sábado, 6 de abril de 2024

Helene von Druskowitz

Helene von Druskowitz, “Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo”. Primero de todo permítaseme un excurso de Quevedo que puede venir bien y a propósito del tema acerca del cual va a versar nuestra presente recensión. “Una dellas, cuya hermosura era tan opulenta que se aumentaba con la disformidad de la ira, siendo afecto que en la suma fiereza de un león halla fealdad que añadir, dijo: -Tiranos, ¿Por cuál razón, siendo las mujeres, de las dos partes del género humano, la una que constituye mitad, habéis hecho vosotros solos las leyes contra ellas sin su consentimiento y a vuestro albedrío? Vosotros nos priváis de los estudios, por envidia de que os excederemos de las armas, por temor de que seréis vencimiento de nuestro enojo los que lo sois de nuestra risa. Habeisos constituido en árbitros de la paz y de la guerra y nosotras padecemos vuestros delirios. El adulterio en nosotras es delicto de muerte y en vosotros entretenimiento de la vida. Quereisnos buenas para ser malos, honestas para ser distraídos. No hay sentido nuestro que por vosotros no esté encarcelado; tenéis con grillos nuestros pasos, con llave nuestros ojos. Si miramos, decís que somos desenvueltas; si somos miradas, peligrosas y, al fin, con achaques de honestidad, nos condenáis a privación de potencias y sentidos. Barbonazos, vuestra desconfianza, no nuestra flaqueza, las más veces nos persuade contra vosotros, lo propio que cauteláis en nosotras. Más son las que hacéis malas que las que lo son. Menguados, si todos sois contra nosotras privaciones, fuerza es que nos hagáis todas apetitos contra vosotros. Infinitas entran en vuestro poder buenas, a quien forzáis a ser malas y ninguna entra tan mala, a quien los más de vosotros no hagan peor. Toda vuestra severidad se funda en lo frondoso y opaco de vuestras caras y el que peina por barba más lomo de jabalí, presume más suficiencia, como si el solar del seso fuera la pelambre prolongada de quien antes se prueba de cola que de juicio. Hoy es día en que se ha de enmendar esto o con darnos parte den los estudios y puestos de gobierno, o con oírnos y desagraviarnos de las leyes establecidas, instituyendo algunas en nuestro favor y derogando otras que nos sean perjudiciales.” El libro de Helene von Druskowitz, (1856-1918) “Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo”. Editorial Taugenit, Madrid, 2020, 181 páginas, Edición de Manuel Pérez Cornejo es un acontecimiento editorial que contribuye al público conocimiento del pesimismo filosófico protestante en España. En la polémica del pesimismo que tuvo lugar en los países anglogermánicos, protestantes, luteranos participaron también mujeres. Ahora el feminismo, una ideología basura de nuestra época, integrante del cortejo de iniquidades del conglomerado llamado comúnmente progresismo ha cobrado una importancia inusitada debido al interés político en fomentarlo como un elemento fundamental de la ideología de los regímenes democráticos progresistas de mercado pletórico de bienes. Paralelamente se desarrolla en los países hispanohablantes el pesimismo filosófico, lo cual coincide con la situación política, social, económica e intelectual de nuestros países. Las cosas van mal. Todo hay que decirlo. La nuestra es una época esencialmente trágica, esencialmente estúpida. Nos ocuparemos de su feminismo pesimista. El valor teórico de la contribución de Helene von Druskowitz a la polémica del pesimismo es nulo. Es una nulidad en lo teórico esta escritora alemana. Lo que más llama la atención es su misandria o androfobia consecuencia de su feminismo. Esto sirve para saber lo que supone el feminismo, el buscar la emancipación de una parte de la sociedad. Tenemos que recordar lo que decía Marx: no hay emancipación de una parte sin la emancipación del todo, de toda la sociedad. No hay derechos de una parte de la sociedad al margen del resto. Los derechos son universales o son privilegios. Por lo menos averiguamos con este libro en dónde están los antecedentes del feminismo actual y su carácter neurótico obsesivo y su carácter infantil y fanático y maligno. Podríamos titular estos escritos igual que lo hizo una vez Manuel Vázquez Montalbán con unos escritos suyos, Escritos subnormales o manifestó subnormal. Druskowitz afirma que varones y mujeres tienen los mismos derechos pero que no por eso debe perseguirse una confusión de los dos sexos. Esto claramente va en contra del buen sentido. La especie homo sapiens sapiens es una especie animal de reproducción sexual. Separar los dos sexos conduce a la extinción. El pesimismo de Druskowitz, derivado, procedente de Philipp Mainländer (1841.1876) preconiza