Como todo el mundo sabe, la filosofía primera de Aristóteles para explicar el movimiento desemboca en una teología, teniendo así la filosofía primera de Aristóteles dos vertientes: la teológica y la ontológica o como bien dijo Heidegger, es el origen de la ontoteología. En esta teología, partiendo del movimiento se llega a un Primer Motor Inmóvil que mueve sin ser movido y desde un punto de vista ontológico a un acto puro, noesis noéseos, pensamiento del pensamiento.
El universo es un conjunto de esferas concéntricas. Todas las esferas se mueven y cada esfera se mueve por un motor o inteligencia. Surge la cuestión de si cada motor inmóvil o inteligencia se mueve a imitación del Primer Motor Inmóvil o por arrastre de éste.
Podríamos pensar que el movimiento del primum movens se comunicaba mecánicamente a las esferas interiores por contacto. Hay 55 esferas más 1 esfera celeste o de las estrellas fijas. En total, hay 56 esferas.
El motor inmóvil es un ser en acto, pura forma. Como el movimiento del cielo es continuo y uniforme le hace falta un motor eternamente en acto y cuya acción sea inmutable, es decir, un motor indivisible. Ese motor es una inteligencia siempre en acto, pensamiento (noesis) del pensamiento (noesis noéseos), pensamiento del puro pensamiento. Es un pensamiento que se piensa a sí mismo. Es el acto puro.
Cada una de las esferas celestes tiene un movimiento propio totalmente independiente del de las demás. Hay tantos motores como esferas y movimientos. Esto es un cierto politeísmo.
Dios es solidario con la unidad del mundo. Esto es cosmismo. Hay además una jerarquía de motores e inteligencias. Este orden jerárquico proviene del Primer Motor Inmóvil. Se transmite por el movimiento de los cielos hasta la Tierra. Cada uno de los términos es la causa final que determina el término inferior mientras el movimiento del cielo se esfuerza en imitar la inmutabilidad divina, mediante su circularidad y su uniformidad. El impulso uniforme del movimiento proviene del Primer Motor, Dios, como causa final ejemplar universal. Cada astro está animado por su propio motor y su movimiento circular perfecto y exacto se debe en último término al Primer Motor. Toda la realidad sensible depende del Acto Puro, substancia eterna, divina, inmóvil y perfectísima. Nada se mueve de la potencia al acto sin un ser en acto.
Las respuestas que se han dado para explicar el movimiento de las esferas celestes son dos: o son movidas por el movimiento derivado del primer cielo, que se transmitiría mecánicamente de una esfera a otra, o bien son movidas por otras substancias suprasensibles, inmóviles o eternas, que mueven de modo análogo al primer motor. Aristóteles asume la segunda solución.
Los motores inmóviles son substancias inteligentes, capaces de mover de modo análogo a Dios, esto es, como causas finales relativas a las diversas esferas. Hay 55 motores intelectuales más el Primer Motor Inmóvil o Acto Puro. Total, 56 inteligencias. Dios sólo mueve la primera esfera e indirectamente a las demás. A pesar de esta multiplicidad de inteligencias divinas, Aristóteles dice que las cosas tienen que estar gobernadas por un solo principio. Las inteligencias son todas distintas, individuos distintos, pero como no tienen materia, son clases únicas de un sólo elemento cada una. Las inteligencias son distintas del acto puro. Sólo el acto puro es Dios.
En la Edad Media el cristianismo introduce el tema de la creatio ex nihilo y entonces se considera que las esferas son movidas por inteligencias angélicas, mientras que en el judaísmo y en el Islam se sostiene que las esferas son movidas por motores inertes.
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