiento de regressus de los fenómenos hacia las Ideas y progressus de las Ideas a las configuraciones fenoménicas, categoriales. El materialismo comenzó siendo monista y el materialismo pluralista apareció con Espinosa y ha logrado su máximo desarrollo teórico con el materialismo filosófico de Gustavo Bueno.
2. La ontología general.
            El principal "descubrimiento" de Bueno, si es que mediante tal término ha de ser designado es tal vez la distinción y delimitación, en el seno mismo de la ontología, entre ontología general y ontología especial. Gustavo Bueno lo que hace en tal respecto no es sino retomar una vieja distinción escolástica, en concreto, de la filosofía de Christian Wolff (1679-1754) quien distinguía entre Metaphysica generalis y Metaphysica specialis, comprendiendo la primera el ser en general y la segunda la psychologia rationalis, la cosmologia rationalis y la theologia rationalis. Tal esquema metafísico fue triturado por la crítica kantiana de la metafísica que realizó en la Dialéctica Trascendental de la razón pura en su obra "Crítica de la Razón Pura".
            La distribución trimembre de la ontología especial tiene una importante función de superación del dualismo hegeliano y marxista entre espíritu y naturaleza.
            La ontología especial se ocupa de la materia ontológico-general (M). Bueno rehúye de formular un sistema de filosofía dogmático y metafísico al margen de la ciencia. En tal caso, el concepto de materia ontológico-general no podrá ser un concepto genérico abstracto que se distribuiría homogénea y uniformemente en sus géneros subalternos. La función de (M) es esencialmente crítica. La materia ontológico general es un concepto negativo, regresivo al que arriba la razón crítica filosófica trascendental. Ejerce una función crítica, reguladora, prohibiéndonos caer en la metafísica. En cuanto concepto positivo, la materia es pluralidad radical de partes extra partes y progresa hacia los tres géneros de materialidad (M1, M2, M3) constituyentes empírico-trascendentales del Mundo (Mi) ámbito de la ontología especial. La materia ontológico-general se obtiene regresivamente por análisis recurrente de las configuraciones fenoménicas mundanas, las cuales suministran el material del que se nutre la crítica filosófica.
            Además, la materia ontológico-general (M) no es nada diferente del proceso histórico-crítico-filosófico de constitución de la conciencia filosófica, que surge del mundo y de la inconmensurabilidad dialéctica de sus partes integrantes. La conciencia filosófica o Ego trascendental (E) no es nada diferente de la materia (M).
            Se podría decir, comparándolo con Hegel, que E, la conciencia es la materia en cuanto sujeto de sí misma. M sería el objeto. Es el movimiento de la materia haciéndose simultáneamente objeto y sujeto de sí misma. La materia es sujeto y objeto, pero tales no son sino uno y lo mismo. La materia es a la vez conciencia filosófica, el movimiento histórico y las condiciones materiales que hacen posible el filosofar sobre la materia y el objeto mismo de ese análisis regresivo, esto es, la materia en cuanto objeto del filosofar de la conciencia filosófica.
            La materia no equivale al mundo. El mundo está incluido en la materia ontológico-general pero no ocurre a la inversa. La materia ontológico-general no está incluida en el mundo, lo rebasa negativo-críticamente. La idea de materia desempeña el mismo papel que en Kant desempeñaba el noúmeno. Es una idea reguladora crítica que nos impide caer en el monismo, la contrafigura del materialismo. El materialismo se opone al monismo. El monismo no es otra cosa que la hipostatización de la idea de unidad, la cual es solidaria de la unidad del alma o espíritu. El monismo o cosmismo, la afirmación del orden, del cosmos, de la finitud del mundo y de su equivalencia al ser es solidario de la idea de espíritu. El monismo es espiritualismo e idealismo. El idealismo es dogmático, el materialismo es crítico. El materialismo es filosófico, el idealismo es metafísico. El espiritualismo no es otra cosa que la hipostatización del estado gaseoso de los cuerpos. También se opone el materialismo filosófico al materialismo vulgar corporeísta o naturalismo. También este materialismo es metafísico y no es otra cosa que la reducción de lo real al estado sólido de los cuerpos.
            La función de la ontología general materialista es esencialmente crítica, regulativa, impidiendo la recaída en el idealismo y en el nihilismo. La filosofía nada entre dos aguas: el nihilismo o escepticismo y la metafísica o idealismo.
            El concepto de materia es negativo: negación del mundo, regressus crítico-negativo, idea regulativa, noúmeno, concepto límite. Y es positivo: radical pluralidad infinita de partes extra partes y codeterminación.
3. La ontología especial materialista.
            La ontología especial materialista trata del mundo. Es ésta una ontología trimembre. El Mundo (Mi) consta de tres Géneros de Materialidad. Esquemáticamente podemos analizar los tres géneros de materialidad de la siguiente manera:
M1. Primer género de Materialidad. Abarca los cuerpos exteriores. Son los objetos físicos. Se divide en dos: la experiencia actual y la virtual o posible.
M2. Segundo Género de Materialidad. Abarca los objetos de la experiencia interna, del fuero interno, tanto del individuo como de la colectividad: fenómenos psíquicos, dolores, pensamientos subjetivos, sensaciones cenestésicas. Son objetos internos. Es la dimensión interna de la ontología.
M3. Tercer Género de Materialidad. Son los objetos ideales. No son ni internos ni externos. Son atópicos y acrónicos. Son los pensamientos objetivos, contenidos eidéticos o Ideas.