la extinción de la especie humana, incluyendo como en el caso de Mainländer el suicidio. Esta señora desequilibrada rechazaba el matrimonio como inconveniente para las mujeres amén de la familia. Su alcoholismo, su tabaquismo y sus excesos la condujeron a la locura y murió en 1918 internada en un manicomio alemán. Su androfobia revela una neurosis obsesiva y un infantilismo teórico voluntarista y subjetivista radical muy en la línea del protestantismo luterano. Druskowitz padecía manía persecutoria, acusando a los varones de ser los causantes de todos los males del mundo. Una de sus lindezas es la afirmación de que el varón constituye una imposibilidad lógica. Esto se parece a la filosofía como una castaña a un huevo. Ni por el fuero ni por el güevo tiene esta escritora razón. Utilizar su talento para desarrollar una ideología infantil y paranoica y sin consistencia teórica. Feminismo, misandria, androfobia, pesimismo, metafísica de la peor especie. Terrible. La edición de este libro nos sirve sobre todo para poner de manifiesto las raíces irracionalistas del feminismo y la pasta de la que están hechas las iniquidades ideológicas feministas actuales. Más que un libre de escritos filosóficos es un libro de ideología de la mala y del resentimiento y del infantilismo, pero del maligno y estúpido. A todo esto se añade su animalismo, que procede de Schopenhauer, el padre del pesimismo contemporáneo. Su mística de la feminidad está unida a una mística de la naturaleza otro mito en el que cree esta ideóloga alemana. Una doctrina pesimista como la de Druskowitz derivada de Mainländer acepta la extinción como redención. Su feminismo preconiza la estricta separación de varones y de mujeres, una castidad radical, nada de sexo y por lo tanto, la extinción de la especie. Una tanatopolítica antinatalista, este es el resultado de su ideología pesimista y feminista. Como todo está muy mal y la especie humana es la más dañina y maligna, extinguida la especie humana todo vuelve a ser correcto y armónico para la tierra y las bestias y plantas. Los nazis se dieron cuenta de que una vez que las máquinas empezaban a realizar casi todo el trabajo había que replantear el Estado del Bienestar ario abriendo paso a la eutanasia, eugenesia. El Estado en vez de cuidar de ti, tenía que matarte. Por cierto, hay que recordar el ecologismo nazi y su animalismo. Si sobra gente, habrá que adoptar medidas de ahorro en la salud y mejorar la raza. Siendo el nazismo racismo ario antisemita ya tenemos por dónde transcurrió la tanatopolítica nazi. Ahora la Agenda 2030 apuesta por la miseria, la escasez, el antinatalismo, fomento del aborto, eutanasia, perversiones sexuales y encarecimiento de la electricidad, fomento del consumo de ropa usada, de las sobras de la comida, insectos, vegetarianismo y todo ello combinado con el pesimismo feminista de la Druskowitz. Este es el espíritu libre -Así la califica Manuel Pérez Cornejo- cuyo libro traducido por D. Manuel Pérez Cornejo estamos exponiendo. A mí una imbécil no me parece desde luego un espíritu libre. Me parece una mujer atormentada que acabó en un manicomio cultivando su androfobia. La estupidez teórica puede conducir a la estupidez cerebral, neuronal o mental. La actualidad de estos escritos es que inspiran el feminismo actual, los planes de la oligarquía globalista y parte de las ideologías basura de nuestra época que tenemos que soportar a diario que por cierto nos hacen más pesimistas ante la posibilidad de que el público recupere el buen sentido y haga falsa la afirmación de Gustavo Bueno de que en España lo que pasa es que tenemos el cerebro hecho polvo. Druskowitz consideraba que las mujeres tenían los mismos derechos que los varones, sin embargo no quería que se mezclaran entre sí, lo que va en contra de la reproducción sexual de una especie animal como es el homo sapiens sapiens. Esta es la consecuencia de su antinatalismo derivado de su pesimismo: que la especie humana no se reproduzca y extinga finalmente. Esta feminista pesimista considera que el varón resulta ser una imposibilidad lógica y ética, por lo que se le debe considerar una verdadera maldición para el mundo. Todo este pesimismo se combina con un misticismo ecologista, naturalista. Igual que ocurre en Mainländer, la muerte es la suprema redención. El secreto de la teología está en la antropología decía Feuerbach, de acuerdo dice la Druskowitz, pero en la antropología masculina. Como diría Freud después, Dios es un viejo macho que fue asesinado por los demás machos para poder disfrutar de las hembras que él egoístamente acaparaba para sí y luego se pusieron tristes e inventaron un macho ideal, el Dios. Druskowitz, como buena