miércoles, 8 de junio de 2016

La crisis de los años 193-197 y el reinado de Septimio Severo

Una transición es un cambio o transformación o paso de un estado o situación a otro por parte de un sujeto de tal cambio. Una transición democrática es la transición o la transformación de un Estado o sociedad política que tiene como resultado la constitución de un Estado democrático. Una transición aristocrática u oligárquica significa la instauración de una aristocracia u oligarquía partiendo de una situación anterior. Un régimen político puede ser sustituido por otro. Ejemplos de transiciones democráticas fueron la de Clístenes en Atenas en -510 y la del régimen franquista español entre 1975 y 1978. El cambio se dice de muchas maneras. Todo cambio según Aristóteles puede ser clasificado según las categorías en cuatro clases. En el  cambio sustancial una cosa deja de ser la substancia que era para convertirse en otra distinta. El cambio sustancial es entonces aquel que comprende la generación –llegar a ser- y la corrupción –dejar de ser- un ente nace o muere. En el cambio accidental el ente sigue existiendo pero alterando algunas de sus propiedades. La cosa sigue siendo la misma pero cambia en algún aspecto cualitativo, cuantitativo o espacial. En el cambio cualitativo se produce una alteración según la categoría de cualidad. En el cambio cuantitativo se produce un cambio cuantitativo según la categoría de cantidad, crecimiento o disminución y en el cambio o movimiento local se produce un desplazamiento espacial.

Está claro que las transiciones democráticas constituyen cambios cualitativos acompañados de cambios cuantitativos dentro de los Estados o de las sociedades políticas de las que se trate en cada caso considerado.

Sin embargo, debemos aclarar que todo régimen político tiene que contar con la obediencia pasiva o activa del pueblo, de la multitud. Por lo tanto, diremos que todo régimen político es democrático en el sentido de que es aprobado de manera tácita y explícita por la multitud como condición esencial de su existencia y de su subsistencia o eutaxia política. El mando no podría ejercerse si fuera el soberano desobedecido. La obediencia política es enteramente voluntaria. Esto significa entonces que todo proceso de cambio político es democrático. Por lo tanto, está justificado hablar de transiciones democráticas aplicando el sintagma citado a todo tipo de procesos políticos de cambio de un Estado o sociedad política que se considere. Entonces aquí se trata de transiciones en el seno de  un Estado de un régimen a otro.  Revoluciones, mutaciones constitucionales, reformas, evoluciones, constituyen formas de transiciones democráticas y no solamente los cambios que conducen a lo que los politólogos denominan democracias, ya se trate de la democracia ateniense o de las democracias burguesas de mercado pletórico de bienes.

La transición democrática del Imperio Romano que tuvo lugar a partir del año 193 con Septimio Severo afectó a las tres capas del cuerpo político: la capa basal, la capa conjuntiva y la capa cortical y fue un cambio cualitativo y cuantitativo. Se pasó de un Imperio Romano a otro Imperio Romano con nuevas características y propiedades políticas, económicas y militares. Tal transición democrática fue entonces un cambio accidental. Quiero decir que el Imperio Romano duró otros 200 años más pero tuvo que sufrir cambios y transformaciones necesarios para adaptarse a los nuevos hechos políticos de su presente como consecuencia de la crisis de 193. En lo que sigue presentamos los hechos constitutivos de la crisis del año 193 y de la transición democrática imperial romana y los resultados y consecuencias derivados de la crisis y la respuesta de Septimio Severo. Stricto sensu no es una transición democrática la crisis del 193 y sus consecuencias a medio y largo plazo, ciertamente, en cambio, lato sensu sí que lo es. Sabemos que en toda sociedad política hay vectores de poder descendentes y vectores de poder ascendentes. El reinado de Septimio Severo es un reinado decisivo en la historia del Imperio Romano por todo lo que vamos a informar más adelante.

1.La crisis del año 193.

