miércoles, 20 de septiembre de 2023
El individuo flotante
El individuo flotante.
“El individuo flotante. La muchedumbre solitaria en los tiempos de las redes sociales”, de Marino Pérez Älvarez, Ediciones Deusto, 2023,215 páginas, Es un ensayo escrito por un psiquiatra-psicólogo partiendo del concepto de individuo flotante introducido e inventado por El filósofo español D. Gustavo Bueno Martínez (1924-2016) y teniendo por finalidad el análisis de la actividad que tiene lugar en las redes sociales así como los efectos perniciosos que ellas producen en los individuos, en tanto y cuanto tales individuos pueden muy bien integrar un conjunto de individuos flotantes, corresponderían al individuo flotante descrito por Gustavo Bueno allá por los años 1980.
Marino Pérez Álvarez trata sobre todo de lo que él denomina generación alfa, nacidos a partir de 2010 que han crecido en un mundo de teléfonos portátiles y tabletas. El mundo está dominado por el teléfono móvil o portátil. Esto ha tenido un fuerte impacto sobre la generación más joven. Mundo de redes sociales una realidad virtual. Este ultramundo de las redes sociales es nuevo y para muchos no genera dependencia psicológica. En cambio, para otros es el medio natural, la realidad en la que se criaron y lo echan de menos en cuanto falta siquiera un breve tiempo. Finalmente se termina por devenir en anfibios del mundo objetivo, físico y del mundo virtual, electromagnético. Aparecen así algunas paradojas. “El teléfono móvil, un dispositivo para hablar, está erradicando la conversación” . Las redes sociales generan soledad, una muchedumbre solitaria Todos solos y juntos. Marino Pérez Álvarez observa el aumento del deterioro en la salud mental de niños. Adolescentes y niños. Esto está causado por las redes sociales. “Estos efectos problemáticos no deben pasar por alto las prestaciones de las redes sociales, pero éstas tampoco deben evitar que valoremos juiciosamente su uso.”
Tales problemas venían de antes. Las redes, al igual que las drogas, agravan los problemas preexistentes, son amplificadores de los problemas, más que los causantes de los problemas. Incrementan los problemas en vez de disminuirlos. La sociedad capitalista con su individualismo, generaba soledad y la atomización de la sociedad y la disolución de las instituciones sociales. Es lo que Riesman denominó la muchedumbre solitaria. Es una época de exacerbación del Yo. Este Ego surge con el individualismo capitalista que arranca en el siglo XVI. Esto nos obliga a pensar en que “nada en psicología tiene sentido si no es a la luz de la historia”
El libro de Marino Pérez Álvarez tiene dos objetivos: analizar el malestar de la cultura y definir al individuo de la sociedad de nuestro tiempo., esto es, buscar soluciones a tales problemas.
Marino Pérez Álvarez hace uso de la figura antropológica del individuo flotante, formulado por vez primera por Gustavo Bueno (1924-2016) junto con el concepto de hetería soteriológica o de comunidad salvífica en su famoso artículo de “El Basilisco” “Psicoanalistas y epicúreos. Ensayo de introducción del concepto antropológico de “hetería soteriológica”, El Basilisco, 13 (1982), páginas 12-39.
“El siglo XX es tanto el siglo del yo, de la psicología y de la psicoterapia, como también la época de una personalidad neurótica que caracteriza los tiempos actuales.” La psicología surge con el individualismo propio de la sociedad capitalista, al igual que las otras ciencias sociales. La psicología científica nace en el siglo XIX. Individualismo y subjetivismo. Esto último proviene de la Reforma protestante, el interés por la conciencia, la fe y la culpabilidad. El protestantismo se recrea en la conciencia, en la interioridad. El Lexikon Philosophicum de Rudolf Goclenius introduce al igual que al término ontología, también el término psicología. Lutero, el capitalismo, el humanismo, el individualismo, son las fuentes del yo como diría Charles Taylor.