feminista cree en supercherías, como que la especie humana no existe, sino dos especies distintas: la masculina y la femenina. Lo masculina es el mal, Ahrimán y lo femenino es el bien, Ormuz. Como los varones son malos, de tal palo, tal astilla –o, digo yo, de tal varón, tal costilla-, y de ahí proceden los males del mundo, de lo masculino, de su poder, de la sociedad patriarcal. Esta situación de opresión y violencia sólo terminará si se acaba con la promiscuidad y la fornicación entre hombres y mujeres, Segregación sexual pero claro, bajo un gobierno feminista, de mujeres. Además, la Druskowitz añade a esto otro tema muy actual: la reconciliación del hombre con la naturaleza, todo muy luterano, muy alemán. Hay que aceptar la muerte, la extinción como redención. En una época de predominio de ideologías basura progresistas es bueno leer a la Druskowitz para no hacerla caso y dejarla como un ejemplo de infantilismo ideológico, de filosofía de alumno de la E.S.O. sin ningún valor teórico. Androfobia, pesimismo, ecologismo. Nada de provecho para el buen sentido. El mundo creado por el Dios masculino es profundamente defectuoso: “Él ha creado muy por debajo de sí mismo, mientras que cualquier artista y artesano crea por encima y más allá de él, debería suscitar horror y espanto”. Es una antiteodicea pues el pesimismo de la Druskowitz: vivimos en el peor de los mundos posibles: un mundo masculino, terrible pues: “Tomada en su conjunto, la obra entera de Dios es un miserable aborto masculino, nocivo en grado sumo, especialmente para el mundo femenino, cuyo progreso ha obstaculizado siempre de forma verdaderamente extraordinaria.” Así pues el teísmo es una cosa desgraciada y es machista. Estas cosas las llevo oyendo desde hace muchos años por parte de las pensadoras o mejor dicho, ideólogas del feminismo: “El teísmo es tan poco edificante en sus consecuencias como en sus presupuestos. Conduce a la guerra, impide el desarrollo natural de pueblos y Estados, es enemigo y opresor del sexo femenino, promueve la mentira, la impostura y el delirio más grosero, así como toda clase de vicios y la más extremada incultura, al tiempo que fomenta los tejemanejes del así llamado “alto clero”, con sus maneras mundanas, o rinde pleitesía, con placer demoníaco, a todas las diversiones, juegos corporales y alegrías materiales de la estúpida y vulgar nobleza o de las peores castas e instituciones.” En el fondo es un moralismo feminista puritano lo que nos propone la Druskowitz. Por la decencia hacia la salvación y pasando por el ateísmo pero con religión sustituyendo a las religiones tradicionales. La filosofía es atea. La filosofía auténtica es el ateísmo. Dios es sustituido por lo que la Druskowitz llama “Principio Superior”. “Sólo hay un Principio Superior. La existencia de tal principio surge de la percepción de una ley que domina internamente el mundo entero de la representación y del concepto. Igual que la luz y las sombras se excluyen mutuamente, todas las cosas están dominadas por la contradicción. Trasladada a la esfera más elevada y filosófica de las ideas, aquella percepción conduce a la expresión de la contradicción más alta, a saber, la que enfrenta la materia y el espíritu puro.” Pura metafísica de la peor especie. Esto nos recuerda a Plotino con su oposición entre lo Uno y to kakón, lo malo, la materia, la negación de la luz. La materia, el mundo es lo malo, es la caída, la oscuridad. “Por consiguiente, el mundo material ha de concebirse eo ipso de forma pesimista; y esto, como veremos, de la forma más trágica. Precisamente allí donde produce su obra maestra, la conciencia, se prueba inmediatamente y de forma segura su incapacidad para pretender el grado de razón.” El origen el mal de la materia, la ausencia de lo ideal, del ser. Hay un descenso desde el Ser hasta la materia, lo más bajo, desde la unidad hasta la multiplicidad, la pluralidad radical. De lo positivo a lo negativo. Como dice Mefistófeles, soy el espíritu de la negación, de la contradicción. “La materia es lo otro, lo más bajo, lo impuro, insatisfecho, desgarrado, fraccionado, fracturado, dividido, despojado, aquello que, abandonado, se concibe en permanente huida de sí mismo; algo que eternamente cambia y está a disgusto; una cosa que se desarrolla siempre de nuevo, y que llena, en fin, de sufrimiento, se eleva, con involuntaria ironía, hasta el nivel de una conciencia infeliz y escindida.” La materia es lo malo, es lo peor, “La materia, como aquello que se contrapone contradictoriamente a la Esfera Superior, ha de considerarse, en todas sus secuelas fenoménicas como lo peor.” El varón es el centro del pesimismo de Von Druskowitz. Su bajeza es la base de una correcta