¿Quién
fue Goethe?.
Johann
Wolfgang von Goethe (1749-1832) fue un hombre que hizo de su vida una obra de
arte. Un hombre corriente y epicúreo y egoísta a decir de Eugenio Trías, sin
embargo, podemos decir que Goethe fue un hombre muy trabajador y disciplinado,
adornado con saberes humanísticos, literarios, filosóficos y versado en
ciencias naturales. Con una sólida
formación estética.
Todas
las decisiones que adopta un hombre, están saturadas de temporalidad y de
historicidad, y eso se aplica tanto a un hombre corriente y vulgar como a un genio tal como era Goethe. El entorno
social, sus relaciones sociales pesan sobre el carácter de uno o sobre la
trayectoria vital de cada cual, excentricidades, manías operan y pesan
causalmente y simultáneamente incluso cuando se trata de un individuo insigne e
ilustre como lo es Goethe, un hombre por cierto que no era nada ardiente en
perseguir sus aspiraciones. Uno se elige a sí mismo siempre. Somos los padres
de nuestras obras y somos los hijos de nuestras obras pero no somos individuos
aislados o mónadas individuales.
Tal
vez su genio fue en primer lugar el arte de buen vivir, en armonía con su época
y con sus circunstancias y sacar el máximo provecho de todo lo que se encontró.
Según
Eugenio Trías,
Goethe se aparece como un hombre corriente, fundamentalmente sano. Era un
hedonista, un epicúreo, un egoísta racional, inteligente. Despreciaba lo
fúnebre, la muerte, lo ruinoso, lo patético. Por eso el romanticismo alemán le
resultaba ajeno y extraño. Goethe sólo trata de temas corrientes. Novalis
dixit. Sus obras son una exaltación de lo normal, de lo corriente, habitual, de
la vida cotidiana.
Fue
un hombre superdotado en las humanidades y en las ciencias naturales, con
facilidad para aprender idiomas, para escribir poesía y literatura. Fue un
hombre universal.
Su
vida podemos dividirla en dos etapas: la primera llegaría hasta el año 1775
cuando invitado por el duque de Sajonia-Weimar Karl August llega a Weimar y se
instala allí y la segunda hasta su muerte en Weimar en 1832.
Goethe
estudió Derecho en Leipzig (1765); allí conoció los escritos de Winckelmann
sobre arte y cultura griegas, pero una grave enfermedad le obligó a dejar los
estudios en 1768 y volver a Fráncfort. Katharina von Klettenberg, amiga de su
madre, le cuidó y le introdujo en el misticismo pietista, que ponía su énfasis
en el sentimiento dentro de la confesión protestante; por entonces compuso sus
primeros poemas. Retomó los estudios en 1770 en Estrasburgo y los concluyó al
año siguiente. Esos dos años allí fueron muy importantes para él: conoció a
Friederike Brion, que le inspiró la mayoría de sus personajes femeninos, y
trabó amistad con el teólogo y teórico del arte y la literatura Johann
Gottfried von Herder. Herder le introdujo en la poesía popular alemana, le
descubrió el universo de Shakespeare y le liberó definitivamente del
Neoclasicismo francés y de la confianza en la razón de la Aufklärung
(Ilustración) alemana.
Empezó
a hacer prácticas de abogacía en Wetzlar y colaboró con Herder en la redacción
del manifiesto fundador del movimiento Sturm und Drang («Tempestad e ímpetu»),
considerado el preludio del Romanticismo en Alemania: Sobre el estilo y el arte
alemán (1772). En esta obra se reivindica la poesía de James MacPherson (Ossian)
y de Shakespeare. Otra vez de vuelta en Fráncfort, escribió la tragedia Götz
von Berlichingen (1773) que lo hizo popular y conocido en toda Alemania y al
año siguiente escribió su novela Las penas del joven Werther (1774). La
inspiración del Werther la había encontrado a mediados de 1772, cuando hacía
prácticas de abogacía en el tribunal de Wetzlar: se había enamorado de
Charlotte Buff, novia y prometida de su colega, también abogado en prácticas,
Johann Christian Kestner, y Karl Willhelm Jerusalem, otro abogado atormentado
por un amor no correspondido, se suicidó utilizando una pistola prestada por
Kestner. Goethe unió ambas historias para su novela Werther, en parte
epistolar, y alcanzó un éxito tan grande al representar en la figura del
protagonista el desencanto de las jóvenes generaciones, que suscitó una
epidemia de suicidios de adolescentes en el país. Goethe ya tenía fama en toda
Alemania.
