Las Ideas son el material objetivo sobre el que incide la
reflexión filosófica entendida como reflexión de segundo grado. Toda reflexión
ha de ser partidista y ha de resultar por tanto polémica necesariamente. Esto
significa que pensar es pensar contra alguien. En esto Filosofía y Política son
iguales. En este terreno no hay verdad absoluta. La verdad aquí es indirecta,
por reducción al absurdo de las tesis contrincantes y por la reducción de las
tesis contrapuestas a las coordenadas teóricas propias. Podemos decir en
consecuencia que la verdad política y filosófica es apagógica pues, ya que la
verdad de una tesis se alimenta de las debilidades de las tesis alternativas.
Amicus
Platonis sed magis amicus veritatis. Esta es la actitud crítica por excelencia:
preferir la verdad a la amistad mentirosa, a creer en la falsedad para
conservar a un amigo. Cómo no va a ser una actitud ética la de creer y amar a
la verdad. Por eso las tesis o teorías o especulaciones están para hacerlas
trizas, para destrozarlas. Es algo así como filosofar con el martillo. En este
sentido decimos que la filosofía de Gustavo Bueno resulta ser una anomalía
salvaje para utilizar términos de Toni Negri en el panorama académico español
que no tiene forzosamente que coincidir con la Universidad, es más, incluso me
atrevería a decir que últimamente resultan incompatibles a juzgar por la
escandalosa expulsión de Gustavo Bueno de la docencia universitaria por parte
de la universidad ovetense en el otoño de 1998. Gustavo Bueno, que en un
principio creyó que la Universidad se podía regenerar y convertir en el foco de
emisión del materialismo filosófico, vio sus expectativas frustradas y pensó en
consecuencia que el materialismo filosófico debía operar al margen de las
instituciones universitarias en una fundación privada, en clubes de debate, en
el ágora o en el foro, en los medios de comunicación. La filosofía ha de ser
académica ciertamente, pero en el sentido de la Academia Platónica, no
universitaria. En cualquier caso ha de estar implantada en el presente para
reflexionar sobre el presente desde el presente, en el mundo, ha de ser
entonces también mundana, implantada políticamente en consecuencia.
De
hecho, Gustavo Bueno cultiva ampliamente la filosofía popular en los medios de
comunicación y realiza cada vez en mayor número intervenciones políticas. Su
obra filosófica se va politizando. Lo que comenzó siendo una Ontología
trimembre materialista y luego una ontognoseología merced al hiperrealismo
materialista, desemboca en una filosofía de implantación política representada
y ejercida efectivamente.
En
el presente escrito que el lector tiene ante sí intento comentar el último
libro publicado de Gustavo Bueno, “España frente a Europa”, 1999 e ir
desgranando sus grandes argumentos y mostrando la potencia del análisis de
Bueno aplicado a la cuestión de España y de su esencia. También intentaré
establecer de paso mis reflexiones políticas.
En
“España frente a Europa” Gustavo Bueno intenta aplicar la metodología del
materialismo filosófico a delinear qué sea la esencia de España y por tanto del
por M. Azaña definido como “Problema español”. La pregunta ¿Quid est? Se
respondía utilizando la categoría de la Substancia, la quidditas, la essentia.
Es entonces la pregunta ¿Qué es España? Una pregunta por la esencia de España,
por su identidad. Entonces el problema de España es un problema filosófico.
La
esencia de España se intersecta con cuatro Ideas filosóficas: 1º La Historia
Universal. Pero es que la Historia Universal es la Historia de la lucha y
sucesión de los Imperios. España ha jugado en la Historia Universal un decisivo
papel como Imperio Católico no depredador, como creadora de una civilización
hispánica que ahora cuenta con 400 millones de hispanohablantes. Es ésta una
fuerza material de magnitud nada despreciable a nivel mundial y es un factor
con el que hay que contar desde una perspectiva geopolítica universal. 2º
Entonces la siguiente Idea filosófica necesaria para analizar o entender la
esencia de España y que la constituye e intersecta es la Idea de Imperio. 3º
Tampoco hay que olvidar que España fue y es aún Estado. 4º Por último, es una
nación (política) desde 1812.
Según
dice Gustavo Bueno, “Suponemos que la Historia Universal, que es ya por sí
misma una idea filosófica, sólo puede ser considerada por la Filosofía de la
historia; o si se prefiere, que las cuestiones relativas a la Historia
Universal, aunque puedan ser suscitadas una y otra vez por un historiador
positivo, no por ello dejarán de ser cuestiones filosóficas (de Filosofía de la
historia). Cuestiones que, sin duda, pueden acuciar también al historiador
positivo, pero más en su calidad de filósofo de la historia, que en su calidad
de historiador.”[1]
España resulta ser así en cierta manera
un pretexto para iniciar la construcción de una filosofía de la historia universal.
