Yo sostengo que fundamentalmente ser de izquierdas hoy y aquí en España consiste en destruir la nación española, destruir sus instituciones sociales y políticas y el sistema económico y social amén de favorecer la desmembración de España, tan fuerte es el oportunismo de tal izquierda y su negrolegndarismo que impregna toda su concepción del mundo sobre la Nación Española a la que desprecian e ignoran.
Sin embargo, también hay voces de reducidas minorías de hombres doctos o no tan doctos, digamos, profesores y profesionales liberales de diversos sectores que se autodenominan de izquierdas y que reivindican la Nación Española y su preservación y conservación. Esto a mí me parece un poco chocante. ¿Por qué denominarse entonces de izquierdas? Porque creen en el mito de la izquierda, por el prestigio que otorga dicho término a quien se proclama perteneciente a ese campo semántico presuntamente. La primera izquierda, en sentido fuerte la denomino izquierda terrestre, utilizando metáforas platónicas y aristotélicas, perteneciente al mundo sublunar, donde reina el movimiento, el cambio y sobre todo la generación y la corrupción. Por eso ser de izquierdas en sentido terrestre es ser un sofista, un charlatán, un impostor, un estafador, un farsante, porque sostengo que la izquierda vende humo, palabrería. Las enseñanzas de la historia con el bolchevismo no hay que olvidarlas. Digamos que la izquierda terrestre está corrompida por completo por una suerte de corrupción no delictiva pero no por ello menos grave, más bien, al contrario.
La segunda izquierda es la izquierda celeste de las buenas intenciones, inmaculada y sin pecado concebido que habita en las esferas supralunares, con el éter. Está esperando para encarnarse en la Tierra para salvarnos y es buena, pero cuando se encarna lo hace en forma de socialdemocracia, lo cual no deja de ser algo sofístico. Se hace terrestre y pretende no ser revolucionaria pero evitar la ecualización con la derecha, hecho éste último que debiera ser reconocido por pura honestidad intelectual. En resumidas cuentas, la izquierda celeste se encarna en socialdemocracia y se ecualiza así con la derecha, pero no quieren reconocerlo e insisten en su pertenencia a la izquierda. Esto nos hace sospechar de su sofística y de su impostura. La izquierda celeste es así socialdemócrata y ello con sus taras de nacimiento: progresismo, antifranquismo, europeísmo, etc. Siempre algo viscoso e indefinido que puede mover a engaño a los incautos.
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