sábado, 3 de noviembre de 2018

Apuntes populares


 

APUNTES POPULARES SOBRE K. MARX Y F. NIETZSCHE.

1. Materialismo histórico.

            Forzosamente tenemos que reducir nuestro análisis y exposición del marxismo a dos temas clave: el materialismo histórico y el tema de la alineación.

            Marx parte de la primacía de la praxis. Esta praxis originariamente es la producción, el trabajo humano. Se trata de esa capacidad que tiene el hombre de enfrentarse a la naturaleza. El trabajo humano transforma a la naturaleza, pero igualmente transforma al hombre. Así pues, el hombre es el único animal que se autocrea, que se transforma a sí mismo. La naturaleza humana es un resultado de la acción transformadora del hombre en la historia. Pero esta praxis productiva no es algo solitario. Es algo social. Por lo tanto, la naturaleza humana es el conjunto de sus relaciones de producción.

            El hombre entonces al producir sus medios de existencia, produce su vida material. Hay que distinguir a este respecto entre fuerzas productivas [herramientas y la manera de utilizarlas, los inventos y todo lo que permite al hombre trabajar y los propios trabajadores].

            Las relaciones de producción son las relaciones que los hombres mantienen entre sí en el interior mismo del proceso productivo. El trabajo humano es social, cooperativo.

            El desarrollo de las fuerzas productivas trae consigo la división social y técnica del trabajo. A las diversas etapas de esta división del trabajo les corresponden diversas formas de relaciones de producción.

            La historia del hombre es la historia de la producción, del desarrollo de las fuerzas productivas bajo determinadas relaciones de producción.

            El punto de partida de Marx es que la actividad del sujeto no es pensamiento, sino actividad productiva.

            Llega un momento en el que las relaciones de producción existentes son un obstáculo para el progreso de las fuerzas productivas.

            Las contradicciones dentro de un modo de producción toman cuerpo en la lucha de clases. La lucha de clases es el motor de la historia.

            La ideología es la conciencia social del modo de producción. Tal conciencia social es una conciencia justificativa, legitimadora, deformada. La ideología es un reflejo de las propias condiciones materiales del modo de producción.

            El derecho expresa las condiciones históricas de explotación y dominio de una clase sobre otra. El derecho necesita de la violencia para impedir su violación. Esta fuerza organizada es el Estado. Sirve para mantener el dominio de la clase dominante y para hacer respetar el derecho.

 

2. La alienación y la ideología.

            La forma de trabajo de la sociedad burguesa constituye la alienación total del hombre. La conciencia humana está sometida enteramente a las relaciones de producción capitalistas. Esto produce la alienación. El obrero está alienado del trabajo, está entonces alienado de sí mismo. Su trabajo ya no es suyo. Por eso el hombre está alienado de sí mismo. El obrero no afirma, sino que contradice su esencia.

            El proceso de alienación afecta a todos los estratos de la sociedad distorsionando hasta las funciones naturales del hombre. El trabajo separado de su objeto es la alineación del hombre con respecto al hombre.

            Alienación significa que algo o alguien es otro de sí mismo, esto es, que deja de ser él mismo. El trabajo en el capitalismo es alienante porque al trabajador no le pertenece el producto de su trabajo. El hombre se hace cosa, se cosifica.

            La alienación más importante es la alienación económica, que tiene lugar por la propiedad privada de los medios de producción en manos de los capitalistas. El sujeto se ve desposeído de su trabajo y se convierte en mercancía.

            La alienación ideológica se produce porque la sociedad produce un conjunto de ideas y creencias que sirven para representar la realidad en la que el hombre vive. Esto es la ideología. El marxismo pretende eliminar la ideología desvelando las verdaderas relaciones de producción.

            La alienación social y política tienen lugar como enajenación del hombre en la sociedad, que no le trata como tal y en unas coordenadas políticas en las que no participa en tanto que vive obnubilado por la ideología. La alienación política se articula básicamente a través del Estado: el aparato de represión y coacción que pretende garantizar un orden político y, por tanto, un orden económico alienante.

            La alienación filosófica y religiosa constituyen nuevas formas de ideología. Toda alienación y toda ideología cumplen la función exclusiva de mantener la alienación económica esencial. La filosofía tradicional no ha servido más que para eso.

            En cuanto a la alienación religiosa, Marx corrige a Feuerbach criticándole que no busque las causas por las cuales el hombre inventa un mundo divino separado del suyo, aunque coincide con él en que ese mundo produce una alienación. Para Marx, la religión es una ideología que intenta tapar el desgarramiento y la miseria sociales. La religión es el opio del pueblo.

            En “El Capital” (1867) Marx reexpone el tema de la alienación como reificación o cosificación. La sociedad capitalista transforma todas las relaciones personales de los hombres en relaciones objetivas entre cosas. A esto lo denomina Marx “fetichismo de la mercancía”. El sistema capitalista relaciona a los individuos entre sí a través de las mercancías que se intercambian. Los individuos participan en el proceso social sólo como propietarios de mercancías. Sus relaciones mutuas son las relaciones de sus respectivas mercancías. Esto surge del modo de producción capitalista. El fetichismo de la mercancía es algo que tiene su origen en el carácter social peculiar del trabajo que la produce.