Esta filosofía de la historia universal no será idealista como la hegeliana,
será una historia universal desde la perspectiva del materialismo filosófico,
que incorpora, cómo no, materiales y contenidos del materialismo histórico a la
hora de considerar la historia. Es que ocurre que en cierta manera ya todos
somos marxistas al igual que todos somos euclidianos o newtonianos o
darwinistas. Tal vez el marxismo se haya diluido en el ambiente, al igual que
Goethe decía que Kant se hallaba diluido en el ambiente de su época en
Alemania. Por lo demás, debemos decir que Gustavo Bueno no es progresista. No
cree en la Idea de progreso, idea-fuerza de los siglos XIX y XX y en la cual se
inspiran determinados partidos de la izquierda,[2]
ya sea ésta transformadora o no transformadora si es que tiene hoy todavía
sentido empírico hablar y distinguir entre izquierda/derecha. La metodología
materialista no es un evolucionismo unilineal. “mantenemos una metodología
materialista (…) que comienza por impugnar el supuesto de una “historia lineal”
y, por consiguiente, la categoría historiográfica del “retraso histórico” como
categoría explicativa; una metodología que parte del supuesto del desarrollo
multilineal, paralelo al que los biólogos evolucionistas utilizan hoy en el análisis
de la evolución orgánica.”[3]
La
Historia Universal la escriben los vencedores. La Historia Universal metamérica
queda rechazada por metafísica y en su lugar se propone la Historia Universal
diamérica. No hay humanidad como totalidad, sino como configurada desde sus
partes atributivas. La Historia no es la historia del Hombre, sino del
enfrentamiento de los diversos grupos humanos en la Tierra. No hay humanidad,
sino que más bien ocurre que los hombres forman parte de grupos enfrentados
entre sí. La concepción de Bueno es “una propuesta de sustitución de la
perspectiva metamérica por una perspectiva diamérica. “Diamérica” porque no es
ahora la “Humanidad” (el “Género Humano”) el sujeto de la Historia, capaz de
sostener planes y programas en el espacio antropológico; sino que es alguna
parte de la Humanidad, unos grupos frente a otros grupos… aquellos que pueden
proyectar planes y programas con intención de afectar a toda la humanidad. “[4]
Esto es como decir que la historia es la historia de la lucha de clases o que
la historia la escriben los vencedores. Como los vencedores son los que han
hecho la Historia, son ellos los únicos capacitados para entenderla y
escribirla, verum est factum.
Podríamos
vernos tentados de considerar que en el fondo, la Historia Universal es el
proceso de enfrentamiento entre grupos humanos. Pero estos grupos humanos
forman Estados. La Historia Universal es una Historia política al igual que la
considera Hegel desde el idealismo absoluto. También Marx considera la Historia
como la lucha de clases en el interior de Estados. Sin embargo, sólo si los
Estados forman Imperios tendría a decir de Gustavo Bueno sentido la Historia
Universal, la cual como ya se ha dicho más arriba, “no podría concebirse, sin
más, como la Historia de las sociedades humanas, o de las sociedades políticas
(de los Estados)…La Historia Universal es la Historia de los Imperios
Universales”[5]
Respecto
a la Idea de Estado, Bueno afirma que el Estado implica la existencia de otros
Estados. El Estado es la codeterminación de varias sociedades políticas y es
que como bien dijo Carl Schmitt, la esencia de lo político es un pluriverso de
Estados más que un universo. Todo Estado se opone a otro Estado o a una
sociedad prepolítica. La teoría clásica del Estado lo definía por la
confluencia de tres elementos: territorio, gobierno y pueblo. Bueno acepta por
lo menos la noción de territorio como constitutiva de un Estado: “Suponemos,
por tanto, que el Estado, a diferencia de otras organizaciones
preestatales…implica la delimitación de un territorio”[6]
El Estado es considerado por Bueno en filosofía política como un término
primario, lo cual no significa en modo alguno que sea simple, puesto que todo
individuo es compuesto. Lo simple es un concepto límite en la ontología materialista
de Gustavo Bueno al igual que la analiticidad. En este contexto el Estado es
algo que ha de ser trascendido para concluir en la Idea de Imperio, una Idea
derivada de la Idea de Estado, no primaria, sino secundaria. Por eso dice Bueno
que “La Idea política de Imperio aparece a una escala conceptual que estaría
más allá de la escala a la que se dibujan los términos primitivos del campo
político, los Estados”[7]
El concepto de Imperio es una Idea de segundo orden, de segundo grado que se
deriva de la actividad política del Estado y ello ya sea de una forma regresiva
como de una forma progresiva. De una u otra forma salen dos acepciones
categoriales de Imperio por cada una de ellas: del procedimiento regresivo y
del procedimiento progresivo. Sin embargo, de estos cuatro conceptos
categoriales de imperio surge un quinto que sí se puede definir como Idea
filosófica.
El
primer concepto categorial de Imperio significa poder, facultad de mando,
mando, jefatura. Rex in regno suo est imperator, decían los glosadores del
Derecho Romano en la Edad Media. Por encima del emperador no hay ninguna otra
autoridad. Los reyes independientes son emperadores en su propio reino por la
plenitudo potestatis de que gozan. Es el imperio en sentido subjetual, que no
subjetivo. Se trata de poder, pero no arbitrario, sino de poder político para
mandar al servicio de la eutaxia política del Estado. Es un concepto
eminentemente político que presupone la previa existencia de la sociedad
política, del Estado.
El
segundo concepto categorial de Imperio es el de Imperio como espacio geográfico
de la acción del Emperador o Imperator. Es el ámbito del poder del imperator.
El
tercer concepto categorial de Imperio es el concepto diapolítico. Es una
totalidad atributiva de Estados subordinados al Estado principal o hegemónico. “Las
relaciones que el conjunto de Estados constitutivos de un Imperio mantienen
entre sí y con el Estado hegemónico podrán clasificarse naturalmente en tres
grandes grupos:
a) El de las relaciones
orientadas desde el Estado hegemónico hacia los Estados subordinados.
b) El de las relaciones
recíprocas establecidas entre los Estados subordinados y el hegemónico.
c) El de las relaciones de
“coordinación” de los Estados subordinados entre sí.”[8]
Distingue Gustavo Bueno
entre Imperio depredador o colonial o imperialismo Imperio generador. “Un
Imperio es depredador cuando por estructura tiende a mantener con las
sociedades por él coordinadas unas relaciones de explotación en el
aprovechamiento de sus recursos económicos o sociales tales que impidan el
desarrollo político de esas sociedades, manteniéndolas en estado de salvajismo
y, en el límite, destruyéndolas como tales. Un Imperio es generador cuando, por
estructura, y sin perjuicio de las ineludibles operaciones de explotación
colonialista, determina el desenvolvimiento social, económico, cultural y
político de las sociedades colonizadas, haciendo posible su transformación en
sociedades políticas de pleno derecho.”[9]
En el límite, el Imperio depredador suprime la relación de dependencia con
otros Estados, pues los aniquila. La relación diamérica pues, desaparece al
desaparecer el otro miembro de la relación.
