Don
Miguel Ángel Castro Merino es un profesor de filosofía de instituto estoico,
liberal, conservador y de orden y es un preclaro varón de Castilla, de León y
come carne y bebe vino. Hasta ahí todo es normal y previsible y es conveniente.
No me fío ni de los vegetarianos ni de los abstemios ni de los que no comen
carne de cerdo. Además, seguro que no sabe hablar dialectos y que por lo tanto
no puede acceder a los diversos corralitos dialectales montados en España por
los partidos del Régimen de 1978.
Ha
escrito un opúsculo, librillo, como cada maestrillo, panfleto, diatriba
filosófica tal y como hacían los cínicos como Menipo, obrita de combate
satírica, sarcástica. Él, como buen espinosista, nec metu, nec spe, no tiene ni
miedo ni esperanza y nec securitate, ni seguridad siquiera. De lo único de lo
que cabe estar seguro es de lo que se está sintiendo aquí y ahora, Hume dixit.
El libro tiene 105 páginas y es un conjunto de invectivas contra el idealismo,
las buenas intenciones, los utópicos, el progresismo biempensante y las
tonterías chiripitifláuticas tan al uso de nuestros días. Es también pesimismo
schopenhaueriano antiprogresista y nietzscheano a martillazos y puramente
realista y nihilista. Es un enquiridión a modo del que escribió en su tiempo
Epicteto, como dice él mismo Miguel Ángel Castro Merino, un libro de vida, para
la vida que viene y desde la vida y desde el presente, desde el realismo más
despiadado y desesperanzado y desesperanzador. Es una exhortación a espabilar,
a convertirnos en hombres superiores, en superar nuestras negatividades y
defectuosidades que tenemos y padecemos por el progresismo medioambiental que
debemos soportar como una fatalidad.
El
libro tiene un tono monitorio, es una exhortación a que el vulgo espabile. Es
ein Buch für alle und für keinen como fue en su momento el Zaratustra de
Nietzsche, autor profusamente citado por Castro. Es un libro urgente, un libro
que expresa la urgencia en intervenir que manifiesta sentir Castro. Filosofar a
martillazos, emanar ventosidades a propósito por tratarse de un acto de nula
importancia como bien dijo Crates. Esto es lo que pretende, digo yo, Miguel Ángel
Castro Merino.
Todo
hispanohablante ya por ello mismo, eo ipso, ya está filosofando, así que ahora
estamos haciendo filosofía al parafrasear, comentar y recensionar el ingenioso
escrito de Miguel Ángel Castro Merino. El proclama de alguna manera que el
libro suyo, su librillo ha sido escrito para desengaño de los chiripitifláuticos
ingenuos.
Sabe
bien que vivimos en una democracia y que ello no significa por tanto el buen
gobierno, la eutaxia del Estado. Vivimos en un mercado pletórico de bienes y la
democracia tiene ligada su existencia a la existencia del capitalismo de
mercado libre pletórico de bienes.
Por
lo demás como bien dijo Joseph de Maistre, tenemos los políticos que nos
merecemos. Tenemos la Tv que nos merecemos añadió Gustavo Bueno, el Ser
Superior. Miguel Ángel Castro Merino, con las ideas de diversos filósofos clásicos
teje una urdimbre filosófica, una Volksphilosophie.
Ya
sabemos que el vulgo necesita pan y trabajo. El vulgo piensa con el estómago.
El vulgo quiere un salvador, un hombre providencial superior que lo gobierne
por su bien y que a ser posible venga a caballo. Pablo Iglesias quiere agradar
al vulgo desde la flojera progresista. Lo que más repite el autor del opúsculo
que venimos comentando es que él no se cree nada. No hay que creer, sino saber.
Ciertamente.
Igual
que a un amigo no cabe pedirle más que lo que él de buen grado es capaz o
quiere darnos, no podemos hacernos ilusiones en torno a la gobernación del Estado.
No podemos pedir a la clase política aquello que no somos capaces de obtener régimen
político mediante. Los de Podemos son unos impostores.
La
utopía es una estafa intelectual y política. No creáis a los utópicos. Las
izquierdas siempre quieren alimentar al vulgo con ideología en vez de darle pan
y trabajo. En este sentido, Julio Anguita es el maestro de la impostura política
y Pablo Iglesias un digno sucesor suyo. Anguita es como si nos dijera que si la
sociedad política va por otro lado distinto de la representación que Anguita se
forja de ella, pues peor para la sociedad política. Gustavo Bueno en su día le
llamaba el Doctor Firme y entiendo que tal denominación le resulta muy válida a
Anguita.
Las
Ideas políticas alternativas en competencia libran una batalla para imponerse
unas a otras y sólo triunfan las más composibles y compatibles con el buen
sentido…digo yo. Tengamos el mejor corpus politicum a la hora de pensar cuáles
son las tareas del Estado.
Marx
en las Tesis sobre Feuerbach nos dijo que los filósofos o la filosofía hora era
ya de que cambiara el mundo. Bien está eso, pero ¿Y si yo no quiero cambiar el
mundo? ¿Y si yo no quiero cambiar nada? ¿Y si creo que el mundo, la sociedad
burguesa está bien ordenada? Pues eso es lo que a mí me pasa y así estoy
vacunado contra Podemos y contra todas las ideas revolucionarias. Soy liberal,
conservador y de orden y me gustaría que España fuera una república
conservadora.
Critica
también a los prebostes del Régimen de 1978 y a su babosería democrática. Suárez,
un impresentable que presumía de no haber leído nunca un libro. Vaya tipejo
antiespaña y vendepatrias. Porque yo no creo en el progresismo pero soy
patriota nacionalista español y además tengo el honor de no hablar dialecto,
como supongo que Miguel Ángel Castro Merino es un buen español biennacido que
tampoco sabe hablar dialecto afortunadamente sin por ello sentirse avergonzado
o disminuido en modo alguno.
Desengaño.
Hay que recordar a este respecto que el socialismo se acaba cuando se acaba el
dinero y que la riqueza no viene ni del cielo ni de la nada ni de la ideología.
Creer que con la democracia o el socialismo vamos a ser más felices es una
evidente falsedad.
La
corrupción democrática es inevitable y no se cura con más democracia, sino con
más oligarquía y dictadura y a la inversa. El cambio sustancial consiste en el
nacimiento o generación y en la corrupción. Llegar a ser o dejar de ser. Como dijo el Buddha, todo lo que nace, tiene
que morir. El dolor es una realidad insuperable, como dijeron Schopenhauer y
Nietzsche y tenían razón. Es como el problema del mal en el mundo en la teología
lo que le ronda a Pablo Iglesias en la cabeza, digo yo.
Yo
soy seguidor de Gustavo Bueno, me siento y soy discípulo de Gustavo Bueno y en
eso estoy desde 1980. El materialismo filosófico, la figura de Gustavo Bueno,
no han dejado de orientar mi praxis, mi trabajo en los institutos y mis
opiniones. Miguel Ángel Castro Merino parece que también ha decidido seguir la
segura senda del materialismo filosófico.
Democracia.
Bueno….El régimen de la doxa. El pueblo no puede autogobernarse. Siempre se
trata del gobierno de un grupo sobre otros grupos. El autogobierno de la
sociedad política es imposible por utópico. Siempre hay un vector ascendente y
hay un vector descendente del poder político. Por lo tanto, las transiciones
democráticas pudieran igualmente ser interpretadas y consideradas como
transiciones oligárquicas o aristocráticas. En la antigua RDA había carteles
puestos en las calles que rezaban así: “Für das Wohl des Volkes und den Frieden”
y me parece bien. Eso lo proclamo yo cuando bebo cerveza u otros alcoholes
espirituosos.
Ni
hay ciencia unificada ni hay cosmos ni realidad unificada y total ni omnitudo
realitatis ni una conciencia que abarque todos esos objetos imposibles. Sólo
hay fragmentos y fragmentos mal compuestos entre sí en mutua codeterminación y
symploké. Las diversas categorías científicas no guardan ninguna armonía entre
ellas. Más bien ocurre lo contrario. Esta es una noble verdad del materialismo
filosófico. Sin universo, no hay Dios que valga.
Don
Miguel Ángel Castro Merino critica la realidad democrática y por ello
degenerativa de la TV y de la sociedad capitalista española, degenerada por su
progresismo y su agnosticismo moral. Creo que lo hace bien y su crítica sea
bienvenida por oportuna y conveniente.
Finalmente,
¿Qué hacer? Vivir, ser sensato, aceptar el destino, el fatum, carpe diem, comer
carne de cerdo, practicar coaching y beber alcohol. Entre estos placeres
sensibles se entrevera la sabiduría antigua, moderna y contemporánea. Aude
vivere.
He
pretendido repensar lo que dice Miguel Ángel Castro Merino y pensar con él y
desde él. El libro me ha parecido muy válido. Recomiendo su lectura.
Felipe
Giménez, 22 de marzo de 2016.
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