Durante los años que llevamos recorridos en el siglo XXI el culto al “yo alcanza las cotas más altas conocidas, la psicoterapia es más necesaria que nunca y la psicología.”
Las redes sociales suponen la apoteosis del Yo. “Las redes sociales y quizá precisamente por ese culto y cultivo del yo que permiten, están produciendo en sus usuarios un aumento de malestares psicológicos, y en particular de soledad, en vez de una disminución, como cabría esperar de las conexiones sociales que facilitan. El individuo que surge el humanismo renacentista y de la Reforma protestante alcanza su apoteosis en tiempos de las redes sociales, no sin malestares y creciente soledad.”
La ciudad moderna, como decía Gustavo Bueno y repite Marino Pérez Álvarez, genera individuos flotantes. Ciudad, individuo y psicología, los tres elementos que están ligados en nuestra época. También las ciudades antiguas generaron individuos flotantes y filosofías prácticas entendidas como terapias del alma para ayudar a los individuos flotantes de aquel entonces. En el siglo XX aparece el psicoanálisis, que, como bien dijo Gustavo Bueno tiene su equivalencia en el mundo antiguo en el epicureísmo. El actual auge del estoicismo tiene que ver con la neurosis actual y con los individuos flotantes de hoy. La atomización o individuación disuelve las estructuras o instituciones sociales en las que viene envuelto o enclasado el individuo y puede conducir a la anomia en épocas de crisis o bien al individuo flotante, en épocas de crisis o en épocas de esplendor. Nuestras socieades democráticas, liberales, capitalistas fomentan el individualismo. El Yo es un resultado o producto histórico. No es algo substancial o primigenio.
Como dijo Aristóteles, antes es la polis que el individuo. Marino Pérez Álvarez se hace eco de la distinción ya clásica y consagrada realizada por Ferdinand Tönnies entre Gemeinschaft y Gesellschaft, comunidad y sociedad. En el capitalismo se transita de la primera a la segunda. Las relaciones interindividuales pasan a ser más impersonales, frías y distnates, más individualistas diríamos. En la comunidad prima la tradición, las relaciones personales, los grupos sociales familiares o secundarios. Esto tiene lugar con el avance o implantación de la sociedad burguesa. También la España del Barroco y de la Contrarreforma participó a su manera en este gran movimiento psicohistórico de conformación del yo. Pero es a partir de la Revolución Industrial capitalista cuando el individualismo alcanza ya la característica de la soledad. El individuo comienza a estar solo.
El capitalismo individualista del siglo XIX está inspirado en la ética protestante; ahorro, disciplina, trabajo, lealtad, compromiso con objetivos a largo plazo y capacidad de renunciar al placer presente en aras del placer futuro como recomendaba Epicuro. En cambio el individualismo burgués del capitalismo tardío del siglo XX es consumista, hedonista, sin compromisos, dominados por el principio del placer frente al principio de realidad y al principio del deber. Esto se denomina erosión o corrosión del carácter, típico del trabajo contemporáneo. Disfrutadores del carpe diem, sin futuro, mito de la felicidad. Se ha implantado el modelo del consumidor satisfecho y sin represiones, ni autocontrol.
Uno no está de acuerdo con el uso que Marino Pérez Álvarez hace del término neoliberalismo para designar la ideología capitalista. Neoliberalismo denotaría un nuevo liberalismo, pero es que se trata del liberalismo de siempre, del siglo XVIII y del siglo XIX. Más bien, entiendo yo, habría que denominar neoliberalismo a un liberalismo cercano a la socialdemocracia, como el de Rawls, Dworkin, Van Parijs, etc., en los que se observa un creciente interés por la justicia social redistributiva y por el énfasis en la igualdad económica y social. Se trata del liberalismo partidario del Estado del Bienestar.
“El individualismo neoliberal es más afín con la tradición protestante, centrada en la independencia del individuo, que con la católica, centrada en la pertenencia de la persona a la comunidad, empezando por la familia.” La autonomía individual, la independencia rompe los vínculos entre los individuos en el interior de las instituciones sociales. Tiene pues un efecto disolvente de éstas. Finalmente se acaba echando de menos la conexión de los individuos en el interior de las instituciones sociales, el valor de la interdependencia de los individuos entre sí.