Los Imperios diaméricos se
clasifican en cuanto a la cantidad en tres grupos según Gustavo Bueno:
1.
Imperio diamérico mínimo “constituido por un Estado imperial, respecto
de un único Estado subordinado que, en el límite, llegaría a ser el mismo
Estado: Imperium, en esta línea se utilizará también para designar, por
sinécdoque, a una soberanía absoluta característica del Estado, tal como fue
concebido por el absolutismo de un Bodin o de un Hobbes.”[10]
2.
Imperio diamérico intermedio constituido por un Estado imperial
hegemónico y varios Estados subordinados.
3.
Imperio diamérico máximo o universal constituido por un Estado imperial
hegemónico y el resto de los Estados de la Tierra. Es una situación límite
imposible. Sería la supresión del Estado y de lo político a decir de Carl
Schmitt y la supresión de la distinción entre amigo y enemigo. Más o menos es
esto lo que viene a decir Gustavo Bueno.
El
cuarto concepto categorial de Imperio es el concepto de Imperio como Idea
transpolítica. Es un concepto metapolítico de Imperio. Este concepto
metapolítico está construido desde fuera de la sociedad política. “Un “sistema
imperial” entraña, en definitiva, la acción del Estado imperialista, las
reacciones de los Estados subordinados y la codeterminación de estos Estados
entre sí.”[11] Es
necesaria una ideología imperial.
La
Idea Filosófica de Imperio es la acepción quinta de la palabra “Imperio”. Esta
Idea brota de las contradicciones existentes entre la acepción cuarta y la
quinta. “En realidad, la Idea filosófica de Imperio o, si se prefiere, el nivel
filosófico de la Idea de Imperio, se irá alcanzando en el momento en el cual, a
través de los conceptos diapolíticos y metapolíticos, se vaya abriendo camino
el proceso histórico de redefinición de la Idea de Género Humano como horizonte
global en el que habrá que situar a las concepciones políticas (técnicas,
prácticas) y las conceptuaciones metapolíticas (cosmológicas o teológicas).
“Humanidad” o “Género Humano” no es una Idea que pueda tratarse como si fuese
un género anterior a sus especies, un todo anterior a sus partes; y no porque
esas partes primeras sean los individuos de carne y hueso.”[12]
La Idea filosófica de Imperio se conecta pues con la Idea de Hombre y con la
Idea de Historia Universal. La Idea Filosófica de Imperio se constituye al
mismo tiempo que la Idea Filosófica de Hombre y que la Idea Filosófica de
Historia Universal.
Como
se dijo más arriba, son las acepciones tercera y cuarta las que confluyen y
forman la Idea filosófica de Imperio. “La Idea filosófica de Imperio, en
resolución, puede considerarse como una Idea límite que aparece como una
catábasis de los cursos diapolíticos y metapolíticos que confluyen gracias a un
concepto metapolítico de Imperio.”[13]
La
Idea filosófica del Imperio significa que el Imperio tiende en el límite a
abarcar a la Humanidad entera como Estado Universal y además significa que el Emperador se sitúa por encima de los
Estados y de los hombres. El Emperador tiene dos cuerpos: el mortal, como
individuo particular, psicológico y el inmortal, la dignitas de Emperador, el
cargo impersonal. Es el soberano de todos sus pueblos y los trata a todos por
igual. Desaparece la hegemonía de un Estado y el gobierno de un hombre
particular, que es sustituido por la dignidad de emperador, por la Ley. “Desde
el punto de vista filosófico, por tanto, la Idea del Imperio, en cuanto Idea
límite, implica la eliminación del papel hegemónico de un Estado sobre los
demás (un papel propio de los Imperios diapolíticos y, por tanto, la
constitución del Emperador como autoridad que ya no impera formalmente en
cuanto Rey de un Estado, sino en cuanto autoridad orientada al coorden de todos
los Estados incluido su propio Reino). La dialéctica de esta Idea filosófica de
Imperio estriba en la contradicción a la que ella nos conduce, a saber, la de
un Emperador cuya autoridad no se base formalmente en su poder real y que, por
tanto, no podrá ser considerada como autoridad positiva sino abstracta.”[14]
Esta Idea filosófica de Imperio es empíricamente imposible y absurda declara
Gustavo Bueno, pero es una Idea regulativa política. Gustavo Bueno la denomina
Idea límite, como la Idea límite de Gas Perfecto: “En cualquier caso, la Idea
filosófica de Imperio, en cuanto Idea límite, encontraría su función, no ya
tanto como una Idea utópica, que nos remitiera “más allá” de la Historia, sino
como una Idea de “límite-revertido”, reaplicable a las situaciones históricas
determinadas, en la medida en que en ellas sea posible disociar, por ejemplo,
el Poder Real y el Poder Imperial.”[15]
La
Idea de Género Humano se configura a partir de los Imperios. Es a partir de los
conflictos entre los diferentes Imperios existentes en lucha como surge la Idea
del Género Humano. “La Idea misma de Género Humano, como un todo, sólo se
configura a través de alguna de sus partes, a saber, los Imperios Universales;
lo que significa, a su vez, que, si determinadas sociedades comienzan a formarse
una Idea del Género Humano (como proyecto práctico), será debido, no tanto a
que el Género Humano toma en ella conciencia de sí, sino a que tales partes están enfrentándose a
otras partes, a otras sociedades que resultan ser incompatibles con su propio
proyecto político, sea porque éstas se circunscriben a proyectos meramente
particulares (por ejemplo, los de los Imperios depredadores), sea porque
constituyen otras concepciones o modelos de Género Humano, no compatibles entre
sí.”[16]
La
Historia Universal está más allá del Bien y del Mal. Es lo que es y lo demás
son cuentos. No tiene nada que ver con la ética ni con la moral: “La Historia
Universal es lo que es, sea buena o mala. También la caza al acoso de los
búfalos por parte de las manadas de leones es lo que es, al margen de que un
teólogo pueda ver en ella la expresión de la maldad de Dios o de su bondadosa,
pero insondable, Providencia.”[17]
La Idea filosófica de Imperio tiene que ver con planes, proyectos o prolepsis
de carácter universal. Pero no basta con esto. Es necesaria la existencia de un
contenido morfológico material que también sea universal. Debe asumir una
morfología política.