explicación del mundo. Es terrible lo que dice esta señora de nosotros los varones. Me entra la risa. “Por su constitución, el hombre es indigno de su compañera, un impedimento para el matrimonio, y no un motivo de enlace. En general no encaja en el marco de un mundo dotado de razón, pues es demasiado rudo y mendaz; su pensamiento es demasiado defectuoso y laberíntico, y su fealdad exterior demasiado evidente como para que sea capaz de dominar con delicadeza la vida.” Androfobia. Meros juicios de valor subjetivos, psicológicos y sin ninguna validez teórica, sin pruebas, demostraciones o argumentaciones. Pues la filosofía y la ciencia y el arte las han constituido estos feos y terribles varones. Esto deja de ser filosofía y se convierte en ideología, delirio. “El hombre es el héroe del trabajo vulgar, un proletario innato y el plebeyo más ordinario”. O sea, el que traía el sueldo mensual a casa y hacía los trabajos más duros. Pues en el siglo XIX las mujeres se estaban ecualizando con el varón en el heroísmo del trabajo vulgar y en la proletarización y el plebeyismo más ordinarios. La Druskowitz vive envuelta en su alcoholismo, su tabaquismo y en su feminismo pesimista ignorando los cambios que tenían ya lugar en su época. El varón “Es el malvado y estúpido diablo, que pone obstáculos una y otra vez a la paz en la naturaleza, haciendo de la vida, que está dispuesta para la alegría, la ligereza y las distancias cortas, un infierno satánico sin fin; él es, también, el que valiéndose de la codicia de género hace del sexo humano, que por ser el más noble debería limitarse a algunos valles, un enjambre tumultuoso e indisciplinado que está enfermo en lo más íntimo del alma.” Las mujeres son buenas, en la naturaleza no hay muerte, ni depredación, ni dolor y el varón es el culpable de la depredación de la naturaleza. Argumentos naturistas muy luteranos, muy progresistas, muy pesimistas. Los varones son codiciosos dice y las mujeres un dechado de acciones desinteresadas, generosas, amorosas, unas santas, vamos. Esto da risa, o asco, o desprecio por tanta estupidez derramada y a la que algunos dan en llamar filosofía. Esto lo puede escribir una mujer despechada o con mala suerte pero no es filosofía en modo alguno, Se limita a ser un rosario de proposiciones andrófobas e infantiles. Lo está comprobando el lector si se fija con atención en lo que estoy poniéndole ante los ojos. El varón es un monstruo. Esto es inquietante. Lo que viene a continuación es digno de regocijo: “La naturaleza ha impreso en el varón, por medio del desarrollo aparatoso y descomedido de sus genitales, el estigma de un fracaso sin igual” Lo ve como un fracaso, más bien digo yo, es un verdadero triunfo. Como decía Desmond Morris el hombre es el simio con el pene más grande. Claro, luego viene la envidia del pene de la que habló Freud y ya la hemos liado parda. El discurso de la Druskowitz desemboca en el escándalo que le produce la bipedestación del hombre: anda erguido sobre sus pies y va mostrando así los órganos genitales a las hembras, lo cual ocurre también en el sentido inverso. Esta señora biempensante o malpensante, puritana, ñoña dice que eso es un acto de delincuencia, en vez de ser un motivo de orgullo y alegría. Es un pesimismo antisexual. El feminismo desemboca en un moralismo de la liga por la defensa de la decencia. Encima se permite decir que la barba masculina es fea. Incluso el aparato fonador masculino le parece horrible, cuando el femenino es igual. “Debido a una ironía verdaderamente divina del destino, el hombre ha logrado situarse en el punto más alto de la creación, de tal modo que se tiene a sí mismo por un descendiente del mono.” Pero es que las mujeres también proceden de especies prehomínidas. La especie humana es de reproducción sexual: hay dos sexos. Todos los animales de reproducción sexual tienen dos sexos. Las supercherías feministas llevan a este delirio, parten ya de un delirio previo. La suerte de las mujeres está ligada a la suerte de los varones por integrar la misma especie. Es que esta señora no se entera. Sustituye el buen sentido por el delirio alucinado ideológico feminista. Está andrófoba, delirante, con megalomanía se cree al margen de la evolución zoológica. “De hecho, vivimos en un mundo lleno de miseria y de estupidez, de embustes e irreflexión.” Y, claro está, las mujeres son unas santas y nada tienen que ver con esto. Ellas no han tomado parte en ello, no han contribuido solidariamente en lograr esos presuntos resultados que la Druskowitz constata en su pesimismo. Al menos Schopenhauer era honrado reconociendo que el mundo era dolor, muerte, tristeza, aburrimiento, hastío, pero no se le ocurría cargar la culpa a uno sólo de ambos sexos exculpándole al otro sexo de toda responsabilidad como convidado de piedra en el gran espectáculo de la vida. Esta señora es inmune al buen sentido. Afirma que el varón “es un loco innato y un monstruo inveterado” . Y las mujeres tienen muy buen sentido y son justas y benéficas en cambio. En cambio, las mujeres son una bendición del universo, del mundo. Por eso vivan el vino y las mujeres. “Las mujeres no sólo son seres más dignos y preciosos, sino una estirpe mucho más perfecta y noble, algo a lo que apuntan las numerosas relaciones que aparecen en las mitologías entre las mujeres y el mar (recuérdese el nacimiento de Afrodita, las sirenas nórdicas. Loreley, el desinit in piscem mulier formosa horaciano y la leyenda californiana de que los hombres vienen del bosque y las mujeres del mar). Más perfectas y nobles, dignas y preciosas, bueno, depende. Tiene que haber reproducción sexual para que la especie animal siga existiendo. Claro está que como la Druskowitz, como Mainländer, piensa que lo mejor es la extinción de la especie para conseguir la extinción del dolor, ella parece olvidar todo esto empeñada como está en su pesimismo salvador extinción mediante. Las mujeres han amado a los hombres porque éstos las han hipnotizado. Como los varones somos más fuertes que las mujeres entonces las hipnotizamos y se enamoran y copulan con nosotros. A lo mejor son los órganos genitales masculinos con su desmedido tamaño lo que las enamora y motiva a copular, la envidia del pene. “el hombre, es en cambio, de hecho y naturalmente, el ser vivo más enamoradizo y lascivo de la tierra. La pasión sexual hacia la mujer está condicionada por la enorme diferencia sexual.” Esto lo explica con mayor gracia, con mayor verdad y con mayor buen sentido el gran Juan Ruiz, Arcipreste de Hita ya en el siglo. XIV: 71. Como dize Aristótiles, cosa es verdadera, el mundo por dos cosas trabaja: la primera, por aver mantenencia; la otra cosa era por aver juntamiento con fenbra plazentera. 72 Si lo dixiese de mío, sería de culpar; dízelo grand filósofo, non só yo de rebtar: de lo que dize el sabio non devemos dubdar, ca por obra se prueba el sabio e su fablar. 73 Que diz verdat el sabio claramente se prueva: omnes, aves, animalias, toda bestia de cueva quieren segund natura conpaña sienpre nueva, e quanto más el omne que toda cosa que•s mueva. 74 Digo muy más el omne que toda creatura: todas a tienpo cierto se juntan con natura; el omne de mal seso, todo tienpo, sin mesura, cada que puede, quiere fazer esta locura. 75 El fuego sienpre quiere estar en la ceniza, comoquier que más arde quanto más se atiza; el omne quando peca bien vee que desliza, mas non se parte ende, ca natura lo enriza. 76 E yo, como só omne como otro pecador, ove de las mugeres a las vezes grand amor; provar omne las cosas non es por ende peor, e saber bien e mal, e usar lo mejor. Claro está que también le hubiera venido bien leer la poesía goliárdica de los Carmina Burana o de los Minnesänger alemanes y franceses de los siglos XII y XIII. El luteranismo ha desembocado en pesimismo, irracionalismo y puritanismo. “El hombre se alimenta de la belleza y la reputación de las mujeres, y busca, a cualquier precio, hacer copartícipes a estas de su envilecimiento sexual.” Porque “Mientras el animal hace el amor por un breve período, el hombre siempre está sometido a la intoxicación del sexo.” Efectivamente, la actividad sexual humana es permanente pero lo mismo ocurre con las mujeres, que son fértiles y receptivas sexualmente todo el año y ocurre también con el orgasmo femenino, el único que existe de entre todas las especies animales. Esto debería también tenerlo en cuenta la Druskowitz. Lo terrible de los varones es que cuando estamos en celo, con la berrea, estamos “más caliente que una bestia hambrienta, cuando ha tenido éxito tras su ataque y posee a su presa. Es el único que golpea a su mujer, martirizándola de la manera más refinada, al tiempo que persigue a otras mujeres, haciéndolas esclavas de su escandalosa y ridícula dotación sexual.” Esta mujer generaliza la conducta sexual masculina y luego afirma que los genitales masculinos, grandes y desproporcionados ahora resulta que son ridículos. Pues la especie ha tenido éxito y se ha reproducido. Esta mujer desprecia la concupiscencia, el sexo. Habla de los corrales de gallinas, que son criadas en cautividad y se reproducen o de los perros. Nada nuevo que descubrir sobre el sexo. Los animales domésticos están humanizados y al hombre le interesa su proliferación y por lo tanto, su reproducción. Además, el hombre es “un asesino. Es un demonio innato y, literalmente, un diablo. Es el más peligroso