miércoles, 20 de septiembre de 2023
La inferioridad moral de la izquierda
La inferioridad moral de la sofística.
Ignacio Sánchez-Cuenca, “La superioridad moral de la izquierda” Colección Contextos. Lengua de trapo y CTXT, 2ª edición. Prólogo de Íñigo Errejón. Febrero de 2019. Editorial Lengua de Trapo, Madrid. 114 páginas.
Íñigo Errejón afirma que Podemos nació como un partido transversal, ni de derechas ni de izquierdas, pero la realidad que hemos venido percibiendo es que pronto Podemos se decantó hacia la izquierda populista leninista, hacia la izquierda terrestre, o sea, antisistema, antiespaña. Esa es la realidad en la que devino Podemos.
Al reagruparse y resituarse Podemos en la izquierda, no hace más que organizarse en una variedad de la sofística: heredera de la vieja Sofística griega. Vean la sofística que utiliza Podemos: “históricamente las posiciones que la izquierda reivindica serían todas aquellas que, en términos actuales, identifican la democracia con el poder de los cualquiera –Rancière: “la democracia no es ningún régimen de gobierno, sino la manifestación, siempre disruptiva y conflictiva, del principio igualitario”-. Esto no es más que palabrería sin sentido. Esto sólo tiene un significado psicológico-motivacional y sentimental. La democracia está ligada al mercado capitalista pletórico de bienes y a la propiedad privada y por lo tanto, es incapaz de acabar con la desigualdad económica y social y tiene pues que conformarse con la igualdad ante la ley. Si no definimos a qué igualdad nos referimos, qué parámetros la gobiernan, estamos haciendo demagogia.
“La izquierda, en todo caso, es una metáfora para agrupar a los partidarios de un orden más justo; es decir, un vehículo para un fin”. Todo así muy indefinido para engañar al vulgo ignaro, con imágenes y metáforas de significado indefinido. ¿Gran vehículo?-Mahayana ¿Pequeño vehículo?-Hinayana. ¿Por qué habría de ser la izquierda la justicia? ¿Porque lo dicen acaso los demagogos que nos dicen lo que debemos pensar y cómo debemos pensar?
¿Por qué la desigualdad económica y social es un mal? Eso de que todo el mundo cobre igual y tenga igual patrimonio, belleza, inteligencia, estatura y salud es utópico por imposible. La única igualdad posible y viable es la igualdad legal. Y eso no tiene por qué ser injusto. Es real y es justo. El Estado no tiene por qué ser Robin Hood, quitarles sus cosas a unos para dárselas a otros que tengan menos. Tampoco el vivir sin trabajar y cobrar por no se sabe muy bien qué razón es justo. Esto es pura demagogia, sofistería. Ni es superior éticamente, ni moralmente ni políticamente ni es justo, por supuesto. La izquierda, desde estas autorrepresentaciones emic aparece así como sofística, una heredera de la sofistica griega, luego clerical medieval, luego de la pedagogía. La izquierda es la gran sofística actual. Desde luego, menos culta y hábil que la sofística de un Protágoras, Gorgias, Antifonte, etc.
Según Gustavo Bueno, el mito de la izquierda consistía en que no había una única izquierda y en que izquierda se dice de muchas maneras, que no había un formato univocista para hablar y definir la izquierda. Por lo tanto, el abstraer las diferencias evidentes e inevitables y establecer el concepto abstracto de izquierda ya sería suficiente para descalificar el libro por mitológico y confusionario, amén de sofístico.
En el fondo, hablar de la superioridad moral de la izquierda es apelar a la fe del carbonero. Este sintagma está proferido desde la fe del carbonero. Se afirma en este libro que las ideas de izquierda son moralmente superiores y lo dice sin el menor empacho. Para empezar habría que distinguir entre ética y moral siguiendo a Gustavo Bueno.
Luego viene la distinción sofística entre ideas y personas. “No quiero decir con esto que las personas de izquierdas sean moralmente superiores a las personas de derechas” Y a Continuación formula la siguiente aseveración: “Una cosa es la superioridad de ciertas ideas y otra bien distinta las personas que las adoptan”. Pero yo me temo que las ideas determinan el carácter de las personas y sus acciones y las ideas de izquierdas, particularmente las ideas comunistas han determinado verdaderas aberraciones: mentiras, muertes, robos, delitos….El comunismo es la mayor estafa del siglo XX por lo que prometió y por lo que ofreció.
Y por lo tanto, “las ideas de izquierdas son superiores a las de derechas” la cosa sigue ahí: “voy a defender que el comunismo no es sino la proyección política, llevada al límite de la intuición moral que late en el imperativo categórico kantiano. El comunismo puede entenderse, efectivamente, como el reino político de los fines.” Atacar el mercado es locura y necedad. Atacar la propiedad privada es locura y necedad. Destruir una sociedad con los costes económicos, materiales y humanos para edificar otra desde los cimientos y confiar la realización de los fines a las generaciones futuras como ideología aureolar que pide su realización en un futuro indefinido es una estafa y por lo tanto lo que indica es precisamente su carácter sofístico y su carácter inmoral…tanto desde el punto de vista ético como desde un punto de vista moral.
