jueves, 21 de septiembre de 2023
¿Quién fue Donoso Cortés?
1. ¿Quién fue Juan Donoso Cortés?
Juan Donoso Cortés, primer marqués de Valdegamas (Valle de la Serena, Badajoz, 6 de mayo de 1809 - París, Francia, 3 de mayo de 1853), fue un filósofo, parlamentario, político y diplomático español, funcionario de la monarquía española bajo el régimen liberal. Fue evolucionando hacía una ideología conservadora y autoritaria, perteneciendo al entorno político del moderantismo, hasta que a partir de 1847-1849 elabora la teoría de la dictadura autoritaria contrarrevolucionaria frente a la revolución.
Estudió Derecho en las universidades de Salamanca y Sevilla. El 20 de enero de 1830, en Cáceres, contrajo matrimonio con Teresa García Carrasco y Gómez Benítez, procedente de una las más acaudaladas familias extremeñas y hermana del futuro primer conde de Santa Olalla. El 24 de octubre de ese mismo año nació su única hija, María Josefa, que falleció a los dos años de edad. En 1832 se instaló en Madrid, donde publicó Memoria sobre la monarquía, de línea liberal-conservadora, y donde dio comienzo su actividad como periodista político, influido por el liberalismo doctrinario de Royer-Collard y otras figuras de la Restauración Francesa. Recibió también fuerte influencia del filósofo italiano Giambattista Vico, introduciendo su estudio en lengua española. En 1833 ingresó en la secretaría de Estado e inició su carrera política. El 3 de junio de 1835 falleció su esposa Teresa.
Fue secretario del gabinete y de la presidencia del Consejo en 1836, con el gobierno de Mendizábal. En 1837 fue elegido diputado por Cádiz y en 1840 marchó a Francia, poco antes de que fuese depuesta la regente María Cristina. Donoso se convirtió en hombre de confianza y agente de María Cristina y no volvió a instalarse en España hasta la caída de Espartero, en 1843, como diputado por Badajoz, por el Partido Moderado
Apoyó a los isabelinos en la Primera Guerra Carlista y participó en la reforma constitucional de Narváez en 1845.
Contactó en Francia con movimientos católicos y eso determinó su evolución hacia una actitud más ligada a la defensa del régimen tradicional. De hecho, es famoso por este vuelco hacia la tradición, a partir de 1848, en que llevó a la imprenta su famoso Discurso sobre la Dictadura que contiene su teoría de la "dictadura del sable", una apología del gobierno fuerte como efecto del caos que él veía en la revolución de la modernidad. En 1851 salió a la luz su famosa obra Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, su salto a la filosofía política.
Tras su muerte, el ultramontano francés Louis Veuillot publicó su semblanza en L'Univers, que fue traducida parcialmente al español por el diario carlista La Esperanza. En el primer tomo de las Obras de Juan Donoso Cortés, publicado en 1854, se incluyó una noticia biográfica completa escrita por Gabino Tejado.
Fue elegido diputado el 22 de septiembre de 1837 por Cádiz que después repetiría el 18 de enero de 1840. En 1843 saldría elegido esta vez por la circunscripción de Badajoz aprovechando la caída de Espartero siendo dado de alta el 18 de octubre. Desde ese momento volvería a ocupar ese escaño en 4 legislaturas más consecutivas hasta el 5 de noviembre de 1851.
Junto con Jaime Balmes representa una referencia para el desarrollo de la ideología conservadora en España y también del pensamiento tradicionalista, influyendo tanto en Marcelino Menéndez y Pelayo, como en Juan Vázquez de Mella o José Antonio Primo de Rivera.
Fue nombrado marqués de Valdegamas y embajador en París, donde murió. Sus restos reposan en un mausoleo conjunto con Goya, Moratín y Meléndez Valdés, obra de Ricardo Bellver, en el Cementerio de San Isidro de Madrid.