de todos los seres vivos”. Y frente a este terrible espectáculo las mujeres son mansas, pacíficas y bondadosas, claro está. Encima el cristianismo no ha dulcificado a los hombres, entonces “ha de tenerse por la peor y más inútil de todas las religiones del mundo.” El pesimismo feminista es ateo y anticristiano. Encima esta buena señora tiene la desvergüenza de reprocharles a los varones la introducción y el consumo de licores y bebidas fuertes y resulta que ella, -permítaseme el uso del argumentum ad mulierem- acabó en el alcoholismo. “El hombre es el más codicioso de los seres vivos”. Supongo que las mujeres también. A no ser que tengamos por una creencia bien arraigada, la generosidad, la ausencia de interés, de ambición y codicia de las mujeres, cosas que están lejos de ser verdad. A continuación afirma la Druskowitz que el hombre es mercachifle, venal, empresario, claro, si las mujeres no hacen eso, no les gustan el dinero ni los lujos ni el provecho económico. Todo lo hacen desinteresadamente y de forma gratuita. Druskowitz afirma que el hombre es el ser más envidioso. Las mujeres no sienten envidia ni entre ellos ni del pene masculino ni de los varones, ni sienten celos. Están por encima de esas miserias, claro está. A los varones se les atribuyen todas las taras y defectuosidades físicas y morales y a las mujeres se las ensalza por su belleza y bondad y superioridad. Este es el feminismo de la Druskowitz, un conjunto de prejuicios y de afirmaciones infantiles andrófobas fruto del resentimiento. Además el varón es proletario, tiene un carácter proletario y eso que también había varones burgueses y nobles y aristócratas en la época en la que escribe la Druskowitz. Parece que no hay mujeres obreras, proletarias. ¿Qué tendrá que ver una mujer proletaria con una mujer de buena familia, burguesa, rica, de educación esmerada? ¿Es que las mujeres no se dividen acaso ideológicamente? He aquí la estupidez del feminismo: concebir la sociedad dividida en sexos y no en grupos sociales? “En él todo empuja hacia fuera. Sus costumbres diarias bastan para mostrar su carácter proletario, su esencia diletante y sus maneras desafiantes.” Un cúmulo de despropósitos. Atribuir todas estas negatividades a los varones y considerar a las mujeres al margen de todo esto es una estupidez digna de los años de manicomio en los que pasó sus días la Druskowitz a partir de 1891. Megalomanía, misandria., alcoholismo, etc. Terrible. Delirios de una mujer atormentada. Los varones tienen la culpa de las guerras, del problema social. Las mujeres pasaban por ahí, no forman parte de la sociedad burguesa al parecer. “El hombre trata de llevar con gran falta de modestia, la voz cantante por doquier, siendo el más charlatán de los seres vivos.” Esto sí que tiene gracia. Siempre se ha ponderado la discreción en las mujeres, su silencio, porque precisamente siempre ocurría lo contrario. Si hay locuacidad es ello algo femenino, su gran capacidad social, lingüística las ha impulsado siempre a las posiciones sociales de relaciones públicas, la literatura, la relación social. Persecución del mundo femenino. Pero ¿Existe algo así como un mundo femenino? ¿No estamos mezclados unos y otros individuos acaso en la sociedad? No hay sexos separados. Martirio, malos tratos a los animales, claro lo hacen los varones. Feminismo, pesimismo, animalismo, ecologismo, ideas de actualidad en nuestra época. El placer por el deporte, pero si las mujeres aspiran a hacer deporte y a igualarse con los varones en el deporte, cosa imposible por razones físicas., juegos y diversiones. Ocurre que también las mujeres se dedican a jugar a las cartas y a otros juegos de mesa. “el hombre es el adversario innato de la razón y de la humanidad y corrompe desde el principio al género superior.” Pero si la ciencia, la filosofía han sido fabricadas abrumadoramente por varones esta afirmación de la Druskowitz debe reputarse como delirio andrófobo y gratuito. Este es el feminismo. Esto es el feminismo: estupidez, delirio, sofistería, resentimiento, androfobia, megalomanía. Es terrible el que los varones busquen la satisfacción sexual. Las mujeres son insensibles, inmutables, impasibles. No. Ellas no están interesadas en obtener el placer sexual, son puras y castas. La Druskowitz condena la voluptuosidad y la lujuria y el matrimonio, claro está. El filósofo es comparado en su autosuficiencia, al modo de los cínicos, con los animales, olvidando que la casi totalidad de los filósofos han sido y son varones. “El animal, igual que el filósofo, lo lleva todo consigo (omnia sua secum portans), a menudo compone su vivienda sólo con escasas ramas y mediante su destreza, o gracias a la fuerza de