            La symploké define las relaciones entre los géneros de materialidad de la ontología especial. Significa ello que hay semejanzas y desemejanzas, conexiones y desconexiones, paralelismos e inconmensurabilidades entre los géneros de materialidad. Los géneros de materialidad son inconmensurables entre sí y son reductibles entre sí. Diríamos utilizando terminología de Frege, que tienen distintos sentidos e idéntica referencia. No son sustancias que sean diferentes y estén separadas o colocadas unas junto a otras como realidades diferentes. Son dimensiones del mundo. La relación entre la materia y sus géneros es idéntica a la relación en Spinoza entre la Substancia y sus atributos. Toda la substancia es extensión. Toda la substancia es pensamiento. Ningún pensamiento limita con ningún cuerpo. Lo mismo ocurre en Bueno con los géneros de materialidad.
            Las relaciones entre la materia ontológico-general y los tres géneros de materialidad son complejas, dialécticas y circulares, pues M no consiste en la suma de los géneros de materialidad de Mi por medio de su trituración y autodestrucción efectivas. Así pues, en tanto que producto del regressus desde “lo que hay”, la Idea de Materia es una idea límite, crítica, negativa (la negación de que la Materia se agote en cualquier determinación positiva), de la que sólo tenemos un conocimiento negativo (que no es lo mismo que la negación de todo conocimiento). Porque la negación dialéctica brota en la relación de la materia cósmica consigo misma, cuando esa suerte de relación reflexiva y autocontextual alcanza ella misma la forma de una contradicción. Este proceso que nos recuerda al neoplatonismo, implica la existencia o presencia de una conciencia o Ego Trascendental (E), por cuya mediación la materia se piensa y se autoanaliza autocontextualmente. Se produce el regressus desde los fenómenos a las Ideas y el progressus desde las Ideas a los fenómenos, hacia la symploké de los diferentes géneros de materialidad. La instancia E juega un papel esencial en el materialismo filosófico y en su ontología pues supone un límite infranqueable, “trascendental”, que la crítica regresiva no puede rebasar, so pena de nihilismo o escepticismo. Pero además, hay un privilegio que tiene la corporeidad humana de E, a cuya escala se ajusta el mundo, consecuente con el materialismo, hasta el extremo de llegar a convertirla en punto de articulación entre los distintos géneros de materialidad.
4. La gnoseología del cierre categorial como ontología especial.
            Gustavo Bueno elabora la teoría del cierre categorial a principios de los setenta. Es esta una teoría de la ciencia materialista, operacionalista, constructivista y circularista. La teoría del cierre categorial se presenta simultáneamente como una teoría de teorías de la ciencia y como una teoría de la ciencia. Es una teoría gnoseológica, quiero decir con ello que es una teoría que sustituye la relación sujeto-objeto, que es epistemológica, por una relación materia-forma. La gnoseología mueve sus consideraciones en las coordenadas delimitadas por los conceptos conjugados de materia y forma.
4.1. La teoría del cierre categorial como teoría de teorías.
            Inicialmente se configura como una teoría de teorías. Se trata simplemente de encuadrar a las alternativas teóricas en el propio sistema de alternativas o en las propias coordenadas teóricas. La potencia de una teoría de la ciencia se mide en la potencia de su análisis gnoseológico y en la capacidad de reducción de sus alternativas o rivales en un sistema completo y definido por las propias coordenadas teóricas. Eso es precisamente lo que trata de hacer la teoría del cierre categorial en cuanto teoría de teorías.
            La forma canónica del problema gnoseológico de la teoríap clásica o método hipotético-deductivo es la relación entre la teoría y la experiencia. Desempeñando la teoría el papel de forma y la experiencia el papel de materia. Así las cosas, caben cuatro familias gnoseológicas básicas de teorías de la ciencia según la relación conjugada que mantengan estos dos conceptos: materia y forma entre sí. Son: descripcionismo, teoricismo, adecuacionismo y circularismo.
            A) Descripcionismo. Reducción de la forma a la materia. La ciencia se considera como descripción de la experiencia. La teoría prácticamente no existe. Es colección de datos. Es el positivismo y el neopositivismo.
            B) Teoricismo. Reducción de la materia a la forma. La ciencia es teoría que no necesita ser confirmada o verificada en la experiencia. Es el falsacionismo de Popper: el contacto de la teoría con la experiencia es negativo. Sólo se produce por el modus tollendo tollens. La experiencia no confirma nada. Con Lakatos, ni siquiera existe contacto negativo con la experiencia. Los hechos no pueden conseguir prohibir ningùn estado de cosas. Las teorías son indecidibles entre sí fundándose en la experiencia. Nada decide la experiencia con respecto a la validez de un programa de investigación científica. Th. Kuhn: Los científicos que sostienen diversos paradigmas viven en mundos diferentes. Los paradigmas son inconmensurables.
            C) Adecuacionismo. Ambas, teoría y experiencia marchan en paralelo. Sosteniéndose un isomorfismo entre ambas y una relación de adecuación entre la teoría y la experiencia. Se sostiene una teoría de la verdad como correspondencia. Aristóteles ya inició esta tendencia. Otros ejemplos actuales son Mario Bunge, Stegmüller, Sneed, Ulises Moulines, etc.
            D) Circularismo. Se pasa alternativamente de la teoría a la experiencia y a la inversa. La teoría se relaciona consigo misma a través de la experiencia y a la inversa. La relación entre teoría y experiencia es diamérica. Hay una mediación mutua entre ambas. Un ejemplo es el circularismo de P.K. Feyerabend (1924-1994). El circularismo de Feyerabend lleva al escepticismo y al nihilismo.