Se habla del yo interior como algo en sí y por sí previo a cualquier determinación externa. Todos hablan del yo interior y lo dan como algo archisabido, evidente. Los sentimientos brotan del yo interior, las experiencias de la conciencia. Estamos llegando a un solipsismo práctico. Todo lo que percibo y hay es una emanación de mi conciencia a la que erijo en juez último e infalible, se refiere pues, al yo interior, privado. O bien ocultamos el yo con el concepto de intimidad o bien lo expresamos cuando hacemos algo, particularmente los artistas presumen como de un mérito, de expresar su yo en sus obras. Los contenidos de conciencia se consideran producidos por el yo. Actiones sunt suppositorum. Cada uno tiene su propio yo distinto. Las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno, Harry el Sucio dixit. Además se produce una escisión entre el yo exterior de la conducta pública y observable y el yo interior y se considera más importante al yo interior.
“Sin embargo, por más que inevitable (y tampoco habría por qué evitarlo), el concepto de yo interior resulta engañoso porque en realidad no hay tal yo interior como algo localizable en algún sitio dentro de uno, ni autónomo, una suerte de fuente autooriginaria o algo así.” Más bien, ocurre que el yo interior deriva de la socialización, comenzando por el lenguaje que es intersubjetivo necesariamente.
“El yo romántico prefigura el yo psicológico mundano, así como el yo de la psicología académica del siglo XX, y perdura en nuestros días.”
En la literatura española del romanticismo aparece el cultivo del yo sometido a la frustración, enajenación y fragmentación Sin embargo, es en la literatura romántica inglesa y alemana donde encontramos las conexiones más directas con la psicología. En la literatura inglesa se ve un precedente del psicoanálisis. En la literatura alemana se advierte una psicología humanista. Se busca la autorrealización personal. Se llama también crecimiento personal. Se utiliza el modelo botánico de crecimiento de las plantas para explicar el sentido de la conducta humana.
“La secularización supone el declive de la religión, que forma parte del proceso de desvinculación de cualquier trascendencia fuera del mundo en favor de un mundo inmanente que se justifica por sí mismo.” Es lo que Nietzsche llamaba La muerte de Dios y Max Weber el desencantamiento del mundo.
El ateísmo vulgar se ha impuesto sobre el ateísmo ilustrado. La eliminación de la religión ha supuesto el afloramiento del culto a lo maravilloso y a las supercherías, un neopaganismo o, como diría Gustavo Bueno un repliegue o refluencia de y a la religión primaria y a la secundaria. Las ideologías basura de nuestra época, ecologismo, animalismo, homosexualismo, transexualismo, feminismo, o mindfullness, cuidar del planeta, cuidar de las bestias, en particular de los animales domésticos, crecimiento cero, etc. Son un sustitutivo de la religión.
Utilizando a Erich Fromm, Marino Pérez Álvarez afirma que la libertad de y la libertad para producen un miedo a la libertad que lleva a nuevas sumisiones que suceden a las sumisiones tradicionales. El aislamiento y la impotencia conducen, siguiendo a Fromm al autoritarismo, la destructividad y el conformismo. El conformismo nos recuerda al último hombre, un pulgón inextinguible, no quiere mandar ni obedecer, sin metas, que ama la salud y que tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche. Es el hombre de la envidia y del resentimiento. Ortega habla a su vez del hombre masa socializado, hombre mediocre, igual a los demás, diríamos el filisteo, la masa se cree con derecho a cultivar sus opiniones y a carecer de criterios y así impone su propia vulgaridad, partiendo del hecho de considerar las opiniones como algo respetable y no sometibles a crítica y ello por el mero hecho de ser proferidas. Es la ideología democrática. Se sustituye el saber por la doxa, por la opinión. “Esto nos lleva a apuntar en el diagrama psicológico del hombre-masa actual dos primeros rasgos: la libre expresión de sus deseos vitales [por tanto, de su persona] y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. ” Marino Pérez Álvarez habla del señorito satisfecho. Es el niño mimado que se rige por el principio del placer y por la doxa. De aquí proceden las neurosis. Siempre hay problemas, dolor. El dolor es una realidad insuperable y hay muchos que sucumben ante esto y la neurosis es una conducta de evitación del dolor. Esto se lleva a cabo por tres vías. Acercamiento, enfrentamiento y evitación o alejamiento.