2. Doctrina.
Miguel de Unamuno, que había leído a Donoso Cortés desde pequeño, no lo tenía en gran estima a causa de su estilo hinchado, su falta de originalidad y su pesimismo:
El Ensayo sobre el liberalismo de Donoso, me producía en algunos pasajes escalofríos en el espíritu. La marcha oratoria de su discurso, la pompa hojarascosa de su estilo, lo extremoso y en el fondo lúgubre –si fueran originales– de aquellas doctrinas que espantaban el sueño de mis ojos. Aquellos reflejos del pensamiento paradójico de De Maistre, su maestro, lo de la razón humana ama del absurdo, aquellas frases bajo las que representa el pecado original, aquella pintura del linaje humano que en un barco zozobrante desciende por el tormentoso río de los tiempos, invocando y execrando, maldiciendo y bendiciendo aquellas exposiciones del satanismo inocente y pueril del buen Proudhon, todo ello, ¡qué efecto no haría en una mente que empezaba a abrir su cáliz a la luz de la verdad!
Donoso Cortés fue una cumbre del pensamiento político de su época a decir de Carl Schmitt. Aun hoy su argumentación sigue siendo una de las más rigurosas y potentes en el pensamiento conservador frente a la idea de la democracia. Los demócratas liberales, los progresistas, no han conseguido todavía aún objetar y rebatir eficazmente las objeciones de Donoso Cortés a la idea democrática.
El diagnóstico que Donoso Cortés efectúa sobre la modernidad es que ésta ha fracasado. Los ideales de la ilustración han mostrado histórica y empíricamente su fracaso y su inviabilidad.
Frente a la razón discutidora parlamentaria liberal Donoso Cortés plantea la decisión, la dictadura decisionista y esta decisión política es previa a la legitimación política. La decisión es previa a la legitimación. Lo político descansa en el poder político en algo que es anterior a la ley.
La originalidad de la teoría de la dictadura de Donoso Cortés va ligada a su actualidad. Donoso Cortés es el pensador político español del siglo XIX que ha ejercido una mayor influencia internacional. Donoso es más original, vigoroso y profundo que Ortega y Gasset y con un impacto político más práctico y dramático y su actualidad es por ello más evidente y recurrente. Hay que tener en cuenta la excepcionalidad política de la dictadura. Esto va a ser tematizado por Carl Schmitt en “La dictadura” Esta excepcionalidad política de la dictadura nos lleva al decisionismo político.
Donoso Cortés percibió el advenimiento del totalitarismo y del nihilismo.
La teoría de la dictadura o contrarrevolución es moderna, burguesa, no restauradora del Antiguo Régimen, por eso no puede decirse que Donoso Cortés sea carlista. Donoso Cortés no es un pensador reaccionario.
Donoso Cortés pasó de ser un liberal conservador doctrinario y de orden que defendía el Estado liberal parlamentario frente al carlismo reaccionario y frente al progresismo radical, a ser un decisionista conservador católico. Según Schmitt Donoso Cortés abandona la argumentación legitimista y ya no formula una filosofía política de la restauración, sino una teoría de la dictadura. Es esto lo que realmente nos interesa y es lo más original. Frente a la clase discutidora, la burguesía y su parlamentarismo, su gobierno por discusión, sin decisión, Donoso plantea la necesidad de una dictadura conservadora, católica para hacer frente al socialismo, al nihilismo, a la revolución. Las leyes se han hecho para la sociedad y no la sociedad para las leyes, por lo tanto el decisionismo pasa a ser el fundamento del poder político entonces. Hay que optar, decidir, elegir entre la dictadura del sable y la del puñal, entre catolicismo y revolución como veremos más adelante.