            La pregunta clave en este respecto es si es posible un circularismo dialéctico constructivista que supere la aporía o razonamiento apagógico de Aristóteles criticando a la posibilidad misma del circularismo. Aristóteles mismo recorrió la senda circularista pero la rechazó. "Diríamos por tanto, que Aristóteles conoció el camino circularista, pero lo conoció como inviable en virtud de sus presupuestos adecuacionistas"Tiene que haber principios puesto que hay demostraciones. Con tal afirmación se rompe la posibilidad del circularismo. La respuesta de Bueno es afirmar la conexión diamérica de teoría y experiencia en los materiales mismos de la experiencia estética, tecnológica, constructiva y operativa. La racionalidad científica se halla en el momento constructivo, operacional con los cuerpos materiales, estéticos.
4.2. La teoría del cierre categorial como análisis gnoseológico de la ciencia.
            Esta teoría afirma que la ciencia es un campo cerrado definido por una categoría o concepto que define su campo o ámbito de operaciones constructivas. Tales operaciones cierran categorialmente el campo y lo convierten en un sistema cerrado en el cual los términos a que dan lugar las operaciones permanecen enclasados en la categoría de referencia.
            Se trata de considerar a la materia como interna al proceso mismo de la construcción científica (que ya no podrá ser visto como un proceso meramente proposicional). De esta manera el circularismo dejará de ser un círculo vicioso por la incorporación de la materia a la forma de forma que la racionalidad científica resida en la concatenación material de los contenidos estéticos mismos. La necesidad viene dada en la misma recurrencia. Si la concepción del adecuacionismo aristotélico quedaba bien representada por la imagen del discurso, la concepción circularista de la ciencia viene representada por la imagen de un torbellino, del vórtice que se forma en un mar a partir de sus mismas moléculas y cuya forma se configura en virtud del mismo movimiento del remolino. Abundando en estas imágenes: cada remolino (cada unidad científica) aparecerá en puntos distintos del mar representativo de los fenómenos. Algunos vórtices se mantendrán en mutuo aislamiento, otros intersectarán, dando lugar a un torbellino más amplio. En nigún caso tiene sentido aquí hablar de una ciencia única, unitaria.
            Las ciencias proceden de las tecnologías. Las ciencias no son un conjunto de proposiciones. El circularismo induce una toma de partido ontológico a favor del materialismo. La necesidad de las conexiones que postula es objetiva, pero no puede mantenerse más allá o independientemente de los fenómenos, cuya existencia se nos muestra como contingente.
            El saber científico es un saber categorial. La ciencia procede por análisis, reducción y trituraciòn de un determinado sector, campo o categoría de la realidad. Las ciencias son sectoriales.
            Dentro de cada categoría cada ciencia llega a discriminar ciertos elementos, términos o configuraciones que se hallan a la escala adecuada y cuyo contenido o materialidad está suficientemente establecido pro experiencias técnicas anteriores que han roturado ese campo. Estos términos reciben una estructuración lógica mediante una combinatoria exhaustiva que destaca las relaciones que existen entre ellos, reconstruyendo así, o sintetizando la realidad que sirvió de punto de partida, e incluso sometiéndola a una transformación sistemática mediante las operaciones pertinentes de una comunidad de sujetos que, institucional y profesionalmente se dedican al cultivo de dicho campo. Pero, aunque realizadas por sujetos, esas operaciones constituyen un sistema cerrado, cuya característica fundamental es producir nuevos términos que permanecen enclaustrados en la categoría de referencia.
            Términos, relaciones y operaciones constituyen la sintaxis interna de toda ciencia, una sintaxis que puede aislarse formalmente, pero que no agota cabalmente el proceso de construcción científica. La exigencia de una sintaxis interna excluye ya ciertas representaciones empiristas que reducen la ciencia a una colección de datos verdaderos.
            Toda ciencia, además requiere referentes materiales fisicalistas específicos, categoriales (semántica).
            La dimensión pragmática de la ciencia es la ciencia como actividad social, institucional, organizativa.
            Las ciencias operan con categorías. El cierre categorial denota el momento histórico en que se constituye completamente una teoría científica al cerrarse el sistema de categorías que utiliza, cierre que expresa también el sistema de operaciones que, en cuanto actividad humana, han dado origen a la ciencia en cuestión.
            Esta concepción gnoseológica hace residir la racionalidad (la justificación) en el contexto mismo práctico y material del descubrimiento al entender la racionalidad como la organización que cobran los materiales mismos estéticos de la experiencia operatoria, parte de los cuales materiales precisamente serían ahora estos materiales, no menos estéticos y no menos susceptibles de ser operados corpóreamente, que son los símbolos del lenguaje. (materiales estéticos: corpóreos, perceptuales).
            Para esta teoría circularista, materialista, operacionalista y constructivista, la materia es algo que está presente en el interior mismo del proceso formal constructivo (la forma lógica es la interconexión de las partes materiales. Teoría formalista materialista. La lógica y la matemática no son la forma de las ciencias, el órganon. Son ellas mismas ciencias particulares al lado de las demás. Ellas tienen materia y forma también.) La teoría del cierre categorial hace depender la forma de una ciencia y su verdad de los nexos (o identidades sintéticas) que resultan del entrelazamiento interno de las partes u objetos materiales producidos por la actividad humana.