La
Idea de Imperio limita en su forma mínima con el Imperio depredador en el que
las sociedades sometidas no llegan a ser sociedades políticas. El límite
superior es el Imperio Universal que se identifica con el Género Humano. Sin
embargo, hay que decir que el Imperio Universal no ha existido nunca. El
Imperio Universal es imposible. Supondría ello la desaparición de lo político.
Es algo que ya decía de alguna manera Carl Schmitt: “Del rasgo conceptual de lo
político deriva el pluralismo en el mundo de los Estados. La unidad política
presupone la posibilidad real del enemigo y con ella la existencia simultánea
de otras unidades políticas. De ahí que, mientras haya sobre la tierra un
Estado, habrá también otros, y no puede haber un “Estado” mundial que abarque
toda la tierra y a toda la humanidad. El mundo político es un pluriverso, no un
universo. En consecuencia, toda teoría del Estado es pluralista, ….Por su
esencia la unidad política no puede ser universal en el sentido de una unidad
que comprendiese el conjunto de la humanidad y de la tierra.”[18]
El Imperio Universal es imposible. Sólo puede ser Universal un gobierno o
Imperio indirecto Universal metapolítico sobre los Imperios diapolíticos.
Entonces sí que podemos de hablar de Imperio Universal. “La Idea filosófica de
Imperio requiere, desde luego, el desbordamiento del concepto diapolítico de
Imperio, y la incorporación de algún principio metapolítico, en cuanto a su
contenido, pero de suerte tal que este principio pueda engranar de nuevo con un
poder político del que pueda afirmarse que se gobierna indirectamente por
aquél.”[19]
Es la utilización y revitalización en sentido materialista de la teoría del
poder indirecto de San Roberto Bellarmino (1542-1621) y de Francisco Suárez
(1548-1617).
Pues
bien, resulta que la Idea de España tiene que ver con la Idea de Imperio. El
problema de España surge de la definición de España como Imperio: “Ahora bien,
el problema en singular, es decir, el problema global y fundamental, no es uno
más entre los problemas (de homologación); es un problema de naturaleza
atributiva que surge a partir de una definición de España, no ya como una
nación, entera o fraccionaria, homologable a otras de su misma clase, sino como
un Imperio, dotado de unicidad (que es un concepto atributivo); es decir, como
una entidad definida por esquemas de identidad atributivos (prototípicos o
métricos) respecto de las demás entidades de su entorno.”[20]
Un poco más adelante aparece formulado el diagnóstico bueniano sobre la esencia
de España y esto explicaría por qué en “España frente a Europa” la Idea de
Imperio está intersectada con la Idea de España. La Idea de España tiene que
ver esencialmente con la Idea de Imperio y ello desde el surgimiento de España:
“El problema de España, por antonomasia, lo entenderemos en función de su
proyecto de Imperio católico universal. Por ello aparece en el momento en el
cual comiencen a percibirse desde dentro los límites de un tal proyecto, es
decir, la cuestión de su misma posibilidad.”[21]
La relación entre la historia de España y la Idea de Imperio no es accidental,
sino esencial: “La tesis sobre España que mantendremos podría resumirse en
estas palabras: las relaciones entre la unidad histórica de España y su
identidad como Imperio no son accidentales o contingentes, sino necesarias y,
por decirlo así, esenciales.”[22]
Entonces
está claro que España se configuró históricamente como un Imperio católico no
depredador, sino generador e incompatible con el Islam y con el protestantismo.
España no fue un Imperio depredador, sino generador de ciudades como el Imperio
Romano. España es entonces la Tercera Roma, no Rusia, la sucesora legítima del
Imperio Romano. Esto significa que España no siguió la senda capitalista
europea protestante que la hubiera convertido en un Imperio depredador: “En
cualquier caso, el imperialismo español no siguió la ruta de los imperialismos
depredadores europeos modernos, que crearon la revolución
tecnológico-industrial desde supuestos capitalistas. El oro o la plata que
inundó España no fueron regularmente puestos al servicio de empresas
organizadas según el modo de producción capitalista, fueron utilizados para la
adquisición de productos manufacturados en Europa, o para la edificación de
grandes edificios, o para el mantenimiento de los ejércitos imperiales. Según
esto, la “decadencia” del Imperio español tendría su raíz en la debilidad
“basal” de su estructura (más que en una debilidad “conjuntiva” o “cortical”).
España no siguió la ruta del capitalismo y ello determinó que no pudiera hacer
frente a la presión de las nuevas potencias capitalistas. Otra cosa es que esta
diferencia haya de interpretarse (dentro de una concepción lineal del proceso
histórico en el sentido de que España quedó atrás en la carrera de las nuevas
potencias). Si la Historia Universal no es un proceso lineal sólo podrá decirse
que España “escogió” o, mejor dicho, tuvo que seguir otra vía, y que esta
elección le costó muy cara en el terreno político, pero sin que ello signifique
la consideración de la “vía capitalista” como la vía verdadera y definitiva del
“progreso de la humanidad”.[23]
El significado histórico de España en la Historia Universal le viene dado por
su condición de imperio. “si España alcanza un significado característico en la
Historia Universal es en virtud de su condición de “Imperio civil”, no
depredador.”[24]
La
otra Idea filosófica que serviría para
caracterizar España sería la Idea de nación. España no puede decirse que sea
originariamente una nación: “España no es originariamente una nación, es decir,
España no se constituye en su identidad histórica como nación.”[25]
Y ello por dos razones: 1) La nación política (de la que hablaremos luego) es
algo muy reciente. 2) “España, como
unidad cuasipolítica, dotada de una identidad característica (idiográfica),
existe mucho antes del siglo XVIII.
