El atomismo es una respuesta al eleatismo, surge por la necesidad que hay de postular el vacío, un cierto no ser para así poder garantizar el movimiento. Tiene que haber vacío para poder explicar el movimiento. Hay materia prima real y con plena existencia que existe en forma de partículas distintas entre sí. La materia es eterna y el movimiento de partículas garantiza la permanencia de los cuerpos.
Con esto se mantiene la plena realidad de lo corpóreo y su homogeneidad. En segundo lugar, los átomos, partículas indivisibles, son tan pequeños que no son visibles, aunque Demócrito llegó a sostener la existencia de átomos gigantes. En tercer lugar, los átomos son indivisibles e indestructibles. Esto es algo fáctico, no de principio ni racional. En cuarto lugar los átomos sólidos son infinitos en número y figura y están dispersos por el vacío infinito cuya existencia afirma el atomismo. El vacío permite el movimiento y la unión de los átomos. En quinto lugar el vacío sólo existe donde no hay átomos. En Sexto lugar los átomos difieren entre sí no por su materia, sino sólo por su disposición y figura; todas las diferencias cualitativas de los objetos, que son conglomerados de átomos, dependen, en consecuencia de diferencias cuantitativas y locales solamente.
Los átomos se mueven en línea recta y a velocidad uniforme.
Si los átomos son la única realidad, entonces, colores, olores, sabores son apariencias fenoménicas. Además, en un espacio infinito hay cabida para infinitos universos. Los universos se están formando y destruyendo continuamente. Cada universo es el resultado de un remolino o vórtice que agrupa en el vacío a una gran cantidad de átomos. No existe la finalidad, sino la necesidad o azar, to autómaton. En un vórtice los átomos tienden a agruparse con sus semejantes. Los átomos más grandes se congregan en el centro y los más pequeños son lanzados fuera.
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