            Para Bueno, las ciencias no se separan de las técnicas radicalmente. Surgen de su desarrollo y de la necesidad que van imponiendo éstas de delimitar campos. Los campos y no unos supuestos objetos, definirían a las ciencias, las cuales, a su vez, no vendrían constituidas por todos unitarios, sino que se conformarían mediante la agrupación más o menos circunstancial, de teorías diversas.
            Cada ciencia particular acota un campo de objetos materiales, dados fisicalistamente a escala tecnológica. La actividad del científico no consiste sólo en la composición de teorías, sino también en la manipulación de hechos y realidades, pues no es posible construir teorías al margen de la producción de realidades materiales. Así los condicionamientos genéticos están materialmente implicados en el propio concepto de ciencia de modo interno.
            Las ciencias establecen relaciones entre los términos de su campo y efectúan operaciones, que reconducen internamente de forma necesaria y no gratuita, a otros términos del mismo, en virtud de la naturaleza material misma de cada campo, que impone restricciones a la multiplicidad de términos y combinaciones posibles. Así pues, la unidad de una ciencia es la unidad que va estableciéndose en el mismo proceso operatorio, cuando el sistema de operaciones es cerrado...El cierre categorial viene referido al sistema de operaciones, no a cada operación por separado.
            Hay una realimentación constante entre la gnoseología general y la gnoseología especial. La definición de la idea gnoseológica de ciencia debe hacerse partiendo del análisis de las ciencias particulares tal como han quedado cristalizadas en instituciones culturales, procediendo de unas a otras por recurrencia.
            La gnoseología general se divide en analítica y sintética. La primera toma como hilo conductor al lenguaje, en tanto que representa, pero no agota la estructura lógica y objetiva de las ciencias. Distinguimos tres ejes lingüísticos, sobre los que se distribuyen las partes formales de las diversas ciencias, de acuerdo con las siguientes subdivisiones que son: sintaxis, semántica y pragmática.
            El eje sintáctico queda distribuido en tres secciones: términos, relaciones y operaciones. El eje semántico se divide en tres secciones: fisicalista, fenomenológica y ontológica. El eje pragmático en la sección autológica, dialógica y normativa.
            La gnoseología sintética recurre a las ciencias formales como metro o patrón aplicable por recurrencia a otras ciencias. Se niega el formalismo porque el privilegio de la forma no se debe a ningún significado oculto o platónico, sino a la sencillez tipográfica de los signos que constituyen la materia de tales ciencias. El acoplamiento entre descripción y teoría es en estas ciencias más interno que en ninguna otra. En rigor, no vale la distinción entre ciencias formales (supuestamente tautológicas) y empíricas (de hechos), porque toda ciencia es material.
            Los contextos determinantes y determinados juegan un papel decisivo, tanto para la demarcación de la ciencia respecto a otros procesos operatorios constructivos no científicos (artísticos, tecnológicos) como, sobre todo, ppara la determinación de los principios de las ciencias como métodos internos de su cierre categorial.
            El contexto determinado define un campo operatorio abstracto cuya estructura analítica filtra o segrega aquellos términos, relaciones y operaciones con las cuales resulta posible reconstruir esencialmente las figuras características de partida. Toda ciencia se nos presenta como campos empíricos organizados sintéticamente en formaciones y figuras características. Esto es el contexto determinante. El contexto determinado es el que resulta del análisis regresivo de esas figuras sintéticas en sus constituyentes.
            El quid diferencial reside en que cuando se toma la estructura analítica del contexto determinado como punto de arranque, convirtiéndolo así en determinante, la cosa no funciona y las figuras básicas aparecen como gratuitas, porque a partir del campo abstracto en que necesariamente se resuelven no se llega a reconstruirlas sin ciertas claves que reconduzcan la construcción. Las claves son estrictamente gnoseológicas, a saber: los principios de identidad que están presentes objetivamente en las figuras sintéticas de partida.
            ¿Cómo distinguir las ciencias naturales de las culturales? Mediante la oposición entre cierres flotantes y cierres fijos. Pero la diferencia entre ambos grupos de disciplinas se dibuja mejor en términos de las metodologías respectivas que en la práctica se llevan a cabo dentro de cada grupo. El criterio epistemológico que distingue las ciencias de la naturaleza de las ciencias de la cultura es correcto, porque en las primeras las operaciones del sujeto gnoseológico deben ser eliminadas, mientras que en las segundas, tal eliminación resulta a  la postre meramente intencional. Las ciencias culturales se caracterizan por lo que llamamos el dialelo antropológico. Con todo, el criterio gnoseológico de más fina textura viene dado por el hecho de que en todas las ciencias humanas aparecen dos tipos de metodologías que tratan de reducirse una a la otra, pero nunca lo consiguen. Y ello porque su campo se alimenta en gran parte de esa distinción entre metodologías Alfa-operatorias y Beta-operatorias.
            Las metodologías Beta-operatorias son todos aquellos procedimientos por medio de los cuales se elabora científicamente un campo a la misma escala de los componentes formales del sujeto gnoseológico que los utiliza y metodologías Alfa-operatorias son aquellas en las que las operaciones y demás componentes del sujeto gnoseológico han desaparecido factorizados en componentes objetivos. Las ciencias naturales usan casi exclusivamente metodologías Alfa-operatorias, mientras que las llamadas ciencias culturales están siempre fracturadas internamente entre los partidarios de una u otra metodología.

