Una multitud perrofláutica ha intentado rodear al Congreso de los Diputados español y en parte lo ha conseguido. Luego ha habido lucha callejera entre los perroflautas y la policía y ésta ha vencido por su disciplina, su fortaleza y su unidad de mando frente al vulgo desordenado e ignaro. Desordenado porque no obedece a un plan unitario de acción, ignaro porque no sabe nada de doctrina política ni tiene proyecto político coherente y viable alguno. Los balbuceos democráticos no sirven para construir un Estado, que forzosamente ha de contener elementos no democráticos necesarios para lograr su eutaxia política.
El policía es un ser superior. El vulgo es un ser inferior. El poder y la violencia van de la policía al vulgo para disciplinarlo y reducirlo al orden y a la obediencia. Ha vencido de nuevo la policía del Régimen. El Régimen prosigue con su putrefacción habitual y con su círculo de infamias y cúmulo de vilezas y despropósitos. El pueblo no tiene aún la fuerza. Tiene que fortalecerse en la lucha callejera y en el dolor y en la paciencia y el sufrimiento y el trabajo de lo negativo. Sólo así podrá hacerse eficaz en la lucha y en el combate frente al Estado y a la clase política del Régimen.
No apoyo al vulgo, pero tampoco apoyo al Régimen de 1978, que quede claro eso. Contemplo como un espectador desesperanzado las luchas callejeras mientras España se va derrumbando a trozos de manera acelerada y la clase política por mor de su progresismo, democratismo y europeísmo deja que todo siga su curso sin intervenir en absoluto.
De esta situación sólo nos puede salvar un hombre superior providencial con el apoyo entusiasta del vulgo y de las fuerzas armadas y policiales. Dentro del Régimen sólo hay escoria política y éste es incapaz de autorreformarse. Nuestro potencial salvador si es que existe, vendrá de fuera del Régimen.
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