El
mismo año que el Werther (1774) Goethe publica su drama Clavijo mientras
intentaba abrir con poca fortuna un bufete de abogado en Fráncfort, y en la
primavera de 1775 se comprometió con la hija de un banquero de la ciudad, Lili
Schönemann. Sin embargo, las diferencias sociales y de estilo de vida entre
ambas familias terminaron por desbaratar este compromiso, que no llegó a
formalizarse en matrimonio. El noviazgo terminó en el otoño de ese mismo año y,
ansioso de escapar de este ambiente, no dudó en aceptar la invitación a la
Corte de Weimar de Carlos Augusto de Sajonia-Weimar-Eisenach, heredero del
ducado de Sajonia-Weimar. Tras publicar su Stella (1775), marchó inmediatamente
hacia Weimar, huyendo prácticamente de dos cosas: el compromiso sentimental con
Lili Schönemann y el ejercicio de la abogacía. No quería casarse, tener hijos y
familia y vivir como un vulgar burgués gentilhombre. Quería estar libre y
descomprometido. Él veía incompatible el arte, la literatura, la poesía con la
vida burguesa vulgar y acomodada, familiar, esposa, hijos, convenciones, etc..
Prefería el hedonismo y el epicureísmo.
Al
servicio del príncipe heredero Carlos Augusto en 1775, fijará su residencia en
Weimar ya hasta su muerte. No obstante, las numerosas tareas que éste le
encomendaba le hicieron abandonar la literatura durante casi diez años, a pesar
de que Ana Amalia de Brunswick-Wolfenbüttel, madre de Carlos Augusto, había
empezado a crear un círculo de intelectuales con el preceptor de su hijo,
Wieland, y lo amplió al incluir en él a Goethe y posteriormente a intelectuales
tan destacados como Herder y Friedrich von Schiller; fugazmente pasaron también
por allí Jakob Michael Reinhold Lenz y Friedrich Maximilian Klinger. Goethe
destacó enseguida y pasó de ser consejero secreto de legación (1776) a
consejero secreto (1779), y finalmente se convirtió en una especie de ministro
supremo. Otra de sus funciones fue la supervisión de la Biblioteca ducal, que
bajo su dirección llegó a ser una de las más importantes de toda Alemania. Inicia
en esa época sus investigaciones científicas. Interesado por la óptica,
concibió una teoría distinta a la de Isaac Newton sobre los colores y también
investigó en geología, química y osteología, disciplina esta última en que
descubrió el hueso intermaxilar en marzo de 1784, que pone una de las primeras
piedras en la teoría de la evolución del hombre, aunque en esto se le adelantó
por muy poco el anatomista francés Vicq d'Azyr, lo que le supuso una gran
frustración. Las cartas a Charlotte von Stein dan fe de esta época de su vida,
envuelta en todo tipo de encargos y gestiones para reformar el muy pequeño y
humilde Estado de Weimar.
Desde
un puesto tan importante tuvo la oportunidad de relacionarse con la alta
aristocracia y conoció a personajes notables, como Napoleón Bonaparte, Ludwig
van Beethoven, Friedrich von Schiller y Arthur Schopenhauer. En 1782 fue
añadida la partícula von a su apellido por el mismo Duque Carlos Augusto pese a
las protestas de la nobleza, para formar parte de la Corte con un cargo
equiparable al de los restantes ministros, pertenecientes todos a ella. Así podía sentarse a comer en su mesa con el
Duque. Cosas del Antiguo Régimen.
Ingresó
en la Masonería el 11 de febrero de 1783, aunque según el escritor masónico
Lorenzo Frau Abrines, la fecha de su ingreso es anterior, el 23 de junio de
1780, dentro de la efímera logia Amalia, que abatió columnas dos años después.
En 1830, dos años antes de su muerte, Goethe compuso un poema titulado Para la
fiesta de San Juan de 1830 en ocasión de celebrarse su cincuentenario como
miembro de la masonería. A su condición de masón y a su paso por la Masonería,
así como a otras aficiones que al parecer cultivó, se atribuye influencia en su
obra, especialmente en Fausto.
