jueves, 21 de septiembre de 2023

La teoría de la verdad de Heidegger.

La teoría de la verdad de Heidegger. La verdad es un tema clásico de la filosofía, tan clásico que ha formado parte de la ontología el tratamiento de la verdad. Ha sido un tema ontológico. “La filosofía ha juntado desde antiguo la verdad con el ser”. Si el problema de la verdad es un problema ontológico, se ocupará de la verdad la ontología. Heidegger en “Ser y Tiempo” parte en su análisis del concepto de verdad primero, del concepto tradicional de la verdad y trata de poner al descubierto sus fundamentos ontológicos. Lo que llamamos concepto tradicional de verdad es un concepto derivado. La investigación pone en claro que en la cuestión de la esencia de la verdad entra necesariamente la cuestión de la forma de ser de la verdad. A una con ello se aclara el sentido ontológico de la frase “hay una verdad” y de la especie de necesidad con que “no podemos menos de suponer” que “hay” una verdad”. Según Heidegger hay tres tesis sobre la verdad desde el punto de vista tradicional: Primero, el lugar de la verdad es la proposición (el juicio). Segundo, la esencia de la verdad reside en la concordancia del juicio con su objeto. Tercero Aristóteles, el padre de la lógica, es quien refirió la verdad al juicio como a su lugar de origen, así como quien puso en marcha la definición de la verdad como concordancia. Según Aristóteles, Avicena, Santo Tomás de Aquino: Veritas est adaequaio intellectus et rei. Kant también sostiene tal tesis de la verdad como correspondencia. Heidegger se pregunta por el fundamento de tal concepción de la verdad: “¿Qué hay dado por supuesto tácitamente en el conjunto adaequatio intellectus et rei? ¿Qué carácter ontológico tiene lo dado por supuesto?”. En el proceso de la comprobación el conocer se refiere constante y únicamente al ente mismo. En éste transcurre, por decirlo así, la verificación. El ente mentado mismo se muestra tal como es en sí mismo, es decir, muestra que él es en su identidad tal como en la proposición proferida se muestra, se descubre que él es. Rechaza Heidegger la tesis de la adaequatio porque es en el ente en donde se muestra que el ente es quien tiene que ser. “La comprensión no entraña una concordancia del conocer y el objeto, ni menos de lo psíquico y lo físico, pero tampoco entre contenidos de conciencia de unos con otros. La comprobación entraña únicamente el “ser descubierto” del ente mismo. Esa es la aletheia, es el ser “cómo” de su “estado de descubierto”. Este se verifica mostrándose el objeto de la proposición, esto es, el ente mismo, como él mismo. Verificación significa mostrarse los entes en su identidad. La verificación se lleva a cabo sobre la base de un mostrarse los entes. Esto sólo es posible siendo por su sentido ontológico el conocer que profiere proposiciones y que se verifica un “ser, descubriendo, relativamente a los entes reales mismos”. Una proposición es verdadera porque descubre el ente en sí mismo y permite ver el ente en su estado de descubierto. El ser verdadero (la verdad) de la proposición es un ser descubierto. La verdad no tiene en absoluto la estructura de una concordancia entre el conocer y el objeto, en el sentido de la adecuación de un ente a otro. El ser verdadero considerado como ser descubridor sólo es posible desde el punto de vista de la ontología sobre la base del Sein in der Welt, esto es, una estructura fundamental del Dasein y es el fundamento del fenómeno original de la verdad. La verdad es en primer lugar lo verdadero: el Dasein, ser descubridor y en segundo lugar el ser descubierto, la verdad como acto de descubrir. Ser verdadero significa el ser desubridor. Según Heidegger esta definición tan arbitraria aparentemente de la verdad “se limita a hacer la exégesis necesaria de lo que la más vieja tradición de la filosofía antigua presintió originalmente y comprendió prefenomenológicamente.” Esta definición de la verdad parte del análisis de “las maneras de conducirse el ser ahí” que solemos llamar inmediatamente “verdaderas”. El ser verdadero como ser descubridor es un modo del Dasein. Lo que hace posible este descubridor mismo es también verdadero en un sentido aún más original. “Los fundamentos ontológico-existenciarios del descubrir son lo que muestra el fenómeno más original de la verdad.” El descubrir es un modo del sein in der Welt y descubre en el mundo seres intramundanos, pues bien, éstos resultan ser lo descubierto. Son verdaderos en un segundo sentido. “Primariamente verdadero”, es decir, descubridor” (descubrimiento), sino “Ser descubierto” (estado de descubierto)”. Pero el “estado de descubiertos” de los entes intramundanos se funda en el “estado de abierto” del mundo. El “estado de abierto” es la fundamental forma del Dasein con arreglo a la cual éste es su Da. El estado de abierto está constituido por el comprender y concierne igualmente al mundo, al “ser en” y al “sí mismo”. Sólo únicamente con el “estado de abierto” del “ser ahí” se alcanza el fenómeno más original de la verdad. En tanto el “Dasein” es esencialmente su “estado de abierto”, y en cuanto abierto abre y descubre, es esencialmente “verdadero”. El “ser ahí” es en la verdad”. Esto último significa: 1. A la constitución del ser del Dasein le es inherente el estar en estado de apertura general. Con el ser del Dasein y su estado de abierto y con igual originalidad es el estado de descubiertos de los entes intramundanos. 