5. La teoría de la verdad como identidad sintética.
            La Gnoseología es ontología. Hay una symploké entre ontología y gnoseología. Lo que podamos conocer dependerá de de cómo sea el ser, la materia. La gnoseología es la continuación de la ontología por otros medios, al igual que la ontología es la continuación de la gnoseología por otros medios.
            La reflexividad es la base de la identidad. El núcleo de la idea de identidad es la reflexividad.
            Además, no hay identidades exentas, analíticas o reflexividades simples.  Para Gustavo Bueno no hay identidad analítica. No hay juicios analíticos. El juicio sintético es el originario. La analiticidad es un concepto límite que parte de lo sintético. No hay así identidad analítica. Así pues el juicio es siempre sintético.
            Distingue Bueno entre identidades sustanciales e identidades esenciales. La identidad esencial se aproxima a la igualdad usada por los matemáticos. La identidad sustancial es la identidad del individuo consigo mismo. La esencial es entre dos términos.
            Bueno niega, lo hemos dicho ya, la identidad analítica. A esto se añade la puesta en tela de juicio de la reflexividad. Esto significa que la identidad no es la reflexividad absoluta. La reflexividad es un caso límite fruto de un tratamiento dialéctico construido. Si la reflexividad conduce a la identidad analítica, entonces la identidad analítica también es sintética. Desde un punto de vista genético, la identidad analítica es el resultado de operaciones de síntesis o paso al límite. La identidad analítica es la relación simple de un término consigo mismo.
            Este límite se obtiene por metábasis de una idea. Hay dos tipos de metábasis o de paso al límite: las metábasis segregantes y las metábasis reverberantes.
            Respecto a la identidad sintética, tal límite de la relación reflexiva, autoidéntica de un término consigo mismo puede ser utilizado reversivamente sobre la idea de identidad.
            La identidad sintética envuelve siempre a la identidad sustancial. Por lo tanto, no está desligada de la identidad analítica, puesto que es su límite revertido a través de la sustancialidad. Esto significa que no se puede hablar de identidades analíticas ni de reflexividad absoluta.
            A este respecto, Bueno distingue entre igualdades fuertes que tienen reflexividad e igualdades débiles, que no tienen reflexividad.
            Si toda identidad es sintética, es menester entonces prescindir de la reflexividad para definir la identidad. Toda identidad sintética contiene una identidad sustancial. En todo caso tal identidad no es ni simple ni inmediata. La identidad esencial remite a la igualdad. La identidad es algo externo al sujeto. Es una propiedad de relaciones.
            Además hay igualdades externas e internas. Las internas derivan de la estructura inmanente del sujeto que las soporta. La igualdad externa es aleatoria y contingente o accidental.
            La identidad sintética es identidad entre las partes de la sustancia. La identidad sintética es una relación trascendental, incluye la identidad sustancial y no excluye a la identidad esencial. Es que ocurre que la identidad sustancial no excluye a la esencial.
            Pues bien, la verdad es una identidad sintética y hay que entender que cuando hablamos de verdad es de la verdad científica. La ciencia tiene verdad porque es objetiva. Los resultados de las operaciones del sujeto gnoseológico han de tener objetividad.
            La ciencia es una construcción material operatoria y la verdad es un predicado de tal construcción. Por ello la verdad será algo inmanente a la ciencia, a tal construcción operatoria. La verdad es una relación de identidad entre términos dados en la construcción científica. La idea de verdad es identidad sintética.
            La verdad es una identidad sintética, pero no toda identidad sintética es la verdad. La verdad es una identidad sintética que liga a términos distintos entre sí pero vinculados necesariamente por medio de lo que Bueno llama “sinexión”. La verdad es identidad sintética, una relación entre términos.
            Existen diversos tipos de identidades sintéticas. Bueno distingue entre identidades sintéticas esquemáticas o esquemas de identidad e identidades sintéticas sistemáticas.
            Bueno asocia la verdad científica a las identidades sustanciales. La verdad corresponde a un tipo de identidades enclasadas en el conjunto de las identidades sistemáticas.
            La identidad sintética implica operaciones que la han constituido. “Verum est factum”. La síntesis implica composición. La identidad analítica no existe, así como tampoco la reflexividad simple. La diferencia es originaria, no la ientidad.
            La verdad es una propiedad ontológica, una relación entre realidades ya sean estas dadas ya sean éstas construidas.
            En Bueno hay una distinción entre identidades sintéticas esenciales e identidades sintéticas sustanciales dentro de la clase de las identidades sintéticas sistemáticas.
            Las identidades sintéticas sistemáticas podrían ser caracterizadas por estar precedidas por la construcción previa de un contexto determinante. Ocurre que tales relaciones de identidad sintética no brotan directa y espontáneamente entre los términos y se vinculan directamente por sinexión, sino a través de ciertas configuraciones características de estos términos que se llaman contextos determinantes.
            Son estas configuraciones trascendentales a los propios términos que las soportan y son constitutivas de tales mismos términos. Por ello están insertas en el sistema constituido por los términos trabados por ellas. Son inmanentes a los términos que las soportan.
            La verdad aparece en el contexto determinante como sinexión entre algunas de sus partes cuando esa sinexión tiene lugar por la mediación de la identidad así como recíprocamente.
            La identidad sintética sistemática al ser una identidad sintética se establece entre términos diversos. La identidad lo que hace es vincularlos por sinexión.