vuelo, constituye para el hombre ese ideal al que aspira, pues hasta el momento no conoce nada superior y se reduce a inventar técnicas de vuelo que, en general, resultan insuficientes y le ponen en ridículo.” Elogio de la bestia, vituperio del hombre. La mujer es que no tiene nada que ver con todo esto, claro y eso que la mujer es la hembra de la especie animal homo sapiens sapiens. Además, las artes son perjudiciales “por cuanto inflaman el afecto, sirven a los ídolos de la superstición y transmiten toda suerte de apariencias falsas y frívolas producidas por la vida (con la excepción de algunas pocas obras que apenas despiertan sensaciones puras), sino que sirven como trampas encaminadas a elevar la alegría por la existencia. Como manifestaciones de una capacidad enormemente elevada, las artes sólo podrían ser consideradas esotéricamente y no sacrificarse a la masa.” Según el pesimismo de la Druskowitz, mejor que las artes queden reducidas a su mínima expresión. Las artes son mentira y por ello no sirven al fomento del pesimismo. Esto se parece a la crítica del padre Juan de Mariana al teatro en el que se mezclan varones y mujeres. La opinión de Druskowitz sobre las artes es más negativa que la de Platón y mucho más aún que la doctrina de Schopenhauer sobre las artes. Esto es de traca: “Todas las afirmaciones que me veo obligada a lanzar contra el sexo masculino, sus aspiraciones y sus obras se basan en la verdad. Pueden someterse a la crítica más acerada, probándose, sin embargo, como algo fundado y convincente”. Dogmatismo, todo lo contrario a la filosofía, delirios, ideología, no filosofía. Enumeración de tesis falsas y absurdas. Sofística infantil que, lógicamente no merece estar en la historia de la filosofía. La Druskowitz propone diversas medidas que sólo pueden llevarse a cabo varones mediante, ya sean planchabragas o progresistas u oportunistas, puesto que según la Druskowitz son los varones quienes tienen el poder en sus manos. Está pidiendo a los varones que se pongan coto y límites a sí mismos. Esto ha sido llevado a efecto a principios del siglo XXI por los progresistas que han convertido el feminismo en ideología de Estado y han incluido a las feministas en la administración. Así pues el feminismo es feminismo administrado. Este discurso de la Druskowitz es una exhortación a los varones. “Hay que ponerle coto al sexo masculina, incluso en relación con sus ventajas, tan extraordinariamente aparentes como impertinentes, porque a través de sus productos presta una duración demasiado larga existencia; por eso debería permitírsele al genio masculino manifestarse sólo de una manera controlada, sin ponerlo en manos de la opinión pública.” Censura, prohibiciones. Este es el contenido del feminismo. Primero el varón era malo, inútil, incompetente y ahora resulta que es brillante, competente, excelente. La abundancia de cárceles y manicomios se debe al varón. Resulta irónico o trágico el final de la Druskowitz en un manicomio. Terrible. Justicia poética. Aprovecha de paso la Druskowitz para denostar a Friedrich Nietzsche calificando sus afirmaciones de memeces, infames, lo califica a él de malvado, condenable, estúpido, escritor filólogo suizo de espíritu completamente idiotizado, ridículo, loco. La Druskowitz acabó loca y en un manicomio. Juzguen Vuesas Mercedes sobre su triste y penoso destino. Las mujeres “son la verdadera humanidad.” Otra afirmación gratuita de la Druskowitz. “El homenaje que ha de tributarse al mundo femenino se basa en el reconocimiento de la superioridad femenina en todos los puntos principales. Basta con saber que el mundo femenino está dispuesto de forma más humana y bella, que está constituido por la naturaleza de forma más casta, pura y santa, y que, en fin, está por naturaleza, llena de instintos filosóficos –instintos que, como hemos visto, faltan por completo en el hombre vulgar-; además, la mujer detesta las expansiones desmesuradas de la esfera vital, desea ver la existencia basada en fundamentos más simples y racionales y prefiere instintivamente el no-ser al ser. El feminismo se muestra demencial y estúpido al proponer Druskowitz “el reparto de las ciudades por sexos y la restricción del número de casamientos, que conducirán finalmente a una eliminación de las parejas.” Pesimismo y feminismo. Miserabilismo. Es la extinción, la muerte. Esa es la redención: la nada. “Para alguien falto de información, pudo haber algo inquietante en el contenido del feminismo; pero tan pronto alcanzamos este punto, la filosofía alza su muy noble cabeza y nos dice: “la nueva doctrina sólo implica el sacerdocio de la mujer, demuestra la verdad del pesimismo y la necesaria miseria del mundo en la