El hombre-individuo-masa-obrero socializado es el hombre normal, vulgar. Según Erich Fromm es el hombre alienado y aburrido. El marxismo hablaba del fetichismo de la mercancía. Las cosas se definen por su valor de cambio y se produce también la cosificación de las personas. El hombre se autoconcibe como mercancía. La forma social de la mercancía se impone en todas nuestras relaciones con las cosas y con las personas. En la sociedad burguesa, capitalista surge el aburrimiento, el hastío diría yo. El aburrimiento, dice Fromm es el estado corriente de la melancolía y la melancolía es el estado patológico del aburrimiento. “Y todo ello antes de que la ansiedad y la depresión hicieran época en tiempos de las redes sociales.”
David Riesman hablaba de la muchedumbre solitaria para definir el carácter de los individuos de la sociedad de consumo.
La muchedumbre solitaria a la que se ha llegado en el siglo XX queda amplificada como efecto de las redes sociales como una suerte de muchedumbre solitaria en línea. Las redes sociales exacerban el individualismo y la soledad ya existentes previamente. Las redes sociales son una transformación de la vida y de la psicología de la gente. Se han vuelto imprescindibles. “La cuestión es que no somos meramente usuarios de estas herramientas, sino que somos transformados por ellas.”
Las redes sociales están contribuyendo a la soledad y al aislamiento del individuo. Exacerban el individualismo. Es una vuelta al Romanticismo al fomentar el Yo y sus sentimientos. La dependencia facilitada por el teléfono portátil fomenta la necesidad de la aprobación de los demás de los sentimientos que uno tiene. Estar muchas horas conectado fatiga y provoca ansiedad, depresión y soledad. El malestar de la cultura ahora es el malestar de las redes producido por su uso abusivo. Malestares psicológicos, ansiedad, depresión disforia de sexo, conductas autolesivas, ideas suicidas, trastornos de la alimentación, soledad, etc. Las redes lo que hacen es intensificar estos trastornos psicológicos. No son la causa. Hay una correlación entre las redes sociales si se usan en exceso y los trastornos psicológicos ya aludidos.
El malestar más destacable es la soledad. “La depresión, que siempre parece estar presente en los estudios sobre el impacto psicológico de las redes sociales, puede que sea más que nada soledad: desconexiones de las otras personas, de una vida con sentido, y del estatus y el respeto social, como muestra el expaciente y escritor Johann Hari a resultas de su propia experiencia e investigación de las causas y soluciones de la depresión en su libro “Conexiones perdidas”. No deja de ser irónico que la conexión a las redes sociales pudiera ser en realidad una desconexión.”
Afirma Marino Pérez Álvarez que “Los trastornos psicológicos/psiquiátricos no se deben a problemas en las conexiones neuronales (.……) sino a desconexiones con los demás, la vida y el mundo.”
Marino Pérez Álvarez adelanta que la solución está en algo muy parecido a lo que hacían los epicúreos y los psicoanalistas: Relación entre el clínico y el paciente y el sentido de comunidad.
“El uso de las redes sociales no es problemático per se.” Un uso es problemático si acarrea malestar. “El uso problemático empieza por ser un uso abusivo, en el sentido de excesivo cuando supone varias horas al día.”
Además las redes sociales fomentan la envidia y el resentimiento en los usuarios más asiduos. “los mayores disparadores de la envidia en las redes sociales son las experiencias contadas (viajes, ocio, vacaciones, eventos, relaciones), y no tanto las cosas materiales (objetos, joyas, ropa, coches, casas), que también.”
