martes, 23 de octubre de 2012

La unidad de España

Soy español, soy patriótico, soy republicano, soy nacionalista, soy hispanohablante y no soy dialectal. Adelanto todos estos predicados para dejar clara mi posición y mi coherencia interna ideológica. Quiero decir que soy un nacionalista español y sin fisuras, sin atajos ni rodeos ni subterfugios y sin complejos, de manera abierta y rotunda.
La Nación Política Española está por encima del Régimen de 1978 igual que está por encima de cualquier otra consideración. Es el primum absolutum del que hay que partir a la hora de hacer política y de pensar los asuntos de Estado. El Régimen es una mera forma política que se da la Nación a sí misma, pero siempre está subordinado al bien de la Patria. El régimen político en el fondo, es accidental, contingente, transitorio. Tiene fecha de caducidad dependiente del grado de eutaxia política conseguido por las realizaciones materiales al servicio del bienestar del pueblo y de la tranquilidad pública.
La unidad indivisible de la Nación es un principio fundamental del derecho político de todos los tiempos. Ningún Estado admitirá voluntariamente la secesión, el desmembramiento, la aniquilación de sí mismo salvo por la fuerza. Noruega se separó de Suecia en 1905 por el riesgo de que estallara una guerra. Chequia y Eslovaquia se separaron en 1993 por las exageradas exigencias eslovacas. La URSS estalló en 1992 Por la dejadez de Boris Yeltsin y por la debilidad del Estado.
España, en principio, no debiera consentir voluntariamente la secesión de ninguna de sus regiones integrantes. Debería usar la fuerza conveniente y necesaria para yugular la secesión. Sin embargo, no tiene sentido utilizar la fuerza, cuando el Régimen de 1978 ha estado alentando procesos secesionistas de separación de las regiones españolas con el llamado Estado de las Autonomías: banderas, himnos, parlamentos autónomos, autonomía política, legislativa, amplísimas competencias, conciertos económicos en Vascongadas y en Navarra, imposición obligatoria de los dialectos en Galicia, Valencia, Baleares, Navarra, Vascongadas, Cataluña....Esto ha supuesto la liquidación de la ciudadanía española. No tiene sentido fomentar esto y luego escandalizarse por la secesión de Cataluña, región parásita donde las haya. Los catalanes deliberadamente han hecho todo lo posible por injuriar a España, sus símbolos, todo lo que recordara a España, su lengua, su historia. Han querido discriminar por la lengua, desobedecer las leyes, exigir más dinero y más privilegios. Es hora de un referéndum en el que se plantee a los españoles de bien si conviene que Cataluña que por el dialecto no tiene nada que ver con España si le conviene a España seguir soportando esta situación de desafección progresiva y permanente de Cataluña. Si Cataluña quiere no ser España, que se vaya y que se rompan todos los vínculos políticos y económicos si ello fuera necesario y si los Catalanes quieren ser españoles, que lo sean como los de Guadalajara, Teruel, Cuenca, Soria, en absoluta igualdad y asumiendo la lengua española y renunciando a imponer el dialecto y a discriminar a los no dialectales, asumiendo la oficialidad de la lengua española. Si los catalanes no aceptaran estas condiciones, bien estaría la secesión. No necesitamos una región que odie a España y que quiera vivir al margen de España pero pagando España los gastos. No necesitamos parasitismo.
Necesitamos una España en la que la única lengua oficial sea el español. Necesitamos un Estado centralizado y unitario y en el que los partidos secesionistas estén prohibidos por ley. Necesitamos acabar con el Régimen de 1978 que impide todo esto que aquí se está proponiendo y que defiende aquellas infamias e iniquidades que aquí se vienen denunciando. Necesitamos una Nación normal, unida y sin privilegios, una república.

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