            El 31 de diciembre del 192 es asesinado mediante estrangulación el emperador Cómodo por parte de un atleta. Es el final de una época. Comienza para el imperio romano una crisis de cuatro años. Esta vez se trata de guerras interprovinciales. Tenemos que señalar que Italia y el Mediterráneo ya no eran entonces el centro del comercio europeo. Es el final de una época de esplendor del Imperio Romano. El eje del Imperio se desplaza al Rin y al Danubio. Los principales protagonistas de los golpes de Estado del 193 fueron Pescenio Níger en Siria, Septimio Severo en Panonia y Clodio Albino en Britania.        

Muerto Cómodo sus asesinos disponen del Imperio. Escogen al prefecto de Roma, Publio Helvio Pertinax. Pertinax se esforzó en restablecer y mantener la disciplina del ejército y reorganizar la hacienda dilapidada bajo Cómodo. Su reinado transcurre desde el 1-I-193 hasta el 28-III-193. Nació el 1 de agosto de 126. Tenía pues 66 años. Fue asesinado por los pretorianos.

1.1.        La subasta del imperio.

La conjura que acabó con la vida de Pertinax fue tramada por Q. Emilio Leto. Trescientos pretorianos se dirigieron al palacio imperial, donde encontraron el apoyo del personal de servicio. Los pretorianos y el personal de servicio le odiaban por su austeridad rayana en la tacañería. –Pertinax significa tacaño- mientras que era querido por el pueblo, que se indignó al conocer la noticia de su muerte. Pertinax había intentado aplacar a los amotinados. Al asesinato contribuyó probablemente la noticia, que circuló por Roma, de que se iniciaba una reforma de todo el personal nombrado por Cómodo.

Según Dión Casio, en el asesinato del emperador participaron los dos aspirantes a sucederle en el poder imperial: Didio Juliano, representante de la tendencia filocomodiana, y Flavio Sulpiciano, su suegro, partidario de la continuidad de la política comenzada por Pertinax. A continuación el Imperio Romano se puso en subasta. Los dos candidatos prometieron dinero a la guardia pretoriana. Didio Juliano prometió 250.000 sextercios; después entregó 30.000 a cada soldado, mientras que Flavio Sulpiciano sólo ofreció 20.000. Como confirma Herodiano, “fue la primera vez que se corrompieron las costumbres de los soldados, que se habituaron a un insaciable y torpe deseo de riqueza, y perdieron todo respeto a la autoridad imperial” y la subasta la ganó M. Didio Juliano, de 60 años y reinó hasta el 1 de junio de 193, muriendo también asesinado. Así el mismo día del asesinato de Pertinax, los pretorianos proclamaron emperador a Didio Juliano.  De esta manera en el año 193 se abrió la veda del Imperio: en un año, cinco hombres ostentaron el título de augusto (el oficial del emperador romano): Pertinax, Didio Juliano, Septimio Severo, Pescenio Niger y Clodio Albino. Hicieron falta cuatro años de guerra civil para que emergiera vencedor Septimio Severo, que haría de Roma un Estado más militarizado y más orientalizado., en el que el poder imperial se hizo más absoluto aún.

Didio Juliano fue asesinado tras gobernar el Imperio dos meses y cinco días. Reinó del 28 de marzo al 1 de junio de 193.

1.2.        La guerra civil interprovincial.

Después del asesinato de Pertinax, las legiones de Panonia Inferior proclamaron emperador al legado protector L. Septimio Severo el 9 de abril en Carnuntum. Se sumaron al pronunciamiento 15 legiones en total, de Mesia, Norico, Retia, Dacia y Germania. Las legiones de Siria aclamaron emperador, a su vez en Antioquía, a su legado Pescenio Níger. Éste tenía a sus órdenes tres legiones e, inmediatamente recibió la adhesión de las tropas de Palestina, Capadocia, Arabia y Egipto; es decir, de seis legiones. Níger dominaba Oriente. El legado de Britania, D. Clodio Albino, africano como Septimio Severo –era originario de Hadrumentum- , se le unió a Septimio Severo. Severo le dio el título de César, que lo designaba como sucesor virtual. Con tales apoyos, el emperador de Carnuntum se dirigió a toda prisa hacia Italia y Roma. Comenzaba la guerra civil entre pretendientes  al imperio de cuatro años. Las guerras entre pretendientes (193-febrero del 197) se desarrollaron en tres tiempos: primero contra Didio Juliano; luego, con Clodio Albino como César, contra Pescenio Níger; y, finalmente, contra Clodio Albino.