Luego
la existencia de España no puede ser confundida con la existencia de la nación
española.”[26]
Pero
si España no es originariamente una nación, mucho menos lo serán las
pretendidas nacionalidades históricas que los nacionalistas secesionistas
fraccionarios españoles se han inventado
y cuyas falaces tesis se ha encargado de repetir y difundir la propaganda
progresista machaconamente desde 1975 en
adelante: “Nuestras premisas nos conducen a mantener la tesis no sólo de que
España no es originariamente una nación,
sino también, y a fortiori, que menos aún pueden considerarse
originariamente naciones políticas a Cataluña, a Euskadi o a Galicia. Los
nacionalistas pretenden retrotraer su pretendido carácter nacional a la Edad
Media, incluso a la prehistoria, con evidente anacronismo. Pero si España no
era una nación, en sentido político, en los siglos XII o XIII, pongamos por
caso, mucho menos pudo ser nación política Cataluña, Galicia o Euskadi. Más
aún, España asumió históricamente la forma de una nación política mucho antes
de que algunos partidos políticos de Cataluña, de Euskadi o de Galicia pudieran
pensar siquiera asumir esta forma, lo que significa que el proyecto
nacionalista de algunos partidos políticos nacionalistas presupone ya
constituida a la nación española como nación política.”[27]
Es
que ocurre que la principal contradicción a mi juicio que se da en España es la
contradicción entre España y la Anti-España, entendiendo por España las
ideologías políticas compatibles con el mantenimiento de la integridad política
y territorial de España como Estado unitario. Estos –los partidarios de España-
son los que sostienen que España es y debe seguir siendo una nación política
canónica y aquellos son los enemigos en el sentido existencial de España. Por
otra parte, el concepto de la Anti-España designa las ideologías o movimientos
políticos incompatibles con tal proyecto político nacional. En el fondo,
Gustavo Bueno está ejercitando una teoría filosófico-política de la
Anti-España.
En
primer lugar Gustavo Bueno sostiene que los pueblos de España forman una unidad
troncal o plotiniana. Las ramas proceden todas de un mismo tronco. “los
diversos pueblos de España forman una misma familia, no tanto porque se
parezcan entre sí, cuanto porque proceden de un mismo tronco.”[28]
En
segundo lugar nos toca dilucidar la Idea de Nación. España, lo hemos dicho antes, no es
originariamente nación, sin embargo, podemos decir que España es una nación
política canónica desde el siglo XIX, como resultado de un proceso histórico
posterior a la Revolución Francesa. El nacionalismo es un fenómeno ideológico y
político posterior a la Revolución Francesa. El nacionalismo francés resulta
del desarrollo de la Idea de Soberanía Nacional y de la constitución de una
Nación política de ciudadanos. Cuando durante la Revolución Francesa (1789) la
figura de la Nación de ciudadanos iguales ante la ley sustituye en la fidelidad
a la figura del Rey, tenemos el surgimiento de un patriotismo constitucional.
El patriotismo burgués contemporáneo nace de este proceso de sustitución. En la
batalla de Valmy (1792) los soldados franceses gritan: ¡Viva la Nación! También
surgió en Alemania otra versión del nacionalismo, bastante diferente esta vez
fundada en la lengua y en la cultura.
El
nacionalismo francés plantea básicamente la idea de una nación de ciudadanos
libres y un patriotismo constitucional. Se es de la nación si uno quiere,
voluntariamente.
El
nacionalismo alemán, en cambio, es romántico, exalta la raza, el idioma, rasgos
idiográficos con los que uno nace y no escoge libremente y que están pues por
encima de la voluntad individual que uno contingentemente pueda tener, esto es,
quien no quiere es un traidor, un renegado, que sencillamente se ha equivocado,
ha traicionado al Blut und Boden que lo constituyen. Uno pertenece a una nación
lo quiera o no. Por ello, la nación ha de formar Estado. Toda nación ha de
formar Estado.
El
nacionalismo romántico es el padre del nacionalismo radical separatista. Es
francamente un nacionalismo muy peligroso para la paz. Deforma el pasado y la
historia y utiliza el mito histórico nacionalista como elemento ideológico para
legitimar su conducta política presente afirmando que en tiempos inmemoriales
existía una nación prístina que sigue existiendo ahora y que se encuentra en
peligro de extinción por la opresión que padece por parte de unos bárbaros extranjeros.
Entonces el nacionalismo se presenta como una restauración del pasado bucólico,
idílico y pastoril de la nación y lucha consecuentemente por retornar a tal
situación original pura e incontaminada.
Todo
nacionalismo es excluyente, quiero decir que niega a lo otro, bien
simbólicamente, bien por la violencia y la muerte.
Los
nacionalismos que llamará Bueno, fraccionarios pretenden destruir Estados
nacionales ya consolidados históricamente y por ello son un peligro para la
convivencia civil.
En
tercer lugar, Bueno, consciente de la trascendencia política del término
“nación” y de su actualidad y del confusionismo político creado en torno a él,
procede a establecer las siguientes acepciones del término “nación”:
1º.
La nación biológica.
Deriva
directamente del verbo nascor=nacer. Equivale a nacimiento. En algunos lugares
de España se llama “nación” a los genitales femeninos, en latín la expresión
natio dentium, significa “nacimiento o nación de los dientes”.
2º
La nación étnica.
Es
el grupo humano complejo o sociedad de la que uno procede. Es la Ascendencia de
linaje y es el origen geográfico de uno cuando se abandona tal lugar de
nacimiento.
