Gustavo Bueno, el
materialista ontológico.
Ha
fallecido Gustavo Bueno Martínez (1924-2016) Era el más grande de los filósofos
españoles de todos los tiempos y a la altura de Platón, Aristóteles, Santo
Tomás de Aquino y Kant. Por lo tanto, la pérdida que hemos sufrido en España
así como en el mundo hispánico ha sido inmensa. Queda sin embargo su importante
obra y la potencia y calidad de sus ideas. Me voy a detener en sus ideas
ontológicas. Bueno ha sido un importante cultivador de la ontología. Ha establecido
una ontología materialista dentro de lo que se denomina materialismo
filosófico. No se trata en todo este asunto de afirmar gratuitamente nada. La
importancia de Bueno se mide y se comprueba leyendo su obra y poniéndola en
contraste y polémica con la filosofía clásica y en particular, con las
ontologías clásicas de la historia de la filosofía occidental y ahí vamos a
entrar aunque sólo sea somera y brevemente.
A
principios del siglo XX tiene lugar una resurrección de la metafísica y por lo
tanto, de la problemática ontológica de la mano de la fenomenología de
Edmundo Husserl (1859-1938) cuya «vuelta a las cosas mismas» dio lugar
principalmente a un «regreso a la ontología». El mismo Husserl esboza la idea
de las ontologías regionales, de ámbitos objetivos particulares, y propone,
además, una ontología universal, aunque como ciencia puramente formal de las
esencias y de sus estructuras más generales. Por medio de la reducción
fenomenológica, que se limita a los puros contenidos esenciales, mientras que «pone
entre paréntesis» el ser real, el pensamiento de Husserl se convierte en una
pura filosofía de la esencia («ciencia eidética») y se encierra además en un
idealismo subjetivo trascendental.
Por
el contrario, Nicolás Hartmann (1882-1950) supera el idealismo fenomenológico y
elabora una filosofía con una teoría del conocimiento realista, sobre la cual
construye una ontología. Sin embargo, esta ontología es una ontología
fenomenológica descriptiva de las esencias particulares y de los modos del ser
desembocando en una teoría de las categorías, renunciando a la metafísica. Los
verdaderos problemas metafísicos son los problemas insolubles más allá del
saber. La metafísica como ciencia entonces es imposible.
Fuera
de la fenomenología, la ontología ha resurgido con las figuras filosóficas de Jorge Lukács (1885-1971), Mario Bunge (1919) y
Gustavo Bueno (1924-2016). Éste último define a la metafísica como toda
construcción sistemática doctrinal, toda idea, etc., que, partiendo, sin duda,
de un fundamento empírico lo transforma en una dirección, preferentemente
sustancialista, tal que la unidad abstracta, sí obtenida queda situada en
lugares que están más allá de toda posibilidad de retorno racional al mundo de
los fenómenos.
La
ontología materialista de Bueno ha surgido en confrontación con el materialismo
dialéctico soviético. Este materialismo monista procede y deriva del marxismo,
pero ha sido desarrollado por Engels, Lenin y sobre todo por los filósofos de
la Unión Soviética que le dieron su forma definitiva, canónica, escolástica. Se
convirtió en la filosofía oficial de los países sometidos al socialismo real.
El
materialismo dialéctico sostiene que la materia es móvil y que evoluciona hacia
formas cualitativamente más elevadas de realidad. Todos los elementos de la
realidad se encuentran en una relación de acción recíproca universal. El
pensamiento se deriva de las leyes de la materia. El pensamiento es material.
Se va pasando de lo físico a niveles más complejos de materialidad por
emergencia de propiedades nuevas en cada nuevo nivel evolutivo ascendente.
El materialismo dialéctico
sostiene la teoría del reflejo. La conciencia consiste en reflejar o copiar las
cosas independientes del pensamiento. La conciencia es una propiedad emergente
del sistema nervioso central.
El materialismo dialéctico o
Diamat pretende que hay una lógica dialéctica ontológica distinta de la formal.
Esta lógica rige el movimiento de las cosas, de la realidad. Es que la realidad
es dialéctica. La conciencia se rige también por las leyes de la dialéctica.
Tal dialéctica materialista
es un instrumento de la praxis revolucionaria que conducirá inevitablemente al
socialismo y al comunismo al proletariado internacional.
Tanto
el materialismo mecanicista, emergentista, el materialismo histórico así como el
materialismo dialéctico confluyen en las propuestas materialistas actuales,
representadas por pensadores hispanos tales como Ferrater Mora (1912-1991),
Mario Bunge (1919) o Gustavo Bueno (19124-2016). Como se ve en el mundo
hispánico ha florecido el materialismo durante el siglo XX.
Principalmente,
hay que destacar de entre estas ontologías materialistas el materialismo
filosófico de Gustavo Bueno (1924-2016). Este materialismo ofrece un sistema de
coordenadas ontológicas capaces de traducir a sus términos el núcleo esencial
de la filosofía clásica, constituyendo una filosofía sistemática plenamente
realizada. Es éste un materialismo académico no dogmático ni metafísico ni
reduccionista que sostiene la identidad esencial entre la filosofía y el
materialismo. La conciencia filosófica es esencialmente materialista. Esta
ontología viene expuesta principalmente en los “Ensayos Materialistas” (1972) y
finalmente en “El Ego Trascendental” (2015). Es materialista porque niega la
existencia de dioses, demonios o espíritus, o sea, de seres vivos incorpóreos.