            En cuanto identidades o bien se resuelven en la propia identidad sustancial que está determinada por la confluencia de identidades esenciales constitutivas del contexto sistemático o bien se resuelven en la identidad esencial determinada por la mediación de la identidad sustancial que se dé en el contexto sinalógico sistemático. Los términos sustancialmente identificados quedan por tal identidad vinculados sinectivamente.
            Por ello las verdades formales son unos casos particulares de la verdad material en un tipo de materia muy determinado.
            Los contextos determinantes son los núcleos de cristalización de los cierres categoriales. Aparecen estos núcleos en los campos categoriales. Un campo categorial es constituido por los contextos determinantes.
            Un teorema es la formalización proposicional de la derivación de una identidad sintética a partir del sistema complejo en el que consiste el contexto determinante. La confluencia de varios cursos operatorios crea la identidad sintética en la que consiste la verdad.
            Entonces la verdad científica es la identidad sintética sistemática. Esta verdad no es unívoca, sino que admite grados o franjas de verdad. Es una relación pero no exenta. Está inserta en un complejo sistema de términos, relaciones y operaciones dados fenoménicamente, de forma fisicalista y de forma esencial-sustancial. Por ello cabe hablar de franjas de verdad o franjas de identidad.
            Toda identidad es identidad frente a otras conexiones alternativas que antes de la construcción parecen posibles. Estas alternativas son el error y sólo pueden ser eliminadas tras la construcción. Las verdades científicas tienen diversos grados de profundidad.
            La verdad se predica de varias maneras. No es unívoca, sino análoga. La ciencia desemboca así en filosofía porque la verdad, un tópico típicamente filosófico, es lo que constituye las ciencias como tales.
            La verdad comienza por ser fenomenológica, fenoménica. El idealismo subjetivo se podría reexponer como  la concepción según la cual el lugar de la verdad se halla en el sujeto. El objetivismo como realismo materialista afirmará que la Naturaleza es el lugar de la verdad.
            La teoría del cierre categorial da una respuesta más precisa a la pregunta antes formulada por el lugar de la verdad. Si la verdad es identidad sintética, el lugar de la verdad es la franja fenomenológica, puesto que la identidad sintética lo es por las operaciones fisicalistas. La cuestión por el lugar de la verdad tiene sentido. La verdad está en el campo gnoseológico o contexto determinante o armadura. La verdad compromete a la armadura, no al sujeto o al mundo. La cuestión, que es la misma que se hizo Husserl, es la siguiente: si las operaciones son subjetivas, psicológicas, ¿Cómo es posible que de tales operaciones nazca la objetividad, la verdad como identidad sintética?.
           
6.  La teoría materialista de las categorías.
            La gnoseología del cierre categorial debe asumir desde un principio un fuerte compromiso ontológico desde la perspectiva del materialismo filosófico. Conceptos tales como “Verdad”, “Identidad”, “Causalidad”, “Necesidad”, implican una ontología. Entonces la gnoseología es la prosecución de la preocupación ontológica desde la perspectiva de la filosofía de la ciencia. La ciencia configura y describe las regiones ontológicas especiales.
            Una categoría es un concepto científico que delimita el campo particular que rotura cada ciencia particular. Cada ciencia está delimitada así por una categoría. Si la categoría es independiente e irreductible a las demás, ello significa que cada ciencia es irreductible a las demás ciencias.
            El materialismo filosófico realiza una deducción empírico-trascendental de las categorías. Por un lado, las categorías derivan de las ciencias realmente existentes y por otro lado, las categorías son algo necesario. Hay tantas categorías como ciencias. Es una deducción a posteriori, no a priori, pero el número de categorías existentes es algo no caprichoso ni arbitrario. Las categorías brotan del faktum de las ciencias.
            La teoría de las categorías de Gustavo Bueno tiene tres características:
1.    Es una doctrina filosófica.
2.    No es una doctrina exenta y autónoma e independiente de otras consideraciones filosóficas.
3.    No hay una teoría de las categorías que pueda servir a las investigaciones ontológicas posteriores.
La doctrina de las categorías es una doctrina que afecta a la ontología y a la gnoseología. Aquí se reproduce el enfrentamiento entre idealismo y realismo. Se trata del problema en torno a la verdad y a la realidad.
            Las categorías son totalidades que tienen que ver con clases, con géneros. Las categorías entonces tienen que ver con la Idea de totalidad, de Todo. Esto nos remite a la teoría holótica de los todos y de las partes. La teoría de los todos y de las partes es una teoría genuinamente filosófica y la ciencia no puede tratarla convenientemente. Las ideas de todo y parte no son categorías. Hay que analizar las ideas de todo y parte desde los ejes del espacio gnoseológico. Bueno se centra en el eje sintáctico constituido por tres sectores: términos, relaciones y operaciones.
            Los términos de una teoría holótica son todo y partes. El todo puede definirse por la unidad, pero hay que ir más allá de eso. La unidad separa además de unir. El todo no sólo es complejo en su multiplicidad, sino en su unidad. La generalidad de definir el todo por la unidad es aparente, puesto que la unidad no es una, sino doble: se divide en dos inmediatamente: en la unidad isológica y en la unidad sinalógica.
            Así pues hay dos tipos de totalidades: las totalidades distributivas y las totalidades atributivas. Y siguiendo esta distinción, distingue Bueno entre inclusión atributiva e inclusión distributiva.
            Desde las operaciones, se distingue entre la totatio y la partitio. La totatio es una operación sintética y la partitio es una operación analítica. No hay operaciones generales con respecto a los todos y las partes.
            Respecto a las relaciones, no hay relaciones generales entre todos y partes.
            Por lo tanto no es viable una teoría holótica general que pueda ser incluida en una doctrina de las categorías.
Entonces la teoría holótica será forzosamente parcial y versará sobre las intersecciones existentes entre las categorías científicas y las ideas holóticas.
Hay tres postulados que sirven para establecer las coordenadas que definen la posición teórica en lo que a la doctrina de las partes y de los todos se refiere. Todo esto se refiere a las totalidades atributivas.
El primer postulado es el de la corporeidad holótica. El segundo es el de la multiplicidad holótica y el tercero es el de la recursividad holótica.
El primer postulado de la teoría holótica afirma que sólo los cuerpos tienen partes. El referente de la ciencia es fisicalista. Hay partes que son separables y partes que son disociables. Toda parte separable es disociable pero no ocurre así a la inversa.
            Además, tiene que haber un límite de magnitud del todo y las partes. Si el universo es finito, entonces el universo no es un todo. No hay totalidades infinitas. El monismo no es viable entonces. M no es un todo, ni tampoco lo es Mi.
            Bueno introduce el concepto aristotélico de synolon, que es un concepto límite. El synolon no es una totalidad, no tiene partes, tiene contenidos que lo constituyen. Los synolones constituyen una limitación a una concepción holótica de la realidad de forma trascendental, universal o general.
            El segundo postulado de la teoría holótica es el postulado de la multiplicidad de las totalidades. Hay muchas totalidades de hecho. Este postulado es la negación del monismo universal. Es el postulado ontológico de la symploké que afirma que ni todo está conectado con todo ni todo está desconectado de todo. Bueno distingue entre todos efectivos y todos absolutos. Es como la distinción entre un todo real y un todo imaginario.
            El todo absoluto se opone a la nada. El todo absoluto puede ser ilimitado o limitado. El primero es el todo cósmico, infinito en acto. En cambio, el todo absoluto limitado es una totalidad rodeada de otras totalidades que lo limitan. La nada está rodeada por este todo.
            Ante la pregunta acerca de la conexión existente entre el todo absoluto externo y el todo absoluto interno Bueno responde que el primero implica al segundo pero la recíproca no es evidente.
            El todo efectivo se define en función de la idea de un todo absoluto. Es su negación. Un todo efectivo es un todo finito delimitado tanto interna como externamente. Esta idea de todo efectivo se reobtiene por lo demás partiendo del concepto de partes formales, opuestas a las partes materiales. Las partes formales contienen virtualmente la forma del todo del que son partes que no contienen referencia a todo alguno del que pudieran proceder. Las partes materiales  por lo demás se dividen entre determinantes e integrantes.
            Un todo efectivo entonces se redefine en función de sus partes formales, cuando es a través de ellas como se nos da.
            El tercer postulado de la teoría holótica es el postulado de la recursividad. Se trata de las relaciones isológicas entre términos holotéticos y términos merotéticos. Este postulado es una regla que me hace esperar que cualquier totalidad fenoménica dada se podrá reaplicar de modo isológico a otras totalidades fenoménicas.
            Este postulado se opone al postulado heterológico, esto es a la tesis nominalista que afirmaba que sólo existían individuos diferentes unos de otros y que por lo tanto, que no existían universales. Hubo otras dos corrientes alternativas fundamentales: el realismo exagerado y el realismo moderado. El primero sería un isologismo metamérico y el segundo sería un isologismo diamérico.
            Por esto hay repetición en el mundo de los fenómenos, porque las cosas reales se nos aparecen como enclasadas a través de clases distributivas, diversas entre sí, agrupadas en géneros, hay especies y géneros. Como los fenómenos se repiten esto hace posible la inducción y la ciencia. La regularidad natural está así fundamentada en Bueno por la totatio y la partitio. Es la repetición universal la que se fundamenta así en la teoría holótica. La totatio es la agregación y la partitio es la división.
            La totatio y la partitio forman dos pares de tipos morfológicos que a decir de Bueno, están dotados de un alto significado gnoseológico: el par sistático/ sistemático y el par homeomérico/holomérico. La totalidad sistática es la totalidad estructural o procesual. Las totalidades sistemáticas son totalidades. Las totalidades sistemáticas son efectos de una recurrencia reflexiva de las primeras como resultados de un proceso de retotalización a otro nivel de las totalidades precedentes (partiendo de las sistáticas, como totalidades de primer orden). Las totalidades sistáticas se refieren inmediatamente al plano fenoménico.
            Las totalidades homeoméricas y las totalidades holoméricas se puede decir que son recursividades holóticas referidas a la repetición isológica del todo o de las partes. Las totalidades holoméricas son totalidades susceptibles de descomponerse en partes, alguna de las cuales sin necesidad de mantener semejanzas con el todo. Las totalidades homeoméricas son todos descomponibles en partes semejantes al todo, como los objetos fractales.
            Ahora podemos decir que las categorías son totalidades corpóreas sistemáticas. Dentro de las totalidades están pues las totalidades categoriales, totalidades constituidas con partes conformadas (antes que con partes formales). Las categorías son totalidades efectivas y nos remiten a contextos ontológicos corpóreos, fisicalistas y ello tanto en lo que se refiere a los contextos del ser como del hacer. Ello es porque las categorías proceden de las ciencias positivas, pues las ciencias son ciencias de la realidad y las categorías son los conceptos que designan las áreas o campos científicos que roturan las ciencias.