La idea de felicidad, el mito de la felicidad, como decía Gustavo Bueno, mueve el capitalismo, el consumo. Dominados como estamos por el mito de la felicidad. Hay que representar virtualmente que uno es feliz. Las redes sociales juegan con la apariencia, con la imagen de felicidad de cada cual. Exhibicionismo de los individuos. Las fotos e imágenes proyectan una representación del yo real. Los autorretratos son la apoteosis del narcisismo y del exhibicionismo. Hay una obsesión por ser visto porque si no somos vistos, no existimos. Ser es ser visto. Se pretende la aprobación de los demás. Se busca el sentido en la aprobación por parte de los demás. Sin embargo, la realidad objetiva es el sufrimiento real: soledad, depresión, infelicidad.
Lo mismo puede decirse de los sentimientos con los autorretratos telefónicos. Vanidad, exhibicionismo, individualismo, narcisismo. Se busca la aprobación por parte de los demás. El individuo busca motivarse en la autoestima.
Las redes sociales, con su uso “supone fácilmente y a menudo, un comportamiento adictivo. La analogía con las conductas adictivas a sustancias se aprecia en aspectos relevantes, como la importancia que las redes cobran en la vida del usuario.” Las redes sociales pueden ser alienantes, intoxicadoras, aplastadoras del entendimiento y del buen sentido y generadoras de neurosis obsesivas.
Hay que dominarse, autodominio, autocontrol. Abstine et sustine dirían los estoicos, tan de moda actualmente porque estamos viviendo una época de crisis. También los estoicos crearon una cierta hetería soteriológica o comunicad salvífica con su filosofía moral, aunque no formaron comunidades. Se conformaban con difundir su pensamiento y con filosofar y escribir. El estoicismo nos ayudaría a superar las adicciones creadas por las redes sociales y nuestras frustraciones.
En el fondo, los trastornos conductuales que han aumentado como efecto del uso excesivo de las redes sociales derivan de la soledad. Las redes sociales exacerban los problemas psicológicos previamente existentes.
Marino Pérez Álvarez sitúa las redes sociales como contempladas desde la perspectiva del individuo flotante, figura antropológica de nuestro tiempo, aunque Gustavo Bueno consideraba que era una figura antropológica aplicable a cualquier época, puesto que el individuo flotante es un resultado y efecto de la ciudad.
“La noción de individuo flotante sugiere tanto levedad del ser como falta de horizonte que diera sentido a la vida. La levedad del ser no sería por vacío de un sujeto que no tuviera experiencias, sentimientos y expectativas, sino acaso por exceso de subjetividad, sin saber ya lo que quiere. Se refiere a una subjetividad particularmente caracterizada en nuestro tiempo por la hiperreflexividad y la autoconciencia intensificada, que terminan por interponerse entre uno y el mundo. Entre yo y el mundo estoy yo mismo, todo un mundo, acaso un desdichado mundo interior.” Por eso es conveniente conocer la doctrina de Gustavo Bueno al respecto. Más que nada porque fue Gustavo Bueno el que introdujo la figura antropológica tanto de individuo flotante como de hetería soteriológica. Marino Pérez Álvarez realiza pues un ensayo de interpretación psicológica del presente desde la doctrina de Gustavo Bueno interpretando a los individuos con malestar agravado por el uso excesivo de las redes sociales como individuos flotantes pero dándole un giro psicológico-psiquiátrico. Él mismo reconoce que el concepto de individuo flotante desborda lo psicológico por ser un concepto antropológico-filosófico.
La doctrina de Gustavo Bueno sobre el individuo flotante y las heterías soteriológicas.