3. El decisionismo.
El fundamento del derecho es una decisión soberana previa a la existencia del derecho en un vacío normativo. Tal planteamiento teórico viene de Th. Hobbes (1588-1679). Más tarde Carl Schmitt se inspiró en Hobbes y en Donoso para proclamar que el soberano es quien decide sobre el estado de excepción distinguiendo entre amigo y enemigo y que eso es la esencia de lo político. “Las leyes se han hecho para las sociedades y no las sociedades para las leyes” Hay algo previo a las leyes: la sociedad. Las leyes no proceden de las leyes sino en última instancia del poder político, que emana de la sociedad política.
Hay que decidir. Gobernar es decidir. Donoso piensa lo político desde la excepcionalidad que se ha instalado en Europa desde 1848. “Se trata de escoger entre la dictadura de la insurrección y la dictadura del Gobierno; puesto en este caso, yo escojo la dictadura del Gobierno, como menos pesada y menos afrentosa.
Se trata de escoger entre la dictadura que viene de abajo y la dictadura que viene de arriba: yo escojo la que viene de arriba, porque viene de regiones más limpias y serenas; se trata de escoger, por último, entre la dictadura del puñal y la dictadura del sable: yo escojo la dictadura del sable, porque es más noble.”
4. La dictadura.
La dictadura pues, es necesaria. Es la respuesta excepcional a una situación excepcional. “Cuando la legalidad basta para salvar la sociedad, la legalidad; cuando no basta, la dictadura.” La dictadura se justifica por lo provechosa que puede llegar a resultar, por razones pragmáticas: “Digo, señores, que la dictadura en ciertas circunstancias, en circunstancias dadas, en circunstancias como las presentes, es un gobierno legítimo; es un gobierno bueno, es un gobierno provechoso, como cualquier otro gobierno; es un gobierno racional, que puede defenderse en la teoría, como puede defenderse en la práctica.” Una vez que se piensa lo político desde el estado de excepción lógicamente se desemboca en una teoría de la dictadura. La dictadura es el legítimo gobierno para salvar a la sociedad burguesa de la revolución. La revolución y la contrarrevolución van unidas y o triunfa la una o triunfa la otra. Hay que elegir pues entre ambas. Toda revolución genera una contrarrevolución como respuesta lógica.
5. La teología política.
Todas las cuestiones políticas derivan de cuestiones teológicas. El pensamiento político de Donoso Cortés es así una teología política. El análisis político es un análisis de la política y de las ideologías políticas desde la teología católica. La dictadura es en lo político lo que el milagro en la teología.
“La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas.” Toda solución política pasa pues por la teología católica. Con el Discurso sobre la dictadura Donoso Cortés se convierte en un teólogo político. “Detrás de toda cuestión política significativa hay siempre una cuestión teológica” La monarquía absoluta se corresponde con el teísmo, la constitucional con el deísmo y la república con el ateísmo. Si el Rey ha muerto, Dios ha muerto o a la inversa. El desencantamiento del mundo, la secularización, ha acabado con el orden político y ha abierto las puertas a la dictadura revolucionaria más monstruosa que jamás se haya conocido. Frente a esto Donoso Cortés ofrece una dictadura católica, conservadora y de orden para hacer frente a la revolución y al socialismo, no para retornar al antiguo régimen que Donoso considera superado y periclitado. Donoso se opone a devolver los bienes confiscados a la Iglesia Católica por la desamortización. La única solución política a los males de la época es la recatolización de la sociedad
6. Catolicismo, liberalismo y socialismo.
Tres alternativas políticas fundamentales distingue Donoso Cortés en su época: catolicismo, liberalismo y socialismo.
El catolicismo constituye un sistema completo de civilización y de orden. Toda cuestión política se resuelve en último término en catolicismo o muerte. El catolicismo ha salvado al mundo con su intolerancia de caer en el caos. El catolicismo defiende la civilización y el orden social. El catolicismo opta por el orden. El catolicismo reconcilia la autoridad y la libertad. Eso es lo que pretende Donoso Cortés: establecer una teoría política que concilie la libertad y la autoridad frente a la revolución, que en el fondo es la muerte de Dios y la más feroz tiranía.