Septimio Severo entró en Roma el 9 de junio de 193. Fue su felicissima expeditio Urbica. Desarmó a los pretorianos y los despidió. Su ejército provincial sería su guardia personal. Se quedó en Roma un mes. En julio salió de Roma para Oriente decidido a poner fin a la sedición de Pescenio Níger. Severo le infligió a Pescenio Níger dos derrotas seguidas: en Cízico, frente a Emiliano, que fue vencido y muerto. Y en Cos-Nicea, hacia mitad de enero de 194, frente a Níger, que hubo de abandonar Bitinia y retirarse a Antioquía. En la primavera de 194 obtuvo una nueva victoria en Isos. Pescenio Níger huyó hacia el Éufrates en busca de asilo entre los partos. Al final de una corta campaña, Nïger fue muerto en noviembre de 194. Su cabeza fue enviada a los asediados de Bizancio y, luego, a Roma. En quince meses Septimio Severo había restaurado la unidad del Imperio.

Severo quiso restaurar la autoridad de Roma en Oriente y dispuso así lo que su propaganda llamaría la prima felicissima expeditio Parthica del 194-195. Una vez dueño del Oriente, Septimio Severo optó por desembarazarse de su aliado, Clodio Albino, que había sido nombrado Cesar por Septimio Severo. El 15 de diciembre de 195 lo declaró enemigo público (hostis publicus) y se dirigió contra él. Clodio Albino fue proclamado Augusto por las legiones de Britania, a lo que replicó Severo designando el 6 de abril del 196 a su hijo mayor como César: la decisión tenía importancia, pues fundaba una nueva dinastía.

      Entretanto, Albino pasó a la Galia y sublevó a las provincias, instaló su cuartel general en Lugdunum, Lyon y logró la adhesión del legado de Hispania Citerior. Tras una estancia de Septimio Severo en Roma en la segunda mitad del 196, Severo lanzó un gran ejército de 200.000 hombres contra Albino. Lanzó a sus legiones hacia Lyon por el valle del Saona. Un primer encuentro en Tournus, le resultó favorable. Y el 19 de febrero del 197, tras una sangrienta batalla en las cercanías de Lyon, Albino, vencido, se suicidó.

Hubo una represión muy dura. Lyon fue incendiada, la familia de Albino muerta, sus partidarios ejecutados, y sus bienes, confiscados; 64 senadores fueron entregados a la justicia y 29 condenados a muerte. Las relaciones con el Senado quedarían marcadas por la desconfianza e, incluso, la hostilidad recíproca…Pero Septimio Severo era, ahora el único dueño del mundo romano.

Esta larga crisis o transición política de cuatro años tendría consecuencias importantes en el reinado de los Severos y en la historia ulterior de Roma. El ejército era la fuerza determinante en la elección del emperador y en la vida del Imperio. De ahí la frase que se le atribuye a Septimio Severo en el lecho de muerte dirigiéndose a sus hijos: “Permaneced unidos, dadles dinero a los soldados y menospreciad a todos los demás.”

      Por otra parte, de cara a la Urbs, a su aristocracia y su administración, provincias y provinciales sabían que sus fuerzas podían imponerse. La presencia en el trono de Augusto de un auténtico provincial, apoyado por el ejército y las nuevas capas sociales, inauguraba una nueva fase de la historia de Roma.

2.     Septimio Severo o el desquite de Aníbal.

Septimio Severo fue el primer emperador auténticamente provincial, de África, de origen púnico. Trajano y sus sucesores, procedentes de la élite colonial occidental, no eran sólo descendientes de colonos italianos, sino que, además, estaban totalmente asimilados a la sociedad metropolitana y habían nacido y se habían educado en Roma. Septimio Severo fue un producto de África y de una ciudad africana, Leptis Magna, donde el asentamiento de italianos había sido insólitamente escaso. Fue el primer emperador nacido y educado lejos de Roma e Italia, en Tripolitania. Se entiende entonces que fuera un gran admirador de Aníbal y que mandara restaurar su tumba en Bitinia.