presente constelación, pero no la prosecución sin fin de la existencia”. Entonces se reconocerá a las mujeres como seres superiores, debido a su elevada misión, como sacerdotisas de su sexo, como nobles por naturaleza…como guías en la muerte," O sea, que las mujeres son procuradoras de eutanasia. Siempre habían estado asociadas a los placeres del sexo y a la crianza y al cuidado y ahora se convierten en matarifes. Esto es el empoderamiento pesimista del feminismo, de las mujeres. Claro es que el pesimismo de la Druskowitz busca la extinción, la nada. Tanto liberarse y emanciparse para llegar a la nada. La salvación, la redención, es la muerte. Entonces, ¿Para qué tanto esfuerzo y para qué tanta tontería feminista si todos los esfuerzos humanos, masculinos o femeninos son inanes? ¿Para qué esforzarse siquiera en elaborar un panfleto infantil, andrófobo y paranoico entonces? A los varones la Druskowitz nos exhorta a que seamos pesimistas. No se sabe si se trata de un pesimismo del entendimiento o de la voluntad o de ambos. Encima no podemos competir con los machos de las otras especies. Bueno, con el macho de la araña sí, porque no somos tan pequeños como para ser devorados después de la cópula por la hembra, lo mismo dígase de la mantis religiosa. El azor tiene un tercio del tamaño de la hembra, aunque no es comido por ella. En el rape la situación es terrible. El macho se convierte en unas gónadas sexuales masculinas implantadas en el cuerpo de la hembra. En el caso del homo sapiens, sapiens, seguimos siendo más grandes y más fuertes y la estatuaria griega y los deportes olímpicos desde la Antigüedad han dado testimonio de la belleza masculina. Otra cosa es que a la pobre Druskowitz es que no le gustaran los varones. Son cosas que pasan, un hecho accidental, contingente sin importancia. Afirma la Druskowitz que los varones sólo tenemos la fuerza de los machos animales, ¿Le parecerá acaso poco eso? Las mujeres no son violentas, no cometen delitos, no son feas, no son locuaces, no matan, no cometen crímenes, no matan a sus hijos ni a sus parejas venenos o amantes mediante. “En la mayoría de los aspectos, sois lo más tosco que haya existido jamás dentro del desarrollo de los Estados”. Cualquiera diría que las mujeres han permanecido aisladas de la sociedad cuando la realidad es justamente lo contrario. La división sexual del trabajo y de la sociedad ha sido funcional durante milenios y es una anamorfosis derivada de cuando la especie homo sapiens sapiens era una especie zoológica más anterior al sedentarismo, la agricultura y el surgimiento de la sociedad política. Ha sido el capitalismo el que ha alterado las relaciones familiares y a equiparado la mujer al varón. No ha habido ninguna lucha feminista y han sido las tales Druskowitz las que han impulsado el cambio social y legal. El feminismo es una ideología basura segregada por el capitalismo junto con otras parafilias ideológicas como el animalismo, homosexualismo, vegetarianismo, ecologismo, transexualismo, etc. Esta señora que no está en sus cabales propone a los “la renuncia al trato y comunidad con las mujeres”. A las mujeres les recuerda su neoplatónica o metafísica doctrina: “Además, existe –como demuestra el pensamiento filosófico- una Esfera Superior que constituye la más pura contraposición a la materia y que únicamente está unida a ella mediante la categoría del ser; y está frente a ella, sin pretensiones e indiferente.” Insiste nuevamente en que las mujeres deben vivir solas y en consecuencia en “que las ciudades se dividan en función de los sexos”, También tiene que haber lugares específicos para la muerte de cada sexo. A esta señora Druskowitz habría que recordarle lo que decía Marx en “La cuestión judía”: No hay emancipación parcial. No habrá emancipación de los judíos mientras no se emancipe al mismo tiempo toda la sociedad. Dígase lo mismo acerca de la emancipación de la mujer. No hay emancipaciones sectoriales ni parciales. No existen derechos de minorías, sino universales, de todos los individuos de la sociedad. Druskowitz era una mujer sin importancia. Su androfobia, su feminismo, su pesimismo, su animalismo, ecologismo, su naturalismo son un efecto de la sociedad burguesa y su altura teórica queda a la altura del pensamiento infantil, inmaduro, neurótico obsesivo y paranoico de una edad mental entre los 8-12 años de edad. Llamar filosofía a esto es un sacrilegio. Es pura ideología sin base, sin argumentación. Una retahíla de afirmaciones falsas y gratuitas. Nada que comentar. Una mujer sin importancia. Esta escritora es una nulidad en lo teórico. Felipe Giménez Pérez. Pioz, 26 de marzo de 2024.

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