2. A la constitución del ser del Dasein y como ingrediente constitutivo de su estado de apertura es inherente el estado de yecto. En éste se desemboza que el Dasein es en cada caso ya, en cuanto mío y éste, en un determinado mundo y el estado abierto es esencialmente fáctico. 3. A la constitución del ser del Dasein le es inherente la proyección. El Dasein puede comprenderse por el mundo y los otros o por su “poder ser”. El Dasein se abre para sí mismo en su poder ser. Este estado de apertura propio muestra el fenómeno de la verdad más original en que el Dasein puede ser, es la verdad de la existencia. 4. Ala constitución del ser del Dasein, es inherente la caída. Es el Dasein perdido en el mundo. Por ello el Dasein es en la “falsedad”. A la facticidad del Dasein son inherentes el estado de cerrado y el de encubierto. El pleno sentido de la proposición “El Dasein es en la verdad” dice también con igual originalidad “El Dasein es en la falsedad”. Pero sólo en tanto que el Dasein es abierto, es también cerrado, y en tanto que con el Dasein son descubiertos en cada caso ya entres intramundanos, son encubiertos (ocultos) o desfigurados semejantes entes en cuanto entes que pueden hacer frente dentro del mundo. La verdad tiene siempre que ser arrebatada a los entes. Los entes así resultan arrancados al “estado de ocultos”. La verdad es un robo, un arrancar que Heidegger designa como “proyección yecta”. Se llega al resultado de que 1. Verdad originariamente es el estado de apertura del Dasein, estado al que es inherente el estado de descubiertos de los entes intramundanos. 2. El Dasein es igual originariamente en la verad y en la falsedad. Heidegger afirma a continuación que “Estas proposiciones tan sólo pueden resultar plenamente evidentes dentro del horizonte de la exégesis tradicional del fenómeno de la verdad si cabe mostrar lo siguiente: 1. La verdad comprendida como correspondencia tiene su origen en el “estado de descubierto” por el camino de una determinada modificación. 2. Es la forma misma del ser del “estado de abierto” lo que conduce a que lo que se ve inmediatamente sea esta modificación derivada y que esta modificación dirija la exploración teorética de la estructura de la verdad.”+ Según Heidegger “las raíces de la verdad de la proposición retroceden hasta el “estado de abierto” del comprender. Pues bien, remontando por encima de esta indicación acerca del origen de la verdad de la proposición, hay que poner de manifiesto expresamente el carácter derivado del fenómeno de la correspondencia.” Según Heidegger pues, el concepto tradicional de verdad como correspondencia tiene un carácter derivado desde el punto de vista ontológico. No es la proposición el lugar primario de la verdad, sino a la inversa, la proposición es un modo de apropiación del “estado de descubierto” y como modo del Sein in der Welt se funda en el descubrir o bien en el “estado de abierto” del Dasein. La verdad más original es la que es la posibilidad de la condición ontológica de la proposición sea verdadera o falsa. La verdad en su sentido más original pertenece a la estructura fundamental del Dasein: “pero con esto queda trazada la respuesta a la cuestión de la forma de ser de la verdad y del sentido de la necesidad del supuesto de que hay una verdad. El Dasein está constituido por el estado de apertura y está en la verdad. El estado de apertura es una forma de ser del Dasein. “Verdad sólo la hay hasta donde y mientras el Dasein es”. Los entes son descubiertos mientras hay Dasein. Cualquier verdad es sólo por el Dasein. “Toda verdad es –con arreglo a su esencial forma de ser, la del ser ahí”- relativa al ser del Dasein. La verdad ónticamente sólo es posible en el sujeto. ¿Por qué tenemos que suponer que hay una verdad? “La verdad la suponemos nosotros porque nosotros, siendo en la forma de ser del Dasein, somos “en la verdad”. No la suponemos como algo “exterior” y “superior” a nosotros con lo que entramos en relación al lado de otros “valores”. No somos nosotros quienes suponemos la “verdad”, sino que es ella quien hace posible toda “suposición”. Suponer la verdad entonces significa comprenderla como algo por mor de lo cual el Dasein es. “El ser de la verdad está en una relación original con el Dasein. Y sólo por ser el Dasein estando constituido por el estado de apertura o el comprender, puede comprenderse lo que se llama el ser y es posible la comprensión del ser”. El ser y la verdad son igualmente originales. Ser sólo lo hay hasta donde la verdad es y la verdad depende del Dasein. Hasta aquí hemos expuesto la teoría de la verdad de Heidegger expuesta en “Ser y tiempo”. En “De la esencia de la verdad”, de 1943 Heidegger alteró algo su doctrina de la verdad. El enunciado apoya la correspondencia con la cosa en el estar abierto del comportamiento, en la apertura. Pero “¿De dónde obtiene el enunciado representante la indicación de regirse por el objeto y acordarse según la conformidad? ¿Por qué ese acordar concuerda con la esencia de la verdad? ¿Cómo puede ocurrir algo como la realización del don previo de una dirección y la ordenación en una correspondencia? Sólo si este don previo ya se ha liberado en lo abierto para lo patente que impera desde allí, y que liga todo representar. El liberarse para una dirección que liga, sólo es posible como ser libre para lo patente de lo abierto. Ese ser libre señala la esencia hasta ahora incomprendida de la libertad. La apertura del comportamiento como posibilitación interna de la exactitud se funda en la libertad. La esencia de la verdad es la libertad.” Para poder hacer una acción de asentir o disentir de una verdad, para hacer la acción de un enunciado, el que actúa debe ser libre. La libertad es la esencia de la verdad misma. Esto es, la libertad es el fundamento de la posibilidad intrínseca de aquello que primero se da como conocido. Pero en el concepto de libertad, no viene incluido el concepto de verdad ni su esencia. La libertad es el fundamento de la posibilidad intrínseca de la conformidad sólo en tanto ella recibe su propia esencia de la esencia más originaria de la única verdad esencial. La libertad para lo que se manifiesta en lo abierto deja ser a las cosas tal y como son. La libertad es ahora el dejar ser al ente. Se trata de comprometerse con lo abierto y su apertura. La esencia de la libertad, desde la esencia de la libertad es la exposición en el desvelar del ente. La libertad es el compromiso con el desvelamiento del ente como tal. Si el Dasein existente –dejar ser al ente- libera al hombre para su libertad, en tanto le da a elegir en general una posibilidad (un ente) y le encomienda una cosa necesaria (un ente), entonces la libertad no es arbitrio. El hombre no tiene libertad, ocurre lo contrario: la libertad, el Dasein existente y desvelador posee el hombre, y esto de manera tan originaria que únicamente ella confiere a una humanidad esa referencia –que caracteriza y fundamenta toda historia- a un ente en su totalidad como tal. Sólo el hombre existente es histórico, la naturaleza no tiene historia. La libertad entendida como dejar ser al ente cumple y realiza la esencia de la verdad en el sentido del desvelamiento del ente. La verdad es el desvelamiento del ente por el cual cobra presencia una apertura. En lo así abierto, se expone todo comportamiento humano y su actitud. Por eso el hombre es en el modo de la existencia. La esencia de la verdad se descubre como libertad. El dejar ser es en sí simultáneamente, ocultar. En la libertad ex-sistente del Dasein acaece la ocultación del ente en su totalidad, es el ocultamiento. El ocultamiento niega a la aletheia el desvelar y no lo tolera como privación, sino que le conserva lo más propio como propiedad. El ocultamiento pensado desde la verdad como desvelamiento es el no desvelamiento y así la no verdad auténtica y más propia a la esencia de la verdad. El ocultamiento del ente, la auténtica no verdad, es más antigua que cualquier revelación de éste o cualquier ente. Es más antigua aún que cualquier revelación de éste o cualquier ente. Es más antigua aún que el mismo dejar ser que desvelando mantiene ya oculto lo oculto y se relaciona con la ocultación. La auténtica no esencia de la verdad es el misterio. No esencia es la esencia que hace presente previamente. La libertad, en cuanto dejar ser al ente, es en sí la relación resuelta (entschlossene), es decir, la que no se cierra. En esta relación se funda todo comportamiento y de ella recibe la orientación hacia el ente y su desvelamiento. El error pertenece a la constitución misma interna del Dasein, en la que está encajado el hombre histórico. El error es el espacio de aquel volverse en el cual la ex-sistencia insistente, volviéndose una y otra vez, se olvida y equivoca la medida. La ocultación del ente oculto en su totalidad, impera en el desvelamiento del respectivo ente, que como olvido de la ocultación se convierte en error. .El error es un espacio ontológico, aquel espacio en el cual la ex-sistencia in-sistente, volviéndose una y otra vez, se olvida y equivoca la medida. La ocultación de lo oculto en su totalidad, impera en el desvelamiento del respectivo ente, que como olvido de la ocultación se convierte en error. El error es la antiesencia (Gegenwesen) respecto de la esencia inicial de la verdad. El error es el sitio abierto y el fundamento de lo erróneo (Irrtum). Lo erróneo no es una falta aislada, sino el reino de la historia, donde se enlazan intrincados, todos los modos del errar. El desvelamiento del ente como tal es en sí, simultáneamente, la ocultación del ente en su totalidad. Ahí impera el error. La ocultación de lo oculto y el error pertenecen a la esencia inicial de la verdad. La libertad, entendida desde la ex-sistencia in-sistente del Dasein es la esencia de la verdad sólo porque la libertad misma nace de la esencia inicial de la verdad, del imperio del misterio en el error. El dejar ser al ente se cumple en la apertura. La pregunta por la esencia de la verdad surge de la pregunta por la verdad de la esencia. Respuesta de Heidegger: la esencia de la verdad es la verdad de la esencia.

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