2.1.        La política interior. La administración central.

El Imperio romano era un Estado muy centralizado en el que el emperador tomaba todas las decisiones importantes, ayudado y asesorado por hombres salidos de las dos principales clases sociales romanas, el ordo senatorius y el ordo equester, aunque Septimio Severo se apoyó más en el segundo que en el primero: como ejemplo de ello está el dato de que bajo el imperio de Septimio Severo se crearon cincuenta puestos de procuradores que fueron ocupados por los miembros del orden ecuestre. Senadores y caballeros ocupaban los puestos para los que eran designados o elegidos. El orden ecuestre comenzó a ser crecientemente preponderante dentro de la clase política del Imperio. El más honorable de los cargos romanos era el de cónsul. Desde -27 los cónsules, a razón de dos titulares por años ya no se elegían por parte de los comicios centuriados (comitia centuriata) sino que eran directamente designados por el emperador. El cargo de cónsul era meramente honorífico. El papel de prefecto de pretorio en cambio, fue adquiriendo cada vez más relevancia jurídica.

      Bajo Septimio Severo creció la burocratización del Estado, ya que se aumentaron en gran número las oficinas imperiales (scrinae) y los empleados que en ellas trabajaban (scrinarii), (muchos de ellos ecuestres). En este sentido en 197 hizo pasar el servicio postal de manos de particulares, que lo tenían arrendado, a las del fisco.

En cuanto al papel del órgano que desde el siglo II había sido la principal institución consultiva del emperador, el Consejo Imperial (Consilium Principis), su papel se vio reforzado. Unas décadas después tuvo lugar la decadencia de este organismo porque el emperador cada vez era menos un prínceps (primer ciudadano de Roma) para ir siendo cada vez más un dominus (señor). Se llegó a concentrar a todos los poderes en las manos del emperador. Desde Septimio Severo se tiende a que la autoridad central sea la poseedora de todo el poder político, siendo al mismo tiempo el encargado de resolver todos los problemas.

El Senado perdió mucha de su importancia al verse privado de la jurisdicción criminal. En vez de los senatusconsulta funcionaron las orationes principis in senatu habitae, seguidas de aclamaciones. El emperador dictaba leyes con gran discrecionalidad y Septimio Severo dictó unas cuatrocientas leyes o decretos promulgados bajo su mandato, muchas de ellas de temática social, haciendo referencia a los derechos de la mujer, a los hijos de los condenados, a los esclavos, a la posesión de tierras provinciales, etc. Septimio Severo abolió los tribunales criminales permanentes, quaestiones perpetuae, asignándolos a cada uno su competencia, su procedimiento y los pretores que los habían de presidir y los transfirió al praefectus urbi, que ejercía su autoridad judicial en Roma y en un radio de cien millas en torno a ella y al praefectus praetorio en el resto de Italia y las provincias. Las magistraturas fueron minimizadas: los cónsules y los pretores, que perdieron sus poderes judiciales, fueron ensombrecidos ante el creciente poder de los prefectos imperiales, los cuestores quedaron encargados de la celebración de los juegos.

Podemos considerar que el principado se convierte con Septimio Severo en monarquía militar que sustituye al sistema tradicional del principado. Esto desemboca y se manifiesta en tres modos diferentes que hemos señalado más arriba: el rebajamiento del Senado, el refuerzo del funcionariado y la preponderancia del ejército. Es un incremento considerable del poder del emperador.

El gobierno de Septimio Severo supuso un punto de inflexión en la historia de Roma. El nuevo estilo de gobierno aparece sobre todo en la insistencia en proclamar el carácter hereditario del poder imperial. Aparece así institucionalmente la familia imperial. Cada príncipe o princesa tenía su propia domus con un número de empleados y eslcavos. El Augustus además ya no se sienta en una silla, sino en un trono.

El emperador es el jefe de los ejércitos y de las provincias imperiales –lo que no le impedía intervenir en las provincias senatoriales- , titular del imperium y de la potestas, del derecho a promulgar edictos (ius edicendi), a enviar rescriptos (rescripta) y órdenes (mandata) a los gobernadores provinciales, juez supremo cuyas decisiones se imponían de hecho, incluso a los demás jueces y jurisconsultos, que se inspiraban en ellas para sus decreta y sumo pontífice, el emperador atesora un poder formidable.

