Puedo decir orgulloso que he estado enseñando en los institutos materialismo filosófico desde 1988 hasta 2016. Mucho antes que los demás. Punto. Luego se apuntaron otros muy tardíamente. También puedo decir que muchas de mis desventuras habidas en el sistema educativo progresista por mi parte se las debo a mi coherencia y a mi empeño en ejercitar la libertad de cátedra que los progresistas de derecha y de izquierda han cercenado siempre. Nunca han reconocido tal derecho. Sólo les preocupaba el vulgo ignaro, la sociedad idiota de las familias y la corrupta burocracia educativa.
domingo, 21 de junio de 2020
sábado, 13 de junio de 2020
Democracia sin libertad
Cada vez queda más claro que la democracia sin libertad, sin garantías, con censura, es una puta mierda y no vale la pena apostar por ella. Gustavo Bueno finalmente declaraba que por lo menos en la democracia el gobernante no puede ostentar el poder político indefinidamente. Las elecciones periódicas son un freno a la arbitrariedad.
Pues esto es un magro consuelo. La democracia no garantiza la libertad ni la propiedad, ni las garantías judiciales y por supuesto tampoco garantiza la igualdad ante la ley. Esto lo afirmo desde España. El Régimen de 1978 es un régimen democrático parlamentario de partidos en el cual no hay libertad, hay censura, persecución por ideas y creencias y una curiosa unanimidad ideológica digna de los países del socialismo real del Este de Europa a los que por aquel entonces se les reprochaba su falta de pluralismo ideológico e informativo. Ahora voluntariamente, por mecanismos económicos y democráticos hemos abocado al mismo resultado que antaño criticábamos.
En resumidas cuentas si la democracia es esto, la verdad es que no vale la pena porque ni hay libertad ni pluralismo y encima no hay garantías judiciales ni libertad de expresión. Censura en las redes sociales consentida por el Estado democrático y dictadura implacable del progresismo y de sus gilipolleces anejas. La democracia sin libertades carece de legitimidad.
Pues esto es un magro consuelo. La democracia no garantiza la libertad ni la propiedad, ni las garantías judiciales y por supuesto tampoco garantiza la igualdad ante la ley. Esto lo afirmo desde España. El Régimen de 1978 es un régimen democrático parlamentario de partidos en el cual no hay libertad, hay censura, persecución por ideas y creencias y una curiosa unanimidad ideológica digna de los países del socialismo real del Este de Europa a los que por aquel entonces se les reprochaba su falta de pluralismo ideológico e informativo. Ahora voluntariamente, por mecanismos económicos y democráticos hemos abocado al mismo resultado que antaño criticábamos.
En resumidas cuentas si la democracia es esto, la verdad es que no vale la pena porque ni hay libertad ni pluralismo y encima no hay garantías judiciales ni libertad de expresión. Censura en las redes sociales consentida por el Estado democrático y dictadura implacable del progresismo y de sus gilipolleces anejas. La democracia sin libertades carece de legitimidad.
jueves, 4 de junio de 2020
La mala suerte de Gustavo Bueno Martínez
Gustavo Bueno tuvo mala suerte. Nunca se le tributó un homenaje en condiciones correspondientes a sus múltiples méritos teóricos y filosóficos y a su importancia en la historia de la filosofía. Fue un marginado, un solitario con creciente aislamiento con respecto a las instituciones universitarias o académicas y editoriales. Aún hoy estamos ayunos de una edición crítica, rigurosa de sus obras completas. Rábade, Millán Puelles, Ortega, Aranguren, Julián Marías, etc., cuentan con ediciones de sus obras completas en buena presentación editorial pero a Gustavo Bueno le ha caído en suerte que sus herederos no han querido, por la razón que sea, hacer lo mismo con Bueno. Gustavo Bueno está muerto y bien muerto y enterrado y a día de hoy ha caído en el olvido. Sus libros son imposibles de encontrar y no se reeditan. Sus artículos se encuentran en peor situación. No se ha compuesto un volumen con todos sus artículos. La Fundación Gustavo Bueno nada hace al respecto. Gustavo Bueno ha tenido la desgracia de ir siendo progresivamente arrinconado y olvidado. Una mala suerte editorial y una Fundación Gustavo Bueno que no cumple con su propósito fundacional. Gustavo Bueno está muerto, enterrado y olvidado. Esperemos que otras personas e instituciones hagan lo que es debido en un futuro tal vez lejano y que ahora tanta falta hace.