La izquierda quiere construir el hombre nuevo, el perfeccionamiento moral. La izquierda encubre con palabrería sus fines políticos. Muchas veces es pura demagogia irresponsable lo que los izquierdistas te ofrecen y a veces es pura delincuencia que utiliza la política de manera instrumental.
La política para el izquierdista es un proyecto de trascendencia de ir más allá del presente. Otro mundo es posible afirman y parpadean de felicidad. Al final, sacrificios y la apelación a la felicidad de las generaciones futuras. La política derechista se sitúa en la inmanencia. Yo a eso lo llamo realismo político porque la derecha ama y acepta la realidad y no pretende destruir las instituciones sociales de la sociedad burguesa porque las considera correctas y razonables. Utopismo frente a realismo diría yo. ¿Cómo va a ser moralmente superior el engaño, la fantasía, la sofística al presente, a la realidad, la objetividad?
En el fondo, la izquierda apela al sentimiento. Una política basada en sentimientos es una política que lleva al caos. Del ansia de justicia tan extremo se llega a la más absoluta esclavitud.
Sin embargo Sánchez-Cuenca no tiene ningún inconveniente en afirmar que “Las personas de izquierdas tienen una mayor sensibilidad hacia las injusticias que las personas de derechas y por eso desarrollan un sentimiento de superioridad moral”. Pero, ¿No habíamos dicho antes que una cosa son las ideas y otra cosa son las personas? Entonces, ¿Cómo se puede afirmar la superioridad moral de la izquierda a la vista de su carácter sofístico y de su desfachatez intelectual derivada de su carácter sofístico? Además Sánchez-Cuenca afirma que el tipo de ideología que uno adopte depende del tipo de hombre que uno sea, vamos, que es una cuestión moral. Claro que no aclara si es un asunto ético de normas distributivas para toda la humanidad para todo individuo humano o normas atributivas para el grupo nacional al que uno pertenezca.
Sigue sin demostrarse esa presunta superioridad moral de la izquierda.. “El mayor idealismo moral de la izquierda explica la recurrencia de sus conflictos internos, de sus rupturas y escisiones”. ¿No será eso acaso algo originado por el fanatismo de las izquierdas? Por lo demás, Sánchez-Cuenca incurre constantemente en el mito de la izquierda. No hay una izquierda. Hay muchas e incompatibles entre sí. Todo esto es rabulismo y sofistería.
“En España, la gente de derechas tiende a aborrecer el cine español, a aficionarse a los toros, a asistir a misa y probablemente prefiera visitar el Museo del Prado antes que el Reina Sofía.” En efecto las diferencias ideológicas se extienden más allá del ámbito político. Se olvida el autor de que hay gente que se declara de izquierdas que ama los toros y que va al Museo del Prado. Sobre el cine español, si es un cine sectario, panfletario y progre, es lógico que sea aborrecido por mucha gente que es de derechas.
“La izquierda, por tanto, se caracteriza por una mayor empatía hacia los desfavorecidos y los oprimidos” Pero las políticas de izquierdas no resuelven nada e incluso empeoran la situación de los individuos con menos ingresos. La izquierda sube los impuestos y eso retrae las inversiones de capital con el consiguiente aumento del paro. La izquierda favorece la inmigración masiva de lumpemproletariado internacional que degrada la vida social, presiona a la baja los salarios y degrada los servicios sociales: educación, sanidad, subvenciones amén de los problemas de delincuencia y orden público. La derecha favorece el despliegue de las fuerzas productivas y ello contribuye a disminuir el paro y a mejorar la vida de las clases medias al disminuir los impuestos. La derecha está instalada en la realidad de la sociedad burguesa y es más, ha adoptado las políticas socialdemócratas del Estado del Bienestar. La socialdemocracia, la izquierda más realista y compatible con la democracia y la sociedad burguesas ha desaparecido muerta de éxito por la asunción de los conservadores de sus ideas y políticas. La izquierda es perjudicial para los humildes. Ser de izquierdas es un lujo que sólo se lo pueden permitir los ricos. El pobre lo que quiere es que le dejen en paz y trabajar y ganar dinero.
Además, ¿Cómo puede hablarse de superioridad moral de las izquierdas cuando no les preocupa el mantenimiento de la unidad nacional en el caso español? ¿Proletarios de España desuníos? Estar a favor de la secesión catalana o vasca es estar a favor de la destrucción de España y eso a quien más perjudica es a los humildes, sobre todo a los españoles hispanohablantes que viven en esos territorios sometidos a la dictadura separatista y que están discriminados absurdamente por razón de lengua y de origen y de convicciones políticas. Ahí la inferioridad moral de la izquierda se manifiesta claramente. La izquierda prefiere destruir el Estado para así al menos como premio de consolación reinar sobre los escombros de España. Esa es la inferioridad moral, la vileza de las izquierdas con su demagogia y su actitud antinacional. Este autor apoya la secesión catalana y utiliza el lenguaje políticamente correcto y afectado de los progres: “Cuando el Govern de Carles Puigdemont pasó de las palabras a los hechos, la derecha se escandalizó ante la amenaza al orden constituido y apoyó sin ambages el uso de la fuerza para evitar que el referéndum del 1-O tuviera lugar.” Se dice Gobierno y Carlos…Estamos en España, no en un reino catalán imaginario y quimérico al que los izquierdistas y todos los progres conceden todos sus derechas al dar por supuesto que un idioma minoritario deba usarse al menos con algunas palabras para adular a los separatistas. La desfachatez intelectual es sostener que España puede fragmentarse por un supuesto derecho de autodeterminación establecido por los separatistas y sus cómplices de izquierdas.