Gustavo Bueno en “Psicoanalistas y epícúreos” Ensayo de introducción del concepto antropológico de heterías soteriológicas. El Basilisco, nº 13. Noviembre de 1981- junio de 1982. Introduce la figura antropológica del individuo flotante que utiliza Marino Pérez Álvarez así como el concepto de heterías soteriológicas. Emilio Durkheim (1858-1917), uno de los fundadores de la sociología, introdujo el concepto de anomia para explicar el suicidio. La destrucción de la sociedad tradicional y el establecimiento de la sociedad capitalista había traído la ruptura del consenso tradicional y de la solidaridad orgánicas que caracterizaban a las sociedades tradicionales del Antiguo Régimen. Ya Augusto Comte habló en sus cursos de sociología de buscar restablecer el consenso social y la solidaridad social en la nueva sociedad burguesa. Sería una solidaridad mecánica como diría más tarde Durkheim. La sociología funcionalista ha insistido mucho en este problema buscando una solución o analizando la situación contemporánea. La anomia social es un estado de desorganización de la sociedad o de aislamiento del individuo como consecuencia de la falta de normas sociales o de su incongruencia entre sí. Ocurre cuando tiene lugar la incapacidad de la estructura social para lograr las metas que fija la sociedad para el individuo. Cuando la sociedad es incapaz de proveer a ciertos individuos de lo necesario para logar alcanzar las metas propuestas por la sociedad, entonces surge la anomia social. La anomia se asocia con el desorden social.
Según Gustavo Bueno la distinción entre individuo y persona no está concebida metafísicamente a partir del concepto de alienación.. Individuo y persona son dos conceptos conjugados en torno a los cuales se ordenan los componentes antropológicos más diversos.
La personalidad implica un orden de relaciones ontológicas y sólo desde la idea o perspectiva de un proceso cerrado en ciclos que nos hagan comprender las prolepsis se produce la personalización del individuo, el individuo se convierte en persona. A partir de tales prolepsis se puede comprender, abarcar la totalidad de una vida individual. El proceso de personalización del individuo se realiza en la sociedad política y por ello son necesarios programas normativos. Es la personalidad la que sustenta y mantiene la estructura individual.
Puede ocurrir que las metas, los contenidos, las perspectivas que ofrezca el medio histórico estén debilitados y repercutan desfavorablemente sobre el individuo. Cuando tiene lugar la confluencia de arquetipos opuestos que se neutralizan entre sí sobreviene la crisis de la individuación personal y el individuo no sabe qué patrón seguir. El individuo queda entonces indeterminado (irresponsable). Hay una disolución de las reglas. No hay normatividad. Los arquetipos quedan devaluados. Esto puede tener lugar tanto en épocas de crisis como en épocas de integración por igual. Los arquetipos culturales, familiares, económicos, históricamente determinados producen el enclasamiento de la individualidad personal. Aquí Gustavo Bueno introduce la figura antropológica del individuo flotante. El individuo flotante es el resultado de la confluencia de diversos arquetipos que chocan entre sí. Se produce un alejamiento de los planes colectivos por parte del individuo. Hay por ello un debilitamiento de las motivaciones y de la voluntad de los individuos. La biografía comienza a desdibujarse sin metas, sin destino. Se produce la desintegración del individuo.
El individuo es anterior a la persona pero luego la personalidad subordina a la individualidad. La personalidad es la que mantiene la individualidad. La hetería soteriológica es llamada por Marino Pérez Álvarez comunidad salvífica. Una hetería soteriológica es una cofradía que busca la salvación del individuo en cuanto persona. Las crisis de individuación son crisis de proyectos personales de vidas. Los individuos flotantes dejan de estar asentados en la tierra firme de una personalidad. Es una situación en la que desfallece la conexión entre planes individuales y fines colectivos. Los fines colectivos se neutralizan entre ellos.
El individuo flotante flota sin rumbo y sin destino propio. Es una figura genérica. La hetería soteriológica quiere salvar a los individuos flotantes formando una comunidad de individuos flotantes. La anomia tiene lugar en épocas de crisis o de decadencia económica, política y social y en cambio el individuo flotante puede darse en todas las épocas.
“la idea es que los individuos flotantes que arroja la ciudad requieren de nuevas formas de salvación, como las que brinda el psicoanálisis y, en su caso, el jardín de Epicuro en tanto comunidades salvíficas (terapéuticas) que acogen, reinsertan y dan sentido a la vida de uno.” Por lo demás, el concepto de individuo flotante está conectado con el concepto de hetería soteriológica o de comunidad salvífica. Esto en psicología ya se ha ensayado además de en el psicoanálisis, en otras escuelas de psicología. Existen comunidades terapéuticas para recuperar a los individuos flotantes.
“Se trata de una salvación individual que tira de la propia subjetividad (experiencias, miedos, conflictos, traumas, expectativas, amores, odios, envidias…), de manera que la individualidad flotante cobraría un sentido mediante la explicación, la narrativa, la validación del sufrimiento y el reconocimiento social representado por el psicoterapeuta.” La comunidad salvífica es una mediación entre las instituciones sociales y el individuo.
Aparte de la comunidad salvífica existen el coaching, la autoayuda y la psicopalabrería, superchería del mindfullness. Remedios como decía Gustavo Bueno, para débiles mentales.
Como dice Marino Pérez Álvarez, los conceptos de individuo flotante y de comunidad salvífica pueden ser pensados y aplicables a las terapias cognitivas y con el estoicismo de la época helenística. Añade Marino Pérez Álvarez por su parte la comparación y afinidad entre Skinner y Epicuro. Yo por mi parte añadiría el análisis transaccional de Eric Berne.
“Las filosofías helenísticas como el epicureísmo y el estoicismo no se quedan en relaciones puntuales con psicoterapias actuales como el psicoanálisis y la terapia cognitiva. El creciente interés de las filosofías helenísticas para nuestro tiempo pone de relieve una afinidad más profunda entre la sociedad de entonces y la nuestra, mutatis mutandis.” Hay una gran proliferación de libros sobre el estoicismo, por ejemplo. Se propone el estoicismo como therapeia tes psichés para la vida actual, para nuestro presente. Lo mismo ocurre con el epicureísmo y con el cinismo.
Por lo demás, “La psicoterapia implica una comunidad salvífica en la medida en que acoge, escucha, apoya y orienta en la vida a los consultantes y usuarios.” Marino Pérez Álvarez añade que “El individuo flotante es la figura de nuestro tiempo.” Este individuo flotante de hoy deriva de una sociedad en crisis, flotante debido a la expansión de las fuerzas productivas y a la creciente mecanización que arroja millones de trabajadores al paro seguro. “El individuo flotante –como se viene diciendo- supone una sociedad ella misma flotante, (líquida, liquida, libera), en la que todo lo sólido se desvanece en el aire: el trabajo, las relaciones y las cosas. Recordando de nuevo el trabajo, de tenerlo y si acaso no es precario, probablemente sea un empleo con el que uno apenas se identifica.” Es el predominio, que diría Marx, de la forma social mercancía.
El individuo flotante, hasta flota sobre su propio cuerpo. Aparece la enfermedad mental llamada disforia de género. Varones que se sienten mujeres y mujeres que se sienten varones y que quieren utilizar la química y la cirugía para disfrazarse del otro sexo opuesto También los hay que se sienten animales. Estas enfermedades mentales son muy peligrosas y perjudican mucho a los individuos y a la sociedad. Estas enfermedades mentales derivan del individualismo y del subjetivismo de la sociedad capitalista y por supuesto, son formas de individuo flotante. Ya ni siquiera tienen su propio cuerpo del que estar seguros, ni siquiera tienen anclaje en su propio cuerpo.
“El concepto de individuo flotante ofrece una caracterización general del individuo que genera la sociedad actual.” Marino Pérez Álvarez reivindica estas ideas de Gustavo Bueno para entender el presente y para resolver los problemas del presente en cuanto a trastornos psicológicos se refiere amén de postular la necesidad de la democracia liberal como el marco político necesario que fortalezca la razón, la autonomía, y la fortaleza de carácter de los individuos.
Pioz, 8 de junio de 2023.
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