El materialismo filosófico de Bueno es un materialismo pluralista, frente al
materialismo monista del Diamat.
Este
materialismo ofrece un sistema de coordenadas ontológicas capaces de traducir a
sus términos el núcleo esencial de la filosofía clásica, constituyendo una
filosofía sistemática plenamente realizada. Es éste un materialismo académico
no dogmático ni metafísico ni reduccionista que sostiene la identidad esencial
entre la filosofía y el materialismo. La conciencia filosófica es esencialmente
materialista.
La
ontología materialista distingue entre dos planos.
I.
La ontología general, cuyo contenido es la Idea de materia ontológico general
(M) definida positivamente como pluralidad radical (partes extra partes) y
codeterminación.
II.
La ontología especial, cuya realidad positiva son tres géneros de materialidad,
que constituyen el campo de variabilidad empírico trascendental del mundo (Mi),
es decir, Mi = M1, M2, M3. Esta arquitectura trimembre recuerda la tripartición
ontológico especial de Cristiano Wolff (1679-1754)
(Mundo, Alma y Dios) de la que nos distancia históricamente la crítica
ejecutada por Kant en su Dialéctica Trascenental y la subsiguiente sustitución,
en el idealismo alemán, por una estructura bimembre (Filosofía de la
Naturaleza/Filosofía del Espíritu) que, aunque modificada, sigue perviviendo en
el marxismo (Dialéctica de la Naturaleza/Dialéctica de la Historia).
En
el plano ontológico-general se niega todo cosmismo mundanista, que abriga la
idea metafísica del universo como una omnitudo realitatis ordenada en la que
«todo lo racional es real y todo lo real es racional». Puesto que M es una
pluralidad infinita, el materialismo niega tanto el monismo como el holismo
armonista. A su vez, en el plano de la ontología especial se afirma la
inconmensurabilidad de los tres géneros de materialidad, tesis que se opone a
todo formalismo, entendiendo por tal las doctrinas reduccionistas que pretenden
explicar íntegramente algún género en términos de otro. Las variedades
algebraicas del formalismo (primario, terciario, secundario, etc.) se
corresponden con los géneros de materialidad.
Por
M1 (primer género de materialidad) entendemos todas las entidades constitutivas
del mundo físico exterior, tales como rocas, organismos, campos
electromagnéticos, explosiones nucleares, edificios o satélites artificiales.
M2
(segundo género de materialidad) connota todos los fenómenos subjetivos de la
vida interior etológica, psicológica e histórica, tales como un dolor de
muelas, una conducta de acecho o una estrategia bélica.
M3
(tercer género de materialidad) comprende todos los objetos abstractos tales
como el espacio proyectivo reglado, las rectas paralelas, el conjunto infinito
de los números primos, la Langue de Saussure o las relaciones morales
contenidas en el imperativo categórico de Kant. Por supuesto, los contenidos de
M3 se ejercitan en conexión con los contenidos de M1 y M2, pero las tres
materialidades son heterogéneas e inconmensurables entre sí.
Las
relaciones entre la materia ontológico-general y los tres géneros de
materialidad son complejas, dialécticas y circulares, pues M no consiste en la
suma de los géneros de materialidad incluidos en Mi, ni se distribuye entre
ellos como un género en sus especies o un todo en sus partes, sino que se
constituye regresivamente a partir de las contradicciones constatadas entre las
partes de Mi por medio de su trituración y autodestrucción efectivas. Así pues,
en tanto que producto del regressus desde «lo que hay», la Idea de Materia es
una idea límite, crítica, negativa (la negación de que la Materia se agote en
cualquier determinación positiva), de la que sólo tenemos un conocimiento
negativo (que no es lo mismo que la negación de todo conocimiento). Porque la
negación dialéctica brota en la relación de la materia cósmica consigo misma,
puesto que nada hay fuera de la materia en una filosofía materialista, cuando
esa suerte de relación reflexiva y autocontextual alcanza ella misma la forma
de una contradicción.
Este
proceso, cuyas resonancias neoplatónicas no ocultamos, implica la presencia de
una conciencia o Ego trascendental (E), por cuya mediación se ejercitan
autocontextualmente, tanto el regressus destructivo desde las apariencias
ontológico-especiales, como el progressus constructivo hacia la symploké
dialéctica o hacia el establecimiento de las legalidades racionales de los
diferentes géneros. La instancia E juega un papel esencial, pues supone un
límite infranqueable, «trascendental», que la crítica regresiva no puede
rebasar, so pena de nihilismo o escepticismo. Pero, además, hay un privilegio
de la corporeidad humana de E, a cuya escala se ajusta el mundo, porque el
universo es antrópico, aunque se trataría de un principio antrópico débil el
que entraría en juego aquí., Esta tesis es consecuente con el materialismo
filosófico, hasta el extremo de llegar a convertirla la Idea de E en punto de articulación entre
los distintos géneros de materialidad.
Esta
ontología trimembre rompe con el dualismo naturaleza/espíritu
naturaleza/cultura del materialismo dialéctico heredado de la filosofía clásica
alemana, que resulta ser un esquema reduccionista y metafísico derivado de la
distinción entre el Reino de la Gracia y el Reino de la Naturaleza.
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