3º.
La nación política.
Es
la nación canónica, que tiene que ver con el Estado. La nación sólo cobra su
sentido político en el Estado en cuyo seno se modela. España como nación
política surge con la Constitución de 1812. La Nación Española se define
estrictamente desde el Estado. Artículo 1º “La Nación Española es la reunión de
todos los españoles de ambos hemisferios” (la nación es, en este texto
constitucional, literalmente creada por el Estado preexistente, y no al revés
como decían los nacionalistas románticos). Artículo 3º: “La soberanía reside en
la nación.”.
Esta
nación política recibe el nombre de nación canónica y es esta una nación que ha
sido establecida por y desde el Estado. Por eso la nación política es una
categoría política.
4º.
La nación fraccionaria.
Es
un concepto de nación degenerado. Es un nacionalismo que surge cuando ya están
formadas las naciones canónicas y actúa a partir de ellas y pretende este
nacionalismo fragmentarlas y dividirlas. El nacionalismo fraccionario es
secesionista respecto de la nación política de origen. Pretende la secesión
respecto de la nación política de origen de alguna de las partes formales que
constituyen a ésta.
La
nación fraccionaria necesita forzosamente de la mentira histórica. Es el
proyecto de constitución de una nación a partir de la desintegración de una
nación entera previamente dada. Equiparar este nacionalismo que busca la
independencia con un movimiento de liberación nacional es una desvergonzada
mentira. La clave ideológica de todo proyecto de nacionalismo radical es la
mentira histórica. Sólo por la falsificación y por la mentira, por el moldeamiento
de los jóvenes, al modo como se moldean los miembros de una secta destructiva
puede echar a andar el proyecto nacionalista radical. El proyecto nacionalista
radical es vacío. No aporta nada nuevo. A los nacionalistas fraccionarios les
preocupa la libertad-de, más que la libertad-para. Estos nacionalismos sólo
pueden salir adelante cuando cuentan con ayuda de terceras potencias que puedan
estar interesadas en su éxito.
El
nacionalismo vasco sólo ha logrado implantarse por la acción de los asesinatos de
ETA, bombas, pistolas, metralletas, secuestros, extorsiones. Si no, los mitos
del nacionalismo vasco hubieran sido tomados a broma.
Este
conflicto es algo que hay que tomárselo en serio. Hay que enfrentarse
abiertamente al conflicto. No puede haber negociación alguna. Si la esencia de
la política es la distinción entre amigo y enemigo a decir de Carl Schmitt[29],
entonces el nacionalismo fraccionario es enemigo de España. La única paz
auténtica es la paz en la que perviva la unidad nacional de España: “Pues la
“política de paz”, aunque sea común a los separatistas y a quienes no lo son,
sería sólo una función que toma, para cada “valor de la variable”, valores
opuestos e incompatibles: para los vascos, catalanes o gallegos “soberanistas”,
la paz significa “separación”, “independencia” (porque sólo en estos términos
podrá la paz ser estable); para el resto de los españoles (incluidos los
vascos, catalanes o gallegos no “soberanistas”), la paz significa el
mantenimiento de la unidad de España, de acuerdo con el artículo 1º de su
Constitución. Un “gesto por la paz” común es por ello un gesto confuso, o
simplemente con doble o triple intención.”[30]
Gustavo
Bueno sostiene que “No es el nacionalismo, sino el separatismo, lo que explica
a los nacionalismos radicales: no es el nacionalismo la raíz del separatismo,
sino que es el separatismo la raíz del nacionalismo fraccionario.
Los
nacionalistas fraccionarios son la Anti-España, o por lo menos una de sus más
importantes manifestaciones. Son antiespañoles. “la “madre del cordero” es
ésta: que los separatistas vascos o catalanes no tienen por qué ser vistos
desde España como anti-democráticos ni como anti-constitucionales (porque si se
refieren a la Constitución de 1978 esto sería pura tautología), o como
anti-históricos, sino, sencillamente, como anti-españoles, como enemigos de
España.”[31]
La
valentía política de Gustavo Bueno equivale a plantear el problema de la unidad
de España en toda su crudeza: Con los enemigos del Estado sólo cabe la legítima
violencia estatal: la guerra. Que el Soberano decida sobre el Estado de
excepción[32] y
sobre quién es el amigo y quién es el enemigo. Tal vez el terrorismo de ETA
sólo se pueda tratar con las reglas del derecho de guerra más que con el
derecho penal y constitucional. En la guerra sólo puede haber muertos o
prisioneros, pero no procesos judiciales al enemigo. “Ocurre como si en las
discusiones políticas planease el miedo a plantear el problema como lo que es:
un problema de secesionismo que atenta a los intereses de España; un problema
que, llegado el caso, tan sólo cabría tratarlo a través de una intervención
militar.”[33] De
todos modos, Bueno no rechaza utilizar el derecho penal. Vamos, que hay que
utilizar los medios adecuados para luchar contra los secesionistas. Bueno
conecta así con Maquiavelo:
“Debéis
saber que existen dos formas de combatir: Una, con las leyes, y otra, con la
fuerza. La primera es propia de los hombres, la segunda, de las bestias, pero
como la primera no basta, hay que saber utilizar la bestia y el hombre.
(…)
Es necesario ser zorra para conocer las trampas y león para amedrentar a los
lobos.”[34]
Por
todo esto, con ETA no hay nada que negociar: “La única posibilidad de
entendimiento con ETA es por vía penal, o metiendo los tanques como en
Chechenia”.[35]
Con
todo esto entramos en el tema de la Anti-España. En el fondo “España frente a
Europa” ejercita una teoría de la Anti-España. Si España se caracteriza
esencialmente por ser un Imperio católico no depredador esto nos define quiénes
son la Anti-España. Por eso el libro de Bueno es fundamentalmente un libro
político, precisamente porque está jugando constantemente con la distinción
platónica y schmittiana entre amigo/enemigo dando valores a la variable
enemigo.