El liberalismo ignora la teología e ignora por ello la profunda conexión entre cuestiones teológicas, políticas y sociales. Veamos entonces la interpretación donosiana de las escuelas racionalistas. Entre estas escuelas Donoso distingue dos: las liberales y las socialistas. Las primeras, afirma Donoso, justifican el gobierno parlamentario sustentadas en la creencia de que la verdad política y el buen orden es asequible por medio de la discusión; ello abriría el paso para la irrupción de los socialistas que, llevando hasta las últimas consecuencias las premisas modernas, conducen al caos, la tiranía y, en definitiva, representan para Donoso la personificación de Satán. Veremos así que la escuela liberal, deteniéndose a mitad de camino entre las afirmaciones soberanas católicas y las negaciones absolutas (encarnadas en el socialismo), no es sino la piedra de toque que le permitirá a Donoso enfrentarse con lo que considera un enemigo verdadero. La escuela liberal, dirá Donoso, desprecia la teología no porque no sea teológica, sino porque no sabe que lo es, esto es, no entiende el estrecho vínculo que existe entre las cuestiones teológicas y las cuestiones políticas y sociales. Concibe un Dios creador pero no soberano al que hay que rendirle culto pero no obediencia. No ubicando el mal en la sociedad (cosa que hará el socialismo) ni en el hombre (pecaminoso del catolicismo) el liberalismo lo coloca en el gobierno y en las instituciones. Esto no quiere decir que la libertad humana o el libre albedrío sea algo malo en sí. Muy por el contrario, Donoso cree que la libertad humana es el único límite que Dios se puso a su omnipotencia y que si bien por ella puede apartarse del Bien y generar el Mal, confiere al ser humano una dignidad sólo comparable con la de los ángeles, dirá Donoso.
Reconoce el liberalismo el origen divino de la soberanía pero afirma la soberanía actual de la razón y se encuentra, por tanto, entre dos verdaderas teologías: la del socialismo, que afirma el poder constituyente actual del pueblo, y la del catolicismo, que afirma la soberanía de Dios por medio de sus representantes legítimos. Para el liberalismo el mal adviene cuando el gobierno pasa de las manos de los parlamentarios al pueblo o a los reyes. La escuela liberal tiene por costumbre “afirmar lo que niega y negar lo que afirma”; propaga la corrupción buscando el equilibrio a través de la discusión como medio de llegar a la verdad, sin darse cuenta de que la discusión liberal produce discordia y lleva a las sociedades que están bajo su imperio a morir gangrenadas debido a la división que genera y a la ruptura del consenso social. Donoso encuentra que el principio liberal de la libertad de discusión, fundamento de las constituciones modernas, parte de un razonamiento erróneo, a saber: el principio liberal de la discusión sostiene la falibilidad de los gobiernos (cosa que Donoso reconoce como verdadera) y la infalibilidad de la discusión como medio de llegar a la verdad. Es este segundo razonamiento el que le parece falso a Donoso: si todos los que dialogan tienen una razón sana –si la inteligencia del hombre es perfecta– pueden llegar a la verdad y a la certidumbre por sí solos, convirtiendo a la discusión en un absurdo, y si la inteligencia del hombre no es perfecta (esto es, si el hombre ha caído, cosa que a Donoso le parece también verdadera) no es posible que la verdad surja del intercambio de opiniones, ya que los hombres nunca podrán ponerse de acuerdo en nada, ni escapar a la incertidumbre por mucho que discutan. Donoso considera que la lógica del orden comporta la aceptación sin discusión de las verdades del catolicismo debido al efecto de orden que producen. Contra cualquier acusación que se le pudiera hacer a Donoso de irracionalista, él cree que lo irracional es pretender fundar un orden en algo tan variable como las opiniones de los hombres, ya que ante la temporalidad que impone lo político no para los liberales el gobierno parlamentario, el único legítimo, es el gobierno de las clases medias y los filósofos; afirman el mal cuando las instituciones políticas pasan de las manos de éstos al pueblo o a los reyes. “La escuela liberal tiene por oficio proclamar las existencias que anula, y anular las existencias que proclama. Ninguno de sus principios deja de ir acompañado del contraprincipio que le destruye. Así, por ejemplo, proclama la monarquía, y luego la responsabilidad ministerial, y, por consiguiente, la omnipotencia del ministro responsable, contradictoria con la monarquía. (...) Proclama la soberana intervención en los asuntos del Estado de las asambleas políticas, y luego el derecho de los colegios electorales para fallar en última instancia, el cual es contradictorio de la intervención soberana de las asambleas políticas. (...) Proclama el derecho de insurrección de las muchedumbres, lo cual es proclamar su soberana omnipotencia, y luego da la ley del censo electoral, lo cual es condenar al ostracismo a las muchedumbres soberanas. Y con todos esos principios y contraprincipios, se propone una sola cosa: alcanzar a fuerza de artificio y de industria un equilibrio que nunca alcanza porque es contradictorio de la naturaleza de la sociedad y de la naturaleza del hombre. Sólo para una fuerza no ha buscado la escuela liberal su correspondiente equilibrio: la fuerza corruptora”.
El liberalismo es relativista, no cree en la verdad y por lo tanto, elude la decisión y todo lo fía a la discusión. La burguesía es así la discutidora que se pierde en la discusión permanente, hoy diríamos, en el diálogo. La teoría de la soberanía constituyente del pueblo la considera Donoso una teoría atea y tiene dos vertientes o versiones, la democrática y la liberal. “La teoría de la soberanía constituyente del pueblo es una teoría atea que no está en la escuela liberal sino como el ateísmo está en el deísmo en calidad de consecuencia lejana, aunque inevitable.” La escuela liberal es la más estéril intelectual y políticamente precisamente por ser indocta y por ser individualista, egoísta. Además, al perderse en la discusión permanente ni afirma ni niega, en el más puro agnosticismo moral y político. Donoso Cortés afirma que la discusión perpetua contradice a la naturaleza humana. El liberalismo es la indecisión política. El error del liberalismo es el dar la máxima importancia a lo político. Además las discusiones pueden ser falibles. De la incapacidad para designar los errores se deriva la libertad de discusión. La verdad no puede resultar de la discusión.
Por ello, el liberalismo abre las puertas al socialismo, a la revolución. El socialismo en cambio es decidido. Es pues una teología satánica por ser absolutamente opuesto al catolicismo.
La teoría socialista es una teoría de charlatanes. Tanto el catolicismo como el socialismo afirman dos cosas: el mal y la redención. La diferencia radica en que el primero afirma el mal del hombre y la redención por Dios y el segundo el mal de la sociedad y la redención por el hombre. Con las afirmaciones católicas no se hace otra cosa que afirmar que el hombre es hombre y realiza obras humanas; que Dios es Dios y acomete empresas divinas. El socialismo no ve sino en el hombre un Dios y en la sociedad las obras propias del hombre. Ahora bien, si el mal está en la sociedad, los socialistas se encuentran ante el escollo de demostrar de qué manera surgió. Si no surgió de Dios (ya que no existe) y no surgió del hombre (ya que es el encargado de redimirla y, por lo tanto, es perfecto y sólo obra el bien) al punto todo el sistema cae en la contradicción de explicar el origen del mal sin poder hallar para ello ninguna causa. Los socialistas son, en presencia de los católicos, dirá Donoso, niños que parecen hombres. “Negar el Dios trino para afirmar otro Dios; negar la humanidad bajo un aspecto para venir a afirmarla desde otro punto de vista; negar la sociedad con ciertas formas para venir a afirmarla después con formas diferentes; negar al hombre de cierta manera, para después venir a afirmarle de una manera o diferente o contraria, todo esto es entrar por la senda de tímidas, contradictorias y cobardes transacciones. El socialismo presente es todavía un semicatolicismo, y nada más” Es por ello por lo que el socialismo, es hijo del error. El liberalismo se encuentra en una situación intermedia entre las afirmaciones católicas y las negaciones socialistas; impotente para darle un impulso a la civilización no puede hacer nada frente a la irrupción del socialismo, que sí tiene una visión teológica (o mejor dicho antiteológica) de los problemas. Los socialistas, al negar a Dios su existencia, son más consecuentes que los liberales; no obstante, terminan ubicando al hombre en el lugar de Dios y de esta forma preparan el terreno para los males más terribles. El socialismo, sostiene el marqués, no es fuerte. El parlamento se convierte en un problema cuando se adentra al interior de la metafísica moderna, o sea, cuando es concebido por los liberales como un poder y no como un límite. Cabe aquí la aclaración que, para Donoso, ninguna potestad se sostiene si no tiene un fundamento absoluto.
El socialismo es una teología satánica, pero en cuanto tal, si bien aventaja al liberalismo sucumbe ante la teología católica (Divina). Tanto el catolicismo como el socialismo afirman dos cosas: el mal y la redención. La diferencia radica en que el primero afirma el mal del hombre y la redención por Dios y el segundo el mal de la sociedad y la redención por el hombre. Con las afirmaciones católicas no se hace otra cosa que afirmar que el hombre es hombre y realiza obras humanas; que Dios es Dios y acomete empresas divinas. El socialismo no ve sino en el hombre un Dios y en la sociedad las obras propias del hombre. Ahora bien, si el mal está en la sociedad, los socialistas se encuentran ante el escollo de demostrar de qué manera surgió. Si no surgió de Dios (ya que no existe) y no surgió del hombre (ya que es el encargado de redimirla y, por lo tanto, es perfecto y sólo obra el bien) al punto todo el sistema cae en la contradicción de explicar el origen del mal sin poder hallar para ello ninguna causa. Los socialistas son, en presencia de los católicos, dirá Donoso, niños que parecen hombres. “Negar el Dios trino para afirmar otro Dios; negar la humanidad bajo un aspecto para venir a afirmarla desde otro punto de vista; negar la sociedad con ciertas formas para venir a afirmarla después con formas diferentes; negar al hombre de cierta manera, para después venir a afirmarle de una manera o diferente o contraria. Si bien el catolicismo es superior al socialismo, Donoso cree, que a la larga, el socialismo va a triunfar en la historia y va a implantar el imperio anticristiano en el mundo del que sólo se saldrá mediante la intervención directa de Dios. En la historia el socialismo puede vencer a los poderes temporales del catolicismo, pero con la intervención directa de Dios, el que triunfará definitivamente será el catolicismo. Ante la crisis revolucionaria del 48 generada por el socialismo y el anarquismo y por la impotencia del liberalismo para refrenarla, Donoso apelará a una dictadura que, anclada en los principios católicos, pueda detener, al menos temporalmente, la irrupción del mal en el mundo. Vimos por un lado cuál es el diagnóstico que Donoso realiza de la situación europea de mediados del siglo pasado. Por otro lado vimos de qué manera, para Donoso, el liberalismo es incapaz de hacer frente a la crisis revolucionaria, y cómo su pretensión de resolver los conflictos políticos por medio de la discusión y el sistema legal vigente sólo favorece la destrucción del orden a manos de los socialistas y los anarquistas. . Caído el principio de legitimidad tradicional y desterrada la libertad de Europa, Donoso apelará a la dictadura como única forma posible de restaurar la relación entre libertad y autoridad. Dice Donoso en su discurso sobre la dictadura que “la cuestión no está entre la libertad y la dictadura; si estuviera entre la libertad y la dictadura yo votaría por la libertad, como todos los que nos sentamos aquí” la cuestión, entonces, no está entre la libertad y la dictadura, sino entre una dictadura que conduce necesariamente al despotismo (la dictadura de la insurrección que bajo la pretensión de liberar al hombre lo conduce a la servidumbre más abyecta) y una dictadura que, anclada en los principios católicos, provoque una reacción religiosa y restaure el equilibrio entre libertad y autoridad; la dictadura será, simplemente, una respuesta racional a la secularización total de la soberanía, para evitar el despotismo que surge cuando los hombres pretenden instaurar en la tierra lo que es propio del cielo. En situaciones de normalidad el dictador es absurdo; ante la catástrofe, es imprescindible. Su legitimidad reposa, en la función que lo define, la cual a su vez supone una cosmovisión, que (...) en su producción más tardía es católica, pero de un catolicismo que responde mejor que cualquier otro cuerpo ideológico a las exigencias de la racionalidad gubernativa como equilibrio. Ante la situación de una crisis que no puede ser resuelta dentro del marco de la legalidad, Donoso apelará a un principio de legitimidad más alto, la teología política católica, que será el sustento de un gobierno que pueda evitar, al menos por un tiempo, el avance de la lógica moderna hacia la absolutización de la razón humana. La temporalidad de lo político exige una decisión perentoria que no se quede en las medias tintas liberales y que frene el círculo vicioso entre tiranía y revolución que conduce al despotismo y al caos. Ante el peligro de la tiranía y el peligro de la revolución (como dos principios de desorden), Donoso encuentra en los principios católicos el último refugio frente a la revolución
7. La pena de muerte.
La abolición de la pena de muerte es un error para Donoso Cortés. La pena de muerte es la expiación de ciertos pecados humanos individuales. La universalidad de la institución penal de la pena de muerte atestigua su necesidad e importancia, así como conveniencia “el pecado humano por excelencia, puede ser y es, sin embargo, expiatoria de ciertos pecados individuales, de donde se sigue no sólo la legitimidad, sino también la necesidad y conveniencia de la pena de muerte. La universalidad de su institución atestigua la universalidad de la creencia del género humano en la eficacia purificante de la sangre derramada de cierto modo y en su virtud expiatoria cuando de ese modo se derrama. Sine sanguine non fit remissio…En dondequiera que la pena de muerte ha sido abolida, la sociedad ha destilado sangre por todos sus poros.” Si se suprime la pena de muerte para los delitos políticos se acabará suprimiendo la pena de muerte para los delitos comunes. Pero si no hay pena de muerte, entonces no hay pena. Si no hay pena de muerte, todo está permitido. “si tales efectos ha producido la supresión de la pena de muerte en los delitos políticos, ¿hasta dónde llegarían sus estragos si la supresión se extendiera a los delitos comunes? Ahora bien: si hay para mí una cosa evidente, es que la supresión de la una lleva consigo la supresión de la otra en un tiempo más o menos lejano, así como me parece cosa puesta fuera de toda duda que, suprimida la pena de muerte en ambos conceptos, procede la supresión de toda penalidad humana”. Esto sería un agnosticismo moral que consiste en la legalización del delito al considerar sin importancia la comisión de delitos. “es claro que todo sistema de penalidad viene al suelo, porque la falibilidad en las cosas políticas supone la falibilidad en todas las cosas morales, y la falibilidad en las unas y en las otras lleva consigo la incompetencia radical del Estado para calificar ninguna acción humana de delito”
Felipe Giménez Pérez, Pioz, 29 de diciembre de 2020.
Bibliografía.
Juan Donoso Cortés, Discursos políticos. Estudio preliminar de Agapito Maestre. Editorial Tecnos, Clásicos del pensamiento. Madrid, 2002.
Juan Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, en Textos políticos, Ediciones Rialp, Madrid, 1954.
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