Por
otra parte, seguía profundizando en el estudio del teatro de William
Shakespeare y de Pedro Calderón de la Barca, algunas de cuyas obras (por
ejemplo, El príncipe constante de Calderón) hace representar con éxito como
encargado del teatro en la Corte de Weimar; en estas funciones empezó a
cartearse con Schiller. Las lecturas teatrales de estos autores amplían
notablemente los horizontes de su espíritu. Le domina además el entusiasmo ante
la falsa poesía céltica de Ossian y escribe un famoso monólogo del gran dios
del Romanticismo, Prometeo, que personificaba el genio rebelde de los creadores
y del cual se sintió justamente orgulloso:
Fue
como la mecha que provocara el estallido que descubrió y sacó a plena luz las
más secretas condiciones de hombres dignos.
Así
fue en efecto, en lo referido al movimiento conocido como titanismo, uno de
cuyos más preclaros representantes fue Giacomo Leopardi. Merced a Goethe,
Weimar se convirtió en el auténtico centro cultural de Alemania: Herder,
Schiller, Fichte, Schelling, Novalis, Hegel, los hermanos Schlegel, etc; allí
compuso poemas inspirados por Charlotte von Stein, amiga suya a la que escribió
unas 1500 cartas, y empezó la redacción de sus obras más ambiciosas, como sus
dramas Ifigenia en Táuride (1787) Egmont y Fausto, que luego revisaría a fondo
tras la profunda impresión que recibió en su trascendental viaje a Italia
(1786-1788), que cambió su desequilibrada estética romántica por el equilibrio
clásico. Empezó en Venecia, donde compuso sus Epigramas venecianos, y terminó
en Roma, donde estudió la cultura grecolatina a fondo; de esta época son sus
Elegías romanas. El viaje a Italia supone el comienzo de su periodo clásico.
Sin
embargo, a su regreso a Weimar en 1788 se encuentra una gran oposición a su
nueva estética, el llamado Clasicismo de Weimar; es más, se forma un cierto
escándalo cuando llega a divulgarse que desde ese mismo año vive amancebado con
una jovencita, Christiane Vulpius (1765-1816), que le dio al año siguiente un
hijo, Julius August Walther von Goethe (1789-1830); cuatro abortos sucesivos
posteriores inducen a creer que entre ambos había incompatibilidad de grupos
sanguíneos, en aquella época desconocida. Goethe legitimó a su único hijo en
1800. Aquella relación con la Vulpius era como un matrimonio pero sin
ceremonias a decir de Goethe.
No
abandonó completamente su pretensión de labrarse una carrera científica. En Zur
Farbenlehre, 1810, intentó refutar con poca fortuna la teoría de los colores de
Newton. En el primer volumen de esta obra se halla la que es sin duda la
primera historia comprensiva de la ciencia.
Dirigió el Teatro ducal entre 1791 y 1813 y
con motivo de este cargo conoció en 1794 al dramaturgo Friedrich von Schiller,
con el que sostuvo una luenga amistad y cierta correspondencia epistolar hasta
la muerte de éste en 1805. Schiller publicó las hasta entonces inéditas Elegías
romanas de Goethe en su periódico, Las Horas, en 1795. También imprimió la
novela Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796) y la novela en verso
Hermann y Dorothea (1798). Schiller incitó a Goethe a que prosiguiera en la
gran obra de su vida, el Fausto, poema que no paraba de corregir y ampliar y
cuya primera versión apareció en 1808. Desde dos años antes se hallaba ya
casado con Christiane Vulpius, quizá para acallar a quienes criticaban su
estilo de vida. El hecho más importante quizá de esta época de su vida es su
entrevista en Erfurt con Napoleón I en 1808, cuando el ejército francés ocupaba
parte del territorio prusiano en el marco de las guerras Napoleónicas. Recibió
en 1808 de Napoleón la Legión de Honor en Erfurt, de la que presumía haciendo
gala de ello y suscitando así el enfado del duque de Weimar.
La
Revolución francesa supuso para Goethe un gran trastorno. Algunos de sus
epigramas venecianos ya tratan este tema, pero como su pensamiento se hallaba
por completo imbuido del equilibrio y armonía del clasicismo y veía el ser como
una totalidad orgánica a partir de la filosofía de Kant y de la de Espinosa, el
desarrollo de la revolución y el cambio provocado por la violencia le parecían
una atrocidad. Él había hecho su carrera dentro del Antiguo Régimen. Se había
hecho conservador y de orden y por eso es por lo que prefería en palabras suyas
la injusticia al desorden. Eso se plasmó en algunas obras de entonces, como la
colección de novelitas breves Conversaciones de emigrados alemanes (1795), la
obra épica Germán y Dorotea (1797) y la tragedia La hija natural (1799 y ss.).
Algo después aparecen las novelas de madurez: Las afinidades electivas (1809) y
Los años de peregrinaje de Wilhelm Meister (1821, revisado en 1829), así como
un diario de su viaje por Italia, Viajes italianos (1816), su autobiografía
Poesía y verdad en varias entregas (1811-1833) y un poemario, Diván de Oriente
y Occidente (1819), donde se deja sentir algo el influjo de la poesía oriental.
Goethe murió en Weimar el 22 de marzo de 1832. La versión final de su gran
poema coral Fausto apareció póstuma ese mismo año.
En
cuanto a su carrera literaria, Goethe la inició en el seno de un exasperado
Romanticismo deudor del Sturm und Drang, cuya obra más representativa se
encargó de escribir él mismo: Las cuitas del joven Werther. El viaje a Roma
supuso para él ir arrinconando esa estética en una evolución que le hizo al
cabo renegar del Romanticismo e identificarse con el equilibrio clásico
grecolatino, lo que puso fin a su tormentosa vida interior. Fue esa la
revelación del Clasicismo, verdadera raíz con la que podía identificarse la
cultura alemana. «Ahora comprendo el sentido del mármol», escribirá en una de
sus Elegías romanas.
De
ese viaje por Italia son fruto también los Epigramas venecianos, entre los
cuales hay algunas meditaciones profundas sobre la contemporánea Revolución
francesa o el significado de la vida y de la cultura. La postura política de
Goethe es, sin embargo, conservadora: «prefiero la injusticia al desorden»,
escribirá. Eso le supuso algunos recelos por parte de otros artistas a los que
no les importaba en lo más mínimo no acordarse con su contexto social, como por
ejemplo Beethoven. En las dos versiones de su complejo y grandioso Fausto se
encuentra el último mito que fue capaz de engendrar la cultura europea, el de
cómo la grandeza intelectual y la sed omnímoda de saber pueden, sin embargo,
engendrar la miseria moral y espiritual. Por otra parte, en la lectura y
estudio de Spinoza encuentra también un consuelo al desequilibrio romántico que
le embargaba, como cuenta en Poesía y verdad, donde se extiende en comentar
especialmente su frase de que «quien bien ama a Dios, no debe exigir que Dios
le ame a él».
Goethe
disfrutó ya en vida de fama, respeto, prestigio y admiración. Delacroix le
retrató en una litografía en 1827, aparte de ilustrar Fausto y Götz von
Berlichingen. Por ello, fueron muchos los jóvenes de su época que quisieron
conocerle en persona o, como suele decirse pedantemente: vera effigies. Por
otra parte, su secretario, Eckermann, anotaba cuidadosamente sus conversaciones
con el maestro a lo largo de los años y escribió unas Conversaciones con
Goethe, donde aparecen reflejadas las opiniones que en sus últimos años sostuvo
sobre esas visitas.
Fausto.