La
Anti-España puede ser interna a España y externa a España. Internamente, la
Anti-España podría ser:
1. Los progresistas por no
creer en la Idea de Imperio y por ser europeístas. En el fondo les da vergüenza
hablar de España. Creen que España es algo propio de “fascistas”. Piensan que
la solución del problema español es Europa. Además creen en el Estado de las
autonomías. Respecto a ellos, Bueno les critica su fanatismo y su dogmatismo.
Son sectarios iluminados, pues “cuando escuchamos a muchas personas que al
proclamar su “condición de izquierdas” parece como si en virtud de una tal
proclamación se sintieran, no sólo como depositarios y poseedores de las claves
de la “Vida Justa” de la Humanidad futura, sino también como justificados, y
aun como “salvados”, ante la “Humanidad”; un poco a la manera como cuando
tantas personas proclaman su condición de “cristianas” o de “musulmanas”[36]
2. Los nacionalistas
fraccionarios por lo que más arriba se ha dicho.
Externamente también hay
Anti-España. Esta consta de los siguientes elementos:
1. El Islam. El Imperio
católico no depredador surge como reacción frente al imperialismo musulmán.
Gustavo Bueno sostiene la tesis de que las culturas son incompatibles unas con
otras. Por eso se entiende fácilmente “la tesis de que entre el cristianismo
romano y el Islam no cabe “reconciliación”, ni diálogo alguno.”[37]
Esto es según Bueno, porque “presuponemos que, sin perjuicio de la eventual
posibilidad de coexistencia y cooperación, el Islam y el Cristianismo romano
son inmiscibles como el agua y el aceite. Han convivido durante ocho siglos,
sin duda (cuando en la convivencia incluimos la lucha); pero la convivencia no
significa integración.”[38]
España no es un país musulmán. Sólo tiene restos arquitectónicos musulmanes. El
Islam fue barrido de España y España se hizo contra el Islam. Por ello “podría
decirse que el divorcio entre la “identidad hispánica” y la “identidad
islámica” en España fue absoluto. Constituyeron dos modos de vivir, dos
morales, dos sistemas de costumbres o de pensamientos, dos religiones,
radicalmente distintas, incompatibles e inmiscibles.”[39]
Hay
que conocer seriamente el Islam para realizar tales juicios de valor. Por ello,
el análisis bueniano es correcto fundamentalmente.
El Islam es la única religión que santifica la guerra
expresamente como formando parte integrante fundamental del dogma religioso. Es
uno de los dogmas fundamentales del Islam la llamada guerra santa (jihad).
El proselitismo religioso es militar, guerrero. Adopta la
forma de una guerra permanente (santa) contra los infieles para convertirlos
finalmente al Islam. La guerra santa tiene las siguientes características:
1. La guerra santa significa un
estado de guerra indefinido. El proselitismo guerrero se funda en una división
del mundo habitado en dos espacios jurídicamente distinguidos, “morada del Islam”
(dâr al-Islam) y “territorio de guerra” (dâr al-harb). Esto hace que la guerra
sea para el Islam el elemento universal de las relaciones del Islam con el
resto del mundo. Esta guerra debe proseguirse hasta el final de los tiempos.
2. La tarea de la jihâd es una
obligación colectiva.
3. La jihâd es la única forma
de guerra justa. La declaración de hostilidad debe ser precedida por una
invitación a la conversión.
Es un hecho evidente el
que a diferencia del cristianismo, el
Islam se constituye inmediatamente en religión y en Estado. No hay diferencia
entre la religión y la no-religión. Todo es religión. Todo es Islam. Para el
Islam no puede existir la política como actividad autónoma.
El sistema político islámico
es una teocracia (todo el poder, toda la soberanía reside en Allah) laica (no
hay sacerdocio) e igualitaria (pero no democrática, pues el poder no le
pertenece al pueblo). Todo creyente tiene el derecho y el deber de difundir el
Islam y de extender el territorio sometido al Islam incluso por las armas. Esta
es la jihâd o guerra santa.
Gustavo Bueno piensa que el
fanatismo islámico está cada vez más organizado sobre la superficie terrestre y
constituye un verdadero peligro para la paz además de para la humanidad. El
monoteísmo radical islámico (pues no son trinitarios) armoniza muy bien con el
fanatismo y con el fatalismo aristotélico-neoplatónico-aviceniano de los
integristas islámicos para quienes los hombres son ante todo creyentes, lo que
marca la perspectiva de sus planes y programas políticos. La sociedad
occidental capitalista, burguesa es para el Islam impía, pagana, infiel,
bárbara, idólatra y las mujeres occidentales son para los musulmanes
prácticamente unas prostitutas consentidas, unas hetairas. Conclusión: Ellos
son incompatibles con nosotros y nosotros somos incompatibles con ellos igual
que el agua y el fuego.