La ideología es mi pastor, nada me falta, exclama el izquierdista y eso le ahorra pensar, leer y estudiar y argumentar. Está iluminado con la fe del carbonero. Por eso los izquierdistas son fanáticos y establecen una suspensión teleológica de la ética convirtiendo la enemistad política en enemistad personal. Son como los luteranos: la fe sola les basta y les salva. Sola fides…Las obras no son necesarias. Es así como se manifiesta esta fe política fanática y maniquea. Como consideran que la sociedad burguesa no sirve y que sus instituciones, lenguaje, instituciones, moral, ética son superestructuras, pues no tienen inconveniente en utilizar los fines que sean convenientes para la revolución y para destruir el orden social con los costes humanos y materiales consiguientes, considerando que la historia los perdonará y que el bienestar de las generaciones futuras lo justifica y redime todo.
“Los principios de la izquierda se distinguen por una mayor sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno o, lo que es equivalente, por unos niveles de empatía más altos.”
La izquierda ha sido terrorista en 1793, 1871, 1917, 1936, etc. Es que esa falsedad no se sostiene en absoluto. Al revés…En nombre de la justicia absoluta se ha desembocado en el terror absoluto. Las afirmaciones de Sánchez-Cuenca son sofísticas, falsas, falaces. No se sostienen en los hechos sino en la autorrepresentación de la izquierda como el bien absoluto. Tal vez como la utopía está tan lejos de las limitaciones de los hombres por imposible, las recaídas de los hombres en la inmanencia resultan monstruosas. Necesitan un fulcro en la realidad para sostenerse y compensar lo disparatado de sus fantasías, bien el terror político o bien los bienes inmobiliarios o mobiliarios. La corrupción de las izquierdas es algo mucho más escandaloso que la de las derechas. La estafa de las izquierdas es mucho mayor y más profunda y maligna. Ni las ideas de izquierdas son superiores intelectualmente, ni moralmente y sus resultados son mucho más inmorales aún. Al no tener pie en la realidad aparece el absurdo y tienen lugar decisiones irracionales que no tienen en cuenta las más elementales verdades de la ciencia política. El sufrimiento de clases enteras y de generaciones enteras es el resultado de la presunta superioridad moral de la izquierda o izquierdas mejor dicho. El voluntarismo no puede cambiar el mundo per se. Eso es infantil y fanático.
Idealismo, voluntarismo, sofística, cinismo, fanatismo son las características de las izquierdas, con la excepción de la socialdemocracia y del liberalismo, que se han vuelto conservadores. Sánchez-Cuenca por lo demás parece ignorar el fenómeno de la ecualización entre la izquierda y la derecha posterior a 1945 en las democracias plutocráticas de mercado libre pletórico de bienes, por lo cual, izquierda sería un partido o partidos dispuestos a liquidar la sociedad burguesa y el consenso socialdemócrata presente en España y en Europa. En España se trataría de Podemos, cuya meta es la revolución y que sigue a pies juntillas la táctica leninista.
“La sociedad comunista sería, desde este punto de vista, la realización más acabada y perfecta de nuestro sentido de justicia.” La igualdad real es imposible y no es deseable. La única igualdad posible, real y deseable es la igualdad ante la ley y vivir todos bajo el imperio de la ley pero con propiedad privada y mercad libre. La propiedad privada es algo antropológicamente trascendental. La carrera abierta a los talentos es deseable y desemboca en la desigualdad real pero ello no es opresión ni injusticia alguna. Cada uno de nosotros se hace a sí mismo, se elige a sí mismo. Somos los padres de nuestras obras y somos los hijos de nuestras obras.
No hay pues ninguna razón para que la izquierda o izquierdas crean en la superioridad moral de sus ideologías, planes, programas o proyectos.
Sánchez-Cuenca, de paso afirma que el comunismo es un proyecto universalista, mientras que el fascismo es una ideología particularista, pero hay que recordad que la humanidad no existe, sólo existen los hombres agrupados en Estados, en unidades políticas, en naciones. El egoísmo sagrado, nacional es un imperativo de una sana política realista y eutáxica buena y conveniente para el pueblo. Los recursos son escasos, ergo tiene que haber economía y la generosidad tiene que ser severamente restringida.
Entonces, una buena política es realista, conservadora, patriótica, de derechas y una mala política es la sofística izquierdista con razonamientos falaces y promesas imposibles y catastróficas. La izquierda padece de hemiplejía de la virtud porque con sus políticas perjudica al pueblo y sobre todo a los más desfavorecidos.
Felipe Giménez Pérez.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario