En 1999 Gustavo Bueno publicaba “España
frente a Europa”, obra a mi juicio muy importante porque aparecía en ella una
filosofía materialista patriótica de la historia de España. En tal obra quedaba
definida España como un Estado y como una Nación cuya Idea filosófica
reguladora de su ortograma político, de su destino histórico es la Idea de
Imperio Generador Universal. España, desde su nacimiento hacia 718 se configuró
como un Imperio Católico en lucha contra el Islam y después además contra las
potencias protestantes. Si todo Estado implica la existencia de otros Estados,
de un pluriverso político de Estados contra los que lucha, es obvio que la mera
existencia de España como Imperio implica la existencia de la Antiespaña. La
Leyenda Negra Antiespañola configura ideológicamente la Antiespaña, la exterior
y la interior. Esta Antiespaña niega la vinculación de España con el Imperio.
En el límite, la Antiespaña niega la existencia misma de España, de la palabra
también, absteniéndose de citarla. La Antiespaña busca borrar a España del
mapa, y por supuesto, que la lengua española también desaparezca. La
desaparición del idioma español serviría para debilitar e incluso destruir a
España.
2. El libro de Pío Moa.
Efectivamente, la Idea de España está
vinculada históricamente a la representación de un Imperialismo católico
generador, pero también está ligada a una Nación Política Canónica europea
católica que actualmente por el momento es aún un Estado. No sólo se es
Antiespaña por negar el Imperio Católico Generador, sino también por negar la
existencia misma de España como Nación política y como Estado. Quien no acepte
la persistencia de España en su unidad política y lingüística es Antiespaña
necesariamente. Quien colabore o no resista a los secesionistas es Antiespaña.
Todo europeísta es Antiespaña. La islamofilia es Antiespaña, el progresismo es
Antiespaña. En el fondo la Antiespaña es la Antipatria. Todos estos elementos
son malos españoles, antipatriotas o simplemente se les puede etiquetar como
enemigos por parte del Soberano al decidir sobre el Estado de excepción,
situación a decir de Carl Schmitt[1] donde
se ha de tomar la decisión política trascendental que define perfectamente al
poder estatal. Si la Antiespaña es absolutamente incompatible y contradictoria
con la España, su relación, la de ambas entre sí sólo puede ser de enemistad
existencial, de guerra. Llegada una situación extrema, excepcional, todos estos
elementos díscolos sólo pueden tener como parlamento un campo de batalla en el
que puedan dilucidar sus diferencias con los partidarios de España, al igual
que ellos mismos y de forma explícita históricamente han definido así el lugar
que debían ocupar los patriotas, los buenos españoles en relación con la
Antiespaña. “El 18 de julio de 1936 se enfrentaron las dos Españas existentes
dentro del territorio español, si es que con razón puede llamarse españoles a
quienes viviendo entro de ese territorio con el cuerpo, sus ideas, sus
sentimientos, sus afanes, sus amores, su acción y todo su espíritu estaba con
los enemigos de España, con la antiespaña exterior.”[2]
Precisamente, Pío Moa nuevamente ha
publicado en el año 2004 el libro “1934: Comienza la Guerra Civil. El PSOE y la
Esquerra emprenden la contienda”. Ediciones Áltera, 2004, Barcelona. 375
páginas. En El Catoblepas se ha comentado bastante la obra de Pío Moa. Ha
habido incluso una polémica entre por un lado E. Moradiellos defendiendo la
versión progresista de la guerra civil española y Pío Moa, A. Sánchez y J.M.
Rodríguez Pardo por otra defendiendo la doctrina historiográfica de Pío Moa
expuesta extensamente en su trilogía sobre la guerra civil española publicada
en la editorial Debate a partir de 1999. Así pues, hombres muy doctos han defendido
detalladamente a Pío Moa y a sus interpretaciones y datos, por lo que me
ahorraré el repetir lo que estos autores han expuesto en las páginas del
Catoblepas.
El libro presente de Pío Moa es un
libro popular de historia contemporánea de España en el que se resume
notablemente el contenido de “Los orígenes de la guerra civil” así como las
tesis fundamentales de “El derrumbe de la República y la guerra civil.” “1934” Es un libro de divulgación popular de
las tesis de Pío Moa que pone al acceso del lector los argumentos de Pío Moa y
que incluye más de 100 páginas de documentos a disposición del público lector
para que vea que Pío Moa no tergiversa los hechos ni se inventa nada de nada.
“Si, en palabras del historiador británico Paul Johnson, la guerra civil
española es uno de los sucesos del siglo XX sobre los que más se ha mentido,
debe admitirse que las desvirtuaciones en torno a la II República apenas le van
en zaga.”[3]
Llevamos más de 30 años soportando la propaganda del Komintern y de sus
detritus ideológicos representados por los funcionarios progresistas de la
historiografía que tienen tomada la universidad española. Esta propaganda
bastarda por ser falsa también ha infectado a políticos e historiadores
liberales y conservadores quienes para no parecer reaccionarios, fascistas y
antipáticos han estado practicando una suicida política de apaciguamiento
frente a los que se dicen herederos políticos de esa panda de individuos
resentidos que constituyen la Antiespaña[4], esa
Antiespaña derrotada en 1936-1939 como Frente Popular y antes ya en 1934 en un
alzamiento fallido. La Pax Hispanica de Franco que se extiende desde 1939 a
1975 y da lugar posteriormente al régimen de partidos bajo cuya égida vivimos
desde 1978 está a punto de quebrarse por obra y gracia de otro nuevo Frente
Popular, de una nueva Antiespaña, heredera de aquélla que fracasó en 1939.
Desde 1993 el PSOE y sus satélites vuelven a remover a sus muertos y a echar en
cara a los conservadores la responsabilidad de 1934 y de 1936-1939. Según parece,
la Antiespaña era buena y la España auténtica mala, cuando resulta ser al
revés. La cuestión como afirma Pío Moa en “Los orígenes de la guerra civil” es
¿Quién empezó? Y la respuesta está muy clara: la Antiespaña. “La CEDA se
mostraba legalista en toda ocasión, no organizaba milicias, ni provocaciones
sangrientas –a pesar de que las sufría constantemente-, ni la vigilancia de los
vecindarios, etc., como sí hacían el PSOE, la Esquerra, los comunistas y
otros.”[5] Así
pues, “Irónicamente, fueron las izquierdas quienes trajeron a Franco y las que
menos derecho tienen, por tanto, a quejarse de su dictadura.”[6] Los
progres han tenido durante la dictadura de Franco lo que se merecían. Quien
siembra vientos recoge tempestades. Sólo les unía a las diversas degeneraciones
de la izquierda el odio a la España Imperial católica y generadora, a la España
como Nación y como Estado y a las derechas diversas que defendían esta
interpretación realista de la historia de España. Así pues, las izquierdas
devinieron en la Antiespaña, la Antipatria y frente a tales fuerzas políticas
sólo cabe la guerra y que las armas decidan y vaya si decidieron. La victoria
de 1939 es la legitimidad bajo la cual aún vivimos y para bien y para mal. Una
larga eutaxia política en España que viene desde 1939 está a punto de dar lugar
a una gravísima crisis existencial en la que España puede desaparecer víctima
de la Antiespaña, ahora situada en el poder merced a un golpe de Estado expresado
de forma electoral. Hay una continuidad evidente entre el Régimen del 18 de
julio de 1936 y su hijo legítimo nacido de entre sus entrañas, el régimen de
partidos de 1978. Por eso los progres, aunque moderaron su discurso y sus
prácticas políticas inicialmente en un pacto establecido en 1977-78, a partir
de 1993, con sus corruptelas y delitos sin número a sus espaldas, comenzaron a
deslizarse a la situación política anterior a 1939. Comenzó la reivindicación
sistemática de la guerra civil para intentar favorecer al PSOE y a sus aliados
secesionistas de quienes se cantaban sus virtudes políticas y sus bondades
frente a una supuesta derecha mala y asesina. Comenzaron los desenterramientos
de fusilados rojos, progresistas y separatistas en lugares apartados, como si
eso sirviera para algo aparte de ir contra el PP y de hacer sistemáticamente
política y propaganda demagógica contra el franquismo y el PP.
En 1934 comenzó la guerra civil
española y la comenzaron el PSOE y los separatistas en una estrecha alianza.
Les unía el odio a España[7] y a
la derecha, a la que identificaban con España. El PSOE intentó dar un golpe de
Estado revolucionario en 1934 como hicieron los bolcheviques el 7 de noviembre
de 1917 en Rusia. La Esquerra intentó una insurrección secesionista para
conseguir un Estado catalán independiente. Tras su momentáneo fracaso, las
hostilidades se reemprendieron el 16 de febrero de 1936 con una campaña de
asesinatos y atentados, huelgas, incendios, destrucciones, etc., que culminaron
con el asesinato del líder de la oposición conservadora, Calvo Sotelo el 12 de
julio de 1936. Para evitar su exterminio físico, las derechas a la desesperada
se alzaron el 18 de julio de 1936 y se impusieron a la Antiespaña en 1939. Esta
victoria fue enormemente beneficiosa para España y los españoles y desarrolló
notablemente las fuerzas productivas en contra de las falsedades difundidas por
los historiadores progres o del Komintern. Ya es hora de desenmascarar a estos
malandrines historiadores propagandistas de estilo soviético. La propaganda la
hacen muy bien, llega a ser efectiva con la repetición efectuada
sistemáticamente por el grupo PRISA. La historiografía progre es historiografía
basura. Es historiografía antiespaña. Ya es hora de que se sepa la verdad y de
que la verdad sea la que predomine y se imponga por la salud pública siempre
necesaria para conservar la eutaxia política, núcleo mismo de la acción
política.
En resumidas cuentas, recomiendo leer
el libro de Pío Moa, aunque para mí resulta mejor la trilogía sobre la guerra
civil publicada años ha por el mismo autor. Estas obras tienen una función
catártica que contribuye a efectuar una reforma del entendimiento de los
ciudadanos españoles.
3. Hacia una definición de la
Antiespaña.
Finalmente, en el caso español, las
cosas son así: la división entre izquierda y derecha cede ante la división
entre patriotas y antipatriotas, entre la España y la Antiespaña. Todas las
naciones o patrias tienen su antipatria: “La antipatria con respecto a una
nación determinada, se halla constituida por el conglomerado de individuos y de
colectividades que, dentro o fuera de ella, directa o indirectamente tratan de
disminuir y destruir su prestigio, en todo o en parte, negando o menospreciando
sus valores materiales y morales, y la desprecian, odian y la persiguen
sistemáticamente, aprovechando para ello los más variados pretextos, todos los
sugeridos por envidias y odios ocultos, que es de donde suelen proceder.”[8]
Está claro que el patriotismo pasa
necesariamente por un estrecho conocimiento exacto de la historia de la Nación,
de la Patria. En el caso español, si un ciudadano ha internalizado el contenido
de la Leyenda Negra Antiespañola, entonces, ha ingresado en la Antiespaña. Su
conocimiento de la Historia de España es nulo de pleno derecho. En general las
izquierdas y los separatistas antes y los progres y separatistas hoy tienen
asumida la Leyenda Negra. Hay que decir a todo esto que España es quizá la
Nación más calumniada en el mundo y en la Historia Universal. Estas calunias de
la Antiespaña contra España son un síntoma del sectarismo ideológico de los
progresistas y los separatistas. De todos modos es un sectarismo ideológico que
se reduce a ir contra España y a negarla
porque no es un sectarismo que tenga una gran claridad ideológica y doctrinal
determinada. Sólo les une el odio y el resentimiento contra España y contra el
pensamiento liberal, conservador y de orden que considera positiva la Idea de
España y su Historia como Imperio católico generador, así como la persistencia
de la Nación Española y de España como Estado unitario. “La antiespaña no tiene
una doctrina determinada, sino odio y rencor a la España Grande y a su excelsa
fisonomía moral histórica, unidos a deseos y acciones para desprestigiarla y
dañarla en todo lo posible, valiéndose para ello de todos los medios, los más adecuados
en cada caso y momento histórico, sin preocuparse de que el proceder sea lógico
o ilógico; para ella lo único importante es triunfar y acabar con la España
espiritualista y católica de los altos destinos históricos y abanderada del
catolicismo.”[9]
Podemos intentar definir a la
Antiespaña como quien niega a España como Nación y como Estado y quien busca la
secesión o quien busca debilitarla simplemente. También valdría definir a la
Antiespaña como aquellos que niegan la identificación entre la Idea de España y
la Idea de Imperio generador católico. La verdad es que constituye un gran
oprobio el ser antiespañol. Claro, que a estos les resulta indiferente caer en
la infamia.
La antimateria es la materia oscura,
con igual masa, pero con carga opuesta. Al juntarse la materia con la antimateria
se produce la aniquilación de materia y antimteria. En el caso de la
Antiespaña, al juntarse con la España, se produce la guerra. La relación entre
la España y la Antiespaña desemboca en la guerra y en la violencia. La muerte
es un resultado de ese enfrentamiento, de esa contradicción existencial. El
enemigo existencial, mortal, merece la muerte. El que es traidor a la patria,
culpable, confeso y convicto de lesa patria, merece la muerte. En este caso
hablaríamos de la eutanasia política. Aquí entra en juego la razón de Estado.
El antiespañol es un imbécil político. Su crimen sólo se expía con la muerte.
Es más, el Estado no puede convivir con él. Hay decrepitud moral y eso conduce
a la eutanasia procesal para asesinos desde el punto de vista moral, social,
pero hay decrepitud política, amenaza política y eso exige la muerte del
enemigo dictada por el Soberano en vista de la eutaxia política. La Antiespaña
merece la muerte en el límite. La traición a la patria exige la muerte del
traidor si es que la patria tiene honor político. Al igual que la sociedad se
envilece por la sobrevivencia del criminal entre sus filas, lo mismo ocurre con
España respecto a la Antiespaña.
En cuanto a la precedencia histórica,
“Ciertamente, la antiespaña exterior precedió a la interior, y ésta es hija de
aquella; pero no sería muy grave el mal que la primera pudiera hacernos, si no
contase con la colaboración incondicional de la segunda; por esto y para esto
fue crada por aquella: su desarrollo ha sido más o menos lento, según las
circunstancias; adoptando las formas más adecuadas a cada caso, y, de
ordinario, larvadas, especialmente al principio y mientras no se sentía con
fuerzas para dar la batalla a España de frente y con la visera levantada,
procurando entre tanto ir creciendo, ganando terreno y penetrando en aquélla
más extensa e intensamente, haciendo ensayos parciales a fin de ver cuándo se
hallaba en condiciones para dar la batalla final, ir entrenándose, tomando
nuevas posiciones para facilitar el triunfo definitivo.”[10]
Sobre esto en principio yo estaría de acuerdo, aunque esto que viene a
continuación alimentaría la noción de que el origen de la Antiespaña es español
paradójicamente. A fines de 1533[11],
Rodrigo Manrique, hijo del Inquisidor General, encontrándose en París, le
escribe una carta a Juan Luis Vives con motivo de la prisión del alumbrado
erasmista Juan Vergara: “Dices muy bien: nuestra patria es una tierra de
envidia y soberbia; y puedes agregar: de barbarie. En efecto, cada vez resulta
más evidente que ya nadie podrá cultivar medianamente las buenas letras en
España sin que al punto se descubra en él un cúmulo de herejías, de errores, de
taras judaicas”.[12] Por su parte, Juan Luis
Vives le escribe a Erasmo de Rotterdam el 10 de mayo de 1534: “Estamos pasando
por tiempos difíciles, en que no se puede ni hablar ni callar sin peligro. En
España han sido encarcelados Vergara y su hermano Tovar, como también otros
hombres doctos. En Inglaterra, los obispos de Rochester y de Londres, y Tomás
Moro. Ruego al cielo que te de una vejez tranquila.”[13] Por
lo demás, Bartolomé de las Casas contribuyó como nadie a la configuración de la
Leyenda Negra. Puede ser entonces el iniciador de la Leyenda Negra Antiespañola
y por tanto de la Antiespaña interna, de la que se sirvieron las potencias
exteriores enemigas de España para sus fines políticos. Bien pudiera pensarse
que la Antiespaña interna nació en España, de sus mismas entrañas en pleno
siglo imperial de España, en su Edad de Oro. La lucha contra los alumbrados y
contra los herejes ya fueran erasmistas o luteranos o ambos era la defensa del
Estado, del Imperio. Ya había Antiespaña interna en el siglo XVI en España,
hábilmente extirpada por aquel entonces por la Inquisición. No se puede tener
un Imperio con un Antiimperio en el interior debilitando la eutaxia política
imperial. La función de la Inquisición fue defender al Imperio, a España de la
Antiespaña interior. Los que odiaban a la Inquisición eran pues también la
Antiespaña.
[1] Por cierto que a este respecto, D. Antonio
Muñoz Ballesta me recuerda que el alemán católico hispanófilo y cuyos herederos
son españoles en su integridad ya hace tiempo que le escribió en una carta a su
discípulo español Javier Conde que “Y ten presente siempre que los enemigos de
España son y serán también mis enemigos”.
[2] P. Teodoro Rodríguez,
agustino, “Así es España y así la Antiespaña”, apuntes para conferencias
patrióticas educadoras. Madrid, Imprena Juan Bravo 3, 1941, pág. 206.
[4] Porque ¿cómo no llamar
Antiespaña al Frente Popular, en cuyo territorio gritar Viva España resultó ser
subversivo y políticamente poco correcto? Por cierto, hoy día, resulta obsceno
para el Frente Popular que está en el poder en España hablar de España y ensalzar
todo aquello que tenga que ver con ella. Ahí tenemos a los historiadores
españoles, quienes asumen en gran medida la Leyenda Negra Antiespañola.
[8] P. Teodoro Rodríguez,
Agustino, “Así es España y así la Antiespaña”, apuntes para conferencias
patrióticas educadoras. Madrid, Imprenta Juan Bravo 3, 1941 págs 40-41. Clérigo
muy lúcido éste quitando la religión, que no podemos asumir desde una
perspectiva católica atea.
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