            Esta reificación o cosificación presenta las relaciones sociales efectivas entre los hombres como una totalidad de relaciones objetivas, ocultando, por ende su origen, sus mecanismos de perpetuación y la posibilidad de su transformación.

            La negatividad de la sociedad capitalista reside en su trabajo, en el trabajo alienado. Aboliendo el trabajo alienado, queda abolida la alienación. El remedio a la alienación es la abolición de la propiedad privada.

            La abolición de la propiedad privada es un medio para abolir el trabajo alienado. No es un fin en sí misma.

 

Friedrich Nietzsche. (1844-1900).

1. La muerte de Dios.

            Dios ha muerto. Era el garante de la autoridad, del Estado, de la moral, del lenguaje, del conocimiento, de la ciencia, de la naturaleza, de la estabilidad de la existencia de las cosas y de la identidad del yo personal. Muere Dios y otras instancias le sustituyen. Eso es como conservar intacta la sustancia de un muerto, Dios.

            Si Dios ha muerto, se trata entonces de extraer todas las consecuencias e implicaciones que se siguen de la muerte, del asesinato de Dios. Hay que vivir a fondo su muerte y sufrirla y gozarla. No se trata de secularizar los contenidos de la muerte de Dios. Como señala Nietzsche, la Iglesia nos repugna, su veneno no.

           

            La muerte de Dios ha producido un inmenso vacío en la existencia humana. Ha producido el nihilismo. Se trata del tema del último hombre. Es el hombre sin fuerza, sin ideales. El último hombre es un pulgón inextinguible. Sólo vegeta. No es ya una tarea para sí mismo. La muerte de Dios es el fin de nuestra cultura y de sus valores. Es el fin de la gran mentira difamadora de este mundo. Esto es el nihilismo pasivo, que sólo puede ser  superado con un nihilismo activo. Dios ha matado a Dios.

 

2.El nihilismo.

            La historia de Europa desde Sócrates o Platón hasta nuestros días es la historia de un error. El nihilismo asalta al hombre además como experiencia y sentimiento indicativo de un estado crítico de nuestros valores, de nuestra cultura vuelto brutalmente actual. Se trata de la pérdida de sentido, del agotamiento de los sentidos. Faltan las metas. Es el gran cansancio, gran hastío. El nihilismo es la expresión de la voluntad decadente, de la voluntad de poder impotente que retrocede ante la afirmación de la vida. El nihilismo es la negación de la vida.

            Hay un nihilismo inicial que desemboca finalmente en un nihilismo total pasivo y manifiesto. Entre ambos momentos se desarrollan diversas formas de nihilismo. El nihilismo pasivo total es la voluntad de la nada. Para acabar con este estado de decadencia, Nietzsche preconiza un nihilismo positivo o nihilismo del nihilismo.

 

3. La voluntad de poder.

            Nietzsche afirma la inmanencia. La voluntad de poder es la esencia de lo real, del mundo. Esta voluntad de poder consiste siempre en la autosuperación, ya sea en el sentido de fuerza activa o en el sentido de fuerza reactiva.

            El hombre prefiere tener voluntad, aunque sea voluntad de la nada que no tener voluntad en absoluto.

 

4. El eterno retorno.

            Esta teoría-simulacro de Nietzsche afirma que todo se repite. Lo que estamos ahora viviendo se repetirá infinitamente en el futuro y ya se ha repetido infinitamente en el pasado.

            El tiempo es circular. Se puede querer hacia delante o querer hacia atrás, retrospectivamente. La inmanencia de Nietzsche, la muerte de Dios, exige la teoría del eterno retorno. El tiempo circular es la negación misma del tiempo. Es un paso continuo siempre presente en eterno retorno. Esto supone la afirmación de la inocencia del devenir y del sí a todo.

            Puede ser interpretado el eterno retorno como una ficción o un simulacro  útil para la voluntad de poder. Todo va a seguir siendo igual, lo mismo. Entonces ¿Qué sentido tendría la acción si todo da igual y todo es lo mismo y todo vale igual?

            Ante este pesimismo pasivo, nihilista, decadente, reactivo, débil, resentido, Nietzsche propone la actitud del Superhombre, que asume decididamente la ausencia de sentidos trascendentes, la muerte de Dios. SI. La respuesta es un sí, la risa del superhombre que dice que sí a todo, acepta el devenir, el eterno retorno de lo idéntico. Es la reconciliación con la existencia.

            El eterno retorno como simulacro tiene la función de seleccionar entre los que son capaces de soportarlo y los que no. Aceptar el valor de la vida, el mundo, el devenir tal y como es. De eso se trata. No hay progreso ni finalidad. Todo es azaroso. El amor fati es la aceptación fatalista del destino. Es la consecuencia del eterno retorno.

 

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