PRIMER PROGRAMA
DE UN SISTEMA DEL IDEALISMO ALEMÁN[1]
(invierno 1796/97?)
Nota:
texto escaneado a partir de la edición G.W.F. Hegel, Escritos de juventud, México, Fondo de Cultura Económica, 19983,
pp. 219-220.
... una ética. Puesto que, en el
futuro, toda la metafísica caerá en la moral, de lo que Kant dio sólo un
ejemplo con sus dos postulados prácticos, sin agotar nada, esta
ética no será otra cosa que un sistema completo de todas las ideas o, lo que es
lo mismo, de todos los postulados prácticos. La primera idea es naturalmente
la representación de mí mismo como de un ser absolutamente libre. Con el
ser libre, autoconsciente, emerge, simultáneamente, un mundo entero —de
la nada—, la única creación de la nada verdadera y pensable. Aquí descenderé
a los campos de la física; la pregunta es ésta: ¿Cómo tiene que estar
constituido un mundo para un ser moral? Quisiera prestar de nuevo alas a
nuestra física que avanza dificultosamente a través de sus experimentos.
Así, si la
filosofía da las ideas y la experiencia provee los datos, podremos tener por
fin aquella física en grande que espero de las épocas futuras. No parece como
si la física actual pudiera satisfacer un espíritu creador, tal como es o
debiera ser el nuestro.
De la naturaleza
paso a la obra humana. Con la idea de la humanidad delante quiero mostrar que
no existe una idea del Estado, puesto que el Estado es algo mecánico,
así como no existe tampoco una idea de una máquina. Sólo lo que es
objeto de la libertad se llama idea. ¡Por lo tanto, tenemos que
ir más allá del Estado! Porque todo Estado tiene que tratar a hombres libres
como a engranajes mecánicos, y puesto que no debe hacerlo debe dejar de
existir. Podéis ver por vosotros mismos que aquí todas las ideas de la paz
perpetua, etc., son sólo ideas subordinadas de una idea superior. Al
mismo tiempo quiero sentar aquí los principios para una historia de la
humanidad y desnudar hasta la piel toda la miserable obra humana: Estado,
gobierno, legislación. Finalmente vienen las ideas de un mundo moral,
divinidad, inmortalidad, derrocamiento de toda fe degenerada, persecución del
estado eclesiástico que, últimamente, finge apoyarse en la razón, por la razón
misma. La libertad absoluta de todos los espíritus que llevan en si el mundo
intelectual y que no deben buscar ni a Dios ni a la inmortalidad fuera de sí
mismos.
Finalmente, la
idea que unifica a todas las otras, la idea de la belleza, tomando la
palabra en un sentido platónico superior. Estoy ahora convencido de que el acto
supremo de la razón, al abarcar todas las ideas, es un acto estético, y que la verdad
y la bondad se ven hermanadas sólo en la belleza. El filósofo
tiene que poseer tanta fuerza estética como el poeta. Los hombres sin sentido
estético son nuestros filósofos ortodoxos. La filosofía del espíritu es una
filosofía estética. No se puede ser ingenioso, incluso es imposible razonar ingeniosamente
sobre la historia, sin sentido estético. Aquí debe hacerse patente qué es al
fin y al cabo lo que falta a los hombres que no comprenden [nada de las] ideas
y que son lo suficientemente sinceros para confesar que todo les es oscuro, una
vez que se deja la esfera de los gráficos y de los registros.
La poesía recibe
así una dignidad superior y será al fin lo que era en el comienzo: la
maestra de la humanidad; porque ya no hay ni filosofía ni historia,
únicamente la poesía sobrevivirá a todas las ciencias y artes restantes.
Al mismo tiempo,
escuchamos frecuentemente que la masa [de los hombres] tiene que tener una religión
sensible. No sólo la masa, también el filósofo la necesita. Monoteísmo de
la razón y del corazón, politeísmo de la imaginación y del arte: ¡esto es lo
que necesitamos!
Hablaré aquí
primero de una idea que, en cuanto yo sé, no se le ocurrió aún a nadie: tenemos
que tener una nueva mitología, pero esta mitología tiene que estar a servicio
de las ideas, tiene que transformarse en una mitología de la razón.
Mientras
no transformemos las ideas en ideas estéticas, es decir en ideas mitológicas,
carecerán de interés para el pueblo y, a la vez, mientras la mitología
no sea racional, la filosofía tiene que avergonzarse de ella. Así, por fin,
los [hombres] ilustrados y los no ilustrados tienen que darse la mano, la
mitología tiene que convertirse en filosófica y el pueblo tiene que volverse
racional, y la filosofía tiene que ser filosofía mitológica para transformar a
los filósofos en filósofos sensibles. Entonces reinará la unidad perpetua
entre nosotros. Ya no veremos miradas desdeñosas, ni el temblor ciego del
pueblo ante sus sabios y sacerdotes. Sólo entonces nos espera la formación igual
de todas las fuerzas, tanto de las fuerzas del individuo [mismo]
como de las de todos los individuos. No se reprimirá ya fuerza alguna, reinará
la libertad y la igualdad universal de todos los espíritus. Un espíritu
superior enviado del cielo tiene que instaurar esta nueva religión entre
nosotros; ella será la última, la más grande obra de la humanidad.
[1] Dokumente
219-221. Hay edición crítica del HEGEL-ARCHIV en: Rüdiger Bübner (Ed.),
Hegel-Tage Villigst, 1969. Das älteste Systemprogramm Studien
zur Frühgeschichte des deutschen Idealismus (= Hegel-Studien, Beiheft 9). Bonn , 1973.
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