viernes, 26 de abril de 2013

Perroflautismo

El perroflautismo es la enfermedad senil del progresismo. Tras un secular proceso de degradación de la ideología progresista derivada de la socialdemocracia, se culmina en una infantilización radical del pensamiento progresista y de sus tópicos ideológicos principales, añadiéndose nuevos tópicos más que nada por oportunismo tontorrón de descerebrado político radical. Una vez que la socialdemocracia no tiene nada que ofrecer al vulgo puesto que los liberales y democristianos y conservadores aceptan tener al vulgo complacido y contento, la socialdemocracia se ve obligada a huir hacia adelante en busca de nuevos tópicos que nutran su nihilismo ideológico. El progresismo asume así el mariconismo, el tortillerismo, la perspectiva feminista de género, el amor a los inmigrantes y a los extranjeros, el cosmopolitismo, el europeísmo, la islamofilia, el pacifismo, el animalismo, el ecologismo, el indigenismo y todo tipo de parafilias ideológicas al alcance del consumidor, el burgués biempensante, último hombre, pulgón inextinguible de nuestros días. Algunos seres defectuosos progresistas llegan incluso a creer que necesitan más democracia y que necesitamos más democracia aún, no contentos con la degradación democrática conseguida en las opulentas sociedades plutocráticas democráticas occidentales. Creen que los vicios de la democracia se curan con más democracia aún y entonces deciden lanzarse a la calle y vivir como cínicos. Surge entonces el perroflautismo. Aman los perros y llevan una flauta y además, les gusta acampar en la calle y luchar en las calles contra la derecha y contra la policía. Hablan de democracia y no saben qué coño es eso, porque si lo supieran, se darían cuenta de la vacuidad de sus planteamientos políticos. El perroflauta, dirigido por un perroflautista, sirve al final de fuerza de choque de la corrupta y decadente socialdemocracia. Por ahora el perroflautismo no ha conseguido nada relevante aún políticamente hablando. Carecen de fuerza electoral y social y así no se va a ninguna parte. Son irrelevantes. Son folklorismo posmoderno y poscomunista de la burguesía progresista filistea y decadente.