Con Septimio Severo se concretó más aún el poder del emperador. La función sacra del poder imperial se acrecienta considerablemente con Septimio Severo. Se le comienza a denominar dominus y dominus noster. Además, la naturaleza sacra del poder imperial no sólo se vincula a la figura del emperador, sino también a toda la familia imperial. Así pues, tiene lugar una orientación del régimen político imperial en un sentido absolutista y dinástico.

Es innegable que, aunque sin llegar a los niveles de los años posteriores, el reinado de Septimio Severo constituyó un cualitativo avance en el proceso de militarización del Imperio Romano, acentuándose la importancia del Ejército y de lo militar en todos los aspectos de la vida del mundo romano. La consecución de muchas reivindicaciones por parte de los soldados hizo pensar a las tropas que tenían derecho a todo lo que se les antojara, lo cual provocó cada vez más actos de indisciplina.

El reinado de Septimio Severo fue también una gran época para los equites, los miembros del orden ecuestre. El número e importancia de los equites (los caballeros) se multiplicó en el Ejército al alcanzar tal rango muchos oficiales que antes no lo hubieran ostentado. Los equites llegaron a mandar legiones, lo que antes les estaba por lo general vedado y a ostentar el gobierno de provincias con guarnición legionaria, como la de Mesopotamia, algo antes reservado a los miembros del orden senatorial y hasta uno de ellos (Macrino, 217) llegó a ser emperador.

En resumen y para finalizar: fue la época de Septimio Severo una transición y cambio cuantitativo y cualitativo para todo el Imperio Romano tanto para su Ejército como para los aparatos del Estado y para la sociedad civil. En lo que se refiere al Ejército, la transición dio lugar a la Anarquía militar (235-284), un nuevo imperio con estructuras e instituciones notablemente modificadas y renovadas.

2.2.        El creciente intervencionismo del Estado y la política social.

Septimio Severo incrementa notablemente la intervención del Estado en el área económica y social. En el terreno agrícola fue más bien conservador, manteniéndose en general la tónica de los Antoninos.

En el artesanado y en el comercio es en donde el intervencionismo fue más intenso. Se favorece la creación de las asociaciones profesionales (collegia) en detrimento del ejercicio libre. Hubo intrusismo del Estado en la organización de las asociaciones mercantiles y artesanas. Desde Septimio Severo las asociaciones profesionales (corpora o collegia) debieron contar con el reconocimiento oficial para poder existir.

Por lo demás, Septimio Severo empezó una nueva política social. Desde luego que no puso fin, ni mucho menos, al sistema en vigor desde Adriano, como poco, que, vinculando privilegio legal y estatuto social, favorecía los intereses de las clases superiores de la sociedad romana, hasta el punto de que para un mismo delito criminal se preveían penas distintas contra quienes eran llamados honestiores que contra los demás, llamados humiliores. Hay que decir a este respecto que la concepción antigua de la equidad no era la nuestra.

No obstante se tomaron medidas favorables a las clases inferiores, entre las que se reclutaba el ejército. Es la época de esplendor del derecho romano. Bajo el influjo de los grandes juristas, Papiniano, Ulpiano y Paulo, el derecho romano evolucionó. De Ulpiano procede un nuevo principio, según el cual, en materia de derecho natural, todos los hombres son iguales. Acaso apoyándose en el derecho natural decidiera Septimio Severo las primeras sanciones oficiales contra el aborto provocado, práctica antigua, pero intensificada en los siglos I y II. Manifiestamente el Imperio se había embarcado en una nueva política social. El acceso al poder de los soldados de las legiones, como nueva capa social, es su mejor ilustración. La política de Septimio Severo, favorable a las gentes del común más que a las clases superiores y a los notables municipales, para con quienes fue, a veces, incluso hostil, resultó muy innovadora a ese respecto. Todo esto culminó con la Constitutio Antoniniana de Caracalla,  del 212 por la que se concedía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio romano, con lo que se confirmaba su carácter de imperio generador.

Felipe Giménez Pérez, febrero de 2016. Pioz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario