Los padres constituyentes de los EE.UU. crearon un Estado de gobierno representativo burgués garantista con libertades públicas y derechos civiles. Lo mismo ocurrió con la Constitución francesa de 1791. Los Estados burgueses, posteriormente denominados Estados de Derecho por la ideología de los profesores de Derecho público alemanes de manera dogmática, reservándoles en exclusiva a tales regímenes políticos el sintagma "Estado de Derecho" estaban pensados para hombres libres, razonables, juiciosos, adultos y para delitos insignificantes o de poca entidad. Sin embargo, la aparición del terrorismo como forma de guerra irregular amenaza con dar al traste con tales regímenes al plantear un desafío difícil de enfrentar con las garantías.
Al final, como sucede siempre, nos damos cuenta de que el Estado simplemente es y que sus formas son lo que menos importa. Las formas son contingentes, históricas, sujetas a las necesidades que van surgiendo. El elemento fundamental del Estado es la soberanía, el poder político, el imperium, la fuerza coercitiva legítima, el monopolio legítimo de la violencia que indica a las claras que el poder viene de arriba en un vector descendente de poder.
Cuando hay una situación excepcional -y el terrorismo obviamente es una situación excepcional, de guerra irregular- brilla entonces la soberanía. El Soberano es quien decide el estado de excepción distinguiendo entre amigos y enemigos y decidiendo qué haya que hacer para neutralizar las amenazas que se ciernen sobre la eutaxia política del Estado y ahí la única regla que vale es la supervivencia del Estado, la salus populi, que como dice el aserto latino siempre suprema lex est.
Precisamente la razón de Estado, los arcana imperii eran un conjunto de reglas prácticas políticas que servían para hacer frente a las amenazas irregulares, excepcionales, inéditas. Nunca olvidemos que el Estado lo que nunca puede consentir es que el enemigo gane. Por eso, tal vez, los códigos penales sean insuficientes para operar frente al terrorismo en cuanto que este es una guerra. No es delincuencia común. Es una guerra, un acto político. Hacen falta entonces medidas excepcionales, políticas, militares.
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