La
mejor obra dramática de Goethe es sin duda el Fausto, que ha pasado a ser una
obra clásica de la Literatura Universal. La primera versión, el Urfaust o
Fausto original, estaba acabada en 1773. Pero el autor la siguió retocando
hasta 1790, año en que publicó un fragmento; ya en abril de 1806 estaba
completo, pero las guerras napoleónicas demoraron dos años la publicación hasta
1808; la segunda versión o segunda parte sólo sería publicada en 1833, un año después
del fallecimiento del autor. La tragedia Fausto original se articula en torno a
dos centros fundamentales; el primero es la historia de cómo Fausto, en la
búsqueda de lo absoluto y de la plenitud vital desespera de su búsqueda y de
sus conocimientos científicos y filosóficos y por ello, fatigado de la vida y
decepcionado de la ciencia, desengañado por el intelecto, busca la solución en
la voluntad, en la acción y como
consecuencia de ello hace un pacto con el diablo que le devuelve la juventud a
cambio de su alma. Fausto es el
arquetipo del hombre permanentemente insatisfecho; el segundo es la
historia de amor entre Fausto y Gretchen, en la que Fausto da muestras de un
donjuanismo irresponsable e incauto, también llamada Margarita, que
Mefistófeles manipula de forma que Fausto llegue al homicidio —mata a la madre
de Margarita y luego mata al hermano de su amada— y Gretchen tenga un embarazo
indeseado, que le conduce primero al infanticidio y luego a ser ejecutada por
asesinar a su hijo y por asesinar antes a su madre.. Todo lo que le acontece a
Fausto es trágico pero además, la tragedia es la vida misma, su ejercicio de la
libertad, decida lo que decida, entre las consecuencias aparece la tragedia, la
desgracia. La acción es el principio del mundo pero toda acción contiene dolor
y error. Eso es inevitable y a eso nos conduce toda elección que realicemos.
Una conclusión evidentemente pesimista.
La
historia empieza en el cielo, donde Mefistófeles hace un pacto con Dios: dice
que puede desviar al ser humano favorito de Dios (Fausto), que está
esforzándose en aprender todo lo que puede ser conocido, lejos de propósitos
morales. La siguiente escena tiene lugar en el estudio de Fausto donde el
protagonista, desesperado por la insuficiencia del conocimiento religioso,
humano y científico, se vuelve hacia la magia para alcanzar el conocimiento
infinito. Sospecha, sin embargo, que su intento no está obteniendo resultados.
Frustrado, considera el suicidio, pero lo rechaza cuando escucha el eco del
comienzo de la cercana Pascua. Va a dar un paseo con su ayudante Wagner y es
seguido a casa por un caniche vulgar. En el estudio de Fausto el caniche se
transforma en el diablo. Fausto hace un trato con él: el demonio hará todo lo
que Fausto quiera mientras esté en la tierra, y a cambio Fausto servirá al
demonio en la otra vida. El trato incluye que, si durante el tiempo que
Mefistófeles esté sirviendo a Fausto éste queda complacido tanto con algo que
aquel le dé, al punto de querer prolongar ese momento eternamente, Fausto
morirá en ese instante. Tras este marco, Goethe desarrolla las dos historias:
la relación entre Mefistófeles y Fausto y la de Fausto y Gretchen/Margarita.
El
tema general es cómo la riqueza de conocimiento material acarrea sin embargo la
miseria moral y espiritual. .. Goethe establece que la tragedia tiene un final
de salvación católica por cierto curiosamente tratándose de un escritor alemán
protestante, luterano al aparecer que aparezca la Virgen María salvando a
Fausto en la segunda parte haciendo que se salvara Gretchen al final de la
primera parte en un ambiente católico, puesto que Margarita aparece como una
cristiana católica, apareciendo la letra del Requiem, típica composición católica, anticipando así la
salvación de Fausto al término de la segunda, cuando los demonios que quieren
llevarse su alma tienen que retirarse ante la llegada de una legión de ángeles.
Mefistófeles demuestra su homosexualidad al verse fascinado por los traseros de
los ángeles y al estar distraído, éstos consiguen apoderarse de la parte
inmortal de Fausto, obrándose así la salvación de Fausto. “Aquel que se afana siempre aspirando a un
ideal, podemos nosotros salvarle”.Además Goethe cambia el impulso que mueve a
Fausto: el deseo que lo acercaba a la brujería no es codicia, maldad o
vagancia, sino el ansia de saber, el deseo de grandeza, de plenitud, de
totalidad. La moraleja que acaso tenga la obra será que ese deseo de
conocimiento conlleva la miseria moral. Es una tragedia porque la libertad
lleva a situaciones indeseadas. La tragedia es la vida, la libertad, las
elecciones que hacemos.
La
obra ha sido interpretada modernamente por Walter Benjamin, por Thomas Mann en
su novela Doktor Faustus donde se trata de Schoenberg mediante los escritos
musicales de Teodoro Adorno, y por el hijo de éste, Klaus Mann, en Mephisto, en
la que concibe el pacto con el diablo como una metáfora del pacto de Alemania
con Hitler.
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