            Esta pluralidad de ciencias realmente existentes y por lo tanto, de las categorías implica el principio de symploké, enunciado ya por Platón en el “Sofista” y por Demócrito ciertamente con una cierta anterioridad, denominándolo por cierto también epallaxis para describir la unión entre los átomos, también llamados, por lo demás, ideas. El principio de symploké afirma que ni todo está ligado a todo ni todo está separado de todo. La primera alternativa conduce al monismo metafísico u holismo. Es la concepción del universo como un todo. Esto conduce al idealismo y al espiritualismo. La segunda alternativa conduce al escepticismo o nihilismo, puesto que sostiene que las partes no tienen conexión alguna entre sí. Siendo entonces el universo un caos sin conexiones ni estructuras. Entre ambas alternativas discurre el pensar filosófico que se identifica con el materialismo pluralista. Las categorías se refieren al ámbito de la ontología especial. Sólo son aplicables al ámbito de la ontología especial. Las categorías revelan el dibujo  o relieve del mundo (Mi) o materia cósmica o mundana.
            El mundo tiene el aspecto de una urdimbre con cortes, discontinuidades o cabos sueltos. Tal desconexión parcial ontológica de las partes del mundo implica pluralismo que se advierte gnoseológicamente en la pluralidad de las ciencias. Hay varias categorías porque hay varias ciencias, pero hay varias ciencias por el principio de symploké. Las categorías se organizan según los pliegues del mundo.
            Por ello las categorías son un elemento imprescindible para tener una concepción del mundo.
            Platón dijo que si hay racionalidad humana ello se debe a que hay symploké. Kant afirmó que la trascendentalidad de las categorías se encuentra en las operaciones de un entendimiento incorpóreo. Bueno afirma que la fundamentación de la trascendentalidad corre a cargo de los órganos corpóreos del sujeto operatorio.
            La symploké nos conduce a una suerte de ateísmo trascendental terciario. La symploké implica un ateísmo de principio. Pensar lo contrario llevaría a consecuencias absurdas. Si hay symploké, entonces no hay Dios. La symploké niega el cosmismo, solidario como es con la existencia de un Dios omnisciente y omnipotente.
            Esto está vinculado con la ontología general. La materia (M) no es cosmos ni es caos. (M) era un concepto crítico, negativo. La symploké nos obliga a contemplar desde una perspectiva pluralista a la materia ontológico general.
            La disposición categorial del mundo implica afirmar el principio de symploké, sin embargo, la recíproca dista de ser evidente por sí misma. Cabe pues mantener el principio de symploké al margen de las categorías.
            Entonces las categorías introducen la necesidad en el acontecer del mundo fenoménico.
            1º Las categorías implican el principio de symploké. Sin embargo, el principio de symploké no implica las categorías.
            2º La concepción categorial del mundo introduce la necesidad en él.
            3º La negación del principio de las categorías implica la negación del principio de symploké.
            4º La negación del principio de symploké nos llevará a la negación del principio de las categorías.
            Las categorías se dividen en formales y materiales. Son géneros supremos y se dividen también entre distributivas y atributivas. Las categorías formales y materiales son conceptos conjugados. Hay que tener también en cuenta la distinción entre categorías holotéticas y categorías merotéticas.
            Por lo demás, no es posible un único sistema cerrado y completo de las categorías. Hay diversos órdenes de categorías.
            Las categorías se agrupan en dos órdenes  categoriales diferentes: el orden del ser y el orden del hacer.
            La ontología especial materialista queda completada por las ciencias particulares. El principio de symploké delineaba las relaciones existentes entre los tres géneros de materialidad. Las ciencias establecen las diversas regiones ontológicas. Las ciencias particulares describen la configuración ontológico-especial en detalle del mundo.
            Ahora bien, las categorías no agotan toda la realidad. Hay algo que rebasa a las categorías. Por ello se ha distinguido antes entre ontología general y ontología especial.
            ¿Qué alcance ontológico tienen las categorías? Existen contradicciones en el seno del mundo entre las diversas categorías. El limite de lo racional se halla en los intervalos o fronteras existentes entre los diversos campos categoriales roturados por las ciencias positivas.
            Respecto al lugar que les pueda quedar a las Ideas, Bueno afirma  que si hay una sola categoría o bien hay un sistema único de categorías en el mundo que evite que las categorías como multiplicidad sean una rapsodia o bien hay una multiplicidad contradictoria de las categorías. Ahí radica la oposición del materialismo trascendental frente al idealismo trascendental. Las categorías son plurales de manera empírico-trascendental. La pluralidad de las categorías posibilita la pluralidad de las Ideas. Las Ideas son como hilos que conectan las diversas áreas categoriales del mundo. Las Ideas son determinaciones comunes a varias ciencias o varias áreas de la praxis humana.
            Hay Ideas precategoriales y postcategoriales, también llamadas transcategoriales, que pueden ser comunes o diferenciales y pueden mantenerse a su vez en un plano oblicuo (formal) los contenidos oblicuos son de índole lógico-material,  o en un plano recto (material). Lo formal es lo oblicuo, lo recto es de tipo ontológico-especial, las características rectas son de índole ontológico-material. Las determinaciones formales expresan diferencias o bien analogías; todas ellas se nos darán en Ideas. Las determinaciones materiales se dividen también en comunes y en diferenciales.
            Como ya dijimos antes, las Ideas son el objeto y el campo de la Filosofía. Las categorías son el ámbito de las ciencias positivas. Las Ideas están en los intermundos de las categorías, son las mediaciones entre las diferentes categorías o ciencias.








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