2. El protestantismo en sus dos
versiones principales: luteranismo y calvinismo. Sobre todo en esta última
versión, dominante en los países anglosajones. El protestantismo es
absolutamente incompatible con el catolicismo. Si España es un Imperio civil
católico no depredador, los Imperios protestantes han sido depredadores. Es un
error, a decir de Gustavo Bueno, el considerar “no sólo a Erasmo, sino también
a Lutero, como la “vanguardia de la modernidad”. (Como si los herejes de
Valladolid, que ha novelado recientemente Delibes, no fuesen mucho más
reaccionarios e irracionales que sus censores escolásticos; como si el fideísmo
de Lutero no representase el espíritu frailuno más medieval y arcaico, que
incluía el odio a los judíos, un odio que fue, por cierto, reutilizado en la
época de los nazis)”[40]
El protestantismo era una secta destructiva entonces. Por cierto, las sectas
destructivas de hoy en día son de origen protestante en su mayor parte. Por
ello, no hay que escandalizarse por las medidas políticas de represión de la
herejía adoptadas por el Imperio español. “Los aspavientos que en muchas gentes
de “izquierdas” (y también, últimamente, entre las gentes de “derechas”)
suscitan hoy las leyes de Felipe II podían atemperarse si se tuviera en cuenta
que los conventículos luteranos o calvinistas eran considerados como sectas
destructivas de los fundamentos de la sociedad política coetánea (algo peor de
lo que la Unión Soviética podía ser para los países occidentales y
especialmente, para los EE.UU, en la época de la “Guerra fría”).”[41]
3. Europa, la OTAN y la UE. La
OTAN suprime la independencia política y militar española al servicio de los
EE.UU. La U.E. suprime la independencia económica y política española al
servicio de la República Federal de Alemania. Es el proyecto de un Imperio
colonial depredador alemán en Europa formulado ya a principios del siglo XX con
la idea de la Mitteleuropa y por Hitler posteriormente. El proyecto europeo es
un proyecto imperialista alemán. Además, tomándole la palabra a Bismarck:
“Europa es un concepto geográfico”. Es absurdo entonces maldecir la Idea de
Imperio por parte de la clase política española, así como por parte de los
periodistas y profesores de filosofía para ponerse a aplaudir el imperialismo
alemán soterrado bajo el concepto de Europa. Exactamente, no puede haber una
nación europea, pues ello sería lo mismo que decir que habría una nación
dominante que borraría a las otras para que sólo hubiera una y que se utilizaría un solo idioma, lo que exigiría que se
suprimieran los otros. En este caso se trataría o bien del inglés o bien del
alemán y ello por el grado de conocimiento y de utilización de los que gozan en
el territorio no sólo de la Unión Europea, sino en el resto de Europa. En el
caso del Alemán, hay que tener en cuenta su fuerza en la Mitteleuropa.
Puede extrañarnos a estas
alturas el que Bueno no mencione la identidad antijudía o antisemita de España
debida al antisemitismo bajomedieval, a la expulsión de 1492 y a la persecución
contra los conversos ya fueran judaizantes o no mediante el mecanismo
institucional de la Inquisición Española y los estatutos de limpieza de sangre.
Ocurre simplemente que los judíos dejaron de serlo y se integraron en la sociedad
española. Desaparecieron. Los musulmanes eran incompatibles con los católicos
españoles porque no renegaron de su religión así como de sus costumbres y
fueron expulsados por tal razón por inasimilables. Los judíos se integraron y
dejaron de serlo. Se hicieron españoles. Además, los judíos no pretenden
conquistar el mundo ni obligar a todo el mundo a ser judío. Quieren mantenerse
como pueblo elegido de Dios y realizar una especie de gobierno indirecto del
mundo y de la humanidad a través de su influencia. No son entonces la
Anti-España.
Felipe Giménez Pérez, 3 de junio de 2000.
[1] Gustavo Bueno, “España frente a Europa”,
Editorial Alba, Barcelona, 1999, p. 30.
[2] Por ello “progresista” ha sido utilizado
hasta la saciedad para significar que uno es de izquierdas o para confundir al
personal haciéndole creer que uno es de izquierdas aunque no lo sea pero se
tiene mala conciencia de derechas y hay que apelar al sentimiento del vulgo con
tal de sacar votos en los procesos electorales. Es como ser agnóstico, es ser
un creyente vergonzante hoy día. Igualmente, ser progresista es ser un burgués
vergonzante y con mala conciencia.
[3] Gustavo Bueno, “La esencia del pensamiento
español” El Basilisco, nº 26, segunda época, 1999, p.78.
[4] Gustavo Bueno, “España frente a Europa”, op.
cit. p. 35.
[5] Gustavo Bueno, “España frente a Europa”, op.
cit. p. 209.
[6] Gustavo Bueno, “España frente a Europa”, op.
cit. p. 177.
[7] Gustavo Bueno, “España frente a Europa”, op.
cit. p. 179
[8] Gustavo Bueno, “España frente a Europa”, op.
cit. p. 190.
[9] Gustavo Bueno, “España frente a Europa”, op.
cit. p. 465.
[10] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 193.
[11] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 199.
[12] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. pp. 203-204.
[13] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 206.
[14] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. pp. 206-207.
[15] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 207.
[16] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. pp. 210-211.
[17] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 213.
[18] Carl Schmitt, “El
concepto de lo político” Alianza Universidad, Madrid, 1991, pp. 83-84.
[19] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 219.
[20] Gustavo Bueno, “España”,
El Basilisco, número 24, segunda época, abril-junio de 1998 p 30.
[21] Gustavo Bueno, “España”,
op. cit. p. 30.
[22] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 246.
[23] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. pp. 362-363.
[24] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 16.
[25] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 158.
[26] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 158.
[27] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. pp. 160-161.
[28] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 14.
[29] “Pues bien, la distinción
política específica, aquella a la que pueden reconducirse todas las acciones y
motivos políticos, es la distinción de amigo y enemigo..” Carl Schmitt, “El
concepto de lo político”, op. cit. p. 56.
[30] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 23.
[31] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 155.
[32] Carl Schmitt, “Teología
política”, Editorial Struhart & Cía.
Buenos Aires, 1998. p. 15. “Soberano es aquel que decide sobre el estado de
excepción.”
[33] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 156.
[34] Maquiavelo, “El
Príncipe”, cap. XVIII.
[35] Gustavo Bueno, “La Nueva
España”, Martes, 25 de enero de 2000 (edición Gijón), página 8.
[36] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 423.
[37] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. pp. 284-285.
[38] Gustavo Bueno, “España frente
a Europa”, op. cit. p. 285.
[39] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 431.
[40] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 349.
[41] Gustavo Bueno, “España
frente a Europa”, op. cit. p. 350.
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